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jueves, 31 de agosto de 2017

¿A DÓNDE VA ESTA IZQUIERDA?

La portavoz del Grupo Socialista en el Congreso, Margarita Robles EFE

El miércoles asistimos a otra inútil sesión parlamentaria sobre la corrupción; de tanta valía como esas comisiones de investigación dedicadas, sin rubor, pero con mucho engolamiento, al arte y ensayo. La única incógnita era el nombre del portavoz socialista. Esta vez le tocó a una triste Margarita Robles, que pronto quedó en evidencia ante el fácil recurso a la hemeroteca. Podemos, con estudiada coreografía norcoreana, recibió donde más duele: el ninguneo de Pablo Iglesias. Un partido que ha hecho de su constante presencia mediática la gran baza para convertirse en la alternativa populista al PP tuvo que sufrir cuando dejó de ser el centro de atención.


El apoyo hoy al PP es quizá la forma más clara de conservadurismo: mantener el orden constitucional, social y económico, darle a la máquina socialdemócrata, y sostener la débil muralla que creemos contiene a los independentistas y a los populistas. Es el mal menor que permite sobrevivir, pero poco más. “Gobernar es resistir”, que escribió Donoso Cortés, y parece ahora que resistir es apoyar al Gobierno.

Los llamamientos a la regeneración, en buena medida inspirados por Ciudadanos, desaparecieron. No queda de aquello ni la intención. Todo se echó a la hoguera de las televisiones y las elecciones, y no dejaron nada para la realpolitik. La debilidad del PP y de su apoyo parlamentario es tal, y los peligros son tantos, que el sistema debería crear una solución democrática para la continuidad. Así ha ocurrido en Francia: EmmanuelMacron, un bluf salido de la tradicional gauche divine. Aquí, no.

En España, con un partido de gobierno agotado, la izquierda debería pergeñar una alternativa poderosa, ilusionante y aglutinante, capaz de rentabilizar el voto en una sociedad infantilizada y sentimental. Pero no ocurre por varios motivos. Veamos.

Los dos partidos de la izquierda han iniciado un giro organizativo acorde con los tiempos de inestabilidad y alianzas variables. La dirección debe controlar cada discurso y pacto local, tanto como la composición de las agrupaciones y los círculos. El motivo es que para que el líder conserve el poder debe seguir siendo el único proveedor de cargos y presupuestos, esas “zonas de incertidumbre” que dice Panebianco, que generan lealtades.

Esto obliga a que Podemos, primero, y luego el PSOE, hayan adoptado un modelo caudillista, en el que el partido es la realización del proyecto del líder, presentado como la encarnación de “la gente”, quien asume, por acción, omisión y devoción, todos los poderes. Es una versión del Führerprinzip del nacionalsocialismo, que fue una copia del liderazgo de Lenin en el bolchevismo.
Podemos, primero, y luego el PSOE, han adoptado un modelo caudillista, en el que el partido es la realización del proyecto del líder
Sánchez e Iglesias se encuentran en un proceso de dominio de sus respectivas estructuras, centrados en no dejar más cadáveres de los necesarios, y en ahormar a los díscolos o a los que se opusieron a su caudillaje. Los ejemplos claros son Page en Castilla-La Mancha –otro que tiene una hemeroteca suculenta-, y la depuración de la dirección errejonista en el País Vasco –una más-, al tiempo que Iglesias asume las funciones del Tribunal de Garantías de Podemos.

Una vez que dejen al PSOE y a Podemos como dos desfiles en el cumpleaños de Kim Jong-un, pasarán a la guerra entre ambos. Se podrá decir que tienen mucho en común, como el estilo populista, la definición clara del enemigo a exterminar de la vida pública, o la sovietización de la Constitución con el concepto amplio de “derechos sociales”.

También comparten la defensa de la plurinacionalidad líquida, en la que no se sabe, a esta hora exacta, cuántas naciones dicen que hay en España. Incluso un socialista habló de Madrid como nación. Hay quien alega que unos son devotos del multiculturalismo, y otros del interculturalismo, pero a la postre es lo mismo: la rebaja de la identidad propia para integrar al otro, eso sí, bien regada de subvenciones. Comparten el anticapitalismo, la ideología de género, el ecologismo integrista, el tercermundismo y el antiamericanismo.

Bien. Es cierto. Pero que nadie se equivoque: lo que más les une es el ansia de poder, que requiere la hegemonía política dentro de ese mismo espectro de izquierdas que acabo de describir. Lo lógico, si las circunstancias fueran normales, es que, tras laminar el propio partido, se iniciará el enfrentamiento entre ambos, donde los medios de comunicación afines auparían o derribarían a uno u otro.

Sin embargo, no pasamos por tiempos corrientes, sino de amenazas de golpe de Estado y de terrorismo yihadista. Y es ahí donde el PSOE debe sacar aquello de lo que presume y que le distingue de Podemos: el sentido de Estado, la responsabilidad histórica que asumió en la Transición. Sobre esta característica debería el socialismo español construir esa alternativa democrática, aunque sea a corto plazo.



                                                                                       JORGE VILCHES  Vía VOZ PÓPULI

NO ERA EL DÍA

Es desquiciado plantear una comparecencia en el Parlamento​ como la segunda vuelta de una actuación judicial


El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. (Reuters)

El 1 de agosto de 2013, Mariano Rajoy se vio obligado por primera vez a comparecer ante el Congreso para hablar de la corrupción del PP. Él suele confesar en privado que aquel fue uno de los peores días de su vida. Desde entonces, la escena se ha repetido 'ad nauseam', pero el guion es siempre idéntico. Tomen todos los debates con Rajoy sobre corrupción de estos cinco años —incluido este—, barájenlos y verán que son perfectamente intercambiables en planteamiento, nudo y desenlace, sin que el momento ni el contexto los afecten. Eso ha terminado por dar a estos debates un aire espectral de irrealidad que hoy se ha notado más que nunca.

Como otras veces, Ana Oramas puso el punto de mayor sensatez. ¿Está justificado exigir a Rajoy que dé explicaciones y se haga responsable de la corrupción masiva en su partido? Sí, lo está. ¿Era este el día para hacerlo? Claramente, no. Toda la sesión ha estado atravesada por ese choque entre lo justificado y lo extemporáneo; el acierto de Rajoy —o el desacierto de sus contrarios— ha sido lograr que lo segundo prevalezca sobre lo primero.

En política no basta con que una acción sea justa. Además tiene que ser útil, oportuna, pertinente y viable. Y con la que está cayendo y la que va a caer, empezar este curso repitiendo por enésima vez la cansina ceremonia en que se exige a Rajoy que se autoinculpe y se vaya por lo de Gürtel puede ser justo, pero no cumple ninguno de los otros cuatro requisitos. Esta sesión no ha sido útil, ni oportuna, ni pertinente ni viable en términos de avanzar hacia su objetivo.
Esta sesión en el Congreso no ha sido útil, ni oportuna, ni pertinente ni viable en términos de avanzar hacia su objetivo

Además, es desquiciado plantear una comparecencia en el Parlamento como la segunda vuelta de una actuación judicial. Como nos quedamos insatisfechos con tu declaración en la Audiencia Nacional, te vamos a traer al Parlamento para hacer contigo lo que jueces, fiscales y abogados no supieron o no quisieron. No cabe mayor confusión sobre la función de los distintos espacios institucionales, entre lo que es un testigo en el estrado y un presidente en la tribuna.

Tiene razón Mariano en que algún día tendremos que determinar en qué punto liquidamos lo poco que queda de la presunción de inocencia. Pero debe recordar que él mismo y su partido contribuyeron copiosamente a esta restauración inquisitorial de la que ahora son víctimas pero antes fueron verdugos.

El balance de la mañana es que Rajoy no ha salido del debate más dañado por la corrupción de lo que ya estaba, y que esta ritualización de estériles intercambios de bolas de estiércol solo ayuda a que se abra paso el tedio, que es lo que le pasa al género gore cuando se abusa de la dosis o se elige mal el momento. Los promotores de la sesión, Podemos y el PSOE, no han tenido precisamente su jornada más gloriosa.

Rajoy no ha salido del debate más dañado, y esta ritualización de estériles intercambios de bolas de estiércol solo ayuda a que se abra paso el tedio

Se ha confirmado el extraño perfil de esta legislatura. Por un lado, el Gobierno carece de una base parlamentaria que lo sostenga establemente. Solo ha conseguido montar una precaria mayoría presupuestaria, pero nada parecido a una mayoría de gobierno, ni siquiera a un pacto de legislatura.

