Translate

martes, 30 de abril de 2019

Ante el primer Gobierno de coalición


/AJUBEL


Este artículo, integrado en dos partes, ha sido escrito en dos días diferentes: la primera la redacté en la llamada jornada de reflexión, un nombre que, por primera vez en los 42 años que llevamos de democracia en España, no era una perogrullada, sino que traslucía la realidad auténtica por la dificultad que existía para elegir bien al día siguiente la papeleta más adecuada y evitar así que el proceso electoral se convirtiese en una ruleta rusa. A pesar de lo que dice el artículo 52.2 de la Ley Orgánica del Régimen Electoral General (LOREG), la campaña electoral para estos comicios al Congreso y al Senado no se ha limitado a los 15 días señalados, sino que desde hace dos meses venimos aguantando el machaqueo constante de las arengas cansinas de cada partido. Es más, en este caso la confusión ha sido mayor que en ocasiones anteriores porque la Semana Santa ha coincidido con la última parte de la campaña electoral, apareciendo así un extraño popurrí en donde se mezclaban las imágenes religiosas con las de los apostólicos políticos.

Escrito el sábado 27 (sin rectificaciones posteriores):

Pues bien, a pesar de la reiteración de las peroratas de los políticos, a mi juicio no se han tratado suficientemente los temas más preocupantes para España: el paro y sus secuelas entre los jóvenes; la unidad del mercado nacional para evitar 17 regulaciones diferentes; la enseñanza pública para que sea igual en toda España;las medidas necesarias para evitar que nuestro sistema sanitario -probablemente el mejor del mundo- acabe degradándose como tantas otras cosas; la amenaza de la constante invasión de africanos que no parará hasta que Europa ayude a salir de la pobreza a la mayoría de los países de ese continente; la colaboración en la lucha a favor del medio ambiente; la modernización de la Monarquía parlamentaria; y, por último, el problema más grave que sufre hoy nuestro país y que condiciona a todos los demás: la cuestión catalana.

En este sentido, es paradójico señalar que mientras se celebran las elecciones generales, el llamado procés continúa como si no hubiera pasado nada. De este modo, Oriol Junqueras, el líder de Esquerra Republicana (ERC), acaba de manifestar desde el púlpito que le han instalado en la cárcel donde cumple prisión provisional lo siguiente: "Estamos convencidos de que el independentismo, el próximo 28 de abril, será lo suficientemente determinante para acabar condicionando la agenda política y económica del próximo Gobierno del Estado". Ante la gravedad de estas afirmaciones, los líderes separatistas catalanes -unos en la cárcel, otros paseando prófugos por Europa haciendo patria y gran parte integrando la Generalitat o en otras instituciones- no dan muestra de que vayan a renunciar a algo que es completamente extemporáneo en nuestros días, cuando lo que se impone es superar las fronteras dentro de Europa.

El caso es que los dirigentes de los cinco grandes partidos nacionales -incluyendo ya a Vox- no es que hayan eludido esta importante cuestión, sino que han demostrado que o no tienen una solución clara para su complicada normalización o incluso que ignoran los elementos más fundamentales de la Constitución. Repasemos, pues, lo que piensa cada uno sobre la solución del conflicto, aplicando cada cual una especie de bálsamo de Fierabrás.

En primer lugar, el presidente del Gobierno y candidato socialista, Pedro Sánchez, fiel a su capacidad de adaptación al medio en el que se encuentre, dice una u otra cosa según le convenga. Antes de llegar a La Moncloa, la solución para él era crear en España un Estado Federal, propuesta que inmediatamente rechazaron los separatistas catalanes porque éstos huyen de todo lo que no sea su independencia. Sin embargo, después de la moción de censura, en la que coadyuvaron los nacionalistas y demás separatistas, parece que Sánchez se inclinaba con reparos hacia la petición radical de la mayoría de los llamados soberanistas, que exige un referéndum.

Como el presidente del Gobierno parecía dudar, alguien se lo señaló:no cabe un referéndum de autodeterminación en España porque iría en contra de los artículos 1 y 2 de la Constitución del 78. Cerrada también esta vía, Sánchez ha recurrido a otra falsa solución que consiste en aumentar el autogobierno de Cataluña. Pero si conociese bien el Estatuto de 2006, así como la Carta Magna, comprobaría que aumentar más el autogobierno significaría de hecho una independencia disfrazada, pues ya no quedan competencias que traspasar.

En segundo lugar, el líder actual del Partido Popular, Pablo Casado, ha reiterado durante toda su campaña que en el primer Consejo de Ministros, si fuera elegido presidente del Gobierno, aplicaría nuevamente el artículo 155 de la Constitución. Pues bien, habría que aclarar que éste se debe aplicar para casos concretos de incumplimiento de alguna norma del Estatuto de una Comunidad Autónoma o de la propia Carta Magna. En otras palabras, no se puede matar elefantes simplemente con insecticidas.

En tercer lugar, el líder del partido Ciudadanos (Cs), Albert Rivera, con su clásica ambigüedad de que un día dice sí y otro dice no, ha repetido que aplicaría también el artículo 155. Pero no ha llegado a formular una solución satisfactoria para la Comunidad Autónoma de Cataluña que él conoce perfectamente.

En cuanto al líder de Podemos, Pablo Iglesias, a pesar de que la paternidad parece que le ha infundido una sensatez que no tenía en sus comienzos políticos, sigue en este aspecto insistiendo en la misma tesis de los nacionalistas, puesto que es partidario de un referéndum de autodeterminación en Cataluña. Lo cual es algo paradójico si tenemos en cuenta que ha utilizado durante toda la campaña electoral la Constitución como si fuese el Libro rojo de Mao. Pero, eso sí, el secretario general de la formación morada nunca cita las dos columnas en las que se sustenta el sistema constitucional español que son los artículos 1 y 2 de nuestra Carta Magna.

Y, finalmente, el nuevo líder emergente del partido Vox, Santiago Abascal, es el que ha dado la fórmula más clara para la cuestión catalana, pero evidentemente tan compleja como desmontar la catedral de Burgos, pero no como ha sucedido con Nôtre Dame de París. Esto es, para llevar a cabo esa tarea, Abascal y sus seguidores son partidarios de acabar de un plumazo con el Estado de las Autonomías.

Por otro lado, pienso que los debates de televisión entre candidatos, desde el primero y célebre en Estados Unidos entre Kennedy y Nixon, deberían estar regulados en las campañas electorales, tal como ha mantenido Pablo Iglesias, aunque existe una polémica sobre su eficacia en la elección del voto. En lo que a mí respecta, creo que su influencia para decidirse por uno u otro aspirante es especialmente importante en dos ocasiones. Por una parte, en las elecciones normales, en donde no pasa nada importante;en ese tipo de escenarios es en los jóvenes y en las personas menos formadas políticamente en los que más influyen los debates televisivos. Y, por otra, en circunstancias excepcionales, donde está en juego no sólo quién será el nuevo presidente del Gobierno, sino que también se enfrentan claramente, como dicen los alemanes, dos Weltanschauung, dos cosmovisiones, como ocurre actualmente en estas elecciones en España. Ahí su influencia pude ser decisiva para todos.

Por eso conviene hacer un rápido repaso de la intervención de cada uno de los cuatro candidatos en los dos debate, absurdamente sucesivos en 24 horas, teniendo en cuenta además la decisión de la Junta Electoral Central, de excluir a Santiago Abascal es harto discutible, tanto jurídica como políticamente.

El primero en hablar en el debate del segundo día fue Pablo Casado, buen orador, con un futuro prometedor, a pesar de que a veces comete errores de peso, como, por ejemplo, cuando, siguiendo a Rajoy, defendía que debe gobernar el partido con mayor número de votos. Su equivocación radica en que no parece conocer que el régimen parlamentario se basa en que lo hace el partido o la coalición que obtiene el respaldo de mayor número de escaños y no de votos. Por lo demás, sigue con el talón de Aquiles que representa el pasado corrupto de su partido. Pedro Sánchez fue el segundo en intervenir y al que se le conoce ya perfectamente a través de su atribuida tesis doctoral y de su libro escrito por otra persona. En su intervención no hizo más que confirmar que no tiene convicciones firmes y por ello rectifica en cada momento. El tercero en hablar fue Pablo Iglesias, quien se mostró muy constitucional, muy educado, muy moderado y muy dispuesto a ser un mero ministro de un Gobierno eventual de Pedro Sánchez. Es más: era el único que no aspiraba a ser ahora presidente del Gobierno, lo que demuestra que el espíritu de su nueva situación familiar y política le ha hecho aparecer como prudente. El último fue Albert Rivera, que en el primer debate sobresalió sobre todos, pero que en el segundo lo estropeó con sus constantes interrupciones a sus contrarios.

