Translate

jueves, 31 de enero de 2019

EL GRAN CIRCO


Jamás os fieis, queridas hijas, ni de las bondadosas abuelitas ni de los dulces polluelos


Gabriel Albiac


Recuerdo el cómic. Hace de eso no sé cuántas glaciaciones. Yo era joven; o aún peor. Sobre la pantalla, una pulcra abuelita -era su nombre en los Looney Tunes, Abuelita, Granny, su único nombre- le arreaba de bolsazos a un malvado gato negro, que era, en realidad, el pobre «pringao» al cual está permitido siempre moler a bofetadas para mayor regocijo del respetable. En un rincón discreto, un dulce polluelo de canario, ojigrándico y cabezón, se despepitaba furtivamente de la risa: «Creo haber visto a un lindo gatito», repetía con gesto adorable, mientras el lindo gatito no fenecía porque a los pobres dibujos animados no les está permitido ese alivio. Era divertidísimo. Cuando tuve hijas en edad, se lo propuse como aprendizaje de la única verdad moral irrefutable: los buenos son los malos. Porque para mala, mala, la inocente abuelita. Jamás os fieis, queridas hijas, ni de las bondadosas abuelitas ni de los dulces polluelos.

Lo que no podía imaginar yo era que, un día, iba a haber alguien lo bastante perverso como para hacer que el cómic transitara tal cual a la realidad política. En el fondo, sigo siendo un ingenuo: haber leído a Guy Debord a los 18, hubiera debido enseñarme que no hay dibujo animado que pueda alcanzar las cotas de delirio a las cuales se abalanza la política contemporánea. En 2015, un partido político -o una asociación, o una barra brava peronista, o una alegre pandi, o lo que sea- apostó por materializar a Granny en carne y hueso, proponiendo como candidata a alcaldesa de Madrid a aquella tierna aporreadora del cómic de la Warner, simpática abuelita que repartiría estopa a los malos malísimos. Y la cosa tuvo éxito. En tan sólo cuatro años, Manuela Carmena aporreó Madrid. Y lo dejó más malherido de lo que dejaban los bolsazos de Granny al pardillo de Sylvester. El coro de los polluelos se lo pasaba en grande y, de paso, promocionaba a la familia. Se llama nueva política: no hay más representación que la de los televisores.

Después de eso, la lección fue aprendida. Éste es el nivel intelectual de nuestro electorado: tomémoslo como modelo. En 2019, el PSOE apuesta como alcalde de Madrid, no por un monigotito de la Warner. Apuesta por un baloncestista de éxito. Al espectáculo infantil sucede el espectáculo adolescente. Queda por saber cuál de los dos se acerca más a la edad mental de los votantes. Se admiten apuestas. La coreografía de los concejales socialistas haciendo la ola en los plenos municipales estará, en todo caso, a la altura de las rosquillas de Carmena. Seguro. Ha llegado el momento de plantearnos la pregunta decisiva: ¿para cuándo Belén Esteban presidenta? Arrasaría. No creo que nadie tenga la menor duda: la política es hoy una prótesis menor de los televisores.

En la España de los años treinta, ocupaban escaño en el Parlamento sujetos que se llamaban Miguel de Unamuno, Julián Besteiro, José Ortega y Gasset, Manuel Azaña, Ramiro de Maeztu…: las mejores cabezas de la España contemporánea, las mejores cabezas de la Europa de su tiempo. Comparen eso con los Iglesias, Garzones, Monteros, Sanchezes, Rufianes… Y si logran contener el llanto es que son ustedes más duros que Sonny Liston.

Y nadie piense que este gran circo es cosa sólo de la subespecie política. 2018, Feria del Libro en Madrid, kilométricas colas ante una caseta. Pregunto a un amigo librero. «¡Ah, sí, es una influencer!». «¿Y en qué influencia?». «En maquillaje». «No se hable más, entonces. Es el futuro». Supongo que será ya ministra de algo.


                                                                                              GABRIEL ALBIAC   Vía ABC


EL DESTINO CAINITA DE PODEMOS


/BERNARDO DÍAZ /EL MUNDO


Podemos afrontaba el Consejo Ciudadano Estatal celebrado ayer como el más trascendental de su corta historia. La cúpula nacional y los líderes territoriales acudían con el propósito de pactar un mensaje único que ayudara a superar la profunda crisis desencadenada por Íñigo Errejón desde que rompiera con la formación que cofundó para optar por la plataforma de Manuela Carmena. Desde ese momento se desató una espiral de cainismo que no se ha detenido y que amenaza con reducir a la irrelevancia a la formación que soñó con asaltar los cielos y que todavía hoy constituye el principal soporte parlamentario del Gobierno de Pedro Sánchez.

La diarquía o jerarquía de dos que dirige Podemos acusó el golpe de Errejón, contra quien en un primer instante anunciaron un candidato oficialista a la Comunidad de Madrid. Pero el peso de Carmena en las encuestas -"Carmena no es lo que fue pero es lo más útil que hay", sentenciaba Iglesias en un comunicado previo a la reunión- y la dimisión de Ramón Espinar de todos sus cargos obligaron a recapacitar a Irene Montero, que ofreció una negociación a Errejón para tratar de explorar una candidatura conjunta, al tiempo que le reclamó que no se presentara, deseo que Errejón cumplió. Pero el ilusionismo es inherente a la naturaleza de Podemos: de cara a militantes y votantes ambas partes escenifican diplomacia -Iglesias niega que Errejón sea un "traidor", Errejón llama a "desdramatizar"- para ocultar una descarnada pugna por el poder: el territorial y el orgánico. Ni Iglesias va a aceptar a Errejón más que como otra confluencia de Podemos ni Errejón ha dado este paso para volver a su situación de partida.

Entraña una irónica coherencia el destino de un partido que hizo de la división social la médula de su discurso. Quienes conciben la política bajo el prisma dialéctico amigo-enemigo y se entregan a la paranoia de fuerzas oscuras que rigen el mundo están destinados a sembrar la discordia en sus propias filas y a terminar acusándose de servir a intereses inconfesables. "Destruir Unidos Podemos es condición de posibilidad para la superación de la crisis de régimen", afirma Iglesias, culpando implícitamente a Errejón de ser un quintacolumnista. Su tremendismo retórico delata no solo manía persecutoria sino la consabida vocación antisistema del partido que nació para destruir la democracia del 78 por considerarla ilegítima. Hoy es esa misma democracia la que lleva camino de destruir a Podemos, pero no por caminos oscuros, sino mediante la mera exposición ante la opinión pública de la inoperancia y toxicidad del populismo. Serán los españoles quienes juzguen en las urnas la utilidad de Podemos, pero hoy no cabe dudar de que se trata de un partido en descomposición, que se debate entre el efecto dominó del desafío errejonista y el desesperado intento de su cúpula por conservar una última apariencia de unidad.


                                                                                      EDITORIAL  de EL MUNDO

Violencia y perspectiva de género: réplica y contrarréplica a Laura Freixas


Josep Miró i Ardèvol

[Publicamos a continuación la respuesta de Josep Miró i Ardèvol a la réplica de Laura Freixas a su artículo sobre la violencia y la perspectiva de género, que reprodujimos en ReL. Posteriormente, Laura Freixas contrarreplicó en Twitter, a lo que también contestó Miró, contestación que incluimos debajo de este artículo.]


La señora Laura Freixas ha tenido la atención de abordar crítica y razonadamente mi artículo, Violencia y perspectiva de género (La Vanguardia, 18 enero), cosa que agradezco en unos tiempos donde las causas se dirimen con descalificaciones. Lo ha hecho con una diligencia loable -el día siguiente de su publicación-, cosa que también es de agradecer.  Sus razones me brindan el motivo para desarrollar en mayor medida las cuestiones que planteé, y que considero cruciales para el bien común, el bienestar y los derechos humanos de nuestra sociedad. Y como sea que mi turno de artículo en el periódico que me acoge queda muy lejos, más de tres semanas, opto por confiarlo a la capilaridad de la red.

