Translate

viernes, 30 de septiembre de 2016

POR QUÉ PEDRO "NONO" SE LLEVARÁ EL GATO AL AGUA


Grândola, Vila Morena. Felipe González fue el José Afonso que, a primera hora del miércoles y desde los micrófonos de una SER travestida de Rádio Renascença, dio el pistoletazo de salida a la revolución de los barones sin claveles socialistas contra el régimen del coronel Pedro Sánchez Pérez-Castejón, más conocido como Pedro Nono. A la fiel infantería que en El Álamo de la calle Ferraz defiende las posiciones del jefe no le cogió desprevenida la cancioncilla. Sabían que la entrevista había sido grabada el martes con Felipe en Santiago de Chile, adonde había llegado procedente de Colombia. Y que había sido pensada como la señal para el inicio de la revolución, "O povo é quem mais ordena / Dentro de ti, ó cidade". La típica operación del otrora famoso "comando Rubalcaba", vuelto de nuevo al ruedo del diario El País. "A mí lo que más me duele es que él me pidió que nos reuniéramos después de las elecciones del 26 de junio, y el 29 de junio me explicó que pasaba a la oposición, que no intentaría ningún gobierno alternativo y que votaría contra la investidura del Gobierno del PP, pero que en segunda votación pasarían a la abstención para no impedir la formación de Gobierno. Y la verdad es que, viendo lo que está pasando, a mí no tiene por qué darme explicaciones. Me siento frustrado, como si me hubieran engañado, no tenía ninguna necesidad…"
Con el papo que le caracteriza y como de pasada, aquel 29 de junio Nonopidió además a Felipe que escribiera un articulito en el diario de Prisa adelantando la tesis de la abstención en segunda vuelta para, con la muleta de su auctoritas por bandera, ir preparando a la militancia para tragarse el sapo de dar vía libre a un Gobierno PP. De modo que Felipe tenía y tiene razones no solo para sentirse engañado, sino toreado. "Francamente me alucina", aseguraba este jueves un hombre muy cercano al socialismo, hoy ocupado en el sector privado, "me asombra que alguien como Felipe pueda haberse dejado engañar por alguien como Pedro Sánchez, un aventurero, un tipo sin escrúpulos, sin ninguna ideología conocida más allá de su propia ambición, rodeado de gente como Oscar López o Antonio Hernando, gente de Balbás amamantada después por Pepiño Blanco, que con la ayuda financiera de su suegro se ha encaramado en la dirección del PSOE y tiene secuestrada a la organización. Y lo peor es que no la va a soltar, no; éste se ha atrincherado en Ferraz como se hubiera atrincherado en una sucursal de Bankinter y ahí va a seguir hasta la muerte… Pero esto no es ninguna sorpresa, todo esto se sabía".     
Felipe tenía y tiene razones no solo para sentirse engañado, sino toreado
La condición humana, sí, la lucha por el poder como motor del mundo, como causa itinerante de miseria y muerte a partes iguales, esa droga del poder para la que la investigación farmacológica no ha encontrado aún antídoto. Y la crisis terminal de los dos grandes partidos del turno, el cáncer que corroe a dos organizaciones que se han convertido en máquinas de destruir talento y promocionar mediocres. Por Ferraz deambula un tío con la cabeza sobre los hombros como Jordi Sevilla, respetado por casi todos, balbuceando ahora, desconcertado, explicaciones imposibles en defensa de semejante chiquilicuatre. La condición humana y el Poder, dos asuntos sobre los que se han escrito ríos de tinta, imposibles de abarcar en el corto espacio de este comentario, pero que están en la raíz de los males que aquejan a PSOE y a PP. ¿Es que nadie sabía en el socialismo hispano a quién estaban elevando a los altares cuando, el 27 de julio de 2014, lo hicieron secretario general? Entre el 12 de junio (anuncio de su candidatura) y el 14 de julio (elección en primarias) de ese año, Susana Díaz se sacó de la manga un candidato para cerrar el paso a Eduardo Madina, que era el protegido del "malvado Rubalcaba si te vuelves te la clava", a quien la propia Susana había empujado al precipicio tras los malos resultados de las europeas del mismo año. Un candidato del que nadie nada sabía, dedicado hasta entonces a calentar culo en el Congreso. Un candidato en un mes para dirigir el PSOE y aspirar a presidir el Gobierno de España; un candidato cuyas obras completas caben en la servilleta de un bar de carretera. 
¿Es que nadie sabía en el socialismo hispano a quién estaban elevando a los altares cuando, el 27 de julio de 2014, lo hicieron secretario general?
El PSOE prometió hace años elecciones primarias abiertas, promesa que no ha cumplido. En su lugar, ha instituido la elección directa por los militantes, lo que ha servido para que el secretario general ungido se considere investido de una fuente de legitimidad tan potente como para operar al margen de los órganos de dirección del partido. Con todas sus imperfecciones, las primarias abiertas sirven en Estados Unidos para someter a un intenso escrutinio a los candidatos a lo largo de un año. Las primarias de mentirijillas del PSOE sirven para que el stablishment del partido elija un candidato cómodo en un par de semanas, a riesgo de que el cooptado se convierta después en un sátrapa peligroso una vez coronado, un iluminado al que resulta imposible apear del cargo, un tío con la cabeza hueca capaz de elevar el debate ideológico a las altas cotas alcanzadas con el célebre "no es no, ¿qué parte del no es la que no ha entendido Rajoy…?"

