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miércoles, 30 de noviembre de 2016

"EL MOMENTO MARÍA ANTONIETA" O EL DURO ATAQUE DE "FINANCIAL TIMES" A LAS ELITES

Un artículo publicado en 'Financial Times' pone de relieve la gran disfunción de nuestro sistema: la incapacidad de quienes lo dirigen de tomar las decisiones correctas
El presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem. (EFE)


Debería ser un momento de cambio de rumbo en la UE. El aumento en popularidad y voto de los partidos populistas, las tensiones económicas, las dudas sobre el euro y demás elementos de nuestra actualidad parecen obligar a un giro en las políticas que se siguen si se quiere tener una UE fuerte (o, si apuramos, si se desea que no se rompa). Sin embargo, nada apunta a ello.
La capacidad de autocorrección del sistema, algo indispensable en cualquier régimen político y económico para su supervivencia, parece estar bajo mínimos, tal y como apunta un expresivo artículo publicado en 'Financial Times', de título “El momento María Antonieta de las élites”. La ceguera de quienes toman las decisiones, que acaba instigando aquello de lo que querían defenderse, no ha sido infrecuente a lo largo de la historia. Y hoy, subraya Wolfgang Münchau, su autor, estamos en uno de esos instantes.

Un equilibrio extraño

Hasta la fecha, las democracias occidentales habían sabido canalizar el descontento y lidiar con sus contradicciones sin necesidad de cambiar de rumbo. Hoy no es así: el crecimiento de los populismos, que han conseguido dar sentido a los sentimientos y aspiraciones sociales de buena parte de las poblaciones europeas, así como su impulso 'antiestablishment', apunta claramente a que el escenario ha cambiado. El Brexit y Trump son buenos ejemplos.
Ha crecido una forma de entender la sociedad que se apoya en dos ideas clave: “Nuestro país, para sus nacionales” y “Europa nos perjudica”
Europa es una tecnocracia, basada en las prescripciones de los macroeconomistas, cuyas directrices están provocando notables tensiones. Ocurre entre países, ya que el Estado que sale ganando con la dirección de la actual UE es Alemania, mientras que los perjudicados somos los países del sur, y cada vez más. Grecia no va a levantar cabeza, los bancos italianos seguirán sometidos a mucha presión porque no se confía en ellos, probablemente con razón, la deuda española sigue aumentando, con el coste para el futuro inmediato que se deriva de ello, y Francia está siendo instigada para que se someta a reformas cada vez más profundas. Es evidente que Le Pen o Beppe Grillo se apoyan en este contexto. Pero, al mismo tiempo, los países más ricos también se ven amenazados en su nivel de vida: los efectos de esta transformación liderada por los expertos económicos generan problemas entre sus poblaciones, en especial entre las clases medias y las populares, lo cual abona el terreno para nuevas formaciones políticas.

El núcleo ideológico

En un entorno en el que hay menos empleo, salarios más bajos, menos prestaciones sociales y una perspectiva de futuro mucho más débil, ha crecido una forma de entender la sociedad que se apoya en dos ideas clave: “Nuestro país, para sus nacionales” y “Europa nos perjudica”. En sus distintas formas, este núcleo ideológico, al que se suma la recuperación de un pasado económicamente mejory un futuro nacional al que se pueda mirar con orgullo, está reorientando la política europea.
Hemos visto un 'establishment' coagulado y vociferante que se agarraba a las fórmulas del pasado y que trató de generar miedo. Eso ya no funciona
Este es el telón de fondo en el que se desenvuelve nuestro continente, y esta es la clase de sentimientos y aspiraciones a los que las élites políticas y económicas no están sabiendo dar salida. En gran medida, porque sus formas de reaccionar resultan sorprendentemente torpes. Una vez más, el Brexit y Trump han sido buenas muestras de esta particular ceguera, que piensa que haciendo lo mismo que en el pasado, pero más intensamente, los problemas desaparecen. Como hasta ahora la táctica había sido señalar al adversario como potencialmente peligroso para el bien común, como alguien mentiroso, desinformado, iluso o ambicioso, o todas esas cosas a la vez, y les había funcionado, pensaron que actuando del mismo modo y apretando el acelerador, las opciones de triunfo de los rivales se desvanecerían.
No se dieron cuenta de que los votantes querían que las cosas cambiasen, y que cuanto más se mostrasen como el 'establishment', más rechazo provocaban
En el referéndum británico y en sucesivos procesos electorales europeos, hemos visto un 'establishment' coagulado y vociferante que se agarraba a las fórmulas del pasado y que trató de generar miedo en la población. Eso funciona cada vez peor, y en algunos casos resulta claramente perjudicial: en lugar de mitigar el poder de los rivales, contribuyó a reforzarles. No se dieron cuenta de que los votantes querían que las cosas cambiasen, y que cuanto más se mostrasen como el 'establishment', como lo de siempre, más animadversión provocaban.

