Artículos para reflexionar y debatir sobre temas y cuestiones políticas, económicas, históricas y de actualidad.
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domingo, 31 de diciembre de 2017
Alejo Vidal-Quadras: "El PP debería deshacerse de su cúpula, que está políticamente incinerada"
"Las frases favoritas de Rajoy son 'las cosas son como son' y 'uf, qué lío'” / "El Estado autonómico actual es un artefacto disfuncional políticamente inmanejable" / "Hay que olvidarse de integrar a los nacionalistas porque no son integrables" / "La salud democrática de la sociedad catalana es muy mala. El 155 es la UCI".
ESPAÑA 2018: UN BARCO ENCALLADO EN EL ARRECIFE CATALÁN
Imagen de archivo de Mariano Rajoy y Carles Puigdemont
EFE
Comenzó 2017 cual Ave Fénix renacido de las cenizas del batacazo electoral del 20 de Noviembre de 2015, lance en el que perdió 63 de los diputados de que había dispuesto en la legislatura. La convocatoria de nuevas generales (26 de junio de 2016) ante la imposibilidad de formar Gobierno, devolvió la vida a un tipo por el que nadie apostaba un duro. El panorama desde el puente en enero pasado mostraba a un presidente que, con 137 diputados, se manejaba con la misma aparente solvencia que cuando tenía 187. En su derredor, el PSOE seguía enfangado en su crisis, mientras los líderes de Podemos se acuchillaban sin piedad, como manda la tradición leninista, en lucha por el poder del partido. Ciudadanos, por su parte, que había hecho posible la investidura del líder del PP, veía como éste le ninguneaba a conciencia pactando lo habido y por haber con Javier Fernández, a la sazón responsable de la gestora socialista. Era la resurrección de Mariano, el hombre sin atributos de Musil, frío hasta parecer témpano, sin sentimientos a flor de piel, sin más ideología que la del conservador empeñado en dejar la estafeta tal como se la entregaron. En las antípodas del sabio popperiano. El perfecto antihéroe.
Este escenario se ha venido abajo con estrépito en este final de año tras el estallido de la crisis catalana, el pulso que el independentismo
le ha echado al Estado y que el Estado, al menos de momento, no ha
sabido ganar. Las víctimas del destrozo causado por las autonómicas del 21-D son numerosas. Empezando por Podemos,
que ha venido a ratificar en la consulta catalana la cuesta abajo por
la que circula desde hace tiempo y que las encuestas reflejan. La sombra
alargada de la insignificancia de IU
planea sobre Iglesias, ese trilero dispuesto siempre a castigar al
prójimo con su verborrea de macho alfa. No menos limpio sale del lance
el amigo Pedro Sánchez, todo un experto en ganar primarias en el PSOE y en perder elecciones, sean generales o autonómicas. Amarrado al yugo de un PSC dispuesto siempre a fer la puta i la ramoneta,
el bello Sánchez ha chamuscado en el envite catalán esa cierta
primavera que para el PSOE supuso su vuelta a la fortaleza de Ferraz.
Nadie tan castigado como el PP y el propio Gobierno. En una extraña combinación de falta de talento, exceso de precaución y ausencia de patriotismo, ha sido incapaz de utilizar el 155 para sentar las bases de la recuperación
Nadie tan castigado, sin embargo, como el PP y
el propio Gobierno, y ello porque, en una extraña combinación de falta
de talento, exceso de precaución y ausencia de patriotismo, ha sido
incapaz de utilizar el 155 para sentar las bases de una paulatina
recuperación de aquel territorio para la causa constitucional,
prefiriendo en cambio una aplicación light del mismo que no ha resuelto
el problema y ha cabreado a unos y otros: ni ha desalojado a los
facciosos de los centros de decisión que ocupan, ni ha confortado a
quienes, sintiéndose catalanes y españoles, han sufrido las
consecuencias del prusés en los últimos años. ¿Resultado? El votante constitucionalista catalán
le ha tomado la matrícula a este Gobierno cobardón y le ha castigado
dejando al PPC reducido a mera figura decorativa. El PP se ha convertido
en una marca residual tanto en el País Vasco como en Cataluña, ha
dejado de ser el partido con capacidad para vertebrar el territorio que
siempre fue. Un golpe de imprevisibles consecuencias futuras.
Se
entiende la decepción que ello ha provocado en las filas del partido,
la profunda crisis que hoy recorre la organización y que la nomenklatura
de tiralevitas que rodea a Mariano va a intentar taponar por todos los
medios. Víctima principal del desastre es la vicepresidenta Sáenz de
Santamaría, cuya gestión de la crisis catalana no puede ser calificada
mas que de desastrosa. La Soraya que soñó con arreglar ella sola el
problema, que imaginó en el encargo rajoyesco la oportunidad de acumular
prestigio bastante para encaramarse un día a la presidencia del
Gobierno en sustitución del propio Mariano, sin sospechar la trampa que
se le tendía, ha terminado haciendo de Barcelona su Stalingrado,
asumiendo el papel de nuevo Von Paulus obligado a firmar la rendición en
nombre del Führer refugiado en el bunker de Moncloa.
