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viernes, 29 de septiembre de 2023

AUGE Y CAÍDA DE LA SOCIEDAD DESVINCULADA

Cuando se publicó por primera vez La Sociedad Desvinculada en 2014, el presidente Pujol me pidió referencias de alguno de los autores que con anterioridad habían tratado el tema. Daba por hecho que era así. Le respondí que, hasta donde alcanzaba mi conocimiento, no era un concepto ampliamente reconocido en la literatura académica o en la sociología. Sin embargo, algunos autores han explorado temas relacionados, no tanto sobre el concepto de desvinculación como explicación de un estadio de la sociedad, como sobre algunas de sus manifestaciones: Émile Durkheim exploró la noción de la anomia, que se refiere a la falta de normas sociales claras y la alienación. Jean Baudrillard trató sobre la creciente alienación y la desconexión entre la realidad y la representación en la sociedad contemporánea. Richard Sennett ha investigado la creciente fragmentación de la sociedad, la pérdida de habilidades sociales y la capacidad de compromiso en su libro El declive del hombre público. Robert D. Putnam en Bowling Alone, analiza la disminución de la participación en organizaciones sociales y comunitarias en los Estados Unidos, argumentando que esto ha llevado a una sociedad menos conectada y comprometida. Es un autor básico en los estudios iniciales sobre el capital social. Una aproximación global es la de Zygmunt Bauman y su idea de la «modernidad líquida» en la que las relaciones sociales quedan diluidas. Pero en todo esto, y cito solo unas pocas referencias, no había un marco de diagnóstico global, una interpretación del conjunto, y no solo la identificación de determinadas consecuencias. Una concepción sobre su ontogenia, desarrollo y prospectiva. Esta es la concepción que he intentado desarrollar en La Sociedad Desvinculada. Surgió progresivamente de la lectura atenta de las Fuentes del yo de Charles Taylor y de un fundamento empírico ocasionado por mis estudios sobre el capital social y el capital humano en el Instituto de Estudios del Capital Social de la Universidad Abad Oliba CEU, que me llevó al “clic” que concibe el modelo explicativo. lo planteado en 2014 tiene más fuerza demostrativa e interpretativa que entonces por la evidencia de los hechos. Ahora, unos cuantos años después, vuelve una edición actualizada de La Sociedad desvinculada. La necesidad de un nuevo comienzo, convencido de que lo planteado en 2014 tiene más fuerza demostrativa e interpretativa que entonces por la evidencia de los hechos. La revisión no ha afectado para nada al texto y se ha limitado a actualizar determinados datos. Y eso es lo que precisamente otorga fuerza al diagnóstico y solidez a la teoría. Porque La Sociedad Desvinculada es: La presentación de un esbozo sobre la teoría de la vinculación como base del todo, que recorre desde el mundo inorgánico al orgánico, que alcanza al propio hombre y que tiene en la Trinidad su expresión máxima y sobrenatural. Una gradación de vínculos que se rigen por las leyes de la naturaleza en el campo de la materia, y por la ley natural en el ser humano. La relación de necesidad entre vinculación humana y existencia en su cultura de un marco de razón objetiva que haga posible el cumplimiento de la ley natural, el Tao al que se refiera C.S. Lewis en La abolición del hombre, y que es el hecho común a toda civilización. La identificación de la naturaleza de la cultura de la desvinculación, su fuerza descomunal y, a la vez, la peligrosa anomalía histórica que representa. El relato histórico sobre el origen, desarrollo y hegemonía en Occidente y sobre todo en gran parte de Europa de la cultura de la desvinculación, que tiene su génesis en la progresiva sustitución de la razón objetiva por la razón instrumental, en la Ilustración y la modernidad, fagocitada a su vez por su vástago: el imperio del subjetivismo y la eclosión del emotivismo, que es el periodo en el que nos encontramos. Ambos se caracterizan por sustituir la atención sobre el modo de producción y la forma como se participa en él, por el modo de vida basado en el “derecho” a la autorealización por encima no solo de la ley natural, sino de la propia naturaleza humana, y tiene en las teorías de género y queer sus máximas expresiones. Cómo esta dinámica es generadora de unas grandes rupturas, que el libro identifica, siete en concreto, y a partir de la matriz de todas ellas, la ruptura con Dios. Rupturas que a su vez son la causa de las crisis de nuestro tiempo; la policrisis, que se ramifican, interrelacionan como un rizoma y se acumulan, mientras que muchas de las políticas públicas que se aplican, no solo no resuelven nada, sino que exacerban sus consecuencias negativas o generan nuevas crisis. La ideología de la desvinculación, que es la ideología del establishment, impide los diagnósticos correctos. Es la hibris del poder establecido, cultural, político y económico, el responsable de esta impotencia La sociedad desvinculada vive su fase de auge y se desarrolla muy rápidamente. Mucho de lo apuntado en 2014 alcanza niveles increíbles de ruptura, pero ya son claramente perceptibles, excepto para quienes son cegados por su hibris, las señales de su caída. La única duda es si será solo de su cultura y de quienes la acogieron, o arrastra consigo a toda la sociedad europea. Porque, y rememorando una expresión de otra época, o acabamos con la cultura de la desvinculación o ella liquidará a nuestras sociedades. De ahí que el título del libro postule La necesidad de un nuevo comienzo. Y un apunte final: Hispanoamérica no está a salvo de esta tragedia histórica. La cultura desvinculada está menos desarrollada, tiene menos poder que en España, donde es claramente hegemónica, pero su daño es mayor y más rápido, porque sus fundamentos, sus fuentes, su marco de razón objetiva es fuertemente cristiano y carece de intermedios ilustrados. Discurre directamente de la concepción cristiana al subjetivismo emotivista. Por otra parte, su menor productividad comporta que puede dedicar menos recursos a paliar los daños de la desvinculación y frenar sus consecuencias desastrosas, como sí han podido hacer sociedades como las nórdicas y anglosajonas. El resultado será un desplome y una destrucción social y económica más rápidos, si no se consigue detener su avance hacia la hegemonía cultural y política. />
Artículo de JOSEP MIRÓ I ARDÈVOL en ForumLibertas.com

