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domingo, 30 de septiembre de 2018

LAS HIPOTECAS Y CHANTAJES DE SÁNCHEZ


/ULISES CULEBRO


Como dos negaciones afirman, cuando el presidente Sánchez asevera que su Gobierno ni tiene hipotecas ni admite chantajes, lo que en verdad hace es ratificar ambas evidencias. Difícilmente puede refutar lo uno y lo otro. Si la hipoteca es tan innegable que no puede sacar adelante un solo proyecto sin el apoyo de los socios que le auparon a La Moncloa, el chantaje es constatable de la manera tan abrupta en que lo ha sido la aparición de otra cinta del estudio de grabación del ex comisario de Policía, José Manuel Villarejo, actualmente en prisión preventiva. Mediante esta arma de destrucción reputacional, presiona para cobrarse los favores -muchos no confesables- que dispensó a algunos privilegiados con la moción de censura que desahució al cándido Rajoy mediante una confabulación de jueces y políticos con el ex magistrado Garzón como sumo sacerdote.

De hecho, las grabaciones comprometen a Garzón y a su estrecha colaboradora durante más de 20 años, la fiscal y hoy ministra de Justicia, Dolores Delgado. Claramente implicados en la operación político-judicial que muñó la sentencia del caso Gürtel en la que se cuestionaba la veracidad de la declaración de Rajoy como testigo y que, tirando de dicho hilo, lo dejó desnudo e indefenso. A ellos se les ha entregado, a modo de botín de guerra, el Ministerio de Justicia para que hagan y deshagan a conveniencia, además de para que Garzón ajuste cuentas con aquellos togados a los que imputa su apartamiento de la carrera.

Todo se inició hace ya nueve años en una cacería en Andújar. Como retrato de época de una Justicia de perro y escopeta, la pareja Garzón&Delgado, cual Bonnie&Clyde de la juripolítica, fue sorprendida celebrando, junto con el ministro de Justicia, Mariano Fernández Bermejo, y el inspector del caso Gürtel, Juan Antonio González, comisario general de Policía Judicial con el ministro Rubalcaba, haber ordenado el ingreso en prisión unas horas antes de varios implicados en esa trama corrupta de financiación ilegal del PP.

Luego, tras ser condenado en febrero de 2012 por interceptar las conversaciones que mantuvieron los cabecillas de la trama con sus abogados en la cárcel de Soto del Real, el inhabilitado juez se reengancharía en el caso Gürtel asesorando a Ricardo Costa, secretario general del PP valenciano, y propiciando un pacto con la Fiscalía para rebajar la pena a cambio de admitir la financiación ilegal del partido, así como a comprometer al ex presidente Camps. Curiosamente, las dos fiscales del arreglo prêt-à-porter habían avalado las escuchas ilegales que supusieron la inhabilitación al juez instructor. Un enredo muy propio de Garzón, perejil de todas las salsas.

Por fas o por nefas, al cabo de estos poco más de tres meses que Sánchez suma al mando del Gobierno, se respira una atmósfera tan viciada y asfixiante -incluso con los mismos personajes y parejos métodos- como la del Trienio Ominoso (1993-1996) que puso amargo colofón al largo adiós del felipismo tras 13 años y medio en La Moncloa. Todo ello después de tiempos revueltos en los que se encadenaban dimisiones y se dejaba a medio enterrar un cadáver político para acudir a sepultar al siguiente, mientras se imputaba a la Prensa crítica haber desatado poco menos que las siete plagas de Egipto contra el PSOE.

En aquel Trienio Ominoso, "todas las mañanas había un desastre real, no imaginario, un problema brutal", suele referir el biministro Belloch, quien hubo de fortificarse, junto a Margarita Robles, hoy ministra de Defensa y entonces secretaria de Estado de Interior, contra las acometidas de Garzón. Ahora, este último se ha resarcido cumplidamente al apoderarse, por ministra interpuesta, del Ministerio que apetecía y que González le negó dejándole con la miel en los labios.

No sorprenderá, por tanto, que se vislumbrara un rictus de regocijo en el rostro de Margarita Robles, su íntima enemiga, al contemplar cómo Delgado era un barco a la deriva sometida al oleaje de la oposición durante la sesión plenaria en la que fue reprobada por el Senado a causa de su mendaz conducta con el juez Llarena. Con su revanchismo, pretendía dejarlo a los pies de los caballos de los Tribunales belgas, presentando como una cuestión personal lo que era un cuestionamiento en toda regla del Estado de Derecho en España. Garzón y Delgado no ocultan su enemistad manifiesta con Belloch y Robles desde que Garzón regresó al Juzgado número 5 de la Audiencia Nacional, para retomar la investigación sobre los GAL.

Ahora el doctor Sánchez, ¿supongo?, como antaño González, asiste irremisiblemente a su propio drama. Como los protagonistas de la más célebre novela negra de Agatha Christie -Diez negritos- y que otrora abocó al fundador del PSOE moderno al abismo. De pronto, se abrió el suelo bajo sus pies. Al igual que a esos diez negritos de Agatha Christie, el pasado le dio alcance y le resultó imposible sacudirse de él.

Si entonces uno de los desencadenantes fue el comisario José Amedo, condenado por los crímenes de Estado de los GAL, ahora toma el relevo Villarejo al querer cobrarse las mercedes que, como todos los agentes dobles, obran en una dirección y en la contraria. Pero siempre guardándose las cartas marcadas que los conviertan en intocables para la hora en la que sus supuestos delitos o negocios a la sombra del poder puedan pasarle eventualmente factura.

Así, el desencadenante ha sido esta vez las grabaciones del ex comisario Villarejo que revelan la complicidad y conchabanza de éste con los actuales biministros de Justicia, esto es, con el ex juez Garzón y quien, por estar éste inhabilitado para cargo público, desempeña oficialmente el puesto, la fiscal Dolores Delgado. Esta última llega al extremo de aplaudir la extorsión del comisario a empresarios por medio de una red de prostitución para obtener "información vaginal" que sirva de aprovechamiento de lo que éste llama "El Gremio". "¡Éxito garantizado!", le jalea la hoy ministra sin censura ni repudio alguno hacia Villarejo del que se vale, junto a Garzón, para que le quite de en medio a agentes que no son de su estima.

Con ese piélago de hechos a cuestas de una fiscal en el ejercicio de su cargo, ésta debería ser ya una cesante. Además de estar expulsada de la carrera fiscal, como Garzón lo fue por hechos de naturaleza análoga. ¿Alguien se imagina lo que haría Lola, espejo oscuro, de vuelta a la Audiencia Nacional?
No debiera extrañar que Villarejo pretendiera mantener una cita con la actual ministra -Dos era su nombre en clave y M, de Mago, el de Garzón- para frenar la extradición del naviero Pérez-Maura a Guatemala a cambio de una suma que, presuntamente, rondaría los seis millones de euros, según la investigación judicial.

Cuando Villarejo, por medio del mismo procedimiento de las grabaciones, dejó en evidencia en 2015 al ex presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, actualmente en libertad provisional, Sánchez exigió su inmediata dimisión y endosó responsabilidades directas a Rajoy como presidente del PP y del Gobierno. Empero ahora cambia de doctrina, al igual que mide con distinto rasero ético a su ministro astronauta, Pedro Duque, con respecto a aquellos otros a los que, por similares razones fiscales, exigió (y se cobró) la dimisión del fiscal Moix, el ex ministro Soria o el podemita Monedero. Sólo le mueve cerrar la estafeta a la que Villarejo ha remitido su incriminadora grabación. A ver si así logra sellar la fosa séptica de este otro hombre de las mil caras como otros muchos mercenarios.

Por encima de bromas gruesas o de comentarios homófobos contra el juez Grande-Marlaska, hoy compañero de gabinete como ministro del Interior, o de que mintiera tantas veces, al menos, como San Pedro negó a Jesús, cuando dijo no tener relación con el comisario, la gravedad del caso Delgado reside en que coopera con unos chantajistas que no le ocultan sus métodos y a los que, por ejemplo, le regala confidencias del tenor de haber visto a jueces y fiscales españoles con menores de edad en Colombia.

En vez de denunciar a esos jueces por la comisión de un delito de ese calibre, los convierte en mercancía de extorsionadores. Cual ladrones que van a la oficina, estos aparentes servidores públicos parasitan al Estado y se valen de sus medios, no para preservar la seguridad de los ciudadanos que les pagan, sino para crear un mercado de extorsionables de los que servirse económicamente o para otros fines. ¡Cuántos flancos de la seguridad ciudadana quedan desguarnecidos mientras olisquea braguetas ajenas esta mafia que se apodera del Estado y se erige en un poder fáctico por su demoledora capacidad de destrucción!

