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martes, 27 de septiembre de 2016

Tesis para un nuevo movimiento social, cultural y político (II)


  1. En el ámbito social, las rupturas con el derecho consuetudinario y la tradición, que han sido declarados sin valor, y la relativización de las instituciones valiosas socialmente insustituibles, como la familia, han contribuido a las concepciones adánicas -todo empieza en el momento presente. Un proceso que también se refleja en la legislación y tiene consecuencias demoledoras para el buen funcionamiento de la sociedad.
  2. La ruptura ha malogrado gravemente las instituciones del núcleo central de la sociedad: matrimonio, paternidad y maternidad, filiación, fraternidad y parentesco, lo que ha provocado deterioro a las que pertenecen a un segundo nivel, escuela, iglesia y trabajo. Mientras que las de tercer nivel, las asociaciones, se han visto progresivamente sustituidas por la actividad mercantil, el ocio como producto de consumo, y el asociacionismo de beneficio personal; los rentistas de las subvenciones públicas
  3. La crisis económica y sus consecuencias en el aumento de la desigualdad y la pobreza en Europa y Estados Unidos han sido la concreción largamente anunciada de una economía desvinculada, de las empresas, de los trabajadores, incluso de la producción real. La economía al servicio del deseo de la ganancia infinita, del híper consumo como factor de la identidad personal. Las finanzas convertidas en un sistema global de especulación, el híper endeudamiento de familias, empresas y estado como forma de vida.
  4. Es evidente que la globalización de la economía ha comportado una transferencia de rentas desde Europa y Estados Unidos hacia el resto del mundo, configurando la denominada “curva del cuello del elefante”. Pero esta transferencia solo ha ido a cargo de las clases medianas, las que se encuentran a partir del centil 80 de la distribución de rentas y de su incremento a escala mundial, pero el último centil ha visto mejorar y mucho su situación. Es este 1 % una élite cosmopolita globalizada que constituye la piedra de escándalo de la desigualdad. Es la ruptura de la injusticia social manifiesta.
  5. Hay que entender que hay una alianza objetiva surgida de la coincidencia de intereses entre el capitalismo cosmopolita globalizado y las ideologías políticas vinculadas a la sexualidad, especialmente la perspectiva de género y el laicismo de la exclusión. Estas últimas formulaciones debilitan las capacidades reivindicativas, especialmente de las generaciones jóvenes, las alienan de la relación que tendrían que tener con la resolución de sus necesidades, promueven políticas que, presentadas como signo de progreso, dejan al margen toda consideración de transformación socioeconómica. Postulan más recursos públicos sin redistribución del poder económico.
  6. Es la vía en una nueva clase social subvencionada y centrada en el ocio, en las reivindicaciones sexuales que tan bien encarnan los grupos LGBTI. Hoy, es evidente, igualdad no quiere decir justicia social, sino matrimonio homosexual. Derechos de la mujer no quiere decir para todas las mujeres. Las madres, las viudas, las prostitutas son mujeres de segunda clase, porque en estos casos afrontar su discriminación significa incidir sobre el hueso de algunos aspectos del poder establecido. Hay que mostrar estas contradicciones e interrelaciones para favorecer tomar conciencia de la realidad.
  7. La sociedad de la desvinculación ha comportado la generación de las políticas del deseo, hasta el extremo insólito de ue los poderes públicos se dediquen a desarrollar políticas relacionadas con la busca de placer sexual. Precisamente, son los jóvenes y adolescentes los principales objetos de esta nueva orientación.
  8. La desvinculación ética surgida de la inexistencia del Bien y de la Verdad comporta la negación u oscurecimiento de la idea del bien y de la verdad personal y social. Es el relativismo proclamado panacea de la convivencia, cuando en realidad sólo promueve la incomunicación al ignorar que el fundamento de la relación no es la relativización de los valores, sino, al contrario, convertir el respeto, la amistad civil aristotélica, en un valor fuerte de la comunidad.
  9. La ruptura religiosa nacida del rechazo de una razón objetiva, externa, que puede afirmar un Bien diferente al que deseamos, impide poner  límites a los deseos de dinero, sexo y poder. También da lugar a la religión a la carta como un producto de consumo más, sin esfuerzo, ni riesgo. La supresión del vínculo con Dios, fundamento de la fe religiosa, significa la destrucción del proceso formador de la conciencia en la gran masa de la población.
