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jueves, 30 de junio de 2016

LA NORMALIDAD: NADIE HA DIMITIDO

Podría sumarme a la colección de exégetas volcados en especular sobre las posibles combinaciones de gobierno, sin embargo hoy prefiero resaltar un hecho que no por reiterado deja de ser llamativo: ninguno de los tres candidatos derrotados a la jefatura del Gobierno ha anunciado su dimisión. Ni Sánchez, ni Iglesias, ni Rivera lo han planteado, de manera que sus organizaciones partidarias no se van a sentir espoleadas para debatir sobre nuevos liderazgos y programas. Todas las responsabilidades se encubrirán con declaraciones huecas o altisonantes y con el recurso al expediente de que los culpables del fiasco son otros, sean los pensionistas o los más jóvenes que prefirieron las playas o las hogueras de San Juan. En fin, lo de siempre, como manifestación de la decadencia política e institucional de España que sigue su curso inexorable hacia no sabemos qué.
Para la parte del pueblo español que esperase horizontes prometedores será una decepción constatar la falta de gallardía de esos líderes
Decepción y seguir al tran tran  
Por supuesto, para la parte del pueblo español que esperase horizontes prometedores será una decepción constatar la falta de gallardía de esos líderes, enrocados en sus puestos como dignos continuadores de las prácticas políticas que algunos de ellos tanto han criticado. Así es la realidad y deduzco que el conjunto del país se encogerá de hombros con una preocupación perfectamente descriptible sobre la formación de gobierno, deseando que el que se forme no incordie demasiado. Me atrevo a vaticinar que será así, porque la vida parlamentaria adolecerá de la languidez instaurada desde mayo de 2010 cuando se empezó a gobernar por Decreto-Ley, aunque esta vez por razones distintas, ya que en este Parlamento tendrán poca cabida las iniciativas legislativas urgentes o complicadas.
El conjunto de la derecha española ha buscado seguridades y refugio bajo el manto no tanto del PP como de Mariano Rajoy, que es el principal activo de ese partido y el tuerto en el país de los ciegos de la política española. Eso sí que es un fenómeno digno de estudio para sociólogos y politólogos, aunque tampoco tiene demasiados secretos si se observa que frente a él lo que abundaban eran los pesos plumas y una extrema liviandad acerca de cómo gestionar el poder público. Es cierto que dada la deriva de la política española en la que, con el paso del tiempo, han ido recalando gentes mediocres e inexpertas, salvo escasísimas excepciones, no se podían esperar proyectos ambiciosos y trabajados sobre el porvenir de la nación. Así que, en tales circunstancias, el actual jefe del Gobierno se ha llevado el gato al agua para una larga temporada. Y contará además con el beneplácito de Berlín que bastante tiene con administrar ahora las banderillas negras que han clavado los ingleses en la Unión Europea para permitir que el toro ibérico se le desmande, por causa de exigencias desmesuradas en materia de déficit. Vista gorda y a seguir tirando.
Nadie asume su derrota y se daña la democracia
Los partidos más cercanos al Gobierno, llamados constitucionalistas, han quedado huérfanos de liderazgo y malparados en su representación parlamentaria. No obstante, Sánchez y Rivera no sólo no han dimitido, sino que se permiten baladronadas en relación con la hipotética formación de Gobierno por parte de Rajoy, con lo que pretenden encubrir su fracaso y distraer a sus organizaciones de lo fundamental que consiste, en mi opinión, en que carecen de alternativas al Ejecutivo actual. De todas maneras, creo, tal como apunté en mi comentario de la semana pasada, que ambos líderes terminarán haciendo su viaje a Canossa, alegando justificaciones variadas, excepto la principal, su derrota.
La desilusión de sus seguidores aumentará en la medida en que se compruebe que la ventana de oportunidad abierta con las elecciones ha sido malbaratada
Tampoco ha dimitido el capitán de Unidos Podemos, Pablo Iglesias, al que parte de las huestes del Partido Comunista han dejado en la estacada, además de aquellos votantes de Podemos que no se han sentido motivados para votar de nuevo. Lo de los comunistas era fácil de prever, teniendo en cuenta que siempre se han negado a perder su identidad, por lo que parece mentira que ese reputado politólogo no haya caído en el detalle de considerar el fervor religioso de los comunistas sólo comparable al de los cristianos en la antigua Roma. Es verdad que han mantenido la misma fuerza parlamentaria, pero eso resulta un consuelo vano, porque la desilusión de sus seguidores aumentará en la medida en que se compruebe que la ventana de oportunidad abierta con las elecciones ha sido malbaratada por la falta de proyectos capaces de generar ilusión entre sus votantes y de vencer la resistencia de los comunistas.
En fin, para pronosticar lo que pueda venir, conviene tener presente que las tres minorías más importantes de las Cortes, después de la del PP, están sumidas en el desconcierto, circunstancia que no se superará si sus líderes se mantienen aferrados al sillón y no abren las ventanas para que sus partidos se dediquen a renovar su discurso y a desechar las querellas internas y banderías personales que únicamente conducen a la decadencia o a la marginalidad. Mal asunto para los que desean una democracia digna y de mejor calidad que la que tenemos.