La chapuza del "comando Rubalcaba"

Lo realmente sorprendente es que, enfrentados a tipo tan ligero de equipaje, la revolución de los barones sin claveles, Em cada esquina um amigo / Em cada rosto igualdade, haya resultado un fiasco en toda regla, o eso parece. La última operación del "comando Rubalcaba" se ha demostrado una chapuza de dimensiones catedralicias. Hablamos de Alfredo Pérez Rubalcaba, ese gran organizador de derrotas, en parodia del primer tomo de las obras escogidas de León Trotsky sobre el tirano Stalin.
-Supongo que tendréis plan B, claro está –preguntaba el miércoles un socialista histórico a uno de los rebeldes.  
-No, ni hablar, no hay plan B, al menos que yo sepa.
-¿Cómo? ¿Es que pensáis que cuando vayáis a Ferraz a presentar vuestra dimisión Pedro se va a echar a llorar, va a recoger sus cosas en dos minutos y se va a ir a casa? Estáis locos si os habéis creído eso: estáis frente a un sicópata, como vosotros mismos os encargáis de pregonar, al que por cierto vosotros habéis puesto en el cargo…
Lo realmente sorprendente es que la revolución de los barones sin claveles, haya resultado un fiasco en toda regla, o eso parece
Una chapuza que también se llevará por delante a la propia Susana Díaz, la tapada de la operación puesta en marcha con el "comando Rubalcaba". Porque el plan era eso: quitar a Pedro para poner a Susana. No hay más, no había más. Una Susana que este jueves en Sevilla dio cabal medida de la profundidad de su pensamiento político oceánico de 5 milímetros de espesor en un bla, bla, bla insufrible, lleno de lugares comunes, que en todo momento eludió siquiera rozar las razones de una rebelión que solo tendría sentido si se tratara de liquidar políticamente hablando a un tipo convertido en un riesgo letal para los millones de españoles que ansían un futuro de paz, progreso y libertad. No lo va a tener fácil la tropa rebelde. Hay demasiado escapismo, demasiada cobardía en sus filas. Y ni siquiera se han leído bien los estatutos. A riesgo de equivocarme, cosa que no me disgustaría en absoluto, creo que Sánchez se va a llevar le gato al agua una vez más, y tal vez esta sea la decisiva. Porque su pulsión vital, su ideología (si alguna), su ambición, camina en paralelo con esa amplia franja de españoles de izquierda para quienes la derecha roba, los empresarios explotan y el Estado tiene la obligación de hacerse cargo de mi educación, de mi sanidad, de mi vivienda y hasta de mi felicidad. Todo gasto público. Todo gratis total. La España del populismo rampante que puso en boga Rodríguez Zapatero. La España de los españoles que no quieren a España.
El plan era eso: quitar a Pedro para poner a Susana
Es el vector fuerza en el que está instalado el gran Pedro Nono. El de esa militancia socialista a la que el esplendor en la hierba de Podemos mantiene desnortada. A menos que este viernes se produzca un milagro, el Comité Federal del sábado dictará sentencia. Si Pedro sale vivo del mismo, porque los rebeldes no cuentan en él con mayoría, la escisión del PSOE en dos bloques será un hecho. Y el futuro, un poco más difícil para España y los españoles.

                                                                JESÚS CACHO  Vía VOZ PÓPULI

EL DESBARAJUSTE POLÍTICO





La situación política a que hemos llegado tiene, si acaso, una ventaja, a saber, que es difícilmente empeorable, y eso siempre concita alguna esperanza, aunque hay que reconocer que las ilusiones que, de oficio, se habían hecho algunos, la tan jaleada nueva política, ha pasado a ser ya uno de los cadáveres insepultos de este fúnebre sainete. Pues bien, en estas estábamos hace menos de setenta horas cuando parió la abuela, y el PSOE se partió, al menos provisionalmente, en dos. 

