Venezuela vive días de incertidumbre.
EFE
Para venir del futuro, Nicolás Maduro
parece no tenerlo demasiado claro. Y aunque haga chistes sobre Guaidó,
no posee ninguna de las cosas de las que presumió ayer: ni humor ni
poder, porque la razón nunca la tuvo y la legitimidad democrática hace
rato que la perdió.
Se le achica el despacho al sucesor de Hugo Chávez. Lo empujan fuera del Palacio de Miraflores
los fantasmas de aquellos a los que ha matado a tiros, a golpes o de
hambre, que es como asesinan los dictadores. Vendrá la muerte de su
pueblo, como una cuenta pendiente. El alma en pena de un país en trance
de morir está tocando a la puerta y él no sabe qué hacer.
Para venir del futuro, Maduro se ríe sin ganas y con miedo. La Revolución fracasada no
tiene ya con qué alimentar a sus guerreros y custodios con charreteras,
porque hace rato que a los bolsillos de los militares solo llega la
vergüenza. Se les vacía la nevera, a ellos también. Porque ya ni robar
pueden.
A todos ellos, España, tu silencio les da sepultura, todavía más honda, en el foso de la indolencia
A La Revolución
sin petróleo no le quedan ni siquiera países que quieran apoyarla a
cambio de la merienda bolivariana que durante años cebó a muchos e hizo
de nodriza de unos cuantos líderes, desde Evo Morales hasta los
benjamines de Podemos e Izquierda Unida, patrulla salvadora del autoritarismo que aún está pagando las vacaciones en el parque temático venezolano.
El silencio del gobierno Español representado en Pedro Sánchez
me duele a mí y a mis muertos: a los que mató el régimen; a los que no
vivieron para verlo caer; a los que penan, muertos en vida y arrojados
al exilio; a los que arrastran los pies por las carreteras, empujados
por el hambre y la desesperación; a los que ansían volver a un país que
ya no existe; a los que, como mis abuelos, cruzaron el mar e hicieron un
nuevo país mezclando el suyo y el nuestro. A todos ellos, España, tu
silencio les da sepultura, todavía más honda, en el foso de la
indolencia. Los venezolanos sufrimos la maldición de Casandra:
intentamos advertir, pero fue inútil. Nadie nos creyó.
Para
venir del futuro, no se da cuenta Maduro de que la Constitución que el
propio régimen sancionó y aprobó hace veinte años le quita razón. Ese
texto que ha usado para perpetrarse en el poder describe y consagra en
su 233, el desconocimiento de su mandato y la necesidad de llamar a unas
elecciones. Y no, no es un Golpe de Estado. Porque no se puede golpear a
un Estado que no existe. Pero de eso no se da cuenta el tirano ni su
patrulla de boyscouts que se dicen progresistas, pero se comportan como
cretinos. Para venir del futuro, no se dio cuenta Maduro de su propia
extinción.
KARINA SAINZ BORGO Vía VOZ PÓPULI
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