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martes, 8 de enero de 2019
Montero y la fruta madura: los planes de Sánchez para tomar el PSOE andaluz
Del ‘PSOE auténtico’ solo queda la
cada vez más herrumbrosa fachada de Ferraz. Aquí no hay más líder que
Pedro Sánchez. Los partidos y sus estructuras orgánicas caminan hacia la
irrelevancia
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, saluda a Susana Díaz en el Palacio de San Telmo. (Reuters)
Los nostálgicos del PSOE viven un ‘déjà vu’ permanente. Asaeteados por la estampa navideña de Idoia Mendia
junto a Arnaldo Otegi y los trueques del chamarilero Iceta con el
Gobierno de Torra, los autodenominados ‘socialistas auténticos’ vuelven a
especular en su desesperación con la idea de la conformación de un frente antisanchista que recupere la esencia y valores de ese PSOE otrora hegemónico en España. Este frente estaría encabezado por Susana Díaz y contaría con el apoyo externo de los barones críticos.
¿Les
suena? La música es la de siempre. Como la canción del verano. La
andaluza pone la letra y Page, Vara, Lambán y Ximo le dan a las maracas.
Hablan
de ‘reconquistar’ el PSOE cuando, en puridad, ya no hay nada que
reconquistar. Son una resistencia capitidisminuida. Sus miembros menguan
y carecen de fuerza. Se asemejan a esos animales en peligro de
extinción que ilustran las entradas de los parques nacionales y van
desapareciendo hasta que un día quedan solo para los libros de fauna y
flora de los institutos.
La
carrera política de Susana Díaz acabó el 2 de diciembre. Lo máximo a lo
que puede aspirar es a preservar la honra y blindarse ante el sanchismo
Se han quedado sin margen. Han perdido. A Susana Díaz le propinaron un duro golpe con las primarias y ahora la han echado con cajas destempladas del Palacio de San Telmo.
Más aún, si los socialistas recuperan Andalucía dentro de cuatro años, lo cual resulta verosímil a la vista del control
administrativo que tienen del territorio, no será Díaz quien se
encasquete la corona. Para ella, la partida acabó el 2 de diciembre. Lo
máximo a lo que puede aspirar es a preservar la honra. Esto es, evitar
que el sanchismo aproveche este momento para tener mando en plaza y
arrebatarle el control del PSOE-A. Toca defender a los suyos.
La vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, y la ministra de Hacienda, María Jesús Montero. (EFE)
A
Ferraz se le vieron las intenciones a las pocas horas de saberse los
resultados de los comicios andaluces, cuando su secretario de
Organización, José Luis Ábalos, dejó caer la necesidad de regeneración
en el PSOE-A, “porque hay que entender el mensaje de los electores, y
eso conlleva renovar el discurso y la organización”, lo que fue interpretado como un empujón a Susana Díaz para que presentara su dimisión.
Tal y como se ha escrito en los últimos días, Pedro Sánchez está pensando en su ministra de Hacienda, María Jesús Montero, como recambio para Díaz. La quiere en Andalucía y la ministra, a su vez, se deja querer.
Montero
se ha destapado como un referente en el ‘Gobierno bonito’ del
presidente, uno de sus miembros con más peso político y protagonismo,
llegando a opacar incluso el brillante currículo de Nadia Calviño, quien
ejerce de presidenta de la comisión delegada para Asuntos Económicos. Sánchez
no quiere enviar (de momento) a su ministra de Hacienda para una razia
de dudoso éxito: son demasiadas cabezas las que cortar
Antes de recalar en Madrid, Montero
era uno de los puntales del Gobierno de Susana Díaz en Andalucía como
consejera de Hacienda y Administración Pública, aunque siempre ejerció
de verso suelto, dejando entrever que ella tenía talento y agenda propia
más allá de las directrices que se marcaban con mano férrea desde la
presidencia de la Junta.
Quizá por todo ello, y por la lealtad que
profesa al presidente, su salida natural fuera retornar a Andalucía
para ‘sanchizar’ esta federación e intentar recuperar al poder en la
próxima legislatura. Un plan del gusto de Moncloa que, de momento, han
metido en el congelador a la espera de acontecimientos.
La
consigna en Ferraz es ‘allegro ma non troppo’. Lo hacen así porque el
PSOE andaluz en su conjunto —tanto las direcciones provinciales como las
bases— es noventa y nueve por ciento pro-Susana. No hay fisuras. La todavía presidenta tiene blindada la plaza y Pedro Sánchez
no quiere enviar a uno de sus principales activos a que ponga en marcha
una razia de la que seguramente saldría mal parada. Básicamente, porque
son demasiadas cabezas las que cortar.
Acto
de toma de posesión como nuevo delegado del Gobierno en Andalucía de
Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, en presencia de Susana Díaz. (EFE)
Lo
que sí tratará es de ir colocando peones en Andalucía en las elecciones
municipales de mayo, próximo campo de batalla. Sánchez apelará al
consenso, y a las dos derrotas consecutivas de Susana Díaz, la de
primarias y la del 2 de diciembre, para situar afines en las listas.
Actualmente, el único referente de peso que tiene en aquella comunidad
es el delegado del Gobierno, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, ahora
difuminado contra su voluntad por la ‘guardia de corps’ de San Telmo.
Al presidente del Gobierno no se le escapa que apenas tendrá opciones de colocar a los próximos.
Primero, porque muchos de los candidatos ya están decididos; y segundo,
porque, con el nuevo reglamento del PSOE, son los afiliados quienes
tienen la última palabra y, como se ha dicho, en Andalucía no hay nadie
que escape al fielato susanista del ‘¡todos a una!’, como en
Fuenteovejuna.
Sánchez, no obstante, tiene un as en la manga. A saber: la capacidad que, según el procedimiento
para la elaboración de candidaturas, tienen la comisión federal de
listas y el comité federal, a la sazón controlados por su persona, para vetar candidaturas
en las localidades de más de 50.000 habitantes. Llegado el caso, desde
Ferraz esgrimirán esta potestad como arma disuasoria para así poder
alcanzar algún tipo de consenso.
El
sanchismo cree que hay que dar tiempo al tiempo, que Susana Díaz caerá
como fruta madura. Igual que el resto de barones críticos
Sánchez
cree que hay que dar tiempo al tiempo, que Susana Díaz caerá como fruta
madura. Igual que sucederá con el resto de barones críticos, aquellos
que intentaron acabar con su carrera política en el funesto comité
federal de octubre de 2016.
Los barones siguen hablando, pero
poco. Están más metidos en sus cuitas y en unos comicios de mayo que, a
día de hoy, no tienen buenas perspectivas.
Del ‘PSOE auténtico’ solo queda la cada vez más herrumbrosa fachada de Ferraz.
Por mucho que se empeñen, aquí no hay más líder que Pedro Sánchez. Las
nuevas dinámicas hacen que los partidos y sus estructuras orgánicas
caminen hacia la irrelevancia. Entre Dios y los ciudadanos solo está él.
Como le gusta decir a Ignacio Varela, el presidente del Gobierno ha
practicado la taxidermia con el partido socialista. Lo ha vaciado por
completo para rellenarlo con el papel de periódico que más le conviene.
Algún día le borrará las siglas.
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