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viernes, 3 de febrero de 2017

DEMOCRACIA – Ya no nos vale tal cual la conocemos



El modelo y concepto de Democracia tal cual lo conocemos puede estar agotándose. Ya vemos signos palpables con el avance de los populismos.

Partimos de la base que los ciudadanos tomamos nuestras decisiones apoyados en una información veraz, completa y actualizada. Que analizamos todas las variables, valoramos sus consecuencias y en base a este análisis tomamos nuestra decisión a la hora de votar.

Votar es la manera de expresión de opinión por excelencia en nuestras democracias. Basamos todo el sistema que rige y gestiona nuestro presente y futuro como sociedad en la idea de que somos todos ciudadanos informados y que queremos el bien común, por eso votamos a conciencia y racionalmente movidos libremente por nuestro criterio.

Pero ¿Es así realmente?

Creemos que con nuestro sistema educativo actual cumplimos con el objetivo mencionado de ser todos ciudadanos informados, maduros y participativos. Pero además tenemos ahora un inmenso sistema de comunicación y entretenimiento (medios de comunicación, televisión, redes sociales, etc.) que se basan principalmente en variables emocionales. Los ciudadanos ahora solemos dejar en segundo plano a la razón, no profundizamos en la verificación de la fuente de la información y en el caso de las redes sociales no seguimos normas de casi ningún tipo: ni morales, ni éticas ni incluso legales en muchos casos.


Pues sí, nuestras “sacro santas” democracias resulta que se basan en variables y realidades que ya no los son. No somos ciudadanos perfectamente informados y tomamos la decisión del voto basados CADA VEZ MÁS en variables emocionales y no racionales.

Abogamos por la extrema legitimidad de la democracia. “Si es votado es legítimo” … “Las mayorías deciden…”

…PERO (un gran “pero”)…
Si por ejemplo tomamos una decisión de voto basados en una información falsa ¿Nuestro voto sigue siendo legítimo? Si un político nos promete que nos va a triplicar los sueldos y POR ESA RAZÓN le votamos, y resulta que es solo una promesa que no va a ser llevada adelante nunca ¿Sigue siendo “legítimo” nuestro voto? Sí, claro, dentro de nuestra inocencia hemos creído y dentro de nosotros, como seres únicos, hemos tomado una decisión legítima basados en nuestra impresión y respuesta a ese estímulo falso, pero visto como sociedad, como un conjunto de unidades individuales ¿Es legítima la suma de miles de votos basados en algo falso?

Y no solo me quedo en la variable de información falsa para poner en tela de juicio la “legitimidad” de una votación y del principio democrático. Qué sucede si en un municipio una persona con mucho dinero compra y monopoliza los medios de comunicación locales y con ellos toma el control total de lo que se comunica y de las noticias que ocurren en ese municipio. Los pobladores tomarán su decisión de voto basados exclusivamente en una información sesgada, posiblemente manipulada e interesada, con lo cual en mi opinión NO EJERCEN SU VOTO EN LIBERTAD (concepto clave aquí…) porque no se les ofrece REALMENTE las alternativas disponibles y se les canaliza, tal cual se hace con el ganado para llevarlos al establo, a la toma de una sola decisión. En ese caso ¿Estamos hablando de una democracia y unas elecciones legítimas? Porque en ese caso estaríamos tomando la decisión “libremente” pero donde en realidad hay una sola opción… Una contradicción, somos “libres” de elegir la única opción real… Más adelante explicaré que esto puede ocurrir incluso de manera inconsciente, involuntaria y sin darnos cuenta de nuestra propia motivación para tomar nuestra decisión “libre” (o no tanto) en nuestro voto.

