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martes, 31 de julio de 2018

EL CÁRTEL DEL TAXI

El pan y la leche son más importantes que el transporte urbano de viajeros, ¿verdad? ¿Y verdad que no aceptaríamos un cártel de panaderos o de lecheros? Pues no hay razón alguna para tener que aceptarlo de taxistas

La gran vía de Barcelona, este domingo EFE


Los taxistas llevan en pie de guerra varios años. Este gremio, que hasta hace no mucho concentraba sus problemas en los propios de las ocasionales subidas del gasoil y la burocracia municipal, se ha enfrentado de golpe a un cambio tecnológico que ha revolucionado el transporte urbano de viajeros y para el que simplemente no estaban preparados.


Pues bien, hace unos años aparecieron unas aplicaciones milagrosas para el teléfono móvil (Uber y Cabify son las más conocidas) que permitían poner en contacto telemático a propietarios de automóviles privados (la oferta) con gente que necesita ir de un lado a otro dentro de la ciudad (la demanda). La aplicación se encargaba además de gestionar el pago, que era menos gravoso para el bolsillo del viajero que si hubiese decidido hacer el mismo trayecto en taxi. 
"¿De qué se quejan ahora los taxistas? De que hay demasiadas licencias VTC. ¿Es eso cierto? No, no lo es en absoluto. En España hay 5.654 licencias VTC operando frente a las 70.223 de taxi"
Esto sucedió allá por 2013-2014. Los gremios del taxi de toda España saltaron como resortes. Es intrusismo decían. Llega aquí cualquiera y se pone a transportar gente, gente que de otra manera se movería en taxi. Aquello me parecía muy arriesgado porque partían de la idea de que toda la demanda de transporte urbano la estaba cubriendo el taxi. Lo cierto es que las nuevas apps colaborativas estaban creando mercado, ampliando la tarta por el lado de la demanda. Muchos que en su vida habían pedido un taxi empleaban ahora Uber por su comodidad y su precio más ajustado.

Los taxistas se quejaban también de que “los intrusos” no pagaban impuestos. El Gobierno se afanó en reformar la Ley de Ordenación de Transportes Terrestres (LOTT) al tiempo que ponía mala cara y un rosario de multas a los conductores que aceptaban viajeros por su cuenta, app mediante. Pero como sucede siempre, mientras el Gobierno iba por un lado el mercado fue por otro. En España el uso y Uber y Cabify siguió aumentando, aunque esta vez para servir como intermediario entre clientes finales y empresas de vehículos sin conductor, los famosos VTC.

Los VTC sí que pagan impuestos, más incluso que los taxistas ya que no se benefician del sistema de módulos. Solo pueden prestar servicios de transporte con contratación previa y, además, están sometidos a un sistema de licencias. Es decir, operan dentro de un marco legal bien definido que Rajoy se encargó personalmente de endurecer en 2015 antes de las elecciones restringiendo la oferta de licencias VTC, lo que ha ocasionado que éstas se encarezcan notablemente.

¿De qué se quejan ahora los taxistas? De que hay demasiadas licencias VTC. ¿Es eso cierto? No, no lo es en absoluto. En España hay 5.654 licencias VTC operando frente a las 70.223 de taxi, esto es, un automóvil VTC por cada 12 taxis. La ley dice que debe haber un VTC por cada 30 taxis. Pero el reglamento anterior a la reforma de 2015 daba a las Comunidades Autónomas libertad para conceder tantas licencias VTC como deseasen. Es decir, que la mayor parte de licencias se concedieron entre 2009 y 2015. Desde entonces apenas se otorgan nuevas.

Los taxistas quieren que se retiren licencias VTC de la circulación hasta que se alcance el ratio 1 taxi/30 VTC a pesar de que es una limitación arbitraria que no responde a más demanda que la de los taxistas. La propia ley faculta por lo demás a las CCAA a ajustar ese ratio a su gusto. Es decir, que si mañana la Comunidad de Madrid decidiese dar 10.000 licencias VTC más podría hacerlo sin vulnerar la ley aunque, eso sí, se buscaría un problema mayúsculo con los taxistas. 
"Los VTC sí que pagan impuestos, más incluso que los taxistas; solo pueden prestar servicios de transporte con contratación previa y están sometidos a un sistema de licencias"
El reglamento 'rajoyano' de 2015, un producto electoralista concebido para no malquistarse con el gremio del taxi, era un disparate, ya que limitaba deliberadamente la competencia y fomentaba el monopolio en el sector del transporte urbano de viajeros. Quizá por eso mismo, porque clama al cielo, la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia lo recurrió ante los tribunales.

Los taxistas, entretanto, siguen sin entender que apps como Uber y Cabify no son modas pasajeras para uso y disfrute de millenials adictos al móvil. Han venido para quedarse y hoy los emplean a diario millones de personas en todo el mundo para sus desplazamientos urbanos. En lugar de aprovechar esta diversificación de servicios y precios, este soplo de aire fresco en su negocio para reciclarse y salir ganando, piden al Gobierno más intervención, más multas y que la Ley cierre ese mercado solo para ellos. Imaginémonos que algo así sucediese en el gremio de las panaderías o las lecherías. Creo que estamos todos de acuerdo en que el pan y la leche son más importantes que el transporte urbano de viajeros. No aceptaríamos un cártel de panaderos o de lecheros, ¿verdad? Pues no hay razón alguna para tener que aceptarlo de taxistas.

Aquí entraríamos en un terreno más espinoso. Porque si se liberaliza por completo el sector ellos perderían lo más valioso que tienen, que no es precisamente el automóvil, es la dichosa licencia por la que en ciudades como Madrid llegaron a pagarse 140.000 euros. Visto así el caso es todavía más sangrante porque están pidiendo limitar la competencia y monopolizar de facto un mercado entero para salvaguardar su patrimonio.

No entiendo bien cómo los políticos de todos los partidos se han puesto de su parte. Lo que nos viene a demostrar, como decía más arriba, que los partidos van por un lado y la gente de a pie por otro. La calle habla un idioma muy distinto al de la política. Pero ellos son los que hacen las leyes, por lo que no auguro nada bueno. Los grupos organizados, siempre y en toda circunstancia, se imponen a los grupos desorganizados. 


                                                                  FERNANDO DÍAZ VILLANUEVA  Vía VOZ PÓPULI

¡ES EL PODER, ESTÚPIDO!

La pobreza no es un problema, pero sí lo son la falta de información veraz y la capacidad crítica —el temple ético necesario para dejarnos guiar por argumentos y no por emociones—


Manifestación convocada por la Societat Civil Catalana. (EFE)


Nos vamos de vacaciones dejando planteada una cantidad escalofriante de problemas. En España, la situación en Cataluña, la posible reforma de la Constitución, el oscuro futuro de las pensiones, el poco halagüeño porvenir de nuestros jóvenes, etc. En todo el mundo, el problema de la migración, las desigualdades económicas, el auge de los populismos de derechas y de izquierda, el integrismo musulmán, el futuro del trabajo, el cambio climático, la desconfianza en la política, etc.

Thomas Homer-Dixon, de la Universidad de Toronto, nos planteó hace años una pregunta que seguimos sin resolver. ¿Seremos capaces de generar el talento necesario para enfrentarnos con tantos problemas? Hasta ahora, lo hemos conseguido, pero dejando millones de víctimas en el camino. Basta pensar en la última crisis económica. Kenneth Clark tituló uno de los capítulos de su famosísima serie 'Civilización', producida por la BBC, 'Nos hemos salvado por los pelos'. Ese es el resumen de nuestra agitada historia.

Una red de personas fanáticas no hará nunca progresar la libertad. Ni una red de aprovechados producirá un mercado justo

En los últimos decenios, había cundido la tecnoptimista idea de que las redes sociales producirían el talento necesario. Ahora estamos lejos de aquel entusiasmo por las 'multitudes inteligentes', porque las redes generalistas (no las organizadas para un proyecto concreto) se han mostrado más eficaces para la movilización que para la producción de ideas. No me cabe duda de que el político que ha entendido mejor la 'política reticular' es Donald Trump, cuya popularidad, como era de esperar de un talento para el 'marketing', va subiendo, ¡y que, además, ha conseguido que los listillos piensen que era tonto y que no había que tomarle en serio!

¡Cómo se estará riendo! Ante la aparición de una profesión de éxito que confiesa que su tarea es manipular las redes, he hablado en esta misma sección de la necesidad de aceptar que la calidad de una red depende de la calidad de sus 'nodos' (es decir de las personas). Una red de personas fanáticas no hará nunca progresar la libertad. Ni una red de ignorantes hará progresar el conocimiento. Ni una red de aprovechados producirá un mercado justo.