Un catedrático de Comunicación afirmó en una tertulia que Albert Rivera le recordaba el mito griego utilizado por otro Albert, en este caso Camus, en su libro El mito de Sisifo, que describe el esfuerzo de un hombre para subir una piedra a la cima de una montaña y, cuando lo logra, la piedra vuelve a caer y tiene que volver a empezar de nuevo continuamente. Lo que quería explicar es que Rivera, al que yo vaticine hace años como futuro tercer o cuarto presidente catalán del Gobierno de España, tiene que ser consciente de que para llegar al final de la carrera no se puede detener para beber una coca-cola. Por último, el que no estaba presente físicamente, pero su ausencia flotaba en el aire era Abascal, que durante los días de la campaña electoral ha colmado de seguidores los recintos en donde daba sus soflamas patrióticas.

El elector español tiene que jugar con estas cartas, que son las que hay, pero a la hora en que redacto estas líneas todo sigue estando muy confuso: puede haber un Gobierno del PSOE con Podemos, pero tal vez será necesario que para llegar a la mayoría absoluta se unan los separatistas, los extremistas y los populistas. Igualmente, puede haber un Gobierno de derechas presidido por Pablo Casado o por Albert Rivera, o incluso como dicen algunos fantasiosos podría ser presidente Santiago Abascal si se produce un cataclismo electoral. Pero la confusión no se acaba con lo que ocurra con el Congreso de Diputados, sino que alcanza también al Senado. Por una parte, no se entiende que Casado y Rivera amenacen con aplicar el artículo 155 si no cuentan, como requisito indispensable, con la mayoría absoluta de esta Cámara, la cual hace años Rivera pensaba que había que suprimir. Pero, por si fuera poco, parió también la abuela, para aumentar la confusión y algunos iniciados han lanzado la enigmática fórmula para lograr esa mayoría absoluta en la Cámara Alta, "de 1, más 1, más 1". Jeroglífico que quiere decir que los electores de derechas deberían señalar con una X a los primeros de la lista de Ciudadanos, PP y Vox para asegurarse, según ellos, su predominio en el Senado.

Como es sabido, cada provincia debe elegir cuatro senadores. Sin embargo, según el Artículo 167 1.a de la LOREG, "los electores pueden dar su voto a un máximo de tres candidatos en las circunscripciones provinciales, dos en Gran Canaria, Mallorca, Ceuta y Melilla y uno en las restantes circunscripciones insulares". En las papeletas del Senado, un tal Partido Humanista, ante el despiste de la Junta Electoral Central, presenta ladinamente, o por ignorancia, en las papeletas a cuatro candidatos por si pican. Las papeletas del Senado, salvo que diga lo contrario la Junta Electoral Central, son ilegales y aumentarán la confusión de estas elecciones tan peculiares. Sea lo que fuere, me detengo aquí hasta la noche del domingo para ver si España sigue entera o ha empezado su desguace, como tantos ciudadanos temen ante el terremoto que se avecina.

Escrito el lunes, 29 de abril:

Y, como decía Horacio, la montaña parió un ratón. Según íbamos viendo en la televisión el recuento de los votos, no daba crédito a mis ojos. Unas elecciones que parecían iban a ser transcendentales para España, no habían hecho más que empeorar la situación existente, corregida y aumentada. Es decir, el PSOE sale fortalecido a pesar de siete meses de excentricidades; Podemos, cuando empieza a parecer un partido normal, pierde votos a mansalva; el PP con un joven líder renovador, no ha sabido escoger el personal adecuado ni desprenderse de la carga que le puso en sus espaldas el irresponsable Rajoy; Albert Rivera, parece que esta vez se queda con la piedra a medio caminos de la montaña y no sabemos si subirá o bajará; y Santiago Abascal, llenando las plazas en que toreó, no logró inundar de diputados el Congreso. Es más, y peor: los separatistas vascos y catalanes han aumentado algo sus huestes belicosas

El panorama es desolador porque, como dice Hayek, la finalidad última de las elecciones es la de echar pacíficamente a un Gobierno que no lo ha hecho bien. Por tanto, si nos atenemos a lo que ha ocurrido en las urnas este domingo, los habitantes de esta arcadia feliz están encantados con el Gobierno actual y quieren seguir al menos con él otros cuatro años.

Pero no nos pongamos tan derrotistas. Al menos hay una noticia esperanzadora. Por primera vez, España puede imitar a Europa y formar un Gobierno de coalición, lo que aquí nunca ha ocurrido a nivel estatal, aunque sí en alguna Comunidad Autónoma. Los líderes de nuestros partidos nacionales no han querido o no han podido formar Gobiernos de coalición. Cuando les hacían falta votos, recurrían a los partidos nacionalistas, naturalmente previo pago de sus servicios a través de la concesión de competencias para sus comunidades autónomas respectivas. En esto es un maestro mi semitocayo Aitor Esteban, del PNV, que siempre saca tajada.

Decía Ortega en su época de diputado que "no se puede hacer política viviendo al azar, bajo la anécdota de lo que en cada momento la opinión pública sostenga o no sostenga; todo eso hay que atenderlo, pero es menester ir a la política con un conjunto, por no decir pedantemente, con un sistema, de convicciones firmes, siquiera sobre cómo es profundamente nuestro pueblo, porque solo así se pueden prever sus graves reacciones". Me temo, pues, que no es éste el caso de nuestros políticos, que no son capaces de exponer con detalle lo que desean hacer de España como única nación. Por cierto, hemos pasado, según el deseo de los separatistas, de una España plurinacional a una España cuya oposición en el Congreso será plurinacionalista. Por otro lado, el presidente del Gobierno ha pactado con los separatistas diciendo que todo se arregla con el diálogo. Pero no eso no es posible, por ello volvamos a lo mejor de los resultados de estas elecciones y que depende de un nuevo abrazo entre Pedro Sánchez y Albert Rivera, más necesario ahora con urgencia que el de 2016.
Es cierto que, sobre todo Rivera, ha dicho en varias ocasiones que no es no respecto a un Gobierno de coalición con el PSOE. Pero en la política las circunstancias cambian sin que en muchas ocasiones se puedan prever. Por eso, le recuerdo que en la actividad pública nunca se puede decir de estos votos no beberé. Sobre todo, cuando hay una razón de interés general que justifica ciertos acuerdos.
Digámoslo claramente, el único Gobierno que puede avanzar en una posible resolución de la cuestión catalana es el de una Coalición PSOE-Cs, puesto que ambos suman 180 diputados, e incluso podrían conseguir algunos del PP para llevar a cabo lo más urgente que necesita España: la reforma constitucional del Título VIII CE.

La falta de un modelo concreto de Estado es la causa de este berenjenal que tenemos en España. No hay que suprimir las CCAA, hay que racionalizarlas, pues esto es un caos. Acaba de salir un libro de Gregorio Morán en el que cuenta como se forjó el imperio Pujol, basado en el control de la prensa, sin duda el origen de que Cataluña se apartarse más de España, a lo que contribuyó también el sistema de autonomías que es lo que ha hecho que surjan separatistas cada vez más. Por eso, los demócratas españoles debemos exigir que se forme el primer Gobierno de coalición entre el PSOE y Cs, incluso aunque lo pida el Ibex. Entonces y sólo entonces se habrán justificados las elecciones.


                                                                                     JORGE DE ESTEBAN*  Vía EL MUNDO

*Jorge de Esteban es catedrático de Derecho Constitucional y presidente del Consejo Editorial de EL MUNDO.

El laberinto constitucional venezolano

La situación es verdaderamente estupefaciente porque todos los pasos dados desde entonces por el chavismo no hacen sino demostrar la deriva autoritaria del régimen

Foto: Nicolás Maduro, en un acto en Caracas. (EFE)

Nicolás Maduro, en un acto en Caracas. (EFE)


En la actualidad, el laboratorio constitucional está en Iberoamérica. Allí se hacen los experimentos más audaces, las apuestas más arriesgadas. Una suerte de "constitucionalismo mágico". Unas veces esos experimentos salen bien, otras no tanto porque la realidad, tozuda, se niega a acomodarse a los dictados de unas constituciones que no traen las mejoras prometidas en sus textos y que, en el peor de los casos, socavan los fundamentos de la democracia misma so pretexto de promoverla.

Venezuela es un ejemplo del "experimentalismo" aludido y acaso el que peor resultado ha deparado. En la versión más clásica del caudillismo, el régimen chavista acabó derivando en un poder personal del presidente que al segundo intento consiguió reformar la Constitución para ser reelecto indefinidamente. El superpoder presidencial fue desactivando los débiles contrapesos y el régimen derivó, como tantas veces ha sucedido en aquellos lares, en poder personal, en gobierno de uno, en "monarquía", según el sentido que los griegos dieron a esta palabra, no en el moderno que recibe hoy en algunas de las más avanzadas democracias existentes en Europa.