                                                                       MANUEL MUELA  Vía VOZ PÓPULI

26J Y LA NECESIDAD DE UN ACUERDO INTERGENERACIONAL

¿Cómo es posible que el partido político de un gobierno tan mediocre como el actual en funciones haya vuelto a ganar el 26J? ¿Cómo es posible que aquellos que nos han endeudado como nunca en nuestra historia reciente vuelvan a ganar? ¿Cómo es posible que aquellos que nos han llevado a una profunda decadencia social, política y moral consigan de nuevo la victoria en unas elecciones generales? ¿Quiénes, al margen del 1% más rico, han permitido con su voto que el actual gobierno en funciones pueda continuar con su labor ejecutiva? El pueblo siempre es soberano y tendrá buenas razones para actuar como lo ha hecho. Simplemente se trata de buscar respuestas.
Desde un punto de vista demoscópico ya han aparecido las primeras explicaciones. Según estimaciones de NC Report, el 93,4% de los que votaron al PP el 26J también lo hicieron el 20D, cifra a la que hay que añadir 401.000 votantes procedentes de Cs y la nada desdeñable cuantía de 157.000 del PSOE. Sólo se abstuvieron, respecto al 20D, 191.000 votantes. Respecto al voto del PSOE la fidelidad también ha sido muy alta, el 86,5% de los que votaron al PSOE el 26J también lo hicieron el 20D, a lo que hay que añadir 118.000 votantes procedentes de Unidos Podemos, y, sobretodo, 205.000 procedentes de Unidad Popular (UP). Respecto al 20D, la abstención se situó en  317.000.
Los partidos emergentes registraron menor fidelidad de voto y una mayor abstención de sus antiguos votantes el 20D
Los partidos emergentes, por el contrario,registraron menos fidelidad de voto y una mayor abstención de sus antiguos votantes el 20D. En el caso de Cs la fidelidad de voto baja al 75,4%, y la abstención respecto al 20D alcanzó los 414.000 votantes. Si descomponemos el voto de Unidos Podemos en Podemos y Unidad Popular (UP), observamos cómo, según NC Report, la fidelidad de voto de Podemos se situó en el 78,4% a lo que hay que añadir 136.000 procedentes del PSOE. Por el contrario, la abstención de antiguos votantes de Podemos el 20D llegó a los 810.000. Pero donde sin duda la fidelidad de voto ha sido muy baja fue en Unidad Popular. Sólo el 54,8% de votantes de UP el 20D lo hicieron por Unidos Podemos el 26J, pero además 205.000  votantes de UP, nada menos que el 22,1%, votaron al PSOE. En definitiva, la coalición entre Podemos y Unidad Popular no ha cuajado: votantes de UP votaron a otros partidos y parte de los votantes de Podemos, más transversales, se abstuvieron.
Acuerdo intergeneracional
Quizás la explicación más correcta para entender la menor fidelidad del votantede Cs y Podemos, y la mayor en el caso de los electores del PP y PSOE, haya quebuscarla en el voto por tramos de edad. Los partidos emergentes se nutren básicamente del voto joven, menos fiel y más abstencionista, mientras que losvotantes del PSOE y, sobretodo, del PP corresponden a mayores de 54 años. Y eh aquí un problema relevante, una ruptura intergeneracional. Los partidos emergentes deben, deberían, buscar un acuerdo entre generaciones que permita, por un lado, una vida digna a nuestra gente mayor y que, sobre todo, garantice unas mínimas condiciones de emancipación para nuestros jóvenes, en términos de empleo, salarios y vivienda.
El actual sistema es perverso. Durante la crisis fueron los hogares donde el principal perceptor de renta era un pensionista los que mantuvieron el gasto, y estos pensionistas ayudaron solidariamente a hijos y nietos.  Pero son estos pensionistas quienes ahora, a pesar de observar en su vida diaria como hijos y nietos se encuentran sin ningún tipo de expectativas de futuro, los que han votado para que todo siga igual. El 1% de la población española que acumula cada día más riqueza y renta ha encontrado un aliado inesperado en un 30% de la población cuyonúcleo duro son los mayores de 54 años. La razón principal es que hasta ahora sus pensiones no han perdido valor adquisitivo.
Sin embargo, la situación actual es insostenible y debemos hacer todo lo posible para cambiarla. Para ello es necesario un acuerdo entre generaciones donde se implementen políticas que creen las condiciones necesarias para que nuestros jóvenes tengan en nuestro país una vida digna, y no se vean forzados a emigrar. Si no se alcanza ese acuerdo, nuestros pensionistas no tendrán garantizadas en un futuro cercano sus pensiones. Y es ahí donde los nuevos partidos emergentes deben incidir y empezar a hablar de ello.
La situación actual es insostenible y debemos hacer todo lo posible para cambiarla. Para ello es necesario un acuerdo entre generaciones
Sus programas deberían centrarse en principios básicos para generar las condiciones necesarias a favor de nuestros jóvenes: formación y educación para la empleabilidad; fomento de la investigación; modernización de nuestras instituciones políticas; fiscalidad a favor de un modelo productivo alternativo, centrado en industria y sector exportador, y que castigue a rentistas y aquellos que se nutren de meras burbujas financieras e inmobiliarias…
Los problemas asociados al actual sistema de pensiones público de reparto, y que se deberían atajar, no tiene nada que ver con lo que se dice en los medios de comunicación patrios. Son otros: la caída de la población activa, el estancamiento del crecimiento de los salarios, la desigual distribución de la renta, y el descenso de la productividad. Y afecta a nuestros jóvenes. Frenar la huída de jóvenes formados a otros países, remediar el estancamiento de los salarios y la desigualdad salarial, unido a un crecimiento de la productividad son, por lo tanto, condiciones necesarias para que nuestro sistema de pensiones de reparto sea sostenible. Y todas esas políticas van dirigidas a favor de los jóvenes. Si no se implementan, nuestros pensionistas deberían saber que sus pensiones no están garantizadas.


                                                                                                   JUAN LABORDA  Vía VOZ PÓPULI

miércoles, 29 de junio de 2016

ALBERT RIVERA ES EL JORDI PUJOL DE 2016

En el 96, Aznar, con 156 diputados, sobrevivió gracias a la CiU de Jordi Pujol como ahora, con 137, Rajoy está condenado a un nuevo pacto del Majestic con Rivera



Muchos de ustedes recordarán aquel domingo por la noche de marzo de 1996 en el que José María Aznar, que acababa de derrotar al PSOE con 9,7 millones de votos, el 38,7% y 156 diputados, apareció en el balcón de Génova con cara de funeral y pronunció unas extrañas y confusas frases. Estaba traumatizado. Por fin había ganado al invencible Felipe pero le faltaban 20 escaños para la mayoría absoluta y no tenía más remedio que pedir la ayuda de Pujol, que había sacado 16 diputados. Con CiU se colocaba en 172 escaños y podría ser investido (con cinco diputados más del PNV de Arzallus). Sin Pujol, era cadáver. La cara de Aznar aquella noche de victoria era todo un poema.