Doy por descontado que no está en cuestión el hecho de que la práctica totalidad de las personas estamos contra la violencia, todavía más cuando es mortal, y que específicamente rechazamos como intolerable la violencia contra la mujer. Nadie puede afirmar que una parte grande, nada menos que “los hombres”, la promueve, sin cometer una injusticia execrable. Pero eso, exactamente eso, es lo que hace la perspectiva de género, y que tiene una injusta aplicación en la legislación española. Que la mayoría de violentos sean hombres no fundamenta el formular a continuación la premisa “luego todos los hombres son violentos”. Forma parte del mismo absurdo que afirmar que como “la mayoría de los grandes músicos, escritores, cocineros, jugadores de rugby, científicos y un largo etc. son hombres, luego, todos los hombres son grandes músicos, escritores, etc.” El “machismo” no es la característica común de los hombres, como pretende el feminismo de género, sino una patología individual, y como tal ha de ser abordada.

Situada esta primera premisa, la segunda: es obvio que no está en cuestión si hay violencia contra las mujeres. Claro que existe, como la hay, por desgracia, en el conjunto de relaciones de la humanidad. Lo que cuestiono es que para combatirla se deba criminalizar a todos los hombres, a los esposos, padres, hijos, adolescentes, jóvenes y adultos, convirtiéndoles en chivo expiatorio de los problemas de nuestra sociedad, esa práctica que tan bien describe René Girard, en Veo a Satán caer como el relámpago.

Lo que sostengo es que las políticas públicas que se han emprendido basadas en la perspectiva de género no son las adecuadas, porque son excesivas, desmesuradas, y porque son inadecuadas por equivocadas e insuficientes. Su aplicación responde a criterios de ideología política: el combate contra el hombre, y no la búsqueda de resultados en la defensa de la seguridad y dignidad de la mujer.

En mi artículo afirmaba que es falso que vivamos bajo un “sistema” que se dedica a dominar, abusar y matar a las mujeres, y que, con los datos del CIS en la larga serie de observaciones sobre las preocupaciones de los españoles, solo el 0,5% de la población afirmaba que la violencia contra la mujer es uno de los tres primeros problemas. Y eso significa 175.000 personas sobre un total de 35 millones de adultos. Y solo un 0,1% consideraba que era el primer problema; es decir, 35.000 personas. Y que estos datos eran consistentes con otros, como la encuesta del CIS de diciembre 2010-febrero 2011, solo a mujeres, que establecía que en la inmensa mayoría de relaciones de la pareja, por encima del 95%, no existía asomo de mal comportamiento, ni tan siquiera leve, y solo entre el 0,5% y el 1% de las mujeres contestaban que lo sufrían con frecuencia. Todo ello a pesar del machaqueo incesante de los medios de comunicación sobre este tipo de maltrato.

No deja de ser llamativo el contraste de aquella abundancia de atención con el silencio sobre los 10 muertos diarios y 200 intentos no consumados de suicidios. Más que víctimas por accidentes de tráfico, y a pesar de ello están fuera de la agenda política y mediática. El 75% son hombres, pero, incluso así, mueren casi 20 veces más mujeres por suicidio que por el homicidio de la pareja. Si lo que importara fuera la seguridad y las condiciones de vida de la mujer, ¿no deberían situar en un plano destacado este desastre? ¿Por qué no lo hacen a pesar del daño femenino que causa?

La realidad es que España, como explicaba en el artículo, es el quinto mejor país del mundo para las mujeres, y es de los más seguros y con menor delincuencia sexual de Europa.

A pesar de la modesta dimensión del daño, en términos objetivos y percibidos por la sociedad, el único pacto de Estado acordado en años ha sido sobre la llamada violencia de género. No se ha logrado en educación, aunque vivimos en una verdadera emergencia, ni en sanidad, ni tan siquiera en pensiones, donde se sufre entre la improvisación y el electoralismo. Pacto de Estado y además una legislación especial, 105 juzgados especializados, más 355 compatibles, y muchos recursos económicos; siempre más, nunca bastan. Es la desmesura que anida en la propia Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género.

Este gran entramado punitivo se fundamenta en el principio de que los hombres han construido un sistema de dominación de las mujeres, que tiene como resultado un abrumador estado de opresión y violencia sobre ellas. Por ello, la legislación justifica una penalización más grave para el hombre a pesar de que el delito sea idéntico. Para un supuesto de lesiones graves en grado mínimo la mujer recibirá 3 meses de prisión que no cumplirá, mientras que para el hombre serán 2 años y entrará en la cárcel. Si se trata de amenazas leves, lo mínimo para la mujer será el estar localizable durante 5 días, pero para el hombre serán 6 meses de cárcel. Recibe mayor pena un hombre por amenazas leves que una mujer que haya causado lesiones graves. Es insólito en Europa.

El resultado es aciago porque la cifra de hombres encarcelados se acerca a 4000 penados según Instituciones Penitenciarias, a finales del pasado noviembre 2017, y son ya el tercer grupo de reclusos más numeroso en las cárceles españolas.

En realidad, toda la política para proteger a la mujer está concentrada en denunciar y castigar al hombre sin atender a las causas que engendran violencia, y esto es así porque es la manera de culpabilizar a todos los hombres, al “patriarcado” a pesar de que la realidad, de lo que nos habla es de unos casos patológicos, y no de un suceso general. En 2018, 47 hombres mataron a su pareja, esto significa 0,0003% de los hombres mayores de edad. ¿Cómo se puede propagar a partir de tal magnitud que “los hombres matan a las mujeres porque son mujeres”? Este es el enunciado de un genocidio: los nazis -no decimos los alemanes, decimos los nazis– mataron a los judíos por el hecho de serlo, y los serbobosnios de Karadzic a los musulmanes por idéntica causa. Pero trasladar tal cosa a las relaciones entre hombres y mujeres es un escándalo moral, una falsedad inmensa, una macro fake news. Con aquella cifra de homicidas se necesitaría que pasasen 333 años para que los asesinos significasen el 1 por mil de los hombres adultos, con las cifras actuales. Estas consideraciones no minimizan las muertes, sino que hacen aflorar la ignominia de su instrumentalización para promover una causa general contra el hombre.  La justificación de un código penal asimétrico.

Pero es que además la legislación es inadecuada e insuficiente para el fin que persigue: proteger la vida y la dignidad de la mujer. Deliberadamente se ignoran las causas objetivas que facilitan el feminicidio y la violencia en la pareja: las muertes se dan en una proporción mucho mayor (9 a 1) en las relaciones ocasionales, la cohabitación y las parejas de hecho, que en los matrimonios. Las víctimas y los autores registran un peso muy superior de inmigrantes que no han conseguido o querido reunificar la familia. Se producen mayoritariamente en situaciones de ruptura, ante, durante y post. Es decir, existe un tipo de relación, la forjada bajo vínculos más débiles y ocasionales, que, al romperse con mayor frecuencia generan un riesgo mayor. Pero los poderes establecidos de esta sociedad en crisis no quieren abordar esa etiología, porque la ideología dominante prescribe precisamente aquel tipo de vínculo frágil como el idóneo, y no el matrimonio, y porque en otro orden, el reagrupamiento familiar es un tabú, en lugar de un objetivo deseable.

También interviene el sistema de creencias: las posibilidades de violencia son muy superiores en las parejas ateas, agnósticas e indiferentes, que entre las católicas practicantes.

La tercera omisión en el abordaje es el de la patología del homicida, que no es estudiada, ni suficientemente tratada. Dos de los últimos crímenes cometidos, los de Laura Luelmo y Rebeca Santamaría, muestran a las claras que se trata de dos homicidas que presentan una patología criminal, y que su largo paso por la prisión no resolvió nada. La evidencia de esta causa la muestran los datos: en 2017, 15 de los homicidas se suicidaron y 10 lo intentaron; sobre un total de 51 casos, el 50% intentaron el suicidio. ¿Qué tipo de persona mata o agrede, y se mata? Pero esto tampoco importa.

