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domingo, 31 de diciembre de 2017

Alejo Vidal-Quadras: "El PP debería deshacerse de su cúpula, que está políticamente incinerada"

"Las frases favoritas de Rajoy son 'las cosas son como son' y 'uf, qué lío'” / "El Estado autonómico actual es un artefacto disfuncional políticamente inmanejable" / "Hay que olvidarse de integrar a los nacionalistas porque no son integrables" / "La salud democrática de la sociedad catalana es muy mala. El 155 es la UCI".


Alejo Vida-Quadras. /Jorge Barreno


Alejo Vidal-Quadras (Barcelona, 1945) elevó al PP en 1995 hasta los que eran en ese momento los mejores resultados de su historia en Cataluña y Aznar le decapitó apenas un año después a petición de Jordi Pujol. Desde su dimisión como presidente del Partido Popular de Cataluña en 1996, no ha vuelto a aparecer en el panorama político catalán un crítico del nacionalismo tan implacable, persistente y despiadado como él. Hasta la llegada de Ciudadanos e Inés Arrimadas, por supuesto. Algo que él reconoce abiertamente.

Tras un breve paso por VOX en 2014, Alejo Vidal-Quadras, catedrático de Física Atómica y Nuclear que vive desde hace diecisiete años en Madrid, reparte ahora su tiempo entre la escritura, la lectura y las lecciones de física a su hija pequeña. Sin embargo, sólo hace falta mencionar la palabra "nacionalismo" para que Vidal-Quadras se lance a porta gayola contra el miura independentista. Aunque es bastante probable que el exvicepresidente del Parlamento Europeo entre 2004 y 2014 prefiera atribuirle al nacionalismo el calificativo de "inválido manso escachifollado" más que el de "miura". Otra cosa diferente es que PP y PSOE confundan los molinos con gigantes.

"Me alegro de hablar contigo porque debes de ser una de las diez personas en este país, junto con Albert Boadella, Arcadi Espada y por supuesto yo mismo, que más odiamos el nacionalismo catalán" me dice antes de la entrevista. También me explica una anécdota que data del año en el que el PP de Aznar le cedió al nacionalismo catalán el control de las carreteras y que vamos a dejar para su libro de memorias, si es que alguna vez lo escribe. Debería, porque la historia de Vidal-Quadras es inseparable de la historia de la lucha contra el nacionalismo catalán, y si alguien conoce mejor que nadie las tripas de la bestia, ese es él. 

Dos millones de catalanes han votado nacionalismo en las recientes elecciones catalanas. ¿Qué le dice eso de la salud democrática de la comunidad catalana?
Si por salud democrática se entiende una comprensión correcta de lo que es y significa la democracia como forma de organizar la vida colectiva, me temo que la sociedad catalana está gravemente enferma. Cerca de la mitad de los catalanes creen hoy, como resultado de un proceso de adoctrinamiento masivo de treinta y ocho años de duración, que una mayoría puede decidir saltarse la ley porque no entienden que, sin cumplimiento de la ley, no hay democracia. La regla de la mayoría es un elemento esencial de la democracia, pero no es el único. Hay otros dos igualmente definitorios, el principio de legalidad y el respeto a las minorías.

Pues bien, los dirigentes separatistas, empezando por el Muy Imputable Jordi Pujol y siguiendo por sus herederos, han convencido a dos millones de sus conciudadanos de que pueden arruinar Cataluña, liquidar España, pasar por encima de los catalanes que todavía pueden razonar y fracturar la sociedad en la que viven, simplemente porque les apetece.

Además, como pese al intenso trabajo de propaganda y compra de voluntades que han desarrollado incansablemente no han conseguido el apoyo de más del 50% de votantes, al final han intentado dar un golpe de Estado. Me pregunta usted por la salud democrática de la comunidad catalana. Pues la verdad es que esa salud es muy mala, tan mala que Cataluña está ahora en la UCI. El 155 es la UCI.

¿Cree que existe riesgo de confrontación civil en Cataluña?
Por parte de los partidos constitucionalistas, ninguno. Han soportado mansamente acoso, vandalización de sedes, insultos, vejaciones y desprecios a lo largo de tres décadas sin responder más que con educadas quejas o denuncias en comisaría. Yo mismo estuve a punto de ser linchado por dos centenares de energúmenos el 11 de septiembre de 1995 y me salvé por los pelos. Si el tornillo que me lanzaron con un tirachinas de reglamento en vez de darme en la parte externa de la oreja me golpea en la sien quizá no estaría ahora contestando a sus preguntas. Y eso fue hace veinte años.

La violencia extrema de los separatistas quedó patente en la actuación de la turba que rodeó la Consejería de Economía el pasado 20 de septiembre espoleada por el presidente de la ANC, Jordi Sánchez, que la enardecía megáfono en ristre. La gente de la CUP y las juventudes de ERC y de Junts per Catalunya son muy agresivos y cuando actúan en manada, sumamente peligrosos. Es lógico que sean violentos porque una aberración como la que proponen sólo se puede imponer mediante la fuerza bruta.
Necesitamos transformar la partidocracia extractiva y corrupta que padecemos en una democracia constitucional saludable en la que los gobernantes dependan de verdad de los gobernados
Durante nuestra conversación telefónica previa a la entrevista, me dijo algo muy interesante: el nacionalismo tiene un plan a largo plazo y lo ha ido cumpliendo, con las obvias adaptaciones a la realidad de cada momento. Pero España no tiene un plan ni un proyecto de país. ¿Quiénes cree que son los responsables de esa carencia de un proyecto de futuro para España?
Los dos grandes partidos nacionales, primero UCD y PSOE y después PP y PSOE. Ninguno de los sucesivos presidentes del Gobierno, Suárez, González, Aznar, Zapatero y Rajoy, han querido hacer nada efectivo para neutralizar a los separatistas. Su relación con ellos siempre ha consistido en una mezcla de oportunismo, relativismo, cortoplacismo, complacencia y pasividad. Ni siquiera los dos que mostraron una cierta ambición para poner a España en el mapa, González y Aznar, hicieron otra cosa que facilitar a los nacionalistas su tarea de demolición de la unidad nacional. Y lo curioso es que ninguno de ellos ha hecho nunca autocrítica. Es sorprendente verles, ya retirados, pontificando a estas alturas de la película de la que fueron protagonistas y guionistas principales.

¿Cuál cree que debería ser ese proyecto de país para la España de la década de 2020 y 2030? ¿Cuáles deberían ser sus líneas maestras?
En 2011 publiqué un librito, Ahora, cambio de rumbo, donde trazaba las líneas directrices de las reformas estructurales que a mi juicio España necesitaba. Se lo envié a la vicepresidenta y al presidente, con los que todavía mantenía una relación correcta, y es obvio que lo leyeron porque no sólo no hicieron apenas nada de lo que yo recomendaba, sino que en la mayoría de ámbitos allí mencionados tomaron la dirección exactamente contraria. No parece que el resultado de no escuchar ni siquiera a los que éramos teóricamente los suyos haya sido especialmente logrado.

Necesitamos un Estado más fuerte, más eficiente, con más presencia efectiva en todo el territorio nacional y una sociedad competitiva en la que los valores de honradez, patriotismo, esfuerzo, mérito y búsqueda de la excelencia inspiren a los actores públicos y privados, una sociedad capaz de adaptarse ágilmente a los cambios acelerados de un mundo global, formada por ciudadanos que estén tan atentos a sus obligaciones como a sus derechos y en la que se ayude al que lo necesite y no al que lo exija mientras no pone nada de su parte para remediar sus carencias. Y, por supuesto, la transformación de la partidocracia extractiva y corrupta que padecemos en una democracia constitucional saludable en la que los gobernantes dependan de verdad de los gobernados.

