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lunes, 18 de marzo de 2019

CATALANES EN MADRID

Seguro que alguno vuelve, pero no para manifestarse

José María Carrascal 

José María Carrascal

 

Más que una exhibición de fuerza, de confianza, de unidad y optimismo, ha sido una manifestación de angustia, inquietud, incertidumbre, de impotencia en suma, escondidas bajo banderas y pancartas. ¿A qué han venido 18.000, 200.000, un millón, los que quieran, de catalanes a Madrid un hermoso sábado de verano anticipado? ¿A convencer a los madrileños de que deben darles la independencia? No. Vinieron a convencerse a sí mismos de que ese sueño es todavía posible, de que la república catalana que les prometieron los líderes que encabezaban la manifestación y los que se sientan en el banquillo del Tribunal Supremo o andan desperdigados por el mundo fugitivos de la Justicia, está a la vuelta de la esquina. De que la terrible declaración del exjefe de los Mossos ante dicho Tribunal fue sólo un mal sueño. De que la realidad era aquélla: de que siguen unidos, más fuertes que nunca, desfilando por La Castellana, rodeando la Cibeles, ocupando el opresor, anticuado, saqueador Madrid,
Pero incluso eso les ha fallado. Bastaba ver las caras para comprobarlo. Ni una sola sonrisa. Todo era frustración, desencanto, rabia, Pensaban encontrar un ambiente hostil, bronco, represivo, y se encontraron con una ciudad abierta, campechana, que les miraba con más curiosidad que inquina, aunque no mucho tiempo, pues lo importante para los madrileños y visitantes del resto de España y el mundo era gozar de los numerosos atractivos de Madrid. Debió de ser la mayor frustración de los manifestantes, pues, aparte de los incidentes de rigor por parte de los que buscan camorra, todo transcurrió en paz y orden. En ese sentido, fue la mejor demostración de que, en España, cualquiera puede manifestarse contra la independencia, el gobierno, los tribunales, la monarquía y lo que le peta, siempre que cumpla las ordenanzas municipales. O sea, que España es una democracia, contra lo que el secesionismo catalán viene proclamando mundo adelante (lo que falta por saber es si ellos son demócratas). Espero que los corresponsales extranjeros hayan tomado nota e informen con más ecuanimidad de lo que suelen sobre el asunto. Aunque les cueste al saber que contarlo hace titulares. Si sale.
El resumen de esta jornada es que a Torra, Mas and Company ha vuelto a salirles el tiro por la culata. El intento de levantar Madrid contra su régimen, su justicia y, a la postre, contra España, ha sido tal fracaso que ni siquiera quienes comparten sus afanes de descuartizarla se les unieron. No creo que hayan convencido a nadie. Más bien al contrario, han podido desfilar, desgañitarse, postularse por lo que les dio la gana sin el menor impedimento. Aunque tampoco todo fue en vano: han podido comprobar que Madrid es muy distinto del que les han contado y gozar durante un día de una ciudad abierta, tolerante, que crece por todos los lados, sin la riqueza urbanística de la Barcelona del Ensanche, pero en la que uno se siente libre, no importa lo que cree y siente. Seguro que alguno vuelve, pero no para manifestarse. Aunque después del juicio que hoy se reanuda.

                                                                         JOSÉ MARÍA CARRASCAL  Vía ABC



 

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