Pero ahora introduzco una nueva variable. La irrupción de nuevos medios de comunicación muy influyentes como son las redes sociales pueden también desplazar a los “emporios de comunicación dominantes” y ser ellas mismas “emporios de comunicación dominantes”. ¿Qué ocurre entonces? Que esa misma manipulación y sesgo puede ocurrir en las redes con el agravante que tienen mucha menor regulación, es totalmente libre y las fuentes no tienen ningún tipo de verificación por parte de los usuarios.

La gran influencia persuasiva entonces puede ejercer un efecto en mi opinión antidemocrático, ya que la información falsa, manipulada y sesgada puede imperar y torcer la voluntad de la población dirigiéndola IGUALMENTE como rebaños a tomar decisiones que no son totalmente libres, ya que impera el más influyente. En las redes sociales el poder significa influencia. Por lo que podríamos inferir que siendo las redes sociales plataformas libres pueden no ser muy democráticas. Parece una contradicción pero al profundizar podríamos concluir que no lo es.

Nuestras democracias deberían garantizan que los mejores serán los que lideren y gestionen nuestras sociedades. Es más, lo pregunto directamente ¿Nuestras democracias nos garantizan que los mejores serán los que nos lideren y gobiernen?

Yo estoy seguro que no, totalmente seguro. Y el que dude que le dé un vistazo a nuestros gobernantes los últimos 10 años solamente como muestra. Y si nos metemos a analizar los resultados de sus gestiones cualquier tipo de duda desaparece. No señoras y señores, nuestras sistemas democráticos actuales NO NOS GARANTIZAN que los mejores serán los que gobiernen. Nos garantizan que el que mejor comunica, el que mejor habla delante de un micrófono o el que logra tener una maquinaria de propaganda eficiente será el que nos gobierne… pero eso no tiene nada que ver con que sea sea luego el mejor gobernante.

Y todo ello sin considerar que las nuevas tecnologías y técnicas avanzadas de persuasión pueden no solo influirnos sino manipularnos y dirigirnos de MANERA INVOLUNTARIA a emitir un voto o tomar una decisión. Actualmente con el neuromarketing y la neuropolítica unido a estudios mucho más avanzados utilizando el Big Data, los consultores políticos podemos crear un guion que de manera GARANTIZADA cambiará nuestra posición, nuestras opiniones y nuestras decisiones. Lo que falta en esa ecuación son los actores que escenifiquen muy bien dicho guion para hacernos llorar, enfadarnos, indignarnos, reír y también votar según el mismo guion. Por eso cada vez más los políticos se preocupan por recibir clases de interpretación, de dicción, de comunicación no verbal, de oratoria, etc., porque para ganar las elecciones ya no se necesitan políticos, no se necesitan estadistas, no se necesitan líderes, no se necesitan personas preparadas… Lo que se necesita son ACTORES que sepan interpretar los guiones preparados por profesionales (Sociólogos, guionistas, profesores de interpretación, oratoria, estrategas, consultores de ciencias políticas, psicólogos, neurólogos, consultores en comunicación y marketing, etc., etc., etc., ).

Por eso veremos cada vez más resultados electorales insólitos, gobernantes que no deberían estar guiando a sociedades enteras, personas que nos están capacitadas para tener responsabilidades públicas y también veremos muchos remordimientos por parte de los ciudadanos por votaciones que serán determinantes en nuestras democracias.

Y todo eso ocurre también por una evolución social, donde decidimos cada vez más basados en emociones y no con la razón. Y esa realidad está cada vez más presente. Leemos solo titulares, no profundizamos en la información ni comprobamos fuentes… nos dejamos llevar por lo que nos hacen sentir (de acuerdo al guion) y terminamos siendo llevados a donde nos quieren llevar, como el rebaño de ganado, movidos por estímulos que nos mueven las emociones… y lo peor es que no nos damos cuenta, pensamos que decidimos libremente y por eso los legitimamos, los defendemos y defendemos su legitimidad, pero no nos percatamos que lo hacemos basados en un sistema que nos manipula y manipula nuestras emociones para lograr los objetivos de los que controlan o prevalecen de alguna manera u otra dentro del mismo sistema.

