Un análisis de la actualidad internacional a través de artículos publicados en medios globales seleccionados y comentados por la revista 'CTXT'
El ciclo electoral no se termina este domingo. Después del 28-A viene
el 26-M. El último domingo de mayo se vota la formación del próximo
Parlamento Europeo bajo la sombra, cada vez más alargada, de la
ultraderecha. Desde las páginas de la edición europea de Politico,
Hans Kundnani dedicó una columna a la muy utilizada pero poco analizada
expresión de “valores europeos”. “En una época en la que la Unión
Europea está amenazada desde el interior y desde el exterior, la idea es
particularmente tentadora”, escribía Kundnani. “Eleva a la UE de
entidad que simplemente persigue sus propios intereses, como hace
cualquier otro Estado o grupo de estados, y la convierte en una
‘potencia normativa’ de la que se puede decir creíblemente que está
haciendo del mundo un lugar mejor”, desarrollaba el analista de Chatham
House. Sin embargo, “no parece ocurrírseles a quienes hablan de ‘valores
europeos’ que la idea es en cierto modo hungtintoniana” ya que
“sugiere que la política internacional es un ‘choque de civilizaciones’
en la que las líneas de fractura son culturales.”
¿Existen
los ‘valores europeos’?, se preguntaba Kundnani. La respuesta no será
del gusto de muchos: para este autor, estos valores “tendrían que ser
unos que, por una parte, uniesen a los europeos, y, al mismo tiempo,
fuesen distintos de los valores mantenidos en otras partes del mundo”.
“Los europeos pueden colectivamente creer en la democracia, por
ejemplo”, continuaba, “pero aparte de la cuestión obvia de que no son
los únicos, es difícil afirmar que la democracia es un valor
específicamente ‘europeo’”, ya que, entre otros motivos, “una de las
principales críticas a la UE es que es antidemocrática.”
Cuestiones ideológicas aparte, el político conservador bávaro Manfred Weber presentó el martes en Atenas oficialmente su candidatura a la presidencia de la Comisión Europea. En una entrevista para Polska Times , Weber reiteró su oposición a la construcción del Nord Stream 2 por considerarlo contrario a los intereses de la UE y relativizó una vez más la influencia alemana en Bruselas. “No soy el candidato alemán a la presidencia de la Comisión Europea, sino el candidato del Partido Popular Europeo”, insistió. El periódico austríaco Kurier avanzaba otras medidas controvertidas de Weber: incrementar la plantilla de Frontex en 10.000 agentes hasta el año 2022 y dotar a la agencia de control de fronteras de equipos de vigilancia más modernos, convertir a Europol en un “FBI europeo”, poner fin a las negociaciones para la adhesión de Turquía, promover la creación de cinco millones de puestos de empleo y combatir la escasez de viviendas en el bloque. Sus principales contrincantes serán el socialdemócrata holandés Frans Timmersmans y la liberal danesa Margrethe Vestager.
Inmediatamente después de la detención de Julian Assange, Ecuador arrestó en el aeropuerto de Quito al informático sueco Ola Bini, acusado de haber atacado los sistemas informáticos del país. Según el gobierno de Lenín Moreno, éste lo hizo por instrucción del propio editor de WikiLeaks, a quien visitó repetidamente en la embajada ecuatoriana en Londres. La ministra del Interior ecuatoriana, María Paula Romo, fue más lejos al asegurar que la detención se enmarca en una operación para prevenir que el país se convierta en un centro del “espionaje y la piratería” digitales.