jueves, 6 de julio de 2023

LO QUE VAMOS A ELEGIR EL 23-J

El triunfo electoral de Sánchez significaría un reforzamiento inusitado de todas las políticas de rediseño de la sociedad para reducir la condición masculina -declarada sospechosa habitual- y la femenina, a los mínimos
1)Estas elecciones no tratan solo de un determinado plebiscito sobre el sanchismo en el que incurren muchos y heterogéneos factores de rechazo, sino que, además, se trata de un tour de force por parte del feminismo de género y de los grupos de las políticas de la identidad LGBTIQ, para demostrar que su hegemonía política y cultural responde realmente a su fuerza electoral y no es un globo inflado desde el propio poder político y económico. 2)La presumible alianza entre PP y Vox ha tenido como efecto que todos aquellos grupos actúen ya claramente como lo que son: organizaciones políticas que persiguen imponer una ideología, que poco tiene que ver con la antropología natural. En este contexto, el feminismo de género, que ataca al hombre por el hecho de serlo, sigue presente en la medida que es útil para demoler la concepción cultural y antropológica, pero es secundario ante el empuje trans y la ideología queer, que en mayor medida asumen las generaciones más jóvenes. La palabra queer, significa ‘desestabilizar’ normas En términos generales, descalifica la heterosexualidad (también llamada “heteronormatividad”). Se trata de terminar con lo que llaman binarismo, es decir una sociedad ordenada en torno a los hombres y mujeres, su unión y descendencia y el carácter determinante de su condición natural. El hecho de nacer hombre o mujer.
3)Esta ideología que desarrolla la concepción queer tiene en la palabra “género” el concepto polimorfo que le ha permitido progresar en la confusión. Tanto vale para un fregado, la igualdad entre hombres y mujeres o la opresión del patriarcado, como para un barrido. No existe tal cosa como hombre o mujer, que son construcciones culturales propias del binarismo, sino que cada ser humano puede ser a lo largo de su vida lo que desee, secuencial o simultáneamente. Esta concepción tiene en las personas trans su caballo de batalla político, y por eso su relevancia mediática, a pesar de su marginalidad numérica en la sociedad. De la misma manera que el feminismo de género lo tiene en el feminicidio de pareja como una “demostración» de que los Hombres matan a la Mujeres por el simple hecho de serlo. Una sola comparación -siempre son odiosas-: El número de homicidios de personas ancianas triplica los feminicidios. ¿Han leído una sola línea, visto una imagen, escuchado un cometario, de por qué hay tantos homicidios de ancianos ante la mas total de las indiferencias? Y es que el escenario de la violencia, la discriminación y el victimismo ha de quedar saturado por aquellos grupos, dejando poco o ninguna atención para los realmente necesitados. 4)El triunfo electoral de Sánchez significaría un reforzamiento inusitado de todas las políticas de rediseño de la sociedad para reducir la condición masculina -declarada sospechosa habitual- y la femenina, a los mínimos. Sería el empuje definitivo a este tipo de políticas que han convertido a España en una avanzada mundial, de la mano de Rodríguez Zapatero y Sánchez, y ante la estulticia del Partido popular. 5)Pero, atención, el gobierno de Feijóo no significaría la reversión de este proceso; como mucho algunos retoques, como lo señala el hecho de que ya ha empezado por asumir que el aborto es un derecho, de acuerdo con la sentencia espuria del TC, sin atender a la primera sentencia, que consideraba los derechos del nasciturus. Esta es una cuestión totémica. El aborto es el tótem de la decadencia europea, incluso en los términos más materiales y concretos. El déficit vegetativo español que se acerca al orden de magnitud de cien mil personas, como diferencia entre nacimientos y defunciones, es equivalente al número de abortos anuales. 6)Lo único que se consigue con el PP es que el proceso de ingeniería social no progrese con nuevas leyes y políticas más favorables, pero en contrapartida, como ya hizo Rajoy, asentará las que ya existen. 7)Esta posición del PP, mucho más liberal que conservadora, no solo se da por comodidad electoral, sino debido a lógicas más profundas. Dos libros de autores situados a la izquierda lo explican muy bien. Uno es Tiempos de Confusión de Josep Burgaya. Su tesis puede resumirse en estos términos: el desarrollo material permitió a las sociedades occidentales ocuparse de cuestiones que trascendían el ámbito puramente material, con el género y la orientación sexual como gran tema. Estas sociedades han quedado divididas en infinidad de identidades particulares. La izquierda intenta dar respuesta a todo ello atrayendo a sus individuos, levantando la bandera de la diversidad y la corrección política, y penetrando así “en una jungla con múltiples frentes con frecuencia contradictorios”. Es, dice el autor, la guerra cultural, olvidando que la razón de ser de la izquierda es la conquista continuada del bienestar, que se ha perdido a través del capitalismo de la globalización. Señala que las nuevas derechas han leído mejor la situación y ofrecen respuestas a los efectos negativos de esta globalización de la élite liberal, que arroja a las gentes a la inseguridad y a la falta de solidez material y espiritual. Reclama Burgaya el retorno a los fundamentos, a las cuestiones económicas y sociales, eliminando los excesos de esta guerra cultural, que en realidad puso de boga el neoliberalismo a partir de los años 80 para distraer al personal mientras implantaba su agenda política y económica. Hasta aquí el primero de los libros. 8)El otro, de Stuart Jeffries: Todo, a todas horas, en todas partes, enlaza con aquel final, y viene a contarnos, si bien de una forma poco articulada, porque una suma de pequeños relatos no significa un gran relato, que la génesis de esta concepción se encuentra en la cultura posmoderna surgida bajo la estrella del neoliberalismo, una ideología económica global que tiene héroes en todos los lados del espectro político. 9)Existe una alianza objetiva, lo he comentado en otras ocasiones, entre el liberalismo de las élites de la globalización, la socialdemocracia y la post izquierda de género. Consiste en desplazar el debate sobre el modo de producción a otro sobre el modo de vida basado en el género y las identidades sexuales. Este desplazamiento significa, también, resituar el debate sobre la igualdad de aquello que afecta a las cuestiones materiales objetivas, a la de los deseos y sus relaciones entre hombres y mujeres. La izquierda debería ver como una burla que el Ministerio de Igualdad no tenga la más mínima competencia económica, pero, por el contrario, defiende su existencia a capa y espada. Este solo hecho explicita muy bien la desorientación en la que vive y el por qué las políticas que desarrolla, en realidad son aquellas que interesan al liberalismo de la globalización y, por lo tanto, a gran parte de las grandes empresas. Ningún grupo empresarial, ningún lobby económico, empujará al Partido Popular para que reduzca el aborto, proclame el derecho a la vida y lo ejerza, limite toda la destrucción antropológica y social, que está significando la perspectiva de género. Limite los privilegios legales, políticos, económicos e identitarios que han convertido sus banderas en equivalentes de la propia bandera del país. 10)Ante todo esto, solamente cabe una respuesta: la organización de la corriente social que sea capaz de organizar, proponer, movilizar para frenar la transformación, si el poder continúa en sus manos, o incidir con fuerza en el Partido Popular y Vox, sobre todo en el primero, si terminan ganando, para que entiendan que su gobernanza flaqueará si lo único que hacen es dar continuidad a lo que dicen querer derogar: el sanchismo.
Artículo de JOSEP MIRÓ i ARDÈVOL en FORUM LIBERTAS

sábado, 1 de julio de 2023

¿QUIÉN DECIDE MI VOTO?