Sus socios ocasionales, Ciudadanos y el PNV, sienten la necesidad de recordárselo con frecuencia, y qué mejor tema para hacerle sentir la soledad que la corrupción.

Por otro, está claro que sí existe una mayoría de rechazo al PP, pero no una mayoría para un Gobierno alternativo. Hay más de 175 diputados que desearían ver a Rajoy fuera de La Moncloa, pero eso no es suficiente para cimentar otro Gobierno.

Añadan a eso nuestro peculiar sistema de exigencia de responsabilidades políticas. Como ha señalado Aitor Esteban, si en España existiera el mecanismo del 'impeachment', hace tiempo que se habría puesto en marcha por este asunto, sobran motivos para ello. Pero lo que existe es la moción de censura constructiva, que descansa sobre el exigente principio de que no hay rey muerto si no se dispone de un rey puesto. La frustración que ello produce en la oposición conduce a sustituir el 'impeachment' por sesiones periódicas de tortura parlamentaria al presidente, con un efecto decreciente.

Pablo Iglesias, antes de su intervención. (EFE)
Pablo Iglesias, antes de su intervención. (EFE)
Hay un problema adicional para la oposición. En la situación actual, todo empuja a fortalecer al Gobierno más que a desestabilizarlo. El escenario está dominado por la amenaza del terrorismo yihadista, la insurrección secesionista en Cataluña y una situación internacional alarmante. La economía tampoco ofrece mucho espacio para hacer oposición, dada la clara mejoría de los datos y la renuncia a las políticas de recorte social. Y en su afán por no ofrecer flancos, el Gobierno ha reducido al mínimo su producción legislativa. Así que solo queda cabalgar sobre la corrupción, con el riesgo de cometer torpezas extemporáneas y contraproducentes como esta.

Tan a desmano ha venido este pleno que si Mariano Rajoy hiciera un repentino acto de contricción y presentara la dimisión hoy mismo, casi todos los que se lo han vuelto a exigir lo verían como una grave irresponsabilidad en las circunstancias presentes. Nos guste más o menos este presidente, lo que menos necesita España en este momento es una crisis de gobierno.

Conscientes de la inutilidad del debate, para no perder por completo la mañana los oradores han aprovechado para remar 'pro domo sua': Rajoy presumiendo de éxito económico, Robles haciendo corporativismo judicial y reivindicando casi con angustia el sentido del Estado del PSOE de Pedro Sánchez, Iglesias tratando de ejercer como líder fáctico de la oposición (aunque esta vez Mariano no le ha devuelto la pared), Rivera insistiendo en sus reformas pendientes y recordando al Gobierno que no puede dar por descontado su apoyo, y Tardà soltado una soflama independentista.

Si Rajoy presentara la dimisión hoy mismo, casi todos los que se lo han vuelto a exigir lo verían como una grave irresponsabilidad

Por cierto, el atrabiliario portavoz de ERC ha dado la noticia del debate: después de todo, resulta que la razón de que quieran irse de España es que… ¡están hartos de corrupción! Es casi tan escandaloso como escuchar al portavoz de Bildu hablar de prácticas mafiosas y de la 'omertá'.

Aunque lo más tierno de todo es ver a Mariano Rajoy quejándose amargamente de que le aplican la ley del embudo. Él, el mayor virtuoso en la práctica del embudo que ha conocido la política española. En sus propias palabras: ¡oigan, por favor, un poco de nivel!


                                                                          IGNACIO VARELA   Vía EL CONFIDENCIAL 

EL TERRORISMO Y EL ISLAM



El terrorismo islámico no se afronta desde la fobia, ni desde el buenismo, porque entre otros importantes defectos comparten el fundamental de no asumir la realidad, y es bien sabido que ésta es la condición necesaria para transformarla. Y la realidad es esta: El yihadismo es al Islam lo que el estalinismo fue al marxismo.

Y no son unos pocos alelados, los “estalinistas” musulmanes, como lo muestra la magnitud de las organizaciones que lo encarnan. El Daesh; Al Qaeda, no son cuatro pelados. La capacidad para inculturalizarse de esta interpretación del Islam es extraordinaria. Desde los territorios musulmanes de Filipinas hasta el Cáucaso, de Bosnia a las sangrientas guerras de Oriento Medio, toda la costa mediterránea de África y los extensos territorios del Sahel y su entorno. Y claro está, la minoría, que en Europa prueba una y otra vez, matar.

Como cultura que surge de una concepción religiosa, presenta problemas graves. Uno es el de su dificultad para asumir con plenitud la libertad entendida también como el derecho al error religioso. 

La idea de que esta situación obedece solo a una dinámica evolucionista, y que ya alcanzará ese estadio, resulta muy incierta. En realidad, el Islam, en un pasado ya un tanto lejano (Averroes, sería su nombre más conocido) estaba mucho más abierto al diálogo cultural que ahora. Averroes era un aristotélico y batalló por ello. En su obra “Refutación de la refutación” (Tahafut al-tahafut) defiende la filosofía aristotélica frente a las afirmaciones de Al-Ghazali de que la filosofía estaría en contradicción con la religión y sería, por lo tanto, una afrenta a las enseñanzas del Islam. Acabó perdiendo, de manera que una buena parte de sus obras las conocemos por su traducción al latín, porque fueron destruidas por la censura musulmana. Así siguen.  A partir del siglo XIII, el Islam liquidó literalmente la teología, el pensar y debatir sobre la naturaleza de Dios y la filosofía; la reflexión sobre la vida humana, su sentido y su fin, al margen del planteamiento coránico. No puede existir ninguna forma de pensar que se sitúe fuera -no digamos ya, contra- del Corán. Un buen ejemplo de cómo concibe la filosofía el Islam es consultar la página de Wikipedia, elaborada bajo sus criterios. La nula presencia de nombres a partir del siglo XIII y la idea de la supremacía absoluta del Corán son bien patentes, en un texto que intenta “quedar bien” con la filosofía.

Todo esto se traduce en intolerancia religiosa. No existe ningún país islámico donde las otras confesiones religiosas puedan producirse en libertad. El cambio de religión, la predicación, está prohibido. Varía la dureza del castigo, desde la muerte a la prisión. Y no se trata solo de una imposición del poder, sino de un ethos, es decir, un conjunto de costumbres y tradiciones, virtudes y vicios, perjuicios, creencias y supersticiones, de la propia comunidad. El ethos musulmán no es su cultura, es decir, ideas e instituciones, pero refuerza la intolerancia. No es, por tanto, aunque también y mucho, solo una cuestión de leyes

La experiencia directa de los cristianos árabes, coptos o libaneses, sobre la vida con la comunidad musulmana, lo es todo menos fácil, excepto cuando el régimen político ha sido laico, lo que normalmente siempre ha coincidido con una dictadura.

Pero, esto es allí, en los países de origen. Pero ¿qué sucede aquí con los inmigrados, sus hijos y los conversos?

Todo musulmán se considera parte de la comunidad islámica que trasciende las fronteras y los límites políticos. Su misión histórica es preservar su identidad y continuidad. Su fundamento es el sometimiento a la voluntad de Allah, la obediencia a Su Ley y el compromiso con Su Causa “Una verdadera comunidad islámica es el guardián atento de la virtud y el mayor enemigo del vicio. Lo que se espera de la comunidad se espera igualmente de cada miembro, porque la comunidad es una entidad orgánica, y cada individuo debe rendir cuentas a Allah.” Esto significa que cabe asumir las leyes y costumbres de los infieles que sirvan al Islam, pero que se debe vivir al margen de las que se le opongan. Y en algunos, ese estar al margen, se convierte en beligerancia radical.

Un musulmán puede integrarse en nuestra sociedad secular, individualista y hedonista, pero carecerá de raíces. Puede convertirse al cristianismo, pero deberá encontrar en él una comunidad tan fuerte como la islámica. Y esto conduce a una buena reflexión para los católicos. ¿Ofrecemos auténticas comunidades? ¿Lo son nuestras parroquias? La comunidad musulmana acoge, orienta, tiene una moral clara e inteligible, y en eso se asemeja a la fuerza del cristianismo original, que contraponía a la confusa y heterogénea moral pagana, unos criterios sencillos y fundamentados de ética. 