Mucho se especuló entonces sobre que Pujol y Roca no apoyarían al PP, que había ganado con una campaña que criticaba la “debilidad” de Felipe ante Cataluña. En la acera de Génova se había coreado aquello de “Pujol, enano, habla castellano”. También se decía que CiU acabaría apoyando la investidura del PP, pero que exigiría otro candidato. Y sonaron los nombres de Abel Matutes (cercano a Fraga y luego ministro de Exteriores) y de Alberto Ruiz-Gallardón. Pero Aznar superó la cara de funeral, asumió que la bisagra necesaria era el nacionalismo catalán, negoció duro con los que algunos en Madrid calificaban de “mercaderes”, cedió bastante (más competencias policiales para los Mossos, supresión de los gobernadores civiles y otras cosas, como algunos consejos de administración de empresas medio públicas) y acabó firmando los pactos del Majestic, perfilados finalmente por Joaquim Molins, el portavoz de CiU que sustituyó a Miquel Roca, y Rodrigo Rato. La legislatura, con mayoría precaria, duró cuatro años y hay consenso en que fue la mejor de todas las que España ha estado gobernada por el PP. Años después -afrontando algunas críticas internas y externas-, Pujol filtró que no había tenido otro remedio que apoyar a Aznar porque se lo habían pedido el Rey e incluso Felipe González. España no podía entrar en una etapa de inestabilidad gubernamental.
Bueno, las cosas son ahora diferentes pero tampoco tanto. Rajoy no ponía cara de funeral este domingo cuando salió al balcón de Génova armado con 7,9 millones de votos, el 33% y 137 diputados, sino que dio tres botes para contentar a los jóvenes de la calle que coreaban: “Yo soy español… español, español”. Y no dijo palabras más profundas, aunque si más claras, pero sin abandonar su proverbial tancredismo: “Me dicen ahí [señaló a la acera] que diga que hemos ganado las elecciones… pues sí, bien, hemos ganado”. No, no era la cara de funeral de Rajoy pero tampoco exhibía el besucón entusiasmo de Soraya ni saltaba con la gracia de Andrea Levy, que creía estar en una discoteca.
Rajoy sabía que había dado un relevante paso adelante. Contra pronóstico, había subido 14 diputados y casi cinco puntos respecto al 20-D. Tenía pues más autoridad moral ante la sociedad española y ante su partido pero sabía que de verdad -tras el vino y las rosas de la noche electoral- estaría en una situación un poco más complicada que Aznar en 1996. Le faltan no 20 sino 39 diputados. Una enormidad. Rajoy sabe -o debe saber- que el PSOE no va a aceptar ni una gran coalición (su comportamiento histórico ante el PSOE tampoco se lo merece) y queni siquiera se va a abstener. Como sucedió en el 96, la salvación está en la bisagra y no hay otra que Ciudadanos, en donde también manda un catalán que no es nacionalista y que -al contrario que Pujol- sí va a discutir el nombre del próximo presidente. Aznar no tenía Bárcenas en el armario y el caso Naseiro estaba entonces más enterrado que el sepulcro del Cid.
Con los 32 diputados de Rivera, que ha perdido un mísero 0,9% de los votos pero nada menos que ocho escaños, Rajoy puede sobrevivir. Sin Rivera, es hombre muerto. Con Rivera sumará 169 diputados y aún puede recurrir al PNV (difícil, porque en otoño hay elecciones en Euskadi y Urkullu no estará para pactos salvo a precio de subasta) y a los canarios. Pero en último extremo, el PSOE ni querrá ni podrá aparecer como el culpable de unas terceras elecciones si Rajoy y Rivera han pactado y articulado una coalición de 169 escaños. Incluso podría recurrirse a un apaño de Estado: no se abstendría el grupo parlamentario socialista sino que se sugeriría a unos cuantos diputados que -en aras de la estabilidad- se quedaran en el bar en el momento de la votación. Exigir al PSOE más es soñar, porque para la gran mayoría de sus dirigentes el objetivo prioritario es seguir siendo el primer partido de la izquierda e impedir que en las próximas elecciones (que pueden ser antes de cuatro años) un Iglesias menos histérico, o el más simpático y flexible, consiga el 'sorpasso'.
