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martes, 10 de diciembre de 2019

Conferencia sobre el clima: espectáculo, problema real y reino de Dios


Conferencia sobre el clima


La Conferencia sobre el clima, COP 25, ha deparado una atención extraordinaria, más mediática que política, sobre el cambio climático, y más allá de él, sobre el uso que la humanidad hace de este planeta.

Hay que decir de entrada que el resultado, conclusiones incluidas, es sobre todo un quiero y no puedo, y una suma de contradicciones como las que la propia IFEMA, el lugar donde se alojaba el Congreso, expresaba: “mucho discurso sobre la alimentación de proximidad y la necesidad de evitar el plástico y los residuos no degradables, mientras dos grandes cadenas, una de pizzas, otra de hamburguesas, ofrecían sus productos manufacturados, cuidadosamente embalados en montones de plástico”. O que se reunieran delegaciones multitudinarias, totalmente innecesaria en cuanto a su tamaño, que se han desplazado en avión, desde todo el mundo. Se podía hacer lo mismo con presentaciones de unas pocas personas. Es el chocolate del loro, cierto, pero también es símbolo de la diferencia entre discurso y práctica. Y ese es precisamente el problema

Todas las declaraciones, todas las criticas a los estados miembros, como la de la protagonista Greta Thunberg van a bulto, que es una pésima forma de resolver las cosas. No se puede meter en un mismo saco a Europa y a China, por citar dos extremos.

La descalificación “ad hominen”, que es lo que hace la mediática adolescente sueca, forma parte del problema más que de la solución. Y en ese discurso se olvidan de que a la principal contaminadora mundial con diferencia, China, ni está ni se la espera. Sin China, sin Estados Unidos, y sin la India la lucha contra el cambio climático se asemeja al cuento del polizón gorrón. Basta con que no haga nada para salir beneficiado de lo que hacen los demás. Y ese es el tercer problema. Existe un aparatoso déficit político que tiene su raíz en la debilidad de la ONU

Claro que no se puede esperar para actuar a que todos sigan, eso seria una excusa, pero Naciones Unidas y los estados miembros comprometidos deben aumentar la presión sobre aquellas grandes potencias si se quiere algo útil. Y lo mismo se podría decir del activismo ambiental, empezando por Greta Thunberg, sus padres y el grupo que la dirige y los demás grupos de activistas. Es en China y el área asiática donde radica el gran agujero negro. Para situar una sola referencia: En aquel continente las centrales de carbón siguen siendo un componente decisivo de la provisión de energía, y la mayoría de ellas tienen menos de 20 años de vida, o sea, que es improbable que se cierren. Y son el recurso más contaminante.

El problema del cambio climático es piedra de toque de una forma determinada de entender la vida marcada por el materialismo, y eso reza para todos los sistemas políticos y económicos seculares. Siendo así, la mirada y la acción cristiana son necesarias.

La encíclica Laudato si, cuyo subtitulo subraya la finalidad: «El cuidado de la casa común», y ofrece una idea que permea toda la encíclica: el cristiano no está solo, su filiación le hace sentirse hermano de todos los hombres, el cuidado de la casa es una tarea que compartimos con todos los hombres. Los cristianos ante el gran regalo de la creación se sienten «llamados a ser los instrumentos del Padre Dios para que nuestro planeta sea lo que Él soñó al crearlo y responda a su proyecto de paz, belleza y plenitud» (LS 53).

Esta convicción lleva al cristiano a ser protagonista en primera línea en el cuidado del ambiente. Esto es también construir el Reino. Los cristianos que, por ideología, niegan este principio, no son conscientes de que están actuando contra el advenimiento de Reino de Dios, la Ciudad de Dios, que nunca se alcanzará en esta Ciudad de los hombres; pero hacia la que sí podemos avanzar como horizonte de sentido. De lo contrario estaríamos actuando como cuando el pueblo elegido, y en especial sus dirigentes, se negó mayoritariamente a recibir la llamada y la buena nueva de Jesús.

Y esa defensa de la creación, hoy obviamente muy dañada, significa también una advertencia de la encíclica hacia otro perfil de cristianos, grandes defensores de la ecología, pero que abandonan toda ecología de lo humano.

El Papa Francisco se refiere, en distintos lugares de la encíclica, a mostrar la incoherencia de un empeño por salvar la creación material, cuando se descuida el cuidado de los demás seres humanos. Se opone al control demográfico como solución al problema ambiental (LS 50). Denuncia la incoherencia de quien lleva adelante una lucha por especies animales o vegetales y no desarrolla un empeño para defender la igual dignidad entre los seres humanos, incluso algunas veces atentando contra derechos de otras personas (LS 90-91). Resalta la incapacidad de algunos para reconocer el valor de un pobre, de un embrión humano, de una persona con discapacidad (LS 117). Muestra la incompatibilidad de la defensa de la naturaleza con la justificación del aborto (LS 120); Muestra su preocupación cuando algunos movimientos ecologistas defienden la integridad del ambiente y reclaman ciertos límites a la investigación científica, pero no aplican estos mismos principios cuando se refieren a la vida humana, incluso justifican que se traspasen todos los límites cuando se experimenta con embriones humanos vivos (LS 136).  Defender la casa común también es todo esto.


¿Qué organizaciones políticas, sociales, cristianas o seculares, cumplen hoy con todo esto?


                                                                                  EDITORIAL de FORUM LIBERTAS

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