Han sido los Mossos d’Esquadra los que han aportado al juicio del 'procés' la conexión necesaria que exige el Código Penal para que los acusados puedan ser condenados por rebelión
Imagen capturada de la señal institucional del Tribunal Supremo del comisario de los Mossos d'Esquadra Ferran López. (EFE)
La violencia ya no es un concepto tan abstracto, tan impreciso, en la revuelta del independentismo, y han sido los Mossos d’Esquadra —¡quién lo iba a decir!— los que han aportado al juicio del 'procés' la conexión necesaria que exige el Código Penal
para que los acusados puedan ser condenados por rebelión. La
trascendental importancia de las declaraciones de los principales
responsables de los Mossos es que han desvelado en la vista oral que la violencia era una aliada imprescindible de la independencia de Cataluña, la más camuflada.
Ahora sabemos que, aunque los procesados nunca ejercieran por sí mismos ningún tipo de violencia, aunque se hayan fabricado durante años sus coartadas de pacifismo en redes sociales y mítines; a pesar de todo ello, contaban con la violencia como un factor indispensable para alcanzar el final de su hoja de ruta, la independencia de Cataluña, proclamada de forma unilateral. “Puigdemont dijo que si se producía ese escenario [de violencia] que preveíamos, en ese momento declaraba la independencia. Es una frase difícil de olvidar…”, dijo ayer Ferran López, que en aquellos días era el número dos de los Mossos d’Esquadra.
La duda, desde que se inició la instrucción del caso con el juez Llarena, estaba en que el Código Penal establece que, para que se dé el delito de rebelión,
no basta con “declarar la independencia de una parte del territorio
nacional” sino que, además, tiene que realizarse mediante un alzamiento “público y violento”. De las tres premisas, dos están claras, la declaración de independencia de Cataluña
y el alzamiento público, pero cómo se puede acusar a los procesados de
promover la violencia si pueden exhibir numerosos testimonios, mensajes y
discursos en los que siempre hacen un llamamiento a las vías pacíficas.
De forma constante, con cada testigo que acude al juicio del 'procés', las defensas de los acusados repiten el mismo patrón: la desvinculación de la declaración unilateral de independencia (DUI) de los actos violentos que se produjeron y, por ello, la nula responsabilidad de los procesados en esos ‘conatos’ de agresiones a policías y guardias civiles. En ocasiones, sobre todo algunos de los abogados, recurren hasta el intento de ridiculización de aquellos testigos que denuncian haber sido objeto de violencia, como la secretaria judicial que tuvo que salir por el tejado cuando realizaba un registro judicial en la sede de Economía. Hubo un guardia civil que, tras narrar que se vio sometido a un zarandeo, con insultos y escupitajos, tuvo que oír de uno de los abogados de las defensas: “¿Y no vio usted que también repartían claveles?”.
Por el contrario, las acusaciones, sobre todo el Ministerio Fiscal, tienen como principal objetivo en este proceso acreditar la existencia de hechos violentos y, a continuación, conectarlos con los procesados. Lo primero parece ya innegable, a pesar de la ironía o el sarcasmo de las defensas. Entre los numerosos testimonios que se han podido oír en el juicio, ya se cuentan por decenas las declaraciones de policías y guardias civiles que repiten la misma secuencia: “La gente ofrecía resistencia activa, nos empujaban, nos gritaban, nos daban patadas y puñetazos. Yo en concreto, cuando llegué a la puerta, la gente comenzó a golpear al escudo que había delante de mí, yo salí para frenarlo y me golpearon hasta romperme el dedo (…) Cuando intenté apartar a la gente de la rampa de acceso a la escuela, me quitaron el escudo de protección y me dieron golpes. Yo acabé en el suelo recibiendo patadas y puñetazos. Hasta tal punto, que se me salió el casco de protección. Quedé aislado entre la masa y perdí el contacto de mis compañeros. Cuando conseguí salir de la masa, me dieron un puñetazo en la nuca y en la espalda". Pero ¿quién promovió, convocó o incitó que se cometieran esos actos violentos?.
Es importante detenerse en este punto, porque podría darse el caso de que el tribunal no tenga elementos suficientes para condenar por rebelión, aunque queden acreditados brotes de violencia durante los días de la revuelta catalana y que sea manifiesto que los procesados declararon la independencia de Cataluña. Es justo en ese punto donde adquieren una importancia fundamental las declaraciones sucesivas del jefe de los Mossos, Josep Lluís Trapero, y de su número dos, Ferran López; con sus testimonios, han aportado a las acusaciones los elementos necesarios para que puedan fundar sus peticiones de pena en este juicio histórico.
Los dos han actuado, además, con precisión policial, la declaración del uno no solo se complementa con la del otro sino que, además, la remacha, la asienta. Si Trapero desveló el detalle fundamental de que advirtieron al presidente y a varios consejeros de la Generalitat de Cataluña de que existía riesgo de una "escalada de violencia" que no podrían controlar y pidieron que suspendieran el referéndum, Ferran López reveló ayer que no les prestaron atención porque Puigdemont tenía previsto que, si eso ocurría, “si se producía ese escenario”, era el momento oportuno para declarar la independencia. Qué mejor que un caos incontrolable de violencia callejera para declarar la independencia.
