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viernes, 30 de junio de 2017

YENDO DEMASIADO LEJOS

"La llamada perspectiva o ideología de género está configurada para convertirse en el nuevo totalitarismo que amenaza ya, muy concreta y ostensiblemente, las libertades más elementales."


Rafael Sánchez Saus

No se necesitaban dotes de profeta para poder augurar, desde hace algunos años, que la llamada perspectiva o ideología de género está configurada para convertirse en el nuevo totalitarismo que amenaza ya, muy concreta y ostensiblemente, las libertades más elementales. De su inicial victimismo a su actual prepotencia, los ideólogos e impulsores de la marea LGTB nunca han ocultado sus intenciones, aunque, eso sí, las hayan sabido presentar, con la complicidad de la gran mayoría de medios, de un modo que haría palidecer de envidia a Joseph Goebbels, sobrevalorado ministro nazi de Propaganda, hoy reducido a mero aprendiz.

Mientras Madrid se allana a la gran saturnal de estos días, exiliando a las familias al monte o a la playa y eliminando los niveles legales de ruido callejero, en el Congreso se ultima un proyecto de ley firmado por Podemos que cuenta ya con la aprobación de la mayoría de los partidos y el silencio del PP, apresado una vez más en sus contradicciones. Dicha ley nos impondrá a todos la ideología de género a golpe de sanción y prohibición, haciendo tabla rasa con derechos fundamentales que nadie que no fuera el colectivo LGTB soñaría hoy con transgredir. En su delirio impositor y sancionador, la norma prevé limitaciones en el derecho de manifestación y, aunque parezca increíble, "el decomiso y destrucción, borrado o inutilización de libros, archivos, documentos y artículos". Más aún, por la misma ley se adoctrinará a niños y adolescentes en la escuela acerca de la "diversidad familiar, la diversidad sexual y de género y la historia del movimiento LGTB", todo un programa homosexualista frente al que nada podrán hacer padres y educadores. Quienes no se plieguen al plan totalitario que nadie se preocupa ya en disimular, afrontarán multas e inhabilitaciones profesionales, suspensión de negocios y actividades, así como eliminación de conciertos con la administración.

La libertad de expresión y de información, la libertad de enseñanza, la libertad a secas y 
sin añadidos tendrán que replegarse para privilegiar y dar satisfacción a una minoría, autodefinida exclusivamente por su condición sexual, que ha conseguido hacer de su peculiaridad, que a nadie importa más que a ella, el centro de gravedad de la vida social, cultural y política. Difunda por favor este artículo, si le apetece, antes de que le multen por ello. 


                                                              RAFAEL SÁNCHEZ SAUS  Vía RELIGIÓN en LIBERTAD

                                                               Publicado en Diario de Jerez.

EL MIEDO AL NUEVO PEDRO SÁNCHEZ

Las alabanzas al líder socialista conviven con la preocupación de los populares, que lo ven como un peligro para España, y la de Podemos, que sabe que es un rival peor que Susana


Clausura del 39º Congreso Federal del PSOE. (EFE)

La pelea por ser el partido hegemónico de la izquierda continúa en su enésima vuelta de tuerca en los últimos años. Hubo un instante en que Podemos lo tenía muy sencillo no solo para sobrepasar al PSOE, sino para convertirloe en un partido secundario. Todo empezó a torcerse con el golpe de mano de Susana Díaz adelantando las elecciones andaluzas, y desde entonces hasta ahora lo más llamativo en la lucha entre ambos partidos ha sido su incapacidad para dar la puntilla al rival. Parecían más pendientes de tirarse por la pendiente que de aprovechar sus opciones. El espectáculo de Ferraz del fin de semana de la salida de Pedro Sánchez fue vergonzoso, pero Vistalegre II le anduvo cerca. En realidad, cada uno de ellos ha sobrevivido por los fallos del otro; más que atacarse, lo que han hecho ha sido sostenerse.


Un líder confiado


Ahora las cosas parecen distintas. El liderazgo de Sánchez ha salido reforzado tras las primarias, y el viejo aparato del partido ha tenido que replegar posiciones, lo cual garantiza al secretario general un margen de maniobra mucho más amplio. Conocedor de que los votos que su partido perdió han sido casi todos por la izquierda, está generando la sensación de que el PSOE está dando un giro real. Su equipo económico, encabezado por Manuel Escudero, una persona con credibilidad y que ha trabajado mucho tiempo en el Foro de la Economía Progresista, es buena señal de esa intención.

Además, las primeras acciones de Sánchez han mostrado a un líder que está más confiado en sus posibilidades, lo que se ha notado especialmente en la relación con Podemos, en la que él parecía marcar los tiempos y no a la inversa, como solía ocurrir.