Ciudadanos y la hegemonía del PP en el centro derecha
El gran triunfador
del envite ha sido Ciudadanos, convertido desde la nada en el partido
más votado en Cataluña. El atractivo de su marca se extiende cual mancha
de aceite por el resto del territorio español, amenazando seriamente la
hegemonía que en el centro derecha ha ejercido el PP desde finales de
los ochenta. ¿Caminamos hacia la reedición de lo ocurrido con la UCD de
Calvo Sotelo en 1982, o se trata de una mera alucinación causada por el
espléndido fogonazo de esa victoria? Es evidente que existen no pocas
incógnitas aun por despejar en torno a C’s, relativas, en lo material, a
su falta de estructura para convertirse en un partido de poder a nivel
del Estado, pero también lo es que la batalla por la supremacía del
centro derecha se va a librar, más o menos descaradamente, más o menos
tras las bambalinas, a lo largo de este 2018 que ahora comienza.
Toda
la presión, mediática y de la otra, sobre C’s y sobre su líder. ¿Qué va
a hacer Albert Rivera? ¿Cuáles son sus planes? Muy bien podría abrir el
banderín de enganche en toda España, decidido a captar los eficientes
cuadros del PP de los que carece para con ellos construir esa plataforma
lista para el asalto al poder. O muy bien podría dejar pasar el tiempo,
en la mejor estrategia Rajoy, en espera de que el pescado pasado de
fecha que venden los populares empiece a oler. Podría simplemente
anunciar la retirada del apoyo parlamentario al PP para forzar esas
generales que muchos reclaman tras el fiasco catalán. El joven ha dicho,
por el contrario, que el suyo es un partido que cumple los pactos que
firma, lo que descarta decisiones traumáticas capaces de poner fin a la
legislatura de forma abrupta. Rivera necesita tiempo. Rivera apuesta por la estabilidad.
El desafío lanzado por el independentismo va a seguir proyectando su sombra ominosa sobre la política española
Algo habrá que hacer con Cataluña (algo también
con Valencia y Baleares, donde la deriva nacionalista comienza a hacer
estragos ante un PP empeñado en mirar hacia otro lado), porque el
desafío lanzado por el independentismo va a seguir proyectando su sombra
ominosa sobre la política española. Entre el establishment patrio gana
fuerza una corriente de opinión partidaria de jugar la carta de Oriol Junqueras en detrimento del loco de Puigdemont. Todo parece haber surgido del último párrafo de la carta escrita por el líder de ERC
a su familia el sábado 23 de diciembre: “Feliz Navidad a todos, a todos
sin excepción (…) Se lo deseo de todo corazón y les recuerdo, a todos,
que nunca se ha construido nada desde el odio y el rencor. El futuro lo
tendremos que construir entre todos y para todos, con respeto y teniendo
siempre presente que es la ciudadanía catalana la que debe decidir
democráticamente su futuro”. Al clavo ardiendo de esa cierta posición
conciliadora -más algunos mensajes privados deslizados por el propio
Oriol desde Estremera a quien corresponde-, parecen agarrarse ahora los linces de Moncloa,
dispuestos a engrasar con dinero algún tipo de acuerdo de mínimos,
pasta proveniente de un acuerdo sobre financiación autonómica que vendrá
propulsado por la salida de España del Procedimiento de Déficit
Excesivo –algo que se espera llegue de Bruselas en las próximas
semanas-, lo que daría a Montoro y demás amigos de lo ajeno la posibilidad de gastar de nuevo alegremente.
De
momento, el problema territorial frena en seco cuestiones de tan vital
importancia como la mejora de la calidad de nuestra democracia, bien
mediante la consiguiente reforma de la Constitución allí donde sea
necesario o fuera de ella. Mariano, Pedro y Pablo son líderes quemados,
con los que resulta pura entelequia contar siquiera para hincarle el
diente a las grandes cuestiones pendientes. El horizonte electoral (con
municipales y autonómicas en mayo de 2019), que comenzará a hacerse
presente según avance el año, hará más complicado aún intentar siquiera
plantear esos retos. Cuestiones tan graves como las pensiones, que
reclaman un urgente pacto de Estado, van a resultar muy difícilmente
abordables en la aguda crisis política en la que navega el país, hasta
el punto de que tal vez haya que olvidarse de las grandes reformas en lo
que quede de legislatura.
Hacer crisis de Gobierno y despedir a Soraya
Si
el 2016 fue el año de la implosión del PSOE, el 2017 ha sido la del PP,
con Cataluña como espoleta. La enfermedad que aqueja a los “partidos
del turno” parece ya incurable. Son el pasado. Es obvio que el aparato
del PP va a intentar evitar que la onda expansiva del batacazo catalán
se propague por el resto de España. El pesimismo en el partido es total.
Y lo es porque las metástasis del cáncer parecen inextirpables a estas
alturas. El PP no es más que Mariano Rajoy y su real voluntad, que había
más democracia en el Partido Comunista Búlgaro que en este partido. Fuera de Mariano no hay nada.
Para su desgracia, en el horizonte ha surgido una formación política
que le ha arrebatado la bandera del futuro, la ilusión por el porvenir, y
cuando eso ocurre salir del barro exige un milagro, porque milagro
sería que Rajoy decidiera dar un paso al frente para insuflar un poco de
vida al difunto, lo cual pasaría necesariamente por hacer crisis de
Gobierno, despedir de una vez a doña Soraya, la metástasis más obvia,
pero no la única, del mal del PP, e incluir en el Ejecutivo gente
independiente capaz de aportar futuro a este proyecto del pasado.