Alejo Vidal-Quadras fue presidente del Partido Popular de Cataluña durante cinco años.
Alejo Vidal-Quadras fue presidente del Partido Popular de Cataluña durante cinco años. /Jorge Barreno

El nacionalismo catalán ha empleado las mismas tácticas populistas de Podemos: aprovecharse de las instituciones democráticas para dinamitarlas desde dentro. ¿Qué puede hacerse contra aquellos que se aprovechan de la democracia para acabar con la democracia en España, léase Podemos y los nacionalismos vasco y catalán?
La prohibición de partidos que tienen como propósito explícito la destrucción del orden constitucional o que defienden principios incompatibles con la sociedad abierta y la democracia es una posibilidad que, por cierto, existe en las previsiones constitucionales de algunos países europeos. Pero sin llegar a una cautela tan radical, por lo menos, cuando se detecta el peligro que representan formaciones de este tipo, hay que intentar neutralizarlas mediante el combate implacable a sus ideas y su reducción al ostracismo político. En España, el PP y el PSOE se han dedicado a colaborar con los separatistas y a bailarles el agua, y lo mismo está haciendo actualmente el PSOE con Podemos. En lugar de cerrar filas para aislar a los totalitarismos, los dos grandes partidos han preferido sistemáticamente aliarse con los peores enemigos internos de la Nación contra el otro gran partido nacional. Esta ceguera nos ha llevado a la catástrofe.

Hace dos años se hablaba de “competencia” entre PP y Ciudadanos. Ahora se habla ya abiertamente de “sustitución”. ¿Cree realmente posible que Ciudadanos llegue a sustituir al PP como gran partido de centro-derecha español?
Sin duda el PP ha hecho sobrados méritos para ser reemplazado por Ciudadanos como el principal referente en España de los sectores sociales moderados y sensatos en lo político y productivos e innovadores en lo económico. Ciudadanos nació para llenar el enorme hueco que el PP dejó en Cataluña cuando decidió desmantelar ideológica y socialmente su partido en esa comunidad en 1996. El salto a nivel nacional se tenía que producir tarde o temprano porque la falta de convicciones del PP no se limita sólo a su relación con los nacionalistas, sino que se extiende a toda su acción de gobierno.

Los pueblos no siguen a los meros gestores y administradores rutinarios del poder, necesitan gobernantes con visión, voluntad, coraje y entusiasmo. El mismo fenómeno que se ha producido en Francia con la irrupción inesperada de Macron, puede tener lugar aquí protagonizado por Albert Rivera. La señal emitida al resto de España por el resultado de las elecciones del 21-D ha sido muy fuerte y tendrá consecuencias, sobre todo si Rajoy se presenta por sexta vez como cabeza de cartel del PP.
La aceptación de un movimiento político que pone la identidad étnico-lingüística por encima de todo , revela una concepción de la política como pura conquista, conservación y explotación del poder ajena a cualquier principio moral
¿Cuál cree que es el motivo último de los complejos de los dos grandes partidos españoles, PP y PSOE, a la hora de lidiar con el nacionalismo catalán? ¿Desinterés, inocencia, ignorancia, complicidad, incompetencia?
Es una combinación de ignorancia de la historia, comodidad, confusión conceptual, ingenuidad y, básicamente, una llamativa carencia de convicciones. La aceptación como interlocutor y aliado de un movimiento político que pone la identidad étnico-lingüística por encima de la libertad, la igualdad y el imperio de la ley, revela una concepción de la política como pura conquista, conservación y explotación del poder ajena a cualquier principio moral. Así se explica el nivel de corrupción al que hemos asistido en España. Si las elites políticas están desprovistas del discernimiento ético que les permitiría percibir al nacionalismo identitario como lo que es, la semilla de las mayores monstruosidades del siglo XX, es lógico que meter la mano en la caja les haya parecido una trivialidad.

El nacionalismo nos lleva cuarenta años de ventaja en la construcción de una “conciencia nacional” entre los niños y los jóvenes catalanes. ¿Cómo revertir en poco tiempo lo que ellos han tardado cuarenta años en consolidar?
Es imposible hacerlo en un tiempo corto. Han envenenado impunemente a tres generaciones ante la indiferencia de los dos grandes partidos nacionales. Han dispuesto de medios de comunicación públicos muy potentes, han podido comprar a los privados, han controlado férreamente las escuelas y han colonizado a la sociedad catalana regándola de subvenciones. Donde no han llegado con estos métodos, han recurrido a la coacción psicológica, al amedrentamiento, a la represalia y a la demonización.

Revertir la labor tóxica de una máquina tan formidable de fabricar agravios inexistentes, de inventar la historia y de inyectar odio, no se puede conseguir si no es actuando con firmeza, constancia y valentía durante una década como mínimo en los terrenos de la reforma constitucional, de la acción legislativa, de la comunicación, de la educación y del combate intelectual. Por desgracia, los dos grandes partidos no son conscientes de la gravedad del problema y carecen de la voluntad de emprender una tarea que requeriría una claridad de ideas, un coraje y una perseverancia que nunca han demostrado.

Vidal-Quadras fue concejal del Ayuntamiento de Barcelona con Alianza Popular.
Vidal-Quadras fue concejal del Ayuntamiento de Barcelona con Alianza Popular. Jorge Barreno

Usted ha afirmado: “España es el único caso conocido de Estado que le entrega a los enemigos que quieren destruirlo las herramientas y la financiación para hacerlo”. Pero ¿tiene esto marcha atrás? ¿No es demasiado tarde ya para recuperar competencias en educación, sanidad o seguridad pública?
Nunca es tarde si existe la voluntad y la determinación de hacer lo correcto. Ahora bien, para que esta ingente empresa de revitalización democrática y ética tuviese lugar, el PP debería deshacerse de su cúpula, que no sólo está políticamente incinerada, sino que es incapaz de entender una sola línea de lo que estoy exponiendo en esta entrevista, y proceder a una renovación total de su dirección dando entrada a nuevos rostros y personalidades equipados con el bagaje intelectual y ético que la profunda crisis que atravesamos requiere.

El PSOE, por su parte, tendría también que recuperar su vocación de fuerza nacional vertebradora y olvidarse de sus coqueteos con evanescentes federalismos asimétricos, en otras palabras, tendría que arrumbar a Miquel Iceta y volver a Nicolás Redondo.

En cuanto a Ciudadanos, ha de mantenerse en la senda de ambición regeneradora y de compromiso inequívoco con la unidad nacional y con los valores de la sociedad abierta que tan buena acogida le está proporcionando en el electorado.

Diré más, el partido que comprenda la auténtica naturaleza de nuestros males y presente a los españoles un proyecto en consonancia obtendrá la mayoría absoluta en las próximas elecciones generales porque la gente ya le ha visto las orejas al lobo.

Se habla de reformar la Constitución e incluso en determinados sectores del PSC, de un referéndum pactado para la independencia de Cataluña. Entiendo que no está obviamente a favor del segundo, pero… ¿es usted partidario de una reforma de la Constitución? ¿En qué sentido?
A la luz de la experiencia acumulada desde la Transición, es innegable que la Constitución de 1978 tiene imperfecciones, lagunas e inconsistencias. Por ejemplo, el artículo 150.2, en virtud del cual se puede transferir una competencia exclusiva del Estado a una comunidad autónoma mediante una ley orgánica. Si es exclusiva del Estado, es absurdo establecer un método para transferirla. Otro ejemplo, la introducción del término “nacionalidades” en el artículo 2 sin especificar qué es una nacionalidad. Otro, la disposición transitoria cuarta, que coloca una espada de Damocles pendiendo sobre Navarra con periodicidad quinquenal. Y otro, el artículo 68, en el que se establece un sistema electoral que elimina cualquier vínculo posible entre representante y representado y que ha permitido una ley electoral que convierte a los diputados en empleados del jefe de partido.

Le podría citar unos cuantos preceptos más que son políticamente nocivos, imprecisos o absurdos. Por consiguiente, una reforma de nuestra Ley de Leyes sería conveniente para configurar un Estado más fuerte, más eficiente y con mayor presencia efectiva en todo el territorio nacional. Asimismo, se deberían clarificar sin ambigüedad las competencias del Estado y las de las comunidades, garantizar la democracia interna de los partidos y asegurar la igualdad de derechos y deberes de los ciudadanos, sea cual sea la comunidad en la que residan. Resulta asombroso que haya quién proponga, después de lo que hemos visto y tenido que sufrir en Cataluña, que se proporcionen todavía más y más potentes instrumentos a los golpistas para que la próxima vez tengan éxito.