PSOE y Podemos saben que tendrán que ir de la mano, pero también que el éxito de uno depende del fracaso del otro: es una alianza peligrosa

Hemos oído mensajes contradictorios que alababan al nuevo Pedro Sánchez, en el sentido de que estaba jugando bien sus bazas, al mismo tiempo que insistían en que un PSOE girado hacia la izquierda va a ser un problema para España. Es probable que esta lectura tenga que ver con el hecho de que tanto Podemos como el PP pensaban tener el camino libre con el giro susanista del PSOE. Los de Iglesias imaginaban una autopista hacia el liderazgo de la izquierda y el PP estaba convencido que no iba a contar con una oposición furibunda, sino con un socio que sería comprensivo en algún momento importante. Ahora saben que no será así, y resurgen los miedos.

Rajoy se verá obligado a buscar apoyos donde pueda, como ha hecho con los Presupuestos con los nacionalistas, y es consciente de que otra moción de censura puede ser real en algún instante de la legislatura. Podemos ha de lidiar con un enemigo más fuerte de lo que esperaba y, sobre todo, situado en un estrato ideológico que sí puede dañarlo. Ambos saben que tendrán que ir de la mano en muchos asuntos si quieren tener resultados, pero también que el éxito de uno depende del fracaso del otro, lo cual supone una alianza peligrosa.

Rajoy como superviviente


En esa doble tensión, la pelea por el liderazgo de la izquierda y la lucha por el gobierno, el PSOE está saliendo reforzado respecto de Iglesias. Con el PP lo tiene más difícil, porque si bien la corrupción continúa siendo un problema serio, y aun cuando gobierna en minoría y por lo tanto es más sencillo minar su posición, todo parece controlado. Rajoy es especialista en sobrevivir, y no sería raro que agotase la legislatura. El escollo, lo que va a marcar los próximos tiempos, será Cataluña, y la respuesta que los populares den a un problema serio que puede tener repercusiones graves.
El PSOE está en ventaja para convertir a Podemos en un partido subordinado. Y no tanto por sus aciertos, como por los errores de los morados

Nos espera un tiempo de debates culturales intensos, que es el terreno en el que mejor se mueven todos ellos, porque ninguno sabe bien qué hacer en lo económico. El PP lo considera asunto resuelto porque España ya va bien, mientras que la izquierda anda algo más perdida: las propuestas de Podemos que relató Iglesias en la moción de censura eran en su gran mayoría perfectamente asumibles por el PSOE; y los socialistas, en este terreno, no son Corbyn, y están todavía pensando en términos de dar algo de color social al mundo liberal vigente sin cambiar nada; por más que apunten maneras de izquierda, son una formación fundamentalmente sistémica. A pesar de ello, se hallan en una posición ventajosa para convertir a Podemos en un partido subordinado. Y no tanto por sus aciertos, sino porque la deriva en los morados, como ya hemos explicado, les hace cometer frecuentes equivocaciones. Y 'motu proprio', sin que nadie les provoque. La última, esta campaña:




Normalmente, hacer cábalas sobre el futuro político es una tarea arriesgada, y este momento no es una excepción. Todo dependerá de cómo vaya la economía, de los cambios en la geopolítica, de cómo evolucione la deuda, de lo que Bruselas quiera de nosotros y de tantas otras cosas que no están en manos de los gobernantes nacionales. Pero lo que sí parece claro es que si no hay circunstancias extraordinarias, no pasará nada. No sé si hemos caído en la cuenta de que siguen los mismos que estaban antes de las elecciones, y que la única diferencia respecto de aquel tiempo es que se han dedicado a hacer limpia interna. Sánchez echó por la vía de las urnas a los que estaban metiendo palos en sus ruedas e Iglesias mandó al retiro a los que entendía causantes del fracaso electoral; Mariano no tiene oposición y Rivera ni la ha tenido ni la tendrá, porque el partido es él y el grupo que le rodea. De modo que si tenemos a los mismos protagonistas en la misma situación, es más que probable que vuelvan a hacer lo mismo. Quizá todo este miedo a Pedro Sánchez y a lo que pueda sacudir el panorama político nacional sea otorgarle demasiado peso. Quizá tengamos un largo pasado por delante.



                                                                      ESTEBAN HERNÁNDEZ  Vía EL CONFIDENCIAL

CUARENTA AÑOS QUE HAY QUE REVISAR

Tenemos que estar razonablemente orgullosos de lo que hemos conseguido en estos cuarenta años, pero no podemos perder de vista el despojo y la desvergüenza de tantos comportamientos, el capitalismo de amiguetes, las tramas de control político urdidas entre empresas, periódicos y clanes de partido.

Cuarenta años que hay que revisar. EFE

El cuadragésimo aniversario de las elecciones de 1977 ha vuelto a poner en bandeja la ocasión de reflexionar de manera desapasionada sobre la situación política española. Como vivimos tiempos en los que abundan los negacionistas, no está de mal recordar que lo que se ha logrado en estas décadas es bastante más de lo que estos agoreros reconocen, pero tampoco hay que olvidar que es algo menos de lo que podríamos tener. España ha ganado en muchos aspectos, pero se halla en estado lastimoso en no otros pocos. Me parece que la comentadísima ausencia del Rey emérito puede servir para subrayar este contraste que tantos quieren ocultar.