Defender su poder

Las reacciones están siendo muy torpes en lo político. Ante la grave situación italiana, un país que fue sometido a un especie de protectorado en la etapa de Mario Monti (antes, cuando querían pacificar un Estado, ponían al frente a un militar, hoy a un tecnócrata económico) y que continúa en cierta forma en él, lo que ha hecho Renzi no ha sido combatir los problemas de su país, sino trazar una reforma electoral para perjudicar a Cinque Stelle. En Francia, la elección de François Fillon llevaría, si concurrieran él y Le Pen en segunda vuelta, a que el electorado de izquierdas y el centrista tuvieran que elegir entre lo malo y lo peor, sin identificar bien qué es qué, lo que animaría mucho las posibilidades de Le Pen. En España, no hay un partido populista de derechas mínimamente fuerte, pero si existiera, tendría muchas más opciones de las que creemos.
Las élites, en lugar de resolver los problemas que alimentan el extremismo, han encendido más fuegos
Tampoco las reacciones económicas están siendo muy afortunadas, ya que las políticas que se siguen amenazan con provocar más tensiones sociales, lo que aumenta esa desigualdad creciente. Como recuerda Wolfgang Munchau en su artículo, lo lógico sería “dejar de insultar a los votantes, resolver los problemas de un sector financiero fuera de control, los flujos incontrolados de personas y capitales y la distribución desigual de los ingresos”. No es así, por lo que “ocho años después, todavía hay inversores que están apostando por un colapso de la zona euro”.

Negar la realidad


Del mismo modo que Renzi ha aprovechado su capital político para consolidar su poder en lugar de arreglar Italia, Merkel ha optado por hacer lo mismo con la influencia de Alemania sobre sus socios, lo cual genera múltiples crisis en la zona euro. Las élites, en lugar de resolver los problemas que alimentan el extremismo, han decidido encender más fuegos.
La UE necesita dar un rumbo, pero siguen anclados en el mundo ficticio de la macroeconomía, encerrados en ese confortable castillo de grandes certezas, y pensando que lo que ha fallado no son sus fórmulas, sino el no aplicarlas lo suficiente o lo suficientemente bien. Los hechos políticos y sociales lo desmienten. Que medios como 'Financial Times' estén insistiendo en esto, y que haya muchas voces moderadas y prosistema que lo subrayen, debería ser una señal inequívoca de que el sistema debería empezar a autocorregirse. Pero no hay ninguna pista que indique que las élites estén dispuestas a entender lo que ocurre y a ponerle solución. Más bien están rebelándose contra sus intereses a través de la negación continua de la realidad.

                                                  ESTEBAN HERNÁNDEZ  Vía EL CONFIDENCIAL

DESDE LAS TRINCHERAS. INFORME DEL FRENTE CIUDADANO I



La población civil está inquieta y preocupada, ya que tiene la sensación de que el Ejército Naranja les está dejando a un lado y se sienten frustrados ante el éxito de una ofensiva exitosa del enemigo.

