Artículos para reflexionar y debatir sobre temas y cuestiones políticas, económicas, históricas y de actualidad.
martes, 4 de diciembre de 2018
LA LECCIÓN ANDALUZA: ¡ES LO DE CATALUÑA, ESTÚPIDO!
La principal conclusión tras las
elecciones andaluzas de este domingo es que la política española está
infectada hasta el tuétano por el problema de Cataluña
Un póster rasgado de Susana Díaz de su campaña de las andaluzas. (Reuters)
Un terremoto político de fuerza 9 en la escala de Richter sacudió
ayer Andalucía, y sus efectos afectarán a toda la política española
durante el próximo año electoral y también en los años venideros. El 2 de diciembre queda marcado como el día en que el Partido Socialista perdió en Andalucía el poder sobre el que se ha sostenido durante cuatro décadas; y también como el día en que la extrema derecha extraconstitucional, desaparecida desde la transición, se instaló en nuestra vida pública con fuerza inusitada.
Aparentemente, hoy nos parecemos más a Europa. Se acabó la “excepción española”,
que nos hizo creernos vacunados e inmunes al virus nacionalpopulista
(al menos, en su versión de ultraderecha). Y se confirmó que, también
aquí, las dos familias tradicionales, la conservadora y la
socialdemócrata, están históricamente amortizadas y enfilan el camino de
su extinción histórica.
Celebración en la sede de Vox por el resultado de las andaluzas. (EFE)
Pero ahí se acaba el parecido. Porque el vuelco que ayer dio Andalucía
–anticipando el que vendrá en el resto de España-, tiene una etiología
sustancialmente diferente a lo que está pasando en el resto de Europa.
Aquí el factor desencadenante no es la reacción acobardada de los
perdedores de la gobalización, ni la resistencia ante la inmigración o
la desconfianza hacia la Unión Europea. Puede que todo eso esté también
en el trasfondo, pero el foco principal apunta a las dos cuestiones que más han sacudido a nuestra sociedad en los últimos años: la corrupción de los gobernantes y la crisis territorial, que tiene su expresión más emocionalmente venenosa en la sublevación del nacionalismo catalán contra el Estado constitucional.
Hemos infravalorado la potencia colosal de la onda expansiva del conflicto catalán en todos los rincones de la sociedad española
Erramos
quienes creímos que el microclima político andaluz pesaría más en estas
elecciones que la cuestión de España. Además, hemos infravalorado la
potencia colosal de la onda expansiva del conflicto catalán en todos los
rincones de la sociedad española y en todos los espacios de su vida
pública.
El PSOE perdió 400.000 votos, el PP 270.000 y la alianza de Podemos e Izquierda Unida 280.000. En cambio, Ciudadanos ganó casi 300.000 y VOX, partiendo de la nada, recolectó en pocas semanas la friolera de 377.000 votos de andaluces que ni siquiera conocían el nombre de su candidato.
Nada
de todo eso se explica por razones andaluzas. El desgaste del Gobierno
de Susana Díaz habría justificado un descenso de cuatro o cinco puntos,
como auguraban las encuestas, pero de ninguna forma el cataclismo que
sufrió el PSOE. Y desde luego, ni la crecida de Ciudadanos se debe a
Juan Marín ni la explosión de Vox tiene que ver con la política de
Andalucía. Ayer se votó mucho más sobre España que sobre Andalucía, y
quienes lo vieron venir fueron los ganadores de la noche.
Millones
de votantes del PP rompieron emocionalmente con él cuando, a sus ojos,
Rajoy se dejó engañar y humillar por los secesionistas
España
sufrió un trauma brutal cuando su subsistencia fue desafiada desde
dentro del propio Estado. Aquellas miles de banderas en los balcones
fueron mucho más que la reacción folklórica de unos cuantos fachas.
Millones de votantes del Partido Popular rompieron emocionalmente con él cuando, a sus ojos, el 1 de octubre del 2017 Mariano Rajoy se dejó engañar y humillar por los secesionistas.