¿Mantenemos esta condición o nuestra moral ya flota sobre un mar bizantino de consideraciones, que permiten interpretaciones contradictorias de los hechos y las leyes? La respuesta es obvia, y por esta razón el Islam tiene conversiones en nuestro país.

Pero, volvamos al Islam y a la gran pregunta. ¿Puede nuestra sociedad integrar una comunidad que solo quiere ser ella misma y expandirse en nombre de Allah?

Creo que sí. Un camino es propiciar que vivan de acuerdo con la exigencia del Profeta: “Hemos hecho de vosotros una nación moderada, una comunidad bien integrada, una “ummah” equilibrada, para que seáis testigos, de los hombres, y para que el Profeta sea testigo de vosotros” (2:143). De manera que, como predica el propio Islam, su comunidad debe ser ejemplar, servir de punto de referencia para los demás, evitar los excesos, la rigidez tanto como la evaporación instantánea. Hallar una vía intermedia de acción, ser constante y coherente, tener principios y permanecer flexibles a la vez. En este hábitat, la mentalidad terrorista no tendría cabida, no encontraría un ethos en el que acomodarse. El marxismo no se volvería estalinista.

Pero esto no es fácil cuando las leyes y comportamientos son tan contrarios a la idea de Dios y a una moral compartida por todos los creyentes, sea cual sea su credo, surgida de la ley natural. ¿Cómo razonar a un musulmán que su matrimonio con más de una mujer, formando diversas familias, que contempla el Corán, es ilegal, mientras lo es el matrimonio de un homosexual con un transgénero que ha virado a hombre, pero que se embaraza y tiene un hijo? ¿Cuál está más cerca de la ley natural y de la cultura humana?

Pero si al mismo tiempo nosotros no construimos una comunidad virtuosa, no tendremos nada valioso que ofrecer. Solo dispondremos de leyes e individuos cada vez más solos. La gran tarea católica hoy es reconstruir nuestras comunidades en las virtudes cristianas, dejándonos de sociologismos baratos, y relativismos que solo generan confusión.  Si lo hacemos, todos saldremos ganando, no solo los cristianos.

Y recuerde a Merkel: “no hay muchos inmigrantes, ni musulmanes, lo que hay son pocos cristianos”.



                                                                         EDITORIAL de FORUM LIBERTAS  

miércoles, 30 de agosto de 2017

Primer condenado en la Unión Europea por manipulación estadística

Multitud en las calles de una ciudad española | EFE

Holly y Juan Carlos se encuentran disfrutando de un café en una apacible tarde dominical del mes de agosto. Ambos dedican parte de su tiempo a analizar la economía europea. Hoy se han dado cita para hablar de los datos estadísticos en España.

—Buenas tardes Holly, es un placer compartir este tiempo con una de las personas más prestigiosas de la economía europea.

—Lo mismo digo, Juan Carlos. Me alegra que hayamos coincidido. Por cierto, aprovecho para trasladarte mi condolencia y apoyo por los terribles atentados de Barcelona.

—Te lo agradezco mucho. Vosotros también habéis sufrido varios atentados en poco tiempo. Creo que nos sentimos identificados en ese aspecto.

—Así es. Por cierto ¿has leído sobre el asunto de Andreas Georgiou?

—Sí. Lo he sabido este mes. La justicia griega le ha condenado, supuestamente, por trasladar cifras falsas sobre el déficit griego a la Unión Europea cuando se hizo cargo de la Oficina Estadística. Sus cálculos fueron determinantes para determinar la cuantía del rescate griego, así como todas las medidas de austeridad y recortes que tuvieron que poner en marcha. No obstante, es bastante probable que lo dejarán tirado como una colilla.

—Parece que La Unión Europea se ha manifestado contraria a la sentencia y apoya sus conclusiones.

—¡Qué van a decir! Ellos lo pusieron ahí. Lo mismo que han hecho con el resto, para que la gran jefa del circo haga y deshaga a su antojo. Entretanto, su superávit comercial devora al resto de los socios mientras los droga con la manguera del BCE para producir falsas recuperaciones y crecimientos a pesar de mantener las rentas y los niveles de empleo por los suelos. Es un asunto perverso. No obstante, este asunto de Georgiou es algo que tarde o temprano le ocurrirá a muchos dirigentes de los estados miembros cuando se descubra que las cifran han sido manipuladas. España es candidata.

—Por cierto, Juan Carlos, ¿me has traído los datos de vuestro estudio dónde concluís que el PIB español estaría sobrevalorado un 18% para echarle un vistazo?

—Aquí lo tienes. En estos momentos estamos chequeando los datos desde 2014. Tenemos la sospecha de que ahora están haciendo lo contrario, una minusvaloración. Ya lo hablaremos más adelante.

—Realmente, las cifras de crecimiento del PIB en España son muy sospechosas. Además, hay innumerables incongruencias y contradicciones entre los indicadores estadísticos.

—Parece que tú también lo has notado. ¿Qué es lo que más te llama la atención?

—Hay varios indicadores que me producen sospechas. Ya sabes. La gente de Eurostat pide opiniones. En concreto, he notado unas disparidades importantes relacionadas con los recientes datos de empleo. Es un asunto sensible y preocupa a las autoridades.

—No me extraña. Resulta que hace unas semanas Pedro y Vladimiro salieron a decir que daban por terminada la crisis, entre otras razones porque alegan que “el empleo registra sus cifras más bajas desde 2008”. Es increíble que digan esto cuando en España hay un 7% más de paro que en 2008. Pero dime, ¿dónde has encontrado datos sospechosos?

—Hasta donde sabemos, el estado español informa de los datos de empleo mediante tres fuentes. La Encuesta de Población Activa (EPA) y la Contabilidad Nacional Trimestral (CNTR) las publica el INE, cuyos datos recoge Eurostat, y luego tenemos los datos que ofrece el Ministerio de Empleo a través de los Servicios Públicos de Empleo (SEPE) y la Tesorería General de la Seguridad Social.

—Efectivamente, esas son las fuentes que se utilizan habitualmente.

—Pues bien, si tomamos los datos del segundo semestre de 2017 y observamos el número de ocupados, la EPA dice que hay 18,8 millones de personas mientras que la CNTR dice que hay 19,5 millones. A su vez, la Seguridad Social informa de 18,4 millones de afiliados, que podrían, más o menos, asimilarse al número de ocupados ya que es condición necesaria y legal estar afiliado para considerarse ocupado. Las diferencias son significativas, y llama la atención que entre dos cálculos de la misma fuente, el INE, existan 700.000 personas de diferencia.

—¿Has observado más contradicciones?

—Efectivamente. La EPA ofrece unos datos de ocupados a tiempo completo de 15,9 millones, mientras que la CNTR dice que los empleos equivalentes a tiempo completo son 17,9 millones. Es cierto que no miden lo mismo, pero el dato refleja claramente que hay distorsión.

—Aquí en España hay un dato que siempre llama mucho la atención y sin embargo la opinión pública no lo denuncia, y es la diferencia entre el dato de parados que ofrece la EPA (3,9 millones) y el que ofrece el SEPE (3,3 millones). Teóricamente, deberían estar alineados, pero la diferencia entre ambos indica claramente que puede haber manipulación, ya que el dato del SEPE se presenta mensualmente.

—Por último, Juan Carlos, hay un dato que me ha llamado poderosamente la atención.

—Soy todo oídos Holly.

—Según la EPA, las horas trabajadas en el segundo trimestre de 2017 fueron de 7.980 millones, y por lo tanto menores que en el segundo trimestre de 2016 (8.062 millones). Sin embargo, la CNTR dice que en el segundo trimestre de 2017 hubo 8.505 millones frente a los 8.442 millones del segundo trimestre de 2016.

—O sea, que según la CNTR las horas trabajadas han subido y según la EPA han bajado, y no sólo eso, sino que hay una diferencia de 525 millones de horas entre ambos cálculos.

—Así es Juan Carlos, y sabes que las horas trabajadas son la clave para saber si el empleo y la recaudación gozan de buena salud. Pero dime. ¿Cómo es posible esta contradicción y diferencia que además viene del mismo organismo, es decir, del INE? No se sostiene.