Demoler los obstáculos


Estos días termino la investigación sobre la 'evolución de las culturas' que comencé hace años. Del laborioso viaje a través de ellas y de su historia emerge una receta casi mágica por su simplicidad y eficacia. Las sociedades han avanzado convergentemente hacia formas de vida aceptables cuando se han liberado de cinco obstáculos: la pobreza extrema, la ignorancia, el dogmatismo, el miedo al poderoso y el odio al vecino o al diferente. Cuando se logran vencer esos obstáculos, se evoluciona hacia culturas democráticas, justas, pacíficas y creativas. Las herramientas para demoler esos obstáculos resultan pues imprescindibles para resolver los problemas. Son: asegurar el acceso a los bienes básicos, la educación, el pensamiento crítico, las seguridades jurídicas y la compasión.

¿A quién le interesan los argumentos, que suelen ser largos? Olvidamos hechos elementales, pero que no caben en 140 caracteres

Sin eliminar los obstáculos, no podremos resolver los problemas. Pensemos, por ejemplo, en el conflicto catalán. En este caso, la pobreza no es un problema, pero sí lo son —por ambas partes— la falta de información veraz y completa, la capacidad crítica —que es el temple ético necesario para dejarnos guiar por argumentos y no por emociones—, el miedo a la presión social y la agresividad que los nacionalismos inevitablemente fomentan. Sin salvar esos obstáculos, es imposible encontrar una solución inteligente. La fuerza se impondrá, de un lado o de otro.

Posiblemente, todo esto les sonará a anticuado, porque estamos en la época de las políticas de la posverdad y del tuit, que ponen descarnadamente de manifiesto que bajo sedicentes justificaciones que intentan legitimarlo, lo que hay es, como siempre, una feroz lucha por el poder. ¿A quién le interesan los argumentos, que suelen ser largos? Olvidamos hechos elementales, pero que no caben en 140 caracteres. No hay tirano que no haya dicho que gobernaba para salvar al pueblo o a la religión o a la cultura o a la nación o a la raza. Ni siquiera se puede llegar a Papa si en algún momento no se ha deseado el poder.

El ideal del empresario es convencer a todo el mundo de que su producto es imprescindible. La evolución de los nacionalismos es un buen ejemplo

El humilde Francisco de Asís no quiso ser ni siquiera superior de la orden que había fundado, y no lo fue. Schumpeter, un economista muy inteligente, recomendaba pensar la democracia como un gran mercado político, donde distintas empresas intentan atraer al cliente, que es el votante. Una gigantesca máquina publicitaria —o un sistema educativo— se pone en funcionamiento y, entre otras cosas, crea necesidades. El ideal de un empresario —también del político— es convencer a todo el mundo de que su producto es imprescindible. La evolución de los nacionalismos —sean periféricos o centralistas— es un buen ejemplo. Un grupito de 'empresarios políticos' utiliza todo lo que tiene a mano para convencer al cliente de que necesita su producto.

De nuevo vuelvo a la enseñanza derivada del estudio de la evolución de las culturas. Si no nos liberamos de los obstáculos que antes mencioné, volverán a dárnosla con queso, y, además, lo que resulta más preocupante, por procedimientos democráticos. Les deseo unas buenas vacaciones.



                                                                       JOSÉ ANTONIO MARINA  Vía EL CONFIDENCIAL

CASADO CASA QUIERE

/ULISES CULEBRO


En homenaje y agradecimiento eternos a Teseo, los atenienses decidieron conservar el barco con el que este héroe de leyenda retornó feliz tras liquidar, con la inestimable ayuda de Ariadna, al célebre Minotauro de Creta. Por mor de su histórica epopeya, sus compatriotas quedaron liberados del yugo tiránico de aquel cruel monstruo antropomórfico con cabeza de toro. Cada nueve años había que ofrendarle, como tributo a la entonces potencia dominadora del mar Egeo, siete parejas de muchachos y muchachas que quedaban a su merced en el laberinto construido por Dédalo.

Para preservar aquella mitológica nao de siete remos, los atenienses iban retirando las cuadernas que se pudrían y reemplazaban éstas por otras más resistentes. Esas labores de restauración dieron pie a una seria porfía entre quienes sostenían que la nave ya había dejado de ser la de Teseo al no preservar el maderamen original y aquellos otros que argüían que sí lo era al subsistir su primigenia forma. Al cabo del tiempo, aquella controversia hallaría puerto de amarre en la Filosofía bautizándose como la paradoja del barco de Teseo, el debate sobre la identidad continua.

Pero también puede recalar en la dársena política ilustrando procesos de sucesión como el de Mariano Rajoy por Pablo Casado al mando del PP. Si la marcha del primero ha propiciado discusiones sobre si su nao era la misma o no tenía nada que ver con la que le cedió Aznar, su sucesor Casado ha resuelto reemplazar el casco del navío fiado a un grupo de calafates de su confianza que ponga rumbo a La Moncloa con la esperanza de que los españoles le premien como los atenienses a Teseo. Si consuma la proeza, será entonces la ocasión de deliberar sobre la paradoja del barco de Casado, porque, de enredarse ahora en esa cuestión filosofal, arriesgaría su naufragio en la misma bocana de salida.

Yendo por la vida bajo la máxima quijotesca de que, "en las cortesías antes se ha de pecar por carta de más que de menos", Casado se ha rodeado de una guardia pretoriana reclutada entre sus adictos con concesiones en puestos nucleares a la ex secretaria general, María Dolores de Cospedal, pero evitando -eso sí- que ésta le determinara su número dos, como se barajó. A este fin ha designado a una persona de su corte y hechuras, como es el murciano Teodoro García Egea.

Erigiéndose en ama de llaves de la candidatura de Casado, Cospedal atesora parcelas clave de poder, como la portavocía del Congreso, con la ex ministra Dolors Montserrat, o áreas donde se guisan las listas electorales, con Vicente Tirado (vicesecretario de Política Autonómica y Local) y Juan Ignacio Zoido (presidente del comité electoral). Empero, para esquivar el trágico desenlace de la Rebeca de Hitchcock, Casado ha evitado que Cospedal asuma el papel de la señora Danvers y se apodere de la mansión de Manderley, dictando el designio al mismísimo Lord de Winter y condenando al ostracismo a los que no son de los suyos.

Sirviendo la venganza en plato frío, Cospedal no rehuye ajustar cuentas con su enemiga íntima, Soraya Sáenz de Santamaría, y singularmente con Javier Arenas, con quien empezó su carrera política y al que culpa tanto de sus cuitas como secretaria general como de haberse entrometido en su camino de las primarias. "En política -pondera el escritor mexicano Héctor Aguilar Camín en La guerra de Galio-, casi todos los amigos son falsos, pero todos los enemigos son verdaderos".

Si Santamaría no podía aspirar -ni tenía sentido alguno- a traducir ese 43% de apoyo que obtuvo en el mismo porcentaje en los órganos de dirección, tampoco lo tiene borrar del mapa, si se auspiciaba de veras una integración tan pregonada como negada en la práctica, a los pilares de la candidatura de la elegida por los afiliados y luego preterida por los compromisarios en favor de Casado. Mucho menos después de que Santamaría ofreciera a su contrincante la secretaría general en los prolegómenos de la votación final que dilucidó la Presidencia del PP.

Con un acuerdo de última hora para reacomodar a algunos sorayistas renombrados en los grupos parlamentarios y evitar situaciones humillantes, como desterrarles al gallinero o detrás de una columna -como primer paso a buscar un hueco a la propia Soraya y a su guardia de corps: Báñez, Ayllón y Serna-, Casado ha soslayado la tentación del Vae victis! (¡Ay de los vencidos!). Jaleado por los suyos, podía haber replicado esa vieja alocución del caudillo galo Brenno cuando puso cerco a Roma y, al acusarle los asediados de haber usado pesas falsas para comprobar si habían cumplido con la cantidad requerida para poner fin al confinamiento, "el arrogante galo" -en expresión de Tito Livio- puso su espada sobre la balanza del tributo de oro y profirió aquellas palabras tan insoportables a oídos de los romanos.

Por oído ajeno, Casado atiende el consejo que el secretario de Defensa de Estados Unidos, Robert McNamara, le dio al presidente Johnson nada más llegar a la Casa Blanca tras el asesinato de Kennedy. Cuando le inquirió su opinión sobre si debía sustituir al director del FBI, John Edgar Hoover, ésta fue su recomendación: "Presidente, es mejor tener al indio dentro de la tienda meando hacia fuera, que fuera meando hacia dentro".