Por eso se han radicalizado las posiciones políticas, por eso vivimos en una crispación creciente y constante. Nos acostumbramos a estímulos cada vez más intensos y los que no lo son no nos llaman la atención. El que quiere sobresalir tiene que ser intenso, radical, extremo y duro para que llame la atención y le permitamos manipular nuestras emociones.

LOS POPULISMOS y su irrupción nuevamente en democracias consolidadas son el ejemplo claro de lo que aquí comento. Los populismos estimulan sentimientos y emociones generalmente negativas. Incluso pueden estimular nuestros instintos. Todos prevalecen sobre la razón a la hora de decidir. Allí está uno de los secretos de su éxito y de sus avances en nuestras democracias.
O tomamos cartas en el asunto o pasaremos por varios años de muchos problemas hasta que concienciemos ciertamente lo que aquí comento en este artículo, poniendo la palabra “democracia” sobre la mesa y entre todos evolucionar en ese concepto.

Como decía un poco más arriba, nuestras democracias actuales NO NOS GARANTIZAN que los mejores serán los que gobiernen. Solo nos garantizan que el que mejor interpreta el mejor guion, el que más controla o es apoyado por medios influyentes (incluidas la redes sociales) será el que nos gobierne.

Pero vamos a ver… no tiene nada que ver una cosa con la otra, el que mejor se promociona NO TIENE NINGUNA RELACIÓN CON SER EL QUE MEJOR VA A GESTIONAR, A GOBERNAR. Elegimos a una persona que habla bien delante de un micrófono para que gestione una “empresa” de millones de habitantes y miles de millones de euros, ponemos en manos de un buen actor que desarrolla un guion hecho por consultores políticos todo nuestro futuro y el de nuestros hijos.

Estamos eligiendo a una persona que hace bien algo para que haga otra cosa totalmente diferente que va a determinar nuestro futuro… y claro, así nos va.

Para graficarlo, elijamos a un piloto de un avión en el cual vamos a viajar por su simpatía. Ponemos nuestras vidas en sus manos basados en su simpatía o por lo bien que habla y no por sus habilidades como piloto. Eso sí, estamos ahora a 30.000 pies de altura con una persona muy simpática a los mandos del avión… ¡ufff!

Pues eso ocurre con nuestros sistemas democráticos basados como he dicho al principio de este artículo en variables que nos son las adecuadas y en su gran mayoría en elecciones que en mi opinión no son legítimas, considerando que la legitimidad no solo se basa en los votos, sino además en que los ciudadanos no han sido totalmente libres al votar debido a que lo han hecho basados en informaciones distorsionadas, limitadas y sesgadas.

Pero lo peor es que hay otros sistemas que rechazamos a priori, sin ni siquiera entrar a analizarlos con detalle, por no ser democráticos, y lo que sucede es que nos están superando lenta pero inexorablemente en casi todos los campos, pero claro, como no son democráticos no entramos ni siquiera a valorar qué está ocurriendo. El ejemplo más directo es China, con un sistema que poca gente se atreve a calificar… “comunismo light”, “batiburrillo”, “sistema mixto”, “comunismo abierto” y muchas otras calificaciones.

Resulta que China, de manera lenta pero constante, ha ido “puliendo” y perfeccionando sus sistemas de selección de gestores, logrando poco a poco que SOLO LOS MEJORES sean los que gestionen y gobiernen en todos los ámbitos sociales y administrativos. Cada vez influyen menos las castas sociales o políticas y prevalecen los méritos. No es un sistema perfecto, hay problemas de corrupción, de influencias, etc., pero la línea de tendencia es a la absoluta meritocracia.