Abrasados
los dos grandes protagonistas de la Transición, y consumido cual fuego
fatuo ese ingenio pirotécnico llamado Podemos (cuyo líder, curiosamente,
lleva días desaparecido en combate), corremos el riesgo de que esta sea
una legislatura baldía, con España y los españoles enfrascados en su secular ensoñación existencial.
No todo es tan malo. Hay mimbres para empezar a armar una nueva casa común
También hay motivos para la esperanza,
tal que la consolidación en la jefatura del Estado de un Rey que ha
sido capaz de conectar con las aspiraciones populares; buena noticia es,
desde luego, la confirmación de C’s y Rivera como alternativa no
contaminada por la corrupción en el centro derecha, e incluso la
existencia en la sombra de otro joven con capacidad de armar una
izquierda posible, el tiempo dirá si sobre los escombros del PSOE, en la
persona de Íñigo Errejón. No todo es,
pues, tan malo. Hay mimbres para empezar a armar una nueva casa común.
Partidarios de una sociedad abierta y plural, creadora de riqueza en
libertad, quienes hacemos este diario seguimos creyendo en las
capacidades de esta gran nación para superar el bache y salir a flote.
Para inyectar utopía al desencanto. Para dotarnos de un proyecto de país
capaz de dar cauce a las aspiraciones de la mayoría. Estamos a tiempo.
Parodiando a Pérez Galdós, no será necesario esperar otro siglo para que
“nazcan dirigentes más sabios y menos chorizos de los que tenemos
actualmente…” (“La fe nacional y otros escritos sobre España”). Se
trata, se ha tratado siempre, de mejorar radicalmente la calidad de
nuestra democracia. ¡Feliz 2018 a todos los lectores de Vozpopuli!
JESÚS CACHO Vía VOZ PÓPULI
Los medios se arman con expolíticos con la transformación del sector en el foco
A lo largo de este año, varios 'pesos pesados' de la política han sido reclutados por empresas audiovisuales para colaborar en la definición de un sector en plena transformación
Cristina Garmendia, Ana Palacio, Manuel Pizarro y Alberto Ruiz-Gallardón han entrado en el mundo de los medios este año. (EC)
En este sentido, el primer fichaje de campanillas lo firmó Henneo —antiguo Grupo Heraldo— con la incorporación de Manuel Pizarro, un nombramiento adelantado por El Confidencial. La familia Yarza, dueña de la editora aragonesa, ha incorporado al veterano dirigente popular para colaborar en su expansión nacional.
En los últimos tiempos, Henneo ha ido sumando cabeceras a su cartera. Tras descartar el económico 'Cinco Días', dio el salto a Madrid con la adquisición del gratuito '20 Minutos', movimiento al que ha seguido la compra a principios de año de 'La información', un medio nativo fundado en 2009 que hasta ahora pertenecía a Diximedia y que está siendo relanzado como diario económico-financiero.
Ya en junio, el exministro Alberto Ruiz-Gallardón fue reclutado por las televisiones más pequeñas para mediar en el sempiterno conflicto que las enfrenta con Atresmedia y Mediaset por el reparto de la publicidad. Estos pequeños operadores, entre los que se encuentran Net TV (Vocento), Veo Televisión (Unidad Editorial), Real Madrid TV, 13TV y DKISS, siendo estos dos últimos los que lideran la ofensiva, han llegado a constituir una asociación paralela —sin dejar UTECA— para evidenciar su disconformidad. Desde entonces, Gallardón ha tratado de acercar posiciones entre ambas partes y, como ya publicó este diario, los diferentes operadores se han mostrado favorables a encauzar la situación, aunque de momento sin éxito.
Otro de los fichajes de relumbrón ha sido el de Cristina Garmendia como consejera independiente de Mediaset. La que fuera ministra de Ciencia e Innovación durante la última etapa de José Luis Rodríguez Zapatero (2008-2011) está más bregada en el sector privado que en el público, ya que no ha vuelto a pisar la arena política desde que dejó el ministerio y su nombre siempre ha estado vinculado al mundo tecnológico y científico.
De hecho, Garmendia es presidenta de la Fundación Cotec y también tiene sillón en el consejo de Gas Natural, amén de que su nombre fue propuesto para presidir Prisa cuando se estaba gestando la salida de Juan Luis Cebrián. La donostiarra tiene una reconocida trayectoria empresarial y su 'expertise' en temas de innovación es un plus en un momento en el que el modelo televisivo tradicional está más cuestionado que nunca.
Amazon y Facebook pujarán por comprar el fútbol español para su televisión prémium
Agustín Marco
Los
dos gigantes estadounidense de internet están valorando acudir a la
subasta para quedarse con los derechos de la Liga, valorados en 2.300
millones de euros
No obstante, otras fuentes internas de Mediaset precisan que tanto su nombramiento como el de Consuelo Crespo, expresidenta de UNICEF-Comité Español, también buscan feminizar un consejo lleno de corbatas con la única excepción de Helena Revoredo, presidenta de Prosegur, ligada a la casa desde 2009. Su inmediato competidor, Atresmedia, cuenta con cinco mujeres, una cifra que costaba digerir en los despachos de la cadena de Fuencarral.