Las autoridades ecuatorianas incautaron varios ordenadores portátiles, iPads, iPods, lápices de memoria USB encriptados y tarjetas de crédito. Su arresto, como recogía The New York Times, “ha causado una ola de protesta de activistas de los derechos humanos a defensores de la seguridad digital que afirman que no existe ninguna prueba que lo incrimine en el delito de que se lo acusa.” También lo respalda el enviado especial de la ONU para la libertad de expresión, David Kaye. Los abogados de Bini han comunicado a los medios que las autoridades ecuatorianas les denegaron el acceso a su cliente durante 17 horas, no le informaron de los cargos de que se lo acusa ni le proporcionaron un traductor, como requiere la ley, además de haber recibido numerosas amenazas. El colaborador de WikiLeaks y desarrollador de software permanecerá en custodia policial durante 90 días a la espera de juicio. Sus amigos han abierto una página y un perfil en Twitter para reclamar a Ecuador su liberación. El economista griego Yanis Varoufakis, la escritora india Arundhati Roy, el músico británico Brian Eno y el filósofo Noam Chomsky, entre otros intelectuales, han firmado una carta de protesta, informaba el diario sueco Aftonbladet.
Mientras tanto, la exsoldado Chelsea Manning sigue detenida por
negarse a colaborar con la justicia, que la investiga por conspirar para
acceder a información confidencial de los ordenadores del Pentágono,
“uno de los signos más claros de que los fiscales están todavía
investigando a Assange y WikiLeaks y reuniendo cargos”, indica BuzzFeed.
“No me rendiré”, declaró a través de un comunicado Manning, que fue
detenida el pasado 8 de marzo y, como Bini, cuenta con una página de crowdfunding para financiar su defensa.
“El drama de Julian Assange es que es australiano y no ruso”, escribía del principal protagonista de esta historia el director adjunto del digital francés Marianne, Jack Dyon. No sin sarcasmo, aseguraba que si Assange “hubiera estado perseguido por el Kremlin, el fundador de WikiLeaks estaría considerado en Occidente como un espíritu independiente, un valeroso disidente que rechaza plegarse a la razón de Estado, el sucesor de Solzhenitsyn, el descendiente de los refuzniks, el símbolo de la libertad perseguida”, los medios “cantarían a su gloria” y “Bernard-Henri Lévy se instalaría en un hotel de lujo en Moscú para proclamar a los cuatro vientos su solidaridad plena y entera […] Los gobiernos se disputarían el honor de ofrecerle derecho de asilo, su cara estaría en una pancarta en la fachada del Hôtel de Ville de París y Anne Hidalgo apagaría las luces de la Torre Eiffel para pedir su liberación.” La mayoría de medios de comunicación han optado por condenar a Julian Assange “por su imprudente revelación de cómo podrían estar gastando su tiempo libre.” Esto último lo publicó días atrás The Onion, un semanario satírico estadounidense.
El próximo 9 de noviembre se celebran 30 años de la caída del muro de Berlín. Como hace cinco, diez y quince años –y seguramente como dentro de cinco, diez y quince años–, volveremos a ver en prensa y televisión las imágenes de las multitudes frente a la Puerta de Brandeburgo para contemplar los fuegos artificiales y recibir ese concepto tan difuso en labios de según quién que es “la libertad”. ¿Y después? De los “paisajes floridos” que prometió el entonces canciller Helmut Kohl muchos alemanes orientales sólo alcanzaron a oler el perfume de gardenias podridas. Las 8.500 empresas estatales de la República Democrática Alemana (RDA) fueron situadas bajo la administración de la Treuhandanstalt, una agencia encargada de su privatización. Mucho se ha escrito de su gestión, por la cual dos millones y medio de trabajadores fueron despedidos, engrosando la lista de parados. En lo económico, una comisión del Bundestag de 1998 cifró entre 3 y 10 mil millones de marcos los daños causados por los numerosos casos de fraude y desfalco, siendo uno de los más sonados el del equivalente a 47 millones de euros en sobornos pagados por la francesa Elf Aquitaine para hacerse con una refinería en Schwedt. Según Die Zeit, La Izquierda quiere ahora que se cree una nueva comisión parlamentaria para investigar las actividades de Treuhand al considerar los resultados de las anteriores investigaciones como insuficiente (algunas actas, por ejemplo, nunca se hicieron públicas). “El trauma no está superado”, afirmó el presidente del grupo parlamentario de La Izquierda, Dietmar Bartsch.