Si, hasta el momento, el Tribunal Supremo estaba considerando en sus resoluciones que también se incurre en violencia cuando existe una amenaza seria y fundada que se ignora, con las declaraciones de los Mossos queda claro que, en la revuelta catalana, la violencia era, además, aliada secreta del 'procés'.
JAVIER CARABALLO Vía EL CONFIDENCIAL
Ahora sabemos que, aunque los procesados nunca ejercieran por sí mismos ningún tipo de violencia, aunque se hayan fabricado durante años sus coartadas de pacifismo en redes sociales y mítines; a pesar de todo ello, contaban con la violencia como un factor indispensable para alcanzar el final de su hoja de ruta, la independencia de Cataluña, proclamada de forma unilateral. “Puigdemont dijo que si se producía ese escenario [de violencia] que preveíamos, en ese momento declaraba la independencia. Es una frase difícil de olvidar…”, dijo ayer Ferran López, que en aquellos días era el número dos de los Mossos d’Esquadra.
Los
procesados contaban con la violencia como un factor indispensable para
alcanzar el final de su hoja de ruta, la independencia de Cataluña
De forma constante, con cada testigo que acude al juicio del 'procés', las defensas de los acusados repiten el mismo patrón: la desvinculación de la declaración unilateral de independencia (DUI) de los actos violentos que se produjeron y, por ello, la nula responsabilidad de los procesados en esos ‘conatos’ de agresiones a policías y guardias civiles. En ocasiones, sobre todo algunos de los abogados, recurren hasta el intento de ridiculización de aquellos testigos que denuncian haber sido objeto de violencia, como la secretaria judicial que tuvo que salir por el tejado cuando realizaba un registro judicial en la sede de Economía. Hubo un guardia civil que, tras narrar que se vio sometido a un zarandeo, con insultos y escupitajos, tuvo que oír de uno de los abogados de las defensas: “¿Y no vio usted que también repartían claveles?”.
Cuanto peor, mejor: Puigdemont buscó la violencia para forzar la independencia
Por el contrario, las acusaciones, sobre todo el Ministerio Fiscal, tienen como principal objetivo en este proceso acreditar la existencia de hechos violentos y, a continuación, conectarlos con los procesados. Lo primero parece ya innegable, a pesar de la ironía o el sarcasmo de las defensas. Entre los numerosos testimonios que se han podido oír en el juicio, ya se cuentan por decenas las declaraciones de policías y guardias civiles que repiten la misma secuencia: “La gente ofrecía resistencia activa, nos empujaban, nos gritaban, nos daban patadas y puñetazos. Yo en concreto, cuando llegué a la puerta, la gente comenzó a golpear al escudo que había delante de mí, yo salí para frenarlo y me golpearon hasta romperme el dedo (…) Cuando intenté apartar a la gente de la rampa de acceso a la escuela, me quitaron el escudo de protección y me dieron golpes. Yo acabé en el suelo recibiendo patadas y puñetazos. Hasta tal punto, que se me salió el casco de protección. Quedé aislado entre la masa y perdí el contacto de mis compañeros. Cuando conseguí salir de la masa, me dieron un puñetazo en la nuca y en la espalda". Pero ¿quién promovió, convocó o incitó que se cometieran esos actos violentos?.
Es importante detenerse en este punto, porque podría darse el caso de que el tribunal no tenga elementos suficientes para condenar por rebelión, aunque queden acreditados brotes de violencia durante los días de la revuelta catalana y que sea manifiesto que los procesados declararon la independencia de Cataluña. Es justo en ese punto donde adquieren una importancia fundamental las declaraciones sucesivas del jefe de los Mossos, Josep Lluís Trapero, y de su número dos, Ferran López; con sus testimonios, han aportado a las acusaciones los elementos necesarios para que puedan fundar sus peticiones de pena en este juicio histórico.
Los dos han actuado, además, con precisión policial, la declaración del uno no solo se complementa con la del otro sino que, además, la remacha, la asienta. Si Trapero desveló el detalle fundamental de que advirtieron al presidente y a varios consejeros de la Generalitat de Cataluña de que existía riesgo de una "escalada de violencia" que no podrían controlar y pidieron que suspendieran el referéndum, Ferran López reveló ayer que no les prestaron atención porque Puigdemont tenía previsto que, si eso ocurría, “si se producía ese escenario”, era el momento oportuno para declarar la independencia. Qué mejor que un caos incontrolable de violencia callejera para declarar la independencia.
Si, hasta el momento, el Tribunal Supremo estaba considerando en sus resoluciones que también se incurre en violencia cuando existe una amenaza seria y fundada que se ignora, con las declaraciones de los Mossos queda claro que, en la revuelta catalana, la violencia era, además, aliada secreta del 'procés'.
JAVIER CARABALLO Vía EL CONFIDENCIAL
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