El conciliábulo entre Villarejo, Garzón y Delgado en una marisquería madrileña para celebrar la medalla que le otorgó Zapatero parece una página de La tapadera, la novela de John Grisham que Sydney Pollack llevó al cine. Tom Cruise encarna a un prometedor abogado de Harvard que, pudiendo aspirar a los mejores bufetes, ingresa en uno de Memphis especializado en grandes patrimonios. Colmado de atenciones a su llegada, descubre que, tras una fachada honorable, se oculta una terrible realidad que no percibirá en toda su calado hasta que se le hace el encontradizo alguien que dice ser del FBI y que investiga el blanqueo de capitales por el crimen organizado. En la película, es constante la presencia de un personaje secundario con pinta de perro perdiguero que ejerce un cometido esencial. Como sicario de la organización mafiosa que está detrás del negocio y que vive empotrado en el bufete, impone la ley del silencio: "Me pagan por sospechar cuando nada induce a hacerlo".

Consciente del terreno peligroso que pisa, Sánchez no puede destituir a una ministra que se ha demostrado una compulsiva mentirosa y que encubrió como fiscal delitos de una enorme gravedad, sin poner patas arriba la tramoya sobre la que montó su moción de censura. Puede entregar libremente la cabeza de cualquier ministro menos la de Justicia.

No es cosa que Garzón se la juegue a él como a González por no hacerle biministro de Interior y Justicia, y le reabrió a mister X el caso GAL escondido en el cajón de muchos fondos de su despacho. Tampoco es cuestión de levantar la tapadera sobre la que montó su operación para defenestrar a Rajoy y de la que emergen iracundos los más siniestros habitantes de las cloacas del Estado. Se explica que el presidente se ponga fuera de órbita, viajando de la ceca a la meca, mientras sus ministros se meten bajo tierra.

Ante ese brete, el Gobierno adopta una posición victimista para no sentirse obligado a cerrar por derribo. Para aguantar el tipo, dispone de armas arrojadizas contra sus rivales, dado su control del medio televisivo y su manejo partidista del CIS, donde rige el algoritmo Tezanos: primero asigna el resultado y luego reparte los porcentajes para que cuadre la suma pretendida previamente. Pero Sánchez se ha tenido que abrir tanto de capa para atraerse los apoyos precisos que satisfagan su desmedida ambición de poder que ahora lo embisten por todas partes.

A medida que se pone cuesta arriba su objetivo declarado de llegar al 2020 y sus ministros se descuelgan por el trayecto, el doctor Sánchez, ¿supongo? es lógico que cavile, al otro lado del Atlántico, poner rumbo a unas elecciones. Mucho más al ver como apremian sus socios el pago de la deuda que contrajo, más sus intereses de demora, así como la insostenible situación de un Gobierno a la deriva y pendiente del siguiente negrito por caer.


                                                                               FRANCISCO ROSELL   Vía EL MUNDO



RESCATAR BARCELONA DEL NAUFRAGIO


El exprimer ministro de Francia Manuel Valls, en un acto de Societat Civil Catalana. EFE


Es quizá la operación política más interesante de cuantas se han puesto en marcha en los últimos tiempos en España y, si me apuran, en Europa, y desde luego una de las más importantes, cuya trascendencia rebasa con mucho lo nacional, naturalmente lo catalán, para inscribirse en el marco político de una Unión Europea en crisis que lucha por sobrevivir a unos nacionalismos dispuestos a dejar de nuevo al viejo continente a los pies de los heraldos negros de la guerra. Un ex primer ministro de Francia aspira a ocupar la alcaldía de una gran ciudad como Barcelona, un ayuntamiento cuyo presupuesto supera al de la propia Generalidad. Más allá de lo municipal, el envite apunta de lleno al corazón del problema que el separatismo plantea, con particular virulencia desde 2012, a la unidad de España y, por extensión, al propio proyecto de UE. Manuel Valls ha dinamitado el escenario. Por primera vez en mucho tiempo el nacionalismo ha perdido la iniciativa. Si su candidatura lograra conquistar la alcaldía de la capital catalana, los separatistas habrían recibido un rejón de castigo del que les costaría recuperarse. Esta realidad tiene voz pasiva: su fracaso haría aún más difícil el futuro del constitucionalismo en Cataluña.


La presentación de “Barcelona, ciudad europea”, que así se llama su candidatura, ha supuesto un auténtico terremoto en el mapa político catalán, rompiendo esquemas y alterando estrategias. El PSC es hoy un manojo de nervios. Si la desastrosa apuesta de Pedro Sánchez aceptando la presidencia del Gobierno de España con el apoyo de los enemigos de España puede en breve plazo terminar con la historia centenaria del PSOE, como ha ocurrido con tantos partidos socialistas europeos, las elecciones a la alcaldía de Barcelona podrían igualmente acabar con un PSC infectado hasta el tuétano por la metástasis de ese nacionalismo por el que siempre se ha sentido tentado, acomplejado, y nunca se ha atrevido a combatir. Todos ven ahora a Jaume Collboni encabezando una candidatura perdedora frente a la potencia emergente de Valls. El ex alcalde Jordi Hereu (2006-2011), sondeado por el gran bailarín Iceta, ha dicho que no a la aventura de un regreso, y algunos nombres pintorescos están sobre la mesa, caso del comediante Javier Sardá, y, más llamativo aún, del propio ministro de Exteriores, José Borrell, una auténtica bomba si llegara a confirmarse.    

Si el PSOE y su franquicia catalana, el PSC, hubieran resuelto sus viejos problemas de identidad para con España, problemas agravados por el giro a la izquierda de Sánchez y la gravosa hipoteca del apoyo nacionalista a su presidencia, no cabe duda de que la decisión lógica, además de democrática, incluso patriótica, sería la de integrarse en la candidatura de Valls para dar vida a ese gran bloque constitucional capaz de romper la espina dorsal de un separatismo supremacista y totalitario. A los mandos de un tipo tan volátil como Iceta no es descartable, en cambio, que el PSC se acabe integrando en la lista de los “comunes” de Colau, que en cuestión de suicidios no hay nada escrito. Lo mismo, o casi, podría valer para el PP catalán. Pablo Casado ha dicho que “no podemos desaparecer en la segunda ciudad de España; debemos tener una lista propia”. El riesgo para el PPC, que ni siquiera tiene candidato fuera de la eterna figura de cera de Alberto Fernández, es que la mayoría de los 60.900 votos (5,03%) que obtuvo en las municipales de mayo de 2015 opten por pasarse en bloque a la candidatura de Valls por aquello del voto útil, dejando al PP por primera vez fuera del Ayuntamiento, sin grupo parlamentario, una ominosa realidad adelanto de lo que podría pasarle al partido a nivel de Generalidad si Casado no varía pronto el rumbo de miseria impuesto a la nave por el nefasto tándem Mariano-Soraya.

De modo que a Casado no le quedará más remedio que poner cara de póquer durante un tiempo para, a última hora, anunciar su apoyo a la candidatura de Valls. A la fuerza ahorcan. Que el nacionalismo va a intentar conquistar la alcaldía de Barcelona para sumar la ciudad al proyecto separatista, lo ha dejado claro el candidato elegido a dedo por el prófugo de Waterloo: se trata del diletante Ferran Mascarell, otro socialista exquisito que tras militar en el PSC se pasó con armas y bagajes al bando de los malos: “nuestro objetivo es sumar esfuerzos para transformar la fuerza del 1-O en una fuerza política unitaria”. La unidad del “soberanismo”. El imparable deterioro de Barcelona como gran ciudad bajo el bastón de la sectaria Colau les importa un pimiento. Lo suyo es el miedo al descalabro que para el secesionismo significaría perder la alcaldía de la capital, miedo compartido por la propia actual alcaldesa, mala enemiga en cualquier caso, bajo cuyo mandato Barcelona se ha convertido en una ciudad “pequeña”, además de sucia, insegura, antipática y reñida con la libre iniciativa.

El nacionalismo, dividido


“No nos imaginamos demasiado concurrir contra ERC y la CUP”, ha dicho también Mascarell. Pues parece que sí, porque ERC persiste en su intención de no dejarse absorber por el trío Puigdemont, Torra y PDeCAT, los hijos políticos del trincón mayor del reino, Jordi Pujol, y de su directo heredero, Artur Mas. La formación que lidera Junqueras ha nombrado ya como cabeza de lista a Ernest Maragal, 75, el hombre sin atributos encargado en la sombra de la intendencia de su hermano Pasqual durante toda su carrera política, como alcalde de Barcelona (1982-1997) primero, y como presidente de la Generalidad (2003-2006) después. Discreto y falto de empatía, Ernest tratará de poner en valor el “espíritu” de su hermano, el ex alcalde que, gracias al éxito de los Juegos Olímpicos de 1992, logró situar a Barcelona en el mapa de las capitales más atractivas de Europa como ciudad cosmopolita y abierta al mundo, algo que ha dejado de ser bajo la presión combinada del separatismo de la derecha ladrona del 3% y del populismo ramplón de la extrema izquierda.