Con carácter general, el de la violencia y no solo el homicidio contra la mujer, la gran hipocresía o impotencia de una sociedad en crisis se manifiesta al negarse a tratar las tres causas estructurales, todas ellas relacionadas con el sexo, que están en la raíz de una educación basada en el menosprecio a la dignidad de la mujer. Se trata de la prostitución, la pornografía, y la educación y la cultura sexual que marca la pauta.

En 1999 Suecia prohibió la prostitución, y lo hizo en nombre de la lucha contra la violencia que sufren las mujeres. Existe un menosprecio evidente, por mucho que quiera camuflarse, un menosprecio hacia el cuerpo del otro en la media que se transforma en una mercancía que se vende. No estaba desencaminada Naciones Unidas cuando la declaró una forma de esclavitud. Pero además, en la gran mayoría de casos, la prostitución es el fin necesario de una ingente y rentable trata de mujeres.

Que España, pacto de Estado incluido, no haya hecho nada más que maquillaje en el abordaje de esta cuestión es un claro indicador de que es la ideología lo que preside las soluciones. La prostitución crea una mentalidad que favorece el considerar a la mujer como un objeto. También la pornografía, al menos aquella que se basa en el abuso y la agresión, pero también en su conjunto, cuando es la vía cada vez más frecuente en el que el adolescente forma el imaginario de la relación con la mujer. Pero este es otra cuestión vetada, prohibida bajo pena de descalificación. La pornografía es en gran medida violencia contra la mujer, y en todo caso es su conversión en objeto del deseo más primario y posesivo. Por último, la educación sexual, la escolar y la social. La cultura hegemónica actual considera que es posible vivir bajo una continuada excitación sexual, la que propagan los medios de comunicación, sin que esta incitación continuada no haga aflorar patologías subyacentes. La educación sexual escolar no se basa en integrar la sexualidad en el proceso de maduración personal, sino que más bien se presenta como un deporte de contacto, que lo único que requiere es satisfacerse y evitar el embarazo.

Éstas sí son violencias estructurales del poder establecido, aceptadas por gobiernos y partidos políticos y por los movimientos del feminismo de género, y es tanto así que en el prolijo pacto de Estado los omite de manera perfecta.

En último término, la respuesta es muy sencilla, y el que no se realice es un indicador claro de la crisis de una cultura y de las instituciones políticas y sociales que la acogen. Se trata de educar en el respeto a la dignidad del otro, sea quien sea, y en las virtudes necesarias para que aquel valor, el del respeto, pueda traducirse en una práctica cotidiana. Se trata de construir socialmente la ética de la virtud, todos juntos, hombres y mujeres.

Laura Freixas: si manipulan lo que escribo, respondo

Una de las causas de porqué la ideología de la perspectiva de género se ha convertido en hegemónica en España hasta ser doctrina de Estado radica en la constante intimidación que practican sobre quienes formulan algún disentimiento.

Como no son capaces de asumir el debate racional sobre los hechos, los manipulan, y tergiversan sus contenidos, con el único fin de estigmatizar a las personas que discrepan para diseñar un arquetipo que puedan descalificar con facilidad. Así se evitan dar cuenta de lo que les cuestiona.

Un buen ejemplo de ello es el tuit de Laura Freixas respondiendo al artículo que publiqué en Forum Libertas Violencia y perspectiva de género: una respuesta a Laura Freixas.

Es bueno que acceda a él y lo lea antes de seguir y comparar con lo escrito por Freixas:
“La polémica sigue fuera de @La Vanguardia: Miró i Ardèvol me contesta que la violencia contra las mujeres no es tan grave, que #NotAllmen y que se da más entre parejas no casadas, inmigrantes y ateos, que matrimonios católicos patrios. Ahí lo dejo.”

Si ha leído mi artículo comprobará fácilmente cómo Freixas manipula lo que afirmo con extensión y detalle.

-En ningún caso afirmo que tal violencia no sea grave. Lo que constato con los datos del CIS es que la dimensión numérica de los feminicidios de pareja es reducida, y que en general no es considerada un problema principal por la inmensa mayoría de españoles. Que es muy distinto.

-Omite que la afirmación sobre el tipo de vínculo, matrimonial u otros más débiles, no es una opinión mía, sino el resultado de los datos. Hay una prevalencia mucho menor de feminicidios entre las parejas casadas que con otros vínculos.

-Omite que no me refiero a “inmigrantes” a secas, sino a aquellos que no participan del reagrupamiento familiar.

-Y omite, finalmente, el concepto clave de mi artículo: la mayor incidencia no es tanto el resultado del vínculo débil o de las personas inmigrantes que se han emparejado aquí con uno de aquellos vínculos, sino de la mayor frecuencia de rupturas que se producen en ellos. La tesis cuantitativa evidente es ésta: el factor que posee mayor capacidad de explicar el feminicidio, y posiblemente la violencia, es la situación de ruptura en su fase previa, durante la realización o después de consumada. De aquí que el artículo critique la falta de medidas para facilitar el reagrupamiento familiar, y proporcionar asistencia e instancias de conciliación a las parejas con conflictos.

-Para la ideología de la perspectiva de género y sus defensores, resulta inasumible reconocer que el matrimonio es una institución que brinda mayor seguridad; no aceptan la realidad.

-Como no aceptan la realidad de que las parejas cuyos miembros no son religiosos, y ello obviamente incluye a los ateos, tienen una mayor prevalencia de violencia que los católicos practicantes. Este es un dato extraído de la macroencuesta del Instituto de la Mujer realizada durante la época Zapatero. Creo, y esta es una interpretación mía, que la razón directa no es tanto la creencia -sin descartar totalmente su influencia- sino el hecho de que los matrimonios católicos practicantes presentan un grado mucho menor de rupturas que las otras fórmulas de vinculación. En esta explicación, la causa principal también nos remitiría a la ruptura conflictiva.

-Y naturalmente, el añadido de “patrio” que me atribuye Freixas en relación con el matrimonio es un puro invento.

Es cierto que twittear obliga por la brevedad a simplificar las respuestas, pero esto no implica necesariamente manipular y faltar a la verdad. Lo que sí revela el mensaje breve es el talante moral de quien lo escribe.


                                                                     JOSEP MIRÓ i ARDÈVOL   
                                                                     Réplica y contrarréplica publicadas en Forum Libertas.

NARCISO, EL HOMBRE QUE DIRIGE LA POLÍTICA ESPAÑOLA

Apúntense un motivo: el mismo que llevó a Iglesias a prescindir de Errejón, o a Errejón a abandonar Podemos. El mismo que lleva a Sánchez a apurar hasta la última gota de su presidencia


Pintura de John William Waterhouse sobre el mito de Narciso.


Hay una escena de “Política, manual de instrucciones”, el documental-homenaje que Fernando León de Aranoa dedicó a la irrupción de Podemos en la política española, en la que Pablo Iglesias e Íñigo Errejón discuten el contenido del discurso que el primero hará en la asamblea de Vistalegre I. Iglesias acepta algunas sugerencias hasta que Errejón le pregunta qué ha preparado como cierre del discurso: “El cielo no se toma por consenso, sino por asalto", responde Iglesias, citando una carta de Karl Marx sobre la insurrección de la Comuna de París. Errejón, siempre atento a cómo construir una mayoría social, le señala que es una frase más para los de dentro que para los de fuera. Pero Iglesias se muestra inflexible: “Alguna pista -dice- debemos dejar a los historiadores”.

Era, recuérdese, octubre de 2014. Iglesias ni siquiera había entrado en el Congreso de los Diputados, pero ya tenía claro que su destino político le sostenía entreabierta la puerta de la Historia. De la Historia con mayúsculas.

No fue la única ocasión en la que Iglesias ha demostrado un sentido mayestático de sí mismo. Cuando Jeremy Corbin ganó las primarias del Partido Laboralista británico, Iglesias escribió un artículo en 'The Guardian' titulado: “¿Por qué todos hablan del Pablo Iglesias británico?”. Y cuando destituyó a Sergio Pascual, entonces número tres de Podemos, a principios de 2016 (seguramente, el epicentro de la crisis interna que ahora azota a Podemos), hizo pública una carta con citas literales de otra, de muchos años antes, en la que Carrillo comunicaba a Jorge Semprún su expulsión del PCE, como advirtió el siempre avizor Ignacio Varela.