Éste es un riesgo que Casado podía haber asumido convencido de que el bando de Santamaría se diluirá en días y que más pronto que tarde se pasaría con armas y bagaje. Mucho más cuando hay que perfilar listas electorales en cascada para los comicios andaluces, municipales, autonómicos, europeos y, en cualquier momento, generales, dado el alto grado de precariedad en que desenvuelve su acción de gobierno Pedro Sánchez, como constató amargamente el viernes al ser aplastado por el techo de gasto presupuestario.

Es lo que el cachazudo Jesús Posada, ex presidente de las Cortes, llama «no apearse del tío vivo»: un día puedes estar montado en la moto, otro en el coche de bomberos y mañana en la ambulancia de esa atracción ferial, pero lo importante es no caerse del carrusel. Obrase aquello que padeció en primera persona quien fuera presidente de Andalucía, José Rodríguez de la Borbolla, en víspera de ser destronado por un otrora todopoderoso Alfonso Guerra, quien lo tiró del caballo como si se tratara de un espectáculo de rodeo. En aquella encrucijada, en la que Borbolla vivía sin vivir en él, se conjuró con 20 de los suyos para diseñar una estrategia de defensa y el conciliábulo devino en puro lamento sin que nadie atisbara una salida más allá del numantinismo.

Viendo lo que se les venía encima, uno de los alcaldes presentes cortó en seco aquella salmodia y le habló bien a las claras al agonizante presidente. "Mira, Pepote, todos te queremos mucho. Tú lo sabes. Te han hecho una faena que no se merece quien lo ha dado todo por el partido, pero entenderás que queremos seguir siendo alcaldes cuando dejes de ser presidente...". Resignado, a Borbolla no le quedó otra que lamerse las heridas en solitario. Había quedado claro que aquéllos a los que él mismo había designado no le iban a guardar luto ni los contados días que aún faltaban para que su cese se publicara en el BOE. No querían jugar con las cosas de comer. Ahí se encerraba la filosofía existencial de aquella camarilla que vivía del presupuesto.

Casado quiere casa propia sin pagarle cuota de alquiler a nadie y gobernarla a su manera, si bien cometió un error al manifestar que no admitiría corrientes internas, cuando nadie había aludido a ello. Poniendo el parche antes de que salga el grano de la disensión intestina y tratando de trazar un cordón sanitario en derredor de los vencidos en el último cónclave, no ha tenido la cautela que subraya George Lakoff en su manoseado manual electoral No pienses en un elefante. El taumaturgo rememora la histórica pifia que tan cara le costó a Nixon cuando, buscando reivindicarse ante la Historia, aseveró que él no era un chorizo refrendando las sospechas en sentido contrario de buena parte de la opinión pública. Distraídamente, Casado alzó un banderín de enganche opositor ante cualquier traspié venidero, cuando su prioridad es cerrar las heridas abiertas y organizar la oposición al PSOE.

Una vez asumido su inesperado Papado, haciendo bueno aquello de que quien entra como Papa sale como cardenal tras la fumata blanca, lo peor que le podría ocurrir a Casado es hacer las cosas a medias para a todos contentar sin satisfacer a nadie. Sobre el peligro de los (falsos) buenos comienzos ya coligió Gracián en su Oráculo manual y arte de la prudencia: "En casa de la Fortuna, si se entra por la puerta del placer, se sale por la del pesar, y al contrario". En este sentido, si el amor vive en las palabras y muere en las acciones, los buenos propósitos de Casado deben traducirse en acciones que eviten que el PP se sume en una crisis de dimensiones gramscianas en la que lo viejo no acabe de morir y lo nuevo no termine de nacer.

En esa incertidumbre sin granar se debate un partido de poder que, inmerso en un apreciable retroceso electoral, se ha venido descomponiendo a ojos vista a causa de unos dirigentes que se repartían entre quienes se tentaban la ropa y los que se tentaban las navajas del ajuste de cuentas. Para evitar males mayores, en la sedes, parecía colgar un cartel análogo al que figuraba en algunos bares durante la crisis: "Queda terminantemente prohibido preguntar ¿cómo está la cosa?".

Si las cometas alcanzan mayor altura cuando vuelan contra el viento, quien no se ha encontrado precisamente con una Presidencia regalada -polémica sobre sus másteres universitarios incluida y no sofocada del todo hasta que la juez no le dé el carpetazo que se resiste a dar- ha de enfrentarse a cualquier adversidad del destino con esa ambición de la que ha hecho gala. En este sentido, no le faltaba razón a Raymond Aron cuando fundamentaba que la acción política "es pura nada cuando no es un esfuerzo inagotable para obrar con claridad y no verse traicionado por las consecuencias de las iniciativas adoptadas". Fue lo que guió a Teseo a exterminar al Minotauro de Creta.


                                                                                FRANCISCO ROSELL   Vía EL MUNDO

MAGNIFICAT

Vivir bajo la amenaza de los poderosos es inevitable. Odiarlos, salutífero


Gabriel Albiac


Suena en mi biblioteca, cuando escribo, Cristóbal de Morales. Antes lo hicieron Diego Ortiz, Francisco Guerrero, Tomás Luis de Victoria. Idéntico, el pasaje de San Lucas que ilustran los cuatro más grandes compositores españoles de ese que fue el siglo español en música, el XVI: …deposuit potentes de sede et exaltavit humiles… En la unción grave de sus reiterados Magnificat, tal vez no sospechan ellos hasta qué punto lo que estaban alzando será el pilar de la esperanza de los modernos: la convicción –que es sin duda ilusoria, pero tan consoladora– de que un ineluctable milagro «derribará un día a los poderosos de su trono y exaltará a los humildes». Porque, a partir de una oración mariana, los Magnificat de Morales, de Ortiz, de Guerrero, de Victoria acaban por alzar el supremo monumento lírico a una esperanza que no acepta –que no puede aceptar– estar sólo tejida de ilusiones: la esperanza de que un día llegue el vuelco de esta humillación presente a la cual los hombres llaman vida.

La esperanza es una mala consejera. Aquellos que –es mi caso– hayan dejado vagar su vida por las umbrías bibliotecas del siglo XVII saben que la esperanza no es otra cosa que el nombre soportable –y, por ello, más tristemente eficaz– del miedo. Que miedo y esperanza son las máscaras por medio de las cuales se logra forzar a un hombre a poner en manos de otro su presente: en beneficio de la supresión de un mal que le amenazaría en el futuro, en beneficio de la obtención de un bien que en el futuro le estaría aguardando. Idéntica es la renuncia, igual la servidumbre que la renuncia garantiza. No hay futuro ni pasado en la vida de un hombre. Presente sólo. Y perder el presente es, así, perderlo todo.

Mas no es fácil arrancarse a la lírica seducción de ese deposuit potentes, de ese derrocar a los poderosos, que profetiza la gran teología. Tan no es fácil, que nada transitó con mayor pureza, de los discursos de salvación trascendente a los de inmanente emancipación política, que esa promesa de un paraíso en el cual los hombres vivirán como hermanos. Sin atender demasiado a lo que todos saben: cuan mortíferos pueden llegar a ser los odios fraternos. No ha habido una utopía en los cuatro últimos siglos que no compareciera ante sus creyentes bajo virtuosas variaciones en torno al tema central del Magnificat. Sus efectos fueron, hasta hoy, monocordes: el alumbramiento de lo peor. No siempre confesado. Invariablemente cumplido.


Antes me verán someterme a las peores torturas que ceder un átomo a la tentación de jugar a hacer como que en las promesas de la política hay alguna verdad que no sea la de consolidar la servidumbre. No la hay. Aunque –y eso es, claro está, lo más duro– no haya tampoco manera mortal de ponerse a salvo de tal fantasía. En las sociedades humanas, política y mando no son opcionales. Como no lo son enfermedad y muerte. De ahí a fingirles un rostro admirable, media, eso sí, un abismo. Vivir bajo la amenaza de los poderosos es inevitable. Odiarlos, salutífero. Soñar con que ellos mismos nos salvarán de su despotismo, es sólo ingenuidad, estupidez en el límite.

Pero es bello escuchar a Cristóbal de Morales, a Ortiz, a Victoria, a Guerrero, invocar un espacio sagrado para los hombres libres: deposuit... No existe en este mundo. Pero, en su música, se le finge la más grandiosa escena. Y, en el paréntesis de una habitación cerrada, que sólo pueblan ya música y libros, esa ficción reviste antifaz de consuelo. Mentiroso. Como todo. Y necesario.