Es evidente que el candidato con más posibilidades para devolver a Barcelona el perdido esplendor de ciudad abierta, cívica y libre, es Manuel Valls. Una gran ciudad española, primero, y europea, después. Que un ex primer ministro galo llegara a ocupar la alcaldía de la antaño llamada Ciudad Condal supondría hacer realidad esa ciudadanía europea compartida, la ciudadanía sin fronteras que el separatismo pretende impedir. Nacido en Barcelona en 1962, Valls fue durante once años alcalde de Évry, una ciudad dormitorio de París, de modo que conoce de sobra el paño de la política local. Le queda por conocer los barrios, sus aspiraciones y miserias, pero tiene tiempo de sobra para ponerse al día. El constitucionalismo ha tomado la iniciativa por primera vez en mucho tiempo. Valls es el enemigo a batir. Y le van a dar sin piedad. Si como muestra vale un botón, aquí está el pintoresco comentario de un columnista de La Vanguardia esta semana: “Valls es como aquellos futbolistas que no sienten los colores de la camiseta. Una temporada juegan en un equipo y en la siguiente en otro. Y cuando ya no hay equipos que los quieran, cambian de liga”. Apenas una caricia comparada con lo que se le viene encima. Esta va a ser una campaña muy dura, aunque tampoco se puede decir que en la política francesa, que tan bien conoce Valls, repartan flores.  

Difícil saber si la apuesta puede o no tener éxito. La llegada del ex primer ministro a la alcaldía de Barcelona supondría un acontecimiento casi revolucionario capaz de traspasar las fronteras de lo “nacional”, como quedó patente con la presencia de decenas de periodistas extranjeros en la presentación de su candidatura. Fruto podrido del nacionalpopulismo, la población de Barcelona está muy dividida, partida en dos mitades separadas por un abismo que hace muy difícil el trasvase de votos de un bloque a otro. Su aparición en escena ha sido recibida con los brazos abiertos por las tan a menudo silentes clases medias, no digamos ya los ricos que habitan por encima de la Diagonal, y también por la Barcelona pobre, sorpresa, que suspira por un alcalde capaz de poner orden en el caos Colau. Todo dependerá, también, del equipo del que pueda rodearse, el talento que pueda incorporar, y el dinero que pueda gastar. La impresión de no poca gente es que Manuel Valls se ha metido en un auténtico avispero. La recompensa del triunfo, sin embargo, es el premio que espera a los valientes.



                                                                                   JESÚS CACHO    Vía VOZ PÓPULI

EN BUSCA DEL DORADO

Rodríguez Zapatero distorsiona los hechos y muestra una ceguera ideológica cuando sostiene que el éxodo venezolano es producto de las restricciones económicas impuestas por EEUU


/FERNANDO VICENTE


Cuando era estudiante universitario leí un libro del crítico norteamericano Irving Leonard sobre las novelas de caballerías y los conquistadores españoles que, creo, es muy útil para entender la idea que muchos europeos de nuestros días se hacen de América Latina. Según Leonard, los conquistadores llegaron a América con la cabeza impregnada con las fantasías de amadises y palmerines y la muy rica tradición mítica caballeresca y creyeron ver en el nuevo continente la encarnación de aquel mundo delirante de prodigios y riquezas sin fin. Eso explicaría cómo a lo largo y ancho de América lugares, ciudades y regiones repiten hasta el cansancio los nombres tomados de la tradición caballeresca y, también, las expediciones incesantes (y a menudo trágicas, como la de Lope de Aguirre por la selva amazónica) en que se aventuraban los españoles en busca de El Dorado, las Siete Ciudades de Cíbola y El Paraíso Terrenal.

Negarse a ver la realidad tal cual es y superponerle una imagen literaria puede dar magníficos resultados, desde luego, y nada menos que El Quijote es el ejemplo supremo. En el campo político, sin embargo, suele ser peligroso y provocar catástrofes. Dígalo, si no, el librito que manufacturó en los años sesenta del siglo pasado Régis Debray, Revolución en la revolución, con enseñanzas extraídas de la Revolución cubana y que era el perfecto manual para irse a las montañas con un fusil, instalar el foco guerrillero y de este modo extender el socialismo revolucionario por toda América Latina. Millares de jóvenes se hicieron matar por este dislate ideológico que, en vez de traer el Dorado comunista a América Latina, deparó una epidemia de dictaduras militares que causaron los estragos consabidos y que, hasta hace relativamente pocos años, fueron el gran obstáculo para la democratización y modernización del continente.

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Creo que la sorprendente declaración del expresidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, en Brasil, según la cual las restricciones económicas impuestas por Estados Unidos a Venezuela explicarían las migraciones de millones de venezolanos a Colombia, Ecuador, Brasil, Perú y otros países, sólo se entiende por una desnaturalización de la realidad latinoamericana semejante a la que llevó hace siglos a tantos españoles a lanzarse a la caza del "reino de la leche, el oro y la miel", en arriesgadas aventuras en las que, dicho sea de paso, solían perder la razón y, a menudo, también la vida.

Aquella declaración ha provocado furor entre los millones de venezolanos que han sufrido en carne propia la autodestrucción de su país por las insensatas políticas de Chávez y Maduro y la vertiginosa corrupción que las acompaña, y Julio Borges, uno de los líderes de la oposición (ahora en el exilio), lo ha llamado "enemigo de Venezuela". Más dura ha sido todavía la reacción de Luis Almagro, el Secretario General de la OEA (Organización de Estados Americanos), que ha calificado a Zapatero de "ministro oficioso de Relaciones Exteriores del Gobierno de Maduro", y, excediéndose en las formas, le aconsejó "que no sea tan imbécil".

El señor Almagro se equivoca; no hay rastro de imbecilidad en las cosas que dice Rodríguez Zapatero sobre Venezuela; sí, en cambio, de enajenación ideológica, una distorsión radical de unos hechos por otros, que convierten a los demagogos semianalfabetos que provocaron el empobrecimiento y la ruina más catastrófica de un país en toda la historia de América Latina, en meras víctimas del "imperialismo norteamericano". Éste sería el causante de que el país potencialmente más rico de América Latina, y acaso del mundo, sea en nuestros días una sociedad miserable y paupérrima, sin comida, sin medicinas, sin divisas, salvo para la muy pequeña minoría de ladrones desaforados que, mientras la inmensa mayoría se empobrecía, se llenaba de riquezas y las sacaban al extranjero. (Aconsejo a mis lectores a este respecto la muy seria investigación publicada en EL PAÍS, de España, el 10 de septiembre de 2018, con el título de El opulento desembarco en España de los millonarios venezolanos).

El señor Rodríguez Zapatero desempeñó ya un triste papel, como persona supuestamente neutral, en el diálogo entre el Gobierno de Maduro y la oposición, que tuvo lugar en la República Dominicana, y en el que trató de que las fuerzas políticas opositoras participaran en unas elecciones para legitimarlas, pese a que, como era obvio para todo el mundo, estaban amañadas de antemano por un Gobierno que tiene ahora, por lo menos, a tres cuartas partes del país en contra suya. ¿Por qué han huido de Venezuela si no esos dos millones y medio de venezolanos, según cifras de la ONU? La insensibilidad y la ceguera que produce el fanatismo político impiden al exgobernante español conmoverse con esas miles de madres que, caminando cientos de kilómetros, van a parir a Colombia, Brasil y el Perú, porque en los hospitales venezolanos ya no hay ni siquiera agua —no se diga medicinas— para atenderlas. ¿Por qué tiene Venezuela la más alta inflación del mundo? ¿Por qué es el país que también ha batido todos los récords de criminalidad?<TB>El mismo día que el expresidente Zapatero presentaba a Venezuela como una pobre víctima del imperialismo norteamericano, otro organismo de las Naciones Unidos acusaba al Gobierno venezolano de practicar la tortura sistemática a los prisioneros políticos y llevar a cabo cientos de ejecuciones extrajudiciales. ¿Es igualmente todo eso obra de la villanía de los Estados Unidos?

En España José Luis Rodríguez Zapatero era socialista y aunque su Gobierno no fue nada exitoso —su empeño en negar la crisis durante un año impidió que se tomaran los correctivos necesarios y sólo se adoptaran de manera tardía y con un costo social mayor— pero respetó las libertades públicas y las instituciones democráticas. ¿Cómo es que, en América Latina, defiende a un régimen comunista que es ya una segunda Cuba? Porque, al igual que sus muy remotos ancestros, anda buscando allá, en tierras americanas, el Dorado o las Siete Ciudades de Cíbola, desvaríos que la Europa de nuestros días, de países democráticos empeñados en la ambiciosa política de la integración, ya no permite.

Ellos son igualmente anacrónicos en la América Latina contemporánea. En ella han desaparecido los regímenes militares que hicieron tanto daño y causaron tantas injusticias y sufrimientos. Y han desaparecido también las románticas guerrillas que, en vez de traer la justicia, sirvieron para justificar a los regímenes castrenses e impidieron a las frágiles democracias asentarse y progresar. Hoy en día hay democracias (imperfectas, por supuesto) en casi todo el continente y las anomalías son, precisamente, Cuba, Venezuela y Nicaragua, con sus gobiernos totalitarios, que han pulverizado todas las libertades y contra los que la resistencia significa arriesgarse a la tortura y la muerte. Las fantasías ideológicas son en nuestros días tan írritas y mentirosas en América Latina como en la Europa donde nacieron y desaparecieron hace ya mucho tiempo.