Veintiún meses después de alistarse en el Ejército Naranja, el Soldado Desconocido ha adquirido una más que considerable experiencia en combate. Atrás quedaron los inicios donde en su etapa de instrucción aprendió a montar mesas informativas, inflar globos, repartir caramelos y distribuir el entonces exiguo folleto donde figuraba un prometedor líder con un nítido mensaje “Imposible es sólo una opinión”.
En su historial figuran tres campañas (electorales) en las que se batió, junto con el resto de sus compañero
En su historial figuran tres campañas (electorales) en las que se batió, junto con el resto de sus compañeros, en una batalla desigual contra unos enemigos que le superaban tanto en medios humanos como materiales.
En las singulares batallas en las que participó, se destacó especialmente por enfrentarse a temibles enemigos que le calumniaban despiadadamente desde el frente de la derecha, otros que le increpaban y agredían desde el frente de la izquierda, y finalmente los partisanos separatistas que saboteaban los puestos de mando para provocar el desánimo en el territorio patrio. En todos los casos, su misión era contrarrestar dichos ataques con contundencia, mientras una buena parte de la población civil le observaba con esperanza, porque le creían capaz de ayudar a recuperar la paz y la prosperidad de un territorio devastado por la oligarquía dirigente y la corrupción institucionalizada.
Tras la conclusión de las campañas, se siente orgulloso de los resultados obtenidos. Piensa que sus heridas de guerra han servido para algo, aunque se siente disgustado tras el resultado de la última campaña, ya que, aunque se firmó una tregua, ésta supuso sacrificar parte del terreno conquistado al enemigo, sufrir incumplimientos reiterados de los tratados de paz, y la sombra de que en futuro cercano se producirá el reinicio de las hostilidades, lo que provocaría más sufrimiento en la población civil.
Su empuje y valentía le valieron el reconocimiento de los miembros de su compañía, que le nombraron sargento de un pelotón, tras haber perecido su predecesor junto con otros soldados valientemente en el campo de batalla. Por estas pérdidas se siente triste, y especialmente porque muchos de ellos murieron por el fuego amigo debido a la inexperiencia de los observadores artilleros. A todos ellos, les rinde homenaje cada semana con la esperanza de que un día pueda volver a encontrarse con ellos.
En el Estado Mayor del Ejército Naranja, se recibe un parte de guerra preocupante
Entretanto, en el Estado Mayor del Ejército Naranja, se recibe un parte de guerra preocupante. El informe describe un frente a la derecha que parece recuperar la iniciativa, amenaza con romper la tregua y atacar de forma inminente para acabar con lo que considera su mayor obstáculo para conquistar la hegemonía del país, el Ejército Naranja. Por otro lado, en el frente de la izquierda sus ejércitos están divididos y enfrentados, impera el desorden y la indisciplina, lo que les hace altamente vulnerables ante un desencadenamiento de las hostilidades. Por último, la actividad partisana está causando graves problemas de disensión en el territorio naranja, hasta el punto de que han llegado informes de inteligencia que señalan que algunos generales del Ejército Naranja podrían estar negociando de forma independiente con el enemigo en contraposición con la estrategia establecida, lo que está provocando elevada disensión, revueltas internas, destitución de oficiales e incluso deserciones en los acuartelamientos.
Para tener una idea más exacta de la situación interna, el Estado Mayor decide enviar a varios suboficiales al frente para recibir un informe detallado del Frente Ciudadano. Entre los designados, se encuentra el Soldado Desconocido, quién, tras varias semanas de visita e inspección, emite el siguiente informe preliminar al cuartel general:
“En el frente la moral es buena, si bien sufre un deterioro progresivo debido a la pérdida de numerosos soldados cualificados que han perecido en las duras batallas y por la proliferación de epidemias internas, cada vez más numerosas. Estas pérdidas costará muchos meses repararlas por la difícil tarea de captación de nuevos soldados cualificados y provoca que nuestro ejército en la actualidad esté debilitado en el caso de que se desaten repentinamente las hostilidades.
La población civil está inquieta y preocupada, ya que tiene la sensación de que el Ejército Naranja les está dejando a un lado
La población civil está inquieta y preocupada, ya que tiene la sensación de que el Ejército Naranja les está dejando a un lado y se sienten frustrados ante el éxito de una ofensiva exitosa del enemigo. Aunque nos consta, por testimonios obtenidos de desertores, que este hecho corresponde a una estrategia promovida por los servicios de inteligencia y propaganda enemigos, debo subrayar que he constatado, por conversaciones mantenidas con los Ciudadanos, que las decisiones adoptadas recientemente por el Estado Mayor sin tomar en cuenta a la Población Civil, acentúan y agravan la situación.
Corresponde al Estado Mayor del ejército determinar las medidas oportunas a tomar, siendo únicamente la misión de este emisario tratar de emitir la imagen fiel de lo que acontece en el Frente Ciudadano. En fechas próximas emitiré un nuevo informe detallado sobre la situación en las guarniciones de las villas donde ostentamos representación.
Sin otro particular, se despide respetuosamente, el Soldado Desconocido”.
PD: Este texto está dedicado a todos aquellos afiliados y simpatizantes de los partidos políticos que, de forma altruista y desinteresada, dedican parte de su ya complicada vida a tratar de hacer de España un país más decente y próspero, como legado para sus generaciones venideras.