Como en el plano de lo práctico, los ciudadanos de a píe apenas podemos hacer nada, puede ser de interés hacer algo de teoría, si es que una materia tan pegajosa como la política española permite pretensiones tan altivas. Vaya por delante, pues, mis disculpas a los lectores por tratar de enmarañar un poco más esta confusa barahúnda de disparates en que se ha convertido la actualidad nacional.
Si la operación hubiese sido planeada por el enemigo no habría salido mejor
Lo obvio
Empezaremos por lo último, que parece más claro que lo anterior. Ante una situación sin apenas salida como la que se creó con las segundas elecciones, dando píe a una situación tan agónica como la de diciembre de 2015, se había despejado, al menos, una cuestión de cierta importancia, y se podía apostar porque el pilar izquierdo del sistema podría seguir en manos razonablemente moderadas: el PSOE aguantó el envite de un atrevido aspirante a sepultarlo, de quienes habían hecho previamente imposible un Gobierno distinto al de Rajoy sobre la base del pacto de Sánchez y un Ciudadanos que entonces parecía tener horizonte. Semanas después, el líder de Podemos parecía sonado, desaparecido, las divisiones en ese barrio se hacían más duras y patentes, se desmoronaba por momentos el tinglado formado por una izquierda descarada y descarnadamente populista y los nacionalismos (¡Viva Cartagena!) de una buena mitad de los rincones de España, y quedaba claro que el PSOE podría volver a tener un papel decisivo.
En menos de dos meses, los socialistas se han empeñado en desvanecer esa ilusión, en un desaguisado absolutamente lamentable y que puede acabar con una marca política centenaria. Si la operación hubiese sido planeada por el enemigo no habría salido mejor: en lugar de un PSOE en sus peores horas, ahora podremos solazarnos con dos.
El pasado ya no es lo que era
Sin remontarse a Witiza, creo que lo que nos pasa, también al PSOE, es la consecuencia directa de que Rajoy haya dirigido al PP de la manera que lo ha hecho. Los ocho años de Rodríguez Zapatero condujeron al PSOE a un resultado catastrófico y dieron al PP una victoria histórica, pero Rajoy estaba ahí para romper la lógica política y, en lugar de hacer lo que se suponía, se dedicó a exactamente lo contrario: en fiscalidad, en el trato con ETA, en la agenda cultural y educativa, en su trato con los poderes territoriales, en el sometimiento de la Justicia a su designio, etc. etc., y lo hizo vaciando al PP de cualquier ingrediente ideológico, asido a una doctrina que tiene dos ejes, el del supuesto sentido común, avalado con la cacareada calidad técnica de su Gobierno, y el de la pretendida inevitabilidad.
Rajoy renunció a cualquier política y eso se tradujo de manera inmediata en que no hizo nada que no hubiera hecho un presidente del PSOE, reforma laboral incluida, y, en consecuencia, obligó al PSOE a abjurar doblemente de su propia historia. Como recurso adicional para legitimar esta okupación del centro izquierda, que en las obras y palabras de Montoro llegó a ser un escarnio para sus supuestos rivales, hizo todo lo que pudo para que al PSOE le saliera un competidor por su izquierda, lo que restó todavía más fuerzas al rival directo, pero, al tiempo, hizo que aumentase considerablemente el voto de izquierda, una operación tan brillante a corto plazo como desastrosa para cualquier líder de la derecha, pero ya hemos quedado en que Rajoy es como es, y no conoce otra causa que su permanencia.
Cuando se pone a funcionar el sistema parlamentario, el resultado desmiente la dudosa victoria del PP, pero hace sumamente improbable cualquier otra salida
Los españoles, esos ingratos
A pesar de haber desdibujado completamente el perfil político de los contendientes, lo que ha permitido la emergencia de alternativas no menos borrosas pero tributarias del hastío general, los desagradecidos españoles no han sabido darle a Rajoy su merecido, ni el que él cree merecer, ni el que realmente merecería, y han sido suficientemente sensibles al miedo como para impedir cualquier alternativa, pero no han tenido el entusiasmo suficiente como para mandar a Rajoy al rincón en el que inevitablemente ha de acabar. En consecuencia, cuando se pone a funcionar el sistema parlamentario, el resultado desmiente la dudosa victoria del PP, pero hace sumamente improbable cualquier otra salida.
