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sábado, 18 de febrero de 2017

LA CRUZADA LIBERAL





Es un contrasentido, pero la tradición, el poder liberal, económico, mediático y político, le ve las orejas al lobo, y ha emprendido su cruzada con las armas que mejor domina: la combinación de dinero, información y los recursos legales que les aportan décadas de poder.

Todo lo que no se ciña a su tradición es vituperado y su realidad política deformada. Sucedió en Ucrania, donde Estados Unidos y la UE bendijeron (los americanos, además, lo financiaron) un golpe de Estado puro y duro contra el gobierno democráticamente elegido, siguen con Polonia y Hungría, donde se produce la paradoja de que sus gobiernos detentan un elevado soporte electoral y, a la vez, son presentados como enemigos de la democracia. 



Lo que los daneses hacen con los inmigrados, o el estado de excepción continuado en Francia, solo da pie al silencio, mientras, en la Banlieu de París reina un racismo policial nada encubierto. 

Pero, si Hungría, un pequeño país, se resiste a las cuotas es condenado al infierno, sin atender sus razones. El juego liberal, su visión supremacista de considerase el súmmum y el fin de la historia, convierte su idea de libertad en la persecución mediática, económica y política, de quien la entiende en otros términos. MacIntyre lo explica con claridad en Tres Versiones Rivales de la Ética.

No se trata de defender lo que pueda hacerse mal, sino de decir alto y claro que la opinión publicada y el discurso político liberal distorsionan la realidad, difamando a quienes no siguen su juego, particularmente, si tienen algo de pelaje católico desacomplejado. Ha sucedido en Francia con Fillon, el favorito para ganar las elecciones. Desacreditado por una acción de los fiscales, por una práctica, la de contratar familiares como asistentes, que es perfectamente legal y que practican todos los partidos. 

¿Por qué Fillon y ahora, cuando los últimos hechos datan de tres años atrás, y no otros muchos, incluidos los lepenistas? Por eso los partidos no han echado leña al fuego por su tejado de vidrio y dejan hacer a una justicia demasiado politizada.
 
Y lo que está sucediendo con Trump tiene visos de una gran estafa electoral. No se trata de defender su política, escandalosamente negativa en el caso de la inmigración, sino de condenar una práctica antidemocrática que se repite en todas partes. Si la liebre no es liberal se acaba disparando contra ella. Mientras se corre la instrucción de que los rusos son tan fuertes que manipulan todas las elecciones que quieren. Algo de lo que a nadie se le ocurrió acusar a la URSS, y mira que se dijeron cosas, por un mínimo de dignidad, se le imputa ahora a la mucho más modesta Rusia. Es como acusar a Andorra de manipular las elecciones autonómicas en Catalunya.

A Trump se le intentó impugnar el resultado, se presentó su victoria como la acción de Putin. El presidente saliente, Obama, sin atender al decoro de su cargo, arengó contra el presidente elegido a los diez días de dejar el cargo y, en una larga secuencia, 39 psiquiatras, traicionando toda deontología profesional, lo acusan de no estar en sus cabales, con todo el apoyo de los medios liberales. Incluso es el urdidor de una confabulación contra el Papa. 

Los liberales norteamericanos están desprestigiando a su país con la nueva versión del Hombre del Saco. Lo están destruyendo todo, por descontado a Trump y su gobierno, pero también al sistema político de los Estados Unidos, y a ellos mismos con su exageración y criminalización

Desde nuestro punto de vista, Trump es difícil que pueda ser un buen presidente. No será el primero, pero nadie puede negarle su legitimidad y legalidad. En política, con los derechos, no se pueden aplicar medidas preventivas que se los carguen, porque entonces la democracia se vuelve imposible, y los países se rompen. Pero eso no parece importarle nada al imperio liberal de la cultura desvinculada, de las élites del progreso, para ellos.
 
 
 
                                                              EDITORIAL de FORUM LIBERTAS
 

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