Cierra la lista Ana Palacio, exministra de Asuntos Exteriores con José María Aznar y fundadora de Palacio & Asociados, una firma dedicada a la asesoría jurídica y estratégica con oficinas en Madrid, Bruselas y Washington.
Alejada de los focos desde hace años, Palacio, tal y como adelantó 'La información', ha sido fichada por la multinacional norteamericana Viacom para desencallar la compra del 25% de Net TV, una operación que el Ministerio de Energía, Turismo y Agenda Digital que encabeza Álvaro Nadal no ve con buenos ojos.
El problema fundamental estriba en las limitaciones que impone la Ley General de la Comunicación Audiovisual a la entrada de capital extranjero en sociedades que posean licencias TDT. "En el caso de personas jurídicas, la participación en su capital social de personas físicas o jurídicas nacionales de países que no sean miembros del Espacio Económico Europeo deberá cumplir el principio de reciprocidad", reza la citada ley. Una reciprocidad que, por el momento, no se cumple.
La transformación del sector, en el foco
Este baile de nombres se produce en un año en el que todos los operadores (televisiones, editoras) hablan sin reservas de la necesidad de afrontar la transformación del sector. Grandes grupos editoriales como Vocento o Unidad Editorial han señalado en repetidas ocasiones que el modelo actual no es viable, fundamentalmente por la caída de la publicidad en prensa escrita, y ya exploran nuevas vías de negocio o estudian modelos de pago por contenidos.
En el ámbito audiovisual, los cambios en las formas de consumo y el empuje de las nuevas plataformas (Netflix, HBO... etc) obliga a las televisiones a adaptarse. Aunque su modelo sigue siendo muy rentable y es el medio con mayor penetración en España, la publicidad ha perdido algo de fuelle y las emisiones en directo no tienen el tirón de antaño. Un reciente informe de Barlovento Comunicación acredita este "freno" de la inversión publicitaria a lo largo de este año y revela una caída del consumo lineal (230 minutos en 2016 y 224,5 en 2017) y una subida del diferido (3 minutos en 2016 y 4,5 en 2017).
ÁLVARO G. ZARZALEJOS Vía EL CONFIDENCIAL
sábado, 30 de diciembre de 2017
FRENTE A LA MENTIRA, EL INGENIO
Si reivindican el «derecho a decidir», ¿cómo pretenden negárselo a parte de los ciudadanos para los que lo reivindican?
Es bien sabido que el nacionalismo es irracional. Es un movimiento romántico basado en los sentimientos y éstos pueden estar influidos por el raciocinio, pero no siempre lo están. Dos millones de personas votaron por partidos secesionistas a pesar de saber que apoyaban a unos mentirosos. Poco les importó. Unos mentirosos que les habían augurado el inmediato reconocimiento internacional de su independencia, que no les dio ni Somalilandia. Unos mendaces que auguraron que de Cataluña no se iría ni una empresa y ya lo han hecho más de tres mil. Y podemos continuar el enunciado de imposturas, pero eso da igual. Porque, como vimos en el Reino Unido, cuando se intentaba argumentar de forma racional y se explicaban al electorado las graves consecuencias que tendría el Brexit para la economía, la respuesta era sentimental: «De eso ya nos ocuparemos cuando llegue el momento».
Por eso me produce cierta melancolía la genial idea de promover la secesión de Tabarnia. Es absolutamente maravillosa porque implica poner a los independentistas ante sus propias trampas y contradicciones. El argumento es, en teoría, perfecto. Si los secesionistas reivindican el «derecho a decidir», ¿cómo pueden pretender negárselo a parte de los ciudadanos para los que lo están reivindicando? Y aquí no hay mentiras. Aquí sólo hay ingenio. La mentira es omnipresente en el discurso secesionista a la hora de contar la historia de esas tierras. Una mentira que se va extendiendo y el catalanismo intoxica con ella las tierras de la Comunidad Valenciana y las Islas Baleares, donde se puede oír a un sacerdote decir en su homilía que fueron los catalanes los que llevaron el cristianismo a Mallorca, cuando es bien sabido que fue el Reino de Aragón. Y uno ya no sabe si se trata de curas iletrados o mentirosos. Y tampoco estoy muy seguro de qué es peor. Pero en Tabarnia no hay mentira histórica ninguna. Hay una constatación de unos hechos y una realidad de votos que se ha manifestado con toda nitidez en las urnas el 21 de diciembre.