—Ya ves Holly. Pues estas cifras “se las traga” todos los trimestres Eurostat sin rechistar, para que los comisarios vayan por ahí presumiendo de lo bien que hacen las cosas y de lo sólida que está la eurozona. No quiero imaginarme lo que pensarán los estadísticos si supieran que su reputación está más que nunca en entredicho a cambio de hacerles el juego a los burócratas de Bruselas.

—Pero… Juan Carlos… estas cosas, en España, ¿no las denuncia la oposición o los periodistas económicos? Son asuntos graves.

—Lamentablemente no. En la oposición estos temas, que serían motivo para hacer dimitir a gobiernos y exigir responsabilidades, parecen no tener cabida, y en cuanto a la prensa, creo que la mayoría está muy condicionada por las grandes deudas sindicadas y por el poder político. Fíjate que ayer anunciaba la ministra que habrá récord de recaudación en agosto cuando tenemos casi un millón de cotizantes menos que en 2008 y más de un millón son de los que se acogieron a la tarifa plana de cincuenta euros. Todo ello, sin haber publicado los datos oficiales de recaudación de julio. Pues nadie de la Comisión en Empleo en el Congreso fue capaz de rebatirla.

—Bueno, pues ya que han visto lo que le ha pasado a Andreas Georgiou pueden ir tomando nota de lo que les ocurre a los que manipulan las cifras oficiales. Tarde o temprano la verdad aflora.

—Así es. Un placer haber estado contigo Holly, y gracias por tu interés en el estudio.

—Lo mismo digo. Es un placer. Te daré novedades. Hasta pronto.


PD: Hoy les dedico el tema “Don't Lose My Number” de Phil Collins.  



                                                                       JUAN CARLOS BERMEJO  Vía VOZ PÓPULI   

¿QUÉ PASA CON MACRON?

El presidente galo sabía que sus reformas le valdrían la renuencia de buena parte de sus compatriotas, pero su desplome en los sondeos, incluso antes de aplicarlas, es difícil de aceptar


El presidente francés Emmanuel Macron. (Foto: Reuters)

Verano caliente y otoño ardiente. El presidente francés se prepara para afrontar la desconfianza de sus ciudadanos, el rechazo de los sindicatos a sus reformas sociolaborales, el enfado de los estudiantes y la ira de los pensionistas. Emmanuel Macron sabía que sus propuestas de reforma le valdrían la renuencia de buena parte de sus compatriotas, pero verse en los sondeos —a tres meses de su victoria— por debajo de sus dos antecesores en el cargo es una humillación difícil de aceptar. Y lo peor del caso Macron es que su bajada en las encuestas (el 60% de los consultados no le otorga su confianza) tiene lugar antes de haber aplicado las reformas con las que pretende "cambiar profundamente las estructuras económicas y sociales de Francia".

La reforma laboral, que será aprobada por directivas y que pretende representar el gran paso adelante del macronismo, será conocida, por fin, este jueves. Decenas de reuniones con los representante sindicales durante el verano, y conclusiones casi secretas que obstaculizan la comprensión de la pretendida reforma por la opinión pública, han contribuido a la desconfianza. Se sabía, porque estaba en su programa, que Macron quiere restar poder a los sindicatos negociando por empresas y no por ramas. Según las últimas informaciones, el Gobierno mantendría su idea, pero cedería en algunos aspectos.



El gabinete del exjuppeista Edouard Philippe persigue también reducir la indemnización y el periodo de pago por desempleo, a cambio de crear un verdadero plan de formación para los parados. Recortar el desempleo de forma efectiva y reducir al mismo tiempo los déficits del Estado son las premisas del presidente, pero esto ya lo sabían los franceses cuando le votaron, y ahora tuercen el gesto. El mundo ideal que se traducía del programa que le dio la victoria no llega a vislumbrarse. El Gobierno se ha visto obligado a aplazar 'ad calendas graecas' los principales efectos positivos de sus promesas, como la bajada de impuestos soñada, tras la "confiscación" aplicada por François Hollande.

Con el 'glamour' no basta. Tras sus encuentros con Vladimir Putin en Versalles y con la pareja Trump en París, la estrella Macron empezó a diluirse sobre el cielo francés. Macron no solo censuró las críticas del jefe de los ejércitos franceses a la reducción del presupuesto de Defensa, sino que le reconvino con cierta humillación. A muchos ciudadanos les sorprendió ese gesto de autoridad exagerado, que empañó la celebración del 14 de julio y dejó a muchos de sus votantes dolidos.

Foto: Reuters.
Foto: Reuters.


Medidas "antipobres"


Los jóvenes franceses que inician su vida universitaria recibieron también en pleno verano una mala noticia: la reducción de la ayuda para el alojamiento. Son cinco euros al mes y puede parecer poco, pero representan 18.000 millones de euros al año. Más de seis millones de los hogares más humildes reciben esa ayuda; 800.000 estudiantes, indiferentemente de su nivel económico, percibían esa cantidad. Para los críticos con la iniciativa, era la primera "medida antipobres" de la era Macron. Por si fuera poco, más de 5.000 estudiantes que han superado la prueba de acceso a la universidad, en muchos casos con buenas notas, no saben, a pocos días del inicio del año escolar, si tendrán plaza en las facultades que han elegido. Un caos que el Gobierno promete resolver.

Los mayores tampoco tienen razones para estar contentos. El Gobierno considera como pensionistas 'ricos' a los que cobran 1.200 euros al mes. Los jubilados son una de las categorías señaladas para reducir el déficit abismal del Estado. Y los funcionarios deberán pensarlo bien antes de quedarse en casa por enfermedad. En el programa de Macron ya se recogía la intención de eliminar el día de trabajo perdido y no contabilizado con que contaban los trabajadores del sector público.




Pasado el verano, los franceses se dan cuenta de que su nuevo presidente había prometido que su prioridad era la reducción del gasto público y cumplir con el 3% de déficit del PIB, exigido por Bruselas y Berlín. Y ahora todos los afectados se quejan de que, si bien estaban apercibidos de los sacrificios, se les había prometido también una bajada de impuestos generalizada.

Emmanuel Macron, que había decidido un plan de comunicación sobrio, a cuentagotas y nada reactivo a la actualidad, se ha visto obligado a cambiar de actitud. Los periodistas no le han perdonado el desdén con que ha tratado a la prensa en general desde su acceso al Elíseo.
Macron pretendía distanciarse de François Hollande, quien se comunicaba constantemente por teléfono y por 'mail' con los periodistas y a quienes les suministraba ángulos y pistas informativas. Macron quería ser el Obama francés para la prensa. Pero no lo ha conseguido. En su reciente viaje a Europa central, ha destilado informaciones para los periodistas afectados de mono de 'off'. De la sequía informativa —llegó a anular la tradicional entrevista televisiva del 14 de julio— se va a pasar a los mensajes de radio tipo Roosevelt, a las charlas junto a la chimenea como afectaba Mendes-France, o, quizás, a un 'Aló, presidente' a la francesa.

Macron reúne a los representantes de los dos gobiernos de Libia, el primer ministro, Fayez al-Sarraj, y el general Khalifa Haftar, en La Celle-Saint-Cloud, París, el 25 de julio de 2017. (Reuters)
Macron reúne a los representantes de los dos gobiernos de Libia, el primer ministro, Fayez al-Sarraj, y el general Khalifa Haftar, en La Celle-Saint-Cloud, París, el 25 de julio de 2017. (Reuters)


"Los franceses detestan las reformas"


El presidente francés pensaba dejar en manos de sus ministros y diputados la explicación de su política cotidiana. Mientras, él se dedicaría a encontrarse con los líderes del mundo y a resolver conflictos como el de Libia. Pero a los franceses les preocupa menos el poder bicéfalo en la antigua república norteafricana que las reformas que les afectan directamente. Además, el conflicto libio sigue su curso a pesar de la mediación francesa.

La actitud de Macron con Polonia tampoco se ha interpretado internamente como un acto de autoridad en defensa de los intereses franceses. Polonia se opone, como otros países europeos que no han querido decírselo en público, a la reforma en profundidad de la directiva europea de trabajadores desplazados. El ataque violento de Macron a Polonia y sus dirigentes ha sido visto más como un acto de arrogancia del que los franceses son habitualmente acusados dentro y fuera de su país.



