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miércoles, 16 de enero de 2019

LAS URNAS, ÚNICA SALIDA PARA EL BREXIT


El Partido Conservador fue el que metió al Reino Unido en este lodazal, de donde ha sido incapaz de sacarlo. El actual Parlamento tampoco ha acertado en la gestión de la crisis


/REUTERS


La primera ministra británica fue ayer humillada en la votación sobre la ratificación del acuerdo firmado con la Unión Europea para la retirada ordenada del Reino Unido de la UE. Los noes -432 frente a 202- doblaron a los síes. No se trata de una simple contrariedad, sino de una desautorización de su función como primera ministra, y en un asunto tan relevante que no le permite ya seguir ocupando el puesto, ni siquiera teniendo en cuenta las circunstancias gravísimas en las que se interna ahora su país. Theresa May ha hecho todo lo que estaba en su mano para lograr esta ratificación: se implicó personalmente para convencer a una mayoría de diputados y enarboló todas las amenazas de inestabilidad inherentes a esta situación en un intento desesperado por evitar el resultado. Se trata de una derrota personal sin paliativos a manos de diputados de la oposición -algo que podría darse por descontado- y de un número muy significativo de representantes de su propio partido.

Según los negociadores europeos, este era el acuerdo que mejor podría minimizar los daños inevitables de una decisión desgraciada. May, sin embargo, lo ha gestionado de forma inadecuada, en un ambiente viciado por un trauma que ha dejado a la clase política británica por los suelos y con todas las posibles mayorías rotas. Asombran la frivolidad y la hipocresía con la que unos y otros han discutido un asunto que, sin ninguna duda, será perjudicial para el Reino Unido: todos han abogado por mantener las mejores relaciones posibles con Europa en la misma frase en la que, en cambio, sostenían que lo mejor era abandonar la UE.

Según los términos de una reciente enmienda -otra sonora derrota parlamentaria para May-, la primera ministra tiene ahora tres días para presentar un plan B. Desde el punto de vista del sentido común, esa alternativa debe contener al mismo tiempo una convocatoria electoral y una petición a los socios europeos para que se amplíe el plazo para la ejecución del artículo 50, de modo que esas elecciones puedan celebrarse antes de que se produzca una desconexión definitiva con la UE. El Partido Conservador fue el que metió al Reino Unido en este lodazal, de donde ha sido incapaz de sacarlo. El actual Parlamento tampoco ha acertado en la gestión de la crisis. Parece claro que ha llegado el momento de volver a poner la decisión en manos de los ciudadanos, y lo más sensato sería repetir el referéndum, precisamente cuando los votantes conocen los verdaderos argumentos y no solo la propaganda nacionalpopulista de los partidarios del Brexit.


                                                                                                       EDITORIAL de ABC 

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