Hubo una oportunidad, pero se perdió entre el cortoplacismo habitual, la incompetencia general, y el monótono graznido de tantos medios de comunicación, mucho más atentos a lo que se pueda sacar de la debilidad del tinglado que a ayudar a los españoles a encontrar cualquier salida original. Me refiero a que el pacto del PSOE con Ciudadanos, que era obviamente una versión voluntariosa y posibilista  del mejunje socialdemócrata habitual, no dio lugar, como habría sucedido casi en cualquier sitio, a una oferta electoral conjunta que hubiese tenido oportunidades de alzarse con la mayoría. Entre la audacia descompuesta del señorito Iglesias, que no se conformaba con menos de la mitad del cielo, la cursi circunspección del señorito Rivera, y la falta de vista de Sánchez, nos fuimos a repetir el auto electoral, y ahí estamos todavía, a las puertas de una tercera taza de caldo.
El trilema de Sánchez
Un político novato y crecido, como pasa siempre que se pone a otro para exigir que haga lo que querrían hacer quienes le pusieron, ha tratado de forzar la lógica de un difícil trilema: ni Rajoy, ni nuevas elecciones, ni saltarse los límites establecidos por su Comité Federal. Aunque estemos en un país en el que luchar contra la lógica no siempre implica el fracaso, la verdad es que Sánchez no ha sabido salir de esa triple trampa en la que tan alegremente quiso instalarse. Tenía una única salida, afirmar que se abstendría de votar contra el PP si el PP presentaba otro candidato, lo que tal vez no resultase, pero dejaría al PP como corresponsable de la tercera convocatoria que, hasta ese momento, y con una unanimidad realmente espectacular se hacía caer sobre sus espaldas.
Si el PSOE quiere seguir siendo obrero y español, va a tener que decidirlo ahora
La incógnita del PSOE
Ahora no es siquiera razonable tratar de adivinar qué pasará a medio plazo con el PSOE, aunque sí habría que subrayar tres características interesantes en la guerra civil del PSOE: la primera es que se ha creado una situación que supera las previsiones estatutarias, de forma que la tendencia a que la victoria la obtengan quienes mantienen el aparato no debiera ser desechada; la segunda es que el conflicto tiene una sospechosa analogía con lo que se ha convertido en nuestro mayor problema político, la articulación de la soberanía del conjunto de los españoles, con las pretensiones excluyentes de los líderes territoriales, y la tercera que el problema, que no es primariamente ideológico, podría acabar decantando la solución a favor de una corriente más realmente de izquierdas y jacobina, frente al socialismo que sigue la pauta zapateril de atender a colectivos, minorías y sofisticadísimas demandas autonómicas. Si el PSOE quiere seguir siendo obrero y español, va a tener que decidirlo ahora.
En cualquier caso, nuestro problema es que una democracia en la que no funcionan los sistemas de garantía moral que permiten la normalidad de las democracias maduras, está condenada a una degradación sin paliativo alguno, que es lo que pasará si acaba gobernando quien no debiera. En una democracia parlamentaria el que obtiene el rechazo del parlamento debe irse a su casa, y en una democracia decente el que trata de encubrir a quienes delinquen y podrían descubrirle no consigue ni medio minuto de prórroga. Aquí pasan estas cosas, y los que las permiten no se cortan pidiendo que Sánchez sepa poner a su partido y a España por encima de sus intereses personales.
Esta falta absoluta de autocrítica es lo que ha permitido un desbarajuste que no tiene trazas de cesar. Una lucha descarnada por permanecer en el poder o por alcanzarlo es lo único que se nos ofrece, sin que se abra paso jamás lo que resulta esencial: representarnos, debatir con seriedad y fundamento, abordar seriamente los problemas de todos. Prefieren representarse a sí mismos, y para confundirnos haciéndose pasar por los “nuestros”, inventan disputas sin cuento, pendencias por el liderazgo, todo lo que sirva para que permanezcamos absortos mientras el futuro común se nos va de las manos.


