Translate

viernes, 22 de marzo de 2019

UN PAYASO EN SANT JAUME


No fue una marcha sobre Madrid, sino un paseo agradable. La ciudad abierta y confiada recibió a los catalanes con indiferencia y educación, sin alaridos, porque -como decía Leonardo- "dove si grida non è vera scienza" ["donde se grita no hay verdadero conocimiento"].

El credo agónico del procés tiene a sus agitadores sentados en el banquillo y a un payaso en la Generalitat. Se está juzgando a los presos de manera transparente, con todas las garantías; se espera una sentencia muy bien razonada y transmitida al mundo entero. Las masas agitadas no han podido parar el juicio y sólo queda a los procesados la magnanimidad de la democracia. Los políticos con nómina dicen que votar no es delito, pero tratan de obstruir las elecciones libres con monigotes amarillos que hacen el papel de espantapájaros.

Los separatistas de ahora y de antes fracasan -ya van cinco intentos- porque ignoran que una independencia no es una romería, sino una insurrección en la que un nuevo Estado se carga al viejo. No se hace con sonrisas hipócritas y dinero de todos, huyendo por las alcantarillas, como suelen, sino a la manera de Juan Padilla. Cuando los comuneros de Castilla fueron derrotados, le dijo Padilla al airado Juan Bravo: "Señor Juan Bravo, ayer era día de pelear como caballeros y hoy de morir como valientes cristianos".

Tiene razón Boadella: "Torra no da para más de un sketch en Twitter". El Estado español le paga cada mes a este infame racista y sonaca, docto en pullas y pellizcos de abad, para que interprete un sainete bárbaro, intentando aspaventar y convertir Cataluña en un cuento de beatas carlistas valleinclanescas, con media población amenazada. Finalmente, ayer la Junta Electoral ordenó a los Mossos la retirada de los símbolos indepes. Ya era hora.

El títere que habita en Sant Jaume se burla del Gobierno y de la Junta Electoral, encargada de garantizar la limpieza de las elecciones. Es uno de los portavoces del odio y la desobediencia para agitar a los catalanes, a los que ya no consigue movilizar del todo, aunque aún son muchos.

Como escribe Antoni Puigverd, las elites políticas se sacarían los ojos como cuervos, el resto del país resiste con un sentido común superior al de los profesionales del fratricidio. Los políticos están muy lejos de poder hablar democráticamente en nombre de Cataluña entera. Añade: "La precaria mayoría que poseen en el Parlament ha sido desmentida en otras muchas elecciones (generales, municipales). [...] Podrían haber aplazado los objetivos finales cuando no se cuenta con apoyo suficiente para alcanzarlos. Prefirieron conducir su gente al matadero y hacer que el país entrara en un círculo vicioso del que será difícil salir. [...] La polémica del lazo amarillo sirve para mantener al baño maría las emociones de los votantes".


                                                                               RAÚL DEL POZO   Vía EL MUNDO

No hay comentarios:

Publicar un comentario