Vidal-Quadras es físico de formación.
Vidal-Quadras es físico de formación. /Jorge Barreno

Visto con la perspectiva de casi cuarenta años, ¿cree que el saldo del Estado de las autonomías ha sido positivo para España?
El balance es negativo y causa asombro que se siga insistiendo en que ha sido excelente. El Estado de las autonomías se creó para pacificar a los nacionalistas, para atenuar las diferencias de renta entre territorios y para articular una administración más ágil y eficiente. Pues bien, los nacionalistas se dedican a dar golpes de Estado, las diferencias de renta siguen inalteradas y hemos deteriorado la unidad de mercado a la vez que multiplicado el número de empleados públicos por cuatro y el de leyes hasta extremos asfixiantes. El Estado autonómico actual es un artefacto disfuncional políticamente inmanejable y financieramente insostenible que requiere una reforma amplia y profunda.

Cuando usted se fue del PP acusó a Rajoy de “fatalismo escéptico”, de “falta de pasión” y de “aceptación del riesgo”. El tiempo le ha dado la razón. ¿Cree que Rajoy da por perdida Cataluña y ha decidido abandonar a los catalanes no nacionalistas a su suerte?
Rajoy hace tiempo que lo da todo por perdido y es obvio, porque no lo disimula, que lo que pase en el futuro le tiene sin cuidado. Sus frases favoritas son “las cosas son como son” y “uf, qué lío”. Con esto, está todo dicho sobre lo que se puede esperar del actual presidente del Gobierno.

Rajoy no parece muy dispuesto a convocar elecciones generales anticipadas ni a hacer cambios en su Gobierno o en su estrategia para Cataluña. ¿Cómo actuar entonces frente al separatismo y con qué armas a partir de ahora, cuando los nacionalistas se sienten reivindicados por las urnas?
En primer lugar, hay que hacer cumplir la ley. Si vuelven a salir de la legalidad, el Estado debe actuar con toda contundencia para mantenerla. Les ha de quedar claro que una mayoría de escaños en el Parlament les permite formar gobierno para ejercer las competencias estatutarias, pero siempre dentro del marco constitucional. A partir de aquí, tal como ya le he respondido en una pregunta anterior, hay que olvidarse de integrarlos porque no son integrables y hay que poner el máximo esfuerzo en derrotarles en el campo de las ideas y en las urnas.
Un nacionalista no puede moderarse porque si lo hace deja de ser nacionalista y se convierte en una persona razonable, lo que es contrario a su naturaleza
¿Cree que Inés Arrimadas debería intentar formar Gobierno aun sabiendo que los números no dan?
Inés Arrimadas es una mujer extraordinaria. Gracias a su inteligencia, su valentía y su carisma, el partido más votado el 21-D ha sido una fuerza constitucionalista. Su hazaña en Cataluña es el anuncio de lo que puede hacer pronto Albert Rivera, otro valor muy destacado de nuestro por tantos motivos deprimente panorama político, en el conjunto de España. Arrimadas no ha de desperdiciar energías en una misión imposible porque por desgracia, pese a su magnífico resultado, no cuenta con una mayoría suficiente en el Parlament que la respalde para ser investida debido a la escasa cosecha de votos de sus dos eventuales socios de gobierno. Debe continuar la magnífica labor que ha venido desarrollando para ser presidenta de la Generalitat en la próxima ocasión.

Cayetana Álvarez de Toledo, a la que entrevisté hace una semana, me dijo que ese nacionalista moderado que el PSC ha buscado durante toda su vida no existe. Que es un mito: el gamusino de la política. ¿Está usted de acuerdo con ella?
Cayetana Álvarez de Toledo tiene una cabeza muy brillante. Lo sé porque coincido con todo lo que dice y escribe. Y en eso también tiene razón, nacionalista moderado es un oxímoron, es como tigre vegetariano o azúcar salado. Un nacionalista no puede moderarse porque si lo hace deja de ser nacionalista y se convierte en una persona razonable, lo que es contrario a su naturaleza.

Usted ha avisado durante toda su vida política de lo que el nacionalismo estaba gestando en Cataluña. De nuevo, y como en el caso de Rajoy, el tiempo le ha dado la razón. ¿Por qué nos cuesta tanto en España percibir las amenazas y actuar con contundencia contra ellas cuando todavía son embrionarias, y por lo tanto controlables, en vez de reaccionar tarde y mal contra sus consecuencias cuando esas amenazas ya son existenciales?
Por pereza, por miedo, por ignorancia, por comodidad, por oportunismo. No pocos de nuestros políticos son un dechado de todas estas virtudes y nuestro sistema electoral y de partidos hace que los que reúnen esas edificantes cualidades tienen más probabilidades de llegar a los puestos de máxima responsabilidad que los que son trabajadores, valientes, ilustrados, sacrificados y coherentes. Nuestro sistema de selección de líderes políticos funciona por el principio de calidad inversa, cuanto peor, más arriba. Los casos de Inés Arrimadas y Albert Rivera son un milagro. De hecho, ha tenido que crearse un nuevo partido, Ciudadanos, para que emergiesen. Es crucial que Ciudadanos no se contamine de los vicios de los viejos partidos

¿Cómo reparte su tiempo hoy en día Vidal-Quadras? ¿Qué tiene entre manos?
Como siempre, leer, escribir, pensar, ayudar a la que gente que lo merece y seguir luchando por las cosas en las que creo. O explicarle a mi hija pequeña, que está en segundo de Secundaria, la fórmula del binomio de Newton. La entendió a la primera. La vida puede ser maravillosa.

Me gustaría hacerle una última pregunta no relacionada con el tema de España pero que me interesa personalmente. Usted es físico de formación, pero ¿es usted creyente? Y en el caso de que la respuesta sea positiva, ¿cómo resuelve intelectualmente esa contradicción, que quizá usted no ve como tal?
Esta pregunta sólo se la puedo contestar en presencia de mi confesor y de mi abogado y no tengo confesor ni abogado. Dicho de otra forma, y tal como sentenció implacable Wittgenstein, de lo que no se puede hablar, hay que callar.

fue apartado por la dirección nacional del PP tras el pacto del Majestic con CiU.
Alejo Vidal-Quadras fue apartado por la dirección nacional del PP tras el pacto del Majestic con CiU.  /Jorge Barreno


                                                                                      CRISTIAN CAMPOS  Vía EL ESPAÑOL

ESPAÑA 2018: UN BARCO ENCALLADO EN EL ARRECIFE CATALÁN

Imagen de archivo de Mariano Rajoy y Carles Puigdemont EFE


Comenzó 2017 cual Ave Fénix renacido de las cenizas del batacazo electoral del 20 de Noviembre de 2015, lance en el que perdió 63 de los diputados de que había dispuesto en la legislatura. La convocatoria de nuevas generales (26 de junio de 2016) ante la imposibilidad de formar Gobierno, devolvió la vida a un tipo por el que nadie apostaba un duro. El panorama desde el puente en enero pasado mostraba a un presidente que, con 137 diputados, se manejaba con la misma aparente solvencia que cuando tenía 187. En su derredor, el PSOE seguía enfangado en su crisis, mientras los líderes de Podemos se acuchillaban sin piedad, como manda la tradición leninista, en lucha por el poder del partido. Ciudadanos, por su parte, que había hecho posible la investidura del líder del PP, veía como éste le ninguneaba a conciencia pactando lo habido y por haber con Javier Fernández, a la sazón responsable de la gestora socialista. Era la resurrección de Mariano, el hombre sin atributos de Musil, frío hasta parecer témpano, sin sentimientos a flor de piel, sin más ideología que la del conservador empeñado en dejar la estafeta tal como se la entregaron. En las antípodas del sabio popperiano. El perfecto antihéroe.