Macron cuenta con la ventaja de que las fuerzas opositoras están en plena recomposición. Pero sabe que, a pesar de contar con la mayoría en la Asamblea, no le van a dejar vivir tranquilo en el aspecto informativo. El centrista Juppé ya ha juzgado su política: "Es pura comunicación". El socialista Hollande reaparece para advertirle sobre la ley de trabajo y le aconseja que no haga reformas que no sean útiles. Los insumisos de Jean-Luc Mélenchon esperan dar la batalla en la calle contra "el golpe de Estado social", según la fórmula acuñada por el líder de este partido.

Emmanuel Macron dijo la semana pasada en Bucarest que "los franceses detestan las reformas". Eso lo saben desde Vladivostok hasta Juneau, en Alaska. Pero, a diferencia de sus antecesores de derecha o izquierda, él asegura que no va a renunciar a llevarlas a cabo. Se trata, según uno de sus asesores, no solo de cambiar el agua, sino de cambiar la bañera entera.



                                                                                    LUIS RIVAS  Vía EL CONFIDENCIAL

MENOS PODER ADQUISITIVO PARA LOS PENSIONISTAS

Los pensionistas perderán entre un cinco y un ocho por ciento de su poder adquisitivo en los próximos cincos años



Los pensionistas perderán un siete por ciento de su poder adquisitivo en los próximos años. Así lo afirma Airef ( Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal). Las pensiones están abocadas a subir únicamente un 0,25% durante los próximos cinco años. Al menos hasta el 2022. Lo que supondría encadenar por noveno año consecutivo el incremento mínimo fijado por ley. Así lo refleja un informe de la Airef, basado no sólo en sus propias estimaciones sino en las proyecciones facilitadas por la Seguridad Social. Este subida mínima responde a la aplicación de la última reforma de las pensiones del 2013 que establece que, mientras haya un desequilibrio entre ingresos y gastos en el sistema, el índice de revalorización será de 0,25%.

El desequilibrio de las cuentas de la Seguridad Social alcanzó al cierre del año pasado la cifra récord del equivalente al 1,7% del PIB, mientras que el Gobierno espera que el déficit del sistema en el 2022 se sitúe el 1,1% –hasta tres décimas menos que lo calculado por la Airef–. Esta es la situación, recalca el órgano que vela por la sostenibilidad de las administraciones públicas, si no se toman nuevas medidas legislativas. Justamente desde hace meses, tanto los agentes sociales y el Gobierno como la comisión parlamentaria del pacto de Toledo están inmersos en la negociación de medidas para apuntalar la sostenibilidad del sistema. Los sindicatos mayoritarios y parte de la oposición son partidarios de cambiar el modelo de revisión anual de estas prestaciones para evitar pérdidas de poder adquisitivo de los pensionistas –la Airef cifró en su día en el 7% entre el 2013 y el 2022–, pero el Gobierno se inclina por emprender otro tipo de reformas.



Además de avalar el cálculo del índice de revalorización de las pensiones para el 2017, la Airef ha podido analizar por primera vez las proyecciones de la propia Seguridad Social hasta el 2022, que pesan en dicha fórmula. Ante “el desequilibrio de partida que arrastra el sistema”, el supervisor de las cuentas públicas advierte de que la aplicación de la fórmula para calcular la subida de las pensiones, sin el suelo del 0,25%, arrojaría una bajada para el 2017 del 3%. El índice de revalorización tiene en cuenta los ingresos, gastos y número de pensionistas de los cinco años anteriores y las previsiones oficiales para los cinco años siguientes.

Con todos estos datos, el organismo presidido por José Luis Escrivá concluye que las previsiones de ingresos del Ministerio de Empleo y Seguridad Social son excesivamente optimistas, sobre todo entre el 2017 y el 2020. Empleo espera un incremento medio de las cotizaciones en los próximos cinco años del 4%, unos 2.700 millones más al año de lo estimado por la Airef.

Aunque en menor medida, cuestionan también la evolución del gasto, que la Seguridad Social sitúa con un incremento medio del 2,7%. Una divergencia promedio de 1.000 millones de euros anuales vinculada al ritmo más fuerte en el aumento del número de pensionistas que espera la Airef.

Las cifras facilitadas por la Seguridad Social sobre los últimos cinco años reflejan asimismo que mientras los ingresos estuvieron estancados, el volumen del gasto subió entre el 2012 y el 2016 a un ritmo medio anual del 3,5%. Por otra parte, el Ministerio de Empleo cree que en el próximo lustro la relación la prestación media de los nuevos pensionistas y la de aquellos abandonan el sistema al fallecer seguirá aumentando un 1,6% al año, al igual que pasó entre el 2012 y el 2016.

Finalmente, la Airef considera que la recuperación del mercado de trabajo y el impacto de las últimas reformas –sobre todo, el incremento en el periodo de cómputo para la pensión de los años de cotización– compensarán entre el 2017 y el 2022 la presión del envejecimiento sobre el gasto del sistema, al que atribuyen un “impacto negativo” de un punto de PIB.


                                                                  FORUMLIBERTAS.COM  Vía FORUM LIBERTAS

martes, 29 de agosto de 2017

La trampa del "es mejor alquilar la vivienda que comprarla": lo que ocurre es otra cosa

La mayor parte de los jóvenes no podrán adquirir una casa y mucha gente de mediana edad está ya abocada al alquiler. Pero no es efecto de la oferta y la demanda, sino de un plan


Stephen Schwarzman, CEO de Blackstone, el fondo con más propiedades en España. (Reuters)

 
“Aquí estoy, rodeada de cajas otra vez, de mudanza, sabiendo que el año que viene tendré que mudarme otra vez. He limpiado y pintado el nuevo apartamento, y sigue con manchas de humedad y la moqueta carcomida por los gusanos. A mis 46 años, he vivido en más de 30 casas, y aún no tengo ninguna seguridad”. Jan, una londinense, escribió el pasado año este 'post', que se convirtió en viral no solo porque refleja un tipo de sentimiento con el que sus conciudadanos empatizan, sino porque se trata de una persona que cuenta con un buen trabajo (su salario es de 40.000 libras al año), y cuya pareja también tiene un empleo a tiempo completo.

Pertenece a una categoría social que la periodista y ensayista Anna Minton describe como “pobre de clase media”, y cuyos problemas se reflejan con precisión en una anécdota que Jan cuenta a Minton en su último libro, 'Big Capital. Who is London for?': “Me acababan de pasar por error un cargo de 20 libras a mi tarjeta, y no los tenía. De repente, me eché a llorar”. Posee un título universitario, estaba laboralmente situada, su vida era estable, pero se veía condenada a vivir con sus dos hijos y su marido en un apartamento en mal estado y de solo dos habitaciones. Y si le pasaban un cargo extra, le arruinaban el mes.

El mal de la vivienda


La de Jan es una más de las historias que aparecen en 'Big Capital', un ensayo crítico con la evolución del precio de la vivienda, uno de los factores determinantes para que las cuentas de los residentes en Londres no cuadren. La capital británica es una de esas ciudades a las que el mal residencial ha afectado especialmente. El esquema, explica Minton, es el siguiente: multimillonarios de todo el mundo adquirieron mansiones en los barrios más adinerados, obligando a los millonarios, ante el aumento de precio, a mudarse a las zonas de clase alta. Esta se desplazó hacia los espacios de la clase media alta, y así sucesivamente. El resultado fue que los precios subieron en todas partes, y de forma sustancial. Y todo al mismo tiempo en que el número de viviendas protegidas decaía.
Los alquileres alcanzan tales precios que hacen difícil que incluso las personas con salarios dignos los puedan pagar

El caso de Londres puede parecer excepcional, pero se trata de un mal que se ha extendido a muchas más ciudades de todo el mundo, desde San Francisco hasta Ibiza: los alquileres alcanzan tales precios que hacen muy difícil que incluso las personas que cuentan con salarios dignos los puedan afrontar. Los ingresos de profesores, bomberos o camareros no alcanzan para vivir en la ciudad en la que deben trabajar. Desde este punto de vista, es un problema preocupante, pero que no genera demasiada alarma social, porque tales ejemplos no son más que excepciones. Sin embargo, esta lectura empaña más que clarifica: los cambios son bastante más profundos de lo que creemos.

