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martes, 8 de noviembre de 2016

¿POR QUÉ TRUMP SE HA CONVERTIDO EN UN FENÓMENO POLÍTICO?


A las puertas de la cita electoral de la presidencia de los Estados Unidos, una pregunta es forzosa. ¿Cómo es posible que Trump tenga todavía en vilo al campo demócrata? Un personaje de formación mediocre, inexperiencia política, que ha transitado del apoyo a los demócratas a candidato republicano, que ha llenado su campaña de excesos y despropósitos, ha logrado que la bolsa cayera esta última semana por la posibilidad de su triunfo, y ha llevado al todavía presidente Obama y a su vicepresidenta de facto, su mujer, a un denodada campaña que ha dejado a Clinton en un segundo plano. De hecho, todo el campo demócrata está volcado para el amarre final del voto, a pesar de que las previsiones cantan un 7 a 3 de posibilidades a favor de su candidata. Que ella no es del agrado de una mayoría de ciudadanos, es una evidencia que en buena medida debe venir contrapesada por el menosprecio de Trump hacia las mujeres y las minorías, que además ya de manera habitual tienden a votar por el partido azul.

Existen muchas razones para explicar el fenómeno Trump, pero hay una de esencial, y es toda una lección. Son los perdedores de la crisis, sobre todo la clase media  baja y blanca, la que encuentra en Trump la forma de expresar su protesta y ganas de terminar con un estado de cosas que los han ido marginando en su propio país. Desigualdad, ideología de género, arrogancia intelectual de las élites liberales, contra todo esto se vota y lo recoge Trump. Él no tiene razón, pero los problemas que expresan sus votantes sí la tienen en gran medida.

Los términos se han invertido. El partido demócrata ya no es la fuerza política que recoge el voto de los trabajadores, sino de la élite que no ha sufrido la crisis. Los demócratas son hoy quienes reciben las grandes donaciones, mientras que las pequeñas y el voto trabajador están al lado de Trump… en gran medida, porque no tiene otra cosa. En una sociedad sin proyecto moral común y sin dinero que repartir, solo cabe el voto de protesta.

Y es que ni tan solo los negros, fieles votantes demócratas, se sienten ahora inclinados en exceso a apoyar a la representante de la élite liberal. Por eso ha salido Obama prácticamente riñéndoles y urgiendo a que no se abstengan.

Trump es posible porque la cultura dominante, económica y moral, está descuajeringando a la primera potencia mundial. Y sea cual sea el resultado electoral, las consecuencias serán malas.


Esta lección no es mecánicamente trasladable, pero si tiene suficientes puntos en común con lo que sucede en la mayor parte de Europa, donde la combinación de liberalismo filosófico y económico e ideología de género, está dejando a las sociedades en un estado progresivo de desestructuración moral y social. En algunos lugares se alzan fuertes resistencias que podemos juzgar acertadas o no, pero que se producen. En otros, con España a la cabeza, no existe tal respuesta, y todo va deslizándose por la pendiente del agua tibia con la que cocían a la adormecida ranita.

Se necesita un proyecto basado en la cohesión social y el proyecto moral que surge de nuestra raíz y tradición cultural. El problema es que tal cosa no está ni se la espera.



                                                                        JOSEP MIRÓ i ARDÈVOL  Vía FORUM LIBERTAS  

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