Este escenario se ha venido abajo con estrépito en este final de año tras el estallido de la crisis catalana, el pulso que el independentismo le ha echado al Estado y que el Estado, al menos de momento, no ha sabido ganar. Las víctimas del destrozo causado por las autonómicas del 21-D son numerosas. Empezando por Podemos, que ha venido a ratificar en la consulta catalana la cuesta abajo por la que circula desde hace tiempo y que las encuestas reflejan. La sombra alargada de la insignificancia de IU planea sobre Iglesias, ese trilero dispuesto siempre a castigar al prójimo con su verborrea de macho alfa. No menos limpio sale del lance el amigo Pedro Sánchez, todo un experto en ganar primarias en el PSOE y en perder elecciones, sean generales o autonómicas. Amarrado al yugo de un PSC dispuesto siempre a fer la puta i la ramoneta, el bello Sánchez ha chamuscado en el envite catalán esa cierta primavera que para el PSOE supuso su vuelta a la fortaleza de Ferraz.

Nadie tan castigado como el PP y el propio Gobierno. En una extraña combinación de falta de talento, exceso de precaución y ausencia de patriotismo, ha sido incapaz de utilizar el 155 para sentar las bases de la recuperación
Nadie tan castigado, sin embargo, como el PP y el propio Gobierno, y ello porque, en una extraña combinación de falta de talento, exceso de precaución y ausencia de patriotismo, ha sido incapaz de utilizar el 155 para sentar las bases de una paulatina recuperación de aquel territorio para la causa constitucional, prefiriendo en cambio una aplicación light del mismo que no ha resuelto el problema y ha cabreado a unos y otros: ni ha desalojado a los facciosos de los centros de decisión que ocupan, ni ha confortado a quienes, sintiéndose catalanes y españoles, han sufrido las consecuencias del prusés en los últimos años. ¿Resultado? El votante constitucionalista catalán le ha tomado la matrícula a este Gobierno cobardón y le ha castigado dejando al PPC reducido a mera figura decorativa. El PP se ha convertido en una marca residual tanto en el País Vasco como en Cataluña, ha dejado de ser el partido con capacidad para vertebrar el territorio que siempre fue. Un golpe de imprevisibles consecuencias futuras.

Se entiende la decepción que ello ha provocado en las filas del partido, la profunda crisis que hoy recorre la organización y que la nomenklatura de tiralevitas que rodea a Mariano va a intentar taponar por todos los medios. Víctima principal del desastre es la vicepresidenta Sáenz de Santamaría, cuya gestión de la crisis catalana no puede ser calificada mas que de desastrosa. La Soraya que soñó con arreglar ella sola el problema, que imaginó en el encargo rajoyesco la oportunidad de acumular prestigio bastante para encaramarse un día a la presidencia del Gobierno en sustitución del propio Mariano, sin sospechar la trampa que se le tendía, ha terminado haciendo de Barcelona su Stalingrado, asumiendo el papel de nuevo Von Paulus obligado a firmar la rendición en nombre del Führer refugiado en el bunker de Moncloa.

Ciudadanos y la hegemonía del PP en el centro derecha


El gran triunfador del envite ha sido Ciudadanos, convertido desde la nada en el partido más votado en Cataluña. El atractivo de su marca se extiende cual mancha de aceite por el resto del territorio español, amenazando seriamente la hegemonía que en el centro derecha ha ejercido el PP desde finales de los ochenta. ¿Caminamos hacia la reedición de lo ocurrido con la UCD de Calvo Sotelo en 1982, o se trata de una mera alucinación causada por el espléndido fogonazo de esa victoria? Es evidente que existen no pocas incógnitas aun por despejar en torno a C’s, relativas, en lo material, a su falta de estructura para convertirse en un partido de poder a nivel del Estado, pero también lo es que la batalla por la supremacía del centro derecha se va a librar, más o menos descaradamente, más o menos tras las bambalinas, a lo largo de este 2018 que ahora comienza.

Toda la presión, mediática y de la otra, sobre C’s y sobre su líder. ¿Qué va a hacer Albert Rivera? ¿Cuáles son sus planes? Muy bien podría abrir el banderín de enganche en toda España, decidido a captar los eficientes cuadros del PP de los que carece para con ellos construir esa plataforma lista para el asalto al poder. O muy bien podría dejar pasar el tiempo, en la mejor estrategia Rajoy, en espera de que el pescado pasado de fecha que venden los populares empiece a oler. Podría simplemente anunciar la retirada del apoyo parlamentario al PP para forzar esas generales que muchos reclaman tras el fiasco catalán. El joven ha dicho, por el contrario, que el suyo es un partido que cumple los pactos que firma, lo que descarta decisiones traumáticas capaces de poner fin a la legislatura de forma abrupta. Rivera necesita tiempo. Rivera apuesta por la estabilidad.

El desafío lanzado por el independentismo va a seguir proyectando su sombra ominosa sobre la política española
Algo habrá que hacer con Cataluña (algo también con Valencia y Baleares, donde la deriva nacionalista comienza a hacer estragos ante un PP empeñado en mirar hacia otro lado), porque el desafío lanzado por el independentismo va a seguir proyectando su sombra ominosa sobre la política española. Entre el establishment patrio gana fuerza una corriente de opinión partidaria de jugar la carta de Oriol Junqueras en detrimento del loco de Puigdemont. Todo parece haber surgido del último párrafo de la carta escrita por el líder de ERC a su familia el sábado 23 de diciembre: “Feliz Navidad a todos, a todos sin excepción (…) Se lo deseo de todo corazón y les recuerdo, a todos, que nunca se ha construido nada desde el odio y el rencor. El futuro lo tendremos que construir entre todos y para todos, con respeto y teniendo siempre presente que es la ciudadanía catalana la que debe decidir democráticamente su futuro”. Al clavo ardiendo de esa cierta posición conciliadora -más algunos mensajes privados deslizados por el propio Oriol desde Estremera a quien corresponde-, parecen agarrarse ahora los linces de Moncloa, dispuestos a engrasar con dinero algún tipo de acuerdo de mínimos, pasta proveniente de un acuerdo sobre financiación autonómica que vendrá propulsado por la salida de España del Procedimiento de Déficit Excesivo –algo que se espera llegue de Bruselas en las próximas semanas-, lo que daría a Montoro y demás amigos de lo ajeno la posibilidad de gastar de nuevo alegremente.

De momento, el problema territorial frena en seco cuestiones de tan vital importancia como la mejora de la calidad de nuestra democracia, bien mediante la consiguiente reforma de la Constitución allí donde sea necesario o fuera de ella. Mariano, Pedro y Pablo son líderes quemados, con los que resulta pura entelequia contar siquiera para hincarle el diente a las grandes cuestiones pendientes. El horizonte electoral (con municipales y autonómicas en mayo de 2019), que comenzará a hacerse presente según avance el año, hará más complicado aún intentar siquiera plantear esos retos. Cuestiones tan graves como las pensiones, que reclaman un urgente pacto de Estado, van a resultar muy difícilmente abordables en la aguda crisis política en la que navega el país, hasta el punto de que tal vez haya que olvidarse de las grandes reformas en lo que quede de legislatura.  

Hacer crisis de Gobierno y despedir a Soraya     


Si el 2016 fue el año de la implosión del PSOE, el 2017 ha sido la del PP, con Cataluña como espoleta. La enfermedad que aqueja a los “partidos del turno” parece ya incurable. Son el pasado. Es obvio que el aparato del PP va a intentar evitar que la onda expansiva del batacazo catalán se propague por el resto de España. El pesimismo en el partido es total. Y lo es porque las metástasis del cáncer parecen inextirpables a estas alturas. El PP no es más que Mariano Rajoy y su real voluntad, que había más democracia en el Partido Comunista Búlgaro que en este partido. Fuera de Mariano no hay nada. Para su desgracia, en el horizonte ha surgido una formación política que le ha arrebatado la bandera del futuro, la ilusión por el porvenir, y cuando eso ocurre salir del barro exige un milagro, porque milagro sería que Rajoy decidiera dar un paso al frente para insuflar un poco de vida al difunto, lo cual pasaría necesariamente por hacer crisis de Gobierno, despedir de una vez a doña Soraya, la metástasis más obvia, pero no la única, del mal del PP, e incluir en el Ejecutivo gente independiente capaz de aportar futuro a este proyecto del pasado.  