Tras la desaparición del presidente Chávez, indudablemente muy popular en su país, su sustituto fue perdiendo inmediatamente el control, lo que culminó en la aplastante victoria de la oposición en las últimas elecciones libres celebradas en Venezuela, en 2015. Ante esta situación el Sr. Maduro, abrió un fraudulento proceso, consistente en hacer la revolución desde el poder, es decir, hacer estallar el orden constitucional chavista desde la presidencia de la República chavista. Lo hizo convocando unas trucadas elecciones a una sedicente asamblea constituyente que ha operado en paralelo a la legítima Asamblea Nacional elegida en 2015.

La situación es verdaderamente estupefaciente porque todos los pasos dados desde entonces por el chavismo, incluyendo una ilegítima elección presidencial a la que no pudo concurrir la oposición y de la que se benefició el Sr. Maduro, no hacen sino demostrar la deriva autoritaria del régimen que, paradójicamente, ha renegado de su propio fundamento constitucional, claro está, después de que la oposición lo batiera electoralmente con las propias reglas del régimen.

Aunque no hay duda de parte de quién está la legitimidad constitucional y por tanto democrática, Maduro sigue detentando el uso de la fuerza

Aunque no hay duda de parte de quién está la legitimidad constitucional y por tanto democrática, el Sr. Maduro sigue detentando el uso de la fuerza que no ha dejado de emplear de la peor manera, violando los derechos humanos. La situación ya es de franca tiranía, por utilizar el término, también griego, que describía la degeneración de la monarquía. En esta descomposición ni hay respeto de los derechos ni división de poderes que los garantice.

El camino no puede ser otro que el emprendido por la Asamblea Nacional como única institución que conserva su legitimidad, pues todas las demás, incluyendo el Tribunal Supremo y las Fuerzas Armadas están aún de parte del usurpador, Ilegítimo por no haber sido elegido en un proceso limpio y por no haber jurado ante de la Asamblea Nacional como exige la Constitución.




Y en ese camino que Venezuela debe recorrer para recuperar la democracia, un paso decisivo ha sido el acceso a la Presidencia del presidente de la Asamblea Nacional, en ausencia de Presidente legítimo. Como otras constituciones iberoamericanas, el presidente de alguna cámara parlamentaria asume la más alta magistratura de la República por vacante sobrevenida en la jefatura del Estado. Así lo dispone precisamente el artículo 333 de la Constitución venezolana para el supuesto de ausencia de presidente electo. Se trata desde luego de una situación provisional que se encauzará con la elección presidencial libre que fue insistentemente reclamada por buena parte de la comunidad internacional, incluida España.

Definitivamente el experimento venezolano ha fracasado. Lejos de perfeccionarse el Estado democrático y ser mejor ejercidos los derechos fundamentales, es obvio el retroceso, al que se ha sumado, para completar la catástrofe, una penuria que estrangula a la población. Con todo, un pueblo que añora su libertad está luchando por recuperarla y en esta lucha el pueblo español está de su parte.


                                                                 RAÚL CANOSA USERA*  Vía EL CONFIDENCIAL

*Raúl Canosa Usera es catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad Complutense de Madrid.

La «Sombra»: el camino de la fragilidad

Opinión

Carmen Castiella


Hace unos meses un amigo me envió por correo Jesús es vulnerable de Jean Vanier (marino canadiense, además de teólogo y fundador de El Arca, comunidad para personas con discapacidad intelectual) y otro me dejó en el buzón Elogio de la vida imperfecta, de Paolo Scquizzato. Casi al mismo tiempo, mi hermano me había prestado Encuentro con la sombra, de varios autores. Sólo leí el capítulo de Carl Gustav Jung, por el interés que me suscita el personaje y su psicología profunda, a la que incorpora filosofía, religión, arte y mitología. Las tres lecturas, cada una a su manera, transmiten que la vida tiene mucho de recorrer con alegría el camino de la propia fragilidad. Exactamente el camino contrario al que propone la autoayuda. Los tres libros transmiten la importancia, en nosotros y en nuestras relaciones, de la presencia de los límites, las heridas y las zonas de sombra.

La “Sombra” es uno de los arquetipos principales del inconsciente colectivo según la psicología analítica de C.G. Jung. Sombra designa al aspecto inconsciente e inferior de la personalidad, la suma de todas las disposiciones psíquicas que no son asumidas por la consciencia por su incompatibilidad con la personalidad que predomina en nuestra psique, en nuestro “yo social”, en nuestras máscaras, en el personaje que hemos aprendido a representar de cara a los demás. Simplificando: contenidos rechazados que no por eso desaparecen. Simplificando todavía más: Jung viene a decir que esas carencias y sombras se rebelan y se vuelven monstruosas si se ignoran o se pretenden eliminar.

No quiero forzar la interpretación de la “sombra” junguiana y construir puentes irreales entre la psicología analítica y la revelación. En Jung no hay necesidad de salvación sino, como mucho, de integración. El cristiano, sin embargo, vive su propia sombra como lugar de encuentro con Cristo. Sabe que necesita ser salvado. Y sabe, sobre todo, que tiene un Redentor, Cristo, que ha vencido al pecado y a la muerte.

Todo aquello que nos cuesta aceptar de nosotros mismos e incluso nos da miedo mirar es precisamente lo que Cristo ha venido a tocar. ¿Qué es la sombra sino la limitación, la herida, la duda, la inquietud, la angustia, el fracaso, la fragilidad y tantas veces el propio pecado? Esa sombra que simboliza todo lo que rechazamos de nosotros mismos es el lugar principal del encuentro con Cristo, que no ha venido a salvar a los justos sino a los pecadores. Todo esto parece evidente porque lo hemos escuchado mil veces, pero lleva tiempo aprenderlo de modo experiencial, aceptando la propia limitación como una bendición.

Él  ha cargado sobre sus hombros nuestra sombra, oscura y densa, para blanquearla como la nieve. Feliz culpa que mereció tal Redentor.

Por su parte, Jean Vanier cuenta que, tras una trayectoria vital marcada por la búsqueda de la eficacia y el rigor intelectual, el contacto con la discapacidad intelectual le conmovió tan profundamente que le abrió a otra forma de vivir. Subraya el valor de los límites y la propia vulnerabilidad. Muestra la convivencia con la discapacidad intelectual como el camino más rápido para descubrir que yo no soy valioso porque hago muchas cosas y las hago medio bien. Sino que, aunque no hiciera nada en absoluto, soy amado.

Transcribo: “Desde hace más de cincuenta años vivo en El Arca con personas con discapacidad intelectual. Esos hombres y mujeres, tan vulnerables y en ocasiones tan frágiles, me han hecho descubrir a ese Jesús que me acoge como soy, con mi propia vulnerabilidad”; “Los discapacitados intelectuales profundos atraen especialmente la ternura y la gracia de Dios”; “Dios se manifiesta en Éric, el chaval más pobre humanamente del Arca, incapaz de ver o entender, pero capaz de esbozar una sonrisa que revela una gran paz. Símbolo para nosotros que tenemos dificultes para ver y entender la Verdad. Su pobreza radical nos ayuda a aceptar nuestra propia debilidad. Yo no soy alguien porque hago cosas. Soy amado por Dios tal y como soy. Todo lo que Él quiere, su voluntad, es que descubramos que Jesús nos ama con locura y que lo acojamos para que Él pueda vivir dentro de nosotros”.

Aunque aparentemente haya fracasado, aunque no haya dado grandes frutos, Él abraza mi yo. La sombra y el límite son casi mi principal riqueza porque allí es donde tengo experiencia de ser salvado. Así, la santidad es Cristo en mí: “Señor, tú sabes quién soy yo, el porqué me creaste, porqué tengo este aspecto y vivo en este lugar. Señor, yo quiero ser la persona que Tú creaste”.
Aunque lo que más necesitamos hoy día es silencio (“Callando, para que hable Dios”, San Juan de la Cruz), enlazo un par de canciones sobre el tema del artículo.