                                                                                            GABRIEL ALBIAC    Vía ABC

domingo, 22 de julio de 2018

CASADO Y LA SEGUNDA MUERTE DE RAJOY BREY

Pablo Casado sucede a Mariano Rajoy en la presidencia del PP Javier Martínez


Tras el espectáculo de escapismo protagonizado por Mariano Rajoy en la tarde noche del 31 de mayo pasado, episodio sobre el que no ha dado la menor explicación pública a los votantes del PP, en el auditorio del Marriott había expectación por escuchar el discurso de despedida del malandrín. Como era de esperar, “el mejor presidente que hemos tenido” en aguda reflexión de la filósofa Pastor, doña Ana, aprovechó la ocasión para reivindicar su figura y embellecer su gestión. Un ejemplo perfecto de fraude, de gato por liebre con luz y taquígrafos. El falso dibujo de una gestión de primera y una herencia ejemplar. El retrato de un país magnífico ayuno de problemas. La realidad, sin embargo, es tan dramáticamente distinta que hasta el más lego en la materia se ha visto obligado a formular algunas preguntas: ¿Qué pretendió decir el pasmarote con tanta elocuencia impostada? ¿Qué quiso hacer ver al Congreso? ¿Qué mensaje intentó deslizar a los compromisarios? Muy sencillo: que el PP está en el mejor de los mundos y por tanto no es necesario ningún cambio, rectificación del timón alguna; simplemente basta con seguir la senda que lo ha conducido al borde del abismo, basta con proseguir en mi línea y la de mis directos colaboradores. Y nadie mejor para la tarea de estampar la nave contra las rocas que mi dilecta vicepresidenta. Ese fue el mensaje escasamente subliminal que el aludido pretendió pasar de contrabando en el hotel madrileño.


"Al margen del episodio -el tiempo dirá si histórico o simplemente anecdótico- de ayer, el marianismo sigue muy vivo en el PP, como el viernes evidenciaron esas fervorosas ovaciones dedicadas a un tipo que fue capaz de dejar al partido y a sus millones de votantes perdidos en mitad de la nada"
La victoria de Casado ofrece al Partido Popular la oportunidad de recuperar el terreno perdido desde 2012 a esta parte. Dependerá de la voluntad del palentino de encabezar un verdadero cambio y no sucumbir a las tentaciones continuistas. Al margen del episodio -el tiempo dirá si histórico o simplemente anecdótico- de ayer, el marianismo sigue muy vivo en el PP, como el viernes evidenciaron esas fervorosas ovaciones dedicadas a un tipo que fue capaz de dejar al partido y a sus millones de votantes perdidos en mitad de la nada cuando el 31 de mayo, como un delincuente obligado a esconderse, decidió buscar refugio en un garito de la calle Alcalá mientras en el Congreso se decidía el futuro inmediato de España. Es verdad también que quienes peinamos canas sabemos el valor que las adhesiones incondicionales suelen tener en política, pero todo va a depender del carácter, de la talla, de la urdimbre que soporta la arquitectura moral y humana del nuevo líder del PP. Casado es para la gran mayoría de los españoles una incógnita que solo el vigor ideológico, la firmeza en los principios y la voluntad reformista podrá despejar andando el tiempo.

¿Estamos ante el líder del centro derecha para los próximos 10 o 15 años, o se trata de un mero apunte a pie de página encargado de preparar el aterrizaje del Mesías que está por llegar? Conviene no olvidar que por el Marriott deambulaba un Núñez Feijóo que no ha dicho esta boca es mía en espera de su oportunidad. Cierto que la amplitud del resultado le otorga un margen de maniobra muy valioso, margen que el elegido no debería malgastar y mucho menos prostituir en componendas suicidas. Hace falta valor. Una integración impostada significaría un cierre en falso del Congreso. Lo de ayer fue una derrota en toda regla del marianismo, de modo que el ganador está obligado a actuar en consecuencia abordando una verdadera regeneración del partido, proceso que debería iniciarse jubilando de inmediato a los Arriolas y Arenas de turno, como representación más genuina del cáncer que ha llevado al PP a su postración actual. Y siguiendo por la ex vicepresidenta “Soraya la del PP”. Con toda la prudencia que hace al caso, no tiene ningún sentido integrar a futuro algo que no pasa de ser la más genuina representación de un pasado de fracaso. Se trata, o eso han creído quienes ayer te votaron, Pablo, de alumbrar un partido dispuesto a servir a los españoles, no a atender los egos de esta o aquella personalidad. Muéstrale, pues, la puerta y despídela con banda de música camino del Santander.

El hundimiento del marianismo


De cómo maneje el hundimiento del marianismo, abordando en paralelo una limpieza integral del partido, dependerá la supervivencia de Casado y su consolidación como líder indiscutido. Lo peor que podría ocurrirle, por eso, es que sucumbiera a la tentación de entrar en componendas con los derrotados, y no tanto por su condición de tales como en calidad de responsables de la deriva de una opción política que ha perdido casi 4 millones de votos desde la mayoría absoluta de diciembre de 2011. Hablar de limpieza integral significa hincarle el diente a la corrupción galopante, asunto sobre el que en este Congreso no se ha dicho una palabra. Y menos que ninguno el gran responsable de la misma, Mariano Rajoy. “No han sido los españoles quienes nos (“me”, debió decir) han retirado del Gobierno”, aseguró el viernes, en un intento de exculpación ante la historia del hombre obligado a salir de Moncloa por la puerta de servicio. En realidad, los resultados de ayer suponen la segunda moción de censura que el ex presidente pierde en menos de dos meses, con el agravante de que esta derrota se la ha infringido su propio partido. Asistimos a la segunda muerte de Rajoy Brey, tanto más dolorosa cuanto que no puede ser achacada a la “confabulación” de comunistas e independentistas al servicio de aventureros ansiosos por tocar poder.
La victoria de Soraya hubiera convertido al PP en un partido residual, víctima del entreguismo al relato socialdemócrata imperante, la tecnocracia vacía de ideas y la pasividad frente a los desmanes separatistas"
En enero de 2012 escribí aquí que “No todo está perdido, ni mucho menos. El partido acaba de empezar. Todo dependerá de lo que este Gobierno sea capaz de hacer con las grandes reformas que tiene pendientes. Con más de 5 millones de parados, o pone al enfermo sobre la mesa de operaciones y le abre en canal o morirá asfixiado. Jamás Gobierno alguno ha dispuesto de un cheque en blanco como el que la mayoría absoluta ha otorgado a Rajoy, y ni España ni la Historia le perdonarían nunca no haber hecho lo que estaba obligado a hacer”. Es evidente que no lo hizo. Su decisión de centrar sus esfuerzos en la economía, con renuncia expresa a meterle mano a la aguda crisis política en la que había desembocado ya la Transición es un pecado del que los demócratas españoles jamás podrán absolverle. Hoy, tras su escandalosa tocata y fuga de la tarde del 31 de mayo, esa crisis ha adquirido perfiles mucho más peligrosos, porque aquel mes de enero no conocíamos la dimensión del envite que el independentismo catalán ha planteado a España, que es tanto como decir al sistema democrático, y estábamos lejos de imaginar que a Moncloa llegaría un presidente avalado apenas por 84 diputados y sostenido por populistas e independentistas, enemigos declarados de la nación.

El triunfo de Casado supone, de entrada, una mala noticia para los enemigos de la unidad y la libertad de los españoles, una pésima noticia para la amalgama de populistas e independentistas que encumbró a Pedro Sánchez y ahí lo mantiene cobrándose diariamente su apoyo a precio de oro. La victoria de Soraya hubiera convertido al PP en un partido residual, víctima del entreguismo al relato socialdemócrata imperante, la tecnocracia vacía de ideas y la pasividad frente a los desmanes separatistas, sin olvidar la siempre presente corrupción. Está por ver, con todo, que Pablo Casado vaya a saber manejar una situación tan complicada y en un momento tan delicado como el que vive el partido y la propia España. Muchos creen que el PP simplemente no tiene solución posible. Mariano Rajoy, ni contigo ni sin ti tienen mis males remedio, lo ha dejado para los leones, de modo que Casado (“Hoy no acaba nada. Hoy es apenas el final del principio”, decía ayer en su cuenta de twitter) necesitaría ser un gigante de la política, un auténtico hombre de Estado, para resucitar a semejante muerto. Tras su victoria de ayer, nadie puede, sin embargo, negarle el derecho a intentarlo. ¡Suerte, vista y al toro, maestro!



                                                                                   JESÚS CACHO  Vía VOZ PÓPULI

EL PUNTO DE APOYO ESENCIAL


El primer chaparrón del Gobierno Sánchez en educación, laicidad y bioética ha provocado irritación y desasosiego en muchos sectores. Es saludable que los católicos nos sintamos interpelados y alcemos la voz como protagonistas de la ciudad cuando vemos que bienes trascendentales no son adecuadamente tutelados. La libertad educativa, la protección de la vida o el reconocimiento de la plena ciudadanía de las comunidades religiosas son cuestiones cuyo valor merece ser argumentado y defendido.