Una persona que ha demostrado que es un buen gestor, es promovido. Para ser alcalde de un pueblo tienes primero que haber demostrado que eres un buen gestor dentro de tu ámbito local, en una organización vecinal, etc. Y SOLO LOS MEJORES entran en un concurso oposición donde es seleccionado el que mejores resultados gerenciales tiene (mejores números, mejor relación personal con sus entornos, más productivo, más eficiente, etc.). El resultado de esa selección promueve a los mejores para optar a gobernar pueblos, luego ciudades más grandes, luego capitales, luego regiones y luego incluso el país. En mi libro “Comunicracia” (que ha llegado a ser segundo en ventas en Amazon dentro de su categoría) explico con mucha más profundidad este tema.

La persona que llega a gobernar una gran ciudad en China tiene que haber demostrado durante muchos años su honestidad, resultados, eficacia, eficiencia, etc., en responsabilidades menores. En pocas palabras, solo los “super cracks” logran llegar a esos puestos. Si lo comparamos con nuestras democracias donde una persona porque habla bien, porque conoce o es amigo del que controla el partido político, o porque se mueve bien en las redes sociales, o porque tiene influencias personales resulta ser el gobernante… ¿qué es lo que tenemos finalmente? Pues lo lógico, China tiene a los mejores gestores y nosotros a los que más nos molan… y así nos va…

¿Legítimo? ¿democrático? ¿conveniente? ¿tenemos futuro como sociedad? O solo hay que ver cómo nos van adelantando países como China, que poco a poco nos van superando en todo, no solo en variables económicas sino también sociales. Pero claro, es que ellos no son votados en elecciones “libres” y “…así no vale…” “…hacen trampa…” así decíamos cuando de chicos nos ganaban un partido de fútbol porque los contrarios eran mayores, o corrían más rápido, o tenían un mejor campo…

Pero resulta que ellos igualmente son seleccionados pero con otras variables que no son precisamente “el que más nos mola” sino que son seleccionados por sus logros, por sus esfuerzos y además por su trayectoria profesional durante muchos años. Para esa selección también hacen encuestas a sus subordinados con variables amplias como liderazgo, capacidad de decisión bajo presión, empatía, etc. No solo eso, suelen rotar a las personas que más sobresalen para que gestionen empresas públicas (eminentemente económica) pero también organizaciones sociales (nuestras ONG’s para que desarrollen valores sociales) y labores de gobierno como tal para que sean los mejores dentro de su sistema.

Repito, entonces ¿Cómo competimos con un sistema de selección tan eficiente que garantiza que solo los mejores son los que gestionan y gobiernan? Es que solo basta hacer una línea de tendencia a 20 o 30 años y podemos darnos una idea de que nos superarán en absolutamente todo.

Nuestras democracias tienen que evolucionar pero de manera urgente para garantizarnos que también nosotros tengamos solo a los mejores y más capacitados. Pero no los mejores porque es el mejor hablando delante de un micrófono, al que mejor se mueve en las redes sociales o al amiguete del que controla el partido… Debemos garantizarnos que serán los mejores de acuerdo a muchas variables, y no solo la productividad o la preparación profesional (porque eso ya lo conocemos como “tecnocracia”) sino además variables que llamo “diagonales” como la empatía, la honestidad, el liderazgo, la inteligencia emocional, etc., que garantizarán no solo buenos resultados técnicos en variables objetivas, sino además una sociedad íntegra, con valores, unida, tolerante, sostenible y solidaria.

Hay que bajarse de los dogmas y los mantras con la palabra “democracia” y evolucionar con ese concepto, en ello está nuestro futuro como sociedades democráticas y libres. No pasa nada, no seremos menos democráticos por sentarnos a discutir si nuestras “democracias” son o no “democráticas”, si elegimos libremente, si elegimos a los mejores y si los modelos actuales que consideramos democráticos son los más convenientes o tenemos que evolucionar urgentemente a mejores “democracias” más legítimas y más libres…




                                                                                                  JAVIER GALUE
                                                                                                  Consultor en Comunicación Estratégica





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