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viernes, 5 de enero de 2018
LA 'IZQUIERDA' ES TAN AUTORITARIA COMO LA 'DERECHA'
La gente de izquierdas puede caer en
el autoritarismo con una probabilidad similar a la gente de derechas,
pues ambos grupos exhiben un grado similar de prejuicios, dogmatismo y
fanatismo
La sabiduría convencional suele vincular la derecha con la tradición,
la jerarquía, la autoridad, la oligarquía, el nacionalismo o el
militarismo. Desde esa estrecha perspectiva, resulta lógico que el autoritarismo sea considerado un monstruo típicamente de derechas:
a la postre, el autoritarismo parece guardar una conexión muy fuerte
con la aceptación ciega de las tradiciones, con el ordeno y mando propio
de las jerarquías, con la obediencia debida a la autoridad, con las
asimetrías de poder consustanciales a las oligarquías, con la intolerancia hacia el extranjero del nacionalismo o con la fuerza bruta del militarismo.
Por el contrario, esa misma sabiduría convencional suele asociar la izquierda con el progreso, la igualdad, la rebeldía, la democracia, el internacionalismo o el pacifismo.
Desde semejante óptica, también resulta lógico que la izquierda sea
reputada radicalmente incompatible con el autoritarismo: al cabo, el
autoritarismo suele casar mal con el pensamiento crítico requerido por
el progreso, con el respeto mutuo que se halla en la base de la
igualdad, con la actitud de insumisión permanente hacia el 'statu quo'
que subyace en la rebeldía, con la absoluta simetría de poder (un
hombre, un voto) en que se fundamenta la democracia, con la tolerancia
hacia lo foráneo que destila el internacionalismo o con la resistencia
no violenta propia del pacifismo.
Partiendo de tan reduccionistas
premisas, se entenderá que la mayoría de la población vea el
autoritarismo como un fenómeno exclusivo de la derecha y completamente
incompatible con la izquierda. Como mucho, los habrá que admitan la
remota posibilidad de que versiones extremas y degeneradas de la
izquierda terminen cayendo en el autoritarismo, pero en todo caso se
seguirá considerando mucho más probable que las personas de derechas
caigan en el autoritarismo a que lo hagan las personas de izquierdas.
La
razón de fondo de esta simetría autoritaria entre derecha a izquierda
probablemente resida en que la distribución de personas prejuiciosas era
similar
Sin embargo, un reciente estudio
publicado en 'Political Psychology' echa por tierra todos estos lugares
comunes políticos: la gente de izquierdas puede caer en el
autoritarismo con una probabilidad similar a la gente de derechas, pues ambos grupos exhiben un grado similar de prejuicios, dogmatismo y fanatismo.
Por un lado, la gente de derechas que participó en su estudio era más propensa a suscribir afirmaciones tales
como que "nuestro país necesita de un líder fuerte que acabe con los
nuevos y pecaminosos estilos de vida que nos están perjudicando", "la
única forma de superar la crisis es regresando a nuestros valores tradicionales,
encumbrar a líderes poderosos que los defiendan y censurar a los
alborotadores que difundan malas ideas", "nuestro país no necesita de
intelectuales que cuestionen el poder establecido", "nuestro país será
destruido si no aplastamos las perversiones que erosionan nuestras
creencias tradicionales", "habría que sancionar a aquellos que se opongan a la ley de Dios
en materia de aborto, pornografía y matrimonio", "las autoridades
deberían desactivar a aquellos grupos de ateos radicales que están
tratando de arruinar el país para promover su agenda antirreligiosa" o
"nuestro país funcionaría mejor si los alborotadores se callaran y
aceptaran nuestro modo de vida tradicional".
Por
otro, la gente de izquierdas que participó en el estudio era tan
propensa como la gente de derechas a suscribir afirmaciones tales como
“nuestro país necesita de un líder fuerte de izquierdas que destruya
aquellos estilos de vida tradicionales que nos están perjudicando”, “la
única forma de superar la crisis es abandonando nuestros valores
tradicionales, encumbrar a líderes poderosos que se opongan a esos
valores y censurar a los alborotadores que los difundan”, “nuestro país
no necesita intelectuales de derechas que cuestionen los movimientos
progresistas”, “nuestro país será destruido si no aplastamos aquellos valores tradicionales
que impiden la expansión de los valores progresistas”, “habría que
sancionar a aquellos que quieren restablecer la ley de Dios en
cuestiones como el aborto, la pornografía o el matrimonio”, “las
autoridades deberían desactivar aquellos grupos de cristianos radicales
que están tratando de arruinar el país para promover su agenda
religiosa” o “nuestro país funcionaría mejor si los alborotadores cristianos se callaran y aceptaran el pensamiento progresista”.
La
pulsión autoritaria subyace con la misma intensidad dentro de lo que
coloquialmente denominamos 'izquierda' como dentro de lo que
coloquialmente denominados 'derecha' (de hecho, en el estudio la izquierda obtuvo una puntuación ligeramente superior en la escala de autoritarismo que la derecha).
Una conclusión que, dicho sea de paso, tiene su claro reflejo en los
muchos regímenes autoritarios que históricamente han defendido tanto la
derecha como la izquierda según estos se acercaran a sus posiciones
ideológicas.
La tentación
autoritaria está presente en cualquier sistema ideológico que busque
universalizar un conjunto de valores e ideas sobre la población
La
razón de fondo de esta simetría autoritaria entre derecha a izquierda
probablemente resida en que, como el propio estudio también acredita, la
distribución de personas prejuiciosas (rechazo emocional hacia ideas opuestas), dogmáticas (cerrazón mental y simplismo a la hora de categorizar la realidad en blanco/negro) y fanáticas (apego
a las propias ideas y oposición a revisarlas al recibir nueva
información) era similar en ambos grupos. Las personas de derechas
tienden a ser prejuiciosas, dogmáticas y fanáticas
con respecto a aquellos asuntos nucleares en su ideología y, a su vez,
las personas de izquierdas tienden a serlo con respecto a los suyos.
Todo lo anterior, en suma, solo sirve para poner de manifiesto que la tentación autoritaria está presente en cualquier sistema ideológico
que busque universalizar un conjunto de valores e ideas sobre la
totalidad de la población: “Si mis ideas son las correctas y las ideas
ajenas están equivocadas, entonces cabe justificar la imposición de mis
ideas por la fuerza”. Frente a tal tentación autoritaria, consustancial a
cualquier proyecto ideológico maximalista, el liberalismo siempre ha
postulado una visión minimalista del orden político: dada la
irreductible complejidad y diversidad de los proyectos de vida de las
personas, solo podemos aspirar a sentar las bases institucionales
mínimas que garanticen la coexistencia pacífica de todos esos proyectos
vitales, no a que unos aplasten y se impongan 'manu militari' sobre los
otros.
El escepticismo liberal hacia la concentración de poder y
hacia el uso de la violencia es el mejor antídoto conocido contra la
degeneración autoritaria, esto es, contra la siempre presente amenaza de
que un grupo de fundamentalistas ideológicos impongan coactivamente su
agenda religiosa, racial, moral o económica sobre el conjunto de la
población. La tolerancia bidireccional —es decir, el respeto mutuo— no
solo está en la base del liberalismo, sino que es el mejor dique de contención contra el autoritarismo de derechas y de izquierdas.
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