Pero las medidas del Ejecutivo no proceden de Marte; reflejan una cultura que ha ido cuajando a lo largo de los últimos 50 años en España. No ha sido un proceso natural, sino férreamente dirigido desde diversos centros de poder político y mediático, pero sería absurdo negar hasta qué punto ha calado. Las certezas compartidas en el periodo de la Transición respondían a una tradición cristiana que regaba todos los ámbitos sociales, pero buena parte de esas certezas se han visto disueltas o privadas del sustento vital de dicha tradición. Esto nos puede entristecer, pero sería inútil enfadarnos con la sociedad en la que estamos llamados a ofrecer la novedad de la fe.

Desde luego hay que denunciar una política que fractura y polariza a la sociedad, y que no aprecia ni defiende adecuadamente la libertad. Lo mismo que Pablo apeló al César (a la ley que podía proteger sus derechos como ciudadano) nosotros debemos apelar a la Constitución. En algunos casos convendrá bajar a la plaza, aunque ya llenamos las calles en su día y tendremos que hacer un balance crítico de todo ello. También es necesario generar un discurso cultural a la altura del desafío, sin nostalgias ni luces cortas. Pero todo eso necesita arraigarse en una vida cristiana sólida y alegre, que se ponga en juego en los ámbitos en los que vive la gente cada día.

La fe genera un protagonista nuevo en la historia. Eso no se verificará por nuestra capacidad de vencer políticamente, sino porque sostengamos la esperanza de la gente. Sin esa conciencia saldremos del envite actual con moral de derrota y resentidos. Hace poco decía el Papa que sin un punto de apoyo esencial no podremos evitar asustarnos ante los nuevos desafíos. Y ese punto esencial solo puede ser la fe en Cristo vivida en la Iglesia. Eso es lo que nos da la libertad frente a cualquier circunstancia o poder. Lo que nos da inteligencia y audacia para entrar en cualquier torbellino histórico.


                                                                                         JOSÉ LUIS RESTÁN
                                                                                         Publicado en Alfa y Omega.

La 'guerra sucia' de Puigdemont aparta a Pascal y desmonta el PDeCAT

Se creará una comisión de seis personas para integrar el partido con la Crida Nacional per la República


Carles Puigdemont y Marta Pascal en un acto en 2017. (EFE)


El 'expresident' Carles Puigdemont le ganó la partida a Marta Pascal y no solo controlará el PDeCAT, sino que maniobrará para integrarlo en su nueva estructura, de la que quiere hacer un partido político a su medida: la Crida Nacional per la República. La 'guerra sucia' desplegada por los afines a Puigdemont surtió efecto y Pascal no pudo resistir los embates de un sector ultraindependentista cuya única obsesión era controlar el PDeCAT y evitar que el partido heredero de Convergència retomase vías posibilistas de hacer política. El sectarismo ha ganado en la batalla de las familias postconvergentes.

Así, Pascal renunciará a ser secretaria general, tal y como le pedían los afines de Puigdemont. En una breve comparecencia a última hora de la tarde de este sábado, Pascal fue directa: "No puede ser que la líder del partido no tenga la confianza del 'president' Puigdemont. Y yo no la tengo, como se ha visto. Por tanto, renuncio a presentarme como máxima responsable del partido", dijo.

Tras esa amarga despedida hay un sinfín de zancadillas y una auténtica 'guerra sucia' practicada desde los círculos más próximos a Puigdemont. Estos sectores incluso habían previsto la presentación de una moción para eliminar la figura de secretaria general, con lo que barrían de un plumazo a Pascal. En la mañana del sábado, retiraron la moción para intentar transaccionarla. Pero su propuesta siguió encima de la mesa: habrá un presidente del partido, que será el actual coordinador organizativo, David Bonvehí, y una vicepresidenta, que será la diputada Miriam Nogueras. Y no habrá modelo PNV en Cataluña. Porque a Puigdemont no le interesa, claro, al menos por ahora.

A Marta Pascal le ofrecieron una secretaría sectorial y su integración dentro de la ejecutiva del PDeCAT, pero la hasta ahora líder de la formación lo rechazó. En su despedida, la hasta ahora líder del PDeCAT dijo que pedía a Bonvehí que siguiese al frente de la formación y anunció que seguirá "fiel al partido que me lo dio todo en mi trayectoria política". Pero lo cierto es que ya se lo habían dado todo mascado. En realidad, Pascal resistió hasta límites insospechados, puesto que contra ella conspiraban las estructuras del Govern, los altos cargos que habían tenido el mando en Convergència y que ahora están ávidos de volver a 'tocar' poder y una parte de las estructuras del propio PDeCAT fieles a Puigdemont. Demasiados enemigos y demasiado poderosos.


Pascal, en la segunda jornada de la Asamblea Nacional del PDeCAT. (EFE)
Pascal, en la segunda jornada de la Asamblea Nacional del PDeCAT. (EFE)

Hacia la integración en la Crida


Durante la jornada de este sábado, además, los partidarios de Puigdemont forzaron la aprobación de una moción que prevé hacer efectiva la República "de manera inmediata", allanando el camino a las tesis de Puigdemont, cuyo eje estratégico es la confrontación con el Estado español.
Pero, además, la ponencia política aprobó hacer un llamamiento a todos los afiliados al PDeCAT para que se inscriban en la Crida Nacional de Puigdemont. Eso sí, ese llamamiento se realiza "a título individual y voluntariamente".

Porque la segunda parte de la maniobra de Puigdemont se iniciará tras el congreso de este fin de semana: una comisión formada por seis personas negociará cómo integrar el PDeCAT en la Crida Nacional. Los hombres del 'expresident' son conscientes de que una plataforma política no puede durar mucho tiempo funcionando si no tiene un partido político con su estructura detrás. Y lo que tratan de hacer es sustituir al PDeCAT por la Crida: se servirán de lo que queda de Convergència para construir otro partido que pretende ser 'transversal'.

La transversalidad es ficticia: la Crida de Puigdemont no es más que otro nombre de Junts per Catalunya (JxCAT)

Pero esa transversalidad es ficticia: la Crida de Puigdemont no es más que otro nombre de Junts per Catalunya (JxCAT), la firma con la que se presentó en las últimas elecciones. Y la transversalidad no viene dada por el hecho de que las demás familias independentistas apoyen el proyecto, sino porque incluye a amigos y personas de confianza del mismo Puigdemont, además de los militantes del PDeCAT.

La consecuencia de la victoria de Puigdemont es que ahora el 'expresident' tiene ascendencia no solo sobre el Gobierno, donde están sus amigos Quim Torra y Elsa Artadi, sino también sobre el partido, cuya cúpula estará dominada por sus fieles. Lo cual significa que el posicionamiento del Govern estará en sintonía con los postulados del fugado y, de rebote, con el partido que ahora controla este: radicalidad pura y dura y confrontación con el Estado. Los ultraindependentistas necesitan choque de trenes con el Estado español y hacia ahí se dirigen. Esa radicalidad se trasladará a la comisión de integración del PDeCAT en la Crida, donde quiere imponer a los exconsejeros que están encarcelados (Jordi Turull, Josep Rull y Joaquim Forn) y al exconsejero Lluís Puig, fugado en Bélgica.

"Lo que quiere con eso es liquidar el partido", critican fuentes oficialistas en declaraciones a este diario. Los partidarios de Puigdemont prometen que la comisión trabajará coordinadamente con la dirección del partido, pero los oficialistas del PDecAT no se fían ni un pelo, ya que consideran que, en cuanto pueda, el 'expresident' barrerá al partido y convertirá a la Crida en el nuevo y único instrumento de acción política.

Desde las filas oficialistas critican la obsesión de Puigdemont con Marta Pascal, a quien acusa de torpedear su defensa jurídica

"Pascal era partidaria de que la Crida eche a andar y de apoyarla desde el partido —argumentan a este diario fuentes postconvergentes—. Pero ha dejado claro al círculo de Puigdemont que el PDeCAT tiene vida propia, cosa que no choca con el hecho de concurrir a las elecciones junto a la Crida, realizar acciones conjuntas o mantener una estrategia paralela y unitaria. Pero el país necesita un partido fuerte".


