El debate está abierto, y
ciertamente no es la defensa de la mujer y sus derechos lo que está en
cuestión, sino sus excesos, que justifican en su nombre la imposición de
una ideología que dice cosas como esta: “que un hombre te golpee, te
asesine y te deje tirada semidesnuda entre unas matas es fruto de un
sistema en el que las mujeres no valemos nada… porque pueden hacerlo-los
hombres -y el sistema los ampara…- nos matan al igual que los niños
mueren de hambre en África”.
Este tipo de discurso falso y demagógico se ha aceptado como normal, al tiempo que se ha vituperado el proponer que los menores y los ancianos tengan un nivel de protección semejante al de las mujeres. Se considera un insulto que alguien diga que prefiere el rosa para las niñas, y se acusa a los niños de integrar el patriarcado porque con la pelota ocupan la mayor parte del patio, mientras las niñas se reúnen a hablar en una esquina, como si no existiera una elección natural y se las segregara.
Este tipo de discurso falso y demagógico se ha aceptado como normal, al tiempo que se ha vituperado el proponer que los menores y los ancianos tengan un nivel de protección semejante al de las mujeres. Se considera un insulto que alguien diga que prefiere el rosa para las niñas, y se acusa a los niños de integrar el patriarcado porque con la pelota ocupan la mayor parte del patio, mientras las niñas se reúnen a hablar en una esquina, como si no existiera una elección natural y se las segregara.
Es el mismo discurso que
equipara la crítica a lo que hace una mujer, con el asesino de Laura.
Es la negación a toda crítica de hechos, descalificando como persona a
quien la hace. Es la intransigencia radical y la deriva totalitaria, que
no admite oposición. Todo al servicio de la argumentación de la
ideología de género para quien el chivo expiatorio no es el burgués y el
kulakde los bolcheviques, ni el judío de los nazis, sino el “Hombre”, todos los hombres, el patriarcado.
La defensa de los derechos y la seguridad de la mujer debe ser eso, y no instrumentalizar esta necesidad confundiéndola con la perspectiva de género, que es una ideología política que criminaliza al hombre y destruye la naturaleza humana. Y aquellos derechos y aquella seguridad no pueden ser incompatibles con los de los realmente más débiles y desatendidos, los menores y los ancianos.
La defensa de los derechos y la seguridad de la mujer debe ser eso, y no instrumentalizar esta necesidad confundiéndola con la perspectiva de género, que es una ideología política que criminaliza al hombre y destruye la naturaleza humana. Y aquellos derechos y aquella seguridad no pueden ser incompatibles con los de los realmente más débiles y desatendidos, los menores y los ancianos.
No puede ser que el
único delito que realmente importe a los políticos y la atención
mediática sea la violencia de la pareja o el morbo de la agresión
sexual. Porque, incluso, cuando la mujer es agredida o asesinada en
otras circunstancias, como la anciana en su casa o la enferma
desatendida, esto ocupa una atención y un interés marginal, porque no
responde a la lógica del patriarcado, agrediendo, violando, matando
mujeres.
La ideología de género está destruyendo los cimientos de la convivencia. Es contraria al Estado de derecho, y como ideología que es, ha de ser excluida de nuestra legislación y de las escuelas públicas. No puede formar parte del estudio obligatorio en nuestras universidades, como no lo es el marxismo, el conservadurismo o cualquier otra ideología. No puede ser objeto de subvenciones como tal ideología, y en todo caso, como los demás en función de lo que haga de servicio y sirva.
La ideología de género está destruyendo los cimientos de la convivencia. Es contraria al Estado de derecho, y como ideología que es, ha de ser excluida de nuestra legislación y de las escuelas públicas. No puede formar parte del estudio obligatorio en nuestras universidades, como no lo es el marxismo, el conservadurismo o cualquier otra ideología. No puede ser objeto de subvenciones como tal ideología, y en todo caso, como los demás en función de lo que haga de servicio y sirva.
Hay que volver a un
Estado de derecho y rechazar el estado de una creencia, una ideología.
Hay que recuperar un estado en el que los problemas y necesidades se
valoran por su dimensión real y objetiva, y por la debilidad de quienes
lo sufren. Se ha de recuperar el principio de la presunción de
inocencia, de la equidad, y de procurar las respuestas de acuerdo con el
grado de necesidad y dependencia, sea niño, mujer u hombre.
EDITORIAL de FORUM LIBERTAS
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