                                                                                    MARIO VARGAS LLOSA   Vía EL PAÍS

Derechos mundiales de prensa en todas las lenguas reservados a Ediciones EL PAÍS, SL, 2018. © Mario Vargas Llosa, 2018.

LAS HORAS MÁS OSCURAS DEL GOBIERNO SÁNCHEZ

Ha pulverizado todos los estándares éticos de los que presumía y que le sirvieron para erosionar al anterior Gobierno del PP y provocar la moción de censura que le llevó a la Moncloa


Pedro Sánchez. (EFE)


La actualidad que sacude a España ha adquirido tonalidades oscuras. El Gobierno se ha instalado en una deriva peligrosa frente al silencio ominoso de una parte de la prensa y la complacencia de una opinión pública que prefiere tragar con los abusos del Ejecutivo antes que con la corrupción del Partido Popular y que da por normal algo que no lo es ni lo debiera ser nunca. La simple enumeración de los hechos resulta indigesta.

Se ha tratado de burlar al poder legislativo colando una enmienda para la reforma de la Ley Orgánica de Estabilidad Presupuestaria en una Ley de Violencia de Género que nada tiene que ver con la materia en cuestión; se ha querido acogotar al poder judicial con una lluvia fina de declaraciones (Cunillera, Borrell, Iceta…) en las que sugieren a los magistrados cómo tienen que actuar con los presos y huidos catalanes en aras de una desinflamación que deja imágenes como las de ayer en Barcelona, y en tercer lugar, como si no les bastara con abrir estos frentes, se han lanzado a la yugular de la prensa crítica escudándose en los manidos argumentos de la posverdad y 'fake news'.

En solo 120 días, este Ejecutivo, a la sazón el más débil de la democracia, ha desafiado al legislativo, al judicial y al cuarto poder, el de la prensa

Los mismos que querían derogar la ley mordaza por fascista abogan ahora por poner límites a la libertad de expresión ante la necesidad de proteger al sistema frente a informaciones falsas. "Estamos ante el viejo dilema de la autorregulación o la regulación. Esa vieja frase en la que hemos vivido de que la mejor ley de prensa es la que no existe, ¿por qué?", se preguntaba la vicepresidenta Carmen Calvo, para luego pedir a los medios que "asuman responsabilidades".

No solo es burdo el globo sonda sino también el momento que han elegido para lanzarlo, justo en estos días en los que la prensa, ejerciendo su legítima y necesaria función de contrapoder, ha puesto negro sobre blanco las mentiras y contradicciones del Ejecutivo: desde los plagios de la exministra Montón a las vitriólicas relaciones de Dolores Delgado con las cloacas del Estado.


La vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo. (EFE)
La vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo. (EFE)

Como deben pensar que la regulación propuesta por Calvo va para largo y se encuentran acorralados ante la "cacería" y el "acoso brutal" al que, según ellos mismos denuncian, les está sometiendo la prensa, han decidido coger la calle de en medio. Así, el pasado viernes, dos agentes del Cuerpo Nacional de Policía vestidos de paisano se personaban en el digital 'Moncloa.com' para pedir las grabaciones de la célebre comida del excomisario Villarejo con la actual ministra de Justicia que tantos quebraderos de cabeza les está causando.

Ese mismo día, Baltasar Garzón, exjuez y amigo personal de Delgado, presentaba una denuncia por descubrimiento y revelación de secretos contra El Confidencial y personas vinculadas a la investigación del caso Tándem.

El celo que está mostrando el Gobierno socialista y sus satélites por saber quién está detrás de la información, escudándose en que se están filtrando secretos y conversaciones que se enmarcan en la esfera privada, resulta encomiable. Decimos "encomiable" porque no recordamos que esgrimieran argumentos similares cuando se publicaron el ‘Cablegate’ de Julian Assange, los mensajes de Bárcenas a Rajoy o las grabaciones de Granados.


Baltasar Garzón y Dolores Delgado, en una imagen de 2014. (EFE)
Baltasar Garzón y Dolores Delgado, en una imagen de 2014. (EFE)

Llueve sobre mojado. En 120 días, este Ejecutivo, a la sazón el más débil de la democracia, ha desafiado sin que le tiemblen las canillas al legislativo, al judicial y al cuarto poder, el de la prensa. Montesquieu ha muerto, ¡viva Montesquieu!

Siendo ello burdo y peligroso, la mayor arbitrariedad de todas es la que el Gobierno socialista ha perpetrado en el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). Primero, poniendo al frente del mismo a José Félix Tezanos, un hombre al servicio del partido, y luego modificando los barómetros y el método de cálculo de la intención de voto para, como denunciaba Ignacio Varela en este periódico, teledirigir a la opinión pública en pleno ciclo electoral y convertir el centro en una sucursal del 'agit-prop' oficialista.

Además de echar por tierra la credibilidad del CIS, esta añagaza demoscópica tiene negativas consecuencias para investigadores y universidades. "Las críticas específicas a la estimación concreta presentada en el barómetro no resultan infundadas", publica Agenda Pública. "Esto, en sí mismo, sería anecdótico si no afectara a la credibilidad futura de una institución como el CIS, en la que trabajan muchos profesionales muy experimentados y que han contribuido enormemente a nuestro conocimiento de la sociedad española".

En 2014, el socialista Antonio Romero tuvo que retirar su tesis de la UNED por plagio. ¿Saben quién era el director de la misma? Tezanos

Lo de Tezanos no pilla por sorpresa. En el año 2014, Antonio Romero, exsecretario de Organización del PSOE de Madrid, tuvo que retirar su tesis doctoral en la Universidad Española de Educación a Distancia (UNED) por un caso que guarda ciertas similitudes con el del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Lo hizo tras las acusaciones de plagio recibidas. En concreto, uno de sus artículos publicado en una revista científica había sido fusilado a un autor italiano. Le pasaron el 'Turnitin' a la tesis y dio un 16% de coincidencias, solo tres puntos más que la de Sánchez. Por todo ello, se vio obligado a retirarla.

¿Saben quién era el director de la mencionada tesis doctoral? Efectivamente, José Félix Tezanos, que no vio o no quiso ver plagio por ningún lado, y que señaló que su pupilo Romero estaba siendo víctima de una campaña de acoso por motivos políticos. ¿Les suena?

El Gobierno Sánchez ha pulverizado en apenas cuatro meses todos los estándares éticos de los que presumía y que le sirvieron para erosionar al anterior Gobierno del PP y provocar la moción de censura que le llevó hasta la Moncloa.

Con todo y con eso, lo grave no es la falta de coherencia en su discurso de regeneración, lo realmente preocupante es la injerencia y control del poder ejecutivo sobre el resto de poderes y los abusos que está llevando a cabo.



                                                                            NACHO CARDERO  Vía EL CONFIDENCIAL

sábado, 29 de septiembre de 2018

SE ENCIENDEN LOS INDICADORES DE LA CUENTA ATRÁS

Reacción clásica de un Gobierno aturdido es arremeter contra el mensajero. La vicepresidenta sugiere la necesidad de "intervenir" en los medios de comunicación


El presidente Pedro Sánchez en su intervención ante la Asamblea General de Naciones Unidas. (EFE)


En la parte del escritorio que los analistas políticos reservan al seguimiento del Gobierno han saltado los primeros indicadores de la cuenta atrás. Uno, los amagos de adelanto electoral en forma de advertencia. Y otro, la ira contra el mensajero.

Es la resulta de hacer camino al andar con unos aliados (Podemos y nacionalistas) de aversión declarada a la Constitución y al Rey. Además, competidores del PSOE en el mismo caladero de votos por la izquierda. E independentistas que se quieren ir de España o que España se siga yendo de Cataluña.




Primero fue José Luís Ábalos, ministro de Fomento, quien la semana pasada sugería el adelanto de las elecciones si fracasaba la aprobación de los Presupuestos. "La ausencia de cuentas lleva a una situación de ingobernabilidad", dijo. Ahora ha sido el propio Pedro Sánchez desde Nueva York. Mirando hacia sus costaleros, señala el camino de las urnas si estos se empeñan en crear conflictos donde Moncloa propone diálogo.

Otra reacción clásica de un Gobierno aturdido es arremeter contra el mensajero. Creíamos que nunca volveríamos a escuchar a un gobernante sugiriendo la necesidad de "intervenir" en los medios de comunicación con el fin de "regular la libertad de expresión y el derecho a la información".

Del "no me voy a rendir" de Sánchez, una semana antes en la Casa de América, al "iremos a las elecciones si se prioriza el conflicto"

Esos entrecomillados pertenecen a un desahogo verbal de la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, contrariada por el eco mediático de escándalos sobre compañeros de Gabinete. El presidente no ha ido tan lejos. Se ha limitado a relacionar el abominable uso de las ‘fake news’ (noticias falsas) con el engorde artificial de su tesis y los culebrones de los ministros Montón, Delgado y Duque.