La invención de Tabarnia aparece en un momento en que el secesionismo, victorioso en número de escaños, está seriamente enfrentado. La pretensión de emplear su mayoría absoluta para alterar el reglamento es peligrosa porque esta gente es muy capaz de hacerlo. Ningún reglamento les ha constreñido en el pasado. Ellos el respeto por la ley sólo se lo exigen a los promotores de Tabarnia cuando los que están violando la Constitución Española dicen que no se puede violar es Estatuto de Autonomía de Cataluña. Ellos alterarían el reglamento de la cámara y permitirían intervenir, votar y elegir a Puigdemont por vídeo-conferencia. Les de igual lo que diga ahora ese reglamento. El problema radica en que la aplicación -no tan fracasada- del artículo 155 de la Constitución ha supuesto un cruce de navajas entre los secesionistas. Y desde la misma noche de las elecciones hemos visto a ERC con un discurso bastante coherente. Reivindican la restitución del anterior gobierno. Ellos sí quieren pedir cuentas de sus mentiras a Puigdemont. ¿No dice que han ganado las elecciones? Pues que cumpla su palabra y venga a pasar por prisión. Y mientras él se está un rato a la sombra, tendrá que ser Junqueras, el vicepresidente, el que sea presidente. La «lógica democrática» es perfecta. Con este tipo de pelea, las posibilidades de que los secesionistas se pongan de acuerdo para hacer trampas una vez más y cambiar las reglas de juego
en pleno partido son escasas. Pero lo que es indudable es que esto, con perdón por ser tan políticamente incorrecto, se parece mucho a lo que toda la vida se llamó una merienda de negros.
en pleno partido son escasas. Pero lo que es indudable es que esto, con perdón por ser tan políticamente incorrecto, se parece mucho a lo que toda la vida se llamó una merienda de negros.
RAMÓN PÉREZ-MAURA Vía ABC
DOLÇA TABARNIA
El fantasma de Tabarnia, que bien podría ser el del Valle de Arán,
aletea ahora sobre un independentismo al que, aunque salió bien librado
de las elecciones, se le amontonan los problemas internos.
Dolça Tabarnia.
Gtres
Tabarnia ha sido el
hallazgo de las Navidades. A falta de otros asuntos de mayor enjundia y
con Cataluña asomándose al vacío, de las redes sociales se ha apoderado
una nación ficticia que coincide más o menos con las provincias de
Barcelona y Tarragona. No es algo nuevo. Fue una ocurrencia de la
Plataforma por la Autonomía de Barcelona, que lanzó la idea hace ya
tiempo pero que, quizá por lo descabellado de la propuesta, no había
cosechado demasiadas adhesiones.
El nombre es un acrónimo de las primeras sílabas
de Tarragona y Barcelona al que han colocado un remate que parece
sacado de alguna geografía fantástica. Y algo de fantasioso tiene porque
Tabarnia no ha existido jamás. Su única base son los resultados electorales
de las pasadas elecciones en las que Tarragona y Barcelona fueron los
bastiones del voto constitucionalista. Y ese, en definitiva, sería su
hecho diferencial.
Hasta hace una semana era algo muy minoritario. Eso es al menos lo que nos cuenta Google Trends.
Hasta el día 26 de diciembre pocos se interesaban por ella. Los que lo
hacían era más como recurso satírico para ridiculizar el argumentario
independentista. Pero de pronto aquel día la cosa se desmadró y, como
una bola de nieve, fue ganando volumen hasta convertirse en una
avalancha.
Los que defienden la secesión de Tabarnia del resto de Cataluña emplean idénticos argumentos que los que apoyan la independencia de Cataluña del resto de España
Tiene su atractivo, para qué engañarnos. Los que
defienden la secesión de Tabarnia del resto de Cataluña emplean
idénticos argumentos que los que apoyan la independencia de Cataluña del
resto de España. Fundamentalmente dos.
Uno sería el de la voluntad popular,
la famosa democracia. Si todo nace del voto hay una serie de comarcas
catalanas cuyos votos son mayoritariamente españolistas, empezando por
las del cinturón industrial de Barcelona y terminando por el remoto
Valle de Arán, enclavado en la cara norte del Pirineo y más cerca de
Toulouse que de Barcelona.
Los resultados de las autonómicas del 21-D
vinieron a confirmar ese mapa de una Cataluña fracturada
territorialmente entre los partidarios de la independencia y los que no
lo son. El mapa en cuestión, reproducido extensamente en los periódicos
durante la última semana, muestra una Cataluña costera que es
constitucionalista y otra Cataluña interior que es independentista. La
primera es más pequeña, pero más urbana, cosmopolita y rica.
Si nos abstraemos de cuestiones políticas y nos vamos al plano estrictamente económico comprobaremos que Tabarnia produce el 70% del PIB catalán y aporta el 73% de sus ingresos
Esto enlaza con el segundo de los argumentos empleados por los "freedom fighters" de Tabarnia: Cataluña nos roba.
Si nos abstraemos de cuestiones políticas y nos vamos al plano
estrictamente económico comprobaremos que Tabarnia produce el 70% del
PIB catalán y aporta el 73% de sus ingresos. Es decir, desde el punto de
vista económico Cataluña es básicamente Tabarnia. Pero el agravio sería
todavía mayor si nos fijamos en la población. Siete de cada diez
catalanes viven en Tabarnia, pero los tres restantes reciben el 41% del
presupuesto autonómico. Traducido todo esto al lenguaje procesista,
Cataluña sería Extremadura y Tabarnia Cataluña.
Y es ahí donde reside el éxito de todo esto. Es simplemente un espejo que devuelve a los independentistas
la imagen distorsionada de sí mismos. Lo que esgrimen con pasión desde
hace años se emplea ahora contra ellos. Un sapo difícil de tragar y aún
más difícil de digerir.