JOSÉ ANTONIO MARINA
«La polarización política es difícil de atajar porque no se basa en intereses sino en valores existenciales que se consideran irrenunciables. En la división entre “nosotros” y “ellos”, los otros son siempre moralmente defectuosos» La respuesta parece evidente: yo. Nadie me lo impone. Pero formularé la pregunta de otra manera. ¿Quién decide mis preferencias? ¿Por qué me gustan unas personas más que otras, unas actividades más que otras, unas ideologías más que otras? Son preferencias mías, sin duda, pero que no sé de dónde vienen. Todas las elecciones políticas suscitan una vaga esperanza de racionalidad en el votante. En teoría, los datos, los argumentos, deberían guiar nuestras decisiones. Por desgracia, casi nunca ocurre así. Las campañas son emocionales, porque el mundo de la política lo es, lo que nos remite a un hecho fundamental: al ser humano le cuesta mucho comportarse racionalmente. Voltaire decía: “La razón es algo que el hombre usa cuando está tranquilo”. Keynes advirtió que las decisiones económicas las tomaban los animal spirits, las emociones, y Daniel Kahnemann, el único psicólogo que ha ganado un Premio Nobel de Economía, ha alertado acerca de la irracionalidad de nuestros comportamientos. La polarización política es difícil de atajar porque no se basa en intereses (sobre ellos se pueden negociar) sino en valores existenciales que se consideran irrenunciables. En la división entre “nosotros” y “ellos”, los otros son siempre moralmente defectuosos. Y contra los malos hay que ser implacables. Las posturas tienden por ello a hacerse más simplificadoras y blindadas. La fuerza del puritanismo woke o del de la ultraderecha es una clara muestra de esta deriva. Para desactivar esa escalada me parece importante llamar la atención sobre la fragilidad de nuestras elecciones políticas. Conocerla es una cura de humildad que puede librarnos de excesivos fervores emocionales. Todos estamos sujetos a ciertos mecanismos psicológicos que producen sesgos cognitivos y afectivos que no hemos elegido, que actúan dentro de nosotros provocando falsas evidencias que no podemos evitar. Suelo compararlos con las ilusiones ópticas. En ciertas figuras geométricas no puedo dejar de ver que una línea es más larga que otra. Las mido y compruebo que son iguales, pero ese conocimiento no impide que las siga viendo como desiguales. Todos vemos que el sol se mueve en el cielo. No podemos dejar de hacerlo, aunque la astronomía nos diga que es una ilusión, que es la tierra la que se mueve. ¿Cómo vamos a ser nosotros los que nos estamos moviendo si sentimos el suelo estable bajo nuestros pies? La psicología de las decisiones políticas es un campo que deberíamos conocer todos los ciudadanos, porque nos haría desconfiar de nuestras evidencias ideológicas. Por ejemplo, tendemos a justificar nuestra simpatía por un partido político aduciendo razones, pero las investigaciones muestran que primero se decide y luego se intenta justificar la decisión. Sucede lo mismo en el enamoramiento. Vuelvo a insistir que no se trata de ningún tipo de falta moral, sino de un mecanismo automático de nuestra inteligencia, que puede hacernos tomar malas decisiones si no lo conocemos. Tenemos un pasado tribal, que evolutivamente troqueló nuestro cerebro más antiguo. La necesidad de integrarnos en grupos, de reforzar su coherencia, de adquirir certezas a base de reforzar las certezas de los demás, es una pulsión profunda que emerge con fuerza en muchas situaciones. Nuestras herramientas cognitivas más modernas pueden ser incapaces de evaluar y controlar la llamada del grupo. ¿Por qué unas personas son conservadoras o progresistas, de derechas o de izquierdas, republicanas o demócratas en EEUU? Ambas posturas implican la elección de un complejo sistema implícito, que puede mantenerse oculto si no nos empeñamos en revelarlo, y que dirige las preferencias. Tanto la mentalidad conservadora como la mentalidad progresista defienden ideas cuya relación resulta difícil de percibir. George Lakoff –en su libro Política moral. Cómo piensan progresistas y conservadores– se preguntó qué podían tener en común distintas tesis republicanas en Estados Unidos: la oposición al aborto, la defensa de la pena de muerte, la oposición al ecologismo, al cambio climático, al control de armas, o al salario mínimo. En España, estudié ese sistema implícito en el ideario de Vox. ¿Qué une la lucha contra el aborto, el patriotismo, las fobias LGTBI, la defensa de la caza, los toros y las procesiones de Semana Santa, y las políticas neoliberales? Los demócratas americanos acusan a los republicanos de defender la vida del no nacido, pero negarse a aprobar programas de asistencia sanitaria al ya nacido. Los conservadores piensan que las ayudas sociales son inmorales porque minan la disciplina y la responsabilidad del individuo. Hablan de disciplina y resistencia, mientras que los progresistas hablan de preocupación por los débiles, de justicia social, de necesidades y ayudas. Los demócratas americanos acusan a los republicanos de no tener compasión, y los republicanos acusan a los demócratas de que solo tienen compasión, pero que les faltan otros valores esenciales: amor a la libertad, valoración del esfuerzo personal, lealtad y patriotismo. Las diferencias se manifiestan también al tratar el tema de la desigualdad. Hace ya muchos años que Norberto Bobbio consideró que el modo de concebirla era la principal diferencia entre derechas e izquierdas (Bobbio,N.: Destra e sinistra. Ragioni e significati di una distinzione política). Las derechas creen que es un hecho natural e irremediable; la izquierda, que es una creación social y una injusticia. En Estados Unidos una parte importante del electorado republicano piensa que el pobre es responsable de su pobreza. Las diferencias continúan presentándose en la idea del Estado (mínimo para los conservadores y máximo para los progresistas), de la libertad (puramente negativa para unos y positiva para otros), del bien común o de la justicia social (para los republicanos una trampa para justificar la injerencia del Estado), del patriotismo (nacionalismo republicano frente a multilateralismo demócrata). He formulado esas diferencias conceptualmente y, por supuesto, son posturas que se puede intentar debatir racionalmente. Pero no lo hacemos. Abrazamos una u otra porque su verdad nos parece evidente e incontrovertible. Quien no la vea tiene que tener algún fallo cognitivo o moral. Funciona un mecanismo parecido al de las creencias religiosas. Pero, vuelvo a decir, la preferencia por una concepción del mundo tiene raíces profundas y poco conscientes. Hay expertos que sostienen que la elección política puede estar incluso genéticamente influida. Hatemi y colegas, a partir del análisis del ADN de doce mil personas, han creído descubrir un componente genético en esa elección (Hatemi, P.K. et alt: “Genome-Wide Analysus of Liberal and Conservative Political Attitudes”). No es que haya un gen de derechas o un gen de izquierdas. El asunto es más sutil. La distribución de neurotransmisores en un individuo le hacen más sensible a las amenazas y al miedo, o más propenso a disfrutar con la novedad. Diferentes pruebas en Estados Unidos muestran que los republicanos valoran más la seguridad y el orden mientras que los demócratas disfrutan más con la novedad, el cambio y la búsqueda de emociones. En realidad hay que entenderlo al revés. Quienes prefieren la seguridad y el orden son políticamente republicanos. Creo que esos resultados son extrapolables a nuestro país. Estudios hechos a partir de los modelos de personalidad corroboran esta visión. Moscovici, Chirumbolo, Sensales y otros han visto la correlación de las preferencias políticas un rasgo de personalidad: la apertura a la experiencia, y, en especial, con lo que los psicólogos llaman “locus de control”. Este último punto me parece interesante. Ante un hecho hay personas que insisten en la responsabilidad individual (locus de control interno), y otros que insisten en la responsabilidad social (locus de control externo). Los primeros tienden a ser de derechas y los segundos de izquierdas. Al explicar algunos temas sociales como la pobreza, el paro o la enfermedad, las personas conservadoras hacen referencia a la responsabilidad individual, mientras las personas de izquierdas y los progresistas tienden a usar explicaciones de tipo social. En otras palabras, las personas de derechas tienden a sentirse más responsables de lo que les ocurre, a creer que pueden controlar los acontecimientos y que son menos vulnerables y, además, suelen considerar adecuadas las ayudas que la sociedad ofrece a los grupos sociales más desfavorecidos. Por el contrario, las personas de izquierdas, cuyo estilo de atribución es externo, se sienten más expuestas a eventuales riesgos que no pueden controlar, como el paro; tienden a juzgar insuficientes las ayudas que la sociedad ofrece a quienes tienen dificultades, y consideran que la injusticia social es el origen del malestar de estas personas (Heaven,P.C.: “Suggestion for Reducing Unemplyment: A study of Protestant Work Ethic and Economic Locus of Control Beliefs”). Con este artículo solo pretendo alertar sobre la precariedad de nuestras decisiones políticas. Es conveniente pensar que tal vez el contrario tenga razón en algo de lo que dice. Como en el caso de las ilusiones ópticas que mencioné, es difícil que podamos cambiar nuestras preferencias. La única y difícil solución es intentar dejarlas en suspenso, desconfiar de nuestras certezas emocionales, y pensar en las opciones políticas con la máxima objetividad posible, a sabiendas de que nuestras inclinaciones básicas probablemente no cambiarán. Eso supone que se puede votar a un partido que emocionalmente nos disguste. Esta es la esencia de la libertad. Ya lo decía el viejo Spinoza con una frase enigmática: “La libertad es una necesidad conocida”. La necesidad son esos automatismos psicológicos de que ha hablado. Conocerlos no nos permite eliminarnos, pero sí evitar que influyan ciegamente en nuestra decisión.
Artículo de JOSÉ ANTONIO MARINA en su blog DIARIO DE UN INVESTIGADOR PRIVADO