Abrasados los dos grandes protagonistas de la Transición, y consumido cual fuego fatuo ese ingenio pirotécnico llamado Podemos (cuyo líder, curiosamente, lleva días desaparecido en combate), corremos el riesgo de que esta sea una legislatura baldía, con España y los españoles enfrascados en su secular ensoñación existencial.
No todo es tan malo. Hay mimbres para empezar a armar una nueva casa común
También hay motivos para la esperanza, tal que la consolidación en la jefatura del Estado de un Rey que ha sido capaz de conectar con las aspiraciones populares; buena noticia es, desde luego, la confirmación de C’s y Rivera como alternativa no contaminada por la corrupción en el centro derecha, e incluso la existencia en la sombra de otro joven con capacidad de armar una izquierda posible, el tiempo dirá si sobre los escombros del PSOE, en la persona de Íñigo Errejón. No todo es, pues, tan malo. Hay mimbres para empezar a armar una nueva casa común. Partidarios de una sociedad abierta y plural, creadora de riqueza en libertad, quienes hacemos este diario seguimos creyendo en las capacidades de esta gran nación para superar el bache y salir a flote. Para inyectar utopía al desencanto. Para dotarnos de un proyecto de país capaz de dar cauce a las aspiraciones de la mayoría. Estamos a tiempo. Parodiando a Pérez Galdós, no será necesario esperar otro siglo para que “nazcan dirigentes más sabios y menos chorizos de los que tenemos actualmente…” (“La fe nacional y otros escritos sobre España”). Se trata, se ha tratado siempre, de mejorar radicalmente la calidad de nuestra democracia. ¡Feliz 2018 a todos los lectores de Vozpopuli!


                                                                                                      JESÚS CACHO  Vía VOZ PÓPULI 

Los medios se arman con expolíticos con la transformación del sector en el foco

A lo largo de este año, varios 'pesos pesados' de la política han sido reclutados por empresas audiovisuales para colaborar en la definición de un sector en plena transformación

Cristina Garmendia, Ana Palacio, Manuel Pizarro y Alberto Ruiz-Gallardón han entrado en el mundo de los medios este año. (EC)


Manuel Pizarro, Cristina Garmendia, Alberto Ruiz-Gallardón, Ana Palacio... 'Pesos pesados' de la política vuelven a la primera línea, pero del sector audiovisual. A lo largo de este año, algunas de las principales empresas del sector han reclutado a expolíticos de variado pelaje en un momento de gran trascendencia para el mercado del sector 'media'.

En este sentido, el primer fichaje de campanillas lo firmó Henneo —antiguo Grupo Heraldo— con la incorporación de Manuel Pizarro, un nombramiento adelantado por El Confidencial. La familia Yarza, dueña de la editora aragonesa, ha incorporado al veterano dirigente popular para colaborar en su expansión nacional.

En los últimos tiempos, Henneo ha ido sumando cabeceras a su cartera. Tras descartar el económico 'Cinco Días', dio el salto a Madrid con la adquisición del gratuito '20 Minutos', movimiento al que ha seguido la compra a principios de año de 'La información', un medio nativo fundado en 2009 que hasta ahora pertenecía a Diximedia y que está siendo relanzado como diario económico-financiero.



Ya en junio, el exministro Alberto Ruiz-Gallardón fue reclutado por las televisiones más pequeñas para mediar en el sempiterno conflicto que las enfrenta con Atresmedia y Mediaset por el reparto de la publicidad. Estos pequeños operadores, entre los que se encuentran Net TV (Vocento), Veo Televisión (Unidad Editorial), Real Madrid TV, 13TV y DKISS, siendo estos dos últimos los que lideran la ofensiva, han llegado a constituir una asociación paralela —sin dejar UTECA— para evidenciar su disconformidad. Desde entonces, Gallardón ha tratado de acercar posiciones entre ambas partes y, como ya publicó este diario, los diferentes operadores se han mostrado favorables a encauzar la situación, aunque de momento sin éxito.

Otro de los fichajes de relumbrón ha sido el de Cristina Garmendia como consejera independiente de Mediaset. La que fuera ministra de Ciencia e Innovación durante la última etapa de José Luis Rodríguez Zapatero (2008-2011) está más bregada en el sector privado que en el público, ya que no ha vuelto a pisar la arena política desde que dejó el ministerio y su nombre siempre ha estado vinculado al mundo tecnológico y científico.

De hecho, Garmendia es presidenta de la Fundación Cotec y también tiene sillón en el consejo de Gas Natural, amén de que su nombre fue propuesto para presidir Prisa cuando se estaba gestando la salida de Juan Luis Cebrián. La donostiarra tiene una reconocida trayectoria empresarial y su 'expertise' en temas de innovación es un plus en un momento en el que el modelo televisivo tradicional está más cuestionado que nunca.



No obstante, otras fuentes internas de Mediaset precisan que tanto su nombramiento como el de Consuelo Crespo, expresidenta de UNICEF-Comité Español, también buscan feminizar un consejo lleno de corbatas con la única excepción de Helena Revoredo, presidenta de Prosegur, ligada a la casa desde 2009. Su inmediato competidor, Atresmedia, cuenta con cinco mujeres, una cifra que costaba digerir en los despachos de la cadena de Fuencarral.

Cierra la lista Ana Palacio, exministra de Asuntos Exteriores con José María Aznar y fundadora de Palacio & Asociados, una firma dedicada a la asesoría jurídica y estratégica con oficinas en Madrid, Bruselas y Washington.

Alejada de los focos desde hace años, Palacio, tal y como adelantó 'La información', ha sido fichada por la multinacional norteamericana Viacom para desencallar la compra del 25% de Net TV, una operación que el Ministerio de Energía, Turismo y Agenda Digital que encabeza Álvaro Nadal no ve con buenos ojos.

El ministro de Energía, Turismo y Agenda Digital, Álvaro Nadal. (EFE)
El ministro de Energía, Turismo y Agenda Digital, Álvaro Nadal. (EFE)

El problema fundamental estriba en las limitaciones que impone la Ley General de la Comunicación Audiovisual a la entrada de capital extranjero en sociedades que posean licencias TDT. "En el caso de personas jurídicas, la participación en su capital social de personas físicas o jurídicas nacionales de países que no sean miembros del Espacio Económico Europeo deberá cumplir el principio de reciprocidad", reza la citada ley. Una reciprocidad que, por el momento, no se cumple.

La transformación del sector, en el foco


Este baile de nombres se produce en un año en el que todos los operadores (televisiones, editoras) hablan sin reservas de la necesidad de afrontar la transformación del sector. Grandes grupos editoriales como Vocento o Unidad Editorial han señalado en repetidas ocasiones que el modelo actual no es viable, fundamentalmente por la caída de la publicidad en prensa escrita, y ya exploran nuevas vías de negocio o estudian modelos de pago por contenidos.

En el ámbito audiovisual, los cambios en las formas de consumo y el empuje de las nuevas plataformas (Netflix, HBO... etc) obliga a las televisiones a adaptarse. Aunque su modelo sigue siendo muy rentable y es el medio con mayor penetración en España, la publicidad ha perdido algo de fuelle y las emisiones en directo no tienen el tirón de antaño. Un reciente informe de Barlovento Comunicación acredita este "freno" de la inversión publicitaria a lo largo de este año y revela una caída del consumo lineal (230 minutos en 2016 y 224,5 en 2017) y una subida del diferido (3 minutos en 2016 y 4,5 en 2017).