Un Rey fuera de foco


Que don Juan Carlos es un elemento esencial de la historia española, y que sin su concurso no hubiera sido nada fácil superar el difícil paso de la dictadura a una democracia posible, está fuera de duda. Pero no faltan razones a quien haya decidido prescindir de su presencia en el acto, porque Don Juan Carlos se ha visto envuelto, desdichadamente, en buena parte de los gatuperios y disparates en los que llevamos chapoteando una larga y penosa temporada.

Este forzado mutis del Rey emérito puede tomarse como muestra de que Felipe VI querría no transigir con las deformaciones que tanto nos afean

Me parece que este forzado mutis del Rey emérito puede tomarse como muestra de que Felipe VI querría no transigir con las deformaciones que tanto nos afean, y si es claro que él no podrá hacer demasiado de manera directa, sí que resulta reconfortante comprender que apuesta por una Monarquía sin líos, y que esa institución bien podría servirnos de guía en una democracia que debiera esforzarse por ser más funcional y decente que lo es ahora. 

Un pasivo millonario


Si España fuese un banco, o una empresa o una familia, es claro que estaría completamente en quiebra, debido al insoportable pasivo de una deuda monstruosa que expresa la incapacidad de la clase política para gobernar con tino un país con problemas, pero con inmensas posibilidades. Al gastarse lo que no tenemos, y al hacerlo sin medida alguna, nuestros políticos están dilapidando el futuro, están sometiendo a nuestros herederos a un régimen de dependencia, a una privación real de soberanía, a pagar una deuda casi imposible de pagar. Si eso se hiciera como consecuencia de una guerra, de alguna especie de devastación, tendría un pase, pero la verdad es que eso es únicamente la consecuencia de la irresponsabilidad colectiva de nuestros políticos, bien es verdad que jaleada por el coro ignorante de quienes demandan más y más, sin preguntarse nunca aquello de Josep Plá: “¿todo esto quién lo paga?”.

Casi nada es nítidamente mejor en esta España que debe un billón que en la España cuya deuda supo mantenerse contenida
Lo peor, con todo, es que lo que se nos está dando a cambio de tales dispendios apenas tiene algún aspecto positivo, porque casi nada es nítidamente mejor en esta España que debe un billón que en la España cuya deuda supo mantenerse contenida. ¿Quién se beneficia de todo esto? La respuesta es extremadamente simple: las redes de corrupción y quienes saben sacarle sus mejores rendimientos, esos de los que apenas se habla mientras se despelleja con aire puritano y radical a chiquilicuatres de poca monta.

Bárcenas en el Congreso


La imagen de Bárcenas choteándose de los diputados que querían hacer méritos contra la corrupción expresa con claridad los límites de nuestro actual sistema para depurar los mecanismos que la hacen casi inevitable. Entre la presunción de inocencia, el derecho a no inculparse y la indescriptible maña de los jueces para averiguar quién se quedó con la pasta, los procesos por corrupción tienen más de farsa que de cualquier otra cosa. El Congreso no debiera haberse dejado llevar a ese mismo circo, ni siquiera con la débil disculpa de que nuestros Robespierre podrían lucir así sus garras justicieras.
Los ciudadanos no desean que las preguntas de los disconformes sean incisivas, sino que se tomen medidas para que lo que ha pasado, y continúa pasando, deje de ocurrir con tanta facilidad
Los ciudadanos no desean que las preguntas de los disconformes sean incisivas, sino que se tomen medidas para que lo que ha pasado, y continúa pasando, deje de ocurrir con tanta facilidad, pero eso es pedir peras al olmo mientras no exista una buena legión de diputados dispuestos a poner coto al gasto descontrolado, lo que es casi lo mismo que decir poner coto al agradable modo de vida del político siempre dispuesto a dar una subvención a una tecnológica o a invertir millones en empresas y entidades de actividades ignotas. Ese es el clima moral y el escenario político en el que la corrupción nunca podrá ser evitada, el aumento continuado del gasto, la promesa inagotable del paraíso gratuito y al borde de la esquina, para todos y todas, por descontado.

