Del ‘PSOE auténtico’ solo queda la cada vez más herrumbrosa fachada de Ferraz. Aquí no hay más líder que Pedro Sánchez. Los partidos y sus estructuras orgánicas caminan hacia la irrelevancia
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, saluda a Susana Díaz en el Palacio de San Telmo. (Reuters)
Los nostálgicos del PSOE viven un ‘déjà vu’ permanente. Asaeteados por la estampa navideña de Idoia Mendia
junto a Arnaldo Otegi y los trueques del chamarilero Iceta con el
Gobierno de Torra, los autodenominados ‘socialistas auténticos’ vuelven a
especular en su desesperación con la idea de la conformación de un frente antisanchista que recupere la esencia y valores de ese PSOE otrora hegemónico en España. Este frente estaría encabezado por Susana Díaz y contaría con el apoyo externo de los barones críticos.
¿Les suena? La música es la de siempre. Como la canción del verano. La andaluza pone la letra y Page, Vara, Lambán y Ximo le dan a las maracas.
Hablan de ‘reconquistar’ el PSOE cuando, en puridad, ya no hay nada que reconquistar. Son una resistencia capitidisminuida. Sus miembros menguan y carecen de fuerza. Se asemejan a esos animales en peligro de extinción que ilustran las entradas de los parques nacionales y van desapareciendo hasta que un día quedan solo para los libros de fauna y flora de los institutos.
Se han quedado sin margen. Han perdido. A Susana Díaz le propinaron un duro golpe con las primarias y ahora la han echado con cajas destempladas del Palacio de San Telmo.
Más aún, si los socialistas recuperan Andalucía dentro de cuatro años, lo cual resulta verosímil a la vista del control administrativo que tienen del territorio, no será Díaz quien se encasquete la corona. Para ella, la partida acabó el 2 de diciembre. Lo máximo a lo que puede aspirar es a preservar la honra. Esto es, evitar que el sanchismo aproveche este momento para tener mando en plaza y arrebatarle el control del PSOE-A. Toca defender a los suyos.
A Ferraz se le vieron las intenciones a las pocas horas de saberse los resultados de los comicios andaluces, cuando su secretario de Organización, José Luis Ábalos, dejó caer la necesidad de regeneración en el PSOE-A, “porque hay que entender el mensaje de los electores, y eso conlleva renovar el discurso y la organización”, lo que fue interpretado como un empujón a Susana Díaz para que presentara su dimisión.
Tal y como se ha escrito en los últimos días, Pedro Sánchez está pensando en su ministra de Hacienda, María Jesús Montero, como recambio para Díaz. La quiere en Andalucía y la ministra, a su vez, se deja querer.
Montero se ha destapado como un referente en el ‘Gobierno bonito’ del presidente, uno de sus miembros con más peso político y protagonismo, llegando a opacar incluso el brillante currículo de Nadia Calviño, quien ejerce de presidenta de la comisión delegada para Asuntos Económicos.
Sánchez no quiere enviar (de momento) a su ministra de Hacienda para una razia de dudoso éxito: son demasiadas cabezas las que cortar
Antes de recalar en Madrid, Montero era uno de los puntales del Gobierno de Susana Díaz en Andalucía como consejera de Hacienda y Administración Pública, aunque siempre ejerció de verso suelto, dejando entrever que ella tenía talento y agenda propia más allá de las directrices que se marcaban con mano férrea desde la presidencia de la Junta.
Quizá por todo ello, y por la lealtad que profesa al presidente, su salida natural fuera retornar a Andalucía para ‘sanchizar’ esta federación e intentar recuperar al poder en la próxima legislatura. Un plan del gusto de Moncloa que, de momento, han metido en el congelador a la espera de acontecimientos.
La consigna en Ferraz es ‘allegro ma non troppo’. Lo hacen así porque el PSOE andaluz en su conjunto —tanto las direcciones provinciales como las bases— es noventa y nueve por ciento pro-Susana. No hay fisuras. La todavía presidenta tiene blindada la plaza y Pedro Sánchez no quiere enviar a uno de sus principales activos a que ponga en marcha una razia de la que seguramente saldría mal parada. Básicamente, porque son demasiadas cabezas las que cortar.