Rajoy habla de gran coalición o de pacto con el PSOE por cálculo o porque la indignación con Rivera debe ser alta. El PSOE es el enemigo. Del enemigo se puede esperar casi todo y contra el enemigo se puede hacer incluso más (por ejemplo, algún empecimiento a Podemos). Pero Ciudadanos es un partido ideológicamente próximo y duele más que las miserias propias sean denunciadas por alguien cercano. Pero la desconfianza entre Rajoy y Rivera (y a la inversa) no puede (en todo caso, no debería) ser mayor que la que en el 96 existía entre Aznar y Pujol.
En el 96, que el nacionalismo de Pujol ayudara a gobernar a Aznar era como querer mezclar agua
con aceite, pero aquella legislatura fue la mejor del PP
Además, para Rajoy un pacto con Rivera es mucho más conveniente que un pacto con el PSOE. El PSOE, para hacerse perdonar por su electorado, tendría que exigir cosas como la abolición urgente de la reforma laboral, algo que incluso los economistas socialistas más lúcidos saben que tiene contraindicaciones. Por el contrario, entre Luis de Guindos y Luis Garicano, todo iría más rodado.
Pero, claro, el pacto con Rivera no será gratis, como tampoco lo fue el de Aznar con Pujol. Recuerdo que a mitad de aquella legislatura -cuando Aznar iba cumpliendo las cláusulas escritas y no escritas del pacto del Majestic-, Pujol comentó en un círculo íntimo: “Ya sé que el pacto con el PP no ha sido bien visto por muchos de los nuestros, pero va bien y si sigue así, al final se cumplirá aquello que dijo Alfonso Guerra de que a España no la va a conocer ni la madre que la parió”.
Aznar cedió competencias a Cataluña y ahora Rajoy tendrá que negociar una nueva ley electoral, cambios en la judicatura y un protocolo contra la corrupción
Cito la anécdota porque el apoyo de Pujol tuvo un precio alto en la cesión de competencias a Cataluña. Pero también ayudó a Aznar, porque lo moderó y lo centró (mientras CiU fue necesaria). De la misma manera, el irremediable pacto del Majestic con Rivera tendría un precio alto para el PP pero también ayudaría a centrar a Rajoy, que buena falta le hace a juzgar por el talante de su legislatura con mayoría absoluta. En el precio podría ir una reforma de la ley electoral que a Rajoy no le interesa nada (y que se tendría que pactar con el PSOE), la reforma del Consejo General del Poder Judicial y del Tribunal Constitucional y -ahí está la madredel cordero- la separación de cargos del PP inculpados en procesos de corrupción. Y alguna difícil salida honrosa -que no fuera escurrir tramposamente el bulto- para los casos Bárcenas, Gürtel…
Creo que Albert Rivera es, funcionalmente y 20 años después, el Jordi Pujol de 1996 y que un nuevo pacto del Majestic entre Rajoy y Rivera es inevitable. Los 32 diputados de Rivera de hoy valen para Rajoy tanto o más que los 40 del 20-D y los 16 de Pujol en el 96. Por lo que me llega, Rajoy está algo irritado y puede estar tentado de ningunear a Rivera (como Aznar hizo con Pujol, hasta que le necesitó), pero se equivocaría gravemente. La política no se hace con el estómago sino con el cerebro.

