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lunes, 29 de febrero de 2016

¿Y SI ALBERT RIVERA FUERA EL TAPADO DE UN 'GOBIERNO DE TRANSICIÓN' REFORMISTA?

El próximo 23 de marzo se cumplirán dos años del fallecimiento del expresidente del Gobierno Adolfo Suárez (UCD), icono del hermanamiento político en España y referente de la Transición. La efeméride coincidirá, si el socialista Pedro Sánchez fracasa en su investidura, con un período de máxima incertidumbre, en el que tal vez se esté produciendo o se haya producido la tercera consulta 'regia', todo insólito en la Democracia. En caso de que los líderes de los partidos con representación parlamentaria tengan que volver a desfilar por el Palacio de La Zarzuela y revelar a Felipe VI sus predilecciones, el abanico de posibilidades estará más abierto que nunca. Más allá de mirar a nuevas elecciones en junio, Mariano Rajoy puede intentarlo, después de su primera retirada en falso, aunque el runrún sobre la opción de seguir los pasos de Artur Mas y dejar paso a otro candidato o candidata de su formación es cada más fuerte. También Sánchez puede intentarlo, eligiendo en el segundo tiempo del partido a la coalición de izquierdas, la acogida por los murales rojos de Josep María Sert. La mochila del pacto ya firmado con Ciudadanos (C's) sería aquí muy pesada. Incluso Podemos ha deslizado que está barajando presentar a Pablo Iglesias y recabar el apoyo del socialismo desencantado. Pero, ¿cuál será el sino de Albert Rivera?
La tarde se está poniendo para esos episodios históricos en que el tapadotermina deshaciendo el entuerto, protagonizando el desbloqueo. El rey emérito, entonces jefe del Estado, eligió en 1976 a un joven del que las dudas sobre su capacidad para capitanear el cambio estaban muy extendidas. De aquella terna que Torcuato Fernández-Miranda, presidente de las Cortes y del Consejo del Reino, presentó al monarca,Federico Silva Muñoz y Gregorio López-Bravo eran los favoritos, pese a encarnar el continuismo. Por contra, Suárez era considerado el "candidato de relleno". Pero saltó la sorpresa y el encargo recayó en el que seríaprimer líder centrista tras el franquismo. Suárez logró poner de acuerdo a quienes mantenían posiciones diametralmente opuestas, con distancias que parecían insalvables. 
Sería un Ejecutivo que fuese a una legislatura de sólo dos años, el tiempo necesario para actualizar la Constitución a los nuevos tiempos
Aquello quedó inmortalizado en el famoso cuadro de Juan Genovés, y ahora, cuando algunos prevén una inminente Segunda Transición, la sensibilidad de El Abrazo ha emergido de nuevo para bautizar la alianza sellada por socialistas y centristas. Rivera, que compareció en el Congreso delante de este símbolo de la "reconciliación" -el mismo que recuperó el Gobierno de Suárez tras ser vendido a Estados Unidos-, aparece en estos momentos como el único líder político capaz de sentarse con los dos partidos que suman mayor número de votantes, y mantener a la vez, la equidistancia necesaria. Hasta la tercera fuerza, Podemos, con quien comparte espíritu de regeneración democrática, pese a estar en las antípodas ideológicas, reconoce que el presidente de C's "no engaña a nadie" en su apuesta por un "gobierno de constitucionalistas" (PP, PSOE y C's), que no cuestione la unidad de España, ni permita abrir la puerta a intentonas secesionistas.