Lo demás ya lo hacen por la derecha PP y Ciudadanos tratando de acorralar a un Gobierno débil y políticamente descoordinado. La portavoz, Isabel Celaá hablaba ayer de "brutal acoso" de una oposición que insiste en la deuda contraída con quienes apoyaron a Sánchez en su "destructiva" moción de censura. Todos los analistas coinciden en que les unió el rechazo a Rajoy, no la adhesión a Sánchez. Un pecado original cuyos efectos vemos en la falta de una remada conjunta por resolver los verdaderos problemas de la gente, que no son precisamente la tesis del presidente, los huesos de Franco, la sociedad patrimonial de Duque o los tardíos pecados de juventud de unos altos funcionarios en Cartagena de Indias.

El "no me voy a rendir" de una semana antes en la Casa de América (la malograda celebración de los cien primeros días en Moncloa) ha cedido el paso mediático al "iremos a las elecciones si se prioriza el conflicto" de Sánchez en Nueva York.

Se lo oí decir este día a un exministro de Zapatero: "A partir de ahora, Sánchez tendrá que gobernar en un estado de emergencia permanente"

Cuando el lunes vuelva al despacho tendrá que enfrentarse al hecho de que sus ministros están divididos sobre la conveniencia de ir ya a elecciones o seguir esperando, que se ha quedado sin cuentas públicas propias para 2019, que su socio preferente, Pablo Iglesias, tira de hemeroteca para ponerle frente a su listón de exigencias éticas mientras le recuerda que sin Presupuestos no se puede gobernar, que las cintas de Villarejo pueden haber chafado la candidatura de Baltasar Garzón a la alcaldía de Madrid, que en el fondo de armario del excomisario queda mucha basura, que los independentistas catalanes vuelven a incendiar la calle en el primer aniversario del 1-O de octubre…

Se lo oí decir este día a un exministro de Zapatero: "A partir de ahora, Sánchez tendrá que gobernar en un estado de emergencia permanente".

Lo dicho.


                                                                                 ANTONIO CASADO  Vía EL CONFIDENCIAL

CARMEN CALVO SE INTOXICA CON LOS VAPORES DE LA CLOACA



Baltasar Garzón, Dolores Delgado y José Manuel Villarejo


A la sombra de las sombras se encuentra José Manuel Villarejo, el hombre huidizo de la gorra, las gafas y la boina. La versión española de aquel coronel Kurtz, de Apocalipsis Now, un militar renegado que sirvió para el Estado hasta que se dio cuenta de que podía amasar más poder si trabajaba en su contra que a su favor. Entonces, se parapetó detrás de un ejército de fieles guerreros -en la jungla camboyana- que le consideraba un semidiós. “He visto horrores... horrores que tú no has visto”, afirma en un momento del filme, en la penumbra, donde Francis Ford Coppola trataba de ocultar al espectador la inesperada morbidez de Marlon Brando, consecuencia de su desajuste mental. No hay duda de que Villarejo también está familiarizado con esos horrores. Los del Matrix de España, esa realidad paralela donde los ejemplarizantes ejecutivos de cuello blanco dejan su rigidez en el ropero de un “prostíbulo de chinas” y (supuestamente) proveen a los (presuntos) extorsionadores de su codiciada “información vaginal”.


Siempre que se abre la tapadera de la cloaca sube a la superficie una insoportable hediondez que enturbia el ambiente. Eso sí, quien la resiste puede apreciar que había una fiesta delante de sus narices de la que no era consciente. Recuerda a esas pajarerías de los Estados Unidos de la Ley Seca que, al caer la noche, servían whisky de importación y se llenaban de borrachos y ciudadanos especialmente animosos. De la fiesta patria participaban todo tipo de personajes de renombre: desde una princesa que no tiene sangre azul, pero sí un especial ojo para los negocios; hasta un pijo madrileño que decía estar conectado con el CNI. También acudió a la alcantarilla una ministra especialmente histriónica y un juez que nunca escatimó esfuerzos para convertirse en un mito. Amén de varios periodistas que demostraron una fe ciega en quienes manejaban todo aquello. Tanta, que alguna vez tuvieron que recurrir a un informe ad hoc para que se les pasara el susto por lo publicado. Allí no cabía un alfiler.

Detenido el excomisario Villarejo acusado de cohecho y blanqueo de capitales
Detenido el excomisario Villarejo acusado de cohecho y blanqueo de capitales JORGE ZAPATA
El tarro de las esencias de la cloaca se ha vuelto a abrir esta semana con la difusión de los audios de una comida que mantuvieron Villarejo, el exjuez Baltasar Garzón, la ministra de Justicia, Dolores Delgado y un par de hombres de confianza del excomisario encarcelado. Se ha acostumbrado el Gobierno de Pedro Sánchez al “olor a napalm por la mañana” -recurriendo a otra frase de Apocalipsis Now-, pues raro es el día en el que no se desayuna en Moncloa con alguna información que pone en cuestión la buena reputación de los miembros del Gobierno. Desde Pedro Duque, el astronauta, hasta Carmen Montón, la exministra de Sanidad.

El medio de comunicación que ha difundido estos audios es Moncloa.com, que, según explica su responsable, Joaquín Vidal, cuenta con 3 horas y 40 minutos de grabaciones de la mariscada, en la que la ministra -entonces fiscal de la Audiencia Nacional-, entre otras cosas, fue informada por Villarejo de que había puesto en marcha (supuestamente) una red de prostitución para extorsionar a algunos de los más insignes compatriotas.

La astracanada de Carmen Calvo


Pocas horas después de que trascendiera esta información, la vicepresidenta, Carmen Calvo, comparecía en una de esas aburridas jornadas sobre las fake news -plagadas de lugares comunes- y aseguraba que los bulos en internet son las “nuevas armas” que utilizan los enemigos para hacer la guerra. “Quizá el riesgo es ya tan grande que debemos empezar a tomar decisiones para que nos protejan”. En otras palabras, abría la puerta a regular sobre la libertad de expresión, al considerar que el modelo de 'autogestión' que existe en los medios de comunicación no funciona como es debido.

Pese a que las voces más corporativistas lo nieguen, es una evidencia que un buen número de medios ha renunciado a la verdad por su febril defensa de ideología trasnochada y de grupos de poder; o por su absurda obsesión con 'el clic'. No faltan bandidos en la prensa que obvian cualquier norma ética y profesional por estas razones; o que airean u ocultan información en función de qué compañía del Ibex-35 paga mejor o peor. Ahora bien, acierta la Federación de Asociaciones de la Prensa de España (FAPE) cuando afirma que “cada vez que los gobiernos tratan de regular sobre la libertad de expresión es para limitarla” y que, por tanto, el remedio podría ser peor que la enfermedad.
Acierta la FAPE cuando afirma que “cada vez que los gobiernos tratan de regular sobre la libertad de expresión es para limitarla” y que, por tanto, el remedio podría ser peor que la enfermedad
La ministra que afirmó que había sido “cocinera antes que fraila” o que “el dinero público no es de nadie” quizá no tuvo en cuenta en su discurso que asignar a un Gobierno la tarea de regular la libertad de expresión equivaldría a poner al lobo a cuidar las ovejas. Su propio discurso incluyó una media verdad, dado que decía que Alemania, Francia o Reino Unido sopesan tomar medidas para regular las fake news, pero omitió, entre otras cosas, que el grupo de expertos al que designó la Comisión Europea para abordar este problema descartó la posibilidad de crear una normativa al respecto, al considerarla contraproducente.

La vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo.
La vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo. EFE
Sería de locos confiar en el Ejecutivo y el legislativo para fijar los límites de la libertad de expresión, a tenor de las maniobras que los gobernantes de este país han realizado durante años para convertir a RTVE en su perrito faldero. Por otra parte, en un momento en el que la sombra de lo políticamente correcto se ha extendido y se ha desatado una especie de caza de brujas contra quienes osan desafiarla –y en eso están varios lobbies que mantienen una relación osmótica con el PSOE-, parece que intentar regular sobre el derecho a informar tendría más peligros que ventajas. Y no, la voz del Gobierno no parece la más indicada para hablar de bulos, infundios y buen periodismo. Máxime después de ofrecer varias versiones contradictorias para intentar mantener a la exministra Montón en su puesto; o de haberse acostumbrado a emplear complicados equilibrismos verbales para justificar sus desatinos o rectificar sus decisiones.

Alto, la policía


Este viernes, un día después de que Carmen Calvo pronunciara el citado exabrupto, la Policía Nacional se presentaba en las dependencias de Moncloa.com para requerir la grabación de la francachela entre Villarejo, Garzón, la ministra y compañía. Lo hacía pese a que los responsables de este medio habían informado a la Fiscalía Anticorrupción de su voluntad de poner a disposición el citado material, según ha explicado a Vozpópuli su responsable, Joaquín Vidal. Quien haya enviado a los agentes a buen seguro conoce la intención de este medio de comunicación de publicar nuevas informaciones sobre ese almuerzo, que, al parecer, incluyen la suficiente dinamita para causar un daño importante a personas presentes y ausentes en el convite de la marisquería Rianxo.