                                                                ÁLVARO G. ZARZALEJOS  Vía EL CONFIDENCIAL 

sábado, 30 de diciembre de 2017

FRENTE A LA MENTIRA, EL INGENIO

Si reivindican el «derecho a decidir», ¿cómo pretenden negárselo a parte de los ciudadanos para los que lo reivindican?

 

Es bien sabido que el nacionalismo es irracional. Es un movimiento romántico basado en los sentimientos y éstos pueden estar influidos por el raciocinio, pero no siempre lo están. Dos millones de personas votaron por partidos secesionistas a pesar de saber que apoyaban a unos mentirosos. Poco les importó. Unos mentirosos que les habían augurado el inmediato reconocimiento internacional de su independencia, que no les dio ni Somalilandia. Unos mendaces que auguraron que de Cataluña no se iría ni una empresa y ya lo han hecho más de tres mil. Y podemos continuar el enunciado de imposturas, pero eso da igual. Porque, como vimos en el Reino Unido, cuando se intentaba argumentar de forma racional y se explicaban al electorado las graves consecuencias que tendría el Brexit para la economía, la respuesta era sentimental: «De eso ya nos ocuparemos cuando llegue el momento».
Por eso me produce cierta melancolía la genial idea de promover la secesión de Tabarnia. Es absolutamente maravillosa porque implica poner a los independentistas ante sus propias trampas y contradicciones. El argumento es, en teoría, perfecto. Si los secesionistas reivindican el «derecho a decidir», ¿cómo pueden pretender negárselo a parte de los ciudadanos para los que lo están reivindicando? Y aquí no hay mentiras. Aquí sólo hay ingenio. La mentira es omnipresente en el discurso secesionista a la hora de contar la historia de esas tierras. Una mentira que se va extendiendo y el catalanismo intoxica con ella las tierras de la Comunidad Valenciana y las Islas Baleares, donde se puede oír a un sacerdote decir en su homilía que fueron los catalanes los que llevaron el cristianismo a Mallorca, cuando es bien sabido que fue el Reino de Aragón. Y uno ya no sabe si se trata de curas iletrados o mentirosos. Y tampoco estoy muy seguro de qué es peor. Pero en Tabarnia no hay mentira histórica ninguna. Hay una constatación de unos hechos y una realidad de votos que se ha manifestado con toda nitidez en las urnas el 21 de diciembre.
La invención de Tabarnia aparece en un momento en que el secesionismo, victorioso en número de escaños, está seriamente enfrentado. La pretensión de emplear su mayoría absoluta para alterar el reglamento es peligrosa porque esta gente es muy capaz de hacerlo. Ningún reglamento les ha constreñido en el pasado. Ellos el respeto por la ley sólo se lo exigen a los promotores de Tabarnia cuando los que están violando la Constitución Española dicen que no se puede violar es Estatuto de Autonomía de Cataluña. Ellos alterarían el reglamento de la cámara y permitirían intervenir, votar y elegir a Puigdemont por vídeo-conferencia. Les de igual lo que diga ahora ese reglamento. El problema radica en que la aplicación -no tan fracasada- del artículo 155 de la Constitución ha supuesto un cruce de navajas entre los secesionistas. Y desde la misma noche de las elecciones hemos visto a ERC con un discurso bastante coherente. Reivindican la restitución del anterior gobierno. Ellos sí quieren pedir cuentas de sus mentiras a Puigdemont. ¿No dice que han ganado las elecciones? Pues que cumpla su palabra y venga a pasar por prisión. Y mientras él se está un rato a la sombra, tendrá que ser Junqueras, el vicepresidente, el que sea presidente. La «lógica democrática» es perfecta. Con este tipo de pelea, las posibilidades de que los secesionistas se pongan de acuerdo para hacer trampas una vez más y cambiar las reglas de juego
en pleno partido son escasas. Pero lo que es indudable es que esto, con perdón por ser tan políticamente incorrecto, se parece mucho a lo que toda la vida se llamó una merienda de negros.

                                                                               RAMÓN PÉREZ-MAURA  Vía ABC

 

DOLÇA TABARNIA

El fantasma de Tabarnia, que bien podría ser el del Valle de Arán, aletea ahora sobre un independentismo al que, aunque salió bien librado de las elecciones, se le amontonan los problemas internos.

Dolça Tabarnia. Gtres


Tabarnia ha sido el hallazgo de las Navidades. A falta de otros asuntos de mayor enjundia y con Cataluña asomándose al vacío, de las redes sociales se ha apoderado una nación ficticia que coincide más o menos con las provincias de Barcelona y Tarragona. No es algo nuevo. Fue una ocurrencia de la Plataforma por la Autonomía de Barcelona, que lanzó la idea hace ya tiempo pero que, quizá por lo descabellado de la propuesta, no había cosechado demasiadas adhesiones.

El nombre es un acrónimo de las primeras sílabas de Tarragona y Barcelona al que han colocado un remate que parece sacado de alguna geografía fantástica. Y algo de fantasioso tiene porque Tabarnia no ha existido jamás. Su única base son los resultados electorales de las pasadas elecciones en las que Tarragona y Barcelona fueron los bastiones del voto constitucionalista. Y ese, en definitiva, sería su hecho diferencial.


Hasta hace una semana era algo muy minoritario. Eso es al menos lo que nos cuenta Google Trends. Hasta el día 26 de diciembre pocos se interesaban por ella. Los que lo hacían era más como recurso satírico para ridiculizar el argumentario independentista. Pero de pronto aquel día la cosa se desmadró y, como una bola de nieve, fue ganando volumen hasta convertirse en una avalancha.
Los que defienden la secesión de Tabarnia del resto de Cataluña emplean idénticos argumentos que los que apoyan la independencia de Cataluña del resto de España
Tiene su atractivo, para qué engañarnos. Los que defienden la secesión de Tabarnia del resto de Cataluña emplean idénticos argumentos que los que apoyan la independencia de Cataluña del resto de España. Fundamentalmente dos.

Uno sería el de la voluntad popular, la famosa democracia. Si todo nace del voto hay una serie de comarcas catalanas cuyos votos son mayoritariamente españolistas, empezando por las del cinturón industrial de Barcelona y terminando por el remoto Valle de Arán, enclavado en la cara norte del Pirineo y más cerca de Toulouse que de Barcelona.

Los resultados de las autonómicas del 21-D vinieron a confirmar ese mapa de una Cataluña fracturada territorialmente entre los partidarios de la independencia y los que no lo son. El mapa en cuestión, reproducido extensamente en los periódicos durante la última semana, muestra una Cataluña costera que es constitucionalista y otra Cataluña interior que es independentista. La primera es más pequeña, pero más urbana, cosmopolita y rica.
Si nos abstraemos de cuestiones políticas y nos vamos al plano estrictamente económico comprobaremos que Tabarnia produce el 70% del PIB catalán y aporta el 73% de sus ingresos
Esto enlaza con el segundo de los argumentos empleados por los "freedom fighters" de Tabarnia: Cataluña nos roba. Si nos abstraemos de cuestiones políticas y nos vamos al plano estrictamente económico comprobaremos que Tabarnia produce el 70% del PIB catalán y aporta el 73% de sus ingresos. Es decir, desde el punto de vista económico Cataluña es básicamente Tabarnia. Pero el agravio sería todavía mayor si nos fijamos en la población. Siete de cada diez catalanes viven en Tabarnia, pero los tres restantes reciben el 41% del presupuesto autonómico. Traducido todo esto al lenguaje procesista, Cataluña sería Extremadura y Tabarnia Cataluña.