Los 40 diputados de C's (cuarto partido el 20-D) pueden ser la argamasa que sostenga las piezas, a derecha e izquierda, de un "Gobierno de transición" reformista. Sería un Ejecutivo que fuese a una legislatura desólo dos años, el tiempo necesario para actualizar la Constitución a los nuevos tiempos y poner en marcha las grandes reformas que necesita este país. Y luego a elecciones, a que los españoles decidan al mejor gestor o gestores de los profundos cambios realizados. Algunas de las medidas ya están contempladas en el acuerdo entre PSOE y C's e incluso han sido, en principio, bien vistas por el PP, como poner coto a los aforamientosfrente a la corrupción o renegociar el objetivo de déficit. Otras, como la supresión de las diputaciones, tendrían que ser matizadas, y nuevas propuestas deberían ser también incorporadas. Ahora mismo, la suma de socialistas y naranja no da, y los populares controlan el Senado.
Cintura para ceder en propuestas 'estrella'
En la anterior ronda de consultas del rey, se llegó a especular con el nombre de Rivera como candidato a la investidura, pero él dijo, tirando de cortesía, que no era "lógico, ni normal" por representar a la cuarta fuerza política. Sin embargo, nunca lo descartó. Tampoco lo hicieron sus más estrechos colaboradores, que se limitaron a señalar que no lo contemplaban en la estrategia y que Albert nunca se postularía. Pero, ¿y si se lo pidiera Felipe VI, con el que tiene estrecha relación (más cercana que la de su padre con el joven Suárez)? ¿Y si el líder de C's ya se estuviera postulando indirectamente, exhibiendo su buen trato con populares y socialistas, su voluntad de consenso y su cintura para ceder en propuestasestrella como el 'contrato único'? Todo ello cobra ahora especial dimensión. Muchas cosas han cambiado desde que el monarca propusiera a Sánchez, y el panorama ya no es el mismo que hace casi un mes. El candidato socialista anda muy cerca de quedar amortizado antes de ser presidente de la XI Legislatura, tanto como Rajoy, pero todavía podría tender la mano y arrimar el hombro, en otro gesto de responsabilidad, a un eventual mandato de Rivera.
¿Y si el líder de C's ya se estuviera postulando indirectamente, exhibiendo su voluntad de consenso?
El presidente de C's es tan ambicioso como Suárez, aunque trate de camuflarlo en el argumentario de partido. Es sabido que tampoco descarta entrar en un hipotético Gobierno de Sánchez si el jefe de los socialistas se lo pidiera. De hecho, esta cuestión, la de defender el acuerdo de gobierno con el PSOE desde el propio Palacio de La Moncloa, en caso de que el 5-M haya fumata bianca, es algo que previsiblemente analice estos días la Ejecutiva de C's, según fuentes del partido naranja. Y otro indicio que conduce a un presidenciable Rivera es su negativa a ir a otras elecciones. Si bien un sector de Ciudadanos ve en las urnas una salida favorable, sobre todo atendiendo al crecimiento en intención de voto que le atribuyen las últimas encuestas, el dirigente centrista no piensa lo mismo. En la carta remitida esta semana a los afiliados para explicarle el pacto con PSOE, lo dejaba claro: "Unas nuevas elecciones no modificarían el resultado actual y además no podemos decirle a los españoles que lo que han votado está mal porque los partidos políticos no son capaces de ponerse de acuerdo".
Nada descabellado se presenta el atardecer aquí dibujado si la mirada se pone, por ejemplo, en Dinamarca, donde gobierna desde junio la tercera fuerza, los liberales de Lars Løkke Rasmussen, socios de Ciudadanos en el grupo ALDE en Bruselas. Tal combinación recuerda, además, a la serie de televisión Borgen, también danesa, en la que Birgitte Nyborg y su partido Moderado -liberal en lo económico y progresista en lo social-, quedan en las urnas por detrás de los liberal-conservadores y los laboristas. Sin embargo, la candidata centrista recibe el encargo de formar gobierno y termina por convertirse en primera ministra. De la ficción a la realidad hay sólo un paso, siempre inesperado.