                                                               JUAN CARLOS BERMEJO  Vía VOZ PÓPULI

martes, 29 de noviembre de 2016

“Los presidentes del Gobierno han transformado la Monarquía parlamentaria en un sistema escasamente representativo. Es como si el peso del franquismo gravitara en nuestra democracia a pesar del mérito y las buenas intenciones de la Transición”


Manuel García-Pelayo, primer presidente del Tribunal Constitucional, advirtió, en 1986, en su libro El Estado de partidos,que regímenes plenamente democráticos pueden evolucionar hacia un Estado de partidos. El Estado de partidos es una forma oligárquica de gobierno en la que unos pocos partidos políticos acumulan el poder en detrimento de la libertad, la calidad democrática y la representación. Se caracteriza por la deficiente separación de poderes, escasa representatividad y controles y una más que holgada financiación pública, lo que les convierte en órganos funcionales del Estado. La corrupción es un síntoma, una resultante del deficiente funcionamiento de los controles y de la división de poderes.

En España, el presidente del partido y del Gobierno ejerce un poder muy superior al de cualquier primer ministro europeo. El presidente del PP o el secretario general del PSOE nombra el Gobierno, elabora las leyes y decretos leyes, las listas de diputados de su partido y hace los nombramientos de infinidad de instancias de poder gubernamental, parlamentario, judicial, económico y de medios de comunicación. En la práctica, hasta 2016, la presidencia del Gobierno, aunque tenga una mayoría minoritaria en el Congreso, ha evolucionado en lo peor de un sistema presidencialista (sin tener sus aspectos positivos) porque no está mediatizado por elecciones independientes para el Congreso y Senado que pudieran equilibrarlo. En 1994 Javier Pradera señalaba en su libro La corrupción política que “los partidos ya no son representantes de la sociedad dedicados a defender los intereses de sus electores, sino instituciones autónomas que protegen ante todo sus propios intereses”.

Debido a una amplia serie de leyes y decretos, el hecho es que la centralidad política del Parlamento, añade Pradera, “ha sido desplazada por los partidos como sede de la toma de decisiones relacionadas con el poder”. Si comparamos el Parlamento español con el británico, el danés o el sueco, solo formalmente España es una monarquía parlamentaria. Lo que la élite política española ha construido desde 1977 es un Estado de partidos, que es el que está en crisis en el tiempo presente. La crisis se manifiesta en que ocho millones de españoles han votado de forma que no es posible la investidura del presidente de Gobierno inmediatamente después de celebrarse las elecciones.
La Transición tuvo tres protagonistas: S. M. el Rey, el estratega Torcuato Fernández Miranda y el presidente Suárez, que hizo de puente entre los actores implicados. Por el contrario, el Estado de partidos es el resultado de múltiples decisiones políticas y del desarrollo legislativo. La evolución del régimen del 78, por acción o por omisión, es responsabilidad compartida, inicialmente de la UCD, y después, del PSOE y del PP.

De un modo acumulativo y unidireccional, los sucesivos presidentes del Gobierno han transformado la definición constitucional de Monarquía parlamentaria en un Estado de partidos escasamente representativo. Es como si el peso del franquismo —el poder concentrado en una persona— gravitara en nuestra democracia a pesar del indudable mérito y buenas intenciones de la Transición. La ley electoral, el reglamento del Congreso, la Ley de Partidos, La Ley General del Poder Judicial, la Ley de Financiación de Partidos Políticos y otras han deteriorado la calidad de la democracia. Con ocasión de una fuerte crisis económica, ha surgido un movimiento populista —Podemos— y un nuevo partido reformista —Ciudadanos— que están poniendo en cuestión la hegemonía de los dos partidos responsables de la emersión y vigencia del Estado de partidos.

De la época de la UCD procede la ley electoral de 1977 y la constitucionalización de la provincia como circunscripción. En 1985, la ley orgánica electoral, elaborada por la nueva mayoría socialista, lo que hizo fue convertir en ley lo que hasta ese momento era un decreto-ley de la UCD. Las elecciones se convierten en una suerte de plebiscito del nombre del líder y de la sigla del partido. La circunscripción provincial reduce al mínimo la representación de los ciudadanos y maximiza el poder del aparato por la designación de los candidatos.

En febrero 1982 se aprobó el reglamento del Congreso que facilita el dominio del Gobierno sobre el Parlamento y limita por completo la iniciativa individual de los diputados. López Santaolalla considera que el reglamento determina “una organización extrema, en el sentido de excesivamente restrictiva, con sacrificio casi completo de las posiciones individuales. Realmente lo que impera es una concepción autoritaria”. El presidente del Congreso podría incluso ser sustituido por un reloj. De ahí el aburrimiento de la presidenta Celia Villalobos que, en vez de seguir el debate y atender las solicitudes de palabra, se entretiene jugando con la tablet al Candy Crush.