Han corrido ríos de tinta sobre la crisis de Podemos. Pero por mucho énfasis que pongamos en las diferencias políticas (la investidura fallida de Pedro Sánchez, la confluencia con IU), ninguna tendrá tanta importancia como los factores personales (algo por otra parte habitual en los enredos políticos, tan vulnerables a las pasiones humanas).



Puede que Íñigo Errejón haya acumulado suficientes motivos de agravio en los últimos años. Pero la realidad es que echó un pulso (soterrado) a Iglesias en Vistalegre 2, que perdió de forma abultada por el voto de las bases (los 'inscritos', según la particular y algo ridícula terminología del universo podemita), que también han ratificado todas las demás decisiones de Iglesias, desde el voto negativo en la investidura de Sánchez hasta la compra del famoso chalé en Galapagar.

Quizás Errejón se sintiese desautorizado no ya solo por Iglesias sino por las bases de Podemos, y tal vez hubiese llegado a la conclusión de que su futuro político estaba necesariamente lejos de la formación morada. Pero las formas de su ruptura revelan que el tamaño de su ombligo es solo comparable al de su mentor y ahora rival político. Anunciar a través de una carta que la plataforma política que ha utilizado en los dos últimos años para lanzar su candidatura a la Comunidad de Madrid ya no le sirve, y hacerlo apenas cuatro meses antes de las elecciones, dejando en la más absoluta intemperie a las siglas que lo encumbraron, denotan un maquiavelismo casi patológico, pero sobre todo una concepcion de la política hiperpersonalista, bonapartista, que considera que las formaciones políticas son cáscaras vacías, y que basta con ponerles al frente un liderazgo carismático (en este caso, el suyo) para convertirlas en verdaderos proyectos políticos. Que además este comportamiento venga de quien se ha hinchado la boca durante años invocando el poder de 'la gente', solo añade sal a las heridas.

Que además este comportamiento venga de quien se ha hinchado la boca durante años invocando el poder de 'la gente', solo añade sal a las heridas

¿Es este ataque de egocentrismo patrimonio exclusivo de Podemos? Lamentablemente no. Esta semana desfilan por el Congreso diferentes altos cargos para defender el proyecto de Presupuestos del Gobierno. Para cualquier gobernante, los Presupuestos son el instrumento fundamental de su acción de gobierno. Todas las propuestas, todos los planes de actuación, de transformación de la realidad social, dependen en última instancia de que los Presupuestos vean la luz. Para el actual presidente del Gobierno, en cambio, parecen un incordio en su solitaria carrera por mantenerse en la Moncloa. Es la única interpretación ante el insólito hecho de que en el momento más delicado de la legislatura, Sánchez organice viajes al exterior (Davos, Latinoamérica) casi sin tiempo para hacer escala en España.

Muchos líderes políticos desarrollan una querencia por la acción exterior en la parte final de su mandato. Bill Clinton, por ejemplo, estuvo años fajándose con una mayoría republicana en el Congreso. Hacia el final de su segundo mandato, decidió dedicar sus esfuerzos a conseguir un acuerdo de paz entre Israel y Palestina. Obama libró una lucha titánica para aprobar una reforma sanitaria, otra financiera y una legislación contra el cambio climático. Hacia el final de su presidencia, giró la mirada a Cuba para levantar el embargo sobre la isla. Después de sufrir los sinsabores de la política doméstica, los líderes se refugian en la acción exterior para dar relumbrón a su legado. Porque, en efecto, las cuestiones domésticas son áridas, tortuosas y poco atractivas.




Miremos por ejemplo la huelga de los taxistas, un endiablado sudoku donde se mezclan los vestigios corporativos de un sector protegido, los efectos de un cambio tecnológico acelerado y los nuevos modelos de relaciones laborales. Sánchez debe pensar que menudo lío, así que ha decidido saltar directamente al sillar de Kennedy, sin pasar por las estaciones intermedias. Ha preferido saltarse las piedras en el camino, los problemas domésticos como la suerte de sus Presupuestos, la huelga de los taxistas o la regulación del mercado del alquiler. Sánchez ha preferido convertirse en el Obama de Cuba sin tener que sufrir el calvario del Obama de la reforma sanitaria. En apenas unos meses, ha completado el ciclo que otros dirigentes tardan años en culminar. Aburrido de las dificultades domésticas, Sánchez disfruta como un niño con zapatos nuevos presentándose en Davos como el último líder vivo de la socialdemocracia occidental. Bienvenido sea que un presidente español vaya a Davos, pero se puede ir manteniendo un punto de equilibrio. A día de hoy, Sánchez ejerce más como un expresidente dedicado en exclusiva a los foros internacionales que como un gobernante en ejercicio, encargado de las tareas cotidianas.

Abundan las cábalas sobre por qué el Gobierno alarga una legislatura moribunda, siendo incapaz de armar una mayoría parlamentaria a su alrededor que le permita ejercer ese oficio tan ingrato llamado gobernar. Apúntense un motivo: el mismo que llevó a Iglesias a prescindir de Errejón, o a Errejón a abandonar Podemos. El mismo que lleva a Sánchez a apurar hasta la última gota de su presidencia. Se llama Narciso. Es un hombre. Y es, en realidad, quien está al mando de la política española.


                                                                                     ISIDORO TAPIA   Vía EL CONFIDENCIAL

UN TREN PARA ERREJÓN

Pasó el tiempo de Unidos Podemos como emblema del populismo socialista, y ya hay quien se dispone a fletar un tren a Íñigo Errejón para que ponga orden en el tintinesco país de los soviets

La alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, conversa con el candidato de Podemos, Íñigo Errejón. Twitter / @ManuelaCarmena


Lenin regresó a Rusia en abril de 1917 en un tren fletado por el Segundo Reich alemán para hundir la recién proclamada República rusa. Allí se encontró con unos bolcheviques torpes y desorganizados que se dejaban ganar por la mano en las asambleas; esos soviets que tanta importancia tuvieron para suplantar el fantasma estatal ruso.

En sus “Tesis de Abril” -quizá el mejor plan seudomarxista para hacerse con el poder que haya habido en la Historia-, Lenin expuso entonces su estrategia para ganarse el favor del pueblo. Nada de divagaciones ni de retórica barata: era un diseño militar, a lo Auguste Blanqui, el loco revolucionario francés del XIX. Sin embargo, aquellas tesis debían condensarse en un lema populista que a la postre fue demoledor: “Pan, paz y tierra”.

La agrupación antes conocida como Unidos Podemos se encuentra como esos bolcheviques que describía John Reed, muy pagados de sí mismos, creyéndose que iban a sacudir el mundo a gritos, pero en realidad muy perdidos. Las divisiones entre anticapitalistas, pablistas, errejonistas, carmenistas, las confluencias con sus reyezuelos locales, han de vérselas con lo que queda de Izquierda Unida tras el paso de Garzón -un especie de Lavrenti Beria posmoderno-, y Equo, que es un partido, sí. 
El proyecto de Iglesias ya no puede ser hegemónico, ni hay más tensión que la que producen sus enfrentamientos internos, ni irradia nada más que olor a derrota
Pablo Iglesias es el máximo responsable de ese espectro de lo que fue una organización a la que las encuestas daban la victoria en las elecciones generales en 2015. Ahora, el caudillo que salió de Vistalegre II está amortizado; él y su proyecto político. Los soviets de franela y moqueta que se montó el ex profesor pensando que el régimen caía y que era el momento de asaltar el Palacio, se han convertido en ollas de grillos.

El líder podemita cometió tantos errores políticos y personales que era difícil que aguantara más derrotas. Solo citaré algunos. El primero fue negarse a la abstención en 2016 para que gobernaran el PSOE y Ciudadanos; sí, esos dos que pueden repetir alianza tras las elecciones de mayo de 2019 y las previsibles generales de 2020. Esa negativa permitió el gobierno de la derecha tecnocrática de Rajoy. El segundo fue la alianza con Izquierda Unida, que solo sirvió para restar votos porque, en opinión del errejonismo, se diluía el proyecto populista puro para abrazarse a fórmulas agotadas.