Mientras tanto, la Cadena SER se ha descolgado con dos noticias en las que asegura que la Audiencia Nacional ha iniciado una investigación para tratar de determinar la relación con Villarejo de Moncloa.com, a la que llegó a calificar como “un instrumento” a su servicio. El medio aludido ha desmentido cualquier nexo con el comisario y ha anunciado que tomará medidas legales contra “los autores y responsables de la publicación de estas informaciones de los medios del Grupo Prisa”.
Confiar en que la autorregulación va a solucionar este problema resulta naíf. Tampoco una ley lo acotaría.
“Ni siquiera nos llamaron para contrastar la noticia ni pusieron ningún micrófono a nuestra disposición”, ha criticado Vidal. Desde luego, no creo que sea acertado emprender una cacería contra el mensajero en este momento, cuando lo que cuenta es verdad. De hecho, no creo que haya muchos medios que rechazarían publicar estos audios si los tuvieran en su poder.
Dicho esto, conviene tener en cuenta que cada vez existe una mayor competencia en el ecosistema del periodismo digital; y eso ha provocado que quienes guardan alguna cuenta pendiente con el poder –desde dentro o desde fuera- dispongan de cada vez más plataformas a las que recurrir para ajusticiar a sus enemigos. Los medios más pulcros, contrastan y seleccionan la información que reciben. Pero existen precedentes en los que se han publicado infundios o material nauseabundo sin ningún tipo de rubor, en medios que pertenecen a periodistas que han perdido el juicio, a constructores imputados o a empresarios con muchos puntos oscuros. Confiar en que la autorregulación va a solucionar este problema resulta naíf –y menos una ley-. La clave se encuentra al seguir el rastro del dinero. ¿Por qué las grandes empresas financian a los Ausbanc y a otros pistoleros de sobra conocidos? La respuesta es demasiado vergonzante.

Más allá de la oposición que se han encontrado en Moncloa, en Ferraz y en algunos medios de comunicación, lo cierto es que las grabaciones desveladas por Moncloa.com resultan muy reveladoras, en cuanto a que muestran uno de los puntos de intersección entre el poder judicial y las alcantarillas del sistema. Que habría que ser demasiado confiado para pensar que es el único. Cierto es que pocas conversaciones informales, en persona o telefónicas, pasarían por el filtro de la corrección. Pero no lo es menos que encima de esa mesa se habló de asuntos que podrían ser delito. Con una fiscal –hoy ministra- de cuerpo presente. Por esta razón, señora Carmen Calvo, antes de tratar de acotar el marco de actuación de los demás, trate de auditar lo suyo.


                                                                                     RUBÉN ARRANZ   Vía VOZ PÓPULI


MANUEL VALLS

Reúne todos los requisitos para que Barcelona vuelva a ser lo que fue: un faro, no solo para Cataluña, sino también para España


José María Carrascal


Barcelona tiene la gran ocasión de volver a ser la ciudad abierta, creativa, con un tesoro patrimonial enorme, un futuro prometedor, puerta de entrada de las últimas corrientes culturales y científicas a España, sin perder nada de su señorío, una «ciudad museo» (basta echar calle Aribau arriba contemplando fachadas) sin perder un ápice de vanguardismo, la «perla del Mediterráneo», en suma, como decía una canción de Bonet de Sampedro hace medio siglo. Todo ello se ha ido al traste con la marea de cochambre, mal gusto, inoperancia que la ha inundado al caer en manos de independentistas y antisistema, lo más opuesto posible al sentido de modernidad que Barcelona siempre ha representado. Se empieza perdiendo las formas y se acaba perdiendo el fondo, que es lo que le ha ocurrido en los últimos tiempos. Pues si el Barça es algo más que un club, Barcelona es bastante más que una urbe.

La oportunidad de salir de tal postración tiene un nombre: Manuel Valls. Ya el hecho de que un ex primer ministro francés quiera ser alcalde es un honor y un lujo para cualquier ciudad europea. Si se le añade que ese expremier fue además alcalde, diputado y ministro de Interior con éxito, el círculo se cierra. No quiero añadir lo de «socialista», pues Valls llega desprendido de la etiqueta ideológica, siempre divisiva, y el único adjetivo con que se adorna es «transversal», que abarca todos los matices y, desde luego «europeísta», que es lo que más necesitamos hoy, sobre todo en Cataluña, que siempre lo fue. «Un soplo de aire fresco» podríamos llamar su candidatura, parodiando al «vaso de agua clara» con que Pemán definió el catalán, que, por cierto, Valls habla con una pureza exquisita, tras haberlo aprendido en su niñez barcelonesa en el barrio de Horta. Reúne, en fin, todos los requisitos para que Barcelona vuelva a ser lo que fue: un faro, no sólo para Cataluña, sino también para España.

Que tiene esa posibilidad lo indica la furia con que todos los causantes de que Cataluña se esté quedando no ya sin sus empresas, sino también sin sus mejores mentes, se han lanzado en tromba contra él, dispuestos a usar cuantos medios tengan a su alcance para impedir que llegue a su meta. La único para evitarlo es que las fuerzas constitucionalistas se unan tras él. Lo que hasta ahora ha sido imposible por sus rivalidades internas. Ciudadanos ha sido la primera en respaldarle y, en cierto modo, apadrinarle, aunque él quiere ampliar su campo. Los un día grandes partidos, de capa caída en Cataluña, PSC y PP, se resisten a perder sus siglas. Pero está en juego algo más que unos nombres y unos sillones, ya que Valls puede representar el cambio de marea en una Cataluña que, de ser la parte más europea de España, está hoy aliada con quienes combaten la Unión Europea y pugnan por volver al nacionalismo más burdo, agresivo y aldeano.


                                                                                  JOSÉ MARÍA CARRASCAL   Vía ABC


LA RECETA DEL REVOLUCIONARIO





Retorno, por fin, al hilo de la vida cotidiana. En Madrid unos días y el último fin de semana en Mallorca pusieron coto, al comenzar septiembre, al placentero verano en el pueblo. 

Si a Madrid me trajeron afanes de familia y la muerte de un amigo de gran parte de mi vida -el profesor y letrado J. Pérez Alhama-, a Mallorca me han llevado tan sólo sagrados deberes de amistad: otro fallecimiento; esta vez del sacerdote don Sebastián Planas, amigo de poco tiempo, pero de arraigo y fondo.

Porque –desde la silla de ruedas, a la que se vió atado los últimos años de su vida- me supo dar, a parte de otras más, una sobresaliente lección de gran humanismo y buen tono: la de que es necesario reír -o quizá mejor sonreír- a pesar de todo, hasta cuando las cosas pudieran invitar más a llorar que a reír. Y en ese “todo” lo incluyo todo; lo cual no deja de ser una versión muy plástica y fiel de ese gran indicador de la madurez humana que es la “buena tolerancia” -no una baja tolerancia- a las frustraciones. Por gratitud y porque su familia me pidió que fuera, lo hice.

Como aprendí cosas en este viaje, y pude –a pesar del poco espacio- seguir pistas hace ya tiempo iniciadas por mí, por curiosidad o por afanes de pisar firme en tierras de arena movediza –mucho más frecuentes de lo que se piensa, en tiempos de pos-verdad y de pos-modernidad-, me propongo –en cuatro o cinco próximos ensayos- ir perfilando y sobando las notas y apuntes que, a mano, pude acopiar estos días. 

No son nada del otro mundo y ni siquiera las estimo interesantes para otros que no seamos yo mismo y mis amigos. A ellos se las dedico y en ellos pensaré al pulirlas y sazonarlas. Y como, al haber brotado al aire de los días y al compás de los hechos, puede que alguna vez trasciendan la barrera de lo particular para proyectarse algo más allá, por esa posible trastienda, les daré más aire haciéndolas parte –algunas al menos- de mi “blog” digital “Entre dos luces”.

* * *
Hoy –de todos modos y anticipándome a la promesa- os mando lo que, esta misma mañana, esperando en el ambulatorio a mi enfermera, he ido anotando a bote pronto sobre la sangría cívica, pasmosa y esterilizante, de las “corrupciones”. No tiene otra razón que la de enfatizar lo obvio, aunque “los hombres y mujeres de partido” –devotos de “esclavitudes voluntarias” como ya marcara Ortega en su famoso ensayo- puedan seguir tomando tamaña esclavitud por la cima de las libertades. Que es muy posible y hasta verosímil quizás.

Este ensayito –a bote pronto como digo y a modo de reflexión sobre la marcha gestado- lo titulo La receta del revolucionario. Al terminar, veréis por qué.
El axioma que dice que “corruptio optimi, pessima” –es decir, que la corrupción de “los mejores” es la peor de todas- es muy viejo en los anales de la cultura humana.

Los que en cualquier tiempo bregaron por la justicia y la verdad tuvieron esta idea a flor de labios, y ya el propio Cicerón opinaba que la corrupción en la política es un “flagelo de mucho cuidado”, especialmente cuando esa corrupción es ejercida por quienes se habían dicho “los mejores”.

Claro está que la corrupción –como casi todo- admite grados en cantidad y en calidad. No es lo mismo, por ejemplo, la del tabernero que vierte un poco de agua en el vino de su taberna que la del gobernante si mete la mano en el cesto o si ese mismo gobernante fingiera ser caballo cuando no pasa de ser espécimen de un género inferior al ecuestre.

