Translate

martes, 29 de enero de 2019

LA SOLUCIÓN DEL TAXI PASA POR LA LIBERALIZACIÓN


Taxistas protestando ayer en Madrid. AFP


No deja de ser una grata sorpresa comprobar que en nuestro país el cargo de ministro de Fomento no está vacante. Alguien podría pensarlo cuando, durante más de una semana de virulentas huelgas protagonizadas por los taxistas en Barcelona y Madrid, José Luis Ábalos ha levantado la bandera de la inacción y solo se ha referido al conflicto entre el sector y los VTC para negar la mayor: "No me quité ninguna patata caliente". El mundo paralelo en el que parece instalado el titular de Fomento, quien en septiembre aprobó vía decretazo la cesión de las competencias regulatorias a las comunidades autónomas y a los ayuntamientos, puede desmoronársele este jueves en el Congreso, donde comparecerá para abordar el asunto. Quizá en la Cámara la oposición le haga chocar contra la realidad.

La comparecencia llegará cuando se cumplan 11 días de los paros en la capital. A todas luces, se trata de una aparición tardía y responde al malestar político y social fruto de la desquiciada presión que los taxistas están ejerciendo. No estamos ante un arrebato de responsabilidad, sino ante la única salida que le quedaba al ministro dadas las circunstancias. En la jornada de ayer, los taxistas bloquearon la arteria principal de Madrid y rodearon la sede del PP en Génova al grito de "Garrido dimisión", en referencia al presidente de la Comunidad de Madrid; o "somos taxistas, no terroristas". La Policía al fin intervino tras la incomprensible pasividad mostrada hasta el momento por la Delegación del Gobierno. Durante el desalojo de la Castellana, se llevaron 22 taxis al depósito municipal, con sendas multas. Medida más que proporcionada tras una espiral de graves altercados que culminó en el atropello de un taxista por parte de un conductor de VTC y en un ataque a un Uber con una escopeta de perdigones en plena A-3.

El chantaje de los taxistas a la Administración se ha recrudecido desde que la Generalitat de Cataluña cedió a sus absurdas exigencias, haciendo gala del populismo inherente a los jefes independentistas. Y son absurdas porque en la era digital resulta anacrónico que deba contratarse un VTC con una hora de antelación, lo que no ocurre en ningún país. En el extremo opuesto, cabe felicitarse de que empiecen a oírse propuestas que intentan superar el cortoplacismo electoral: el PP contempla la creación de un fondo para modernizar el taxi que se financiaría, entre otras vías, a través de una tasa pagada por los clientes de las empresas de VTC, algo que ya propuso Cabify.

La convivencia entre ambos solo pasa por la liberalización del sector. Y para ello resulta esencial que la actividad se desarrolle en un marco de competencia en el que los profesionales tengan los mismos derechos y cumplan con las mismas obligaciones.


                                                                                                    EDITORIAL de EL MUNDO

No hay comentarios:

Publicar un comentario