                                                              SEGUNDO SANZ  Vía VOZ POPULI

domingo, 28 de febrero de 2016

RÉQUIEM (OTRA VEZ) POR LA TERCERA ESPAÑA

Las dos Españas han resucitado. El PSOE acierta cuando busca una solución junto a C's, pero yerra si piensa que hay solución sin el concurso del PP. Las viejas rencillas vuelven. 




Sostenía hace algún tiempo el historiador García Cárcel que el principal problema de los españoles era su tendencia, casi innata, a soñar la España que pudo ser
Históricamente, tanto una cierta derecha, empeñada en la construcción de unideal nacional escasamente integrador en lo social y en lo territorial; como una cierta izquierda, con una tendencia suicida a destruir lo que funciona simplemente porque viene del pasado, han cincelado un discurso apocalípticoque tiende a levantarse sobre la negación del adversario. Como si los votos de unos valieran más que los de otros.
Se vota a la derecha para que no gobierne la izquierda y, al revés, se respalda a los partidos de izquierda para que la derecha sea desalojada del poder. En ambos casos, con el convencimiento de que es posible construir una utopía sobre la tumba del contrario. De ahí, esa tendencia al ensoñamiento de la que hablaba el historiador.
Esta concepción maniquea de la política explica, en buena medida, el fracaso constitucional de España. Al menos, hasta 1977, cuando un nuevo espíritu de reconciliación -el abrazo de Genovés como símbolo de una generación- caló entre los españoles y su sistema político. Los odios africanos pasaron a mejor vida.
Julián Marías, que representa como pocos ese espíritu de la España integradora -eso que se ha venido en llamar la tercera España-, reflejó con lucidez en sus memorias su anhelo y el de toda una generación: “Estaba convencido de dos cosas”, sostenía, “la primera, que no basta con decir o proclamar las cosas, sino que hay que hacerlas; es decir, que las transformaciones, si han de ser reales, requieren tiempo; la segunda, que no se puede partir de una idea vaga acerca de un país, sino que es menester verlo y volver a mirarlo, rectificar las impresiones, contrastarlas, complementarlas hasta poseer una imagen que refleje la complejidad efectiva. No sabíamos en rigor cómo era España; había que averiguarlo; la única consigna posible era esta: veracidad”.
Lo veraz, ya se sabe, tiene elementos subjetivos. Pero lo que parece evidente es que un cierto clima guerracivilista contrario al mejor Ridruejo, Madariaga oBesteiro sigue instalado en el país. Sin duda, con la colaboración interesada de algunos medios de comunicación (en particular ciertas televisiones), que, como el persa Manes, sólo distinguen la realidad entre el bien y el mal en aras delnegocio. Lo terrible  es que, si nada ni nadie lo remedia, es muy probable que esa visión sectaria de la política estalle con la crudeza que la ocasión merece durante el próximo debate de investidura.

Lecciones de canto

La España de hoy, sin embargo, y habría que decir afortunadamente, no puede verse reflejada en las discusiones broncas, y a veces poco civilizadas, que se transmiten en tiempo real a modo de Super Bowl. Entre otras cosas, porque ni siquiera los propios dirigentes políticos están convencidos de lo que en público sostienen. 
Cualquiera que haya estado unas horas paseando por los pasillos del viejo caserón de la carrera de San Jerónimo comprobará la política de cartón piedra -ahora se dice postureo- que se esconde cuando un diputado sube a la tribuna de oradores. Baroja, que a principios del siglo pasado coqueteaba con meterse en el mundo de la política, recordaba que en una ocasión Lerroux le dijo: "Usted, Baroja, si quiere vivir de la política, debe tomar lecciones de canto".
Esa teatralidad ridícula de la política puede explicar la torpe posición de Sánchez, Rajoy e Iglesias. Parece obvio que Rivera es el único que no ha esgrimido cordón sanitario alguno, lo cual hace recaer la carga de la prueba entre quienes son incapaces de evitar al país tanto sufrimiento innecesario. Unos por acción y otros por omisión.
El problema, sin embargo, no es la polarización de la vida política. Al fin y al cabo, democracias tan consolidadas como la estadounidense o la británica llevan dos siglos articuladas en torno a dos grandes fuerzas políticas. El problema es la inexistencia de espacios comunes capaces de construir un clima de diálogo. Probablemente, por una visión bizarra de la ideología que tiende inevitablemente a la simplificación del discurso y del análisis político. Y en lo que, desde luego, no es ajeno el secuestro del poder legislativo por parte del ejecutivo.
La paradoja de Sánchez, en realidad una verdadera contradicción, es que al mismo tiempo que procura un pacto de centro izquierda con Ciudadanos, sin duda de enorme valor estratégico y necesario para un país acostumbrado al rompe y rasga en lo ideológico, es incapaz de alejarse de los viejos fantasmas de una determinada izquierda que construye su identidad sobre la descalificación del adversario político. Su grosera actuación en las dos entrevistas que ha mantenido con Rajoy es buena prueba de ello. El secretario general socialista acierta intentado un pacto por imposible que parezca, pero yerra fijando cordones sanitarios.
No hay nada que aterre más a un liberal que una dictadura, lo que explica que en Inglaterra y EEUU no haya habido asonadas en los dos últimos siglos
Rodríguez Zapatero es, sin duda, el antecedente más cercano de esta visión chata de la política cuando resucitó la memoria histórica simplemente para recordar que en España la derecha hunde sus raíces en la dictadura franquista. No le faltaba razón en términos históricos, pero lo hizo por puro tacticismo, electoral, y eso ha tenido efectos devastadores sobre el clima de convivencia. Desde entonces, se ha resucitado el espíritu de las dos Españas.
Ahora bien, es evidente que la derecha, desde luego el Partido Popular, nunca ha hecho una reflexión a fondo de su pasado intelectual alejándose de la Dictadura y todo lo que representó. Probablemente, porque en España la derecha -ya desde los tiempos de la Restauración- siempre ha sido conservadora y casi nunca liberal. Y no hay nada que aterre más a un liberal que una dictadura, lo que explica que Inglaterra y EEUU sean de los pocos países del mundo en los que no ha habido ninguna asonada en los dos últimos siglos. Un sistema político que no comparte un pasado común está condenado a revivir una y otra vez sus pesadillas.