Para la creación de la comisión, el partido necesitará sin embargo el apoyo del resto de formaciones representadas en la cámara, que hasta la fecha no parecen muy dispuestas a “levantar la enorme alfombra de Treuhand”, como la describió el propio Bartsch. “El daño causado por Treuhand es hasta el día de hoy una de las causas principales del atraso económico en el Este y de la frustración política en muchos lugares”, explicó el político de La Izquierda en una evidente referencia al ascenso de Alternativa para Alemania (AfD). Como recordó Junge Welt unos días después, el próximo 1 de septiembre se celebran elecciones en los estados federados de Brandeburgo y Sajonia, y el 27 de octubre, en Turingia, los tres pertenecientes a la extinta RDA. ¿Pero quién quiere oír hablar de causas materiales del fenómeno pudiéndolo atribuir a un puñado de “bots rusos”? Euractiv, por cierto, se hizo eco de la noticia publicada por varios medios alemanes de que el próximo 11 de mayo Steve Bannon asistirá en Berlín a una conferencia sobre medios organizada por AfD, en la que también participará el líder del Partido del Brexit, Nigel Farage.
Quienquiera que haya estado un primero de mayo de estos últimos años en Berlín sabe que en algunos distritos se respiran aires de disturbio. La gentrificación, como casi en todas partes, ha modificado la composición social de los barrios berlineses y amortiguado las pasiones por el alzamiento de barricadas y la insurrección. En 1999, en unos pocos días hará veinte años, Atari Teenage Riot (ATR), como otras bandas, da un concierto subida a la parte trasera de un camión. Mientras el grupo de digital hardcore interpreta una de sus canciones más conocidas, Revolution action!, los antidisturbios comienzan a cargar contra los manifestantes. La cosa empeora. La policía dispara gases lacrimógenos. “Fuck the police!”, grita el cantante de ATR, Alec Empire. Cargas, porrazos, empujones. Empiezan a volar las piedras y las botellas. Batalla campal. Caos.Todo ello mientras el grupo sigue tocando como si nada. Sus integrantes terminan detenidos.
“En Alemania se hablaba por aquella época de entrar en la guerra de Kosovo, era todo muy emocional, creíamos firmemente que Alemania no debía de volver a participar en una guerra debido a la historia del país, que no debía implicarse en una guerra de agresión […] es muy discutible pensar que se pueden arrojar bombas en un país y la situación mejorará”, relataría años después Alec Empire. “En la manifestación se perdió por completo el control, recuerdo que la gente nos pedía que parásemos de tocar, porque era casi como arrojar gasolina al fuego”, continuaba, “fue todo muy intenso, pero esa era la idea de ATR, salir de las salas de concierto y de los clubes de música.” El último disco del grupo –ahora formado por Nic Endo, CX KiDTRONiK y Rowdy Superstar– fue Reset (2015). La manifestación del 1 de mayo en Berlín de este año, informaba el Berliner Zeitung, recorrerá el barrio de Friedrichshain bajo el lema “contra la ciudad de los ricos”.
ÁNGEL FERRERO Vía EL PAÍS
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Cuestiones ideológicas aparte, el político conservador bávaro Manfred Weber presentó el martes en Atenas oficialmente su candidatura a la presidencia de la Comisión Europea. En una entrevista para Polska Times , Weber reiteró su oposición a la construcción del Nord Stream 2 por considerarlo contrario a los intereses de la UE y relativizó una vez más la influencia alemana en Bruselas. “No soy el candidato alemán a la presidencia de la Comisión Europea, sino el candidato del Partido Popular Europeo”, insistió. El periódico austríaco Kurier avanzaba otras medidas controvertidas de Weber: incrementar la plantilla de Frontex en 10.000 agentes hasta el año 2022 y dotar a la agencia de control de fronteras de equipos de vigilancia más modernos, convertir a Europol en un “FBI europeo”, poner fin a las negociaciones para la adhesión de Turquía, promover la creación de cinco millones de puestos de empleo y combatir la escasez de viviendas en el bloque. Sus principales contrincantes serán el socialdemócrata holandés Frans Timmersmans y la liberal danesa Margrethe Vestager.