Ahí fue donde Rajoy terminó de jugarse el puesto y el PP el poder, ya
seriamente dañadas por la marea pestilente de la corrupción.
Esa
misma indignación, teñida de bochorno, se extendió por todo el país
cuando Sánchez, sucesor de Rajoy, puso su Gobierno bonito bajo el
control del populismo extraconstitucional de izquierdas y, sobre todo,
de los Puigdemont, Junqueras y Rufián. Y lo hizo con el consentimiento
vergonzante de una dirigencia socialista irreconocible por sumisa y
amordazada (de la que forma parte Susana Díaz).
Ayer los culpables de ese oprobio (incluido Podemos) pagaron la primera factura,
y resultaron premiadas las dos fuerzas que convirtieron la unidad de
España y la denuncia del secesionismo en el eje de sus estrategias.
Ciudadanos presentaba al peor candidato del elenco y Vox apenas existía
hace cinco meses. Pero unos desde el extremo centro y otros desde la
extrema derecha, emitieron en la onda que, desde hace mucho tiempo,
martillea la conciencia colectiva de los andaluces: los privilegios de
Cataluña y la desleal traición de sus instituciones al resto de España,
con la tolerancia de nuestros gobernantes. Quienes pusieron el dedo
sobre esa llaga, jugaron a caballo ganador.
La principal conclusión de esta votación es que la política española está infectada hasta el tuétano por el problema de Cataluña.
Una infección que seguirá supurando y contaminará todas las elecciones
que se celebren mientras la herida siga abierta. Andalucía ha sido el
aperitivo, pero nada ni nadie escapará a su efecto tóxico.
No es
sólo lo de Cataluña. Por debajo hay un sordo debate de fondo sobre la
organización territorial de España. Casi un 40% de los españoles dice
preferir un Estado sin autonomías o que se reduzca la autonomía de las
comunidades. Entre ellos, el 62% de los votantes del PP, el 58% de los
de Ciudadanos, el 30% de los socialistas… y el 20% de los de Podemos. Y
por supuesto, el 90% de los de Vox. No es fácil reconocer esta realidad para quienes creemos en un Estado descentralizado; pero empeñarse en ignorarla conduce a que cosas como lo de ayer nos pillen en pelotas.
En
Europa se resuelven elecciones por temas migratorios o económicos.
Aquí, el primer factor es la cuestión de España y su organización
territorial
En Europa se están resolviendo las elecciones
por cuestiones como la inmigración, el orden económico (global o
nacional) y el futuro de la UE. Aquí, el primer factor de motivación del
voto es la cuestión de España y su organización territorial.
Singularmente, su expresión más enconada, que es el conflicto de
Cataluña.
¿Efectos inmediatos? Por esas carambolas de la política, el PP perdedor se encontrará con el inmenso regalo de la presidencia de la Junta de Andalucía,
y ello dará a Casado un precioso balón de oxígeno que necesitaba
desesperadamente. Sánchez ha visto saltar por los aires todos sus planes
sobre la anticipación de las elecciones generales.. Rivera se
arrepiente de no haber buscado a un candidato más presentable en
Andalucía: esos 90.000 votos de desventaja con el PP se deben a su
incuria. Pero se siente en el buen camino siendo pianista de una sola
tecla, y no lo abandonará por nada.
Juanma Moreno celebra sus resultados en las andaluzas. (EFE)
Iglesias, visiblemente asustado, comenzó su enésima mutación,
de vicepresidente en ciernes a agitador callejero; aprovechó lo de Vox
para recuperar el vocabulario de los parapetos y las barricadas y volvió
a acordarse del 15-M. Me temo que Sánchez ha perdido a su aliado, al
menos hasta las elecciones. El jueves en el Congreso, ante el Rey
reinante y el emérito, Iglesias dará espectáculo, ya lo verán.
Los
separatistas se apuntan el doble éxito de perturbar por completo la
vida pública española y resucitar a la caverna. Siempre se necesitaron y
ahora se encuentran de nuevo.
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