Algo tan goloso y
comentado en la red era imposible que lo dejasen pasar en Ciudadanos,
que es ya el primer partido en toda Cataluña y, por supuesto, en la
imaginada Tabarnia. Juan Carlos Girauta fue
de los primeros en abrir fuego: "Tabarnia es un despiadado espejo para
los nacionalistas, es el reflejo de su insolidaridad y su pesadez". A
partir de ahí se abrieron las compuertas. Arrimadas y Rivera no tardaron en sumarse a la verbena recordando que si existe el derecho a decidir debe de estar al alcance de todos.
Rufián quiso tomárselo a chiste y tuiteó "Tabarnia: una, grande y libre" para ver si metiendo a Franco en el ajo el temporal amainaba. Pero no, fue a más
El filón lo están aprovechando al máximo, más si
cabe cuando al independentismo (al catalán, no al tabarnés) esto le ha
sentado a cuerno quemado. Rufián quiso tomárselo a chiste y tuiteó
"Tabarnia: una, grande y libre" para ver si metiendo a Franco en el ajo
el temporal amainaba. Pero no, fue a más. Normal, que Rufián saque a Franco de paseo es ya tan habitual que ni llama la atención.
Tras
él entraron otros y, estos sí, supurando bilis. Uno de los asesores en
Bruselas del inefable Ramón Tremosa, un tal Aleix Sarri, salió con un
impagable "Fronteras inventadas, nacionalismo étnico, populismo
económico sostenido sobre agravios imaginarios". Estaba retratando al
independentismo catalán con una precisión asombrosa. Pero, como dijo Albert Boadella en cierta ocasión, el nacionalismo es como una ventosidad que huele mal a todo el mundo menos a quien la ha soltado.
La
cuestión llamémosla tabarnesa, que hoy por hoy no deja de ser una broma
propia del día de los inocentes, algo no solo irrealizable sino, además
y por muchas razones, indeseable sienta un precedente y añade una
figurita más al belén que se ha armado en Cataluña.
En Canadá la Clarity Act,
que vino a poner fin al problema del secesionismo quebequés, contempla
la posibilidad de que si Quebec se independiza los condados de esa
región puedan hacer lo propio. Una autodeterminación ascendente pero
también descendente. Incluir algo así en una ley enfrió el asunto en el
acto. Ahí tenemos a los nacionalistas de Quebec, que no levantan cabeza
desde hace veinte años y que se conforman con mantener el terreno
ganado.
En Canadá la Clarity Act, que vino a poner fin al problema del secesionismo quebequés, contempla la posibilidad de que si Quebec se independiza los condados de esa región puedan hacer lo propio
El fantasma de Tabarnia, que bien podría ser el
del Valle de Arán, aletea ahora sobre un independentismo al que, aunque
salió bien librado de las elecciones, se le amontonan los problemas
internos. Ellos, que claman desde siempre por la Cataluña irredenta, que
viven obsesionados con el territorio, que incluyen en sus mapas a
Andorra, al Rosellón francés, a la Comunidad Valenciana, a Baleares y a
un pedazo de Aragón, asisten impávidos a como les amputan un puñado de
comarcas sus propios vecinos.
No es mala cura
de humildad. Al final el humor y algo tan español como reducir las
tragedias al absurdo ha terminado dándoles una lección. Solo hay que esperar que la aprendan.
FERNANDO DÍAZ VILLANUEVA Vía VOZ PÓPULI
Iglesias y Rivera se alían para sumar al PSOE a la reforma electoral previa a las generales
Podemos y Cs han establecido una alianza tácita para redoblar la presión sobre los socialistas y sumarlos a un proyecto de reforma electoral que haga más proporcional el voto
Rafael Hernando, Margarita Robles y Joan Tardà, los líderes de Podemos, Pablo Iglesias y Albert Rivera. (EFE)
Podemos y Ciudadanos coinciden en la necesidad de reformar la ley electoral y hacerlo antes de que finalice 2018. La modificación de la LOREG (Ley Orgánica de Régimen Electoral General) es uno de los pocos intereses compartidos de la nueva política que, de forma soterrada, ha establecido una alianza tácita para redoblar la presión sobre las formaciones clásicas, que se resisten a su modificación. Primero fue Pablo Iglesias quien urgió a PP y PSOE para llevar a cabo una reforma que haga la ley más proporcional, convencido de que Cs estaría de acuerdo, y en las últimas horas se ha sumado a las presiones Albert Rivera, quien cuenta a su favor con el impulso de los resultados en Cataluña y la negociación de su apoyo a los presupuestos generales de 2018 como moneda de cambio.
Los trabajos de la subcomisión del Congreso para la reforma electoral han sido prorrogados otros seis meses, hasta el próximo mes de junio, debido a la falta de grandes consensos, pero los representantes de la denominada nueva política ya han fijado entre sus prioridades para 2018 que finalmente salga adelante. Ciudadanos ha sido uno de los principales abanderados de dicha reforma, que incluso incluyó en su acuerdo de legislatura con el PP, para hacerla más proporcional, y ahora exigirá ratificar dicho compromiso. Esta fue una de las partes del acuerdo que Rivera subrayó como prioritarias en su balance de final de año, junto a la reforma del Senado o la supresión de los aforamientos, deslizando que en su mano estaba la llave de los presupuestos y dejando entrever que tratará de amortizar en el Congreso su victoria en las elecciones catalanas.