Con Rivera y 169 diputados, Pedro Sánchez tendrá un comportamiento de hombre de Estado. No tendrá otra opción y hará una inversión de futuro. Pero si Rajoy se queda con 137 escaños y no es capaz de pactar ni con los liberales de Ciudadanos, no creo que ni Pedro Sánchez ni cualquier otro dirigente socialista le saque las castañas del fuego.
Si Rajoy no logra pactar ni con los liberales... no habrá nuevas elecciones sino posiblemente un Gobierno de centro-izquierda con presidencia del PSOE
Se irá quemando a fuego lento, y con un Rajoy (y si quieren, también un Rivera) desacreditado por no haber sabido pactar, unas nuevas elecciones tampoco son inevitables. En aquel momento, quizá después del verano, con el país abrumado y con una Europa recientemente impaciente, el líder socialista (sea el que sea) puede ofrecer a Pablo Iglesias y a Albert Rivera un Gobierno de centro-izquierda. Y en esas circunstancias, ni Iglesias (salvo que siguiera en éxtasis) ni Rivera la podrían rechazar. E incluso podrían aplaudir Joan Rosell, Jean-Claude Juncker y el propio Mario Draghi. Por aquello de que más vale un Gobierno incierto que la parálisis y el caos de un no Gobierno.
La leyenda apócrifa que corrió por Cataluña decía que al final de aquella noche de marzo del 96, la 'hinchada' del PP dejó de corear aquello de “Pujol, enano, habla castellano” y entonó el “Pujol, guaperas, habla como quieras”. Pues eso, que en Génova les conviene aprender rápido a querer a Albert Rivera. 