El tercer error fue liquidar al entorno que osaba poner en duda la dirección señalada por el Conducator. Así cayeron Bescansa y Alegre, otros tantos de segunda y tercera fila, y luego Errejón. Lo de Tania Sánchez fue otra cosa, pero ha tenido un papel fundamental en el último movimiento que ha roto Podemos en Madrid. El cuarto, cómo no, el casoplón de Galapagar. Ya señaló Mirabeau que un revolucionario debe vivir como el pueblo al que arenga, o éste perderá la fe en él.

La reunión del Consejo Ciudadano Estatal -nombre de aroma leninista- es una demostración del hundimiento de Iglesias y sus bolcheviques. La idea que revolotea, como el cuervo de Poe, es si la fórmula para tomar el poder no debería ser el dar por concluida la vida de Unidos Podemos y crear otra plataforma.
Pablo Iglesias es el máximo responsable de ese espectro de lo que fue una organización a la que las encuestas daban la victoria en las generales de 2015
La alternativa son las “tesis de abril” de Errejón, un carmenismo a nivel nacional, que pase de ser “Más Madrid” a ser “Más España”. En realidad, todavía en algunos resuenan las palabras de Bescansa poco antes de ser defenestrada por penúltima vez. Alertó entonces que a Podemos le faltaba un discurso español. En un momento en el que la identidad nacional comenzaba a ser la clave política determinante, como se ha visto en la competición entre las derechas, el podemismo se quedaba sin propuesta.

Ahora Iglesias, en su derrota moral, dice que Errejón “a pesar de todo, no es un traidor, sino que debe ser un aliado de Podemos". Claro, pero luego desprecia la propuesta de su antiguo compañero diciendo que quiere ser una “izquierda amable” -”infantil”, diría Lenin-  que le haga el juego al PSOE, al macronismo (sic.), y a los “trillizos reaccionarios”.

Pasó el tiempo de Unidos Podemos como emblema del populismo socialista. En un famoso tuit, Errejón escribió que “la hegemonía se mueve en la tensión entre el núcleo irradiador y la seducción de los sectores aliados laterales. Afirmación-apertura”. El proyecto de Iglesias ya no puede ser hegemónico, ni hay más tensión que la que producen sus enfrentamientos internos, ni irradia nada más que olor a derrota, y, como ha señalado el propio Errejón, tampoco es capaz de seducir a nadie. “Así no”, que le dijeron sus compañeros, esos mismos que ahora han fletado un tren a Iñigo para que ponga orden en su tintinesco país de los soviets.


                                                                                        JORGE VILCHES   Vía VOZ PÓPULI

miércoles, 30 de enero de 2019

A MADURO LE LLEGÓ SU SAN MARTÍN

Por primera vez en veinte años no depende del Gobierno chavista permanecer en el poder. A poco que Estados Unidos mantenga su apoyo decidido a la oposición es cuestión de tiempo que Maduro caiga

Fotografía cedida por prensa de Miraflores que muestra al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro. EFE


Nicolás Maduro tiene ante sí el mayor desafío de cuantos se ha encontrado en los seis años que lleva en el poder, al que llegó por designación digital directa del difunto Hugo Chávez. Han sido seis años de espanto, todo le ha salido mal, y no por causas ajenas, sino por su culpa.
Cuando accedió a la presidencia tras el último viaje de Chávez a La Habana -del que ya no regresaría con vida- el régimen hacía aguas por los cuatro costados. Ya en 2013 Venezuela se encontraba en una situación económica muy delicada. La inflación y el desabastecimiento general daban sus primeros avisos. Chávez dejó la economía venezolana devastada tras trece años de dirigismo soviético, expropiaciones y corrupción a granel. Todos los indicadores estaban en rojo aunque el régimen insistía en que nada pasaba, que las dificultades se debían a una "guerra económica" que la burguesía había declarado a la revolución.
Maduro pudo haber reconducido la situación aplicando un severo plan de ajuste y devolviendo la cordura a la enloquecida política económica de su antecesor, pero no estaba ahí para eso. Lo habían puesto los hermanos Castro después de gestionar con calma la sucesión de Chávez durante los meses que mantuvieron su cadáver en Cuba metido en un frigorífico. La misión de Maduro era culminar la revolución bolivariana y llevarla a sus últimas consecuencias.
Eso mismo es lo que tenemos ahora delante de nuestras narices, una revolución socialista que ha alcanzado la meta. Nada nuevo. A lo largo del último siglo han sido muchos los países que emprendieron ese camino y en todos los casos terminó mal. No hay un sólo caso de revolución socialista exitosa, pero, a pesar de ello, a esta doctrina se la sigue juzgando por sus intenciones y no por lo que se deriva de la aplicación de su programa.

Si acepta que se celebren elecciones reconocerá que no tiene legitimidad y que su toma de posesión del 10 de enero fue un desafuero. Eso le inhabilita para presentarse
Políticamente la Venezuela que dejó Chávez era ya una democracia muy deficiente en la que se vulneraban sistemáticamente los derechos fundamentales de los opositores, y se practicaba de continuo el fraude electoral en los tres niveles de la administración. Se perseguía al disidente y se hostigaba a los medios de comunicación críticos. La ideología del partido gobernante permeaba las instituciones del Estado, incluido el Ejército, que desde años antes ya había adoptado el lema "Patria, socialismo o muerte".
La cubanización acelerada de los últimos años no podía sino acabar con la poca democracia que quedaba y dar paso a la dictadura abierta, que es donde Venezuela se encuentra ahora. Todas las instituciones a excepción de la Asamblea Nacional han sido cooptadas por el partido. Esta última fue desposeída de todas sus competencias y sustituida el año pasado por otra asamblea afín al presidente. Querían evitar un revocatorio y, sobre todo, perder las elecciones presidenciales que habrían de celebrarse este año.
Entre medias, el precio internacional del crudo descendió a aproximadamente la mitad. Pero esa no ha sido la causa de la quiebra de Venezuela, tal y como repiten incansablemente los terminales mediáticos del régimen. Venezuela no es el único país que produce petróleo. Hoy, de hecho, no está ni entre los diez primeros a pesar de que hace veinte años era el tercer mayor productor de del mundo. Todos los demás han notado el impacto de la cotización del barril, pero ninguno se encuentra en bancarrota.

La conexión cubana
De tres años a esta parte Maduro y los suyos se mantenían sobre una represión creciente y el apoyo más o menos interesado de potencias gobernadas por líderes autoritarios -cuando no directamente por dictadores- como Rusia, China, Irán o Turquía. Este equilibrio precario es el que se rompió la semana pasada con la proclamación de Juan Guaidó y su reconocimiento por parte de EEUU y los países del Grupo de Lima. La Unión Europea ha preferido quedarse sobre el alambre, pero ha puesto fecha a su ambigüedad. Si en una semana Maduro no da paso a elecciones libres y transparentes reconocerá a Guaidó y en Miraflores sumarán otro problema a los muchos que ya les atormentan.

Y es aquí donde surge el dilema. Si acepta que se celebren elecciones reconocerá que no tiene legitimidad de origen y que su toma de posesión del pasado 10 de enero fue un desafuero. Eso le inhabilita para presentarse. A él y a todo su Gobierno. Algo así no lo hará. Maduro no se practicará el seppuku por su propia mano. Otra cosa es que se lo practiquen desde La Habana. Venezuela es un protectorado cubano. Si las cosas se complican podrían sacrificar a su peón en Caracas y tratar de colocar a otro. Lo que Díaz-Canel no se puede permitir es perder Venezuela porque el crudo venezolano es vital para la supervivencia del castrismo.