Los
trabajos de la subcomisión del Congreso para la reforma electoral han
sido prorrogados otros seis meses debido a la falta de grandes consensos
La relación entre la izquierda encalló ya antes del referéndum del 1-O, y desde entonces la coordinación parlamentaria de PSOE y Podemos desapareció de sus agendas. Un escollo más para que la presión de Podemos genere un efecto de arrastre en los socialistas, que se escudan en la necesidad de alcanzar un acuerdo transversal entre todas las grandes fuerzas políticas para justificar su apatía. Una ley más proporcional, en la que todos los votos valgan prácticamente lo mismo, sin diferencias entre provincias ni zonas rurales y urbanas, que a día de hoy perjudicaría a PP y PSOE.
Sin el concurso de los populares no se alcanzarán los tres quintos del Congreso que se exigen para cualquier iniciativa de reforma constitucional ordinaria. Sin embargo, existen otras fórmulas para modificar el sistema electoral sin necesidad de modificar la Constitución, esto es, mediante una simple reforma de la LOREG para lo que bastaría una mayoría absoluta de 176 escaños. Con este último mecanismo, no se podría pasar de la circunscripción provincial a la autonómica, por ejemplo, como pretende Podemos, aunque sí aumentar la proporcionalidad por otras vías, cambiando la ley D'Hont por un sistema más proporcional tipo Sainte-Laguë.
De lo que no hay duda es de que los nuevos partidos centrarán una buena parte de sus esfuerzos en centrar la agenda parlamentaria en la reforma electoral. Pablo Iglesias afirmaba el pasado Día de la Constitución que dicha reforma "se podría hacer desde ya" y que para ello estaba dispuesto "a buscar diálogo". Entre los cambios que esbozó entonces se incluye la ampliación del Congreso, para que pase de 350 a 400 diputados —con menos sueldo—, variar la Ley D'Hont o el voto rogado, facilitando el sufragio desde el extranjero (uno de los pocos acuerdos alcanzados en la subcomisión del Congreso).
El portavoz de la formación en dicha subcomisión, Íñigo Errejón, explicaba el mismo día en un artículo de opinión publicado en este diario que "para volver a ganarse la confianza de la ciudadanía, las instituciones no solo deben ganar en transparencia, participación e independencia de los diferentes poderes, sino que además se necesita una reforma en profundidad de nuestro régimen electoral con el fin de recuperar la proporcionalidad que la propia Constitución de 1978 establecía como objetivo". De lo contrario, añadía, "nuestra democracia continuará siendo rehén de quienes se garantizan, con un tercio de los votos, la mayoría absoluta del Senado para bloquear cualquier propuesta de cambio".
Si el exportavoz de Podemos se refería a "los efectos perniciosos de una ley electoral tramposa", el líder de Ciudadanos tildaba la LOREG en su balence de final de año como una ley "maldita" y a la que achacaba la imposibilidad de Inés Arrimadas de presidir la Generalitat pese a ganar las elecciones sin mayoría absoluta. Un guiño indirecto de Rivera a Rajoy, pues los populares han propuesto en la subcomisión de reforma electoral un cambio para que gobiernen las listas más votadas, aunque en los municipios, no en las comunidades autónomas.
El
líder de Cs tildaba la Ley Electoral como una ley "maldita" y a la que
achacaba la imposibilidad de Inés Arrimadas de presidir la Generalitat
El programa con el que el PSOE acudió a las últimas elecciones generales, y en el que se referencia para el debate sobre la reforma del sistema electoral, apuesta en genérico por mejorar la proporcionalidad, sin ahondar en los mecanismos ni en qué grado. Con todo, sí coincide en una medida que reclaman los nuevos partidos, la relativa a las listas desbloqueadas. De este modo, según se argumenta en el programa, se permite a los votantes "una mayor influencia sobre la elección finalmente de sus representantes", además de incentivar una rendición de cuentas más personalizada. La propuesta programática de Ciudadanos, en cambio, se centra en el principio de "una persona un voto".
IVÁN GIL Vía EL CONFIDENCIAL
viernes, 29 de diciembre de 2017
Por qué la historia nos recomienda tomarnos Tabarnia en serio
Los conflictos provocados por las independencias dentro de las independencias han sido una constante en Europa, desde Irlanda hasta los Balcanes
La llamada Ley de Claridad del Tribunal Supremo de Canadá estableció en 2000 las condiciones que deberían darse para cualquier futuro referéndum independentista —la provincia de mayoría francófona de Quebec había celebrado dos—. Una posible consulta debe ser autorizada por el Parlamento de todo el país, no sólo de la provincia que vota; la pregunta tiene que ser clara y responderse con un sí o un no y tiene que alcanzarse una participación significativa y una mayoría suficiente (no vale con un 50,1% pelado, ni una decisión de ese calado puede tomarse si la mayoría de los posibles votantes se queda en su casa). Lo más importante es que en todo ese proceso tiene la última palabra Ottawa, es decir, todos los canadienses, no sólo la provincia que vota, y que el referéndum significaría el punto de partida para una negociación, no el final de un proceso.