                                                             JOAN TAPIA  Vía EL CONFIDENCIAL




EL CURA QUE HA SALVADO A 5.000 PERSONAS GRACIAS A UN TELÉFONO ESCRITO EN UNA PARED

UN ERITREO LO ESCRIBIÓ EN UNA CÁRCEL DE LIBIA


Un religioso eritreo, Mussie Zerai, ha logrado que se rescatara a miles de personas que han llamado a su móvil para pedir auxilio.

El sacerdote Mussie Zerai, en la plaza de San Pedro, en el Vaticano, en septiembre de 2015. (Reuters)


Cuando el teléfono sonó a las tres de la madrugada en aquel seminario de Roma, al joven Mussie Zerai se le ocurrió que quizá se trataba de una broma pesada. Pero al descolgar supo que no era así: nadie podía fingir aquellos gritos de desesperación ni el rumor de las olas del Canal de Sicilia. Quien estaba al otro lado del teléfono era un compatriota eritreo que le imploraba ayuda y le suplicaba que salvara su vida y la del resto de personas a bordo de una barcaza a punto de zozobrar en aguas del Mediterráneo.
El aspirante a sacerdote no sabía qué hacer ni a quién recurrir; tampoco cómo tranquilizar a su compatriota para que le diera pistas sobre dónde podía estar la patera. Cuando lo logró, explica por teléfono a El Confidencial desde Suiza, despertó a un superior y entre los dos buscaron en las páginas amarillas el número de la Guardia Costera de la Marina italiana. Gracias a la voz de alerta que dieron los dos religiosos, los guardacostas localizaron la patera y condujeron a sus ocupantes, sanos y salvos, a la isla italiana de Lampedusa.
Fueron solo los primeros. Desde aquella llamada de una noche de 2003, Mussie Zerai, sacerdote eritreo -ahora de 41 años-, ha salvado a miles de prófugos de guerras, hambrunas y dictaduras. Al principio lo hacía solo, atendiendo a cientos de llamadas en su número de móvil personal a cualquier hora los siete días de la semana. Con el tiempo llegó a dominar la difícil tarea de tranquilizar a personas casi siempre aterrorizadas y explicarles cómo y dónde encontrar las coordenadas del GPS en los teléfonos por satélite que algunos llevan, la pista clave que ha conducido muchas veces -no siempre- a un rescate exitoso por parte de los guardacostas italianos. 
“En 2003, un periodista italiano que había visitado las cárceles para inmigrantes del régimen de Gadafi me pidió ayuda para que hablara con un prófugo eritreo y luego le tradujera, por lo que llamé por teléfono a este compatriota que estaba preso en Libia”, recuerda Mussie Zerai.