  10. La ruptura antropológica. Sin compromiso religioso ni ético, esta es la mayor amenaza de nuestro tiempo impulsada por el cientismo y el mercado. La genética que hace posible que la esencia física del ser humano sea transformada en un objeto patentable, un motivo de gran negocio. El aborto a gran escala concebido como factor de liberación de la mujer. La voluntad de superar más allá de lo razonable las limitaciones de nuestra corporeidad. Todo lo que puede hacerse, se tiene que hacer. Esta es la pendiente por la que caemos, que hará que la desigualdad entre personas sea biológica, además de social y económica.
  11. Sin vínculos, sin instituciones, la sociedad no puede existir. Es una consecuencia inexorable que se manifiesta de una forma tan clamorosa que transforma en cierto modo el dicho de que los dioses ciegan a los que quieren perder. Las grandes tendencias son evidentes.
  12. En primer lugar la destrucción de las funciones sociales necesarias: la incapacidad para educar a los niños y adolescentes, de mantener la estabilidad matrimonial para llegar acompañados a la edad de la dependencia, o al menos hasta completar la educación del último hijo, la capacidad educadora, la solidaridad entre generaciones, la formación del capital social y el capital humano que tiene su origen en la familia. Todo esto está muy dañado. Lo estará más si no actuamos.
  13. La violencia creciente en el seno de las familias, contra las mujeres, todavía más, contra los niños, y mucho más, hasta nueve veces más, contra la gente mayor. La estrecha relación cuantitativa de la pobreza, la violencia y el fracaso educativo, con la ruptura matrimonial. Todo un largo listado de disfunciones interrelacionadas patentiza la incapacidad de la sociedad para cumplir con sus funciones. Anomia y alienación son el signo
  14. Hay una estrecha relación entre vivir el presente desvinculado como una necesidad compulsiva de satisfacer el deseo y la fuerza de los instrumentos de alineación. En el franquismo se criticaba “el exceso” del fútbol como un mecanismo de alienación del régimen. Si aquello era exceso, ¿qué es lo que tenemos hoy? Nunca la sociedad occidental había tenido en términos relativos tantos drogodependientes, nunca la prostitución ha conocido el alcance actual.
  15. La inviabilidad a largo plazo del sistema de bienestar hunde sus raíces en la desvinculación, que genera costes sociales crecientes que, a su vez, producen costes de transacción, que ha entroncado la natalidad, multiplicado los individuos solos, aislados, necesidades de la burocracia de la despersonalización, que genera derechos sin vínculos ni obligaciones, creando una construcción moral corrosiva para la sociedad; la de los “nuevos derechos” sin responsabilidad: el derecho es resultado de una ley. Es suficiente con la presión para “fabricarlo”. La lucha política degenera en un neo corporativismo a fin de que el  poder otorgue privilegios con denominación de derechos. Las legislaciones española y catalana son un ejemplo abusivo de este problema occidental.
  16. La dificultad para salir de la crisis económica, y para no recaer en el futuro, radica en el hecho de que los mecanismos profundos que la hicieron posible no han sido modificados. La razón de esta carencia extrema radica también en la ideología de la desvinculación, que hace imposible la fuerza moral necesaria por impulsar el cambio.
  17. Y es que las grandes opciones transformadoras, desde el cristianismo hasta el marxismo, siempre han nacido de un impulso moral de vinculación, esto es de compromiso, de amor, de solidaridad, de justicia, hacia los otros.
  18. La desvinculación se manifiesta en la insolidaridad intergeneracional. Endeudados, con los recursos naturales malogrados, con una seguridad social adelgazada, con más recursos abocados en las personas de más de 65 años que en las jóvenes, se produce la gran contradicción de unos padres sobreprotectores que han perdido la capacidad para educar y la herencia global que se deja a los hijos.
  19. La expresión máxima de esta insolidaridad personal en la sociedad del bienestar y la seguridad social de reparto, es la de la mujer que se niega a tener hijos, o se limita a tener uno por razones relacionadas con su opción por el consumo y la inversión en ella misma. Al actuar así deposita una pesada carga sobre las otras familias y sobre los jóvenes
  20. La fractura generacional, insólita en tiempo de paz, es una contradicción que puede buscar su síntesis en la eutanasia legalizada y fomentada con objeto de reducir costes: “tú ¿por qué tienes que vivir así”? ¿Qué  haces en este mundo?” Uno de los corolarios de la desvinculación será la eutanasia generalizada de los grandes dependientes y la gente mayor que no pueda pagarse la autonomía personal. Construirán la opinión pública adecuada y formatearán las mentes para aplicar “democráticamente” las políticas públicas necesarias.


                                                                        JOSEP MIRÓ i ARDÈVOL  Vía FORUM LIBERTAS

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