Soy pasión de Dios, sobre la aceptación de los límites y el amor de Dios:




Lord I need you, de Matt Maher, misma temática pero otro estilo. La santidad es Cristo en mí:






                                                                CARMEN CASTIELLA  Vía RELIGIÓN EN LIBERTAD

España: mar gruesa por la proa

España: mar gruesa por la proa

España: mar gruesa por la proa


Lo primero, felicitar al ganador de las elecciones generales. Ya no podremos llamar a Pedro Sánchez Castejón presidente por accidente o presidente okupa. Ha ganado claramente la justa electoral con el 28,68% (7.480.755) de los votos emitidos, porcentaje casi calcado al que Alfredo Pérez Rubalcaba obtuvo (28,76%) en las generales del 20 de noviembre de 2011, aunque con menos votos (7.003.511) y menos escaños (110 frente a 123), básicamente porque el PP de Mariano Rajoy arrasó entonces con el 44,63% de los votos (10.866.566) y 186 diputados, una cómoda mayoría absoluta que no sirvió para nada o casi, porque aquella fue la mejor ocasión que vieron los siglos para haber cambiado de punta a cabo un país que se caía a pedazos tras la gestión de Zapatero, dilapidada por la cobarde ineptitud del personaje. Aquel resultado dejó malherido a un político que terminaría arrojando la toalla tras las europeas de mayo de 2014. El 28,76% de los sufragios significó el final de la carrera de Rubalcaba, mientras un 28,68% parece haber supuesto ahora una enorme victoria de Sánchez. Lo que va de ayer a hoy, o el tiempo de rebajas que vivimos en el que un par de huevos fritos son considerados un pantagruélico banquete.  
   
El espanto provocado en el votante de izquierda por la aparición de Vox y la división de la derecha le han hecho el trabajo sucio a la izquierda. La operación Vox se ha demostrado ruinosa. Es lo que hay. 
Una parte importante del electorado español no cree en la eventual ruptura de la unidad y mucho menos en que ello vaya a poner en peligro su modo de vida, ni que Podemos entrañe un riesgo de futuro a la venezolana manera, ni le molesta el uso arbitrario del Falcon, ni la utilización partidaria de las instituciones, ni la colocación de conmilitones en todas las empresas públicas, ni la presencia de una comisaria política al frente de RTVE, ni el uso del BOE para la campaña electoral, un viernes sí y otro también, con el dinero de todos, ni cree que la izquierda pueda ser acusada de lesa corrupción, porque ese es pecado mortal exclusivo de la derecha. Esa parte de España vive tranquila bajo el paraguas de un gran Estado benefactor de imposible financiación. Esa mayoría rehúye el conflicto y busca el appeasement con el nacionalismo, cuyos excesos disculpa como pecadillos veniales. Alucina con el alarmismo de la derecha, que entiende como un puro delirio. No ve ningún peligro para España. Son las dos Españas.

Es la misma mayoría que rechaza de plano las malas noticias. Sobre cómo financiar las pensiones, por ejemplo. O cómo atender el funcionamiento de nuestro Estado del Bienestar, asunto que obligó al Tesoro a endeudarse el año pasado en casi 30.000 millones, cifras que se van añadiendo a una deuda escandalosa. La gente quiere que el Estado le atienda gratis total en todas sus necesidades, y la clase política se aplica con gusto a satisfacerle. ¿Los ciudadanos quieren deuda? Pues venga deuda, vayan días y vengan ollas. Alguien lo pagará, o no. Nadie quiere problemas. Y si ese alguien intenta explicar la situación del déficit, de la deuda pública o de Cataluña, lo ignoran cuando no directamente lo acantean. La mayoría silenciosa no quiere saber. No va con ellos. Por eso Sánchez lo ha tenido fácil: se trataba de no alarmar a nadie y apaciguar a todos con un buenismo plagado de lugares comunes, tal que la igualdad, el futuro, la justicia social y por ahí. Y de mirar hacia otra parte cuando el monstruo que amenaza el sesteo del día a día se presenta ante Juan Español en pelota picada. Los mítines de Sánchez.
De la pesadilla podría sacarnos con ventaja una coalición de Gobierno PSOE-Cs, una fórmula que daría estabilidad a la legislatura y sobre todo mantendría bien atado a Sánchez"
Esa mayoría de izquierda, tan asustadiza con los discursos de Vox, no ha movido una ceja ante el espectáculo del temible Robespierre de Podemos que, dispuesto a llevar a cabo la revolución de los pobres, ha empezado por hacerla en su propio beneficio comprándose una mansión en Galapagar valorada en 1,2 millones. Podemos ha perdido 29 escaños y un millón largo de votos, pero lo asombroso es que haya conservado hasta 42 tras un episodio que aúna desfachatez e insulto a la inteligencia ajena en las dosis oportunas. Es la tipología del español medio, adecuadamente macerado durante años por el discurso del buenismo zapateril mediante el bombardeo de unos medios de comunicación y una cultureta en general controlada por la izquierda progre. Iglesias es uno de los grandes derrotados del domingo, aunque el partido que a él le interesa está por jugar: consiste en pegarse como una lapa al próximo Gobierno Sánchez, con mano en la gestión de la política económica. La amenaza de más gasto público y más impuestos está presente como nunca. Un cóctel explosivo para una economía en desaceleración y en un entorno internacional muy adverso, con el binomio déficit/deuda llamado a presionar más pronto que tarde sobre la prima de riesgo. Es la gran preocupación del mundo empresarial, en general, y de las clases medias, en particular. 

La imposible coalición PSOE-Ciudadanos


De la pesadilla podría sacarnos con ventaja una coalición de Gobierno PSOE-Ciudadanos, una fórmula que daría estabilidad a la legislatura y sobre todo mantendría bien atado a Sánchez por el ronzal de sus desatinos, porque Cs impondría cordura en la gestión pública y confianza en la aplicación de la ley ante los desmanes del separatismo. Sea como fuere, ese pacto parece muy difícil a día de hoy, desde luego imposible antes de las municipales y autonómicas del 26 de mayo, momento en que habrá que estar atentos a la labor de zapa de la gran banca sobre Albert Rivera, y de Bruselas sobre Sánchez. La presión podría llegar a ser insoportable para el líder naranja. Curiosa la forma en que algunos medios de la derecha presionan a Cs para que acepte un sacrificio que, sin embargo, no reclaman de Casado y al PP. Como ayer aseguraba aquí Álvaro Nieto, “Rivera tiene que elegir: o la estabilidad de España o un posible futuro más halagüeño para él y su partido”. Al margen del desdén que ambos se profesan, ocurre que el líder de Cs está metido de hoz y coz en una operación de gran calado consistente en protagonizar el reagrupamiento del centro derecha español bajo las siglas de Cs y su personal caudillaje, lo cual implica terminar de enterrar a un PP cuyo futuro quedó el domingo seriamente comprometido.

Reinar sobre ese cadáver es ahora mismo algo más que una simple ensoñación para Cs. Y entrar a formar parte de un Gobierno de Sánchez supondría desviar el tiro de la escopeta naranja comprometiendo la operación. Pocas veces un político en el comienzo de su carrera habrá sido objeto de un castigo tan inmerecido como el recibido el domingo por Pablo Casado. Una monumental patada a Rajoy en el culo de Casado. El gallego indolente ha dejado el PP convertido en un montón de escombros, a pesar de lo cual el palentino lo ha sacado a lucir palmito en un par de mítines. 
Inexplicable. Mucho se ha escrito aquí sobre la conducta de un personaje que empezó expulsando del partido a liberales y conservadores (congreso de Valencia) y terminó sirviendo en bandeja a Sánchez (“Dimita, señor Rajoy, y la moción de censura habrá terminado”) el Gobierno de España. En el pecado de no haber entrado en Génova con el lanzallamas lleva Casado su penitencia. 
     
Las incertidumbres son numerosas. Cuando amenaza mar gruesa por la proa, es obligado ponerse a la capa. Empezando por Cataluña, “una sociedad rota e irrespirable, cuyos medios de comunicación, públicos y privados, siguen intentando exprimir un golpe de Estado que continúan jaleando; una forma de excepción democrática, una absoluta anomalía donde los espacios públicos siguen tomados por los separatistas” (Juan Carlos Girauta). Aunque ha logrado un total de 1.626.001 votos, cifra equivalente al 39,38% del sufragio, el separatismo catalán ha subido su representación en el Congreso de 17 a 22 diputados, mientras que el nacionalismo vasco ha pasado de 7 a 10. No menos preocupante es la deriva económica. No hay margen para aumentar gastos y subir impuestos en un contexto de desaceleración, en el actual escenario internacional y con un déficit estructural alto. ¿Qué Gobierno formará Sánchez? Ninguna de las dos fórmulas que se han barajado –el gabinete monocolor, con apoyos puntuales en la Cámara, o un Ejecutivo en el que podría entrar Podemos- se antojan equipaje suficiente como para aguantar cuatro años de legislatura, con envites tan cruciales por delante como el del separatismo o el puramente económico.