#FreeOlaBini
Inmediatamente después de la detención de Julian Assange, Ecuador arrestó en el aeropuerto de Quito al informático sueco Ola Bini, acusado de haber atacado los sistemas informáticos del país. Según el gobierno de Lenín Moreno, éste lo hizo por instrucción del propio editor de WikiLeaks, a quien visitó repetidamente en la embajada ecuatoriana en Londres. La ministra del Interior ecuatoriana, María Paula Romo, fue más lejos al asegurar que la detención se enmarca en una operación para prevenir que el país se convierta en un centro del “espionaje y la piratería” digitales.
Las autoridades ecuatorianas incautaron varios ordenadores portátiles, iPads, iPods, lápices de memoria USB encriptados y tarjetas de crédito. Su arresto, como recogía The New York Times, “ha causado una ola de protesta de activistas de los derechos humanos a defensores de la seguridad digital que afirman que no existe ninguna prueba que lo incrimine en el delito de que se lo acusa.” También lo respalda el enviado especial de la ONU para la libertad de expresión, David Kaye. Los abogados de Bini han comunicado a los medios que las autoridades ecuatorianas les denegaron el acceso a su cliente durante 17 horas, no le informaron de los cargos de que se lo acusa ni le proporcionaron un traductor, como requiere la ley, además de haber recibido numerosas amenazas. El colaborador de WikiLeaks y desarrollador de software permanecerá en custodia policial durante 90 días a la espera de juicio. Sus amigos han abierto una página y un perfil en Twitter para reclamar a Ecuador su liberación. El economista griego Yanis Varoufakis, la escritora india Arundhati Roy, el músico británico Brian Eno y el filósofo Noam Chomsky, entre otros intelectuales, han firmado una carta de protesta, informaba el diario sueco Aftonbladet.
“El drama de Julian Assange es que es australiano y no ruso”, escribía del principal protagonista de esta historia el director adjunto del digital francés Marianne, Jack Dyon. No sin sarcasmo, aseguraba que si Assange “hubiera estado perseguido por el Kremlin, el fundador de WikiLeaks estaría considerado en Occidente como un espíritu independiente, un valeroso disidente que rechaza plegarse a la razón de Estado, el sucesor de Solzhenitsyn, el descendiente de los refuzniks, el símbolo de la libertad perseguida”, los medios “cantarían a su gloria” y “Bernard-Henri Lévy se instalaría en un hotel de lujo en Moscú para proclamar a los cuatro vientos su solidaridad plena y entera […] Los gobiernos se disputarían el honor de ofrecerle derecho de asilo, su cara estaría en una pancarta en la fachada del Hôtel de Ville de París y Anne Hidalgo apagaría las luces de la Torre Eiffel para pedir su liberación.” La mayoría de medios de comunicación han optado por condenar a Julian Assange “por su imprudente revelación de cómo podrían estar gastando su tiempo libre.” Esto último lo publicó días atrás The Onion, un semanario satírico estadounidense.