Tanto la ley de partidos políticos de 1978 como la nueva ley orgánica de 2002 establecen que “la estructura interna y el funcionamiento de los partidos políticos deberán ser democráticos”. Como la ley no precisa qué entiende por “democracia”, las élites políticas se han dedicado durante los 35 últimos años a reducir los procedimientos de control de los dirigentes y, en muchos casos, a impedir la elección democrática de sus líderes. En el caso del PSOE el debate y la elección del líder en primarias marcan una diferencia positiva en relación al PP, en el que la cooptación y ausencia de debate y control de los órganos de dirección es total.

La justicia en la Constitución está concebida como un tercer poder independiente pero, en la práctica, el Consejo General del Poder Judicial está parlamentarizado. La Constitución creó un nuevo y costoso organismo, el Tribunal Constitucional, cuyos ritmos temporales de diligencia jurisdiccional responden más a la conveniencia del Gobierno de turno que a una protección efectiva de derechos. Lo que debilita más a esta institución es su manifiesta politización y que sus miembros no son vitalicios. Su mandato dura nueve años y se renuevan por tercios cada tres, produciéndose una permanente negociación sobre los nombres de magistrados cercanos a cada partido.

En el Estado de partidos la lucha política se libra secretamente dentro del partido mucho más que en debates abiertos de interés general ante la opinión pública. La financiación anual de los partidos de 120 millones de euros de los contribuyentes y la capacidad de elaborar las listas electorales son la base del poder del aparato. La crisis del Estado de partidos puede tener una salida positiva si se reforma hacia una Monarquía parlamentaria, como establece la Constitución. Si se mantiene el continuismo, “como siempre”, o se produce un ascenso del populismo rupturista, el régimen del 78 tiene el riesgo de pasar pronto a ser historia.



GUILLERMO GORTÁZAR es historiador y abogado. Es militante del PP y fue diputado en la V, VI y VII legislatura. @guigortazar

[Reproducimos por su interés el artículo de Guillermo Gortázar en El diario EL PAÍS del 12-10-2016].

Y AHORA FILLON EN FRANCIA





Como si siguiera una pauta invisible, Fillon ha ganado en las primarias del centro y la derecha de Francia, y además lo ha hecho con una mayoría contundente, aventajando a los dos favoritos, Sarkozy en la primera vuelta, y Juppé en la definitiva. Lo ha hecho no solo sin esconder su condición de católico, sino planteando la necesidad de recuperar las raíces cristianas de la cultura francesa, negando que el aborto fuera un derecho, cuestionando la adopción por parte de las parejas homosexuales y, sobre todo, ha hecho centro de su política a la familia natural, aquella que ha construido la historia humana y no la que imponen algunos estados; ha ganado presentando temas políticamente muy incorrectos. Y todo eso, en el país teóricamente más laicista de Europa. Los católicos de muchos países, empezando por España, deberían reflexionar, como una Iglesia minoritaria consigue que los valores que dimanan de ella tengan tanta presencia en la vida pública. Hollande y la socialdemocracia europea que se siente en crisis -no es el caso de la alemana- buscaron rápidamente la salida en la ideología Gender y las leyes LGBTI, y como en todos los precedentes, más pronto o más tarde, este camino no les sirvió de nada y facilitó su derrota. Y es que la perspectiva de género es un encantamiento politico letal para la izquierda: da la sensación que con ella son progres, y en realidad, les conduce al abandono de la situación real de los trabajadores y las clases medias. La política Gender es un aliado objetivo de la desigualdad, y quien se sumerge en ella deja descubierto todo un flanco que facilita la victoria del adversario. No es una ley universal, claro, pero se le aproxima.