Entre la legitimidad y el despojo


La corrupción, que es seguramente el aspecto más feo, pero no el único, de nuestro desbarajuste público, no podrá atajarse mientras persista la sobre-legitimación que los electores otorgan a los políticos, mientras no comprendamos que una elección sin control y rendición de cuentas puede ser una forma continuada de engaño. Muchos ciudadanos siguen pensando ingenuamente que los políticos nos dan algo, cuando no hacen otra cosa que administrar, bastante descuidadamente, lo que nos quitan del bolsillo, de forma directa y de mil formas indirectas. Una especie de ilusión óptica, y una monstruosa ignorancia aritmética, les hace creer a muchos que sacan más de lo que pierden en el trueque, que ellos son los que ganan con el trile.
Hace falta que alguien se tome en serio la distinción entre la indiscutible legitimidad de la democracia y la aceptación acrítica y mansurrona de cuanto hacen y deciden en nuestro nombre
Hace falta que alguien se tome en serio la distinción entre la indiscutible legitimidad de la democracia y la aceptación acrítica y mansurrona de cuanto hacen y deciden en nuestro nombre. Tenemos que estar razonablemente orgullosos de lo que hemos conseguido en estos cuarenta años, pero no podemos perder de vista el despojo y la desvergüenza de tantos comportamientos, el capitalismo de amiguetes, las tramas de control político urdidas entre empresas, periódicos y clanes de partido. No todo lo que se ha hecho es digno de admiración y tenemos que empezar a separar lo que está bien de lo que es insoportable. Por eso, el gesto duro de poner a Don Juan Carlos fuera de foco podría ser interpretado como un símbolo de que, al menos el Rey, sabe que no es oro todo lo que reluce. Si todos hiciésemos lo propio, España podría ponerse de nuevo a la altura de sus posibilidades y dejaría de estar condenada a ser un país sin futuro, sin esperanza de arreglo inmediato, sometida a las pasiones y excesos de los lobos que ofician falsamente de pastores, cosa que, por descontado, no solo sucede en Cataluña.



                                                          JOSÉ LUIS GONZÁLEZ QUIRÓS  Vía VOZ PÓPULI

Por una ética de la virtud: Un enfoque desde MacIntyre frente al derrumbe moral


La situación moral en la que vive nuestra sociedad es la madre de todos los problemas. Por consiguiente, no encontraremos una buena salida a los mismos si no somos capaces de rehacer nuestra moralidad colectiva.

La causa principal de esta debilidad responde a la deficiente manera como se ha impartido en Occidente la enseñanza de la ética, con poca incidencia en la vida práctica de las personas; y también, por la concepción reduccionista de la condición humana que un cierto tipo de filosofía ha expandido (desde Hume, Kant y Nietzsche). Pero todo ello no hubiera bastado sin el apabullante papel de la comunicación y el entretenimiento de masas, cine, televisión, y de manera más reciente, Internet. 

Basta constatar una evidencia de todo esto, observando que sistemáticamente la mayoría de los programas de televisión de mayor audiencia son precisamente aquellos que aportan una visión más desastrosa y unidimensional de la condición humana.

El resultado es que la conciencia moral está deteriorada, es menor de edad, y su desequilibrio con el poder científico y económico presenta todos los peligros posibles. Es un tiempo pos virtuoso.

La cuestión es cómo reconstruir la moralidad en las circunstancias actuales. Ello solo es posible recuperando el sentido de unidad narrativa del ser humano. Cada cual es una historia que uno construye con sus actos y en relación a la comunidad a la que pertenece. Esto por un parte. Sin conciencia humana de este hecho, es decir, de la relación entre autonomía personal, responsabilidad y necesidad de los demás y, por tanto, de sentido de pertenencia que limita necesariamente nuestras vidas para que puedan realizarse en el bien, superar la crisis moral deviene imposible.   La vida como narración implica buscar en qué consiste la vida buena y los medios para alcanzarla. La unidad narrativa exige una noción unitaria. Para ello, es necesario recuperar el conocimiento, formación y práctica en la virtud.

La idea de virtud, siguiendo a MacIntyre, puede responder a conceptos diferentes, aunque no antagonistas: Uno es el de la virtud como cualidad que permite desempeñar un papel social, que sería propio de lo que nos trasmite la tradición homérica. En este caso, la virtud está en función de dicho rol social. Otra es la que deviene de Aristóteles, el Nuevo Testamento y Tomás de Aquino, en la que la virtud es una cualidad que permite a un individuo progresar hacia el logro del fin humano, natural o sobrenatural, el telos, donde la virtud es secundaria respecto a la vida buena del hombre, concebida como fin de la acción humana. Finalmente, y mucho más reciente, es la idea de virtud como cualidad útil para conseguir el éxito terrenal y celestial Franklin, en la que es secundaria respecto a la utilidad que reporta. Son distintas, ciertamente, y es evidente cual de ellas responde a la visión MacIntyriana.

Bajo su predominio es posible forjar un único concepto: La cualidad adquirida que permite lograr el fin humano, su florecimiento entendido como la realización de la vida buena, consistente en la vida eterna, que procura un servicio a la comunidad y facilita el éxito en nuestros propósitos.

Las virtudes constituyen aquellas actitudes que mantienen las prácticas y nos permiten alcanzar los bienes internos a las mismas, y la búsqueda de lo bueno, ayudándonos a vencer los peligros, tentaciones y distracciones a los que continuamente tenemos que enfrentamos, capacitándonos para un acontecimiento cada vez más verdadero y proporcionándonos un continuo y creciente conocimiento del bien. La deliberación moral que entraña todo esto no consiste tanto en el ejercicio de mi voluntad como lo concibe el mundo liberal, sino como la interpretación de la historia de mi vida, que supone reflexionar dentro de esas historias más vastas de las que mi vida forma parte. 