domingo, 4 de junio de 2023

LA PRUDENCIA POLÍTICA

José Antonio Marina
En Mirabeau o el político, Ortega presenta un retrato poco agradable de esos especímenes humanos enamorados del poder: «Impulsividad, turbulencia, histrionismo, imprecisión, pobreza de intimidad, dureza de piel, son las condiciones orgánicas, elementales, de un genio político. Es ilusorio querer lo uno sin lo otro, y es, por tanto, injusto imputar al grande hombre como vicios sus imprescindibles ingredientes». Lo más sorprendente del asunto es que Ortega demuestra una gran admiración por esos personajes. Y lo más grave es que investigaciones recientes parecen darle la razón (El Panóptico 22, La insensibilidad del poder). La búsqueda y el ejercicio del poder cambia a las personas y no para bien. Este hecho plantea unas sensatas preguntas: ¿Cómo podemos confiar nuestro futuro a personas al parecer tan poco fiables? ¿No deberíamos preocuparnos por reivindicar otro modelo de político? Ese sería el objetivo de esa Escuela de gobernantes sobre la que fantaseo. Desde el Panóptico creo percibir un progresivo deterioro en la consideración de la figura del político en el mundo occidental. Ha pasado de ser un modelo de excelencia humana a ser ese personaje sometido a sospecha. Gobernantes atroces los ha habido siempre, pero la legitimación de su atrocidad es moderna. Voy a relacionar su aparición con dos autores: Nicolás Maquiavelo (1469-1527) y Giovanni Botero, el inventor de la expresión “razón de estado” (1544-1617). Los elijo como representantes de un gran “cambio climático” en la consideración del poder: la política se separa de la moral. Eso era una novedad. Para Aristóteles, la política era la culminación de la ética. Esta se ocupaba de la felicidad personal y aquella de la felicidad pública. Ambas tenían como virtud fundamental la justicia. ¿Qué había sucedido? De la misma manera que un buen ajedrecista percibe los puntos calientes de un tablero, yo siento que este tema histórico guarda en su interior claves importantes para la Psicohistoria, es decir, para la compresión de los comportamientos humanos que constituyen la historia. Se relaciona con la “prudencia política” de la que prometí hablar en el último post. Es un asunto que me interesa desde mi juventud. Estudié filosofía en la Universidad Complutense, en una facultad ocupada en gran parte por pensadores tomistas. Uno de ellos, catedrático de Lógica, fue Leopoldo Eulogio Palacios, cuyas clases me interesaron muy poco, pero del que leí un interesante librito titulado, precisamente, La prudencia política, que aún recuerdo. A veces tengo la impresión de que hay dos historias de la filosofía mezcladas. Una de ellas incluye teorías sobre todo lo divino y lo humano. La otra tiene un carácter descriptivo. Los autores analizan el funcionamiento de la inteligencia, las operaciones mentales, los sentimientos. Elaboran así una fenomenología muy valiosa de la mente humana. En eso, los filósofos escolásticos son maestros. Tomás de Aquino se pregunta cómo toman sus decisiones los políticos y afirma que la política es la más alta manifestación de la razón práctica. Nuestro comportamiento debe regirse por los principios morales, cuyo conocimiento depende de la sindéresis, y también por la ciencia moral, que estudia las normas universales. Pero la conducta es siempre concreta, universal, contingente, y necesita aplicar lo universal a los casos particulares. De eso se encarga la prudencia, la phronesis aristotélica, que en los temas que tienen que ver con el bien común, se convierte en prudencia política. Recuerden que en el último post al hablar de Gracián señalé la importancia que daba a “gobernar a la ocasión”. Esto es obra de la prudencia. Necesitamos pensar qué tipo de conocimientos y de virtudes debería tener un político para que confiásemos en él. Aquino analiza más. La prudencia, “recta razón de los negocios humanos”, se encarga de dirigir la acción del político, porque le proporciona la “verdad ejecutable”. Para adquirir la prudencia necesaria el político necesita desarrollar las siguientes capacidades, que ya hemos ido encontrando en los casos que he analizado en este Diario: (1) la memoria, para lo que es necesario el conocimiento de la historia, (2) la intuición, que permite captar lo singular, (3) la docilidad, palabra que procede de “docere”, y significa deseo de aprender de otros. (4) la solercia, es decir, la agilidad mental, (5) la razón, capacidad de deliberar bien, (6) la previsión, para ordenar las acciones a un fin (7) la circunspección,(de circum spectare, mirar alrededor) que atiende cuidadosamente a las circunstancias y (8) la cautela, que evita los peligros. No olvidemos que para los pensadores clásicos y escolásticos la política tiene como fin el bien común, que es una finalidad moral. La prudencia es su aplicación casuística, a los casos particulares. Pero con Maquiavelo el objetivo de la política no es el bien común, sino el poder y la grandeza del soberano y del Estado. Botero remacha el clavo: la razón de Estado justifica todos los comportamientos, con tal de que tengan éxito. Como señala Maquiavelo: “Si los hechos le acusan, los resultados le excusan”. En este punto debo recordar a un añorado politólogo, Rafael del Águila, que escribió un espléndido libro que les recomiendo: La senda del mal. Política y razón de Estado. Maquiavelo quiere educar a un “príncipe nuevo”, liberado de las coacciones de la moral. Instaura la “realpolitik” avant la lettre, porque quiere atender a “la verdad real de la cosa”, en lugar de imaginar “republicas y principados que nadie ha visto jamás”. Y esa verdad dice que “todos los hombres son malos” y que “la naturaleza de los hombres es ambiciosa y suspicaz”. El pesimista Maquiavelo, al comienzo del libro II de los Discursos, señala lo difícil que es que los monarcas busquen el bien común, ya que el bien de la ciudad es contrario al bien de ellos mismos: mientras que con las ciudades ocurre que “lo que hace grandes las ciudades no es el bien particular, sino el bien común (…) lo contrario sucede con los príncipes, pues la mayoría de las veces lo que hacen para sí mismos perjudica a la ciudad, y lo que hacen para la ciudad les perjudica a ellos”. El bien común va a desaparecer oscurecido por el brillo del poder por el poder, la gran pasión de los humanos, según Hobbes. La política abandona su interés por la justicia, y la prudencia política se convierte en astucia, disimulo y engaño. Gracián la recibe ya devaluada y Kant todavía más. Su decadencia es paralela a la decadencia del prestigio del político. Max Weber, sobre todo al final de su vida, también tiene una visión pesimista de la política: solo es voluntad de poder y violencia. Leo Strauss relaciona este deterioro con el olvido del concepto de prudencia política. Nadie influye más en la sociedad que los gobernantes y, sin embargo, es un oficio que carece de un modo claro de formación. Una de las críticas que se hace al gobernante es que toma medidas políticas pensando solo en perpetuarse en el poder. En la Escuela de gobernantes deberíamos rehabilitar la gran figura del político, puesto que, al fin y al cabo, vamos a encargarle el cuidado de nuestro futuro.
Artículo de JOSÉ ANTONIO MARINA en su blog Diario de un investigador privado.

domingo, 21 de mayo de 2023

¿SIRVE PARA ALGO ESTUDIAR HISTORIA?