Carles Puigdemont en una imagen de archivo. (Reuters)
Carles Puigdemont en una imagen de archivo. (Reuters)

Mucha 'guerra sucia'


El 'expresident' ha intentado utilizar todas las artimañas para desalojar a Pascal de la cúpula del PDeCAT: promovió el posicionamiento de los presos, alineándolos con sus tesis, prohibió al presidente de la Generalitat, Quim Torra, asistir al congreso de este fin de semana, e hizo que su mano derecha, Elsa Artadi (a la que obligó a romper el carnet del PDeCAT), amenazase a los altos cargos del partido con cesarles si no apoyaban sus tesis en el cónclave. Eso, sin contar la presentación de la Crida Nacional el lunes, solo unos días antes de que el congreso tuviese lugar. Y, para colmo, manifestó a una representación de alcaldes postconvergentes que le visitó en Alemania este miércoles que estaba dispuesto a irse del partido si Pascal sigue al frente. O sea, que no tendrá inconveniente en romper la formación para iniciar un periplo personal a partir de la Crida. Demasiada guerra sucia en solo unos días.

Desde las filas oficialistas critican la obsesión de Puigdemont con Marta Pascal, a quien acusa de torpedear su defensa jurídica al apoyar la moción de censura de Pedro Sánchez contra Mariano Rajoy. "Fue la gota que colmó el vaso. Puigdemont había dado orden de no apoyar esa moción. ¡Pues solo hacía falta que el PDeCAT apareciese como el que salva a Rajoy!", critican los contrarios al 'expresident'. Además, enfatizan que "Puigdemont no tiene argumentos contra Pascal. Todo es visceralidad". Lo que tiene en cuenta el mandatario es que su figura es uno de los principales activos que tiene el PDeCAT y juega con esa ventaja. Pero la línea vital, la esencia del partido, no está basado en un personalismo acérrimo: "El PDeCAT apuesta por la democracia interna. Y el absolutismo impide la democracia interna", argumentan. A buen entendedor…


                                                                        ANTONIO FERNÁNDEZ   Vía EL CONFIDENCIAL

EL DÍA EN QUE EL PP TIRÓ EL CADÁVER DE RAJOY AL RÍO

Las dos candidaturas representaban caminos políticos opuestos. Los compromisarios del PP eligieron ayer entre el pragmatismo continuista de una profesional del poder como Soraya y el idealismo innovador de un joven dirigente con convicciones como Pablo Casado. Y optaron, contra el pronóstico de muchos, por la regeneración y el futuro.

Tras escuchar sus discursos, se entiende muy bien por qué el comité organizador del Congreso, presidido por un democristiano zurupeto -valga, en sentido amplio, el pleonasmo- como Luis de Grandes, impidió el debate previo entre los cinco candidatos e incluso, para asombro y escándalo general, entre los dos finalistas. Todo habría quedado claro mucho antes.


Ilustración: Javier Muñoz

Tras las varillas del abanico patriotero de Soraya, sólo se percibía una obsesión: "gobernar", "gobernar" y "gobernar". Casado hablaba en cambio de las "personas", la "libertad", o "la defensa de la familia y de la vida", proponiendo iniciativas concretas para sumar a su proyecto "transversal" -la OPA sobre Ciudadanos iba implícita- a todo el que esté "a la derecha del PSOE".

Soraya transmitió seguridad y control, en una intervención muy medida, plagada de anzuelos destinados a generar empatía en los compromisarios, en la que nada quedaba al azar. Casado, espontaneidad, ilusión y un cierto miedo escénico, ante la envergadura del sacrilegio que pretendía perpetrar con su vibrante apelación a recuperar los votos perdidos.

Todo estaba preparado para el triunfo de la "niña de Rajoy", a modo de drama en dos actos. El primero tuvo lugar el viernes cuando el Congreso, convocado como respuesta a la emergencia de una demoledora derrota parlamentaria y una espantada política sin precedentes, se transformó en un paroxístico homenaje al fugitivo derrotado.

Nunca habíamos asistido a un espectáculo político tan obsceno, si entendemos como tal la transgresión de la decencia que emana de la legalidad y la soberanía popular. Nunca el espíritu sectario de la camarilla de un partido había desafiado tan frontalmente a las reglas del juego democrático y la percepción global de la opinión pública.
Nunca el espíritu sectario de la camarilla de un partido había desafiado tan frontalmente a las reglas del juego democrático y la percepción global de la opinión pública
El homenaje a Barrionuevo, en tiempos de los GAL, fue una discreta reunión semiclandestina comparada con este acto de desagravio; y el propio culto a la personalidad de Felipe, una broma frente a esta montaña de ditirambos. La competición por ver quién elogiaba más a Rajoy comenzó con el democristiano zurupeto, que se declaró en estado de "orfandad" y añadió que no quitaría nunca su retrato de encima de la mesa; continuó por la fiel e imperturbable Ana Pastor que, sin el menor sentido del pudor ni los límites, presentó a su mentor como dechado de todas las virtudes; fue culminada por Cospedal, en un informe de gestión, aprobado, naturalmente, por unanimidad; y aun tuvo su propina en un video, sencillamente inenarrable, que le adulaba como "salvador" de España, tras la "noche oscura" de la crisis.

Aunque, como digo, hubo menciones a la política económica, al final de ETA e incluso al "acierto" de la gestión de la crisis catalana, cualquiera diría que el principal motivo por el que se aclamaba a Rajoy era por haberse convertido en el primer jefe de Gobierno censurado y destituido por el Congreso, a raíz de su implicación personal, por acción u omisión, en una trama corrupta de financiación ilegal. Y que, por si hiciera falta algo más, también se tenía muy en cuenta su conducta de la tarde de marras, cuando cedió su escaño al bolso de Soraya y se encerró en un restaurante, sin conexión de móvil ni ordenador, para dejar patente su desdén por "estas cosas de las votaciones".
Cualquiera diría que el principal motivo por el que se aclamaba a Rajoy era por haberse convertido en el primer jefe de Gobierno censurado y destituido por el Congreso
Ese ejercicio de servilismo colectivo que convierte los errores del jefe en manifestaciones de su grandeza, aun más dignas de encomio que sus aciertos, no fue sino la reverberación del espíritu del 1 de agosto de 2013, cuando el Grupo Popular se puso en pie como un sólo hombre para ovacionar a Rajoy en el instante en que pronunció las palabras "me equivoqué", en relación a Luis Bárcenas.

Algo muy parecido sucedió este sábado durante el discurso de Soraya, en el momento en que, tras lamentar que no se hubiera producido la "integración" de Casado en su candidatura -o sea, la rendición previa-, añadió farisaicamente: "Probablemente sea yo la responsable". El que ese fuera el pasaje más aplaudido por sus seguidores, dice todo del sentido utilitario -o más bien cínico- que impregnaba su candidatura.

Es evidente que los muñidores de lo que no dejaba de ser un descomunal autoengaño, se pasaron de frenada. Nunca sabremos cuántos compromisarios sintieron vergüenza ajena, mientras se sumaban al aplauso ritual de cuatro minutos con que se alcanzó el éxtasis en la sesión del viernes. Todo indica que muchos sintieron que tal delirio en el embalsamamiento de un cadáver, sólo podía instalar al partido en la catacumba del reino de los muertos.
Nunca sabremos cuántos compromisarios sintieron vergüenza ajena, mientras se sumaban al aplauso ritual de cuatro minutos con que se alcanzó el éxtasis en la sesión del viernes
La honda mezquindad de Rajoy había quedado, además, patente durante el primer acto del drama, al omitir primero toda referencia a Aznar -cuando sin su dedazo nunca hubiera llegado a la Moncloa- y culminar su intervención con una frase lapidaria -"Seré leal y todos saben que yo sé lo que es ser leal"-, obviamente dirigida contra él. Soraya recogió el testigo en la segunda parte de la representación, sometiendo al mismo ninguneo a Cospedal, al excluirla de su relación de mujeres ilustres del PP, y subrayando que ella "también" sería "leal". O sea, como Rajoy; y no cómo Aznar.

Era un sector del partido afilando los cuchillos contra el otro. El recuerdo del manejo del CNI desde la vicepresidencia y de la inspección tributaria desde el ministerio de Hacienda flotaba en el ambiente. Las fotos de Feijóo con aquel narco, las intrigas de María Pico, las maniobras contra Soria, Guindos y otros miembros del G-8, la utilización del duopolio televisivo y los editores genuflexos... esa iba a ser la pauta de conducta en un PP en el que se borraría hasta el último vestigio de Aznar o Esperanza Aguirre; y quién sabe si hasta estaría mal visto llevar bigote.
El recuerdo del manejo del CNI desde la vicepresidencia y de la inspección tributaria desde el ministerio de Hacienda flotaba en el ambiente
Bastaba ver el rostro de satisfacción de Javier Arenas, caudillo y paradigma de todos los democristianos zurupetos, entregados a la causa sorayil, tanto en el PP como en los medios afines a sus intereses, para darse cuenta de que todo parecía suceder de acuerdo con lo previsto. Ana Pastor, flanqueada en la presidencia por Mari Mar Blanco -otra emblemática partidaria de la ex vicepresidenta- también transmitía la confianza de que, al modo de Torcuato Fernández Miranda, estaba a un recodo del camino de "poder dar a Rajoy lo que Rajoy le había pedido".