Hacia abajo


Este verano se ha hecho popular una palabra, 'turismofobia', que es una especie de sucesora de eso que se dio en llamar gentrificación, y que consiste en una versión 'low cost' de lo acontecido en Londres: determinados barrios, bien por la afluencia de turistas a través de los apartamentos de alquiler compartido, bien porque se han puesto de moda entre las clases medias altas, suben el precio de los alquileres, haciendo imposible que los residentes los puedan seguir pagando, por lo que optan por desplazarse a otros distritos. Estos, a su vez, elevan las rentas, dado el mayor poder adquisitivo de los recién llegados, elevan sus rentas, y obligan a quienes viven en ellos a mudarse a lugares más baratos. El resultado final es que todos acaban pagando lo mismo por peores pisos o por viviendas peor situadas.

Si los precios de la comida hubieran aumentado lo mismo que los de la vivienda en las últimas cuatro décadas, hoy un pollo costaría 50 libras

Este efecto, típico de la oferta y de la demanda, va mucho más allá de un simple ajuste en el mercado. Los cambios en la vivienda son sustanciales, en especial (pero no solo) para las nuevas generaciones. En primer lugar, porque el coste de un piso ha subido de forma espectacular. Como asegura Minton refiriéndose a Londres, “si los precios de la comida hubieran aumentado lo mismo que los de la vivienda en las últimas cuatro décadas, hoy un pollo costaría 50 libras”. Aunque el incremento en la capital británica sea mayor que el de otros lugares, este es un fenómeno común en Occidente, y en muchas zonas de España se ha dejado sentir intensamente.

¿Y la vivienda protegida?


Al mismo tiempo, uno de los factores que más ayudaban a la estabilidad de los precios, como era la vivienda protegida, está en continuo descenso. Eran construcciones que se planificaban para garantizar que este bien esencial no quedase fuera del alcance de las clases menos favorecidas. Minton describe de forma extensa lo ocurrido en Londres, y aunque sus mecanismos son distintos de los españoles, es un mal que nos afecta: las diferencias son notables entre la época tardofranquista, cuando un elevado porcentaje de los pisos contaban con esa protección institucional, y la actual, en que esa clase de vivienda tiene un peso en el mercado muy escaso.

Si los salarios se estancan, la amenaza del paro sigue presente y la protección oficial está ausente, el alquiler es la única posibilidad

Y como tercer factor, este aumento de los precios de las viviendas ha tenido lugar en un escenario en el que los salarios se han estancado o han descendido para una parte importante de la población española, y más aún tras la crisis. Los créditos a espuertas de la burbuja animaron a esas clases de ingresos bajos a hipotecarse con la esperanza de pagar la propiedad en 30 o 40 años, pero ese mecanismo ya tampoco funciona.

No hay elección


Como resultado de estos tres factores, el alquiler ya no es una opción, es lo único a lo que se puede optar. Hay quienes aseguran que es mucho mejor que la compra, una ruinosa inversión, pero no es cierto en este contexto. Esa afirmación puede ser valorada por quienes pueden elegir entre una cosa y otra; el problema es que cada vez menos gente está en esa situación. Si los salarios se estancan, la amenaza del paro sigue presente, los bancos exigen cada vez más seguridad para conceder un crédito y la protección oficial está ausente, el alquiler es la única posibilidad.
Los padres ayudaron a los hijos con lo acumulado en los años buenos, pero de esa herencia no disfrutarán los nietos.

También para las clases medias: Minton describe varios casos de personas cuyos ingresos les permitirían afrontar una hipoteca, pero como el coste de la subsistencia ha aumentado (por los alquileres elevados, entre otras cosas), carecen de la posibilidad de ahorrar, justo eso que es necesario para conseguir lo suficiente para una entrada. El alquiler es el 'new normal', para unos y otros. Solo los ricos pueden comprar. En España ocurre algo similar, mitigado por el remanente que las familias acumularon en los años de la expansión económica, una herencia de la que los hijos se aprovechan, pero de la que es improbable que puedan disfrutar los nietos.

El negocio


Por eso la propiedad inmobiliaria se ha vuelto a convertir en un gran objetivo de inversión. Han ayudado los tipos de interés bajos, y en el caso europeo las políticas del BCE con la expansión cuantitativa, que han proporcionado efectivo a los bancos y a los fondos, que destinan a apuestas rentables. Las viviendas son una de ellas, en especial aquellas que por su ubicación aseguran ingresos continuados, y más con la llegada de empresas como Airbnb.

La nueva realidad en EEUU es que si no tienes la suerte de vivir en una propiedad de tus padres, tendrás que alquilarla a fondos como Blackstone

Esto ha producido cambios sustanciales en la distribución de la propiedad. Grandes fondos como Blackstone han empezado a comprar viviendas, locales y naves industriales de forma masiva. Como explica el inversor Simon Black, ya que carecen de capacidad para adquirirlos por separado, los están comprando por paquetes. EN EEUU el proceso es el siguiente: fondos de tamaño medio se hacen con diferentes propiedades y venden el paquete a los grandes; al mismo tiempo, quienes tienen entre sus activos entre 10-50 viviendas se los venden a los de tamaño medio. Y algunos incluso compran propiedades, las alquilan rápido, y sin haberlas pagado se las transfieren a los fondos pequeños.

La desigualdad en la vivienda


El efecto es doble: por una parte, la propiedad se está concentrando, incluso en un escenario tan fragmentado como es el parque de viviendas, de forma que “se está expulsando a los propietarios individuales”; en cuanto al usuario, “la nueva realidad en América, especialmente para los jóvenes, es que si no tienes la suerte de poder vivir en una propiedad de tus padres, te verás abocado a alquilar tu casa a fondos como Blackstone”.

El negocio cuenta con buenas perspectivas, porque el número de gente obligada a alquilar aumenta. Por eso invierten los fondos

Por más que parezca un panorama exagerado, no le falta cierta realidad. Como el acceso a la compra está cada vez más limitado, y una parte importante de la población está abocada al alquiler, la propiedad inmobiliaria se convierte en un negocio cada vez más rentable. Es por eso que Blackstone posee ya en España, tras la adquisición del ladrillo del Popular/Santander, un parque del tamaño de la Sareb. O por lo que compró un parque de 1.800 viviendas sociales en 2013; o por lo que cada vez más fondos han adquirido pisos en zonas de moda en Madrid o Barcelona. El negocio posee buenas perspectivas, porque el número de gente obligada a alquilar aumenta.

El verdadero problema


El coste social que conlleva este proceso es duro. Si solo es posible alquilar para mucha gente, su desprotección se incrementa, porque dependen para su subsistencia de que el coste de la vivienda mensual no se lleve la mayoría de sus ingresos. En un contexto de salarios escasos, con la amenaza del paro de fondo y con el colchón de las ayudas familiares menguando, es evidente que las cosas pueden complicarse en el futuro. Esa tendencia es la que está detrás del encarecimiento del nivel de vida en las grandes ciudades, que lleva a gente como Jan y su familia a seguir expuestos a los riesgos a pesar de que sus ingresos sean más que dignos. Y este es un problema con el que vamos a tener que lidiar cada vez con más frecuencia en los años venideros. Porque el problema no es si alquilamos o compramos, sino que cada vez mayor parte de nuestros recursos se destina a una vivienda que tiene menor calidad, al mismo tiempo que la propiedad del parque inmobiliario se concentra.

En otras palabras: lo que está ocurriendo es que, fruto de todos estos cambios, estamos pagando mucho más por contar con un lugar donde vivir, ya sea a causa del aumento de las cantidades que se pagan por las hipotecas (y del mayor número de años en que nos vemos obligados a hacer frente a los pagos mensuales) o del incremento del precio de los alquileres. La realidad es que bienes esenciales como la vivienda, la luz o el transporte son mucho más caros, mientras que los ingresos no crecen para la mayoría de la gente. No parece buena idea, pero nada apunta a que esta tendencia se ralentice o desaparezca.



                                                                        ESTEBAN HERNÁNDEZ  Vía EL CONFIDENCIAL 

Sánchez se pone el traje de hombre de Estado para apoyar al Gobierno en Cataluña

El secretario general del PSOE se pone del lado de Mariano Rajoy para responder al desafío soberanista: no quieren dejar ni una duda de su compromiso con la defensa del Estado y la unidad de España.

El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez Flickr PSOE

Pedro Sánchez cuelga la chaqueta de cuero y se pone el traje de hombre de Estado. El secretario general del PSOE hizo pivotar su campaña para las primarias en el 'no es no' a Mariano Rajoy, pero no ha dudado en llamar al jefe del Ejecutivo para trasladarle su voluntad de dar una respuesta conjunta al desafío de los independistas en Cataluña. ¿La razón? Los socialistas defienden que así están apoyando al Estado y a la unidad de España y ahí no quieren dejar el mínimo lugar a sospechas. Aunque parezca un ejercicio de equilibrismo la solemnidad del compromiso para Cataluña, extensible a la lucha contra el terrorismo, con la dureza con la que volverán a arremeter contra el líder del PP este miércoles cuando acuda al Congreso a dar explicaciones de la Gürtel.