¿Cómo podrían complicarse las cosas? Si Maduro no permite que se celebren elecciones convocadas por la Asamblea Nacional Bruselas se unirá a Washington en el reconocimiento de Guaidó. La capacidad de presión internacional de tres Estados miembros del Consejo de Seguridad de la ONU es considerable. Hoy por hoy al régimen de Maduro lo sostienen China y Rusia. ¿Hasta qué punto Venezuela es estratégico para estas dos potencias? Hasta un punto relativo.
Habrá que estar atentos a la crisis de confianza abierta entre los altos mandos -engolfados en el narcotráfico y en un sinfín de delitos- y los oficiales de rango inferior
China es acreedor del Gobierno venezolano y lo que quiere es cobrar lo que les deben, básicamente petróleo que Chávez comprometió a futuro para obtener liquidez durante su último mandato, cuando la economía ya había gripado. Para Rusia es aún menos importante. Venezuela ha sido durante años un buen cliente de armas rusas, pero desde hace tiempo no tiene con qué pagarlas. El país queda, además, muy lejos del área de influencia del Kremlin. No creo que estén dispuestos a arriesgar demasiado por un aliado como Maduro, especialmente si Donald Trump sabe ser generoso en otros ámbitos que le caen a Putin mucho más cerca.

Pero, incluso con Rusia y China señalándole en el Consejo de Seguridad, Maduro podría seguir amarrado al poder mientras controle al ejército y la policía. Esa es la gran cuestión ahora mismo. Maduro está haciendo lo posible por mantener a las fuerzas de seguridad del Estado a su lado. Hay una crisis de confianza entre los altos mandos -engolfados en el narcotráfico y en un sinfín de delitos- y los oficiales de rango inferior, pero aún no se ha materializado en nada tangible. Como siempre sucede en estos casos, todos contienen la respiración en espera de que un valiente dé el paso y se la juegue.

Con todo, la debilidad de Maduro se palpa en el ambiente. No ha arrestado a Guaidó ni ha declarado el estado de sitio. Probablemente es lo que desearía hacer para poner fin a este asunto cuanto antes, pero en La Habana saben que ese sería su final. Si a Guaidó le pasa algo el repudio internacional sería masivo y podría ocasionar una revuelta en la fuerza armada, lo que desencadenaría el colapso final del régimen.

Claro que la situación presente no se podrá mantener durante mucho tiempo. Por primera vez en veinte años no depende del Gobierno chavista permanecer en el poder. A poco que Estados Unidos preste apoyo decidido a la oposición, -tanto desde el punto de vista diplomático como financiero- es cuestión de tiempo que Maduro caiga. Tiene demasiados enemigos y los pocos amigos que le quedan son por interés. En el momento en el que ese interés se esfume su San Martín habrá llegado. Y será motivo de celebración.


                                                                     FERNANDO DÍAZ VILLANUEVA  Vía VOZ PÓPULI

AUTOPROHIBICIONES


Con sus prevenciones sanitarias, Cs se está poniendo a sí mismo muchas condiciones antes de haber ganado nada


Ignacio Camacho


La irrupción de Vox le está estropeando a Ciudadanos el pasodoble de la equidistancia. Por un lado le viene bien para desmarcarse de la etiqueta de derecha, tan antipática para sus dirigentes, y reforzarse en su posición centrada, pero por el otro le embarra el campo de los pactos y compromete su vocación de bisagra. En la práctica, y dado que el PP no le hace ascos a las alianzas con una formación que es como un spin off surgido de sus entrañas, si el partido naranja persiste en tender alrededor de las huestes de Abascal un cordón de prevención sanitaria -como el que ha trazado en Barcelona junto a lo mejorcito de cada casa- no le va a quedar otro interlocutor posible que la socialdemocracia. Aunque a Rivera tampoco le sirve, según sus propias palabras, mientras Sánchez esté liderándola, y la hipótesis de que el PSOE aparte a su jefe para negociar no deja de ser un pensamiento ilusorio, una fábula. La realidad es que Cs se está poniendo a sí mismo muchas condiciones antes de haber ganado nada, y eso en política es muy peligroso porque puede conducir a la irrelevancia.

En las municipales y autonómicas de mayo, por su naturaleza heterogénea, tal vez pueda mantener su inclinación mediadora diversificando acuerdos a diestra y siniestra. Pero también en ellas se va a enfrentar a alguna sorpresa. Si los sondeos mantienen su tendencia, tendrá un gran resultado en Madrid, Baleares o Valencia, plazas en las que tal vez alcance el liderazgo del centroderecha. Y sobre todo en la capital del Estado, con las previsibles cuentas, es muy probable que tenga que hacer frente al dilema de aceptar el apoyo de Vox a Villacís o entregar la alcaldía a Carmena. Esa clase de decisiones son las que definen una estrategia, y el futuro de Cs en las generales dependerá en gran medida del modo en que las resuelva. En Andalucía ha podido eludir el compromiso directo con una alambicada pirueta porque al fin y al cabo sólo era la tercera fuerza y no tenía opciones reales de alcanzar la Presidencia. Pero la paradoja de gestionar el éxito es que a menudo acaba convirtiéndose en un problema. En particular si antes de que llegue te has dedicado a cerrarle las puertas.

En teoría, la de Ciudadanos es una propuesta honorable, coherente con su discurso de tratar solamente con partidos de inequívocos principios constitucionales. Lo contrario es lo que con toda razón reprocha a Pedro Sánchez. El inconveniente de esa postura impecable es que, salvo el PP, en ese ámbito escrupuloso ya no queda casi nadie porque hasta los socialistas se han echado en brazos de socios bastante más radicales que esa nueva derecha volcánica y rampante a la que Cs se ha apresurado a rodear, en un arrebato de pureza autocomplaciente, con un precinto de exclusión infame. Aliándose para ello, y esto es lo inexplicable, con quienes en Cataluña agreden a sus propios militantes y concejales.


                                                                                                IGNACIO CAMACHO    Vía ABC 

PAGANISMO NO ES GRATIS


Enrique García-Máiquez


Un artículo de Ramón González Ferriz titulado ¡Por Zeus! No somos cada vez más laicos, somos cada vez más paganos! me llevó a un artículo de Ross Douthat titulado The Return of Paganism que me llevó (en el deseo) a un libro de Steven D. Smith, titulado Pagans and Christians in the City. Tanta vuelta y revuelta no era inútil. Los tres plantean una cuestión importante y, lo que es peor, verdadera: Occidente va dejando de ser cristiano, no para ser ateo, sino pagano.

Todos son conscientes de lo que decía Chesterton: "El término 'pagano' es continuamente usado en la ficción y en la literatura ligera como si significase un hombre sin ninguna religión cuando era, por lo general, un hombre con media docena de ellas". Hasta ahí, podría ser una moda vintage, un revival nostálgico. Sin embargo, no terminan de explicar las implicaciones que eso conlleva, o porque no caen o porque no quieren ponerse cenizos. Lo mío es caer ceniciento, así que vamos.


Lo primero que requiere el paganismo es divorciar la razón de la fe o de las heterogéneas fes múltiples. Lo recordarán de su bachillerato: por un lado, el logos; por otros, los mitos. El milagro intelectual del cristianismo fue unir razón y fe. Por supuesto, es más cómodo no hacer el sumo esfuerzo de razonar lo que uno cree, pero el problema a medio plazo es que eso aboca a la imposición de las creencias por la fuerza o a un subjetivismo radical o a ambos a la vez, paradójicamente, y ahoga, en todo caso, la posibilidad de sanas discusiones. El discurso único y la censura políticamente correcta que nos rodean son signos inquietantes, aunque implícitos, de neopaganismo.

La otra consecuencia es el regreso del chivo expiatorio. El paganismo necesita víctimas propiciatorias por complejos mecanismos antropológicos que explica, con deslumbrante claridad, René Girard en La violencia y lo sagrado (1972) y en Veo a Satán caer como el relámpago (1999). Si me está quedando un artículo muy pedante, no se preocupen: la serie Vikingos, tan millennial, lo explica a lo gore. Cuando el último argumento a su favor es gritar que «el aborto es sagrado», se despiertan siniestros ecos que resuenan mucho a Moloch.

