El principal problema de Espinar es que ha caído en la contradicción de todo revolucionario: el afán por la propiedad con 20 años y después no deshacer la operación a tiempo.
En los últimos días, coincidiendo casualmente con un proceso interno de Podemos, ha saltado una noticia que ha revolucionado las redes sociales, pero que incluso ha sido portada en algunos diarios, como si fuese el principal problema del país. Esta noticia versa sobre la compra y posterior venta con plusvalía de una vivienda de protección pública, que no VPO, de un senador de Podemos, Ramón Espinar. El revuelo creado ha sido tal, que cualquiera que no siguiese la política en España, caracterizada por una guerra de trincheras entre medios de comunicación e instancias superiores, pensaría que a España le iba la vida porque dicho servidor público hubiera cometido el mayor de los crímenes contra el honor y la decencia.
La sobrerreacción mediática sobre la venta del piso de espinar confirma su trasfondo político
Esta triste realidad, marca el día a día de nuestra actividad política y mediática, cuyos principales actores hoy ya no son independientes financieramente y tienen que contentar a quienes les pagan las nóminas todos los días. Por ello, a nadie le sorprende que el grupo de comunicación que ha destapado la noticia, PRISA, que tenía la información hace tres meses, la saque dos días antes de que empiece el proceso electoral, bajo el argumento pueril de que los electores deben conocer esta forma de actuar de alguien que cuando no era más que un estudiante, compró una vivienda y luego la vendió con plusvalía. Por supuesto, dicho medio no saca en portada la operación de saqueo con las viviendas públicas que llevó a cabo la anterior alcaldesa de Madrid, que ha generado un dolo a las arcas públicas, amén de casos sangrantes como el de Arantxa Mejía que se ha quedado sin vivienda por haber denunciado estos hechos. Por supuesto tampoco es noticia que el Presidente del Real Madrid, haya sido obligado a pagar 20 mill€ a todos los madrileños por prácticas de favor que sistemáticamente se venían haciendo, y no han terminado, hacia dicho club de fútbol en contra de los intereses de los madrileños. Son cosas muy extrañas que muchos ciudadanos se preguntan y que nadie responde.
Ni el saqueo de los fondos buitres por parte de Botella, ni la multa a Florentino por ayudas encubiertas del Ayuntamiento han merecido tanta atención
Pero dicho esto, el principal problema del senador Espinar no es que haya obtenido una plusvalía, ínfima en relación a lo que se ha estilado durante los peores momentos de la burbuja inmobiliaria, sino que su mentalidad sobre el acceso a la vivienda en compra se aleja de cualquier ideal moderno y europeo, casando más con el conservadurismo más rancio que ha llevado en España a muchos jóvenes, y no tan jóvenes, a la ruina. El ejemplo de un supuesto revolucionario no puede ser que con la edad de Espinar ya esté pensando en hipotecarse, incluso antes de comenzar la vida laboral. Esto no tiene parangón en ningún país de nuestro entorno, y dice muy poco del carácter revolucionario de nuestro famoso Senador.
El principal error de Espinar ha sido ser cómplice del afán comprador de vivienda, tan obsoleto en Europa
Este procedimiento adormecedor de conciencias, está muy estudiado por los resortes del sistema. Cuanto antes los jóvenes entren en la rueda del crédito, más callados estarán pues es conocido la propensión al pago de la hipoteca para conservar el bien más amado por la gran mayoría de españoles: la vivienda en propiedad. Este sistema, que ya puso en práctica Franco, ha sido heredado por las administraciones públicas de la democracia, lanzándose como posesos a construir y adjudicar, con métodos no siempre limpios y transparentes, a los que se consideraba familias o personas vulnerables, algo que con el invento de las VPP se ha demostrado falso. Frente a este modelo retrogrado, denunciado por poca gente en España entre los que me encuentro, España abandonó el modelo europeo, basado en vivienda pública exclusivamente en alquiler con altas dosis de rotación, complementado con ayudas directas al alquiler, lo que ha degenerado en un mercado de vivienda pública ridículo que no ha podido ser utilizado como colchón en las peores fases del ciclo.
El sistema duerme las conciencias al permitir el acceso a la hipoteca al conjunto de la sociedad
Al margen de este factor, que para mí es lo que debería ser objeto de debate, el modelo de las VPP en Madrid es conocido para qué fue creado. Una queja entre parte del electorado conservador en Madrid siempre iba en la línea de que no había ayudas para aquellos jóvenes de clase media-alta para acceder a vivienda asequible. Es por eso que se popularizó esta figura que permitió el acceso a la vivienda en propiedad en condiciones de entrada y salida mucho más beneficiosas a jóvenes de clase media y media alta (Montecarmelo y las Tablas en Madrid son ejemplos) que luego han vendido con plusvalía al cambiar su vida profesional o heredar otras viviendas más lujosas en otros casos. Esta figura fue impulsada, como no podía ser de otra manera, por Esperanza Aguirre, quien como todo el mundo sabe es la mayor defensora de lo público.
Llegando al pecado más grave según los puristas, la famosa especulación o plusvalía. Aquí, de nuevo, hay dos partes. Por un lado, lo que más sorprende a quien se acerca a este tema, que nadie denunció en el pasado, es que, en 2010, la CAM decidió elevar el precio máximo de venta de una VPP en un 30%, precisamente en un momento de crisis profunda del sector. El sector constructor en Madrid, muy afín al PP, que llevaba mucho tiempo demandando dicha subida, respiró aliviado porque los números ya no daban ante un abaratamiento de la vivienda libre y unas necesidades de construcción y alojamiento crecientes. Esta plusvalía máxima por decreto rompía el carácter de ayuda pública en el caso de la vivienda, ya que permitía que los tenedores pudiesen llevar a cabo arbitraje con un bien público. En este punto, sí que es tierno pensar que todos nosotros venderíamos la vivienda por su precio como le han exigido a Espinar, dejando al descubierto el altruismo de toda la población que se ha lanzado a devorar política, sin mirar lo que han hecho cada uno de ellos en su vida privada.
El segundo error en la explicación de Espinar sigue siendo negar que podría haber deshecho la operación, lo que confirma que su intención de vender con plusvalía legal forma parte de su ideario revolucionario tan conservador: la única vía de acceso a la vivienda es mediante compra y venta si las condiciones no son favorables. Lamentablemente, Podemos no se ha desviado de la tónica de la política de vivienda llevada a cabo por todas las administraciones: cooptar a los más débiles para la orgia financiera de la hipoteca y así mantenerlos silenciados con contratos leoninos o caramelos como las VPP o VPO.
En resumen, el principal problema de Espinar es que ha caído en la contradicción de todo revolucionario: el afán por la propiedad con 20 años y después no deshacer la operación a tiempo, saliéndose sin plusvalía, porque se puede ser aprendiz de revolucionario, pero tonto no.
ALEJANDRO INURRIETA Vía VOZ PÓPULI
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