                                                                            J. L. GONZÁLEZ QUIRÓS  Vía  VOZ PÓPULI

jueves, 29 de septiembre de 2016

La vuelta al cole de las ‘black’.

Da igual la edad que tengamos, las experiencias son siempre las mismas, con ligeras variaciones, pero en definitiva iguales. Esa es la reflexión que me hacía al principio del juicio de las 'tarjetas black'. Como el primer día de colegio fueron entrando los acusados, los llamaban por su nombre y les iban asignando sus sillas, donde pasarán el resto del curso, digo del juicio. Como sucedía después de las vacaciones escolares, unos y otros iban saludando a sus amigos, tímidamente al principio y más ruidosamente después. En el patio del colegio, antes de entrar a la sala de vistas, había también alumnos de otras clases: el clan de los abogados de los acusados por un lado, el de los periodistas por otro, compañeros de mil batallas todos ellos. Mi sensación: la del nuevo estudiante venido de fuera que se aferra, desesperado, a hablar con su único amigo, el presidente de la organización que ostenta actualmente la acusación popular, la CIC.
Los ex presidentes de Caja Madrid y Bankia, que aparentemente se desprecian mutuamente, han tenido la desgracia que les asignen sillas contiguas
Tras ello, empezó la sesión. La profesora explica el temario del curso. Los dos gallitos de la clase, los ex presidentes de Caja Madrid y Bankia, que aparentemente se desprecian mutuamente, han tenido la desgracia que les asignen sillas contiguas. Ni se dirigen la palabra, reprimiéndose los impulsos de hacer algún comentario, supongo. El abogado de uno de ellos se erige en representante de la clase y traslada al tribunal las llamadas cuestiones de orden: cuánto van a durar los recreos, qué entra en el examen.
No podía faltar el repetidor, el alumno malote. Se le reconoce porque va con la camisa por fuera y escoltado por dos policías. Tiene un aura especial, se comenta que viene a clase todos los días desde una institución penitenciaria. Pide que se le permita ausentarse del resto del curso y la profesora lo deniega con tono de reprobación.
Tras ello, retomamos repentinamente el ambiente de juicio. Las togas, el tribunal, el fiscal, los abogados, echo en falta al típico dibujante de las películas. Debería haber una partida del ministerio de justicia para ellos.
En el primer receso las vejigas llenas forman una larga cola en el baño. Al revés de lo que suele pasar y por la desproporción manifiesta entre sexos, es el de caballeros el que está a tope. Con cara de pillo me intento colar en el de discapacitados pero está ocupado. El intento me cuesta la broma de los acusados que amenazan jocosamente con chivarse a los medios. Entre la cola y las entradas y salidas a la sala tengo oportunidad de charlar con varios de los consejeros y directivos. Algunos se me presentan directamente y son amables conmigo. Me pregunto si no empiezo a experimentar el síndrome de Estocolmo.
No era realmente cuestión de dinero, era cuestión de poder, la eufórica sensación de que todo me sale gratis
Volvemos al tumulto de la sala de vistas. Desde la bancada de la acusación, en el estrado, tengo una visión privilegiada de todos los acusados, beneficiarios de las famosas 'tarjetas black'. Veo en sus caras los estragos de la buena vida, de los viajes, las comidas y las juergas sin garrafón.
Esa visión me lleva a preguntarme: ¿Cuántos de los que los critican e insultan hubieran rechazado una 'tarjeta black'? Una tarjeta que, cuando llegaron al consejo de administración, sus compañeros utilizaban desde hacía años como un carnet de membresía de un selecto club, el de los triunfadores. No era realmente cuestión de dinero, creo (les sobraba), era cuestión de poder, la eufórica sensación de que todo me sale gratis. ¿O era quizá cuestión de sexo? Me sorprendo mirando uno a uno y pensando en la cantidad de polvos que habrán echado gracias al estatus de su tarjeta. Me viene a la cabeza una de las frases de House of Cards cuando su oscuro protagonista afirma que todo en la vida es cuestión de sexo, excepto el sexo, que es cuestión poder.
Vuelvo a mi pregunta inicial: ¿Cuántos la hubieran rechazado? Sería un interesante experimento sociológico. Pero sin necesidad de elucubraciones sabemos cuántos las rechazaron en realidad: solo 4 de 87. Bueno, en realidad sabemos que una persona, el consejero delegado Verdú, la rechazó y otras 3 no consta que las usaran. Para los amantes de las estadísticas podemos concluir que, en el mejor de los escenarios, el 5% es nuestro ratio nacional de honradez. Igual peco de pesimista, pero no creo que en la sociedad ese porcentaje sea mayor. Me pregunto, también, qué hubiera hecho yo, pero no tengo respuesta ni soy amante de la excesiva introspección.
No es necesario tener éxito electoral, es necesario tener simplemente principios y tenerlos bien puestos
Lo que sí tengo claro es que ese 5% (o 1%, me da igual, no es una cuestión cuantitativa sino cualitativa) es el que nos salva como sociedad. El que pone coto y marca límites a la podredumbre, la esperanza de que podemos mejorar, recuperar los valores perdidos, si es que alguna vez existieron. Esa es la labor que hacía UPyD en la política española. Para ello no es necesario tener éxito electoral, es necesario tener simplemente principios y tenerlos bien puestos, pues el honrado nunca lo tiene fácil sino siempre mucho más complicado que los corruptos, a los cuales pone en evidencia con su ejemplo. La ejemplaridad, ese es el concepto que estaba buscando. Aunque es una palabra que suena hoy en día a clase de catequesis, a viejuna, creo que es lo que necesitamos. Justo lo contrario de lo que define al actual panorama político español.