Siento traer estos ecos aquí, pero las resonancias populares del paganismo suelen ser las de andar descalzos por los prados con un rasgueo de arpas y bebiendo hidromiel a gollete, y no. El paganismo no fue ni es ni saldrá nunca gratis.


                                                                                        ENRIQUE GARCÍA-MÁIQUEZ
                                                                                        Publicado en Diario de Cádiz.




YA EMPEZÓ LA LARGA CAMPAÑA

El reduccionismo al 155 y la crisis de Venezuela están siendo los dos primeros asuntos de las batalla electoral de 2019


El presidente de la Generalitat, Quim Torra, a su salida de la prisión de Mas d'Enric tras visitar a la expresidenta del Parlament Carme Forcadell. (EFE)


La primera quincena de febrero va a ser movida con el inicio del juicio contra los dirigentes independentistas en el Tribunal Supremo y con la votación de las enmiendas a la totalidad de los Presupuestos en el Congreso de los Diputados, previsiblemente el próximo 13 de febrero.

Y en ambos casos Cataluña va a estar en el centro de la noticia. Alguien dijo que una Cataluña desestabilizada era un foco de grave irritación en la política española. Y lo más extraño es que una parte del espectro político español crea —o como mínimo pregone— que la aplicación indefinida de un artículo de la Constitución, el 155, previsto para casos excepcionales, es el camino para normalizar Cataluña y toda España.

Podría ser todo lo contrario. Un economista liberal de prestigio, Luis Garicano, argumentaba ayer en 'El Mundo': “Un 155 duro y 'sine die' solucionaría lo esencial: la ausencia del Estado de derecho”.
Sorprende, primero, que Garicano —y otros— no se planteen que un 155 'sine die' podría ser de entrada inconstitucional. O acabar en la inconstitucionalidad. ¿Se suspenderían también 'sine die' las elecciones en Cataluña? Además, si cree que el Gobierno Sánchez no hace respetar el orden legal —que de todas maneras es una cosa diferente a lo que a los dirigentes de Cs les gustaría que pasara en Cataluña—, para eso están las denuncias a la Fiscalía y los tribunales de Justicia. ¿No tiene confianza Garicano en el sistema jurídico español si no es en el marco del 155?

Me ha sorprendido Garicano, pero vayamos al grano. La invocación permanente al 155 es solo la confirmación de que la campaña electoral para las elecciones europeas, autonómicas (en gran parte de España) y municipales está empezando con todo su esplendor. Y el esplendor va a brillar porque las elecciones de mayo serán —salvo sorpresa— el prólogo de las elecciones generales más disputadas de la democracia española. En 1982 se sabía que el PSOE iba a ganar, aunque solo fuera por la voladura descontrolada (la derecha decía que controlada) de UCD. En 1996 era lógica la llegada de la alternancia. En 2004 el PP perdió con sorpresa, pero más por los desaciertos de Aznar que por otra cosa. Y en 2011 la crisis económica mundial más grave desde 1929 se llevó por delante a Zapatero, como a muchos gobiernos del mundo.

Este año, tres líderes jóvenes y ambiciosos —Sánchez, Rivera y ahora también Casado— se juegan su futuro en unas reñidas elecciones


Ahora —con el PSOE en primera posición, pero con una posible mayoría absoluta de tres partidos de la derecha— el resultado de la batalla es incierto y puede pender de un hilo, como en la escena estrella de 'Match Point', la famosa película de Woody Allen.


Portada de 'ABC' del 29 de enero.
Portada de 'ABC' del 29 de enero.


Y la batalla electoral será doble. Por una parte, la derecha desunida va a hacer todos los esfuerzos para “echar al ockupa de la Moncloa”, como la candidata de Casado a la Comunidad de Madrid se refiere a Pedro Sánchez, con notable sentido de Estado. Pero al mismo tiempo habrá una lucha despiadada entre el PP y Cs por ser el primer partido de la derecha. En Andalucía, el PP logró conservar esa posición y ganó la presidencia de la Junta. Ese es el esquema de Casado, pero puede fallar en otras comunidades, relevantes ayuntamientos y en las propias legislativas. Sin ir más lejos, ayer, una encuesta daba a Begoña Villacís la preeminencia en las municipales de Madrid, lo que evidentemente no puede dejar de provocar una gran zozobra en el PP, ya que Madrid —junto a Galicia— es una de sus plazas más emblemáticas. Si Cs les adelanta en la capital de España…

La campaña de mayo (y la de las legislativas) va a ser cruenta, porque tres líderes políticos jóvenes y ambiciosos —Sánchez, Rivera y Casado (recién llegado pero consolidado tras Andalucía)— se juegan su futuro.

Casado y Rivera necesitan matar a Sánchez, pero deben también combatir entre ellos por ser quien se erige en el mejor defensor del orden. Sánchez tiene que salir vivo sin mucha fuerza (el PSOE va primero, pero está muy lejos de la mayoría absoluta, y Podemos atraviesa horas bajas) y tiene el problema añadido de que su mayoría circunstancial comporta cierto desconcierto. Pero tiene un activo nada despreciable: el electorado español sintoniza más, en todas las encuestas sin excepción, con un centro-izquierda moderado que con la derecha-derecha. Y Casado cree que el PP debe desplazarse hacia ahí para no dar agua a Vox (quizá se equivoque) y Rivera tiene dificultades para volver a ocupar el espacio del centro liberal, posición que tampoco le conviene porque seguramente le impediría adelantar al PP.

La desinflamación con Cataluña apela a la racionalidad. El 155, al sentimiento y al miedo. ¿Qué prevalecerá?


En este contexto, la exigencia del 155 'sine die' —bastante descabellada y contraria al 155 pactado con el PSOE de Rajoy— puede ser un potente pegamento de la derecha y un arma de disuasión contra Pedro Sánchez. La desinflamación —tras el 155 de Rajoy— es la política sensata y la única que quizá pueda impedir el agravamiento del problema. Pero es una política que apela a la razón, no a la identidad, y no corren buenos tiempos para las políticas racionales. En Italia, el populismo de Salvini y los antisistema de 5 Estrellas (¿Vox más algo de Podemos?), en base al sentimiento y al miedo, se han cargado el populismo televisivo de Berlusconi y el Partido Democrático (los herederos de la izquierda democristiana, la socialdemocracia y el eurocomunismo). Además, la desinflamación —y la necesidad de no perder votaciones— obliga a Sánchez a dialogar continuamente con los partidos independentistas, que no abdican de la unilateralidad y que en las acciones de Torra lindan con la mascarada. Si a muchos catalanes —incluso independentistas— les cuesta entender sus 'originalidades', me imagino la irritación que pueden provocar en otras partes de España. ¿Será Torra un buen póster de la campaña del 155?

¿La incomprensión y el hartazgo con la situación catalana pesarán más que la racionalidad, que sabe que las enfermedades no se curan con milagros y que la práctica desinflamatoria es una condición necesaria? Está por ver, y el PP y Cs van a exagerar y magnificar gran parte de lo que pasa en Cataluña porque saben que la sensación de que en la comunidad más rica de España —con lengua propia y amplia autonomía— predominan el desorden y el desprecio por España les puede beneficiar. Aunque esté lejos de ser la verdad o toda la verdad.

Una mayor influencia de España en el mundo exigiría un cierto consenso en política exterior. Pasa todo lo contrario


Pero no es solo el 155. La actitud ante Venezuela demuestra también esta tendencia a exagerar y satanizar el comportamiento de Sánchez. El régimen de Maduro ha batido todos los récords de incompetencia económica y de falta de respeto a la libertad, pero se mantiene en el poder por el apoyo del ejército y del llamado chavismo (populismo de izquierdas dominante en algunos sectores mimados por el régimen).

El intento de Maduro de iniciar un segundo mandato tras unas elecciones sin garantías ha provocado gran indignación en el interior de Venezuela y en la opinión pública internacional. Y un grupo de países americanos (Estados Unidos, Canadá, Brasil, Colombia y Argentina principalmente) han reconocido al presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, como presidente legítimo para que convoque elecciones.