Y es ahí donde reside el éxito de todo esto. Es simplemente un espejo que devuelve a los independentistas la imagen distorsionada de sí mismos. Lo que esgrimen con pasión desde hace años se emplea ahora contra ellos. Un sapo difícil de tragar y aún más difícil de digerir.
Algo tan goloso y comentado en la red era imposible que lo dejasen pasar en Ciudadanos, que es ya el primer partido en toda Cataluña y, por supuesto, en la imaginada Tabarnia. Juan Carlos Girauta fue de los primeros en abrir fuego: "Tabarnia es un despiadado espejo para los nacionalistas, es el reflejo de su insolidaridad y su pesadez". A partir de ahí se abrieron las compuertas. Arrimadas y Rivera no tardaron en sumarse a la verbena recordando que si existe el derecho a decidir debe de estar al alcance de todos.
Rufián quiso tomárselo a chiste y tuiteó "Tabarnia: una, grande y libre" para ver si metiendo a Franco en el ajo el temporal amainaba. Pero no, fue a más
El filón lo están aprovechando al máximo, más si cabe cuando al independentismo (al catalán, no al tabarnés) esto le ha sentado a cuerno quemado. Rufián quiso tomárselo a chiste y tuiteó "Tabarnia: una, grande y libre" para ver si metiendo a Franco en el ajo el temporal amainaba. Pero no, fue a más. Normal, que Rufián saque a Franco de paseo es ya tan habitual que ni llama la atención.

Tras él entraron otros y, estos sí, supurando bilis. Uno de los asesores en Bruselas del inefable Ramón Tremosa, un tal Aleix Sarri, salió con un impagable "Fronteras inventadas, nacionalismo étnico, populismo económico sostenido sobre agravios imaginarios". Estaba retratando al independentismo catalán con una precisión asombrosa. Pero, como dijo Albert Boadella en cierta ocasión, el nacionalismo es como una ventosidad que huele mal a todo el mundo menos a quien la ha soltado.
La cuestión llamémosla tabarnesa, que hoy por hoy no deja de ser una broma propia del día de los inocentes, algo no solo irrealizable sino, además y por muchas razones, indeseable sienta un precedente y añade una figurita más al belén que se ha armado en Cataluña.

En Canadá la Clarity Act, que vino a poner fin al problema del secesionismo quebequés, contempla la posibilidad de que si Quebec se independiza los condados de esa región puedan hacer lo propio. Una autodeterminación ascendente pero también descendente. Incluir algo así en una ley enfrió el asunto en el acto. Ahí tenemos a los nacionalistas de Quebec, que no levantan cabeza desde hace veinte años y que se conforman con mantener el terreno ganado.
En Canadá la Clarity Act, que vino a poner fin al problema del secesionismo quebequés, contempla la posibilidad de que si Quebec se independiza los condados de esa región puedan hacer lo propio
El fantasma de Tabarnia, que bien podría ser el del Valle de Arán, aletea ahora sobre un independentismo al que, aunque salió bien librado de las elecciones, se le amontonan los problemas internos. Ellos, que claman desde siempre por la Cataluña irredenta, que viven obsesionados con el territorio, que incluyen en sus mapas a Andorra, al Rosellón francés, a la Comunidad Valenciana, a Baleares y a un pedazo de Aragón, asisten impávidos a como les amputan un puñado de comarcas sus propios vecinos.

No es mala cura de humildad. Al final el humor y algo tan español como reducir las tragedias al absurdo ha terminado dándoles una lección. Solo hay que esperar que la aprendan.


                                                                    FERNANDO DÍAZ VILLANUEVA  Vía VOZ PÓPULI

Iglesias y Rivera se alían para sumar al PSOE a la reforma electoral previa a las generales

Podemos y Cs han establecido una alianza tácita para redoblar la presión sobre los socialistas y sumarlos a un proyecto de reforma electoral que haga más proporcional el voto


Rafael Hernando, Margarita Robles y Joan Tardà, los líderes de Podemos, Pablo Iglesias y Albert Rivera. (EFE)


Podemos y Ciudadanos coinciden en la necesidad de reformar la ley electoral y hacerlo antes de que finalice 2018. La modificación de la LOREG (Ley Orgánica de Régimen Electoral General) es uno de los pocos intereses compartidos de la nueva política que, de forma soterrada, ha establecido una alianza tácita para redoblar la presión sobre las formaciones clásicas, que se resisten a su modificación. Primero fue Pablo Iglesias quien urgió a PP y PSOE para llevar a cabo una reforma que haga la ley más proporcional, convencido de que Cs estaría de acuerdo, y en las últimas horas se ha sumado a las presiones Albert Rivera, quien cuenta a su favor con el impulso de los resultados en Cataluña y la negociación de su apoyo a los presupuestos generales de 2018 como moneda de cambio.

Los trabajos de la subcomisión del Congreso para la reforma electoral han sido prorrogados otros seis meses, hasta el próximo mes de junio, debido a la falta de grandes consensos, pero los representantes de la denominada nueva política ya han fijado entre sus prioridades para 2018 que finalmente salga adelante. Ciudadanos ha sido uno de los principales abanderados de dicha reforma, que incluso incluyó en su acuerdo de legislatura con el PP, para hacerla más proporcional, y ahora exigirá ratificar dicho compromiso. Esta fue una de las partes del acuerdo que Rivera subrayó como prioritarias en su balance de final de año, junto a la reforma del Senado o la supresión de los aforamientos, deslizando que en su mano estaba la llave de los presupuestos y dejando entrever que tratará de amortizar en el Congreso su victoria en las elecciones catalanas.

Los trabajos de la subcomisión del Congreso para la reforma electoral han sido prorrogados otros seis meses debido a la falta de grandes consensos

La relación entre la izquierda encalló ya antes del referéndum del 1-O, y desde entonces la coordinación parlamentaria de PSOE y Podemos desapareció de sus agendas. Un escollo más para que la presión de Podemos genere un efecto de arrastre en los socialistas, que se escudan en la necesidad de alcanzar un acuerdo transversal entre todas las grandes fuerzas políticas para justificar su apatía. Una ley más proporcional, en la que todos los votos valgan prácticamente lo mismo, sin diferencias entre provincias ni zonas rurales y urbanas, que a día de hoy perjudicaría a PP y PSOE.

Sin el concurso de los populares no se alcanzarán los tres quintos del Congreso que se exigen para cualquier iniciativa de reforma constitucional ordinaria. Sin embargo, existen otras fórmulas para modificar el sistema electoral sin necesidad de modificar la Constitución, esto es, mediante una simple reforma de la LOREG para lo que bastaría una mayoría absoluta de 176 escaños. Con este último mecanismo, no se podría pasar de la circunscripción provincial a la autonómica, por ejemplo, como pretende Podemos, aunque sí aumentar la proporcionalidad por otras vías, cambiando la ley D'Hont por un sistema más proporcional tipo Sainte-Laguë.

De lo que no hay duda es de que los nuevos partidos centrarán una buena parte de sus esfuerzos en centrar la agenda parlamentaria en la reforma electoral. Pablo Iglesias afirmaba el pasado Día de la Constitución que dicha reforma "se podría hacer desde ya" y que para ello estaba dispuesto "a buscar diálogo". Entre los cambios que esbozó entonces se incluye la ampliación del Congreso, para que pase de 350 a 400 diputados —con menos sueldo—, variar la Ley D'Hont o el voto rogado, facilitando el sufragio desde el extranjero (uno de los pocos acuerdos alcanzados en la subcomisión del Congreso).

El diputado del Unidos Podemos, Íñigo Errejón. (EFE)
El diputado del Unidos Podemos, Íñigo Errejón. (EFE)

El portavoz de la formación en dicha subcomisión, Íñigo Errejón, explicaba el mismo día en un artículo de opinión publicado en este diario que "para volver a ganarse la confianza de la ciudadanía, las instituciones no solo deben ganar en transparencia, participación e independencia de los diferentes poderes, sino que además se necesita una reforma en profundidad de nuestro régimen electoral con el fin de recuperar la proporcionalidad que la propia Constitución de 1978 establecía como objetivo". De lo contrario, añadía, "nuestra democracia continuará siendo rehén de quienes se garantizan, con un tercio de los votos, la mayoría absoluta del Senado para bloquear cualquier propuesta de cambio".