                                                                    ANDRÉS HERZOG  Vía VOZ PÓPULI

SÁNCHEZ, EL ENTERRADOR

Cuando esperábamos un poco de dignidad, nos han vuelto a fallar. El intento de golpe de mano en el PSOE ha fracasado, de momento. La iniciativa de los tres ex secretarios generales, muchos dirigentes territoriales, y la desafección de El País, aventuraba el próximo fin de la era Sánchez. Pero no ha sido así. César Luena salió ayer por la tarde para decir que no caben traidores, y que la militancia es la que debe decidir. Pero la militancia no existe, nadie conoce a ese sujeto colectivo.
El culpable no ha sido solo Sánchez, quien se ha erigido en consecuente enterrador del partido socialista. La era González supuso la definición del régimen del 78 como una partitocracia y asentó la hegemonía cultural de las izquierdas. Si bien se desprendió del marxismo y de un republicanismo revanchista e inútil, fue incapaz de asentar una cultura política socialdemócrata en su partido, y mucho menos un sentido democrático en la sociedad española. Tras traicionar a su electorado con el personalista referéndum de la OTAN, y echar a los guerristas, pareció que derivaba hacia algo parecido a la socialdemocracia europea. Nada más lejos de la realidad. Su gobierno supuso la aparición de la corrupción como el motor de las políticas públicas, y solo tras una dura batalla política y electoral perdió el poder. De su época quedó la superioridad moral que se atribuye la izquierda, su hegemonía cultural, la creencia de que la democracia es un invento suyo y que les pertenece por derecho.
Las primarias, esa democracia interna que tanto veneran algunos pero que todavía no ha demostrado ser la fórmula para arreglar nada, habían colocado a Borrell frente al apparatchik de Almunia
Este lastre para un régimen representativo, y aun más para uno como el español enfangando en la partitocracia, se acentuó con Zapatero. Antes, las primarias, esa democracia interna que tanto veneran algunos pero que todavía no ha demostrado ser la fórmula para arreglar nada, habían colocado a Borrell frente al apparatchik de Almunia. Pero la oligarquía del partido y los medios de referencia se lo cargaron. Zapatero llegó al poder del socialismo en uno de esos Congresos que parecen democráticos pero que marcan las oligarquías territoriales. ZP le dio una identidad al PSOE basada en el guerracivilismo, el anticlericalismo y la exclusión del PP de las instituciones, a esto unió conceptos sin contenido como el buenismo, el republicanismo cívico, la Alianza de Civilizaciones, y otros artificios. Zapatero se sentó con ETA al tiempo que firmaba un pacto antiterrorista con el PP, y decía en el Parlamento de Cataluña que aceptaría lo que de allí viniera.
Sin identidad ni discurso, Pedro Sánchez ha perdido seis elecciones y ha dejado el grupo parlamentario socialista más pequeño desde 1977
La calamidad de su gobierno no fue solo económica, sino que puso las bases para la destrucción del PSOE alimentando sociológicamente la creación de una izquierda populista, y cargando de auctoritas a los independentistas. Pedro Sánchez no es más que la prolongación de la política de Zapatero: un partido quebrado porque sus bases están de corazón con Podemos mientras que sus oligarquías territoriales se aferran al poder pactando con cualquiera que no sea el PP. Sin identidad ni discurso, Pedro Sánchez ha perdido seis elecciones y ha dejado el grupo parlamentario socialista más pequeño desde 1977.
Ahora, los críticos se han decidido a dar un golpe de mano contra un proyecto, el de Sánchez, que no ha cumplido ninguno de sus objetivos: el PP se recupera en las urnas, el socialista no gana votos sino que los pierde, y Podemos, al que entregó el poder en Madrid, Barcelona, Valencia, Zaragoza o Cádiz, ha realizado ya el “sorpasso” en Galicia y País Vasco.
Los críticos se pusieron en marcha porque el partido se va por el sumidero. Rubalcaba pasó a El País, medio de referencia socialista, que machacó a Sánchez con durísimos editoriales. Y Felipe González, el creador del PSOE, dio la señal: “Sánchez me ha engañado”.
La reacción de Sánchez de lanzar contra los críticos a la militancia, a la que se cree “podemizada”, es inútil. Es cierto que históricamente la apariencia es que las bases de los partidos están más radicalizadas que la dirección, si es que por radicalismo entendemos la acción emocional e inamovible motivada por tres ideas gruesas, a modo de fe político-religiosa. Esas tres ideas, siendo generoso, que son la superioridad moral de la izquierda, el derecho natural a gobernar, y la obligación de sepultar al PP, las defendían de forma más “radical” Madina y Pérez Tapias en las primarias de 2014. Pero fue entonces cuando la delegación andaluza de Susana Díaz, esa oligarquía del partido, puso pie en pared, y ganó Sánchez.
La oligarquía se impuso, como siempre. El motivo es que la militancia no existe, es un concepto retórico, solo hay militantes individuales, víctimas de la persuasión personal, política o profesional, quienes luego deciden de forma solitaria y anónima. Los militantes no están más radicalizados, sino que son más manipulables. William H. Riker, politólogo estadounidense que por supuesto no está traducido al español, hablaba de “herestética” como el arte de manipular el voto controlando la agenda política –los temas y su timing-, y el número y naturaleza de las alternativas que se le presentan al elector. Es algo más que persuadir a través de la palabra y la imagen. Se trata de canalizar la respuesta de la masa para que refrende una decisión previa.
Los críticos dirá Sánchez debe rectificar o será un obstáculo, y los militantes lo creen por puro instinto de supervivencia
Los críticos han marcado la agenda y su timing. El arma de la militancia que esgrime Pedro Sánchez no valdrá para nada una vez que ha asumido el papel de responsable de los fracasos. El sector crítico hará un discurso que presentara alternativas que solo pueden conducir a eliminar de la ecuación el problema: Sánchez. El argumento será sencillo: seguir plantando cara a Rajoy y al PP sin perder la iniciativa y manteniendo la unidad interna para remontar en las elecciones. Frente a esto, dirán, Sánchez debe rectificar o será un obstáculo, y los militantes lo creen por puro instinto de supervivencia. Querrán un Congreso, pero sin prisas, porque dirán que el PSOE debe dar una imagen de tranquilidad, de tener las cosas claras, y que es preciso dar a los militantes tiempo suficiente para pensar; es decir, para ser manipulados por los dirigentes y cuadros locales. “Hacer pedagogía” lo llaman.
Sánchez fue cambiando direcciones territoriales y haciendo guiños retóricos a la militancia preparando una guerra contra la vieja guardia, los socialdemócratas y los constitucionalistas que perduran en el partido. Ahora se ha desatado y parece que solo habrá una víctima: el PSOE.