"Hay que distinguir entre el Gobierno y el Estado", explican a este periódico desde Ferraz. El pulso de los soberanistas, que ya han dado a conocer los detalles de su ley de ruptura, es una "afrenta al Estado" y con el Estado están los socialistas, lo que implica que, "por responsabilidad", deben apoyar al Gobierno en la respuesta al desafío, dicen.

Por eso, el mensaje que lanzó este lunes la dirección socialista fue un cierre de filas total con el Ejecutivo, con el compromiso de ahormar una postura común. Un apoyo que llegó hasta el elogio, ya que el portavoz del PSOE, Óscar Puente, explicó que los socialistas creen posible ese acuerdo porque el Gobierno se está moviendo con "proporcionalidad y eficacia". Y si continúa así, dijo, los socialistas estarán a su lado.

Ni una palabra contra el "inmovilismo" que atribuyen desde hace años a Rajoy en materia territorial ni una línea roja más ni reivindicaciones políticas. Con la maquinaria independentista en marcha y la cuenta atrás para el 1 de octubre, los socialistas quieren poner todo el acento en el respaldo a la contestación a este desafío.

Por el momento, no hay detalles de qué medidas se pondrán en marcha. El PSOE no quiere entrar en ello, como tampoco quiere hablar de futuribles. ¿Apoyarán los socialistas que se impida físicamente la consulta? "El PSOE se pronunciará cuando llegue el momento,no vamos a abrir todas las hipótesis", fue la respuesta de Óscar Puente, muy comedido.

Por lo pronto, los socialistas mantienen su rechazo frontal a la ley de ruptura recién presentada, que para el PSOE no es más que otro "engaño" a la ciudadanía. Será el líder del PSC, Miquel Iceta, quien así lo exprese cuando esa ley llegue al Parlament, aunque después sus diputados no participarán en la votación, porque quieren que la sociedad sepa que su partido se desvincula por completo de este proceso. Y después, los socialistas apoyarán al Gobierno en las decisiones que tome y que se esperan en el campo jurídico. 
Los socialistas mantienen su rechazo frontal a la ley de ruptura, que para la formación no es más que otro "engaño" a la ciudadanía
Mientras tanto, eso sí, el PSOE quiere volver a poner encima de la mesa sus propuestas para Cataluña, un paquete de medidas que ya avanzó en julio, en una reunión conjunta con el PSC, y que sintetizó en la denominada 'Declaración de Barcelona'. Ahora, quiere explicar su desarrollo en iniciativas parlamentarias y así lo hará el próximo lunes en una reunión de la Ejecutiva federal.
Porque una cosa es la respuesta al desafío abierto y otra la crisis de fondo. El PSOE considera que lo primero se mueve en el terreno de lo jurídico y lo segundo, en el de la política. Y ahí va a hacer falta mucho trabajo, partiendo del diálogo. Por eso, su principal apuesta es la apertura de espacios para buscar vías de entendimiento, aunque no está muy claro si esos espacios arrancarán de inmediato con el debate sobre la reforma de la Constitución. Es el objetivo principal de los socialistas, pero por ahora no se sabe ni dónde ni cómo.

En la rueda de prensa de ayer, el portavoz se limitó a hacer un llamamiento a ese diálogo que consideran ahora "más importante que nunca" a la vista de la hondura de la crisis. No quiso hacer ninguna mención a las propuestas que se conocerán el próximo lunes, ni a su forma, ni a su fondo. Ya habrá tiempo de hablar del Estado plurinacional. 

Lo que está claro es que ahora los socialistas han querido priorizar el mensaje de respaldo al Gobierno, el mismo que mantienen en torno a los atentados del 17 de agosto en Barcelona y Cambrils (Tarragona). Ya lo avisó la portavoz del Grupo Socialista, Margarita Robles, cuando acudió al Pacto Antiterrorista en el Ministerio de Interior y así ha sido: ni una crítica a las autoridades ni a las fuerzas de seguridad.
El PSOE ha querido priorizar el mensaje de respaldo al Gobierno, el mismo que mantiene en torno a los atentados del 17-A. Ni una crítica a las autoridades ni a las fuerzas de seguridad
Desde entonces, los socialistas mantienen la prudencia y han evitado todos los debates. Es más, ya lo dijo Robles el pasado lunes y ayer lo reiteró Óscar Puente: cualquier consideración en materia de lucha antiyihadista la harán llegar por canales privados. En esta materia, asegura un dirigente de la Ejecutiva, los socialistas no quieren tener la iniciativa porque, consideran sería instrumentalizar el terrorismo y los socialistas "nunca" lo han hecho.

La dirección socialista sostiene que, con esta actitud, sólo cumple lo que ya ha prometido: en asuntos de Estado, el PSOE mantendrá una posición leal e institucional con el Gobierno, y la unidad de España y la seguridad lo son. Y esto es compatible, sostienen, con la oposición más férrea al Ejecutivo en el Congreso en el resto de materias.

El miércoles volverán a pedir la dimisión de Rajoy


Así se verá este miércoles, cuando el presidente del Gobierno acuda al pleno extraordinario forzado por la oposición para hablar de la financiación de su partido y la trama Gürtel. Allí, según adelantan fuentes de la dirección, el PSOE desplegará su tono más duro contra un presidente al que ven "acorralado por la corrupción". La línea será, avanzan, la que marcó el secretario general el día de la declaración de Rajoy en la Audiencia Nacional, cuando pidió, una vez más, su dimisión.

Los socialistas reconocen que este pleno no llega en el mejor momento, pero aseguran que ese día volverán a ejercer de la oposición más dura. Entre la unidad en Cataluña y contra el terrorismo, insisten, hay espacio para cargar contra un presidente que creen que "no está a la altura" del país.



                                                                                LAURA CALDITO  Vía  VOZ PÓPULI

GLACIAL: "LA GUERRA ESTÁ AQUÍ. Y VA A QUEDARSE"

«La guerra está aquí. Y va a quedarse. Es una guerra de la cual Europa puede salir destruida, si no se dota de un ejército y una inteligencia eficaces. Es lo que toca ahora. Planificarla en serio. O aceptar la derrota. Y no llorarla. Un hombre llora a puerta cerrada y con el  cerrojo puesto. Luego decide: lucha o muere."

Un hombre llora a puerta cerrada y con el cerrojo puesto. Y habla, ante los demás, tan sólo de lo grave, de aquello en lo cual la muerte –que es lo único grave– se dirime. Y lo hace con contención medida. Ante el absoluto al cual llamamos muerte, no es digna la retórica. De ningún tipo. Y el grito reviste siempre una autocomplacencia obscena.

Un hombre busca entender: conocer por qué tortuosos caminos llegó hasta él lo más terrible. Y toda su apuesta de hombre libre cabe en eso: no lamentarse. Por más que duela. Ni maldecir. Ni detestar siquiera. Un hombre cabe en la apuesta de dar fría batalla a las fuerzas más sombrías, sin perder un átomo de su luz racional. Porque sólo esa luz va a permitirle no ser derrotado.

Un hombre traza, en el tenebroso laberinto de las huellas, los vectores que forman el teorema asesino que hizo trizas su vida, sus sueños, las vidas y los sueños de los suyos. Y da cuenta glacial de esa lógica. Porque hay en el horror una lógica tan blindada como en la inteligencia o la alegría. Y casi nunca el malvado es tan sólo un perfecto imbécil. Las lógicas del mal son implacables y deben ser expuestas con el mismo primor con que un oncólogo dibuja el cuadro genético de un cáncer.

En frío, pues. Conviene hablar en frío y comedidamente del golpe que recibió España en Barcelona y Cambrils, la semana pasada. Tomar en serio la reivindicación de Daesh. Entender a qué enemigo nos enfrentamos. Y con qué medios. Y saber bajo qué condiciones ganaremos y bajo cuáles estaremos condenados a una derrota similar a la de aquel 11 de marzo que hundió el proyecto de modernidad española.


