El rey Felipe VI (c) junto al presidente del Gobierno Pedro Sánchez y el presidente de la Generalitat de Catalunya Quim Torra.
Una página y media. Esa es la extensión del documento que el Govern ha hecho llegar a Sánchez como propuesta como orden del día de su reunión con Quim Torra. Una suma de banalidades que nada tiene que ver con lo que están acordando la Consellera Elsa Artadi y la ministra Meritxell Batet. Lo importante es la foto. Y lo que no se dice.
Franco, Franco, Franco
La capacidad de mutar argumentos adaptándolos a su
conveniencia es habitual en el separatismo. Aprovecharon el sentimiento
anti PP de la sociedad catalana y ahora, cautivo y desarmado Mariano Rajoy,
le toca a Franco. Porque el papelito enviado por los de Torra a Moncloa
habla desde la valoración al Rey por su discurso a raíz del uno de
octubre a los encarcelados y fugados, pasando por su opinión acerca de
que no se respetan los resultados de las elecciones del pasado
diciembre, pero se basa, y mucho, en Franco.
Dicen
desde Palau que hay que eliminar la presencia del franquismo en “el
espacio político y civil”, hablan del Valle de los Caídos, del
nomenclátor en el que figuran nombres vinculados al franquismo, se
oponen a dar subvenciones a la Fundación Francisco Franco, abominan de
los títulos nobiliarios otorgados a la familia de Franco, rechazan los
privilegios de ésta, en fin, un rosario de peticiones que muchas
personas pueden compartir, sin ser por ello independentistas. Contra
Franco se vive mejor que gobernando en asuntos como sanidad, vivienda o
educación. Sirvan como ejemplo las tasas universitarias en Cataluña,
tres veces más caras que en el resto de España, a las que el Govern no
quiere renunciar, en contra del Parlament.
Todo eso no
es más que humo de pajas, como que en el documento se hable de la
autodeterminación, cosa que Torra sabe perfectamente que no cuela ni con
vaselina, al menos explicitado de tal manera. La clave del asunto, que
sería de risa si no fuese por lo que está en juego, es el párrafo en el
que preguntan por el “Proyecto del PSOE para Cataluña”. Ahí es donde
está ese “hilo del que poder tirar” del que habla Torra en privado y que
puede servirle para salvar los muebles sin que parezca que se ha bajado
del burro. Fuentes de Esquerra, en la misma línea, aseguran que no se
puede esperar nada de esta primera toma de contacto, pero que la
reactivación de las comisiones bilaterales Estado-Generalitat
paralizadas hace años son una buena noticia. Las mismas fuentes auguran
los primeros resultados de los pactos Artadi-Batet en los próximos
meses, que van a ser tensos entre los propios independentistas debido a
la postura radical de Carles Puigdemont.
En
Esquerra, en el Govern y en no pocas celdas de los encarcelados se
espera ver que pasará cuando este catorce de julio el tribunal de
Schleswig-Holstein resuelva acerca de la extradición del ex President.
Dependiendo de ella, Torra ha informado a Sánchez que podría convocar
elecciones el 27 de octubre, aunque círculos cercanos al President
sostienen que prefiere agotar la legislatura y dar tiempo para restar
presión, obtener pactos y fortalecer su propia candidatura. Calma, pues.
Esa calma la ha pedido OriolJunqueras,
el PDECAT, Esquerra, los sectores económicos catalanes y, no menos
importante, los valedores de una paz “negociada” con el separatismo como
el PNV, por boca del Lehendakari Urkullu, que tutela la negociación.
“No iremos a Moncloa simplemente para posar junto a Sánchez”
Lo
dijo un Conseller henchido de ardor guerrero, siendo rápidamente
cortado por el propio Torra. La hiperventilación no está de moda en el
Consell Executiu, y, si alguien tiene que gesticular, es Torra quien
decide cómo, cuándo y quién lo hace. Tienen Sánchez y Torra una
preocupación, que son los radicales, léanse los CDR o las CUP. No en
vano el President hace constantes guiños estos sectores que, si bien son
minoritarios, pueden agravar el orden público en Cataluña.
El
miedo, razonable y justificado, a una escalada de altercados en
espacios públicos hace que lo separatistas en el gobierno tengan que
actuar como unos vulgares Doctor Jekyll y Míster Hyde políticos. Por eso
Torra dice las barbaridades que dice, se rodea de lazos amarillos,
acude a manifestaciones contra el Rey para luego ir a saludarle, en fin,
pura esquizofrenia con un solo objetivo: aguantar como sea.
Ni
Torra, ni Artadi ni ninguno de los miembros del Govern dirán
públicamente que trabajan sobre un documento socialista – dicen que Miquel Iceta
es su autor– que incluye cosas concretas que dar al separatismo para
calmarlo. En él se recoge la propuesta del pacto fiscal de Artur Mas,
los incumplimientos del Estado con Cataluña, entre ellos el famoso
corredor mediterráneo o la Estación del AVE de Sant Andreu, la
derogación de la Ley de Administración Local del PP, los traspasos
pendientes, un macro acuerdo de financiación bilateral del que dábamos
noticia el otro día y que abarcaría un período de tres años, o la
creación de organismos Ex Novo entre los que
destaca suprimir de una vez para siempre la independencia de la justicia
en tierras catalanas con un Consell de Justícia de Catalunya, desligado
del Consejo General del Poder Judicial. Por cierto, suena Ernest Maragall, el hermanísimo, para presidirlo. Las cosas que hay que ver.
Además, se anularía la sentencia del juicio a Lluís Companys
y se aprobarían leyes de blindaje en materia de lengua y cultura, como
la propuesta Ley de Pluralidad Lingüística que, a pesar de su bonito
nombre, consagraría para siempre la malhadada inmersión.
Todo
eso está escrito negro sobre blanco, y no precisamente de ahora, porque
es un papelito redactado hace un año, ¡un año!, que, aunque tiene
bastantes más páginas que el folio y medio de Artadi tiende hacia lo
mismo: pulverizar aspectos fundamentales del ordenamiento
constitucional, cargándose el principio de igualdad entre todos los
ciudadanos españoles y dando la razón, en el fondo y en la forma, a los
separatistas que aseguran que son diferentes.
Lo que
da la reunión de los presidentes español y catalán no lo verán mañana en
ningún medio. Verán fotos, escucharán declaraciones más o menos vagas,
incluso agresivas, justificadoras todas, eso sí. Pero la realidad es
esta y no otra. Que Dios nos coja confesados.
MIQUEL GIMÉNEZ Vía VOZ PÓPULI
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