Ha bastado que Fillon ganara con claridad para que algunos medios y periodistas de este país comenzaran a desprestigiarlo, olvidando la información, y dejándose llevar por su ideología, y es que Fillon incide sobre los temas de la agenda Gender, no con un especial énfasis, pero sí con una claridad a la que sus mal acostumbrados defensores no están  habituados. Todo aquel que se oponga o critique la perspectiva de género y las identidades políticas LGBT, etc. es un peligroso reaccionario, cuando en realidad los colaboradores necesarios del aumento de la desigualdad y la pobreza son ellos. Y así, Fillon, el primer ministro admirado porque moderaba los excesos del presidente Sarkozy, respetado porque aguanto sus desplantes con una actitud prudente y que no despertaba una especial crítica como candidato, se ha convertido en objeto de todas las críticas, de aquellos -y son muchos- que confunden la izquierda con el liberalismo genealógico de la perspectiva de género
Algunos de estos periodistas, incluso inventan fabulas, viven en la postverdad, presentando la idea de que la elección de Fillon es un error porque facilita el renacimiento de la izquierda, cuando las encuestas y la realidad indican todo lo contrario. Los sondeos de opinión posteriores a su elección señalan que ganaría la primera vuelta, mientras que hasta ahora conferían la victoria a Le Pen, y arrollaría en la segunda consiguiendo según las encuestas entre el 65% y el 72% de los votos. La realidad señala que la izquierda vive su crisis con la consiguiente atomización. Valls y Hollande pugnan para ver quién será el candidato, mientras que otros pugnan por esta representación. Melechon con su movimiento y el apoyo comunista, Macron, exministro de Hollande y ahora líder de una nueva fuerza, Montebourg, además de los todavía candidatos de los verdes y de la izquierda comunista.
Si no se impone la sorpresa y Fillon gana, Europa continuará su avance hacia un cambio de época, porque el sistema liberal-Gender nos lleva a la destrucción de la libertad y del estado del bienestar.


                                                                                    JOSEP MIRÓ i ARDÈVOL  Vía FORUM LIBERTAS 

BARBERÁ Y CASTRO: LA MUERTE DE LA DECENCIA EN LA POLÍTICA

Si hasta la muerte se politiza en nombre de la guerra mediática y la caza de votos, ¿qué nos queda en el espacio público?



Fidel Castro en su última aparición pública. Gtres




Rita Barberá y Fidel Castro murieron en la misma semana. Una prueba tremenda de madurez política a nivel nacional y a escala planetaria que degeneró rápidamente en ambos casos. Desde la orden de Pablo Iglesias a los suyos de abandonar el hemiciclo antes que verse implicados en un minuto (¡60 segundos!) de silencio mortuario hasta la hipocresía del PP metiendo rápidamente a la difunta en el partido de nuevo tras echarla unas semanas antes; «Margui, que no me has saludado», se le oyó decir apenada a Margallo en el patio del Congreso. «No está ya en el Partido Popular y no tenemos nada que comentar al respecto», fue la respuesta de Pablo Casado, después de declarar Barberá ante el Tribunal Supremo a menos de 48 horas de dejar esta vida.
Tras la muerte del dictador caribeño, el mundo se sorprendió con la reacción del guaperas canadiense Trudeau, quién alabó "la tremenda dedicación y amor" que tenía "un orador legendario y revolucionario" para el pueblo cubano
A escala planetaria, tras la muerte del dictador caribeño, el mundo se sorprendió con la reacción del guaperas canadiense Trudeau, quién alabó "la tremenda dedicación y amor" que tenía "un orador legendario y revolucionario" para el pueblo cubano, y también con la reacción poco humana del tuit de Trump: «¡Fidel Castro ha muerto!». A los 140 caracteres del nuevo presidente electo les siguió un comunicado más largo pero no menos duro o más diplomático: «hoy el mundo anota el fallecimiento de un brutal dictador quien oprimió a su propio pueblo durante seis décadas. El legado de Fidel Castro es uno de pelotones de fusilamiento, sufrimiento inimaginable, pobreza y la negación de los derechos humanos fundamentales». Sin pelos en la lengua, a su estilo.
No tengo constancia de la reacción de ningún líder mundial a la muerte de Barberá pero el sábado Podemos publicó una foto de Iglesias, con el puño en alto, delante del féretro abierto de Marcos Ana, envuelto éste en una bandera comunista y en otra de la Segunda República. El día que murió Fidel. No entiendo como pretenden ganar unas elecciones en España así, pero sigamos.
Ya vivimos en el mundo de la victoria de Trump, un espacio mediático, político, tecnológico y público raro, cuyas consecuencias nadie termina de entender por ahora
Ya vivimos en el mundo de la victoria de Trump, un espacio mediático, político, tecnológico y público raro, cuyas consecuencias nadie termina de entender por ahora. Los políticos que quieren ser noticia deben hacer declaraciones potentes minutos después de un acontecimiento. Una vez emitida la sentencia pública, les es imposible desdecirse, suavizar lo dicho o añadir matices para mejor describir un mundo complejo. Quedan atrapados a nivel ideológico y retórico en los 140 caracteres que teclean segundos o minutos después del evento. Se busca que resuene el tuit o la declaración en la mente de los votantes, más o menos en tiempo real si comparamos con otros momentos históricos. Trump ha entendido cómo sacar tajada del nuevo entorno y, antes que él, Pablo Iglesias y Podemos en España, aunque de momento con menos éxito.
El problema es que ese entorno afecta al resto. En juego están el futuro ideológico de cada país, la composición y convivencia nacionales del mismo, o incluso, con The Donald y todo el poder que pronto tendrá a su alcance desde el Despacho Oval, él del planeta entero, así como el bienestar económico que se alinea con cada opción. Estos señores, por bien o mal, tendrán—ya están teniendo—un gran efecto en nuestros futuros y los de nuestros hijos.
En España no había unidad nacional alrededor de la bandera, o del himno, o del territorio, o del Rey, y ya no la hay tampoco alrededor de la muerte
En España no había unidad nacional alrededor de la bandera, o del himno, o del territorio, o del Rey, y ya no la hay tampoco alrededor de la muerte. Si hasta la muerte se politiza en nombre de la guerra mediática y la caza de votos, ¿qué nos queda en el espacio público? Morir no cancela los comportamientos terrenales de represión o corrupción pero, ¿en qué momento histórico no han existido seres capaces de tales cosas, o inducidos a ellas por las estructuras que habitan? Su brutalidad o sus mentiras hacia los demás también forman parte de eso que denominamos la condición humana. A unos les parece bien, a otros mal; a los suyos excelente, a sus enemigos el mal encarnado. Pero todos, al final, morimos. Estas reacciones demuestran el intento de sus oradores de quedar bien primero con ellos mismos y luego con los suyos. Lejos estamos en estos momentos de un espacio público compartido, unos valores humanos universales o unas metas internacionales comunes que van más allá de la putrefacta pelea política del día a día.
¿Cómo se sentirían Pablo Iglesias y Alberto Garzón si se muriera un diputado de Podemos y los demás partidos abandonaron el hemiciclo antes de participar en el minuto de silencio? Si ni la muerte está a salvo de los comentarios partidistas y el insulto barato, si no hay ni moralidad compartida ni nación ni decencia, la política española en 2016 va peor de lo que pensaba. Ya veremos qué tal nos va a nivel planetario en 2017 con Trump en la Casa Blanca, pero parece que le da más igual. Me quedo esta semana con la frase de Madina: «Un minuto de silencio no es un homenaje a ninguna trayectoria. Es un gesto de respeto ante la muerte de una persona».