Que los riesgos por delante sean muchos y muy graves para el país no debe justificar, en modo alguno, el encastillamiento en posiciones desmesuradas o fatalistas"
 Conociendo al personaje (capaz de sorprender al personal por cualquier registro inesperado), la derecha debe hacerse a la idea de que tiene Pedro Sánchez al menos para cuatro años, que serán ocho a poco que se despiste y demore esa inexcusable refundación en un único centro derecha liberal, está por ver si protagonizada por Cs sobre las cenizas del PP o mediante cualquier otra fórmula. En condiciones de máxima movilización de la izquierda, la diferencia entre bloques (suma de votos de PSOE y Podemos, por un lado, y PP, Cs y Vox, por otro) es apenas de 44.000 votos en números redondos. Esta eliminatoria tiene partido de vuelta, y se jugará dentro de 26 días. Que los riesgos por delante sean muchos y muy graves para el país no debe justificar, en modo alguno, el encastillamiento en posiciones desmesuradas o fatalistas. A lo largo de su historia, España ha atravesado situaciones mucho más complicadas, mucho más dramáticas, que ha sabido sortear (a veces con sangre, cierto) para llegar con bien hasta aquí. Sánchez ha ganado limpiamente las generales y tiene todo el derecho en democracia a dirigir la acción de Gobierno, faltaría más, mientras la oposición tiene la obligación de hacer examen de conciencia y proponer soluciones de futuro que convenzan cuanto antes a una mayoría de españoles. Lejos de nosotros los estériles derrotismos. La España constitucional es mucho más fuerte de lo que creen sus enemigos.


                                                                                             JESÚS CACHO   Vía VOZ PÓPULI

lunes, 29 de abril de 2019

VALORES EUROPEOS

Un análisis de la actualidad internacional a través de artículos publicados en medios globales seleccionados y comentados por la revista 'CTXT'


Una intervención artística callejera en protesta de la subida de los alquileres en Berlín subraya el alto costo del metro cuadrado en la ciudad.

Una intervención artística callejera en protesta de la subida de los alquileres en Berlín subraya el alto costo del metro cuadrado en la ciudad. Getty Images


El ciclo electoral no se termina este domingo. Después del 28-A viene el 26-M. El último domingo de mayo se vota la formación del próximo Parlamento Europeo bajo la sombra, cada vez más alargada, de la ultraderecha. Desde las páginas de la edición europea de Politico, Hans Kundnani dedicó una columna a la muy utilizada pero poco analizada expresión de “valores europeos”. “En una época en la que la Unión Europea está amenazada desde el interior y desde el exterior, la idea es particularmente tentadora”, escribía Kundnani. “Eleva a la UE de entidad que simplemente persigue sus propios intereses, como hace cualquier otro Estado o grupo de estados, y la convierte en una ‘potencia normativa’ de la que se puede decir creíblemente que está haciendo del mundo un lugar mejor”, desarrollaba el analista de Chatham House. Sin embargo, “no parece ocurrírseles a quienes hablan de ‘valores europeos’ que la idea es en cierto modo hungtintoniana” ya que “sugiere que la política internacional es un ‘choque de civilizaciones’ en la que las líneas de fractura son culturales.”

¿Existen los ‘valores europeos’?, se preguntaba Kundnani. La respuesta no será del gusto de muchos: para este autor, estos valores “tendrían que ser unos que, por una parte, uniesen a los europeos, y, al mismo tiempo, fuesen distintos de los valores mantenidos en otras partes del mundo”. “Los europeos pueden colectivamente creer en la democracia, por ejemplo”, continuaba, “pero aparte de la cuestión obvia de que no son los únicos, es difícil afirmar que la democracia es un valor específicamente ‘europeo’”, ya que, entre otros motivos, “una de las principales críticas a la UE es que es antidemocrática.”


Cuestiones ideológicas aparte, el político conservador bávaro Manfred Weber presentó el martes en Atenas oficialmente su candidatura a la presidencia de la Comisión Europea. En una entrevista para Polska Times , Weber reiteró su oposición a la construcción del Nord Stream 2 por considerarlo contrario a los intereses de la UE y relativizó una vez más la influencia alemana en Bruselas. “No soy el candidato alemán a la presidencia de la Comisión Europea, sino el candidato del Partido Popular Europeo”, insistió. El periódico austríaco Kurier avanzaba otras medidas controvertidas de Weber: incrementar la plantilla de Frontex en 10.000 agentes hasta el año 2022 y dotar a la agencia de control de fronteras de equipos de vigilancia más modernos, convertir a Europol en un “FBI europeo”, poner fin a las negociaciones para la adhesión de Turquía, promover la creación de cinco millones de puestos de empleo y combatir la escasez de viviendas en el bloque. Sus principales contrincantes serán el socialdemócrata holandés Frans Timmersmans y la liberal danesa Margrethe Vestager.

#FreeOlaBini


Inmediatamente después de la detención de Julian Assange, Ecuador arrestó en el aeropuerto de Quito al informático sueco Ola Bini, acusado de haber atacado los sistemas informáticos del país. Según el gobierno de Lenín Moreno, éste lo hizo por instrucción del propio editor de WikiLeaks, a quien visitó repetidamente en la embajada ecuatoriana en Londres. La ministra del Interior ecuatoriana, María Paula Romo, fue más lejos al asegurar que la detención se enmarca en una operación para prevenir que el país se convierta en un centro del “espionaje y la piratería” digitales.

Las autoridades ecuatorianas incautaron varios ordenadores portátiles, iPads, iPods, lápices de memoria USB encriptados y tarjetas de crédito. Su arresto, como recogía The New York Times, “ha causado una ola de protesta de activistas de los derechos humanos a defensores de la seguridad digital que afirman que no existe ninguna prueba que lo incrimine en el delito de que se lo acusa.” También lo respalda el enviado especial de la ONU para la libertad de expresión, David Kaye. Los abogados de Bini han comunicado a los medios que las autoridades ecuatorianas les denegaron el acceso a su cliente durante 17 horas, no le informaron de los cargos de que se lo acusa ni le proporcionaron un traductor, como requiere la ley, además de haber recibido numerosas amenazas. El colaborador de WikiLeaks y desarrollador de software permanecerá en custodia policial durante 90 días a la espera de juicio. Sus amigos han abierto una página y un perfil en Twitter para reclamar a Ecuador su liberación. El economista griego Yanis Varoufakis, la escritora india Arundhati Roy, el músico británico Brian Eno y el filósofo Noam Chomsky, entre otros intelectuales, han firmado una carta de protesta, informaba el diario sueco Aftonbladet.

Chelsea Manning en una conferencia en Montral, Canadá en mayo de 2018.
Chelsea Manning en una conferencia en Montral, Canadá en mayo de 2018. AFP
Mientras tanto, la exsoldado Chelsea Manning sigue detenida por negarse a colaborar con la justicia, que la investiga por conspirar para acceder a información confidencial de los ordenadores del Pentágono, “uno de los signos más claros de que los fiscales están todavía investigando a Assange y WikiLeaks y reuniendo cargos”, indica BuzzFeed. “No me rendiré”, declaró a través de un comunicado Manning, que fue detenida el pasado 8 de marzo y, como Bini, cuenta con una página de crowdfunding para financiar su defensa.

“El drama de Julian Assange es que es australiano y no ruso”, escribía del principal protagonista de esta historia el director adjunto del digital francés Marianne, Jack Dyon. No sin sarcasmo, aseguraba que si Assange “hubiera estado perseguido por el Kremlin, el fundador de WikiLeaks estaría considerado en Occidente como un espíritu independiente, un valeroso disidente que rechaza plegarse a la razón de Estado, el sucesor de Solzhenitsyn, el descendiente de los refuzniks, el símbolo de la libertad perseguida”, los medios “cantarían a su gloria” y “Bernard-Henri Lévy se instalaría en un hotel de lujo en Moscú para proclamar a los cuatro vientos su solidaridad plena y entera […] Los gobiernos se disputarían el honor de ofrecerle derecho de asilo, su cara estaría en una pancarta en la fachada del Hôtel de Ville de París y Anne Hidalgo apagaría las luces de la Torre Eiffel para pedir su liberación.” La mayoría de medios de comunicación han optado por condenar a Julian Assange “por su imprudente revelación de cómo podrían estar gastando su tiempo libre.” Esto último lo publicó días atrás The Onion, un semanario satírico estadounidense.

