/ULISES CULEBRO
No sé si el maestro de los maestros vería el debate de anteanoche en TVE. Fue el esplendor de la primavera y el de la gloria en las flores. Quizás hemos asistido en realidad a unas primarias para la Presidencia del Gobierno en las próximas elecciones generales, que podrían ser muy pronto si lo que viene es una legislatura fallida. Cayetana Álvarez de Toledo destacó entre todas como una dirigente terrible por su lucidez, su valentía, su desconocimiento del miedo; aunque lo cierto es que las cuatro mujeres llevan en el bolso la llave de La Moncloa, como los soldados de Napoleón llevaban en la mochila el bastón de mariscal. Son mejores polemistas, más inteligentes e ingeniosas que los candidatos del 28-A. Razonadoras, implacables y sugerentes.
Doña Inés 'del alma mía' sería una presidenta arrebatadora; Irene Montero, roja desde niña, va a ser la sucesora de Pablo Iglesias por aclamación; y María Jesús Montero 'de Triana' es una política soberbia, aunque se dejó aplastar por Cayetana. Me dice Ignacio Varela, que ha sido cocinero antes que Tezanos, que hay otra mujer brillante, que es Rocío Monasterio, de Vox, con arquitectura intelectual y talento político.
Los del PSOE van de chulitos. Dicen que rondan los 140 escaños y que les va a votar gente que nunca les había votado, por miedo a la extrema derecha; parece que han recuperado un millón y medio de seguidores de los que se habían ido a Podemos.
Los partidos políticos están muertos de miedo y tienen que recurrir a la propaganda para no terminar por debajo de su suelo electoral; por eso nos someten a una intoxicación arcaica y a encuestas falsas. Ante esa espantosa campaña, hay que defenderse con técnicas de autodefensa.
Parece que el PSOE va a ganar con holgura. Pedro Sánchez sigue al frente del pelotón y puede llegar a la meta y enfundarse la púrpura con la ayuda de Podemos y el PNV. Las derechas tienen más votos que las izquierdas, pero van a sacar menos escaños. El PP cree que remontará desde un suelo de cinco millones de votantes. En Génova se teme la fragilidad del voto de Ciudadanos y el trote de los caballos cartujanos desbocados.
RAÚL DEL POZO Vía EL MUNDO
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