"Si necesitas ayuda, llama a este teléfono"

Así llegó el número del religioso a manos de ese aspirante a refugiado eritreo que, en un rasgo de solidaridad, no se lo guardó solo para él sino que lo escribió en un muro de aquella prisión con la leyenda “Si necesitas ayuda, llama a este teléfono”. Desde aquella primera llamada de auxilio en 2003, ese teléfono no ha dejado de sonar. Su número salvador ha aparecido desde entonces no solo en las paredes de cárceles para inmigrantes del norte de África, sino también en las barcazas que llegan a Lampedusa e incluso en los contenedores metálicos en que los traficantes a veces esconden a los prófugos para atravesar el desierto de Sudán. 
La voz de que el padre Zerai socorría a los refugiados en apuros corrió tanto y tan deprisa que muy pronto el religioso eritreo se vio desbordado. Entonces, “inspirado en su trabajo”, recuerda, se creó un centro de atención telefónica bautizado Watch the Med (vigila el Mediterráneo). En esa línea de atención urgente, docenas de voluntarios atienden en diferentes idiomas a candidatos a refugiados en peligro que llaman de lugares tan lejanos como Yemen o Indonesia. El padre Zerai ha creado también la agencia Habeshia, una organización sin ánimo de lucro cuyo fin es ayudar a la integración económica, social y cultural de las personas que necesitan protección humanitaria. El trabajo del religioso eritreo le hizo merecedor el año pasado de una candidatura al Nobel de la Paz. Según datos de la propia Guardia Costera italiana, sus llamadas indicando la posición de embarcaciones en peligro han salvado al menos a 5.000 personas desde 2003.

Cuando se premia a los regímenes culpables

El padre Mussie Zerai habla despacio y con un tono sereno. Su voz solo sube ligeramente de tono cuando evoca las políticas de la Unión Europea en materia de inmigración y asilo político, que define como “criminales”. Porque este religioso no solo proporciona coordenadas de barcazas perdidas; también trata de crear conciencia en entrevistas con el Gobierno italiano y las instituciones europeas que de momento han dado poco fruto. Tampoco duda en acudir a Lampedusa para visitar y hacer gestiones en favor de los refugiados encerrados en los centros de detención: “Hago lo que considero que es mi deber”, resume a El Confidencial.
Su trabajo ha saltado ya a las páginas de medios de comunicación internacionales y publicaciones como 'The New Yorker' y el diario 'The New York Times' le han dedicado amplios reportajes. La relevancia pública que ha empezado a adquirir le sirve de plataforma para denunciar lacras como la trata de seres humanos en Sudán y la península del Sinaí
Los éxodos masivos de personas se ven agravados -sostiene- porque los regímenes "responsables de la fuga de estas personas obtienen financiación de la Unión Europea"Como tantos eritreos, Mussie Zerai fue un refugiado en su juventud. Nació en Asmara, la ahora capital eritrea, en 1975 y muy pronto se quedó huérfano de madre y también sin padre, pues su progenitor tuvo que huir del país para salvar la vida. Su infancia transcurrió en medio de los bombardeos de la guerra por la independencia de Etiopía, una independencia que llegó en 1991. Sin embargo, la liberación solo sirvió para dejar vía libre a una dictadura criminal que aún dura y de la que el entonces adolescente eritreo escapó para ponerse a salvo en Italia, el país que lo acogió a principios de los noventa. 
No fue el único. Desde entonces, cientos de miles de sus compatriotas se han convertido en prófugos de un régimen a cuyos abusos nadie ha puesto coto. En 2015, recuerda el padre Zerai, “los eritreos fueron la segunda nacionalidad en número de refugiados llegados a Europa”. Esta diáspora y los éxodos masivos de personas de otras nacionalidades se ven agravadas -sostiene- porque los regímenes “responsables de la fuga de estas personas obtienen financiación de la Unión Europea”. 
Los datos le dan la razón. Un informe de Naciones Unidas de principios de junio acusaba al régimen eritreo de “violaciones de derechos humanos masivas” y demantener en la esclavitud a cientos de miles de personas, amén de la práctica corriente de ejecuciones extrajudiciales y todo tipo de atrocidades. Se calcula que unos 5.000 eritreos huyen de su país cada mes. Ello no ha sido óbice para que la Unión Europea haya concedido recientemente a la dictadura eritrea un paquete de ayuda de 200 millones de euros. Ese mismo día, el pasado 23 de marzo, las instituciones europeas aprobaron a su vez financiar a la Administración del presidente sudanés Omar al Bashir para que controle mejor sus fronteras. Sobre Al Bashir pesa una orden de busca y captura del Tribunal Penal Internacional de La Haya por genocidio y crímenes de guerra y contra la humanidad.

