No sé si a estas alturas sabrán ustedes la situación que se está dando en el pleno del Ayuntamiento de Madrid. Resulta que un buen día nos desayunábamos con una resolución del Gobierno de la ciudad por el cual todas aquellas proposiciones de los grupos políticos que no llevan el aval del Gobierno dejan de tener efectos resolutivos y pasan al mismo nivel que una pregunta en el pleno, es decir, a actuaciones de impulso y control.
De esta manera, el Gobierno municipal pasa a considerar todas las propuestas de la oposición —aunque se aprueben por mayoría— como meras sugerencias novinculantes, que en la práctica no tendrán efecto alguno sobre las actuaciones del Gobierno. Y así, con una resolución que ignora literalmente el reglamento y las leyes, se desactiva a la oposición y Carmena pasa a gobernar literalmente como si tuviera mayoría absoluta.
La alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, conversa con la concejala de Medio Ambiente, Inés Sabanés. (EFE)
Se suponía que los tiempos de los rodillos habían pasado, y que los ciudadanos habían puesto a nuevos partidos en la arena política para que imperasen el diálogo y las soluciones de consenso. Ninguno de los cuatro grupos en el Ayuntamiento de Madrid podía sacar nada adelante por sí solo. Así lo habían querido los votantes y así era sobre el papel, aunque los incumplimientos de acuerdos de pleno estén siendo la seña de identidad de Ahora Madrid. Ha bastado una sola firma para cambiarlo todo. En el pleno de noviembre, tres de los grupos políticos harán las veces de mero buzón de sugerencias y solo uno de ellos —el que lidera la alcaldesa— podrá imponer las propuestas que quiera.
No nos queda más remedio que decir “hasta aquí hemos llegado”. Porque detrás de cada propuesta de Ciudadanos están decenas de horas de trabajo de los concejales de su equipo, reuniones con sectores profesionales y asociaciones, diálogo con vecinos, comerciantes y trabajadores municipales. Soluciones específicas trabajadas sobre el terreno. Es nuestra forma de representar a los madrileños y nuestro ejercicio de la responsabilidad que tenemos como concejales. Y, por lo tanto, cuando conseguimos el apoyo mayoritario de esos representantes, como en cualquier espacio parlamentario, el Gobierno está obligado a llevarlas a
cabo.
En el pleno de noviembre, tres de los grupos políticos harán las veces de mero buzón de sugerencias y solo el de la alcaldesa podrá imponer sus propuestas
No podemos consentir que sea pues un 'partido único' el que participe, se autorregule, proponga y disponga, precisamente porque muchos de los que decidimos meternos a política pretendíamos desterrar estas prácticas de la dinámica política reciente. A muchos de los que también lo pretendían les ha durado la intención lo que han tardado en tocar poder y comprender lo molesta y respondona que puede llegar a ser la oposición. No quieren que la oposición les controle, sino controlar a la oposición. No quieren que la oposición pueda proponer y convencer a la mayoría, sino acallar y amordazar toda propuesta que no sea la suya. Es una situación grave la de querer convertir nuestro órgano legislativo de representación democrática en un buzón de sugerencias. En su tejado está rectificarlo de inmediato.
No vamos a permitirlo. No vamos a aceptar este primer paso, como no acataremos los que sigan. Es un asunto crucial de higiene democrática y separación de poderes.
BEGOÑA VILLACÍS Vía EL CONFIDENCIAL
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