                                                             JORGE VILCHES  Vía VOZ PÓPULI

miércoles, 28 de septiembre de 2016

REBELIÓN CONTRA LOS DEBERES

Una organización de padres ha convocado una huelga de sus hijos contra los deberes. Al principio, cuando leí la noticia, tuve el impulso de mirar si era 28 de diciembre o la fuente originaria era El Mundo Today. Pero no. Sospechaba que llegaría este día porque tengo amigos que se quejan de los deberes que los profesores mandan a sus hijos. En realidad, son los mismos padres que les hacen los deberes a sus vástagos y luego se mosquean cuando el maestro les pone sólo un notable. La generación de mis progenitores se cabreaba si en el cole no nos mandaban tareas para casa. Los de hoy, que han criado a los suyos siguiendo la moda (digo, la teoría) del "apego", montan piquetes si les mandan un par de ecuaciones de segundo grado y traducir "Stultorum infinitus est numerus". Es como lo de los sevillanos y su referéndum sobre si prolongar un día más la Feria de Abril. Lo que no entiendo es la necesidad de realizarlo. Ni que Sevilla fuese la capital de un cantón suizo. Como me decía un amigo, que también es padre pero profesor de Conservatorio, pronto nos tendremos que reunir en secreto los profesores que queremos enseñar con los alumnos que quieren aprender. En lugar de "El Club de la Lucha", el "Club de los Deberes". Nos perseguirán como a peligrosos terroristas. Primera regla: "Que no se enteren los padres" (¡y las madres!, siempre me olvido de que ahora son "AMPAS").
Los estudios e investigaciones siempre hay que cogerlos con papel de fumar. Es decir, leyendo la letra pequeña y revisando los meta-análisis
Los estudios e investigaciones siempre hay que cogerlos con papel de fumar. Es decir, leyendo la letra pequeña y revisando los meta-análisis porque suele haber investigaciones contradictorias. Algo que no ha hecho Eva Bailén cuando ha puesto en circulación una campaña online “por la racionalización de los deberes” - lo que, además, supone una intromisión ilegítima en la libertad de cátedra de los profesores- con el dato de que en España los estudiantes de quince años hacen seis horas y media de deberes a la semana. No indica la fuente pero debe referirse al estudio PISA que aporta dicha cifra según “lo que dicen” los propios estudiantes. Que puede no ser lo mismo que lo que hacen. Pero asumamos que dicha hipótesis se corresponde con la realidad. Lo que ya no dice Bailén es que de la misma investigación se sigue que en los últimos años ha habido una reducción de una hora a la semana en los deberes. O que la media de deberes de la OCDE es de cinco horas a la semana. O que lo ideal, “según parece” desprenderse de la evidencia made in PISA, es que el tiempo ideal de deberes para esa edad es de cuatro horas. Quizás seis horas y media en lugar de cuatro o cinco semanales sea un poco excesivo (o no, porque depende del contexto socio-educativo), pero no es motivo para la campaña histérica y demagógica que ha llevado a Bailén a su caza de brujas online, a esta asociación de padres (¡y madres!) a hacer una huelga y a una célebre multinacional sueca del mueble a anunciarse en televisión con el lema “Salvemos las cenas familiares” porque “merecemos menos deberes” (no creo que impresione mucho a Ikea pero si me paso por una de sus tiendas será únicamente para llevarme gratis un par de lápices).
Lo que tampoco dice Eva Bailén, y calla la muy “progresista” CEAPA, es que de la comparativa internacional también se sigue que son los estudiantes con más poder económico los que dedican mayor número de horas a hacer deberes, dado que tienen más apoyo familiar y disponen de los medios necesarios para realizarlos, empezando por adecuados lugares de estudio en sus casas. En lugar de la frívola demanda para reducir e incluso eliminar los deberes, estos padres deberían estar demandado que, en todo caso, fuesen los propios centros escolares los que habilitasen zonas de estudio apropiadas para que el alumnado con menos recursos pudiera dedicar más horas a los deberes, apoyados por profesores auxiliares (por ejemplo, alumnos de los Máster de Secundaria) que les ayudasen a hacer las tareas. Más y mejores deberes es a lo que tienen derecho los estudiantes. De esta forma, en lugar de la igualación por debajo que implicaría la eliminación de los deberes, se llevaría a cabo una creación del conocimiento hacia la excelencia, haciendo que el incremento en las horas dedicadas a los deberes estuviera acompañada de una mejora cualitativa. Además, los padres se librarían de la penosa tarea, al parecer por sus protestas, de ayudar a sus vástagos con las tareas escolares. 
Tampoco explica Eva Bailén que de acuerdo con el Informe Pisa los estudiantes que hacen más deberes también puntúan mejor en las pruebas matemáticas. Concretamente, los resultados apuntan a que se consiguen hasta 17 puntos más por cada hora extra en matemáticas cuando se analizan los resultados de Hong Kong, China, Japón, Macao-China y Singapur.
El problema no reside en los deberes en sí sino en la mala planificación y la procrastinación
Hay que poner deberes, tanto en cantidad como en complejidad, de acuerdo a las edades, claro. Pongamos desde 15-30 min al día en 1º de Primaria avanzando progresivamente hasta 1 hora-hora y media en Secundaria y dos-tres horas en bachillerato. Y no olvidar también realizar ciertas tareas, la misma cantidad diría, durante las vacaciones para no perder el hábito y ganar conocimiento para el curso que viene. El problema no reside en los deberes en sí sino en la mala planificación y la procrastinación. En una tira cómica de Quino, Felipe le explicaba a su amiga Mafalda que 
“Nuestro derecho a la educación es tan indiscutible… que no hay la más mínima esperanza de que un alma caritativa nos lo quite”
Pero si Felipe fuera un estudiante español podría estar tranquilo. Porque si ahora los “sindicatos” de padres, a los que se unirán entusiasmados los de alumnos, piden que se acabe con los deberes, posteriormente exigirán que no haya exámenes; finalmente, exterminarán a los profesores. En un mundo huxleyanamente feliz, todo será hipnopedia, juegos florales y condicionamiento clásico. Lo que empezó como una rebelión contra los deberes terminará con la derogación de la educación.