Aznar y Azaña

El expresidente Aznar lo intentó durante su primera legislatura reivindicandoen público a Manuel Azaña. O, incluso, la figura del escritor exiliado Max Aubcon el loable propósito de construir una idea común de la historia de España más ajustada e integradora de la realidad, pero pronto él mismo malogró ese esfuerzo por la reconciliación intelectual de las dos Españas. Un error trágico que han capitalizado los nacionalistas intentando demostrar que España no existe como nación unitaria. El mensaje, muy atractivo para quienes ignoran nuestra historia, se ha filtrado entre amplios segmentos de la población, y políticos de nimio bagaje como el pequeño Robespierre lo han comprado haciendo suya la sandez de la España plurinacional.
Esa España inexistente, sin embargo, es la que sigue atravesando la política de lado a lado, lo que explica algo inexplicable: las dos principales fuerzas políticas son incapaces de pactar un gobierno de gestión con unos puntos muy concretos para desatascar la situación y evitar otra elecciones, lo que llevaría al país a tener -en el mejor de los casos- un Gobierno en funciones durante casi un año.
Rajoy no está dispuesto a dar un paso atrás y dejar a alguien de su partido que intente liderar un nuevo Gobierno, tras el previsible fracaso de Sánchez
Lo dramático, además, es que en todo este sainete trágico existe un fuertecomponente personalista impropio de una democracia consolidada como la española, y que tuvo su momento álgido en el debate preelectoral en la TV entre los dos candidatos a propósito de la decencia del presidente en funciones,
El resultado es que Rajoy no está dispuesto a dar un paso atrás y dejar a alguien de su partido que intente liderar un nuevo Gobierno -tras el previsible fracaso de Sánchez-. Simplemente, porque tras darle la vuelta a la economía no quiere salir por el patio trasero de la historia (corrupción, malos resultados electorales…). Sánchez, por su parte, sabe que sólo llegando a La Moncloa podrá salvar su futuro político después del desastre electoral socialista con sólo 90 escaños de 350.
Como se ve, mucha retórica y poca cosecha que hace bueno aquello que decía don Pío cuando le preguntaron cómo debía ser un político: “Debe ser realista, con un conocimiento claro del país... y si es retórico, el pueblo lo agradecerá. Parece que en España la retórica es una virtud del gobernante”. Eso es, exactamente, lo que sobra: retórica.

                                           CARLOS SÁNCHEZ  Vía EL CONFIDENCIAL





 




TIRO AL PICHÓN

Cuando un partido -en este caso el PP- entra en fase de descomposición, sus dirigentes disparatan. Ciudadanos y Albert Rivera han cumplido las expectativas de sus votantes






Se trata de un deporte de larga tradición. El tiro al pichón se integra en la Federación del Tiro al Vuelo y lo practican tanto damas como caballeros y, por lo general, es una actividad lúdica de clases acomodadas, una forma cinegética sofisticada que abate a los pichones en vuelo, fulminándolos. Así cuando alguien habla de “pichones” hay una remisión casi inconsciente a esta práctica tan deportivamente letal. De modo que cuando el lenguaraz Rafael Hernando calificó de “pichón” a Albert Rivera, a las pocas horas de la firma del acuerdo con Sánchez, las escopetas comenzaron a escupir artefactos contra el jefe de filas de Ciudadanos. Poco tiempo después, Rita Barberá apuntaba con pretendido tino a la financiación del partido de origen catalán, mientras desde aquí y desde allí, los populares iniciaban una campaña poco disimulada para acochinar a los electores de Ciudadanos que otrora fueron suyos.

