La nomenclatura de izquierda o derecha fue creada desde la Asamblea Nacional por cómo los girondinos y los jacobinos se sentaban para enfrentarse. ¿Y ahora?
Sesión de control del Congreso de los Diputados. (EFE)
Mi interés por los partidos como herramientas políticas viene de mi época estudiantil, cuando leíamos, como texto prohibido, 'Les partis politiques', de Maurice Duverger. Viviamos en lo que eufemísticamente se autollamaba 'democracia orgánica', que abominaba de los partidos políticos
y defendía que la representación no debía hacerse a través de una
ficción disgregadora como los partidos, sino a través de las "unidades
naturales de convivencia: familia, trabajo, municipio". En realidad, era
un sistema que habían defendido el socialista Fernando de los Ríos y el liberal Salvador de Madariaga, pero que nunca se puso realmente en práctica.
Volví a interesarme por los partidos al escribir 'Biografía de la humanidad', porque las ideologías políticas y
su articulación forman parte de la cultura, y pienso que conocer su
genealogía es imprescindible para comprender el presente. Aunque siempre
ha habido facciones enfrentadas sobre algún problema —güelfos y
gibelinos, o borbónicos y austracistas en la Guerra de Sucesión
española—, los partidos políticos nacen con los sistemas parlamentarios.
¿Pero qué es la ideología de género?
Derecha o izquierda
La
Revolución Francesa quiso abolir la representación vigente, que era por
estamentos, y forzó la creación de partidos políticos para coordinar la acción de los ciudadanos. Los girondinos y los jacobinos se enfrentaron continuamente y marcaron sus diferencias sentándose en distintos lugares de la Asamblea Nacional, a la derecha y a la izquierda.
Los progresistas piensan que el Estado debe asegurar el bienestar, compensar las desigualdades y redistribuir la riqueza
Esa nomenclatura continúa todavía vigente, lo que puede hacernos pensar si no será a estas alturas una división anacrónica.
De hecho, ha sufrido muchos cambios. En el Reino Unido, los partidos
'tory' y 'whig' aparecieron en 1679, durante el debate por la sucesión
del trono. Posteriormente, el 'whig' pasó a ser liberal y acabó
convirtiéndose en el partido laborista. En este momento, todos los sistemas democráticos son liberales —aunque empieza a hablarse de democracias iliberales–, por lo que este término se ha difuminado en parte. En su origen fue progresista frente a los absolutistas y ahora el liberalismo económico se alinea principalmente con las ideologías conservadoras.
Sin
embargo, en Estados Unidos se inclina más del lado demócrata. Lo que es
cierto es que la mayor parte de sistemas democráticos mantienen una
estructura dicotómica más o menos imperfecta. Cuando apareció Podemos,
observé con interés si su propuesta transversal conseguía dar una
solución al bipartidismo, pero claramente fue situado en la izquierda.
Otra solución la proponen los llamados partidos de centro. Pero, como se ve en España, parece que inevitablemente se da lo que los estadísticos llaman “regresión a la media” o, en términos populares, que las aguas tienden a volver a sus antiguos cauces.
Conservadores vs. progresistas
Retomo ahora mi interés por el tema al leer un libro de George Lakoff
sobre el sistema bipartidista americano en el que niega que haya una
ideología de centro y, por lo tanto, no cree que pueda haber un
verdadero partido así. Además, como progresista, considera que los de centro benefician siempre a los conservadores
porque amortiguan sus aspiraciones de progreso. Aunque algún día les
contaré el 'sistema oculto' de los dos bloques
—conservadores/derechas/republicanos y
progresistas/izquierdas/demócratas—, hoy solo voy a mencionar algunos
aspectos.
¿Podría haber un partido que no dependiera de la vieja distinción de derechas e izquierdas?
Sus ideas acerca del papel del Estado, de la igualdad, la libertad y la moralidad. Los conservadores
piensan que el Estado debe ser mínimo porque de lo contrario es un
peligro para la libertad y se convierte además en depredador. Su función
debe reducirse a proteger la seguridad de los ciudadanos y a defender
los derechos individuales, en especial el derecho de propiedad.