Lo que sí tratará es de ir colocando peones en Andalucía en las elecciones municipales de mayo, próximo campo de batalla. Sánchez apelará al consenso, y a las dos derrotas consecutivas de Susana Díaz, la de primarias y la del 2 de diciembre, para situar afines en las listas. Actualmente, el único referente de peso que tiene en aquella comunidad es el delegado del Gobierno, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, ahora difuminado contra su voluntad por la ‘guardia de corps’ de San Telmo.
Al presidente del Gobierno no se le escapa que apenas tendrá opciones de colocar a los próximos. Primero, porque muchos de los candidatos ya están decididos; y segundo, porque, con el nuevo reglamento del PSOE, son los afiliados quienes tienen la última palabra y, como se ha dicho, en Andalucía no hay nadie que escape al fielato susanista del ‘¡todos a una!’, como en Fuenteovejuna.
Sánchez, no obstante, tiene un as en la manga. A saber: la capacidad que, según el procedimiento para la elaboración de candidaturas, tienen la comisión federal de listas y el comité federal, a la sazón controlados por su persona, para vetar candidaturas en las localidades de más de 50.000 habitantes. Llegado el caso, desde Ferraz esgrimirán esta potestad como arma disuasoria para así poder alcanzar algún tipo de consenso.
Sánchez
cree que hay que dar tiempo al tiempo, que Susana Díaz caerá como fruta
madura. Igual que sucederá con el resto de barones críticos, aquellos
que intentaron acabar con su carrera política en el funesto comité
federal de octubre de 2016.
Los barones siguen hablando, pero poco. Están más metidos en sus cuitas y en unos comicios de mayo que, a día de hoy, no tienen buenas perspectivas.
Del ‘PSOE auténtico’ solo queda la cada vez más herrumbrosa fachada de Ferraz. Por mucho que se empeñen, aquí no hay más líder que Pedro Sánchez. Las nuevas dinámicas hacen que los partidos y sus estructuras orgánicas caminen hacia la irrelevancia. Entre Dios y los ciudadanos solo está él. Como le gusta decir a Ignacio Varela, el presidente del Gobierno ha practicado la taxidermia con el partido socialista. Lo ha vaciado por completo para rellenarlo con el papel de periódico que más le conviene. Algún día le borrará las siglas.
NACHO CARDERO Vía EL CONFIDENCIAL
¿Les suena? La música es la de siempre. Como la canción del verano. La andaluza pone la letra y Page, Vara, Lambán y Ximo le dan a las maracas.
Hablan de ‘reconquistar’ el PSOE cuando, en puridad, ya no hay nada que reconquistar. Son una resistencia capitidisminuida. Sus miembros menguan y carecen de fuerza. Se asemejan a esos animales en peligro de extinción que ilustran las entradas de los parques nacionales y van desapareciendo hasta que un día quedan solo para los libros de fauna y flora de los institutos.
La
carrera política de Susana Díaz acabó el 2 de diciembre. Lo máximo a lo
que puede aspirar es a preservar la honra y blindarse ante el sanchismo
Más aún, si los socialistas recuperan Andalucía dentro de cuatro años, lo cual resulta verosímil a la vista del control administrativo que tienen del territorio, no será Díaz quien se encasquete la corona. Para ella, la partida acabó el 2 de diciembre. Lo máximo a lo que puede aspirar es a preservar la honra. Esto es, evitar que el sanchismo aproveche este momento para tener mando en plaza y arrebatarle el control del PSOE-A. Toca defender a los suyos.
A Ferraz se le vieron las intenciones a las pocas horas de saberse los resultados de los comicios andaluces, cuando su secretario de Organización, José Luis Ábalos, dejó caer la necesidad de regeneración en el PSOE-A, “porque hay que entender el mensaje de los electores, y eso conlleva renovar el discurso y la organización”, lo que fue interpretado como un empujón a Susana Díaz para que presentara su dimisión.
