¿Puede surgir un Donald Trump en España? La victoria del magnate estadounidense en las presidenciales del martes ha confirmado el descrédito del establishment y la política tradicional, muy degradados en la primera potencia mundial y en todo Occidente desde hace años. La ciudadanía se ha alejado de los partidos clásicos, se muestra muy crítica con ellos y abraza cada vez en más proporción opciones outsider o rupturistas, claramente diferenciadas de lo convencional y con un discurso nítidamente populista.
Esos proyectos tienen en algunos casos el barniz de la reivindicación nacional y/o el odio a lo extranjero, en otros disponen de un corpus ideológico neomarxista y en otros se trata de meras opciones transversales -atrapalotodo- que quieren pescar en el río revuelto de la desafección. Así han emergido el Frente Nacional en Francia, el Movimiento Cinco Estrellas en Italia, el UKIP en Reino Unido, la AfD en Alemania, Syriza en Grecia, Trump en Estados Unidos… ¿Y en España?
Nuestro país se ha mantenido hasta ahora al margen de la ola de xenofobia y eurofobia que recorre el continente, pero también ha vivido un revolcón en su sistema de partidos. Podemos y Ciudadanos no existían a nivel nacional hace dos años y medio y ahora están consolidados en el entorno del 20% y el 12% de respaldo electoral, respectivamente, con cargos en casi todas las instituciones de todos los niveles y la vocación de alcanzar o condicionar el Gobierno de la nación. De los dos partidos tradicionales, uno se mantiene claramente a la cabeza -con un 33% del voto, el PP está en una cota que muy pocas formaciones en Europa pueden alcanzar-, aunque ha caído considerablemente en los últimos años. El otro, el PSOE, sufre la peor crisis de su historia reciente, está internamente quebrado y en su suelo electoral (17%).
La erosión del bipartidismo es consecuencia principalmente de la desafección y el descontento por las políticas con que socialistas y populares respondieron a la crisis económica, pero no ha alumbrado un Trump, un Le Pen o un Farage. Podemos y Ciudadanos se acusan mutuamente de representar en España lo mismo que esas figuras en sus países -algo que ha reverdecido esta semana-, pero, ¿hay base para establecer tal comparación? El partido de Albert Rivera “no responde en absoluto a los parámetros populistas, es más bien un partido que bebe de fuentes liberales tradicionales a las que han añadido elementos como la regeneración democrática y una fuerte identidad nacional”, responde el consultor César Calderón. Ciudadanos quiere mirarse en el espejo de los liberaldemócratas europeos, en cuyo grupo (ALDE) se ha integrado en la Eurocámara y al que en breve aportará un vicepresidente (Luis Garicano). Rivera los cita a menudo en público como referentes.
“Podemos, en cambio, si atendemos a las declaraciones de Errejón, sí que trata de envolverse en la bandera ‘Nacional y Popular’ típicamente populista/peronista, que a pesar de haberse renovado atendiendo a teóricos post-marxistas como Zizek o Laclau, se parece bastante a determinados postulados de Trump”, añade Calderón. Entre estos postulados estarían “el antiliberalismo en lo político y la autarquía en lo económico; en definitiva, defender sociedades paternalistas y cerradas”. Este consultor recuerda que Zizek, referencia de Pablo Iglesias y los suyos, “fue uno de los pocos intelectuales europeos que apostó públicamente por la victoria de Trump”.
Iglesias se desmarca
Iglesias se ha desmarcado de esa asociación, que Rivera estableció al poco de conocerse la victoria del controvertido magnate. “Algunos nos llamarán populistas y dirán que somos parecidos a Trump. Pues no, mire usted, todo lo contrario”, defendió el líder morado. Ciudadanos ha querido ver consonancias entre ambos proyectos en el proteccionismo económico o en los alegatos contra la ‘casta’ y los grandes medios de comunicación.