Si el exportavoz de Podemos se refería a "los efectos perniciosos de una ley electoral tramposa", el líder de Ciudadanos tildaba la LOREG en su balence de final de año como una ley "maldita" y a la que achacaba la imposibilidad de Inés Arrimadas de presidir la Generalitat pese a ganar las elecciones sin mayoría absoluta. Un guiño indirecto de Rivera a Rajoy, pues los populares han propuesto en la subcomisión de reforma electoral un cambio para que gobiernen las listas más votadas, aunque en los municipios, no en las comunidades autónomas.

El líder de Cs tildaba la Ley Electoral como una ley "maldita" y a la que achacaba la imposibilidad de Inés Arrimadas de presidir la Generalitat

Los socialistas respondían a la propuesta de Ciudadanos que estaban dispuestos al diálogo, aunque el secretario de Organización, José Luis Ábalos, animó a Rivera a "obligar a su socio (en referencia al PP) a cumplir" lo pactado en el acuerdo para la investidura de Mariano Rajoy. Asimismo, Ábalos advirtió de que cambiar la LOREG requiere de un "gran acuerdo" porque se trata de las "reglas de juego" democráticas y rogó al líder de Ciudadanos que no "venda cada vez lo mismo", frenando así las expectativas de uno de los pocos frentes comunes de la nueva política.

El programa con el que el PSOE acudió a las últimas elecciones generales, y en el que se referencia para el debate sobre la reforma del sistema electoral, apuesta en genérico por mejorar la proporcionalidad, sin ahondar en los mecanismos ni en qué grado. Con todo, sí coincide en una medida que reclaman los nuevos partidos, la relativa a las listas desbloqueadas. De este modo, según se argumenta en el programa, se permite a los votantes "una mayor influencia sobre la elección finalmente de sus representantes", además de incentivar una rendición de cuentas más personalizada. La propuesta programática de Ciudadanos, en cambio, se centra en el principio de "una persona un voto".
 



                                                                                              IVÁN GIL  Vía EL CONFIDENCIAL

viernes, 29 de diciembre de 2017

Por qué la historia nos recomienda tomarnos Tabarnia en serio

Los conflictos provocados por las independencias dentro de las independencias han sido una constante en Europa, desde Irlanda hasta los Balcanes

 


La llamada Ley de Claridad del Tribunal Supremo de Canadá estableció en 2000 las condiciones que deberían darse para cualquier futuro referéndum independentista —la provincia de mayoría francófona de Quebec había celebrado dos—. Una posible consulta debe ser autorizada por el Parlamento de todo el país, no sólo de la provincia que vota; la pregunta tiene que ser clara y responderse con un sí o un no y tiene que alcanzarse una participación significativa y una mayoría suficiente (no vale con un 50,1% pelado, ni una decisión de ese calado puede tomarse si la mayoría de los posibles votantes se queda en su casa). Lo más importante es que en todo ese proceso tiene la última palabra Ottawa, es decir, todos los canadienses, no sólo la provincia que vota, y que el referéndum significaría el punto de partida para una negociación, no el final de un proceso.
Sin embargo, en el momento más encendido del desafío independentista catalán, pese a que este texto legal es corto y muy fácilmente accesible, circuló por Internet un bulo que señalaba que la Ley de Claridad también establecía que todas aquellas regiones dentro de la provincia que se independiza que no se estuviesen de acuerdo con esa decisión podrían celebrar, a su vez, sus propios referendos. Esta norma no se mete en absoluto en ese jardín, aunque sí es cierto que en su último párrafo habla de que las negociaciones deben incluir "cualquier modificación de fronteras de la provincia, los derechos, los intereses y las reivindicaciones territoriales de los pueblos autóctonos de Canadá y la protección de los derechos de las minorías". Pero no ofrece ningún detalle sobre el posible resultado, sólo abre la puerta a la posibilidad de un cambio de fronteras.
Ese juego de muñecas rusas de independencias dentro de independencias tiene sentido porque, de hecho, ha ocurrido. Por ese motivo ha tenido un impacto tan fuerte la idea de Tabarnia, una unión ficticia de las zonas de Cataluña donde la independencia es una opción minoritaria. Bastantes políticos, y hasta la Real Academia Española, han decidido tomarse en serio lo que había comenzado como una broma. La historia reciente de Europa nos demuestra que Tabarnia existe, que es un problema que se encuentra en el corazón de los conflictos más graves que ha vivido el continente en las últimas décadas.
La disolución de la URSS nos ofrece numerosos ejemplos de tabarnias: antiguas repúblicas soviéticas con minorías que decidieron crear sus propios países cuando se produjo la independencia. Ocurrió en Nagorno Karabaj (república armenia en Azerbaiyán) o en Transnistria (república de mayoría rusa en Moldavia). Un cuarto de siglo después de la disolución de la Unión Soviética, se trata de conflictos que todavía no están cerrados. En Ucrania, la línea del frente actual también separa las regiones de mayoría rusa del resto del país.
Es cierto que todas las comparaciones esconden trampas, que el desafío independentista catalán es una situación insólita dentro de la UE y que en España no existen líneas étnicas o religiosas como las que recorren el antiguo espacio soviético, aunque es indudable que el desafío independentista ha creado una profunda fractura en la sociedad catalana. Pero también es verdad que todas las independencias que no cuentan con la unanimidad, o que dejan fuera a una parte importante de la población, plantean este problema. ¿Qué ocurre cuando existe un territorio claramente homogéneo que no quiere estar en el nuevo país? Los Balcanes ofrecen dos ejemplos claros.
La guerra de Bosnia se frenó gracias a los acuerdos de Dayton, firmados en noviembre de 1995, que dividían un mismo país en dos entidades, la República Srpska (Serbia) y la Federación Croata Musulmana. Los territorios habían sido trazados por la limpieza étnica, pero la condición de la comunidad internacional fue que de ninguna manera esas entidades podían unirse a otro país (una cláusula dirigida fundamentalmente a Serbia). Sin embargo, las tensiones son crecientes. La República Srpska planea celebrar, en contra de las autoridades de Sarajevo, su Día Nacional el 9 de enero, y ha amenazado con convocar un referéndum de independencia para unirse a Serbia, una iniciativa condenada por la comunidad internacional.
En Kosovo, la situación es incluso peor. Cuando está antigua provincia serbia con un 90% de población albanesa comenzó su camino hacia la independencia, el 10% de serbios simplemente se negaron a admitirlo. Y crearon su propia Tabarnia: todo el territorio al norte del río Íbar está fuera del control de las autoridades kosovares. En la frontera, no política, ni reconocida, pero real, los ciudadanos se paran y cambian las matrículas: nadie quiere circular con una placa serbia por el resto de Kosovo, ni con una matrícula kosovar por aquel territorio que, ahora mismo, está unido de facto a Serbia. La declaración de independencia en 2008 no arregló las cosas, más bien las empeoró, por muchas garantías que las autoridades de Prístina hayan dado a los serbios.
Si nos remontamos un poco más en el tiempo, nos encontramos con el caso de Irlanda. El Reino Unido decretó en 1921 el Acta de Gobierno de Irlanda. Creó así el norte, que reunía a los seis condados de mayoría de protestante del Ulster, y el sur, con los 26 condados de mayoría católica del resto del país. Fue lo que se llamó la partición. Cuando Irlanda se independiza totalmente en 1949, Irlanda del Norte se queda como una de las naciones que constituyen el Reino Unido. Pero, a su vez, en esta región existe una minoría católica, cuyo deseo es integrarse en Irlanda (de hecho, el Ulster tiene nueve condados en total, tres de ellos católicos). El conflicto armado se prolongó hasta los Acuerdos de Viernes Santo, de 1998. El problema, eso sí, sigue abierto y mucho más con el Brexit.
España no es los Balcanes, ni la antigua URSS, ni Irlanda del Norte ni nada parecido... pero las independencias dentro de las independencias son una constante en la historia de Europa. Tabarnia es una ironía muy certera: la
creación de una nueva frontera suele traer problemas... y más fronteras.

                                                                         GUILLERMO ALTARES   Vía EL PAÍS