José Antonio Marina
Mi experiencia me dice que es conveniente tener activados varios proyectos a la vez. Emprender un proyecto es como desplegar una antena que va a ser capaz de captar la información pertinente. Sin proyecto no hay antena y la información se pierde. En este momento tres proyectos se entrecruzan en mi cabeza. El primero es escribir la Historia universal de las soluciones, es decir, estudiar cómo la inteligencia ha ejercido a lo largo de la historia su facultad más importante: resolver problemas. Por su transcendencia, me interesan especialmente los problemas políticos, y el desarrollo de la inteligencia política necesaria para solventarlos. Necesitamos crear la inteligencia necesaria para enfrentarnos a las enormes dificultades y oportunidades que nos esperan. Esa inteligencia política tiene dos modalidades, (1) la que debe ejercer todo ciudadano y (2) la que deben poseer los ciudadanos que se dedican a la política, los gobernantes. ¿Qué tipo de gobernantes deberíamos formar? O dicho de otra manera ¿a qué políticos confiaría mi futuro? Por si sola, la Historia no enseña nada, pero bien usada puede resultar muy útil en la toma de decisiones políticas. Cuentan que un aspirante a político preguntó a Churchill qué debería estudiar para serlo, y que Churchill le contestó: Historia. Maquiavelo pensaba lo mismo. Sin embargo, los historiadores profesionales son reacios a sacar enseñanzas políticas de sus investigaciones. Piensan que las referencias de los políticos a la Historia son meramente retóricas y sirven para adornar la decisión tomada, no para ayudar a tomarla. El libro The Power of the Past, dirigido por Hal Brands y Jeremi Suri, reúne a politólogos e historiadores para intentar comprobar si la historia sirve para algo en un terreno particular: la política internacional. La conclusión a la que llegan es la misma que he estado exponiendo en este Diario. Por si sola, la Historia no enseña nada, pero bien usada puede resultar muy útil en la toma de decisiones políticas. La Historia es la experiencia de la humanidad y con ella nos ocurre lo mismo que con nuestra experiencia biográfica. Haber vivido no nos proporciona ninguna sabiduría especial, si lo hiciera todos los octogenarios seriamos sabios y no lo somos. Pero podemos aprender de nuestra experiencia, si sabemos hacerlo. Pues lo mismo sucede con la historia. ¿Cómo puede ayudar el conocimiento histórico a los políticos? Los autores piensan que la principal herramienta es el “pensamiento analógico”. Pero las analogías, las semejanzas, puede conducir a decisiones acertadas o equivocadas, luego no son de fiar. Tomemos el caso de Múnich y la política de concesiones de Chamberlain. El miedo a ser débiles sobrevoló la política de fuerza aplicada por Lyndon B. Johnson en Vietnam, por el primer ministro británico Antony Eden en la crisis de Suez, y por Tony Blair y Bush en la guerra de Irak. El resultado fue desastroso. En cambio, a Truman le funcionó bien en la guerra de Corea. Para los autores, las analogías son útiles si no se toman como una solución, sino como el comienzo de un trabajo de análisis. “Las analogías pueden ayudar a tomar decisiones si son utilizadas como una invitación a una evaluación minuciosa y crítica, y no como un medio de evitar tan importante trabajo intelectual” (p.13). Los autores dan mucha importancia a lo que llaman “sensibilidad histórica”, que puede capacitar a los políticos para descubrir “ventanas de oportunidad”. Es una especie de intuición parecida al “coup d’oeil” que Clausewitz atribuía a los grandes generales. (He tratado este tema en la entrada de 10.11.2022.- ¿Existe la intuición política?). Ernest May y Richard Neustadt comparan el modo de usar la historia el presidente Truman y de su secretario de Estado, el General Marshall, promotor del famoso plan que lleva su nombre. Truman aprovechaba sus lecturas históricas para centrar los debates. Marshall no tenía formación histórica y no basaba en ella sus decisiones, peo animaba a sus ayudantes a explorar nuevas oportunidades y a usar el conocimiento de los esfuerzos pasados para diseñar mejores políticas en el presente. En su famoso discurso de Harvard, presentando su plan de ayuda a Europa, no aportó detalles históricos, pero le interesó “una comprensión de cómo en el pasado las sociedades se habían esforzado en recuperarse de una guerra”. Sabía que las condiciones de sufrimiento y estancamiento económico alimentan los extremismos y la estabilidad, y que un desorden prolongado en Europa tendría consecuencias para EEUU. (Neustadt, R. y May, E., Thinking in Time: The Use of History for Decision Makers, Free Press, 1986). La presencia de la Historia es constante en la obra de Henry Kissinger, político que dirigió la política internacional estadounidense durante más de ocho años y cuya influencia ha permanecido. En 1950 presentó su tesis doctoral en la Universidad de Harvard sobre el tema “The Meaning of History (reflections on Spengler, Toynbee and Kant” y sus biógrafos han sostenido que su admiración por Metternich determinó parte importante de su acción política, hasta tal punto que podría llamárselo un “neoMetternich”. El interés del personaje me anima a dedicarle el siguiente post.
Artículo de JOSÉ ANTONIO MARINA en su blog DIARIO DE UN INVESTIGADOR PRIVADO. 20 de Mayo de 2023.