Historias que a la vez son objeto de esa misma reflexión, puesto que, como afirma MacIntyre, nunca se podrá buscar el bien o ejercer las virtudes solamente a nivel individual. La reflexión moral está siempre ligada a la adscripción y, al ser parte de algo, nos acercamos a nuestras propias circunstancias siendo portadores de una identidad social o particular. Lo bueno para mí tendrá que serlo asimismo para mis roles y sus bienes específicos, los que deben lograrse con su desempeño, padre, trabajador, creyente, ciudadano, y cumplir con el legado de mi familia, de mi comunidad, en una variedad de deudas, herencias, expectativas justificadas y obligaciones. Constituyen lo que le ha sido dado a mi vida, constituye mi punto de partida moral. Esto es lo que, en parte, le da a mi propia vida su particularidad moral. Es evidente la diferencia radical con la concepción liberal basada en un individuo desligado de toda “atadura” que no sea su voluntad, que  hoy, en tiempos postmodernos ha quedado reducida a simple expresión de su deseo.

Mi vida moral es una historia que forma parte de una historia y de un comunidad humana más grande y es en esta relación que encuentro mi sentido moral.


                                                                                             EDITORIAL de FORUM LIBERTAS 

jueves, 29 de junio de 2017

10 FACTORES QUE HACEN QUE LOS HIJOS VIVAN PEOR QUE LOS PADRES


Es ya una un tópico y, por lo tanto, tiene mucho de verdad, afirmar que nuestros hijos vivirán peor que los padres, o que vosotros jóvenes viviréis peor que ellos, que es otra manera de decirlo.

Pero, como en todas las cuestiones sociales, la tendencia no significa inexorabilidad. La probabilidad no es fatalidad. Si nos preguntamos cómo lograr que la realidad sea diferente a aquella máxima, seguramente afirmaremos que es responsabilidad de los gobiernos. También en este caso habrá una buena parte de razón en la respuesta, pero en ningún caso toda la razón. Porque en demasiadas ocasiones asignar toda la responsabilidad al estado, a los poderes públicos, significa ignorar la parte -sólo una parte, pero muy real- de responsabilidad  personal que hay en las posibilidades de progreso de los hijos o de empujón del hijo para superar las condiciones adversas. Naturalmente estos esfuerzos de cada familia, de cada persona, pueden ser ignorados por los poderes públicos, o favorecidos, incluso perjudicados, y por lo tanto hay en todo esto otra dimensión de las políticas públicas: construir buenas condiciones para los esfuerzos personales.

No deja de ser sorprendente, o quizás es una manifestación de impotencia o de ceguera ideológica, que las nuevas formaciones, Podemos, la gente de la Colau y sus confluencias, estén, por un lado y justificadamente, ocupadas en ayudar a las necesidades básicas de la gente (una cosa diferente son sus resultados) a base de paliativos económicos, y a la vez ignoren políticas proactivas que podrían beneficiar el ascensor social, sobre todo en las rentas más bajas, precisamente aquellas en las que hoy los hijos, incluso, lo podrán pasar más mal que los padres.

Un estudio aclarador:
Un ejemplo de sobre qué fundamentos se puede montar este combinado sobre la mejora de la movilidad social lo aporta el último gran estudio sobre  esta materia  (Where is the Land of Opportunity? The Geography of Intergenerational Mobility in the United State) de Raj Chetty (2014) y otros. De los varios factores que analiza con mayor incidencia sobre “el ascensor social”, 27 en total, los 10 primeros, los que presentan una correlación más alta, son muy explicativos. Algunos muy conocidos, otros políticamente incorrectos, y otros sorprendentes, si se opera desde la ceguera ideológica.

Son estos:
1 “Single moms”  Las madres solteras. Con diferencia el factor más limitado de todos. Un factor que se puede extrapolar; no en todos los casos, a las familias monoparentales con una mujer delante. Un aspecto también señalado por el último estudio de la OCDE sobre el bajo rendimiento escolar, en Low-Performing Students. Why They Fall Behind and How tono Help Them Succeed.
2 Índice de capital social
3 Tenager lfp rate
4 Proximidad al trabajo. 15 minutos máximo. Sería un indicador del grado de conciliación trabajo-atención a los hijos.
5 Resultados escolares; “las  notas”
6 El resultado de aplicar el coeficiente Gini; en otras termas, la desigualdad social
7  Un viejo conocido: el abandono escolar
8 La tasa  se divorcio: un indicador políticamente incorrecto
9 El factor  religioso. Es una componente del capital  social y también, en nuestras latitudes, resulta de lo más incorrecto afirmar que es un factor que puede ayudar a la movilidad social (otros estudios y muy numerosos, por cierto, señalan su relación con el que en este caso son los puntos 5, y 7)
10 La fractura matrimonial.