En frío, conviene hablar en frío, porque también de lo trágico común se debe escribir con el mayor sosiego. Y con el mayor rigor. Sobre todo, de lo trágico común. El sosiego riguroso es el lenguaje trágico. Paul Valéry lo fija en un axioma acerado acerca de las tragedias de Jean Racine: «en las más altas conmociones, respetar los subjuntivos». La emoción no exime de la lógica; la exige.

Respetemos los «subjuntivos» racinianos. Los cual, en el lenguaje del analista político, significa respetar la exposición clara de las determinaciones que confluyen en ese día de agosto en el cual un puñado de soldados de Alá –no un puñado de locos, ni siquiera de canallas, un puñado de soldados de Alá– consuma el mandato, que sus miembros han leído en el Corán, de matar a todo aquel que se empecine en negar la verdad única del Libro dictado al profeta por Alá. Ese libro de páginas de oro que, desde toda la eternidad, existe a la vera del Grande y Magnánimo, como atributo suyo.

La sentimentalización nos envilece. Siempre. Da igual que el grito sentimental sea buenista y positivo (el refugees welcome de esa inepta Carmena que llamaba a «empatizar» con Daesh tras los asesinatos de París, ¿llamará ahora a lo mismo?) o de bárbara exclusión fóbica (las voces irracionales que claman por hacer tabla rasa de los musulmanes). De nada sirven, en política, ni angelismos ni demonizaciones. A no ser de acicate para empujarnos al abismo. En esa medida exacta, todo sentimentalismo nos envilece, nos hace irracionales, estúpidos. Y vulnerables, por tanto. Envilece la verdad primordial de ese dolor sin palabras de lo trágico. Escribía el gran Luis Cernuda que, al igual que el amor, «debe el dolor ser mudo».

La retórica afectiva envilece, sobre todo, la más alta virtud de un hombre: la de entender lo que le ha sucedido. Y afrontarlo y combatirlo. Sin miedo. Y sin esperanza. Con lógica sólo. Ante lo trágico, no hay otra dignidad que no sea el cruel abrir los ojos a una búsqueda de la verdad que sólo nace del rigor. Sin una concesión. Sin una complacencia. Estamos en guerra. Hablemos de esa guerra. Planifiquemos ganarla. O aceptemos ser destruidos.

En enero de 2009 George Bush cerraba su mandato. La presencia militar americana garantizaba la pacificación del territorio iraquí. No eran necesarias virtudes proféticas para saber lo que sucedería si esas tropas eran retiradas. Estallaría una guerra que se extendería a todos los territorios colindantes. Fue lo que hizo Barak Obama, responsable último de lo que vino luego. Daesh se instaló en la zona abandonada por los americanos. Había aprendido de la derrota de Bin Laden. No basta una estructura de terror difusa. Para que ésta funcione, se requiere el soporte logístico de un Estado clásico, o de algo que germinalmente lo sea.

Fue lo que Al-Bagdadi proclamó desde Mosul. Dando origen a la guerra de exterminio más salvaje del siglo XXI. Hoy, Al-Bagdadi parece haber muerto, Mosul cayó, Raqqa está en trance de caer. El suelo del Estado Islámico se volatiliza. Y no queda más territorio sobre el que continuar la lucha que el de una Europa a la cual han afluido parte de los yihadistas que salvaron la vida. Empieza la segunda fase de la guerra. El territorio de Yihad no está ya al otro lado del estrecho. Está en un continente europeo que carece de un ejército común que merezca tal nombre.

Los yihadistas asientan su legitimidad simbólica en dos pilares. El primero, la numerosa población musulmana en Europa. El segundo, el carácter intemporalmente musulmán de ciertos territorios. España, sobre todo. Porque, conforme a la doctrina del Waqf, aquello que Alá entregó al islam una vez, lo entregó para la eternidad toda. Los yihadistas buscan apoderarse de Europa y recuperar su legítima propiedad en España. Es una diferencia relevante.

La guerra está aquí. Y va a quedarse. Es una guerra de la cual Europa puede salir destruida, si no se dota de un ejército y una inteligencia eficaces. Es lo que toca ahora. Planificarla en serio. O aceptar la derrota. Y no llorarla. Un hombre llora a puerta cerrada y con el cerrojo puesto. Luego decide: lucha o muere.


                                                                                      GABRIEL ALBIAC   Vía ABC  28/8/2017

lunes, 28 de agosto de 2017

FORMAS RETORCIDAS DE MIEDO

"Hace apenas unos años, esa institución nos ofrecía discursos tan iluminadores como el que Benedicto XVI pronunció en Ratisbona; hoy sus jerarquías callan medrosas, o evacuan inanes tópicos buenistas, o –misterio de iniquidad– participan en la estigmatización de las escasas voces disonantes, como le ha ocurrido al sacerdote Santiago Martín."



Juan Manuel de Prada


Resulta, en verdad, paradójico que el lema elegido para responder a los atentados yihadistas recientes haya sido No tenemos miedo cuando, si algo se palpa en la sociedad catalana y española, es precisamente el miedo. Un miedo colosal, apretado y espeso, que adapta las expresiones más retorcidas, como ocurre siempre en las sociedades traumatizadas.

Una de esas expresiones es la ofuscación ideológica. Desde el separatismo absorto en su quimera, la labor de los Mossos d’Esquadra se pretende presentar grotescamente como un éxito policial sin precedentes, en un esfuerzo patético por presentarse en la palestra internacional como una nación autosuficiente; y toda denuncia de la chapucería policial que ha rodeado los atentados se entiende como un sórdido intento de dividir a los catalanes y un bilioso ejercicio de manipulación mediática.

Pero sólo una sociedad corroída por un penoso síndrome de Estocolmo colectivo puede tragarse estas majaderías. Pues un análisis desapasionado nos muestra que la actuación de los Mossos d’Esquadra tras la providencial explosión del chalé de Alcanar es penosa. Si hubiesen hecho un registro mínimamente serio de los escombros causados por la explosión y hubiesen reparado en el alucinante arsenal de bombonas de butano que los terroristas atesoraban la masacre se habría evitado. Esto es un hecho incontrovertible; y tratar de negarlo es ofuscación ideológica de la peor calaña.

Pero no es esta ofuscación ideológica la muestra más retorcida del miedo que se ha adueñado de nuestra sociedad. Todavía más sobrecogedora resulta la persecución histérica de cualquier atisbo de pensamiento crítico, el furor censorio con que se castiga a las voces disonantes que se niegan a deglutir la alfalfa oficial. No estamos defendiendo, naturalmente, los burdos exabruptos racistas, ni las fanáticas lucubraciones conspiranoicas. Pero el furor censorio que se ha desatado contra las escasas voces que rompen el silencio de los corderos sólo es comprensible en sociedades genuflexas y temblonas, que son las más fácilmente manipulables. Quien se atreve a cuestionar la negligencia de las autoridades que se negaron a instalar bolardos en las calles es anatemizado como un propagandista del odio; quien osa señalar los errores teológicos más crasos del Islam es caracterizado como islamófobo. Así los manipuladores pueden conducir fácilmente al rebaño hasta el redil de sus intereses. Así un aberrante atentado islamista sirve como excusa para denunciar brotes de islamofobia. Chesterton nos enseñaba en La taberna errante que en el laicismo melifluo siempre se camufla un odio constitutivo y medular a la fe cristiana. Y también que el Islam era el catalizador que el laicista emplearía como ariete para derribar las enojosas barreras cristianas; pero que esta labor de derribo se esté realizando precisamente en estos días demuestra que la sociedad española es, en verdad, una masa genuflexa y temblona.

Y, mientras el miedo favorece el medro de los manipuladores, vuelve a helarnos la sangre en las venas el silencio de la única institución que podría traer luz en medio de las tinieblas. Hace apenas unos años, esa institución nos ofrecía discursos tan iluminadores como el que Benedicto XVI pronunció en Ratisbona; hoy sus jerarquías callan medrosas, o evacuan inanes tópicos buenistas, o –misterio de iniquidad– participan en la estigmatización de las escasas voces disonantes, como le ha ocurrido al sacerdote Santiago Martín. Así se cumple la terrible profecía de Cristo: “Os expulsarán de la sinagoga; y, cuando os maten, pensarán que están haciendo un servicio a Dios”.


                                                           JUAN MANUEL DE PRADA  Vía RELIGIÓN en LIBERTAD
                                                            Publicado en ABC el 26 de agosto de 2017.