El politólogo Pablo Simón considera “muy arriesgado incluirlos dentro de la misma familia”. Aunque una acepción amplia del término ‘populismo’ podría englobar a Podemos y a Trump, Simón ve apropiado matizar que “una cosa es compartir el mismo software, por decirlo con un símil, y otra ser equiparables, porque el hardware ideológico, el programa de uno y otro, son muy distintos”. El profesor de la Universidad Carlos III y editor de Politikon cree que el partido de Iglesias “tiene más paralelismos con el peronismo argentino o con el populismo bolivariano que con Donald Trump o con Marine Le Pen”. Para meterlos a todos en el mismo saco “habría que recurrir a una etiqueta más genérica, la de partidos antiestablishment, que es una categoría refugio donde sí entrarían ambos”.
Al margen de estas consideraciones, lo cierto es que los nuevos partidos españoles se nutren del descrédito de la clase política. Y ese descrédito no ha aminorado desde su llegada, lo que lleva a preguntarse si es posible que se abra paso un proyecto populista personalista a lo Trump. El 88’1% de los españoles califica de mala o muy mala la situación política general, según el último CIS. El 58% cree que está igual o peor que hace un año y el 59% que no mejorará en los próximos doce meses. Bien es cierto que el estudio se realizó tras un año de bloqueo político, pero el escenario no es nuevo, viene dándose desde 2012-2013.
Todos los líderes suspenden barómetro tras barómetro, la corrupción y la política son dos de los tres problemas que más preocupan a la ciudadanía y los indicadores económicos no son nada halagüeños. Pocos países de Europa empeoran nuestros índices de paro, pobreza y desigualdad, pese a la recuperación de los últimos años, y el 64’8% considera que la situación económica general es mala o muy mala y que así continuará en el futuro.
¿Caldo de cultivo para la aparición de un Trump español? Lo ve difícil el politólogo Ignacio Martín Granados, para quien el espacio de la desafección “ya lo ocupan los nuevos partidos”. A su juicio, Podemos y Ciudadanos triunfaron por hacer bandera de la regeneración, cada uno desde un bando ideológico, y cumplen con “los rasgos identificativos del populismo que ofrece Juan Santiago Ylarri: rechazo a los profesionales de la política, desconfianza en las instituciones existentes, diálogo directo con la base social, voluntad de movilización, retórica nacionalista y liderazgo caudillista”.
Gil y Conde ya lo intentaron
Son hijos de la crisis de representatividad, pero no constituyen una apuesta outsider personalista como las que en otros tiempos protagonizaron personajes como José María Ruiz-Mateos, Jesús Gil o Mario Conde, empresarios que se lanzaron a la arena política ‘a lo Trump’. Lo hicieron “ante un contexto determinado, e igual de rápido que surgieron, desaparecieron”, analiza Martín Granados. “En el momento actual, con la irrupción de nuevos partidos, podemos afirmar que el populismo se ha instalado en España, a la vista de su éxito electoral, por lo que es complicado que haya espacio para nuevas opciones”.
Pablo Simón añade a este análisis la dificultad de llegar a la presidencia con un sistema parlamentario como el español -el hipotético aspirante “tendría que pasar de 0 a la mayoría absoluta”- y cree que tal cosa requeriría, además del alejamiento electores-políticos y una mala situación económica, “un contexto de desinstitucionalización importante”. Es decir, que el sistema de partidos se esté descomponiendo y abra hueco a nuevas plataformas, “como ocurrió con Silvio Berlusconi y su Forza Italia en los 90”.
De modo que hay un hilo conductor entre las bases electorales de Trump, la extrema derecha europea o Podemos, pero eso no justifica una equiparación automática. En el caso de España, que Iglesias esté capitalizando el descontento de los críticos con el sistema tampoco anula la posibilidad de que aparezca un outsider y triunfe, aunque lo complique. Lo explica el sociólogo David Redoli: “Ninguna sociedad está vacunada de ser liderada por alguien que recoja afectivamente la indignación, la rabia y la frustración de capas cada vez más amplias de la población. El único antídoto contra algo así es el bienestar generalizado”. A su juicio, “ni Podemos ni Ciudadanos ni nadie puede imposibilitar el ascenso de una fuerza populista o de un líder mesiánico -de un ‘chamán’, que diría Víctor Lapuente- si aparece y consigue recabar el respaldo de un alto porcentaje de electores. Básicamente porque ese terreno, el del populismo y el del mesianismo político, siempre está disponible”.
DAVID MARTÍNEZ Vía VOZ PÓPULI
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