De estos 10 componentes, algunos sólo pueden ser tratados desde las políticas públicas y el modelo económico.

Es el caso del sexto factor, la desigualdad. Pero hay que otorgar atención a que de los diez, tres están relacionados con la familia, y uno, el primero, presenta además, una correlación muy alta. Propiciar familias estables favorece el futuro de los hijos. Las políticas públicas pueden ser favorables a esta cuestión, así como la opinión mediática, o muy contrarias. Es el caso catalán, que ha convertido este factores negativos en signos de progreso.

Dos más están relacionados con el capital social, y otros dos con la escuela.

En definitiva, hay un amplio campo a recorrer que requiere de la vocación personal, la cultura mediática y las políticas públicas. Y todo esto con una advertencia, sobre todo a aquellos a quien preocupa más la justicia social: quién paga el pato de un cambio de modelo que nunca acaba de llegar son siempre los más débiles.

El estudio que hemos referido acaba con una conclusión penetrante: un 60% de las causas de la movilidad social están configuradas por el entorno y no por ninguna predisposición personal, se puede, por lo tanto, actuar sobre ellas.

Quizás ya sea hora de que nuestros partidos y gobiernos tomen conciencia y actúen con coherencia.


                                                                       JOSEP MIRÓ i ARDÈVOL  Vía FORUM LIBERTAS 

UN ANIVERSARIO CUTRE CAPAZ DE ESCONDER A UN REY AVARO

El rey Felipe VI durante el acto conmemorativo del 40 aniversario de las primeras elecciones constituyentes en el Congreso. EFE

Por una de esas extrañas circunstancias que acontecen en la rúa española, el cuarenta aniversario del 15 de junio de 1977, primeras elecciones generales tras el final de la dictadura, se ha celebrado el 28 de junio de 2017, casi dos semanas después de lo que hubiera sido pertinente, y con una ceremonia un poco cutre para el alto fuste de la ocasión, un acto casi de tapadillo, como corresponde a un régimen que murió el 2 de junio de 2014, abdicación de Juan Carlos I, y al que nadie ha tenido el buen gusto de dar cristiana sepultura, que ahí sigue, insepulto, la huesera al sol de esta España fundida por el calor de una crisis política descomunal, atiborrada de turistas, plena de orgullo gay, ahíta de corrupción, pero con una economía que crece al 3,1%, balneario de todas las contradicciones, rada de innumerables miserias, sin que tras la empalizada de aquel junio de 2014 se adivine un horizonte de futuro capaz de garantizar otros 40 años de paz y prosperidad. De convivencia. Seguimos en la estela de un régimen muerto y mañana Dios dirá.        
Aniversario roñoso, cicatero, que en su mísera puesta en escena se ha visto obligado a esconder al que sin duda es el gran protagonista vivo de la Transición, del paso de la dictadura a la democracia, el heredero de Francoa título de Rey, cuya determinación a la hora de desmontar lo que estaba atado y bien atado tenemos que agradecer los españoles, pero de quien los españoles también tenemos que sentirnos avergonzados porque,
desaparecidos los temibles “poderes fácticos” que a punto estuvieron de hacer encallar la nave, se entregó con verdadera delectación a coleccionar mujeres y, lo que es peor, a amasar dinero de todas las formas imaginables, casi ninguna lícita. “Quienes creen que el dinero lo hace todo, terminan haciendo todo por dinero”. De aquellos polvos vinieron los lodos de una corrupción que por capilaridad se extendió de arriba abajo hasta alcanzar todas las capas sociales, anegando las instituciones y llenando de escarnio la vida pública.
Un rey, ahora le dicen emérito, que es necesario esconder para que en la ceremonia conmemorativa de ese 40 aniversario no contamine la figura de su hijo que preside el acto, no dañe los cimientos del edificio que Felipe VIestá obligado a reconstruir y sobre el que debe asentarse el buen nombre de la Corona, prestigio que su irresponsable padre redujo a escombros; no manche en tan señalada ocasión el incipiente prestigio del heredero, poniendo en peligro una de las pocas sorpresas agradables que, al menos de momento y mientras no se demuestre lo contrario, nos ha deparado este final atropellado de régimen: la aparición de un rey dispuesto a predicar con el ejemplo de una vida personal y familiar sin tacha de corrupción.
Un rey, ahora le dicen emérito, que es necesario esconder para que no contamine la figura de su hijo que preside el acto, no dañe los cimientos del edificio que Felipe VI está obligado a reconstruir y sobre el que debe asentarse el buen nombre de la Corona
Y porque se trataba de una efeméride que había que celebrar de tapadillo hasta el punto de tener que esconder a Juan Carlos I, los discursos de ayer fueron pobres más que pacatos, de vuelo corto, faltos de grandeza, y muy miopes en lo que al futuro colectivo concierne. Sí, es verdad, la convivencia, claro está, que no se trata de volver al garrotazo y tente tieso de una bala en la frente tras la tapia encalada del amanecer de un cementerio, no es eso, no es eso, pero ¿no hay nada más que eso? ¿Nada con lo que soñar? ¿Nada para imaginar un país mejor, más justo, más libre, más rico, más honesto, más vivible? Puede, también, que no fuera el momento para desatar las cinchas que aprisionan el futuro colectivo, el caso es que ni en el discurso de la presidenta del Congreso ni en el del propio rey se advirtió ayer ese largo aliento de regeneración que reclaman las grandes cuestiones que el país tiene pendientes. Aplausos comedidos, frías manos huecas, sordina de abrazos, resignada voz baja.