martes, 25 de abril de 2023

RESEÑA del libro EL GRAN SECRETO DE LAS MONARQUÍAS EUROPEAS: SUS RAÍCES JUDÍAS

Autora de la reseña: ROSARIO ANZOLA. Publicada en el diario EL NACIONAL DIGITAL el 15 de Abril de 2023
Kálathos Ediciones acaba de publicar un libro de Joaquín Javaloys que dará mucho que hablar entre lectores, historiadores y genealogistas, dada la singularidad del tema planteado por el escritor con una acuciosidad deslumbrante. Javaloys posee una sólida formación profesional: es Licenciado en Ciencias Políticas y Económicas, Licenciado en Derecho y doctor en Ciencias Económicas. Esta vasta preparación académica lo ha llevado a desempeñarse como Economista del Estado, como profesor universitario, como funcionario de su país en diversas Embajadas, como Concejal del Ayuntamiento de Madrid, como Asesor de varios Ministerios y le ha permitido encauzar sus vocaciones alternas: la de político, la de historiador y la de escritor. Respondiendo a un genuino compromiso ciudadano participó en el proceso de transición española a la democracia y la inquietud intelectual –que también lo caracteriza–, lo han convertido en un riguroso ensayista, cuyas reflexiones han sido transmitidas en entrevistas de radio y televisión) y a través de las redes sociales. Además posee un blog titulado “Desde el mirador de Javaloys”, donde podemos encontrar sus artículos y los de otros pensadores; este blog es una cantera de temas políticos, económicos e históricos y vale señalar que hasta el metaverso, los algoritmos y los blockchains ha encontrado cabida en tan interesante espacio. El autor tiene una especial devoción por la historia, dedicación que ha dado fruto en los últimos 20 años a títulos como: “El gran secreto de los cátaros” (2001); “Yo, Parsifal” (2006); “Yo, Juan de Austria” (2009); “Carlomagno” (2013) y dos libros esencialmente políticos como “La Autonomía regional ¿solución o problema?” (1978) y “El ocaso de las Autonomías”, publicado en el 2012. Capítulo aparte merece “El origen judío de las monarquías europeas” del año 2000, el cual da origen al libro recién editado. Cuando leí “El origen judío de las monarquías europeas” me quedé estupefacta y lo tuve que leer de nuevo. Tiempo después tuve una larga y amena conversación con Joaquín acerca de cómo y por qué había abordado un tema tan pero tan particular. Así supe de su aventura de años registrando archivos y bibliotecas, para el momento había acumulado una inmensa información. Entonces le dije: “Ese enorme esfuerzo que has hecho merece un libro mucho más extenso”. En varias ocasiones me permití insistirle en mi sugerencia, Joaquín solo sonreía, pero en un momento dado y para mi sorpresa me replicó: “Comencé a escribir el nuevo libro y es por tu culpa”. Una vez que arrancó no pudo parar y el encierro de la pandemia contribuyó a que dedicará los días enteros a esta nueva aventura literaria. Quiero puntualizar algunos aspectos de esta singular obra, tomando como punto de partida la condición de investigador que el autor posee, afianzada en su cultura y en una disciplina rigurosa que caracteriza la metodología de su trabajo. Es curioso como pasados largos años de trabajo en sus áreas de desempeño laboral, Joaquín se lanza a la ficción documentada históricamente para saciar su pasión por los enigmas del poder. A él le interesan más los personajes que los hechos, su abordaje literario de la historia se centra en la personalidad y comportamiento de los protagonistas, a la manera de un avezado psiquiatra. Cuando leí “Yo, Juan de Austria”, una de las cosas que llamó más mi atención fue que la voz del autor se mimetiza con la voz del protagonista, algo que se replica en todos sus libros. Cuando la narración se enmarca en la infancia de Juan de Austria, escuchamos la voz de Jeromín, y cuando quien habla es el Juan de Austria adolescente, sucede exactamente igual. Algo realmente inusual, que refleja la destreza expresiva del autor en el manejo de sus protagonistas. Yo, que me he dedicado en gran parte a la literatura infantil, no he visto casos similares. Al autor le apasiona escudriñar en el uso que del poder hacen los gobernantes; y quiero enfatizar que Joaquín es un católico practicante, condición que le lleva a analizar el poder como ejercicio del servicio con mentalidad cristiana. Javaloys desarrolla en este libro la historia de las uniones entre príncipes cristianos y algunos nobles procedentes de Babilonia que, como descendientes del rey David, detentaban el legado de su realeza. Es así como analiza el ejercicio del poder y sus prácticas, en este caso “el poder real” por la creencia del derecho divino a gobernar. Desde ese punto de vista las monarquías se consideraban “sagradas”, desde el mismísimo rey David hasta el rey Felipe II de España. Quiero referirme a la estructura que conforma la armazón de esta obra, lograda con la misma rigurosidad que la investigación de base. En el Capítulo I, con el sugestivo título de “Introducción a una historia oculta”, Javaloys cuenta cómo fue el proceso de investigación de ese primer ensayo histórico y abre la apetencia de los lectores cuando menciona la editorial de la revista HISTORIA 16, donde se publicó como “El mayor secreto de la historia”. Los siguientes tres capítulos remiten a la realeza en el antiguo reino de Israel y en los davídico exilarcas de Babilonia; luego se refiere a la dinastía de Jesús de Nazaret hasta los merovingios y el capítulo IV nos explica cómo se repartió el poder mundial en los siglos 7 y 8 DC. El capítulo V es una especie de intermedio dedicado por entero al gran emperador Carlomagno, como fundador de la Europa política y prototipo de la realeza sagrada medieval. En los capítulos del VI al IX se encuentran las pruebas de los cruces entre familias davídicas y carolingias, siendo el más relevante el capítulo VIII cuyo título incluye la contundente frase: “Las grandes dinastías de Europa tienen sangre judía”. El capítulo IX se sitúa en el Principado judío de Septimania y la dinastía de los reyes judíos de Narbona. Los siguientes capítulos, del X al XII establecen las conclusiones y contemplan la presencia real de los carolingios condes de Valois y de Vermandois hasta los descendientes capetos y Valois de Francia, aparece como figura el emperador Carlos V del sacro imperio romano-germánico y el último capítulo cierra el periplo narrativo con Felipe II y El Escorial destacándose la identificación de la realeza salomónica al servicio del poder divino. Mención aparte merece la meticulosidad de los numerosos cuadros incluidos en el libro, en cada uno de ellos hay que detenerse un largo rato para seguir la pista de los innumerables hallazgos que van develando las genealogías y la historia contada por Joaquín Javaloys, quien se mueve en los entretelones y entresijos de historias escondidas y silenciadas y nos asoma a ellas llenándonos de interés y expectación. Este libro dará lugar a numerosas y distintas reacciones y abrirá una polémica generadora de controversias, pero también tendrá quienes encuentren en sus páginas ideas concordantes con las suyas y quizá se deriven nuevos ensayos políticos e históricos que analizarán la evolución de los conceptos del poder hasta nuestros días y su prospectiva en los días venideros de este convulsionado siglo.
RESEÑA de ROSARIO ANZOLA. Publicada en EL NACIONAL DIGITAL el 15 de Abril de 2023.