En cambio, los progresistas
piensan que el Estado tiene mas funciones, entre ellas la de asegurar
el bienestar para la mayoría y compensar las desigualdades, y para eso
necesita redistribuir la riqueza. Los conservadores creen que los
problemas de desigualdad tiene que resolverlos el libre juego del mercado y que toda intromisión estatal es perjudicial. Los progresistas piensan que el mercado no es capaz de controlarse y acaba cayendo en las manos de un capitalismo desenfrenado. Los conservadores opinan que la libertad se defiende no interviniendo
en los derechos individuales, con el 'laissez faire'. Los progresistas
piensan que se defiende protegiendo los derechos sociales. Los
conservadores defienden una moral familiar más tradicional y los derechos naturales —como el de propiedad—, mientras que los progresistas defienden una concepción más abierta de
la moralidad y más convencional de los derechos. Por último, los
conservadores piensan que el último responsable del comportamiento de un
individuo es el mismo individuo, mientras que los progresistas piensan que el responsable es la sociedad.
Centristas
Lo que Lakoff dice es que ambas ideologías —que proponen respuestas diferentes a los mismos problemas— se extienden en una línea continua y que lo que se entiende por partidos centristas solo son bipartidismos moderados, por lo que puede haber centristas de derecha y centristas de izquierda. "No existen ni la ideología
ni la cosmovisión moderadas, ni una lógica propia de las creencias
moderadas. Moderado es un adjetivo que debe ir pegado a un sustantivo".
La Revolución Francesa forzó la creación de los partidos para coordinar la acción de los ciudadanos
A lo más que pueden llegar los centristas, dice, es a un “pensamiento biconceptual”.
Piensan de modo conservador en determinados aspectos y de modo
progresista en otros. Un partido socialista centrado puede defender una
serie de medidas de carácter marcadamente progresista,
capaces de llamar la atención al posible votante (leyes de memoria
histórica, liberalización del aborto, introducción del matrimonio
homosexual, autorización de la investigación con células madre...), pero mantenerse en el plano de política económica general
dentro de las directrices del liberalismo económico. Incluso puede
definirse como socialismo liberal. A Lakoff eso le parece una traición a
las esencias progresistas, y una victoria de los conservadores.
Cuando en todo el mundo las ideologías políticas
están rediseñándose, me gustaría saber si podría haber un partido que
no dependiera —como el centrista— de la vieja distinción de derechas e
izquierdas, sino que por la potencia de su modelo se
convirtiera en 'partido central' a partir del cual tuvieran que
definirse las derechas y las izquierdas. Es decir, invertir el sistema
de referencias.
Una posible solución sería hegeliana.
Derechas e izquierdas serían la tesis y la antítesis de su proceso
dialéctico, que serían asumidas en la síntesis. Eso conduciría a un
partido único, con distintas alas. Algo parecido a lo que quiere ser el Partido Comunista chino.
La otra solución es pensar no ideológicamente en los temas
ideologizados, es decir, estar en una permanente actitud crítica e
investigadora.
Estado promotor
Un partido en
proceso continuo de aprendizaje, para una sociedad del aprendizaje,
alejado de la dogmática en que han recalado todos los partidos. Por
ejemplo, entre el Estado interventor y el Estado mínimo, hay otra posible concepción del Estado, que interviene para promover por una parte la iniciativa individual y por otra la igualdad de oportunidades, lo que no significa prometer igualdad en la llegada sino igualdad compensada en la salida.
Los
conservadores piensan que el Estado debe ser mínimo porque de lo
contrario es un peligro para la libertad y se convierte además en
depredador
Un 'Estado promotor' que protege la
libertad, pero que comprende que los seres humanos no nacen libres sino
que van adquiriendo la libertad con la ayuda de la educación y de las
leyes, es decir, de la sociedad. Un sistema capitalista, pero con otro tipo de capitalismo, basado en lo que Coleman o Putnam
llaman “capital social”. 'Capital' es el conjunto de recursos
acumulados que aumentan las posibilidades de acción personal, social o
económica. La idea de 'capital social' que incluye, por ejemplo, además
del PIB, los índices que maneja el Plan de la ONU para el Desarrollo. En
fin, que hay muchas cosas que pensar sin tener que partir de la
dicotomía derechas/izquierdas, que está entorpeciendo la creatividad política. Pueden ver más información en genealogiadelpresente.com.
JOSÉ ANTONIO MARINA Vía EL CONFIDENCIAL
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