El argumento definitivo para apoyar a la continuadora de la magna obra del gigante aclamado la víspera, emanaba de su propio discurso. Si resultaba que Rajoy había dejado "una España mejor", si siempre había gobernado con "prudencia" y "responsabilidad", tomando "medidas impopulares por el bien común", si incluso la gestión de la crisis catalana, "era difícil, pero lo hicimos bien", ¿para qué cambiar de relato? Sólo si un hijo de Rajoy hubiera estado ya en edad de concurrir a la lid, podría haber habido un candidato del continuismo mejor que Soraya.

Pero el voto secreto hizo el milagro. Y de forma aplastante. Al final ha resultado que el PP quería reencontrarse consigo mismo, con los valores regeneracionistas que marcaron su identidad y razón de ser hace un cuarto de siglo. Pablo Casado ha tenido el enorme mérito de despertar esos ideales narcotizados por el nihilismo marianista y la ambición implacable de la huerfanita con pretensiones de madrastra que, durante diez años, ha gestionado la abulia del Estafermo.
Casado ha tenido el enorme mérito de despertar esos ideales narcotizados por el nihilismo marianista y la ambición implacable de la huerfanita con pretensiones de madrastra
"Avida est periculi virtus", le dijo un amigo a Pablo Casado el viernes por la noche, tratando de darle ánimos -por cierto, con una de mis frases favoritas de Séneca-, a la vista de la encerrona que le habían montado. Y, en efecto, el ya nuevo líder del PP se ha comportado, en el momento crucial, como el paladín valiente que va al encuentro del peligro con el arma de la virtud.

Nunca sabremos lo que hubiera ocurrido si el concurso de trovadores de este sábado -en el que, como ocurre en Tannhauser, la pasión se ha impuesto a la impostura- no hubiera ido precedido de los desmesurados funerales, con canonización incluida, del viernes. Pero tengo para mí, que el empeño en pasear un cadáver, tan rica e inmerecidamente enjaezado, contribuyó no poco a que, quienes por primera vez tenían la oportunidad de pronunciarse, sin miedo al ostracismo, decidieran que, ya que se lo ponían delante, bien podían optar por tirarlo al río.


                                                                              PEDRO J. RAMÍREZ   Vía EL ESPAÑOL

sábado, 21 de julio de 2018

EL "PLEBEYISMO" CABALGA OTRA VEZ



Este amanecer de julio se muestra bronco de tormentas y pródigo en oscuros y amenazantes nubarrones. Desde muy temprano, el relámpago y el trueno juegan a derrotar, el uno a la luz del amanecer y el otro, al silbo de los mirlos y al mañanero jolgorio de otras avecillas. 

La fuerza bruta de la tormenta impone su ley al rubio fulgor del primer sol de la mañana. Un verano atípico como pocos pone preguntas extrañas en la boca de los agoreros de días, años y tiempos fastos y nefastos.

Claro que siempre hubo tormentas, y más en veraño, cuando el punto del calor subido y una gota fría despistada se encuentran, se pelean y desencadenan estas algaradas que son las tormentas del verano. Pero este año… Ni un día entero sin nubes llevamos este verano. Nada extraño tiene, pues, que la gente inquiera, dubitativa, “qué está pasando”, porque “lo que pasa” no es lo normal.


¿Será que una cierta “patología de la normalidad” –que ya el psicoanalista rebelde Eric Fromm pronosticara hace tiempo en uno de sus libros –nuestros laudables hábitos del vivir moderno y posmoderno pueden ser patógenos- se ha instalado también en la bóveda del cielo? 
¿O será que lo del “cambio climático” es algo más que un “slogan” publicitario de los ecologistas?

Como quiera que fuere, algo debemos estar haciendo mal cuando la naturaleza se rebela, y los ríos no tienen peces y los pardales –desvergonzados y asiduos compañeros del diario vivir campesino- se notan más por su ausencia que por la abundancia de otros tiempos.

Pues bien, al aire y son de este amanecer negruzco, plomizo y tristón, con los montes circundantes tocados de nieblas algodonosas y firmes, mis reflexiones se visten hoy de claroscuro, lo que quiere decir con el gris campeando más que el rosa o el verde claro y el azul. Claroscuro es el acento más agudo del día. “El algodón” de la realidad “no falla…”

Cristiano Ronaldo deja el Madrid y se va a la Juve y ya se anuncian allí se anuncian las camisetas con su nombre y numero a 125 euros la unidad. Negocio al por mayor…

El gobierno autonómico de Aragón anuncia una ley de “derechos históricos” para competir -también él, y quizás con más razón que otros- con los voraces, audaces, creídos e insolentes separatismos vasco y catalán, asiduos de la “pela” y del privilegio más que de otra cosa.

¿Es que Cataluña, o Euskadi, o Navarra incluso, fueron más o tienen más “derechos históricos” que el viejo reino de León o la irredenta Castilla, o sus “fueros” llevan más fuste y méritos que los que tuvieron muchas ciudades, regiones y pueblos de la España que tanto desprecian estos “señoritos”?.

“Fueros sí, pero para todos”; “conciertos económicos sí”, pero igualmente para todos o para nadie, como piden la justicia, la razón y exige la verdadera democracia. “Se invocan pactos”, decía ya en 1.976 unn catedrático de Historia del Derecho Español, para justificar políticas, pero “me da igual: no hay “pacto” que pueda servir de fundamento justo a una situación injusta” (Cfr. G. Martínez Díez, Fueros sí, pero para todos, Madrid, 1976, p. 6).

Pero la perla más fina del día la brindaba la Sra. Vice-presidenta del gobierno de la nación, al anunciar la reforma del código penal y tipificar como delito de “agresión sexual” toda relación de intimidad con una mujer que no haya obtenido el “sí explícito” de la misma. 

Y no es tanto porque la idea sea una muestra inclemente o desmesurada de ese feminismo furibundo, extremoso e irreal que tanto se prodiga en favor de los derechos incuestionables de la mujer, sino por el hecho abstruso de pretender imponer a “golpes legislativos” algo que no se puede juridificar, los sentimientos y el corazón. Que el lenguaje del cuerpo, y del corazón sobre todo, puede ser tan inteligible y expresivo o más que las palabras, incluso las rubricadas ante notario.
Es posible que las buenas intenciones o una cierta bisoñez político-jurídica y hasta social del tan prometedor gobierno le hagan jugar malas partidas por servidumbre a ideologías que -no por estar de moda- dan derecho a todo. Y uno se pregunta si, con leyes así, no será peor el remedio que la enfermedad.

“A golpes legislativos” nunca se resuelven con solvencia y eficacia ciertas cosas humanas, sobre todo las que más directamente conciernen a la persona en sí; que, además, caen fuera del campo de la ley, salvo en casos de los Estados prepotentes y aniquiladores de la persona y de la sociedad como los llamados “totalizantes” o con el pretendido derecho a meterse en todo y a controlarlo todo, hasta el aire que se respira.

Dejen ustedes, por favor, que corra el aire por las relaciones más sensibles e íntimas de la condición interhumana de hombres y mujeres, y procuren sentar unas bases serias -por exentas de ideologías partidistas- que ayuden a educar mejor al niño y al joven para que no sea necesario “ir a la cama” con una mujer llevando en la boca una autorización notarial….

Que corra el viento de una libertad responsable, como recordara Alexis de Tocqueville, al definir la libertad completa, la libertad moderna, la libertad democrática, la libertad política, y abogar por el respeto sumo al hombre y la mujer “en todo aquello que le concierne sólo a sí mismo”, en aras de “poder organizar a su parecer su propio destino” (cfr. A. de Tocqueville, El Estado social y politico de Francia -1836, en Obras Completas, t. II, 1, pag. 62).

Sembrar estos terrenos de la intimidad del ser humano con leyes y reglamentos, por justas que puedan parecer, es totalitarismo del Estado, aunque se le llene la boca con el adjetivo “democrático”.

Menos mal, de todas formas, que el día tiene también su lado claro, positivo y risueño: la liberación, al fin, total y plena , de los niños tailandeses y su monitor, recluidos desde hace días hace días en una gruta o caverna, en un rescate digno de toda loa y que ha causado no sólo gozo y admiración, sino sobre todo un universal suspiro de alivio en el mundo entero.