domingo, 16 de abril de 2023

EL DAVÍDICO Y CIRCUNCIDADO REY CARLOS III ANTE SU CORONACIÓN Y SU SAGRADA UNCIÓN

Recientemente se ha publicado en el diario La Vanguardia, de Barcelona, y en otros medios de comunicación, un llamativo artículo cuyo subtítulo es el siguiente: "La tradición de circuncidar al futuro rey del Reino Unido fue iniciada en el siglo XIX por la reina Victoria, convencida de que la familia real descendía del Rey David". En ese artículo se dice, entre otras cosas, lo siguiente: "Al negarle la circuncisión a su hijo William, la princesa Diana de Gales rompió una tradición que viene de la reina Victoria. La princesa Diana de Gales rompió la tradición de circuncidar al futuro rey del Reino Unido que fue iniciada en el siglo XIX por la reina Victoria, convencida de que la familia real descendía del Rey David. Carlos III ha sido el último monarca circuncidado hasta ahora. Cuando nació Philip Arthur George, el primer hijo de la reina Isabel II y Philip Mountbatten, y actual rey Carlos III, el 14 de noviembre de 1948, su madre llamó al rabino Jacob Snowman, un conocido médico y mohel de Londres, para circuncidar a su hijo, revela Jewish Press, el semanario judío independiente de mayor difusión en los Estados Unidos. La tradición de la familia real de contratar mohels judíos para circuncidar a sus hijos se remonta a la reina Victoria pero fue interrumpida en 1982 con el nacimiento del príncipe William, porque su madre Diana, la fallecida princesa de Gales, no lo permitió." En realidad, "la tradición real británica de pedir a un mohel judío que circuncide a sus príncipes se remonta al rey Jorge I, quien nació en Hanover, Alemania, y reinó sobre Inglaterra desde 1714 a 1727. Jorge I llevó esa costumbre a Inglaterra. Años más tarde su tataranieta la reina Victoria contrató a mohalims judíos para circuncidar a todos su hijos, pues ella creía que su árbol familiar se remontaba directamente al rey David de la Biblia"
El rey Carlos III de Inglaterra, tocado con una kipá. EFE
En todo caso, actualmente, ante la coronación de Carlos III el próximo 6 de mayo, hay que tener en cuenta que una parte esencial de esa coronación es la que se denomina unción real, pues por esta unción religiosa el rey del Reino Unido se convertirá en monarca por la gracia de Dios tras una ceremonia sacra que se celebrará en la abadía de Westminster y que especificaremos más adelante, pues en ella habrá hebraísmos. Ahora vamos a demostrar que el circundado Carlos III es davídico biológicamente, pues desciende del rey David de Israel. En realidad, el hecho de que los reyes europeos son descendientes biológicos del bíblico rey David es una verdadera historia que se ocultó desde hace muchos siglos cuando Francia y otros países, en la Edad Media, expulsaron a los judíos de los territorios de Europa, lo que yo he relatado minuciosamente en mis siguientes libros: - El origen judío de las monarquías europeas. Editorial EDAF. Madrid. Año 2000. - El gran secreto de las monarquías europeas: sus raíces judías. Kalathos Ediciones. Madrid. Año 2022. Esa historia se ocultó para que se olvidase un asunto tabú: a lo largo de los siglos, las fuentes documentales, especialmente aquellas genealogías en las que deberían aparecer mezclados judíos con cristianos, como ocurrió en la realidad, han sido manipuladas, destruidas o sustituidas, en nombre de la limpieza de sangre (para que apareciesen o solo judíos o solo cristianos, sin mezclarse) o de otros intereses particulares o doctrinarios. Se fue ocultando así la verdad histórica, sobre todo por los cronistas de los reyes y de los magnates quienes, en la Edad Media, eran frecuentemente clérigos inquisitoriales. Y, todavía hoy, los partidarios de "la limpieza de sangre" siguen queriendo ocultar que los reyes europeos son descendientes del rey David de Israel. ¡Claro!, hay que tener en cuenta que, en la memoria histórica, perdura todavía el terrible recuerdo del holocausto, pues en los años 40 del pasado siglo XX varios millones de judíos fueron exterminados en Europa, por la única razón de ser hebreos. Pero ya es generalmente conocido que los miembros de la realeza inglesa, como afirmó la reina Victoria, son descendientes biológicos del rey de David de Israel, a quien Dios concedió el derecho divino a gobernar para él y sus vástagos que aceptasen sus santos. preceptos. Por lo tanto, el rey Carlos III de Inglaterra, descendiente de la reina Victoria, tiene ascendencia davídica, como han confirmado algunos genealogistas. Para confirmarlo, hay que tener en cuenta que un famoso genealogista, que vive en Estados Unidos, David Hughes, publicó el año 2012 un certero y extraordinario libro de 584 hojas, titulado DAVIDIC DYNASTY que, generosamente y para general conocimiento, insertó en Internet, pues está disponible en el siguiente enlace: https://prioratulromanobss.files.wordpress.com/2012/10/davidicdynasty.pdf En esa dinastía davídica de David Hughes se relata que "cuando Palestina estaba sometida a Roma como un territorio de su gran Imperio, gobernaba Judea el rey Herodes y los davídicos tenían como líder de los judíos al patriarca de Jerusalén. Cuando nació Jesús de Nazaret el patriarca de Jerusalén era Hillel "el Grande", fundador de una dinastía de nasis davídicos en Palestina, cuyos descendientes, que voy a detallar seguidamente, generación por generación, se unieron matrimonialmente con la realeza de la naciente Europa y llegaron a configurar linajes aristocráticos de descendientes del rey David de Israel que fueron monarcas de las principales naciones europeas. David Hughes, en su citado libro Davidic Dynasty reproduce el itinerario genealógico, uno a uno y generación por generación, de cada miembro del linaje que comienza con Hillel "el Grande" y que llega hasta el rey Jacobo I rey de Inglaterra y de Escocia (1603-1625). Reproduzco literalmente lo que este gran genealogista dice sobre este principal linaje davídico europeo: ""Hillel "el Grande", Nasi de los palestinos, descendiente del rey David en la 40 generación. Es el 60 patriarca de Jerusalén. Fue fundador de una nueva dinastía de nasis palestinos: Hillel "El Grande", patriarca of Jerusalén (20 antes de Cristo-año 10), fundó una nueva dinastía [Hillelita Dinastía] de nasis palestinos, padre de (41) Simeón I nasi en 10-30, el padre de (42) Gamaliel I "El Viejo", cerca de 30/43-68, (43). Simeón II, 68-70, el padre de (44). Johanan, 70-90, nombrado por Roma (45). Gamaliel II, c 90-110 el padre de 46. Simeón III, c 135-165, el padre de (47). Judah I, llamado Juda El Nasi, 165-217, el padre de (48). Gamaliel III, 217-225 el padre de (49). Judah II, llamado Juda Nasi'eh, o Joullos, c 225-250, el padre de (50). Gamaliel IV, c 250-265, el padre de (51). Judah III, c 265-330, el padre de (52). Hillel II ["D"], c 330-365, el padre de (53). Gamaliel V, c 365-380, el padre de (54). Judah IV, c 380-400, el padre de (55). Gamaliel VI Nasi, Patriarca/Príncipe, c 400-415, (d426), el último de esta línea, depuesto por Teodosio II, el emperador bizantino, que abolió el patriarcado palestino. Continuación de (55) Gamaliel VI Nasi fue: 56A Ezra, antepasado de una noble familia europea: padre de (57). Hezron, engendró (58). Erza, engendró (59). Solomon, engendró (60). Abinadab, engendró (61). Daniel, engendró (62). Jacob, engendró (63). Joseph, engendró (64). Manasseh, engendró (65). Ebenezer, engendró (66). Jehoash, engendró (67). Moshe, engendró (68). Malachi, engendró (69). Isaac, engendró (70). Jonathan, engendró a Nabal (71A) quien engendró (72). Juan, apellidado Paleólogo, fue el ancestro de la familia Paleólogos de Bizancio, cuya familia enlazó matrimonialmente con la imperial casa de Constantinopla y eventual e irónicamente heredaron al verdadero Imperio que antaño habían conquistado el reino de sus antepasados. Juan engendró a (73). Andres, engendró (74). Miguel, engendró (75). Teodor, engendró (76). Constantino, engendró (77). Alejandro, engendró (78). Juan, engendró (79). Teodoro, engendró (80). Manuel, engendró (81). Michael, engendró (82). Alexis Paleologo engendró (83). Andronicus, engendró (84). MICHAEL VIII, Emperador bizantino 1261-1282, engendró (85) a Andronicus II, Emperador 1282-1328, depuesto, murió 1332 pero estaba casado con Yolande, heredera de Montferrat, que fueron padres de (86) Teodoro Paleologo, marqués de Montferrat (murió 1338) quien con su esposa Argentina Spinola, engendraron (87) a Yolande, esposa de Aimon, conde de Savoya (murió 1343), madre de (88) Amadeo VI, conde de Savoya (murió 1383), quien se casó con Bonnie [hija de Pedro I, duque de Borbón], y engendró (89) Amadeo VII, conde de Savoya (murió 1391), quien se casó con Bonnie [hija de Juan I, duque de Berri], y engendraron (90) Amadeo VIII, conde de Savoya que se casó con María, hija de Felipe II, duque de Borgoña, y engendraron (91) Luis, duque de Savoya (murió 1465), quien se casó con Anna de Lusignan, heredera de Chipre, Jerusalén [el reino de los cruzados], Armenia, etc., engendraron (92) Margarita, que fue segunda esposa de Pedro II, conde de San Paul (murió 1482), y fue madre de (93) Maria de Luxemburgo, esposa de Francisco de Borbón, conde de Vendôme (murió 1495), y madre de (94) Antoinette, esposa de Claudio de Lorena, duque de Guisa (murió 1550), y madre de (95) Marie, esposa de James V, rey de Escocia (murió 1542) y madre de (96) Mary (d1587), reina de los escoceses, quien se casó con su segundo marido, Henry Stuart, Lord Darnley (murió 1567)(descendiente directo por vía masculina de un linaje que inició Santiago el Justo, el "hermano" de Jesucristo), y fue la madre de (97) James I, quien fue rey de Inglaterra durante el periodo 1603-1625, y ancestro de todos los siguientes monarcas británicos. Además, voy a reproducir seguidamente otro importantísimo linaje davídico que se detalla en el "Davidic Dynasty" del genealogista David Hughes, que se une a un destacado linaje real hispano y cuyo itinerario genealógico acaba en la reina Victoria de Gran Bretaña. Efectivamente, David Hughes también ha demostrado que del exilarca davídico de Babilonia número 30, Mar-Zutra, que lo fue en el periodo de los años 512 a 520, desciende otro distinguido linaje que llega hasta la reina inglesa Victoria, pero pasando por los reyes Austrias de España. Es el siguiente : - Mar Zutra, exilarca en 512-520, padre por su segunda esposa de - Sutra "Rav", príncipe de Israel, padre de - Saadia (Sa'adyah), príncipe de Israel. - Guriya, príncipe (600/625). - Sutra II, príncipe (650) - Yakov, príncipe. - Shemaiah, príncipe. - Haninai, príncipe (750). - Magis, (Magus) (Migas) (Misas), príncipe. - Nehemiah (Nekhemya) (Nechemia), príncipe. - Abdimi (Avidima) (Dimi), príncipe. - Abbai, príncipe. - Pinkhas (Phinehas) (Pinchus), príncipe. - Hazub (Khazuv) (Chatzuv), príncipe (950), depuesto por el califa fatimida Mu'ezz-II-Din-Allah, que conquistó Jerusalén en 969. - David, hijo de Hazub. - Nathan. - Avraham. - Zakkai. - David. - Hizkiya. - David. - [C]Hiyya Al-Daudi (murió en 1154) que fue un destacado rabbi, compositor y poeta que sirvió como consejero al rey de Portugal. - Yaish ibn Yahya. - Yahya Ha-Nasi o Yahya ibn Yaish o Don Yahya "El Negro", señor de Aldea de los Negros, en Portugal, que murió en 1222/7. Fue el patriarca de la familia "Ibn Yahya", residente en Lisboa. - Yosef (murió en 1264). - Shlomo Ha-Zaken (murió en 1299). - Gedaliah. - Paloma, esposa de Fadrique (murió en 1358), hermano del rey Enrique II de Castilla. - Alfonso, casado con Juana de Mendoza. - Fadrique, que murió en 1473, casado con Mariana de Córdoba. - Juana (Enriquez) casada con Juan II, rey de Aragón. - Fernando II de Aragón, casado con Isabel I reina de Castilla. - Juana la Loca, reina de España, casada con Felipe el Hermoso de Austria, padres de Carlos I de España y V emperador de Alemania
Emperador Carlos V de Alemania y I de España
(continuación de este linaje) - Fernando I, (emperador en 1558-1564), casado con Ana de Bohemia y Hungría. - María, casada con Guillermo V de Cleves, Julich y Berg, que murió en 1592. - Ana, casada con Felipe Luis de Neuberg que murió en 1614. - Ana María, casada con Federico Guillermo de Sajonia-Altenburg, que murió en 1602. - Juan Felipe de Sajonia-Altenburg, que murió en 1639, casado con Isabel de Brunswick-Wolfenbuttel. - Isabel Sofía, casada con Ernesto I de Sajonia-Ghota y Altenburg, que murió en 1675.
Reina Victoria de Gran Bretaña
(continuación de este linaje) - Federico I de Sajonia-Ghota, que murió en 1691, casado con Magdalena Sibyla de Sajonia-Weissenfels. - Federico II de Sajonia-Ghota, que murió en 1732, casado con Magdalena Augusta de Anhalt-Zerbst. - Augusta, casada con Federico Luis, príncipe de Gales, que murió en 1751. - Jorge III, rey de Inglaterra, quien perdió los Estados Unidos de América, y quien fue exactamente el descendiente de la generación número 100 del rey David de Israel, y también fue antepasado de los sucesivos monarcas británicos, incluso de su nieta la reina Victoria del Reino Unido de Gran Bretaña, que vivió en 1837-1901.
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Ahora, tras comprobar que los reyes ingleses, incluso Carlos III, son davídicos vamos a referirnos a su coronación real, que se llevará a cabo el 6 de mayo próximo, y a sus elementos religiosos que ponen de manifiesto la presunta "sacralidad" de la monarquía inglesa: la cruz que guiará la ceremonia y la unción regia por la que Carlos III será rey por la gracia de Dios, que se celebrará en la abadía de Westminster. En cuanto a la cruz de la ceremonia de la coronación del rey Carlos III es preciso subrayar que contiene fragmentos de la cruz en la que fue crucificado Jesús de Nazaret, según el Vaticano, porque el papa Francisco aportó dos fragmentos de la sagrada cruz, uno de cinco milímetros y otro de un centímetro, que fueron colocados en una crucecita incorporada a la cruz ceremonial, la cual es visible tras un cristal de roca color rosa. El rey ha presentado esta cruz de Gales a la Iglesia anglicana para su centenario. Diseñada por Michael Lloyd, la cruz se ha fabricado durante dos años a partir de lingotes de plata reciclada, con fragmentos de madera y de pizarra. Tras la coronación, será compartida por las iglesias anglicanas y católicas romanas del País de Gales. Carlos III ha puesto su autentificación real, una cabeza de leopardo, en la parte de plata que hay en la cruz, durante una visita a Londres que hizo el año pasado. El arzobispo de Gales, Andrew John, ha bendecido la nueva cruz ante dignatarios y fieles en una ceremonia celebrada en Llandudno, en el norte del País de Gales, y posteriormente ella ha sido enviada a Londres para que encabece la procesión de la coronación el próximo 6 de mayo. Respecto a la unción real de Carlos III hay que resaltar ahora los hebraísmos que contiene. En esa ceremonia sacra el aceite que se usará, procedente de aceitunas recogidas del monte de los olivos de Jerusalén y de los huertos que tienen los monasterios de la Ascensión y de santa María Magdalena (en este monasterio está enterrada la abuela paterna de Carlos III), ya ha sido consagrado en la iglesia del Santo Sepulcro por su beatitud Theophilos III, patriarca de Jerusalén, y por el arzobispo anglicano local Justin Welby. La unción real será una ceremonia atractiva, mezcla de fantasía épica y de elementos medievales cuasibizantinos con su liturgia barroca llena de simbolismos tradicionales muy antiguos, parcialmente hebreos. Será un acto íntimo del rey Carlos III con sus vasallos británicos en presencia de Dios, al que no podrán asistir reyes en ejercicio, pero sí representantes de las casas o dinastías reales. La princesa Leonor de Borbón, heredera de la Corona de España, asistirá como representante de su Casa.
Autor: JOAQUÍN JAVALOYS
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