Sin embargo, en el momento más encendido del desafío independentista catalán, pese a que este texto legal es corto y muy fácilmente accesible, circuló por Internet un bulo que señalaba que la Ley de Claridad también establecía que todas aquellas regiones dentro de la provincia que se independiza que no se estuviesen de acuerdo con esa decisión podrían celebrar, a su vez, sus propios referendos. Esta norma no se mete en absoluto en ese jardín, aunque sí es cierto que en su último párrafo habla de que las negociaciones deben incluir "cualquier modificación de fronteras de la provincia, los derechos, los intereses y las reivindicaciones territoriales de los pueblos autóctonos de Canadá y la protección de los derechos de las minorías". Pero no ofrece ningún detalle sobre el posible resultado, sólo abre la puerta a la posibilidad de un cambio de fronteras.
Ese juego de muñecas rusas de independencias dentro de independencias tiene sentido porque, de hecho, ha ocurrido. Por ese motivo ha tenido un impacto tan fuerte la idea de Tabarnia, una unión ficticia de las zonas de Cataluña donde la independencia es una opción minoritaria. Bastantes políticos, y hasta la Real Academia Española, han decidido tomarse en serio lo que había comenzado como una broma. La historia reciente de Europa nos demuestra que Tabarnia existe, que es un problema que se encuentra en el corazón de los conflictos más graves que ha vivido el continente en las últimas décadas.
La disolución de la URSS nos ofrece numerosos ejemplos de tabarnias: antiguas repúblicas soviéticas con minorías que decidieron crear sus propios países cuando se produjo la independencia. Ocurrió en Nagorno Karabaj (república armenia en Azerbaiyán) o en Transnistria (república de mayoría rusa en Moldavia). Un cuarto de siglo después de la disolución de la Unión Soviética, se trata de conflictos que todavía no están cerrados. En Ucrania, la línea del frente actual también separa las regiones de mayoría rusa del resto del país.
Es cierto que todas las comparaciones esconden trampas, que el desafío independentista catalán es una situación insólita dentro de la UE y que en España no existen líneas étnicas o religiosas como las que recorren el antiguo espacio soviético, aunque es indudable que el desafío independentista ha creado una profunda fractura en la sociedad catalana. Pero también es verdad que todas las independencias que no cuentan con la unanimidad, o que dejan fuera a una parte importante de la población, plantean este problema. ¿Qué ocurre cuando existe un territorio claramente homogéneo que no quiere estar en el nuevo país? Los Balcanes ofrecen dos ejemplos claros.
La guerra de Bosnia se frenó gracias a los acuerdos de Dayton, firmados en noviembre de 1995, que dividían un mismo país en dos entidades, la República Srpska (Serbia) y la Federación Croata Musulmana. Los territorios habían sido trazados por la limpieza étnica, pero la condición de la comunidad internacional fue que de ninguna manera esas entidades podían unirse a otro país (una cláusula dirigida fundamentalmente a Serbia). Sin embargo, las tensiones son crecientes. La República Srpska planea celebrar, en contra de las autoridades de Sarajevo, su Día Nacional el 9 de enero, y ha amenazado con convocar un referéndum de independencia para unirse a Serbia, una iniciativa condenada por la comunidad internacional.
En Kosovo, la situación es incluso peor. Cuando está antigua provincia serbia con un 90% de población albanesa comenzó su camino hacia la independencia, el 10% de serbios simplemente se negaron a admitirlo. Y crearon su propia Tabarnia: todo el territorio al norte del río Íbar está fuera del control de las autoridades kosovares. En la frontera, no política, ni reconocida, pero real, los ciudadanos se paran y cambian las matrículas: nadie quiere circular con una placa serbia por el resto de Kosovo, ni con una matrícula kosovar por aquel territorio que, ahora mismo, está unido de facto a Serbia. La declaración de independencia en 2008 no arregló las cosas, más bien las empeoró, por muchas garantías que las autoridades de Prístina hayan dado a los serbios.
Si nos remontamos un poco más en el tiempo, nos encontramos con el caso de Irlanda. El Reino Unido decretó en 1921 el Acta de Gobierno de Irlanda. Creó así el norte, que reunía a los seis condados de mayoría de protestante del Ulster, y el sur, con los 26 condados de mayoría católica del resto del país. Fue lo que se llamó la partición. Cuando Irlanda se independiza totalmente en 1949, Irlanda del Norte se queda como una de las naciones que constituyen el Reino Unido. Pero, a su vez, en esta región existe una minoría católica, cuyo deseo es integrarse en Irlanda (de hecho, el Ulster tiene nueve condados en total, tres de ellos católicos). El conflicto armado se prolongó hasta los Acuerdos de Viernes Santo, de 1998. El problema, eso sí, sigue abierto y mucho más con el Brexit.
España no es los Balcanes, ni la antigua URSS, ni Irlanda del Norte ni nada parecido... pero las independencias dentro de las independencias son una constante en la historia de Europa. Tabarnia es una ironía muy certera: la
creación de una nueva frontera suele traer problemas... y más fronteras.
creación de una nueva frontera suele traer problemas... y más fronteras.
GUILLERMO ALTARES Vía EL PAÍS
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