                                                               SANTIAGO NAVAJAS  Vía VOZ PÓPULI

Los barones preparan un golpe de mano contra Sánchez apoyados en Madina

Los barones trabajan para evitar que el 23O se celebren primarias y Sánchez se consolide como secretario general. El presidente asturiano, Javier Fernández, y el diputado vasco Eduardo Madina, son vistos como posibles 'salvadores' dentro del caos del PSOE.



Los movimientos de los barones críticos con Pedro Sánchez se suceden en la sombra, dispuestos a evitar a cualquier precio que el 23 de octubre se celebren elecciones primarias y éste pueda consolidarse en la secretaría general. Los dos nombres que se barajan para encauzar el golpe de mano son los del presidente asturiano, Javier Fernández, y el del diputado vasco Eduardo Madina, perdedor de las primarias que se celebraron en julio de 2014.
Los barones quieren 'matar' en su despacho a alguien como Pedro Sánchez que surgió de unas primarias
La presidenta andaluza, Susana Díaz, y sus homólogos en Asturias, las dos Castillas, Aragón y la Comunidad Valenciana, van a intentar que Sánchez no llegue vivo al comité federal del sábado, "matándole en su despacho". Por ello, trabajan para que -entre este miércoles y el viernes- dimita más de la mitad de la ejecutiva federal, decisión que daría paso de forma automática a la formación de una comisión gestora.
Tanto Javier Fernández como Eduardo Madina están bien vistos en el ámbito financiero y empresarial, conocedor de su voluntad de desbloquear la situación política que arrastra España desde hace más de nueve meses facilitando a Mariano Rajoy su investidura.
Las federaciones que cuentan con una mayoría de cuadros dirigentes contrarios al actual secretario general no le hacen ascos a que Rajoy siga al frente del Gobierno, siempre que se le impongan condiciones muy precisas en el terreno social y de regeneración democrática.

División en el partido y el grupo parlamentario

La división del PSOE sobre qué rumbo tomar se vio este martes con claridad durante la reunión que celebró a puerta cerrada el grupo parlamentario socialista, sin la presencia de Sánchez. En ella, los diputados andaluces, sobre todo, defendieron uncambio urgente de rumbo. Hubo diputados afines a Sánchez que rechazaron hablar para no provocar mayor enfrentamiento.
El problema para los barones críticos con el líder socialista es que son plenamente conscientes de que acabar con él mediante un golpe de mano, pese a haber sido elegido para el cargo por los militantes, tiene su coste. Además, no hay unidad de acción entre ellos y están viéndose obligados a improvisar una salida una vez que Sánchez ha decidido acelerar los plazos previstos para el 39º Congreso, cónclave al que quiere conducir el debate sobre el futuro del partido y su estrategia de corto plazo.
En caso de no poder forzar una gestora, los críticos intentarán una encerrona en el comité federal
En el supuesto de que no prospere el golpe de mano que acabaría en la formación de una gestora, los barones aspiran a sumar apoyos suficientes para que el comité federal del sábado desautorice los planes de Sánchez y éste, pese a que no se lo plantea, no tenga más remedio que tirar la toalla.


                                                     FEDERICO CASTAÑO  Vía  VOZ PÓPULI