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domingo, 6 de noviembre de 2022

LA ECONOMÍA Y LAS EMOCIONES

Desde Adam Smith, que escribió además de La riqueza de las naciones una Teoría de los sentimientos morales, la economía ha estado relacionada con la psicología. Sin embargo, la utilización de modelos abstractos y matemáticos marginó este enfoque. Es cierto que Keynes habló de la influencia de los animal spirits, de las emociones, en la toma de decisiones económicas, que consideraba en gran parte irracionales. Dos premios Nobel de Economía, George A. Akelrod y Robert J. Shiller utilizaron esa expresión como título de uno de sus libros: Animal spirits: Cómo influye la psicología humana en la economía (Gestion,2000). Me sugiere este comentario la concesión del Nobel de Economía a Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos durante dos períodos de 2006 a 2014, quien «demostró en un trabajo de 1983, con análisis estadístico y fuentes históricas, que el pánico bancario conducía a la quiebra de los bancos y que este fue el mecanismo que convirtió una recesión relativamente ordinaria en la depresión de los años 30, la crisis más dramática y severa del mundo que hemos visto en la historia moderna», dijo John Hassler, miembro del comité del Premio Nobel de Economía. Esto interesa al “proyecto gamma”. No sólo por la función económica del pánico, sino por lo que supone emocionalmente vivir una crisis económica. ¡Bienvenidos al club de la “psicohistoria pasional”! Ha llegado el tiempo de la “economía conductual” lo que exige tener en cuenta las emociones. ¡Bienvenidos al club de la “psicohistoria pasional”! Un psicólogo, Daniel Kahneman fue galardonado con el Nobel, premio que también recibió Robert Thaler, gran defensor de esa renovada Economía. Pero el filón no está explotado. No basta con estudiar los componentes motivacionales de la actividad económica, si previamente la hemos separado de la vida diaria y de los movimientos sociales. La pobreza es un fenómeno económico, que no se capta con estudios estadísticos, sino conociendo como se ha vivido y vive la pobreza, a lo largo de los siglos. En El deseo interminable he aprovechado las obras del historiador inglés Edward P. Thompson que dedicó gran parte de su obra a estudiar las rebeliones sociales. Tenía la convicción de que las rebeliones motivadas por los comienzos de la industrialización no eran solo la demostración de una situación económica insoportable, sino que estaban impulsadas por expectativas morales (E.P. Thompson, “The Moral Economy of the English Crowd in the Eighteenth Century”, Past and Present, nº 50,1971, pp. 76-136. Thompson, E.P. La formación histórica de la clase obrera, Laia, Barcelona, 1977. Gauthier, F., De “la economía moral” a “la economía política popular”: la fructífera intuición de Edward P. Thompson”, Sociología histórica, 3/2013:397-426). También he aprovechado la Historia económica de la felicidad, de Emanuele Felice que recorre la historia de la relación entre desarrollo económico y felicidad, preguntándose si la prosperidad material hace más felices a los seres humanos.
Artículo de JOSÉ ANTONIO MARINA Vía su "Diario de un investigador privado"

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