                                                                       MATTHEW BENNETT  Vía VOZ PÓPULI

POR QUÉ LA TEORÍA DE LA "POSVERDAD" ES MENTIRA

Paradójicamente, con la reciente eclosión del término "posverdad", lejos de denunciar la falsedad, se pretende establecer una nueva mentira.



Post-truth (posverdad): Relativo o referido a circunstancias en las que los hechos objetivos son menos influyentes en la opinión pública que las emociones y las creencias personales.
Esta es la palabra del año para el Diccionario Oxford. Con ella se pretende explicar el “lamentable” resultado del referéndum británico sobre la Unión Europea y, también, la “inesperada” vitoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de los Estados Unidos. Porque, según muchos expertos, ambos sucesos son inaceptables desde un punto de vista racional. Aunque aún es pronto para asegurarlo, podríamos estar ante un éxito de difusión mayor que el logrado por el término “élites extractivas”, difundido por Acemoglu y Robinsón en su libro Por qué fracasan los países. Por lo pronto, se está poniendo de moda, especialmente entre intelectuales, analistas e informadores.
Muchas veces el éxito de estas hipótesis y su aceptación popular no depende tanto de su consistencia, o de la parafernalia con la que se adornen, como de la elección del nombre
A veces el éxito no depende de la idea, la teoría o la hipótesis, sino de elegir un nombre afortunado. En el mundo de los intelectuales, investigadores, sociólogos, politólogos, economistas y demás seres pensantes, se generan cada año infinidad de teorías e hipótesis, unas más honestas que otras, con las que se pretende explicar fenómenos sociales, siempre añadiendo un barniz cientificista que incluso, en ocasiones, propone adivinar el imprevisible comportamiento de las sociedades mediante fórmulas matemáticas o, a posteriori, fabrica conclusiones inapelables mediante estadísticas agregadas. Pero, por más que estos esfuerzos intelectuales provengan de entornos académicos, están sujetos a las mismas leyes de la difusión que los vulgares productos comerciales. Así, muchas veces el éxito de estas hipótesis y su aceptación popular no depende tanto de su consistencia, o de la parafernalia con la que se adornen, como de la elección del nombre.