Un “enorme cementerio”

Las políticas europeas de inmigración de los últimos 20 años no solo se han centrado en vano en cerrar las puertas de Europa sino que han favorecido a los traficantes de personas e incluso el tráfico de órganos en países de tránsito. Cuanto más difícil y peligroso es entrar en Europa, más lucrativo es el negocio de los traficantes, que piden cantidades más altas a sus víctimas”, se lamenta el religioso. 
Europa solo sabe levantar muros y poner alambre de espino en lugar de tratar de comprender qué está pasando, por qué estas personas huyen y contribuir a crearles unas condiciones de vida dignas que eviten que tengan que poner en riesgo sus vidas. Eso no se hace desde luego financiando precisamente a los responsables de que estas personas tengan que escapar de sus países”, continúa. 
Según cálculos de diversas organizaciones humanitarias, alrededor de 30.000 personas han muerto desde 1993 mientras trataban de alcanzar las costas europeas. Solo en 2015, la Organización Internacional de las Migraciones (OIM) contabilizó 3.771 fallecimientos. Esa cifra corresponde a las muertes registradas, pero su número real es seguramente mayor. La Unión Europea ha incumplido además hasta el momento la promesa que hizo en 2015 de acoger a 160.000 refugiados; a finales del pasado mes de abril, poco más de un millar habían sido reubicados. En el caso de España, que se había comprometido el año pasado a acoger a 16.000 refugiados, solo han llegado 62. De ellos, 39 son eritreos.
"Nuestra organización ha establecido unas becas de estudio para jóvenes eritreos en Etiopía. Incluso si estos jóvenes aspiran a llegar a Europa, dándoles una beca los estás reteniendo en Etiopía durante cuatro o cinco años"Los estados europeos se escudan en razones económicas, pero ese argumento no le vale al hombre a quien la prensa italiana llama ya “el ancla” o “el ángel guardián” de los refugiados. Para empezar, porque asegura que la política europea de inmigración se ha convertido en un “negocio”. Y cita el caso de Frontex, la agencia europea de control de fronteras. 
“Frontex tiene un presupuesto de 90 millones de euros y aun así no logra evitar la entrada de personas que buscan refugio. Ese dinero se usa para expulsar a los refugiados, lo que cuesta unos 3.000 dólares por persona. Cuando luego sabemos que la comunidad de San Egidio y las iglesias evangélicas de Italia han establecido un corredor humanitario para traer a refugiados de forma segura y que esto solo ha costado 400 dólares por persona, es evidente que lo que falta es voluntad política”, dice el religioso. 
En su opinión, hay alternativas. Por ejemplo, favorecer que los prófugos de guerras y dictaduras como la eritrea disfruten de condiciones dignas en los países que acogen a la mayoría de ellos; es decir, los estados vecinos: “Nuestra organización ha establecido unas becas de estudio para jóvenes eritreos en Etiopía. Incluso si estos jóvenes aspiran a llegar a Europa, dándoles una beca los estás reteniendo en Etiopía durante cuatro o cinco años, un tiempo en el que esa persona quizá se replantee si merece la pena arriesgar la vida poniéndose en manos de las redes de trata. Si después ese joven sigue queriendo venir a Europa y finalmente lo consigue, quien llegará será un profesional, por ejemplo un médico, que podrá contribuir al desarrollo de su país de acogida y ganarse la vida”.
“Europa debe reaccionar, porque, si seguimos así, el Mediterráneo va a terminar siendo un enorme cementerio”, concluye.

                                                            TRINIDAD DEIROS. KINSHASA (RDC)
                                                             Vía EL CONFIDENCIAL