No tengo yo por la “peor corrupción” la del bolsillo y la “pela” (que son malas sin duda). Veo peores y reputo más dañinas –individual y socialmente sobre todo- las de las ideas y de la verdad, las de la farsa o la mentira.

Por eso, pienso que un gobernante corrupto –en toda clase de corrupción, porque en todas salta a la vista una falta de honradez- no puede ser gobernante de nadie; y menos de un pueblo libre, cuerdo y quizás ilustrado –aunque a esta última calidad haya con frecuencia que ponerle “sordina”.

Y pienso también que un pueblo –ante las corrupciones, hasta la de “plagiar” una tesis o una parte de ella-, para no perder su dignidad, no es que tenga el derecho, sino que tiene –lo creo también- el deber de sentirse molesto, de verse inclinado a protestar como tal pueblo, e incluso a rebelarse –sí”, a rebelarse- con esa rebelión –aunque sea la de las “masas”- tan factible hasta cuando la masa, ovejuna y lanar, entiende que no es legítimo lo que no es honesto, aunque, por ciertas éticas, pueda considerarse “políticamente correcto”. 

Y eso, por más que algunos sedicentes estudiosos de Maquiavelo pudieran entender que el plagio y cosas así fueron, o pudieron ser, de la complacencia del afamado secretario florentino. Hay cosas que ni el propio Maquiavelo pasaría por alto si su circunstancia hubiera sido la que en estos momentos ofrecen algunos tramos o aspectos de la política en este país.

En una glosa tácita de lo anterior, acudo de nuevo al Quevedo de La hora de todos; a ese genial capítulo XXXV de la misma, cuando -en su final- expresa –por boca del tirano “gran señor de los turcos”- esa lección de primaria en política y en gobernanza de los pueblos, según la cual “el pueblo idiota es la seguridad del tirano”.

O quizás mejor a eso otro, tal vez más sugerente por más revolucionario en el mejor sentido de la palabra, que tan bien y con tanta claridad desvelara el célebre cura jacobino francés –el abate Sieyès- cuando, en plena Asamblea nacional, se preguntaba afanoso, pero con buenas razones, “Qu’est-ce que c’est le Tiers État?”, es decir, el pueblo llano? Y, al preguntarse a sí mismo, él mismo se contestaba”, “Nada”; no es “nada”. 

Y, al seguir preguntándose por lo que “debería ser” el pueblo, se respondía que debiera serlo “Todo”. Para, al final -en un pragmatismo realista, propio de las “revoluciones” que más huella dejan en la historia porque no se hacen para pasar al contrario por la guillotina-, preguntarse por lo que el pueblo “aspira a ser”; y se contenta o satisface con decir que el pueblo aspira –debe aspirar mejor- a ser “Algo”; no “todo” como un idealismo tal vez utópico exigiría, pero “algo sí” (cfr. James Goldschmidt, Principios generales del proceso, Buenos Aires, 1961, t. I., Introducción, p. 11),

Y qué me resta decir tras los anteriores párrafos?. Sólo esto: espabila, pueblo, porque –en nombre del pueblo, como tantas otras veces en el de la libertad o en el de Dios- se han cometido y se pueden seguir cometiendo muchas tropelías y hasta crímenes. 

Y no hace falta, para esto, recordar la sonora frase de Madame Roland al subir los peldaños de la guillotina. Ella, revolucionaria también, y sin embargo inquieta y sobresaltada por los excesos del “terror”, gustó en su carne revolucionaria las desmesuras de las tiranías. Es frase que sabe todo el mundo, aunque no todos la enfoquen por donde se debiera enfocar: por el lado de los innumerables posibles abusos del Poder.

Espabila, pueblo, pues, que –en estas horas de vientos racheados- los trucos y las tretas andan sueltos.

Ya para cerrar no puedo dejar de reflejar, a la letra, la frase que –esta misma mañana- me dice Elena, la enfermera de casa, y que, agobiada como estaba por urgencias de su tarea –hoy eran especiales al parecer- no pudimos ni comentar un minuto. “Dame la gente sana del pueblo y déjame de ratones colorados”. 

Puede ser una muestra de lo que va cundiendo en la gente llana y sana la vista de tanta minusvalía como nos pretende gobernar a muchos niveles. Tan sólo me dice al salir: donde pongo “ratones colorados”, mira el panorama y pon lo que tú quieras. Yo tampoco pongo nada. Sí la referencia al refrán popular que relata que “Al buen entendedor pocas palabras le bastan”. ¿A qué rebajar el sentido común de la gente del pueblo? El pueblo, cuando es pueblo y no rebaño, sabe pensar…


En este caso, de todos modos, la receta del revolucionario puede servir para que ese “alguien” que, en una democracia, tiene que ser el pueblo exija ese “algo” imprescindible para que no se destiña en exceso la enseña de la misma democracia.


                              SANTIAGO PANIZO ORALLO  Vía PERIODISTA DIGITAL

viernes, 28 de septiembre de 2018

El Gobierno, acorralado, propone ahora limitar la libertad de expresión


Calvo aboga por revisar desde el ámbito de la UE la legislación en esta materia en plena crisis del Ejecutivo



El Gobierno de Pedro Sánchez no pasa por su mejor momento. Con dos ministros dimitidos en poco más de cien días, la credibilidad de otros dos miembros del Ejecutivo por los suelos, las constantes rectificaciones y las ofensivas de una oposición política consciente de su debilidad, la vicepresidenta, Carmen Calvo, hizo ayer una reflexión convertida en propuesta sobre la situación a la que, a su juicio, ha llegado la prensa en la actualidad. La número dos de Sánchez cree que la proliferación de noticias falsas, los bulos y las malas prácticas y ausencia de deontología periodística han llegado al extremo de poner en peligro la democracia y el modelo educativo: «Necesitamos seguridad».

Calvo participó ayer en la inauguración de la XVI Jornada de Periodismo de la Asociación de Periodistas Europeos (APE), que este año se desarrolló bajo el título «¿Quién paga la mentira? ¿Es de pago la verdad?». En ese foro la vicepresidenta mostró su preocupación por el daño que estas malas prácticas hacen a ciertos «bienes superiores» que «hay que proteger» y apostó por una solución: regular el ámbito de la libertad de expresión y el derecho a la información.

Según la vicepresidenta, «la situación es tan inquietante y el riesgo es ya tan grande que necesitamos empezar a tomar decisiones que nos protejan, porque por encima de los negocios legítimos, de las responsabilidades profesionales, de los hombres y mujeres en los medios de comunicación y de quienes asumen responsabilidades políticas está la violabilidad del modelo educativo», informa Efe.


«Un bien superior»



Para Calvo, este modelo es un «bien superior a proteger, un valor muy por encima de nuestras individualidades. De todas; del negocio, de la profesión, albergados en un derecho sin el cual la democracia no funciona». Además, expuso la ministra, El valor de la libertad de expresión, recogido en la Constitución junto con el derecho a la información, «no lo resiste todo, no lo acoge todo», y de ahí la necesidad de introducir regulación para suprimir prácticas como las noticias falsas.

La vicepresidenta defendió que esta regulación debería afrontarse desde el ámbito de actuación de la UE, de los países que la conforman, y puso ejemplos de algunos Estados que ya están planteando limitar la libertad de expresión. «Están tomando decisiones sobre regulación, es decir, de intervenir; se lo están planteando Francia, Alemania, Reino Unido e Italia, que están abandonando el famoso eje de que la mejor ley que regula el ámbito de la libertad de expresión y del derecho a la información es la que no existe».

Aunque advirtió sobre los riesgos de estas malas prácticas, Calvo argumentó que todavía «no estamos en el plano de lo que puede ser una sensación de amenaza para todos nosotros como ciudadanos de una democracia, si no todo lo contrario, en el plano donde las democracias regulan para proteger bienes colectivos, superiores a los individuales y concretos, no solo en el ámbito del negocio».

«Divorcio»


Además de proponer regular la libertad de expresión y el derecho a la información, la vicepresidenta del Gobierno aseguró que existe «un divorcio» entre la profesión periodística y la ciudadanía, lo que se traduce en una crisis de confianza hacia los medios. La mayoría de los ciudadanos, según Calvo, ya no confía en lo que leen u oyen. A su juicio, se ha conseguido en España y en cualquier lugar del mundo, «algo contrario a lo brillante», y es que una «sociedad entera se haya divorciado» de «toda una profesión», asentada en los derechos fundamentales de información y libertad de expresión.

También extendió este descrédito a las instituciones, y puso el ejemplo del Congreso de los Diputados: «¿Saben que solo el 14 % de los españoles piensa que en el Congreso de los Diputados hacemos cosas que les benefician y son interesantes para ellos?, ¿qué hemos hecho?, ¿cómo desandamos este camino y lo volvemos a ordenar?, ¿dónde están las responsabilidades de todos?», se preguntó.