Intelectuales a la moda

“Élites extractivas” fue un acierto. Esas dos palabras dieron lugar a un término compuesto bastante inquietante, poderoso, fácil de asimilar y de repetir por cualquiera. De hecho, resultó tan comercial que, al final, todas las ideas y explicaciones del libro quedaron reducidas, para muchos, a la idea popular de que en todas partes, en mayor o menor grado, gobierna una élite que busca maximizar sus beneficios mediante oscuras artimañas. Tan sonoro nombre podría muy bien servir como título para un best seller o para un filme cuya trama fuera un conciliábulo que aspira a dominar el mundo.
En la era de la información codificada y del "Mac Periodismo", donde el mensaje ha de ser extremadamente breve y contundente, los títulos llamativos llegan mucho más lejos que las ideas
Es evidente que el libro de Acemoglu y Robinsón es mucho más que ese término, sin embargo, en la era de la información codificada y del "Mac Periodismo", donde el mensaje ha de ser breve y contundente, los títulos llamativos llegan mucho más lejos que las ideas. Dicho de otra forma, es mucho más probable que hoy cualquiera que haya leído el libro de Acemoglu y Robinson dé una explicación aceptable sobre el significado de “élites extractivas” que sintetice de forma aceptable la diferencia entre “instituciones formales” e “instituciones informales”. La razón es sencilla, la primera es una idea simple, reconocible para todo el mundo y fácilmente codificable; lo segundo, una idea compleja que no puede ser codificada. Desgraciadamente, lo nuclear del libro de Acemoglu y Robinsón no son las “élites extractivas” sino la dinámica institucional. Pero, ¿acaso importa?
Algo similar podría estar a punto de suceder con el “nuevo” término “posverdad”. Además de ser corto, inquietante y pegadizo, tiene connotaciones orwellianas que lo hacen muy sugerente. Así que, en principio, estaríamos ante otro gran éxito de difusión, donde la teoría, la hipótesis es en realidad una consigna, casi un grafiti destinado a ir de pluma en pluma, señalando como triunfo de la mentira todo aquel suceso que resulte turbador para lo políticamente correcto.       
Según Oxford, el término “post-trhuth” lo utilizó por primera vez el dramaturgo y novelista Steve Tesich en un artículo aparecido en la revista The Nation en 1992. En esa pieza, y a propósito del escándalo Irán-Contra y la primera Guerra del Golfo, Tesich se lamentaba de que los norteamericanos hubieran decidido libremente vivir en la posverdad, es decir, en un mundo en el que la verdad no importaba. Sin embargo, la contribución del dramaturgo no bastaba, al fin y al cabo no dejaba de ser una licencia literaria. El soporte académico lo proporcionó el libroThe Post-Truth Era: Dishonesty and Deception in Contemporary Life, de Ralph Keyes. Pero el catalizador definitivo fue un artículo publicado en 2016 en Nature neuroscienc y titulado The brain adapts to dishonesty. A partir de ahí, y coincidiendo con el Brexit y la victoria de Trump, el uso del término “posverdad” se disparó un 2.000%.
Mientras el filósofo francés responsabilizaba a las élites intelectuales del triunfo de la mentira, hoy son esas mismas élites intelectuales las que culpan a la gente corriente
Paradójicamente, con la reciente eclosión del término "posverdad", lejos de denunciar la falsedad, se establece una nueva mentira, cuando menos cronológica, porque lo que llaman la “era de la posverdad” no se inició ayer sino hace tiempo. De hecho, en 1989, en El conocimiento inútil, Jean-François Revel sostiene la idea de que, a pesar de vivir en era de la comunicación, donde la información y el conocimiento son más abundantes y accesibles que nunca, triunfa la mentira. Es decir, hace 27 años se nos advertía de la preponderancia de la ideología y la manipulación sobre la verdad. Sin embargo, entre la advertencia formulada por Revel y lo que algunos parecen denunciar hoy, hay una diferencia abismal: mientras el filósofo francés responsabilizaba a las élites intelectuales del triunfo de la mentira, hoy son esas mismas élites intelectuales las que culpan a la gente corriente de generarla y compartirla. Lo cual resulta bastante sospechoso. Quién sabe, tal vez lo que ahora comienza sea la era de la ‘posmentira’.

                                                                         JAVIER BENEGAS  Vía VOZ PÓPULI