Las causas materiales del populismo
El próximo 9 de noviembre se celebran 30 años de la caída del muro de Berlín. Como hace cinco, diez y quince años –y seguramente como dentro de cinco, diez y quince años–, volveremos a ver en prensa y televisión las imágenes de las multitudes frente a la Puerta de Brandeburgo para contemplar los fuegos artificiales y recibir ese concepto tan difuso en labios de según quién que es “la libertad”. ¿Y después? De los “paisajes floridos” que prometió el entonces canciller Helmut Kohl muchos alemanes orientales sólo alcanzaron a oler el perfume de gardenias podridas. Las 8.500 empresas estatales de la República Democrática Alemana (RDA) fueron situadas bajo la administración de la Treuhandanstalt, una agencia encargada de su privatización. Mucho se ha escrito de su gestión, por la cual dos millones y medio de trabajadores fueron despedidos, engrosando la lista de parados. En lo económico, una comisión del Bundestag de 1998 cifró entre 3 y 10 mil millones de marcos los daños causados por los numerosos casos de fraude y desfalco, siendo uno de los más sonados el del equivalente a 47 millones de euros en sobornos pagados por la francesa Elf Aquitaine para hacerse con una refinería en Schwedt. Según Die Zeit, La Izquierda quiere ahora que se cree una nueva comisión parlamentaria para investigar las actividades de Treuhand al considerar los resultados de las anteriores investigaciones como insuficiente (algunas actas, por ejemplo, nunca se hicieron públicas). “El trauma no está superado”, afirmó el presidente del grupo parlamentario de La Izquierda, Dietmar Bartsch.
Para la creación de la comisión, el partido necesitará sin embargo el apoyo del resto de formaciones representadas en la cámara, que hasta la fecha no parecen muy dispuestas a “levantar la enorme alfombra de Treuhand”, como la describió el propio Bartsch. “El daño causado por Treuhand es hasta el día de hoy una de las causas principales del atraso económico en el Este y de la frustración política en muchos lugares”, explicó el político de La Izquierda en una evidente referencia al ascenso de Alternativa para Alemania (AfD). Como recordó Junge Welt unos días después, el próximo 1 de septiembre se celebran elecciones en los estados federados de Brandeburgo y Sajonia, y el 27 de octubre, en Turingia, los tres pertenecientes a la extinta RDA. ¿Pero quién quiere oír hablar de causas materiales del fenómeno pudiéndolo atribuir a un puñado de “bots rusos”? Euractiv, por cierto, se hizo eco de la noticia publicada por varios medios alemanes de que el próximo 11 de mayo Steve Bannon asistirá en Berlín a una conferencia sobre medios organizada por AfD, en la que también participará el líder del Partido del Brexit, Nigel Farage.
Berlín contra la gentrificación
Quienquiera que haya estado un primero de mayo de estos últimos años en Berlín sabe que en algunos distritos se respiran aires de disturbio. La gentrificación, como casi en todas partes, ha modificado la composición social de los barrios berlineses y amortiguado las pasiones por el alzamiento de barricadas y la insurrección. En 1999, en unos pocos días hará veinte años, Atari Teenage Riot (ATR), como otras bandas, da un concierto subida a la parte trasera de un camión. Mientras el grupo de digital hardcore interpreta una de sus canciones más conocidas, Revolution action!, los antidisturbios comienzan a cargar contra los manifestantes. La cosa empeora. La policía dispara gases lacrimógenos. “Fuck the police!”, grita el cantante de ATR, Alec Empire. Cargas, porrazos, empujones. Empiezan a volar las piedras y las botellas. Batalla campal. Caos.Todo ello mientras el grupo sigue tocando como si nada. Sus integrantes terminan detenidos.
“En Alemania se hablaba por aquella época de entrar en la guerra de Kosovo, era todo muy emocional, creíamos firmemente que Alemania no debía de volver a participar en una guerra debido a la historia del país, que no debía implicarse en una guerra de agresión […] es muy discutible pensar que se pueden arrojar bombas en un país y la situación mejorará”, relataría años después Alec Empire. “En la manifestación se perdió por completo el control, recuerdo que la gente nos pedía que parásemos de tocar, porque era casi como arrojar gasolina al fuego”, continuaba, “fue todo muy intenso, pero esa era la idea de ATR, salir de las salas de concierto y de los clubes de música.” El último disco del grupo –ahora formado por Nic Endo, CX KiDTRONiK y Rowdy Superstar– fue Reset (2015). La manifestación del 1 de mayo en Berlín de este año, informaba el Berliner Zeitung, recorrerá el barrio de Friedrichshain bajo el lema “contra la ciudad de los ricos”.
ÁNGEL FERRERO Vía EL PAÍS
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