Las causas materiales del populismo


El próximo 9 de noviembre se celebran 30 años de la caída del muro de Berlín. Como hace cinco, diez y quince años –y seguramente como dentro de cinco, diez y quince años–, volveremos a ver en prensa y televisión las imágenes de las multitudes frente a la Puerta de Brandeburgo para contemplar los fuegos artificiales y recibir ese concepto tan difuso en labios de según quién que es “la libertad”. ¿Y después? De los “paisajes floridos” que prometió el entonces canciller Helmut Kohl muchos alemanes orientales sólo alcanzaron a oler el perfume de gardenias podridas. Las 8.500 empresas estatales de la República Democrática Alemana (RDA) fueron situadas bajo la administración de la Treuhandanstalt, una agencia encargada de su privatización. Mucho se ha escrito de su gestión, por la cual dos millones y medio de trabajadores fueron despedidos, engrosando la lista de parados. En lo económico, una comisión del Bundestag de 1998 cifró entre 3 y 10 mil millones de marcos los daños causados por los numerosos casos de fraude y desfalco, siendo uno de los más sonados el del equivalente a 47 millones de euros en sobornos pagados por la francesa Elf Aquitaine para hacerse con una refinería en Schwedt. Según Die Zeit, La Izquierda quiere ahora que se cree una nueva comisión parlamentaria para investigar las actividades de Treuhand al considerar los resultados de las anteriores investigaciones como insuficiente (algunas actas, por ejemplo, nunca se hicieron públicas). “El trauma no está superado”, afirmó el presidente del grupo parlamentario de La Izquierda, Dietmar Bartsch.

Para la creación de la comisión, el partido necesitará sin embargo el apoyo del resto de formaciones representadas en la cámara, que hasta la fecha no parecen muy dispuestas a “levantar la enorme alfombra de Treuhand”, como la describió el propio Bartsch. “El daño causado por Treuhand es hasta el día de hoy una de las causas principales del atraso económico en el Este y de la frustración política en muchos lugares”, explicó el político de La Izquierda en una evidente referencia al ascenso de Alternativa para Alemania (AfD). Como recordó Junge Welt unos días después, el próximo 1 de septiembre se celebran elecciones en los estados federados de Brandeburgo y Sajonia, y el 27 de octubre, en Turingia, los tres pertenecientes a la extinta RDA. ¿Pero quién quiere oír hablar de causas materiales del fenómeno pudiéndolo atribuir a un puñado de “bots rusos”? Euractiv, por cierto, se hizo eco de la noticia publicada por varios medios alemanes de que el próximo 11 de mayo Steve Bannon asistirá en Berlín a una conferencia sobre medios organizada por AfD, en la que también participará el líder del Partido del Brexit, Nigel Farage.

Berlín contra la gentrificación


Quienquiera que haya estado un primero de mayo de estos últimos años en Berlín sabe que en algunos distritos se respiran aires de disturbio. La gentrificación, como casi en todas partes, ha modificado la composición social de los barrios berlineses y amortiguado las pasiones por el alzamiento de barricadas y la insurrección. En 1999, en unos pocos días hará veinte años, Atari Teenage Riot (ATR), como otras bandas, da un concierto subida a la parte trasera de un camión. Mientras el grupo de digital hardcore interpreta una de sus canciones más conocidas, Revolution action!, los antidisturbios comienzan a cargar contra los manifestantes. La cosa empeora. La policía dispara gases lacrimógenos. “Fuck the police!”, grita el cantante de ATR, Alec Empire. Cargas, porrazos, empujones. Empiezan a volar las piedras y las botellas. Batalla campal. Caos.Todo ello mientras el grupo sigue tocando como si nada. Sus integrantes terminan detenidos.

“En Alemania se hablaba por aquella época de entrar en la guerra de Kosovo, era todo muy emocional, creíamos firmemente que Alemania no debía de volver a participar en una guerra debido a la historia del país, que no debía implicarse en una guerra de agresión […] es muy discutible pensar que se pueden arrojar bombas en un país y la situación mejorará”, relataría años después Alec Empire. “En la manifestación se perdió por completo el control, recuerdo que la gente nos pedía que parásemos de tocar, porque era casi como arrojar gasolina al fuego”, continuaba, “fue todo muy intenso, pero esa era la idea de ATR, salir de las salas de concierto y de los clubes de música.” El último disco del grupo –ahora formado por Nic Endo, CX KiDTRONiK y Rowdy Superstar– fue Reset (2015). La manifestación del 1 de mayo en Berlín de este año, informaba el Berliner Zeitung, recorrerá el barrio de Friedrichshain bajo el lema “contra la ciudad de los ricos”.


                                                                                          ÁNGEL FERRERO  Vía EL PAÍS

CIEN AÑOS DE SOLEDAD




Como decía José Arcadio Buendía, "lo esencial es no perder la orientación". La primera tarea del nuevo Gobierno debería ser el diseño de una política social apoyada en la estabilidad presupuestaria y un crecimiento sostenible


Una manifestación de parados.

Una manifestación de parados


España afronta la formación de un nuevo Gobierno en un entorno marcado por la incertidumbre política y la desaceleración económica global y nacional. El primer trimestre de 2019 ha confirmado las expectativas a la baja en crecimiento del PIB, generación de empleo y exportaciones. En concreto, la tasa de paro aumentó hasta situarse en el 14,7%, tras incrementarse el número de desempleados en 49.000 personas, su peor registro trimestral desde el año 2013, al tiempo que se destruían 96.100 puestos de trabajo en el sector privado. A su vez, las exportaciones se estancaron en febrero un 0,3% interanual, confirmando el cambio en la composición del crecimiento debido a la contribución negativa del sector exterior, tras dos años de aportación positiva. Por su parte, en la demanda interna se moderan el consumo privado y la inversión, mientras que el gasto público, con unos Presupuestos Generales del Estado prorrogados, repunta con fuerza vía Real Decreto Ley.
Ha llegado el tiempo de consensuar una agenda de reformas estructurales con objetivos realistas que permitan dar respuesta a los problemas reales de la sociedad española
La evolución de la actual coyuntura económica española se debe principalmente a la ausencia de reformas estructurales, a las recientes decisiones de política económica, al deterioro de la seguridad jurídica, y al impacto de la ralentización del crecimiento en la UE. Por ello sorprende, ante la fragmentación política, que en el debate electoral haya estado ausente cómo España debería diseñar a futuro una política social apoyada simultáneamente por la estabilidad presupuestaria y un crecimiento sostenible, ante un entorno social, geopolítico y tecnológico en plena transformación. Por tanto, ha llegado el tiempo de consensuar una agenda de reformas estructurales con objetivos realistas que permitan dar respuesta a los problemas y retos de la sociedad española, destacando:
  • La elevada tasa de desempleo, principalmente juvenil y de larga duración, y la dualidad del mercado laboral que dificultan la reducción de los niveles de desigualdad en España, que en un 80% se explican por la falta de empleo.
  • La ineficiencia del sistema educativo y el elevado nivel de abandono escolar que condicionan la cohesión social al existir una elevada correlación entre paro juvenil y nivel de formación. A su vez, la globalización y la transformación digital están modificando el contexto socioeconómico mundial en el que gana protagonismo el talento, lo que exige la adaptación de la educación a los nuevos requerimientos y perfiles profesionales que demanda el mercado laboral.
  • Los elevados niveles de déficit y deuda públicos que reducen el margen de maniobra de la política fiscal ante una eventual crisis económica y que, a la vez, supeditan la sostenibilidad futura del Estado de Bienestar, especialmente ante la grave situación financiera de la Seguridad Social, carga que afrontarán las generaciones futuras.
  • El envejecimiento de la población, explicado por el aumento de la esperanza de vida y la reducida tasa de fecundidad (1,3 hijos por mujer) muy alejada de la de remplazo generacional (2,1), que tendrá efectos directos sobre el crecimiento económico, los avances en competitividad y la sostenibilidad financiera de la Seguridad Social, dado el progresivo incremento del gasto social en pensiones y en sanidad, especialmente a partir de 2025 con la jubilación de los baby boomers.
  • El excesivo peso de la economía sumergida (17,2% del PIB) por su impacto negativo sobre la capacidad de recaudación y financiación del Estado de Bienestar, al suponer una pérdida de ingresos públicos anuales de aproximadamente un 2% del PIB.
  • El retroceso de la productividad, principalmente por la reducida inversión en I+D+i y en actualización de las infraestructuras, la elevada dualidad y la menor adecuación del capital humano a las necesidades del mercado laboral, y el reducido tamaño medio de la estructura empresarial.
  • El peso de la industria en el PIB español, que se sitúa muy por debajo del objetivo fijado por la Comisión Europea de alcanzar en 2020 el 20% del PIB, al ser clave para la estabilidad del ciclo económico, la innovación, la internacionalización y la creación de empleo estable y de calidad.
  • El diseño de una transición energética que garantice una energía competitiva, suficiente y sostenible desde el punto de vista medioambiental, y que genere nuevas oportunidades de negocio, innovación y empleo.
  • La falta de estabilidad y la fragmentación regulatoria de nuestro país ya que no garantizan el principio de igualdad de los ciudadanos y deterioran la seguridad jurídica, lastrando la competitividad y el crecimiento de las empresas españolas.
  • La despoblación del mundo rural por su negativo impacto en la solidaridad interterritorial, y en la preservación del medio ambiente y del patrimonio cultural.

