Los motivos por los cuales dos millones de catalanes han sido
obnubilados por un proyecto que les sumiría en la ruina serán pasto
fértil de análisis sociológicos y psiquiátricos
Oriol Junqueras /EUROPA PRESS
Ante el inminente comienzo en el Tribunal Supremo del
juicio a los encausados por rebelión, sedición y malversación a raíz del
fallido intento de proclamación de una fantasmagórica república
catalana independiente, el presidente racista de la Generalitat por
delegación del Muy Honorable Fugado ha amenazado con repetir la hazaña
si los magistrados emiten sentencias condenatorias. También ha explicado
que la revalidación del golpe tendría lugar en el Parlament y que
abriga la convicción de que nadie en el bando separatista flojeará de
remos si es llamado a tan heroico pronunciamiento. Bien es verdad que
esta benéfica agrupación de defensores de la ley y la racionalidad
conocida como la Asamblea Nacional de Cataluña le conmina un día sí y
otro también a la declaración unilateral de independencia
sin molestos trámites como votaciones en la Cámara autonómica u otras
zarandajas, es decir, la expeditiva vía fáctica de las masas
enfervorizadas en la calle quemando contenedores, asaltando la
Delegación del Gobierno y ornando los cañones de los fusiles
ametralladores de los Mossos con rosas carmesí. En fin, un convincente
despliegue de seny que gane para Cataluña la admiración del mundo. Por ahora, Torra
ha cerrado los oídos a estas llamadas a la revolución e insiste
cansinamente en amagar sin dar. Cuanto tiempo podrá aguantar la presión
de sus huestes enajenadas e impacientes está por ver, pero ya se sabe
que una vez suelto el tigre cabalgarlo no es tarea sencilla.
Otra
dificultad que arrostra el sufrido vicario del Frenético Exilado es la
renuencia de sus socios de ERC a romper la baraja con el Estado y
marcharse de España a las bravas. Junqueras, al que su larga estancia en el balneario de Lledoners
le ha vuelto más sabio y ponderado, parece que ha comprendido que una
republiquita con la hacienda quebrada, sin reconocimiento internacional y
sin garantías de que la mitad por lo menos de sus funcionarios se
nieguen a jugarse el sueldo, el puesto y la pensión, no tiene demasiado
porvenir. Por eso, sin abandonar ni por un instante el húmedo sueño de
la soberanía plena, se inclina por un referéndum pactado con el Gobierno
central y bendecido por Naciones Unidas, la Unión Europea, la OCDE, el
FMI y el Vaticano. Estas tres interesantes opciones, la rupturista de la
noble matrona Elisenda Paluzie, la parlamentario-patriótica del Alto Representante del Refugiado de Waterloo y la negociadora-dialogante de los herederos de Maciá y Companys, comparten una característica común que las hermana, pese a sus obvias diferencias de enfoque: ninguna de ellas es factible.
Junqueras parece haber comprendido que una republiquita sin reconocimiento internacional y con la hacienda quebrada no tiene demasiado porvenir
Tanto la subida al monte de la ANC como la solemne
segunda sesión de la película de la autodeterminación en el Parque de la
Ciudadela desembocan en una situación notablemente molesta: la
aplicación del artículo 155 de la
Constitución de manera completa y contundente por tiempo indefinido. En
cuanto a las excitantes conversaciones bilaterales entre el inquilino de
La Moncloa -sea éste Sánchez o sea alguien
normal- con vistas a la convocatoria de una consulta vinculante sobre
la relación entre Cataluña y España presentan dos inconvenientes graves,
el primero es que Cataluña es parte de España y el segundo que ningún
Ejecutivo de la Nación -ni siquiera uno encabezado por el doctor
imaginario- puede aceptar semejante dislate sin suicidarse política y
casi físicamente. Por consiguiente, la surrealista aventura secesionista
es inviable se la mire por donde se la mire. Los motivos por los cuales
dos millones de catalanes han sido obnubilados por un proyecto que no
sólo les sumiría en la ruina, sino que es completamente imposible, han
sido, son y serán durante bastante tiempo pasto fértil de análisis
sociológicos, antropológicos, políticos, económicos, culturales,
históricos y psiquiátricos. Al fin y al cabo, como dijo piadosamente Echenique de Errejón, de algo tienen que vivir los estudiosos del comportamiento humano.
Misterio
fascinante el de la feroz y recurrente atracción de nuestra especie
hacia lo que no puede ser, triturando al mismo tiempo lo que es y lo que
debería ser.
ALEJO VIDAL-QUADRAS Vía VOZ PÓPULI
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