Escenografía de país descoyuntado

Apenas 48 horas antes del acto de ayer, del Congreso se había enseñoreado un presunto delincuente como Luis Bárcenas, depositario de los secretos de la financiación del PP, y el domingo por la noche, y en prime time, un canal de televisión había exhibido la figura obscena de otro presunto, a la sazón antiguo comisario de policía, representante de esas cloacas del Estado que han terminado por contaminar a la Justicia y a buena parte de la prensa española, a esos maestros del periodismo de investigación a quienes Anacleto Agente Secreto tiene en nómina. Ante Bárcenas se rindió un PP que no sabe dónde esconderse, se creció un PSOE desnortado perdido en la niebla de la plurinacionalidad, y aulló como sabe la Pasionaria de Podemos, ese látigo de la corrupción de aquí que aspira a vendernos la miseria de allí, la miseria y la muerte de los regímenes totalitarios que en el mundo han sido, un Podemos que el domingo noche se encargó de jalear en las redes sociales la actuación de comisario cloaca.
El régimen que expiró en 2014 no encuentra recambio. No hay debate de regeneración, no hay pulso democrático. Abundan, sí, los discursos cargados de odio al que piensa distinto, discursos de rufianes plagados de narcisismo supremacista
Este es el escenario. La escenografía del país descoyuntado que vivimos, anclado en una crisis de liderazgo que hubiera sido imposible imaginar una década atrás. El régimen que expiró en 2014 no encuentra recambio. No hay debate de regeneración, no hay pulso democrático. Abundan, sí, los discursos cargados de odio al que piensa distinto, discursos de rufianes plagados de narcisismo supremacista. Y con buena parte de la sociedad española a por uvas, pensando en la playa, complacida en el engaño, bailando entretenida en la toldilla de popa al ritmo de la orquesta, mientras el barco se escora peligrosamente. Ni asomo de ese gran debate nacional obligado a reconocer el fracaso de un Estado autonómico que ha roto la unidad de mercado y amenaza con romper la otra, la más importante, la unidad de España, por no hablar de la Justicia, la financiación de los partidos, la ley electoral, y tantas otras cosas.
Es verdad que ha sido mucho lo logrado en estos años. También muchas las ilusiones perdidas en la hoguera de una corrupción capaz de laminar cualquier esperanza, al punto de que ahora mismo parecen mucho más fuertes, meten mucho más ruido, las fuerzas del mal que las del bien. Haríamos mal, sin embargo, en volver a las andadas, en permitir que los viejos demonios familiares históricos de los españoles volvieran a campar por sus respetos. Quienes estamos convencidos de que cualquier tiempo pasado fue peor, debemos esforzarnos en hacer realidad, siquiera en nuestro entorno, la posibilidad de esa regeneración capaz de construir sobre lo ya existente esa liberal España que anhelamos. Los lectores de Vozpópuli que quieran acompañarnos en esa tarea serán siempre bienvenidos.

                                                                      JESÚS CACHO  Vía VOZ PÓPULI







LA BANALIZACIÓN DE LA DEMOCRACIA O EL FESTIVAL DE LOS FARSANTES

La democracia se ha estancado. La evolución del sistema político se ha detenido por no ponerse al día desde hace 40 años. Se mira sólo al pasado, pero no al futuro

40 aniversario de las elecciones de 1977. (EFE)
 