Tal y como se ha escrito en los últimos días, Pedro Sánchez está pensando en su ministra de Hacienda, María Jesús Montero, como recambio para Díaz. La quiere en Andalucía y la ministra, a su vez, se deja querer.
Montero se ha destapado como un referente en el ‘Gobierno bonito’ del presidente, uno de sus miembros con más peso político y protagonismo, llegando a opacar incluso el brillante currículo de Nadia Calviño, quien ejerce de presidenta de la comisión delegada para Asuntos Económicos.
Sánchez no quiere enviar (de momento) a su ministra de Hacienda para una razia de dudoso éxito: son demasiadas cabezas las que cortar
Antes de recalar en Madrid, Montero era uno de los puntales del Gobierno de Susana Díaz en Andalucía como consejera de Hacienda y Administración Pública, aunque siempre ejerció de verso suelto, dejando entrever que ella tenía talento y agenda propia más allá de las directrices que se marcaban con mano férrea desde la presidencia de la Junta.
Quizá por todo ello, y por la lealtad que profesa al presidente, su salida natural fuera retornar a Andalucía para ‘sanchizar’ esta federación e intentar recuperar al poder en la próxima legislatura. Un plan del gusto de Moncloa que, de momento, han metido en el congelador a la espera de acontecimientos.
La consigna en Ferraz es ‘allegro ma non troppo’. Lo hacen así porque el PSOE andaluz en su conjunto —tanto las direcciones provinciales como las bases— es noventa y nueve por ciento pro-Susana. No hay fisuras. La todavía presidenta tiene blindada la plaza y Pedro Sánchez no quiere enviar a uno de sus principales activos a que ponga en marcha una razia de la que seguramente saldría mal parada. Básicamente, porque son demasiadas cabezas las que cortar.
Lo que sí tratará es de ir colocando peones en Andalucía en las elecciones municipales de mayo, próximo campo de batalla. Sánchez apelará al consenso, y a las dos derrotas consecutivas de Susana Díaz, la de primarias y la del 2 de diciembre, para situar afines en las listas. Actualmente, el único referente de peso que tiene en aquella comunidad es el delegado del Gobierno, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, ahora difuminado contra su voluntad por la ‘guardia de corps’ de San Telmo.
Al presidente del Gobierno no se le escapa que apenas tendrá opciones de colocar a los próximos. Primero, porque muchos de los candidatos ya están decididos; y segundo, porque, con el nuevo reglamento del PSOE, son los afiliados quienes tienen la última palabra y, como se ha dicho, en Andalucía no hay nadie que escape al fielato susanista del ‘¡todos a una!’, como en Fuenteovejuna.
Sánchez, no obstante, tiene un as en la manga. A saber: la capacidad que, según el procedimiento para la elaboración de candidaturas, tienen la comisión federal de listas y el comité federal, a la sazón controlados por su persona, para vetar candidaturas en las localidades de más de 50.000 habitantes. Llegado el caso, desde Ferraz esgrimirán esta potestad como arma disuasoria para así poder alcanzar algún tipo de consenso.
El
sanchismo cree que hay que dar tiempo al tiempo, que Susana Díaz caerá
como fruta madura. Igual que el resto de barones críticos
Los barones siguen hablando, pero poco. Están más metidos en sus cuitas y en unos comicios de mayo que, a día de hoy, no tienen buenas perspectivas.
Del ‘PSOE auténtico’ solo queda la cada vez más herrumbrosa fachada de Ferraz. Por mucho que se empeñen, aquí no hay más líder que Pedro Sánchez. Las nuevas dinámicas hacen que los partidos y sus estructuras orgánicas caminen hacia la irrelevancia. Entre Dios y los ciudadanos solo está él. Como le gusta decir a Ignacio Varela, el presidente del Gobierno ha practicado la taxidermia con el partido socialista. Lo ha vaciado por completo para rellenarlo con el papel de periódico que más le conviene. Algún día le borrará las siglas.
NACHO CARDERO Vía EL CONFIDENCIAL
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