«Todo tiene límites y los derechos de todos concurren y se pueden practicar porque están limitados. La ética es lenta porque tiene límites y tiene la capacidad de autocontrol de saber que tu espacio lo compartes con otro y que donde tu traspasas la línea del exceso, a veces del delito, están destrozando en algunos casos sin reparación posible libertades y derechos del otro», denunció la vicepresidenta, que explicó que «la información falsa sobre la noticia/bulo es rápida y gratis en términos materiales y carísima en términos del peligro que eso alberga para la convivencia y la propia democracia».

Es un asunto, añadió en el que «siempre hay negocio» detrás, de ahí que nos tengamos que tomar «muy en serio» este asunto porque esto es «la guerra con otros medios».

«Necesitamos información, pero que sea veraz, porque si no no debería existir», afirmó la vicepresidenta, que se afanó por desligar el «negocio de las noticias» de los valores sobre los que se asienta -libertad de expresión y derecho a la información-: «Si este derecho pudiera existir sobre el simple negocio de las noticias no habría manera de construir el sistema».

Por eso, zanjó Calvo, «no es asumible» que una sociedad libre, diversa y democrática albergue falsas noticias porque «el destrozo son los derechos del otro, y en algunos casos son irreparables».

Precedentes: Catalá


Calvo no es, sin embargo, el primer político que propone regular de alguna manera la libertad de expresión y la profesión periodística en España. En 2015, el entonces ministrio de Justicia, Rafael Catalá, propuso que los medios que publicasen filtraciones pudieran ser sancionados por ello. La propuesta del entonces ministro le valió un aluvión de críticas unánime por parte de partidos políticos y asociaciones de prensa. Incluso desde su propio partido, el PP, surgieron voces que se posicionaron manifiestamente en contra de las palabras de Catalá y se quiso subrayar que la libertad de prensa «es sagrada».

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en aquel momento líder de la oposición, cargó contra el ministro y le acusó de querer perseguir a los periodistas porque son los que destapan los casos de corrupción de los populares. «Que no se preocupe tanto de perseguir a aquellos que denuncian la corrupción del PP, que suelen ser los periodistas, sino a perseguir la corrupción del PP», defendió.

Las principales asociaciones de prensa también levantaron la voz contra la medida de Catalá, que vieron como un intento de «cercernar libertades» que acabaría derivando en un debilitamiento de la democracia. Calvo defendió ayer que limitar la libertad de expresión ayudaría a protegerla.


                                                                                               ALEXIS ROMERO   Vía ABC

LA EDUCACIÓN EN LA ERA DIGITAL


La era digital ha revolucionado nuestra forma de comunicarnos, de relacionarnos con amigos y personas de nuestro entorno laboral, de obtener información, ha generado nuevas vías y formatos de buscar noticias, y ha creado nuevas formas de ocio.

Los jóvenes (y los que ya no lo son tanto) han adoptado este lenguaje como su forma natural de relacionarse con el mundo, lo que ha creado una demanda tal que cada hogar, cada oficina, cada aeropuerto, aspira a tener conexión a internet. Sin embargo, como dijo el presidente Obama cuando presentó la inciativa ConnectED: «¿Por qué en un país en el que esperamos tener acceso a Wi-Fi mientras tomamos un café, no lo deberíamos tener en nuestros colegios?».

El modelo de «aula de informática», con un ordenador común, ha quedado obsoleto

El presidente Rajoy ha presentado recientemente un proyecto con un ambicioso objetivo: conectar todos los centros escolares sostenidos con fondos públicos a internet de alta velocidad. En realidad, el objetivo es aún más ambicioso, puesto que se pretende conectar a todos los alumnos de estos centros, que son más de 6,5 millones. El modelo de «aula de informática», donde un grupo limitado de alumnos puede trabajar unas horas en un ordenador común, ha quedado obsoleto. Para que cada alumno tenga conexión continua y de calidad es necesario conectar todos y cada uno de los pupitres. Puesto que un centro escolar tiene de media cientos de usuarios más que un hogar, es necesario que la conexión sea a través de banda ancha ultrarápida.

Este proyecto permitirá que todos los alumnos tengan acceso a los mejores recursos de educación a escala mundial. Los contenidos curriculares de otros profesores, vídeos de otras clases, recursos didácticos desarrollados por expertos, al igual que todos los libros digitales, estarán al alcance de un click con la yema de sus dedos. Este aula sin fronteras será igual para todos los alumnos, independientemente de que vivan en una gran ciudad o en un pequeño pueblo remoto. De esta forma, se superará la brecha digital que aún divide las zonas rurales de las urbanas, convirtiéndose en un potente elemento de fomento de la equidad.

La universalización de internet superará la brecha digital que aún divide las zonas rurales

Además, la mochila digital se convertirá en una realidad efectiva, disminuyendo el coste del material escolar, y mejorando su versatilidad y capacidad de adaptación a un entorno en continua evolución.
Pero la universalización del acceso a internet de alta velocidad en los centros no sólo es un beneficio y una herramienta para los estudiantes. Maestros y profesores tienen también mucho que ganar con ella. La incorporación de las aulas a la era digital permite una revolución en la metodología de la enseñanza, que requiere de un cambio tanto en el papel del profesor como en el del alumno. El profesor deja de ser un mero transmisor unilateral de conocimientos, para pasar a ser un supervisor del desarrollo individual de cada alumno, y un promotor del trabajo en equipo, la creatividad, y la aplicación del conocimiento a la resolución de problemas complejos. Las tecnologías de la información no son ni mucho menos un sustituto del profesorado sino -al contrario- un potenciador de su papel.

Los alumnos, por su parte, dejan de ser sujetos pasivos, pues pasan a tener un protagonismo y una responsabilidad importantes en la definición y consecución de sus metas educativas; en la búsqueda y valoración de las fuentes de información. El proceso de aprendizaje pasa, por tanto, a ser más individualizado, interactivo y apasionante.

Finalmente, las tecnologías de la información permiten que los docentes intercambien contenidos curriculares, además de buenas prácticas y materiales que elaboran ellos mismos. Las redes de profesores permiten establecer diálogo entre ellos, que en España aún es muy limitado. De esta forma, nuestros profesores se podrán incorporar a las redes de docentes que ya existen a nivel mundial, y que representan un enorme laboratorio de ideas sobre las mejores metodologías docentes.
Hasta hoy, España se encontraba más retrasada que otros países de Europa en cuanto al número de centros que tienen conexión de calidad a internet. Gracias a este proyecto, España se convertirá en dos años en uno de los países más avanzados de Europa.

Para poner en marcha este proyecto, el convenio marco de colaboración firmado entre el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, el de Industria, Energía y Turismo, y el de Economía y Competitividad, junto con la entidad pública empresarial Red.ES, supone la movilización de importantes recursos económicos: 330 millones de euros, cofinanciados por el Fondo Europeo de Desarrollo Regional, a ejecutar hasta el año 2017.

Este gran proyecto, así como las restantes medidas de política educativa adoptadas por el Gobierno durante esta legislatura, permitirán que los alumnos de hoy sean los responsables mañana de la transformación de España en un país fuerte, innovador, competitivo, inclusivo y respetuoso con el medio ambiente.

Lo mejor que una generación puede dejar a la siguiente es una educación de calidad. Todos los niños y las niñas deben poder acceder a una educación tal que les permita desarrollar todo su talento, que les conduzca más allá de sus propias expectativas, y que les equipe para afrontar los desafíos de la vida y cumplir sus aspiraciones. Una educación de calidad es el principal motor de movilidad social y este Gobierno ha trabajado desde el primer día en conseguir que el sistema educativo sirva con eficacia a esta misión.

Gracias a una buena educación las personas consiguen mejores empleos, son capaces de adaptarse a la revolución tecnológica y de asimilar la rápida evolución del conocimiento.

Todo el Gobierno está comprometido en la tarea de equipar a nuestros jóvenes con los conocimientos y las competencias necesarias para que tomen las riendas de nuestro futuro con la ilusión y la capacidad necesarias, con el objetivo de que nuestro país juegue en igualdad de condiciones con un número cada vez mayor de países que han hecho de la educación su principal palanca de cambio y su principal fortaleza. Sin duda, éste será el grupo de países más prósperos y equitativos. Sin duda, éste es el grupo al que España no quiere sólo pertenecer, también contribuir a liderar a través del talento de nuestros jóvenes. Gracias a esta iniciativa, ningún alumno quedará al margen de este gran desafío que afrontamos en conjunto, y todos sin excepción podrán participar en la labor de construir un país mejor.

Los frutos de una educación de calidad tienen, además, importantes implicaciones para el país en su conjunto. Una educación inclusiva y de calidad fomenta el crecimiento económico sostenible, consigue una sociedad más justa e integrada, promueve el desarrollo de la innovación y la creatividad y permite que un país juegue un papel más relevante en un mundo globalizado, en el que el talento formado es hoy más importante que cualquier riqueza natural. En definitiva, la educación de calidad es el principal motor de transformación de un país.


                                                                           MONTSERRAT GOMENDIO*  Vía EL MUNDO

*Montserrat Gomendio es secretaria de Estado de Educación, Formación Profesional y Universidades.