Como bien decía José Arcadio Buendía en Cien años de Soledad: “Lo esencial es no perder la orientación”. Sin embargo, no seguir esta máxima y dejar las cosas en manos del destino provocaron el fin de Macondo y de la estirpe de los Buendía, que no tuvo una segunda oportunidad sobre la tierra. Tomemos nota.


                                                                                ALICIA CORONIL  Vía VOZ PÓPULI

“Con Rivera, no”. Tres ganadores y dos perdedores

Tras tres años de desencuentros y desacuerdos, Pedro Sánchez y Albert Rivera, vuelven a coincidir en algo: el PSOE gobernará, pero no será con los votos ni con la ayuda de Cs


Foto: (Ilustración Raúl Arias)

(Ilustración: Raúl Arias)


En la sede del partido ganador, las consignas que coreó la militancia tuvieron en común la prevalencia de la palabra NO: desde el obligado “No es No”, que es ya grito de ordenanza del sanchismo y sirve para cualquier momento y ocasión, al rancio “No pasarán” de la guerra civil, o a ese “con Rivera, no” (que evoca el ¡Maura no! de 110 años atrás), que será la frase más recordada –también fue la más calculada- de la noche electoral.

Tras tres años de desencuentros y desacuerdos, Pedro Sánchez y Albert Rivera, vuelven a coincidir en algo: el PSOE gobernará, pero no será con los votos ni con la ayuda de Ciudadanos. Sánchez necesitaba, eso sí, dejar claro que el cordón sanitario no se lo pone Rivera a él, sino los militantes del PSOE a Rivera. De ahí el orquestado cántico.




El éxito en unas elecciones se mide por el cumplimiento del objetivo que cada cual se propone. En esta ocasión, el objetivo de Pedro Sánchez era conseguir un resultado que le garantizara la investidura sin depender obligatoriamente del apoyo de los independentistas. Objetivo alcanzado. Tras contar votos y escaños, no hay otro candidato viable a la presidencia que él. Su investidura en la segunda votación –en la que ya no se requerirá mayoría absoluta- es más que probable: para impedirla tendrían que unirse toda la derecha y todos los grupos nacionalistas de la Cámara para votar negativamente. Puede conseguirla sin necesitar otra cosa, en el peor de los casos, que algunas abstenciones de quienes han sido sus socios hasta ayer.

Sánchez reconoció la oportunidad, calculó bien los tiempos y, como suele hacer, se lanzó hacia el objetivo con determinación fiera y sin reparar en medios. Este triunfo es su cosecha.




El objetivo de Albert Rivera, abandonado el sueño macroniano y descartada por él mismo la opción de hacer carrera como bisagra, era disputar al PP el liderazgo político de la derecha. Su campaña se planteó de principio a fin con la única clave de compaginar un buen crecimiento propio con el máximo debilitamiento del Partido Popular, vigilando de reojo la crecida de Vox. Sánchez sólo fue el adversario de referencia en esa interna de la derecha.

Rivera también ha alcanzado su objetivo y ello le convierte en el segundo triunfador de estas elecciones. Más allá de su excelente resultado numérico –un millón de votos más y una ganancia de 25 escaños-, sale de este envite convertido en el líder virtual de la oposición al próximo gobierno de Sánchez. Con el PP en derribo por ruina (no sólo política, también financiera) y Vox frustrado en sus desmesuradas expectativas, Ciudadanos queda como el único faro encendido para el deprimido electorado de la derecha.

Entre el PP, Ciudadanos y Vox suman los mismos votos (11 millones) que obtuvo Mariano Rajoy en 2011. Están ahí para quien tenga la energía y la capacidad para encabezarlos. Rivera se pondrá desde hoy mismo a la tarea, y el primer paso será intentar hacerse con un puñado de alcaldías y presidencias autonómicas de gran valor simbólico. Por ejemplo, Madrid.

Tras el éxito de su estrategia, seguir especulando con la especie de que Rivera estará disponible para convertirse en socio subalterno de un gobierno de Sánchez es puro voluntarismo. Volar ese puente ha sido el núcleo de su oferta electoral. Conmigo no, ha repetido hasta el hartazgo. Sánchez le respondió haciendo gritar lo mismo a sus seguidores: con Rivera, no.

El objetivo de Iglesias era y es simplemente entrar en el próximo Gobierno (no él necesariamente, sino su partido). Sólo así podrá mantener en pie el dañado chiringuito que dirige sin que le pidan demasiadas explicaciones por su responsabilidad personal en una derrota sin paliativos. Su talento en esta campaña, como se vio en los debates, fue hacer de la debilidad una fortaleza: renunciar a competir con Sánchez para convertirse, le guste o no, en acompañante imprescindible.

Especular con la especie de que Rivera estará disponible para convertirse en socio subalterno de un gobierno de Sánchez es puro voluntarismo

También ese objetivo ha quedado encarrilado. Lo tomas o lo dejas: sin Podemos, no habrá investidura. Y sin gobierno de coalición, no habrá apoyo de Podemos... Cuatro años acarreando votos en el Parlamento para que Sánchez se luzca en solitario en el Gobierno sin contrapeso alguno es algo que Iglesias ya no puede permitirse.

Así pues, la noche electoral dejó tres ganadores: Sánchez, Rivera e Iglesias. Sus resultados han sido muy dispares, pero cada uno de ellos tiene lo que quería.

El perdedor por excelencia es el PP. Lo suyo puede calificarse sin exageración como un siniestro catastrófico, de muy dudosa recuperación en el futuro previsible. El partido que presume de haber sacado a España de la crisis económica se ha dejado por el camino la friolera de seis millones y medio de votos en dos plazos: la mitad en 2015 y la otra mitad ahora. Y se ha quedado tiritando entre dos adversarios, Ciudadanos y Vox, dispuestos a devorar sus restos.

El PP ha pagado una triple factura. La de la corrupción es, sin duda, la más costosa (espero que después de esto nadie vuelva a decir que en España la corrupción no tiene castigo electoral). La segunda factura es la de su gestión del conflicto de Cataluña y, singularmente, del 1 de octubre. La tercera es entregar el poder a Sánchez sin ofrecer otra resistencia visible que un bolso en un escaño presidencial vacío.

La mochila de Rajoy ha sido pesadísima, pero es también inocultable el fracaso personal de Casado. Sencillamente, no ha logrado que crean en él

Todos esos hechos indignaron a la base social del PP, sumiéndola en un estado de aturdimiento del que aún no ha salido. Entre otras cosas, porque nadie ha ofrecido una explicación satisfactoria ni ha sido capaz de liderar convincentemente un nuevo emprendimiento político.

La mochila de Rajoy ha resultado ser pesadísima, pero es también inocultable el fracaso personal de Pablo Casado. Sencillamente, no ha logrado que crean en él. Como punto de partida de un proyecto de recuperación política, aquel congreso de julio del 18 fue un acto fallido. Lo malo es que ahora el PP se ve como el equipo que tiene que jugar la segunda parte de una final con 2-0 en contra, dos tarjetas rojas y todos los cambios agotados. Su perspectiva de volver al poder es lejana; su liderazgo de la oposición, sometido a una OPA hostil; y puede que esté en peligro su subsistencia a medio plazo.




Hace 72 horas, la noticia más proclamada y temida de estas elecciones era la irrupción incontenible de la extrema derecha. Leer la prensa europea anunciando el apocalipsis en España daba miedo. Finalmente, el ciclón se ha quedado en marejada. 24 diputados que no condicionan a ningún gobierno ni liderarán ninguna oposición (aunque volverán a hacerse presentes en ayuntamiento y comunidades el 26 de mayo). Vox es la novedad, pero no la noticia de las elecciones.

Los estudios postelectorales demostrarán que quien los ha frenado han sido las mujeres, actuando en defensa propia. Gracias otra vez.


                                                                    IGNACIO VARELA  Vía EL CONFIDENCIAL

domingo, 28 de abril de 2019

El rencor y la furia: la sed de venganza que pudre la política

La democracia está rota. El final de las ideologías anuncia un mundo caótico en el que el pensamiento crítico está arrinconado. Triunfan la demagogia y la falsa polarización


Foto:


Nietzsche lo llamó la 'moral del rencor' o 'moral de esclavos', que se producía cuando la "casta inferior", como él la denominó, tenía una imagen deformada de la realidad fruto del odio y del resentimiento que sentía hacia la otra casta que se consideraba superior.