El presidente de República Dominicana, Danilo Medina (d), y el presidente español, Pedro Sánchez.
El presidente de República Dominicana, Danilo Medina (d), y el presidente español, Pedro Sánchez.

La UE ha optado por un camino paralelo, pero no idéntico. Tras bastantes consultas (hay que poner de acuerdo a 27 países con intereses no siempre coincidentes), ha amenazado a Maduro con reconocer a Guaidó si no convoca elecciones con garantías en un breve plazo de días. Porque Maduro sigue teniendo el poder, porque la clave está en la actitud de los militares, por intentar evitar el enfrentamiento interno y porque Trump no ofrece garantías de intervención racional. Y España se ha inclinado por liderar y apoyar la actitud común de la UE y no sumarse a la posición de Trump. Se puede discrepar —preferir la vía Trump (y de Canadá y el Brasil de Bolsonaro) a la vía europea—, pero es irracional atacar a Pedro Sánchez calificándolo de protector y cómplice del régimen de Maduro. La realidad es que la mayoría de gobiernos conservadores europeos —empezando por Merkel— han adoptado la misma posición que Sánchez.



El aumento de la influencia de España en la crisis —y en el mundo— exigiría un mínimo consenso en política exterior, pero parece que en el año electoral de 2019 esto va a ser imposible. Sin previa solicitud de entrevista o de consenso, Casado y Rivera se han lanzado a descalificar a Sánchez. Hasta el extremo de que —oyéndoles— parecería que Maduro no se mantiene en el poder por el apoyo del ejército (pese a Trump), sino solo porque Sánchez no ha liderado la UE para adoptar la misma posición que Trump.

Es un disparate, pero el PP y Cs creen que eso puede debilitar a Sánchez, máxime cuando Podemos (su socio) ha quedado en ridículo por su apoyo (¿pasado?) al socialismo de Chávez. Y Sánchez tampoco ha querido citar a Casado y Rivera para consensuar la política exterior. Debe creer que es perder el tiempo y ha preferido marcar territorio entrevistándose con presidentes americanos en Davos, telefoneando a Guaidó, pactando con Alemania la posición de la UE y viajando a América esta semana.

Es difícil que la irrupción de las nuevas tecnologías en el sector del taxi deba abordarse a nivel autonómico

Este lunes, Antonio Casado explicaba con precisión en El Confidencial que las críticas a Sánchez por Venezuela eran injustas. La realidad es que Venezuela es un argumento más en la larga campaña electoral de 2019 contra Pedro Sánchez. Y también de la lucha entre los dos líderes de las dos derechas (tampoco hay una declaración conjunta de Casado y Rivera sobre este asunto) por erigirse en el papel de líder de la oposición.

Esa es la realidad. Y así seguimos. La crisis del taxi aconsejaría un planteamiento general a nivel de todo el Estado, porque la irrupción de las nuevas tecnologías en el sector exigirá algo similar a un plan de reconversión que sería absurdo plantear de forma individualizada. El ministro Ábalos se equivocó al traspasar las competencias a las autonomías (que las aceptaron sin queja) e intentar así no estar en el ojo del huracán, cosa imposible. Mañana tendrá que explicarse en el Congreso. Sería bueno —para todos— que se acercaran posiciones y que la conflictiva liberalización del transporte en las ciudades no se convirtiera en un nuevo argumento de campaña.



La crisis del taxi no se resolverá sin atender los intereses de ambas partes —los taxistas y los conductores de VTC, sean autónomos o asalariados—, pero el primer objetivo es que la crisis perturbe el mínimo posible el funcionamiento de la vida ciudadana. La huelga es un derecho, la ausencia de servicios mínimos, no, y la ocupación permanente de la Gran Vía o la Diagonal barcelonesa, o del paseo de la Castellana en Madrid, al grito de la calle es mía, es una ocupación ilegal del espacio público que no debe tolerarse. En Barcelona, los taxistas y los conductores de Cabify lo han hecho sin que la Generalitat, que tiene las competencias de orden público, lo impidiera. En Madrid, el Gobierno central —con la colaboración de las grúas municipales de Carmena— lo toleró solo unas pocas horas. Hay que constatarlo.


                                                                                             JOAN TAPIA  Vía EL CONFIDENCIAL

martes, 29 de enero de 2019

Así será la nueva votación del 'brexit': ¿la última oportunidad de May?

Este martes el Parlamento británico someterá a votación el 'plan B' de May para una salida consensuada con la UE. 


Estas son las claves para entender qué podría ocurrir en la votación del 'brexit'  


Theresa May se examinará este martes ante la Cámara de los Comunes por tercera vez sobre la salida de Reino Unido de la UE. La primera ministra británica, que ya presentó el 'plan B' el pasado lunes 21, se vuelve a someter al Parlamento para la que podría ser la votación definitiva.

El debate comienza a las 19 horas local (20 horas en España) y está previsto que dure una hora y media. Pero, ¿qué es lo que va a ocurrir en esta sesión?   

Votación definitiva


A principios de enero, la Cámara de los Comunes rechazó el acuerdo al que May había llegado con la UE, que para los parlamentarios británicos reflejaba un desencanto por el proceso de salida y no era el trato más óptimo: ellos no habían votado en 2016 para esto.

Por eso la votación de de este martes es tan decisiva, ya que marcará un punto de inflexión en la manera en la que Reino Unido podría salir de la UE: con acuerdo o sin acuerdo. La fecha máxima es el 29 de marzo. Ese viernes, Reino Unido ya no podría estar en la UE, pero podría enfrentarse a la deriva del 'no-deal'.  

Los parlamentarios quieren evitar ese escenario a toda costa. Por ello, la diputada Yvette Cooper ha presentado una enmienda al trato de May para evitar una salida sin acuerdo, que podría resultar desastrosa para el país.

Esta enmienda obligaría a May a buscar una extensión del artículo 50, que podría ampliar -si la UE quiere- el margen de salida, aunque la Comisión Europea ha insistido en que el actual acuerdo "no está abierto para la renegociación".

Las enmiendas presentadas por algunos parlamentarios han cobrado gran importancia, ya que algunas de ellas empoderarían a la Cámara de los Comunes sobre el ejecutivo de May, quienes podrían tomar las riendas de la Cámara.

Un segundo referéndum


En una carta remitida al diario británico The Times, más de 130 empresarios pidieron a Theresa May y al líder laborista Jeremy Corbyn que apoyasen la convocatoria de un segundo referéndum europeo para superar la actual crisis del 'brexit'.

Los esfuerzos de los empresarios en esta carta pretenden lo mismo que la mayoría de los diputados británicos: evitar una salida sin acuerdo. Y aunque May sabe que nadie quiere salir así, no se descarta esa posibilidad.

Un segundo referéndum podría revertir una situación que se alarga ahora casi tres años y mantener a Reino Unido dentro de la UE. Aunque es una opción respaldada por el partido de la oposición y gran parte de los británicos, un aliado de Corbyn cree que repetir la consulta podría "dañar" la relación entre políticos y ciudadanos.

May podría dimitir


Existen dos grandes escenarios para el martes: que el acuerdo de May salga adelante, y entonces Reino Unido se marche de la UE con el acuerdo que firmó con la UE; o que el 'plan B' sea rechazado, en cuyo caso podría ampliarse el plazo de salida para negociar o convocar un segundo referéndum, pues la salida sin acuerdo parece quedar blindada con las enmiendas presentadas por varios comunes.

Pero también podría darse una situación inédita: que May dimita y deje de liderar el 'brexit'. Esta situación podría darse desde dos caminos: que la primera ministra deje su cargo directamente y se convoquen elecciones, o que se vuelva a presentar una moción de censura y ésta prospere, apartando forzosamente a la primera ministra.

En ese escenario, el nuevo Gobierno británico que saliera de la moción podría intentar renegociar con Bruselas o convocar un nuevo referéndum que viese truncados los planes de los más conservadores.


                                                                             GUILLERMO RODRÍGUEZ  Vía EL ESPAÑOL