Bien cumplido esta vez lo de que “la esperanza” ha de ser lo último que se pierde. Y en este caso triunfó la esperanza.

Es tarde ya. El amanecer plomizo y fosco va dando leve paso a un resol de tarde que invita a pensar en otro y otros días menos tormentosos y desangelados. Siempre queda la esperanza por oscuros que parezcan los sucesivos panoramas. Siempre hay cavernas de las que se puede salir con empeño, tesón, coraje y valor. Siempre, cuando no se pone la utilidad por delante de la verdad ni a la verdad se la confunde con la ganancia. 

Siempre, si las ideologías del gobernante no se anteponen al bien común y de todos sin excepciones, sin obsesiones ni reservas del subconsciente, sin fobias ni colores en las lentes de mirar. Es decir, con democracia y mirando no a la “plebe” sino al “pueblo”. Son cosas distintas la “plebe” y el “pueblo”.

Claro que los españoles somos así y tenemos, a la vez que grandes virtudes, algunos vicios o demonios nacionales, de siempre, que no hemos podido o querido sacudir a pesar del progreso y la modernidad.

Y por si fuera útil en días así, de experimentos alegres pero fútiles, recordemos de nuevo, para cerrar, las primeras frases –puesto que andamos en democracia- de ese magistral ensayo de Ortega y Gasset que se titula Democracia morbosa. Pueden venir a cuento para este día de tormentas y negritud.

“Las cosas buenas que por el mundo acontecen obtienen en España solo un pálido reflejo. En cambio, las malas repercuten con increíble eficacia y adquieren entre nosotros mayor intensidad que en parte alguna.

En los últimos tiempos ha padecido Europa un grave descenso de la cortesía, y coetáneamente hemos llegado en España al imperio indiviso de la descortesía. Nuestra raza valetudinaria se siente halagada cuando alguien la invita a adoptar una postura plebeya, de la misma suerte que el cuerpo enfermo agradece que se le permita tenderse a su sabor.

El plebeyismo triunfante en todo el mundo tiraniza en España. Y como toda tiranía es insufrible, conviene que vayamos preparando la revolución contra el plebeyismo, el más insufrible de los tiranos” (cfr. Democracia morbosa, en Confesiones de El Espectador, 1.917, Biblioteca Nueva Madrid, 1.943 pp. 171-178).

Es posible que en todas partes –como da a entender Ortega- “se cuezan habas”, en el decir de un refrán castizo, pero en España da la impresión de que “se cuecen –con recurrente y sorprendente frecuencia- a calderadas”.

Es quizás por eso, como esta mañana gris aseguraba un tertuliano, que España sea un “país muy entretenido” sin duda, si por ello se entiende tomar a broma las cosas serias; si no siempre, sí con alguna frecuencia, como ahora está pasando y se observa esta misma mañana gris.

Pero, como soñar no cuesta dinero y es bonito, soñemos con días menos alocados o atormentados. Puede haberlos. Y aunque siempre sea posible soñar, mejor es –creo yo- soñar despiertos.



                 SANTIAGO PANIZO ORALLO Vía PERIODISTA DIGITAL 15-7-2018

Declaración de independencia de Cataluña: "Charlie Hebdo" se mofa de los independentistas catalanes en su portada

La portada de la revista Charlie Hebdo.

La revista "Charlie Hebdo" compara el desafío independentista con el problema corso en Francia.



El semanario satírico francés "Charlie Hebdo" se mofa en la portada de su último número de los independentistas catalanes, a quienes considera "más tontos que los corsos".

"¡Exigimos un debate!", asegura un encapuchado que empuña una metralleta junto a otros dos hombres también con el rostro tapado en una mesa con el símbolo corso, una escenografía que recuerda a las de los movimientos terroristas que reivindican la secesión de la isla francesa, como el Frente Nacional de Liberación de Córcega.

El editorial de la semana es un duro alegato contra las intenciones independentistas catalanas que "Charlie Hebdo" atribuye a motivos económicos. "Cataluña reclama la independencia porque no quiere seguir pagando a otras regiones de España menos ricas que ella (...) La lengua, la cultura, las tradiciones están bien para las postales, pero el dinero está mejor", asegura.

El semanario asegura que "si todas las regiones de Europa que poseen una lengua, una historia y una cultura originales empezaran a reclamar la independencia el viejo continente se haría pedazos", y asegura que, con las 200 lenguas que hay en Europa, "¿por qué no proclamar tantas declaraciones de independencia como vinos y quesos hay en Europa?".

Además esta publicación defiende que una independencia solo es legítima "cuando supone la liberación contra la tiranía y la opresión", pero duda de que Cataluña tengan hoy "un destino trágico" del que deban liberarse. "Como Franco ya no está tenían que encontrar un tirano al que atacar. Fue el Estado español y, claro está, la peor dictadura nunca conocida: la Unión Europea, que tiene su sede en Bruselas".

"Charlie Hebdo" también critica que cierta izquierda europea se haya postulado del lado catalanista y se pregunta "por qué la identidad cultural reivindicada por los catalanes tendría que ser tenida en cuenta y no la identidad cristiana defendida por los xenófobos europeos".

"La independencia de Cataluña no tiene como objetivo liberar a esta región de una tiranía que ya no existe, ni permitir a su economía tener una prosperidad que ya tiene, y menos aun tener el derecho de hablar una lengua autorizada hace mucho tiempo", reflexiona.

La revista la encuadra en la "obsesión identitaria que se extiende por Europa" y que se traduce en un "nacionalismo de derechas y de izquierdas que tienen un punto en común: el nacionalismo".

Ironiza "Charlie Hebdo" con una Cataluña independiente en la que "los orgullosos independentistas desfilarían por las calles de Barcelona tomándose por la columna Durruti, las jóvenes lanzarían pétalos de rosas a los militantes que desafiaron valerosamente al Estado policial español y coros de niños con el pelo rizado cantarían a la libertad reencontrada, el euro enterrado".

"Y luego, por la noche, todo el mundo volvería a sus casas a sentarse ante la televisión para ver 'La ruleta de la fortuna' y el Barça en cuartos de final de la Copa de la Liga. Cataluña se lo habría merecido", concluye.


                                                         REDACCIÓN de EL MUNDO

RÉQUIEM POR EL PACTO EDUCATIVO

Las reformas que anuncia el Gobierno por la vía de urgencia apuntan a un horizonte ideal de escuela estatal única y laica.



La ministra de Educación, Isabel Celaá, califica de «especulaciones infundadas» las alarmas tras su comparecencia en el Congreso. 

La portavoz del Ejecutivo de Pedro Sánchez ha puesto en valor la contribución de la escuela concertada, a la que sin embargo atribuye una posición de privilegio en la ley actual, valoración que encaja mal con la injusta financiación que recibe (la mitad por plaza que en la pública). En defensa de Celaá, sus posiciones son más respetuosas con la libertad de los padres que las que llevaba el PSOE en su programa. 

Pero las reformas que anuncia por la vía de urgencia apuntan a un horizonte ideal de escuela estatal única y laica, en el que la Religión pierde su entidad académica seguramente como paso previo a su desaparición. 

A cambio se introduce una asignatura de valores cívicos a la que nada habría que objetar de no ser por los precedentes de adoctrinamiento moral con Educación para la ciudadanía.

Se entiende que el Comité Ejecutivo de la Conferencia Episcopal (CEE) haya mostrado su «profunda preocupación» con estos anuncios, que amenazan «los derechos a la libertad religiosa y a la educación»

Se trata –dice la nota– de «derechos inalienables de la persona humana, reflejados en nuestra Constitución y en los tratados internacionales a los que España se ha adherido».

Preocupante es, de entrada, el modo de afrontar esta reforma. De los esfuerzos por lograr un pacto de Estado hemos vuelto a la dinámica de legislar desde planteamientos ideológicos estrechos. 

Desde esa perspectiva se entiende también la reivindicación que hacen los obispos del «papel de la Transición española» y de un estilo de política que nace del consenso. 

Entrelíneas se lee igualmente el recelo de la CEE ante algunas novedades en materia de memoria histórica. Porque una cosa es ayudar a los familiares y descendientes de las víctimas en su justo deseo de encontrar sus restos mortales, o incluso la búsqueda de emplazamientos más adecuados para que algunas sepulturas dejen de ser motivo de discordia. 


Pero solo una estrechísima línea separa esto de la agitación de viejos fantasmas. Entendida así, la memoria histórica sirve únicamente para generar confrontación social y legitimar modos de hacer política desde el sectarismo.



                                                             EDITORIAL de ALFA y OMEGA