El filósofo danés Georg Brandes, probablemente su mejor intérprete, sostenía, por su parte, que ese comportamiento no era más que "una forma de venganza". Ambos se consideran seguidores de Teognis, el filósofo griego que construyó su discurso en torno a la moral individual frente a la colectiva, por lo que para muchos es la base de la teoría del superhombre que defendía Nietzsche. Y que en su formulación actual tiene que ver con lo que hoy se llama 'empoderamiento', que tiende a individualizar los comportamientos sociales frente al interés general o colectivo.

Cada individuo, mirándose al ombligo, se considera el centro del universo aún a costa del saber académico y de la razón. Como ha escrito el profesor Vallespín, la democracia está desnuda cuando se desvanece la 'auctoritas', el viejo principio romano que legitimaba las instituciones a partir de la experiencia y el conocimiento. Hoy los alumnos dan clase a sus profesores y cualquier recién llegado a la política tiene una teoría del Estado que convierte a Maquiavelo en un advenedizo.

Hay odio, hay resentimiento, pero también existen enormes dosis de rencor y de sentimiento de venganza hacia el adversario político.

 Los tres filósofos, en todo caso, son el eje de lo que el propio Brandes denominaba "pensamiento aristocrático", y que Stuart Mill quiso desmontar desde el utilitarismo, cuyo fin consiste, precisamente, en dar a los hombres tanta felicidad y tan poco sufrimiento como sea posible sin aspirar a planteamientos irracionales. Es por eso por lo que el pensador inglés puso empeño en demostrar cómo el sentimiento de justicia se ha desarrollado a partir del deseo animal de venganza por un daño o una pérdida, mientras que Eugen Dühring lo que intentó fue fundamentar el derecho penal sobre el deseo de venganza.

Una polarización artificial


La política española comienza a tener un poco de todos ellos. Hay odio, hay resentimiento, pero también hay enormes dosis de rencor y de sentimiento de venganza hacia el adversario político a quien se desprecia por sus ideas. Nunca antes una campaña había estado tan artificialmente polarizada.

Muchos de los mítines de esta extraña campaña electoral —y no solo por la irrupción de un partido como Vox— tienen que ver con lo peor del comportamiento humano, cuando la furia ideológica se impone a la razón y a los hechos ciertos. Incluso, a la ilustración. Probablemente, por la influencia de élites —eso que el propio Nietzsche llamaba "'radicalismo aristocrático" que entienden la política como un campo de batalla en el que se impone la estrategia de la tierra quemada.

O todo o nada. Y que ha afectado sin remedio a todos los líderes políticos una vez instalados en el poder. Sin duda, porque el sistema de listas cerradas es un incentivo negativo para compartir el poder y lo concentra en el líder del partido, que es quien decide los candidatos a ocupar una poltrona. El ganador se lo lleva todo.

La industria del todo o nada es lo que puede explicar la beligerancia de esta campaña, en la que se ha visibilizado como en ninguna el 'procés'

¿El resultado? España —o, mejor dicho, sus élites— han recuperado la vieja idea de las dos Españas, que es lo mismo que jugar con fuego en un país acostumbrado como pocos a las guerras fratricidas. Y que la Constitución del 78 intentó superar con talento y un indudable sentido de la tolerancia y de la convivencia que hoy ha desaparecido en el discurso de las élites y de sus asesores de imagen, que han construido la campaña sobre la base de un falso antagonismo que se resume en una frase muy célebre: 'Hay dos tipos de espíritus revolucionarios, aquellos que instintivamente se sienten inclinados hacia Bruto, y los que de esa misma manera instintiva se sienten inclinados hacia César'.

La bandera, siempre la bandera


O tirios y troyanos. O rojos o azules. O los de arriba o los de abajo. Las falsas fronteras que han levantado todos los dictadores mediante la construcción de un enemigo exterior común que presuntamente intenta liquidar la paz interior, que en realidad era la paz de los cementerios, y que en España, y esta es la gran novedad de esta campaña, tiene a la bandera como telón de fondo. En ningún país de Europa, como en España, la bandera se sitúa en el centro del debate político, lo cual sigue siendo la principal diferencia de la democracia española respecto de medio mundo.

La industria del todo o nada es lo que puede explicar la beligerancia de esta campaña, la primera en la que se ha podido visibilizar con claridad en el conjunto del Estado la influencia de la cuestión catalana y del 'procés' en el sistema político. Hasta el extremo de poner en duda la gobernabilidad futura del país si los partidos cumplen sus amenazas. Cataluña, desgraciadamente, seguirá marcando la agenda política de España durante muchos años, incluso si uno de los bloques resulta ganador con mayoría absoluta, lo cual es una auténtica catástrofe en un mundo que avanza inexorablemente de la mano de las nuevas tecnologías y de la globalización, y que no esperará a España para seguir progresando.

Las ideologías, que han traído los mayores horrores del siglo XX, son hoy irrelevantes en un mundo roto por la fragmentación del discurso político

Pero también la campaña ha introducido un factor nuevo que ni siquiera emergió en 2015, cuando Ciudadanos y Podemos rompieron el tablero político y pusieron fin a casi cuatro décadas de bipartidismo imperfecto. Y que tiene que ver con la ruptura de ese perímetro que son las ideologías, que constituyen el espacio ordenado del debate político porque introducen coherencia y racionalidad. Y que cuando se liquidan solo emerge el fanatismo y la intolerancia.

Las ideologías, que han traído los mayores horrores del siglo XX, son hoy, sin embargo, irrelevantes en un mundo roto por la fragmentación del discurso político debido a la eclosión de las redes sociales, que han acabado con el monopolio de los medios de comunicación tradicionales a la hora de informar. Convirtiendo la política en un juego de agravios en los que todos se sienten víctimas del Gobierno de turno. Algo que explica el nacimiento de líderes —Trump, Orban, Salvini…— construidos sobre las cenizas de viejas democracias que han ninguneado a los perdedores de la globalización y de la revolución tecnológica, y que hoy se echan en manos de demagogos profesionales cuyo único interés es pasar a la historia como los elegidos para salvar a la gente corriente.

El resultado es una falsa polarización de la política que, en realidad, no es fácil encontrar en la sociedad, y que se basa, de nuevo, en el todo o nada, en la victoria o la derrota gracias a que la digitalización permite cuantificar las opiniones de una manera inédita confeccionando banderines de enganche aparentemente ideológicos que esconden algo muy distinto que el interés ciudadano en participar en la cosa pública. Y que, por el contrario, anima a muchos a participar en la vida política como si se tratara de un partido de fútbol o de una competición atlética sin que los aspectos cualitativos tengan alguna importancia.



Eso que se ha llamado democracia demoscópica bebe mucho de esta tendencia, que consiste en poner de moda un determinado movimiento porque refleja la pulsión primaria de la gente.

El éxito y el fracaso


El propio Nietzsche lo dejó por escrito de forma lúcida. "El éxito", sostenía el pensamos alemán, "da frecuentemente a un hecho un honrado esplendor; el fracaso, por el contrario, sombrea con el remordimiento el acto más respetable. De allí nació la conocida práctica del político que dijo: Dadme solamente el éxito; con él pondré de mi lado a todas las almas honradas, y me haré honrado ante mis propios ojos. Todavía hoy, bastantes hombres cultos piensan que la victoria del cristianismo sobre la filosofía griega es prueba concluyente de la verdad del primero, aun cuando en este caso no haya existido sino el triunfo de la grosería y de la violencia sobre la inteligencia y la delicadeza".

La consecuencia vuelve a ser que la ausencia de equilibrio se impone frente a la mesura. Todo o nada. España o el caos

La consecuencia vuelve a ser que la ausencia de equilibrio se impone frente a la mesura. Todo o nada. España o el caos. Conceptos terribles que representan lo peor de la condición humana son hoy trivializados como si las palabras fueran huecas. Como si llamar a alguien fascista o 'nazionalista', introduciendo esa zeta como un mensaje que no tiene nada de subliminal, como si fueran inocuos.

Todo es tan disparatado que a tenor de lo que se puede leer hoy en innumerables lugares, sobre todo en las redes sociales, habrá más de uno que piense que las calles de Madrid o de Barcelona, donde gobiernan esos "comunistas", están sembradas de checas. O que la marcha de los camisas negras no ha hecho más que comenzar este 28-A. La verdad, sin embargo, es la contraria. Hoy España votará en paz.


                                                                               CARLOS SÁNCHEZ   Vía EL CONFIDENCIAL