Imaginemos que el 15 de junio de 1977 fuera el 15 de junio de 2017. Y que, de pronto, aparecieran en el hemiciclo del Congreso de los Diputados Suárez, González, Carrillo, Fraga, Roca o Arzalluz. Es decir, algunos de los principales protagonistas del cambio político. ¿Serían capaces de alcanzar un pacto de Estado sobre algunos de los grandes problemas de la España actual: estructura territorial, sistema educativo, envejecimiento y despoblación o desempleo? Probablemente, no.
Y no porque los cinco hubieran perdido el juicio o la lucidez. Lo que ha cambiado es el propio concepto de democracia. Se ha banalizado tanto respecto del sentimiento que existía hace 40 años que hoy, para muchos, la democracia es una abstracción que sólo se entiende si se deposita un voto en la urna cada cuatro años.
La democracia aparece así como un meta ya superada que por desidia política tiende a no ser perfeccionada. Sin embargo, en aquellos años, cerca del 85% del censo electoral -23,6 millones de españoles mayores de 21 años- nunca había pasado por las urnas. No sabían lo que era votar o, incluso, desconocían el valor político de una papeleta que no fuera para consagrar la democracia orgánica, dos términos antitéticos.
Una gran diferencia para un país instalado en 1977 en una galopante estanflación (estancamiento con elevada inflación), pero que, por razones de oportunidad política, aún no había admitido la crisis petrolífera. Sin duda, porque en 1975 la renta per cápita real de España representaba el 86,4% de lo que hoy es la eurozona, prácticamente los mismos niveles que en 2015 (87,8%). Y el franquismo, en plena descomposición, deseaba a toda costa prologar esa ilusión de riqueza que pocos años después se derrumbaría como un castillo de naipes.
Esta es, muy probablemente, una de las diferencias que existen entre el 77 y el 17. En aquella ocasión, se buscaba cambiar la oscura realidad del tardofranquismo y dar cabida en las instituciones a los millones de españoles que no vivieron la guerra civil por razones biológicas; mientras que ahora, todo, o casi todo, se ve en clave electoral. Algo que explica el bloqueo político que vive este país, que tiene Gobierno después de casi un año en barbecho, pero que no gobierna más allá de sacar adelante los Presupuestos de 2017 pagando cheques millonarios a minorías de control o pequeñas leyes y decretos que poco cambian la naturaleza de los problemas de fondo.
Y el bloqueo político, ya se sabe, lleva necesariamente al inmovilismo, como dijo ayer el rey con acierto. Exactamente, el mismo inmovilismo que pretendía el búnker, hace cuarenta años el auténtico anticristo de la democracia.

Festival de farsantes

Hay otra diferencia sustancial entre el ayer y el hoy. El propio valor de la política ha hecho su propia metamorfosis. La política en el sentido aristotélico del término es heredera de la palabra y de la ética. No hay política si hay conductas no ejemplares basadas en el principio 'celiano' de que quien resiste gana. Al final y al cabo, como decía el pensado de Estagira, entre todos los animales, sólo el hombre tiene uso de razón y de lenguaje.
Pero el lenguaje -el discurso político- ha sido secuestrado por la imagen y hasta por la impostura, lo que ha acabado por convertir la política en un festival de farsantes cada vez más endogámico. La legitimidad apenas se gana con la acción política ante los electores, sino por el simple hecho de lograr un acta de diputado escondido en listas cerradas confeccionadas a la carta por el jefe.
De ahí que el sistema político tienda a expulsar a los mejores porque lo que está en juego es el poder, para muchos el significado real de la política. Política es poder. Y ya Maquiavelo sostenía que cuando el príncipe está al frente de sus ejércitos y tiene que gobernar a miles de soldados, era necesario que el monarca no se preocupara de si tenía fama de cruel entre sus huestes, toda vez que sin esa fama nunca podría disponer de un ejército unido y disciplinado.
Este principio es el que abrazó casi desde el primer día la democracia. Ante la debilidad de los partidos en 1977 -salvo el PCE-, se optó por reforzar su papel en un país en el que la sociedad civil era residual. Y como consecuencia de ello, el sistema político se articuló en torno a unas élites dirigentes que han querido llegar hasta el último rincón de la cosa pública, lo que ha acabado por producir un desgaste de la calidad de la democracia. Y lo que no es menos relevante, un atropelloa la separación de poderes -el legislativo y el judicial raptados por el ejecutivo- por la imponente presencia de los partidos en la vida pública, y también en la privada a través de la economía clientelar y el amiguismo, que es la guerra de baja intensidad de la corrupción.
Y es que cuarenta años de democracia dan para mucho. Incluso, para deformar la realidad como los célebres espejos de Valle-Inclán y dejar que muchos de quienes pusieron palos en las ruedas de la democracia -el viejo debate entre reforma y ruptura- capitalicen hoy el periodo más fecundo de la reciente historia de España. Y el papel de Unidos Podemos, en este sentido, sólo hay que contrastarlo con la felicidad (hay multitud de imágenes) con que Dolores Ibárruri y Rafael Alberti, tras 40 años de exilio, bajaban de sus escaños para formar parte de la mesa de edad sin que nadie les cantara con sarcasmo 'banderita, tú eres roja; banderita, tú eres gualda….'
La democracia aparece así como un meta ya superada que por desidia política 

tiende a no ser perfeccionada. Sin embargo, en aquellos años, cerca del 85% 
 
del censo electoral -23,6 millones de españoles mayores de 21 años- nunca 
 
había pasado por las urnas. No sabían lo que era votar o, incluso, desconocían 
 
el valor político de una papeleta que no fuera para consagrar la democracia 
 
orgánica, dos términos antitéticos.
 
 
 
                                                   CARLOS SÁNCHEZ  Vía ELCONFIDENCIAL