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lunes, 7 de enero de 2019
LA TELARAÑA ANDALUZA 4.0
Desde hace años, la ‘tela de araña’
ha sido la metáfora más utilizada para definir la trama de intereses
creada por el Gobierno socialista en Andalucía
Villegas, Rivera y Marín antes de reunirse con diputados del grupo
parlamentario de su formación política en el Parlamento andaluz en
Sevilla. (EFE)
La paradoja del nuevo Gobierno de la Junta de Andalucía,
si no se frustra el pacto, es que están llamados a destruir antes que a
construir. Sólo cuando en una democracia se atrofia la alternancia y el
partido gobernante se convierte en hegemónico, como ha ocurrido en
Andalucía en las cuatro últimas décadas, se genera un entramado de poder tan amplio
y copioso como el que han construido los socialistas andaluces en ese
tiempo. Y como ha sido el PSOE el que lo ha creado y lo ha dotado
generosamente, incluso cuando sucede lo inesperado, que se pierden unas
elecciones, el entramado permanece y, además, pasa a convertirse en una
sólida red de seguridad para resistir en la oposición y regresar al gobierno en
el menor plazo de tiempo posible. De ahí lo paradójico del momento, que
dos partidos que llegan nuevos a un Gobierno tengan que dedicarse,
antes que nada, a desarmar la estructura clientelar creada y diseñada
por el Partido Socialista sin, ni siquiera, tener la certeza de que
podrán conseguirlo en una legislatura. Eso, además, con un añadido
importante: pase lo que pase, en cualquiera de las hipótesis que se
imaginen, se convertirá en una incesante fuente de conflictos contra el nuevo Gobierno andaluz.
Desde hace años, la ‘tela de araña’ ha sido la metáfora más utilizada para definir la trama de intereses
creada por el Gobierno socialista en Andalucía, que ha manejado
presupuestos que ascienden a casi 35.000 millones de euros, el más
elevado de todas las comunidades autónomas. Incluso se llegaron a
publicar dos libros que se titulaban así, en los que se detallaban todas
las conexiones posibles a lo largo de la extensa región andaluza. Uno
de los autores de ese libro, Pedro de Tena, describía la realidad de esa
telaraña como “una ocupación nepotista del poder que se extiende por
todas las instituciones, entes y organismos públicos” integrados todos
ellos por “amigos, afines y familiares” de cargos
socialistas, con lo que no sólo se aseguran el control “sino que, en
caso de derrota política se dificultaría hasta límites insospechados la
labor del Gobierno que salga de las urnas”.
El
mismo símil lo empleó también un profesor de Ciencia Política de la
Universidad de Málaga, Manuel Arias Maldonado, cuando estallaron los
grandes casos de corrupción de la Junta de Andalucía,
fundamentalmente los ERE y los cursos de formación, y se descubrió la
extensión real de aquella podredumbre. Al analizarlo, Arias Maldonado
concluía que “el ciudadano andaluz está condenado a encontrarse con esa
tela de araña en algún momento de su biografía personal o profesional,
momento en el que tendrá que elegir entre pasar a formar parte de ella o
perjudicar seriamente sus oportunidades vitales”. Si
sumamos todos esos conceptos, no parece exagerado afirmar que la ‘tela
de araña’ andaluza, a diferencia de cualquier otra que se haya podido
construir en torno a otros gobiernos y en otras autonomías, es la más
sofisticada y tupida de todas, una ‘telaraña 4.0’.
Pablo Casado y Juanma Moreno. (Reuters)
La
dificultad mayor a la hora de intentar tomar algún tipo de medida sobre
ese magma radica en la imposibilidad de que alguien pueda decir,
exactamente, de cuántos organismos estamos hablando y, mucho menos,
cuántas personas están ligadas a ellos. Ha habido veces que hasta los
auditores de la Cámara de Cuentas de Andalucía se llevaban las manos a
la cabeza cuando empezaban a sumar y a restar y les aparecían miles de
‘trabajadores fantasmas’, que nadie era capaz de saber dónde estaban.
Las cuentas que ha realizado el Sindicato Andaluz de Funcionarios
ofrecen un panorama desolador por la desproporción que existe entre la
‘administración real’, que es la que se puede controlar políticamente y
donde están los funcionarios que han aprobado unas oposiciones, y la
llamada ‘administración paralela’,
donde proliferan los enchufes. Este sindicato, en concreto, afirma que
el sector público instrumental de la Junta de Andalucía, la
‘administración paralela’, reúne a un total de 26.900 trabajadores
(entidades públicas empresariales, fundaciones y personal laboral propio
de agencias de régimen especial) mientras que el personal funcionario
de la Administración General representaba en el año 2016 un total de
20.031 funcionarios de carrera y 2.495 interinos. Esa desproporción se
produce, según este sindicato, por una política concreta y sostenida
de los distintos gobiernos socialistas que, durante años, han estado
recortando la plantilla de funcionarios (en 2009 era de 26.249 personas)
mientras que ha ido aumentando y consolidando la estructura de la
‘administración paralela’.
¿Podrá un
gobierno de coalición, que ni siquiera cuenta con mayoría absoluta en el
Parlamento de Andalucía, desmantelar toda esa ‘tela de araña’, tejida
minuciosamente durante cuarenta años? Para Ciudadanos será el segundo
intento, porque ya lo incluyó, sin éxito alguno, cuando apoyó a la
socialista Susana Díaz como presidenta, y lo ha vuelto a solicitar
ahora, que quiere formar gobierno junto al Partido Popular. De todas
formas, lo que han firmado PP y Ciudadanos para formalizar su pacto es
muy impreciso, y se limita a decir que quieren suprimir todos aquellos entes,
que en total pueden ser más de doscientos, “que se consideren
innecesarios” y también los que se hayan visto salpicados por la
corrupción, como la famosa Agencia IDEA (Agencia de Innovación y
Desarrollo de Andalucía) que aparece en el escándalo de los ERE. Eso,
además de otras medidas que tienen el mismo sesgo, como la Ley de
Despolitización de la Junta de Andalucía –que con la sola lectura de su
enunciado ya resulta insólita en una democracia moderna- con la que se
pretende garantizar la "profesionalidad, imparcialidad, responsabilidad y honestidad"
de los trabajadores de la administración autonómica andaluza. Si
finalmente sale adelante ese nuevo Gobierno en Andalucía, lo que está
claro es que harán falta mucho más de cien días para, simplemente, saber
si la ‘telaraña 4.0’ empieza a remitir o si se mantiene intacta.
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