Cuando un partido -en este caso el PP- se introduce en una fase de descomposición, sus dirigentes disparatan. Ciudadanos y Albert Rivera, en concreto, han cumplido exactamente las expectativas de sus votantes procediesen de la derecha o lo hicieran de la izquierda. Con el acuerdo con el PSOE, Rivera ha logrado: 1) bloquear un pacto entre socialistas y Podemos que hubiese llevado a un Gobierno radical e insensato, 2) introducir garantías terminantes de que no se celebrará un referéndum de autodeterminación ni en Cataluña ni en ningún otro territorio de España, cuya integridad y unidad se salvaguarda, 3) mantener los compromisos europeos del Estado español, 4) defender los principios de una democracia liberal pero con acentos humanistas y con rasgos ideológicos moderados y 5) sostener un perfil de centralidad que le permite interactuar por su izquierda y por su derecha.
El “pichón” que el Partido Popular quisiera abatir no sólo no ha decepcionado a sus electores sino que ha cumplido abundantemente con ellos
El “pichón” que el PP quisiera abatir no sólo no ha decepcionado a sus electores sino que ha cumplido abundantemente con ellos porque ha conseguido en el pacto con el PSOE -muy abierto pero suficientemente claro- todo lo que los populares, por insuficiencia aritmética e incapacidad negociadora, no han logrado garantizar a su electorado, de tal manera que, de continuar así las cosas -petrificado Rajoy, abrazado a Rita Barbera 'et alii'- aquí podría producirse una sustitución progresiva en la derecha: Ciudadanos por el Partido Popular. Los de Rivera, además, no han comenzado sino lo que los populares propugnaban: negociar con el PSOE una coalición a tres que es lo que Rajoy dice pretender sin saber cómo hacerlo.
Hernando, el portavoz parlamentario del PP especializado en la bronca, también ha calificado a Rivera de “correveidile”. Pudiera ser que, con el tiempo, este carácter transmisor del catalán resulte decisivo para el propio PP porque sólo a través del líder de Ciudadanos los conservadores se puedenconectar con el PSOE e, incluso, con otros partidos del arco parlamentario. De ahí que sea conveniente esa “templanza” que reclamaba Barberá en su cenital comparecencia del jueves y, atendiendo a los requerimientos de esta virtud cardinal, dejar de disparar al “pichón” Rivera evitando confundir el territorio de la política con una cancha de tiro al vuelo. Porque hay tiros que salen por la culata y el que está practicando el PP sobre Ciudadanos corre el riesgo de que lo sea.
Si Mariano Rajoy hubiese aceptado la propuesta del Rey para ser candidato a la investidura -fuera en la primera ronda o en la segunda-, Albert Rivera y Ciudadanos hubiesen firmado el acuerdo de gobierno con el PP y no con el PSOE y lo hubiesen hecho con la ventaja de sumar 163 diputados en vez de 131. El presidente en funciones y su partido han de asumir que Pedro Sánchez quedó convertido en un referente institucional desde el momento en queFelipe VI le mandató para intentar la investidura, lo que ha hecho coherente el comportamiento negociador de Ciudadanos.
Más que apuntarse a la Federación de Tiro al Vuelo, el PP debiera adherirse a alguna cofradía penitencial ahora que tan cerca está la Semana Santa, a poca distancia temporal de la semana próxima en la que el grupo conservadorvotará seguramente como Podemos, contra el acuerdo de Rivera y Sánchez que, dadas las circunstancias, es el más sensato y practicable de todos los posibles y al que los electores del PP, si lo leyesen, aplaudirían con la orejas. Tanto por lo que ha logrado “el pichón” como por lo que ha evitado.

                     JOSÉ ANTONIO ZARZALEJOS  Vía EL CONFIDENCIAL