Dos semanas después de su rotundo triunfo en las primarias, Pedro Sánchez mantiene una actividad frenética. La sensación que se vive en su entorno más cercano es que el PSOE vive un “segundo Suresness” (Congreso celebrado en 1974 en el que resultó elegido Felipe González). El objetivo ahora es aprovechar el impulso que han dado las primarias a la movilización de la militancia para volver a poner al partido en posición de ganar las elecciones.
El secretario general descarta de plano la presentación de una moción de censura a medio plazo. “Mariano Rajoy -dicen en su entorno- tiene asegurados, tras sus acuerdos parlamentarios, la estabilidad durante los próximos dos años. Y ese es precisamente el periodo con el que cuenta Sánchez para lograr su objetivo: superar al PP en las siguientes elecciones”.
¿Cómo lo va a hacer? Esta es su hoja de ruta para echar a Rajoy del Palacio de la Moncloa.
Lo primero: el frente interno.
Todavía con un equipo en precario -la sede de Ferraz está semivacía- Sánchez prepara concienzudamente el 39 Congreso, del que saldrá la nueva dirección del partido y las líneas políticas maestras de la nueva etapa.
El secretario general ha ganado en aplomo, la victoria le ha serenado y no quiere precipitarse. Sabe que ganará el Congreso sin problemas pero no quiere que se enquisten viejas rencillas. Ha hablado ya con García Page y con Fernández Vara. Tanto en Castilla La Mancha como en Extremadura habrá integración en sus respectivos congresos regionales. Los dos barones, que formaron parte de la guardia de corps de Susana Díaz, han mostrado su disposición a colaborar: las urnas han acallado voces y han moderado actitudes.
Los focos de resistencia quedan reducidos a Valencia y, sobre todo, a Andalucía. Tximo Puig lo tiene complicado porque en su comunidad ganó con claridad Sánchez y es más que probable que la dirección del partido pase a manos de un equipo de confianza de José Luis Ábalos, que se perfila como secretario de organización del PSOE y pieza clave en el nuevo organigrama de poder.
El PSOE no presentará una moción de censura porque Rajoy tiene asegurada una mayoría parlamentaria en los próximos dos años.
A pesar de su derrota, Susana Díaz no renuncia ni a su feudo ni tampoco a sus aspiraciones de liderar al PSOE. En la aciaga noche del 21 de mayo ya advirtió a los presentes en Ferraz cuando abandonaba enfurecida la sede socialista: “Ni me rindo, ni entrego mis armas”. La presidenta de la Junta de Andalucía cree que Sánchez no aguantará una nueva derrota electoral y que, en ese momento, podrá volver a presentar batalla. De ahí su pretensión de que el secretario general la deje tranquila a cambio de que ella y su poderosa federación no pongan resistencia al sanchismo a nivel federal. Esa posibilidad está totalmente descartada: provincia a provincia, congreso a congreso, Sánchez intentará limitar el poder de su principal rival en las primarias. “El PSOE tiene que ser un sólo partido”, repite una y otra vez Sánchez, consciente de que, a partir de ahora, tiene por delante la enorme tarea de unir a la organización en torno a a dirección que salga del Congreso.
La Ejecutiva, en la que Oscar Puente (alcalde de Valladolid), Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, o Susana Sumelzo tendrán un papel destacado, estará formada casi en su integridad por los llamados “20 de Aluche”, el grupo de fieles a Sánchez que le animó a lanzarse al ruedo en una reunión secreta celebrada el 15 de enero en el periférico barrio madrileño justo un día después de anunciar Patxi López que presentaba su candidatura a las primarias.
Susana Díaz advirtió cuando abandonó Ferraz la noche del 21 de mayo: “No me rindo, ni entrego mis armas”.
Hay alguna cuestión importante todavía por decidir. Por ejemplo, quién será el presidente del partido. Si Josep Borrell está dispuesto a aceptarlo, es el candidato que cuenta con más posibilidades.
Segundo: un liderazgo reconocible.
Durante su anterior etapa como secretario general, Sánchez tuvo un margen de actuación limitado. Como pudo comprobarse con las dimisiones de la Ejecutiva del 29 de septiembre de 2016 y en el Comité Federal del 1 de octubre, su equipo estaba en minoría. A partir del próximo Congreso eso ya no será así. Las decisiones que tome, para bien o para mal, serán de su exclusiva responsabilidad.
Fue consciente de ello cuando llamó por teléfono el pasado lunes a Rajoy para ofrecerle el apoyo del PSOE a las medidas que adopte el gobierno para mantener la legalidad frente al reto soberanista en Cataluña. Desde sectores conservadores se había criticado la enmienda a la ponencia de cara al Congreso en la que se habla de la “plurinacionalidad cultural” de España, por entender que con ello se abre un flanco en el constitucionalismo justo en el momento en el que la Generalitat quiere convocar su referéndum de autodeterminación. El presidente le agradeció su valioso gesto y quedaron en verse después del cónclave socialista. “Ahora ya nadie podrá decir que Pedro quiere romper España”, dice una persona de su equipo.
En paralelo, el líder socialista tiene que diseñar una estrategia de aproximación al mundo empresarial que rompa el cliché de “rojo peligroso” fabricado por sus enemigos internos y externos. Tanto el futuro responsable del área económica, Manuel Escudero, como la persona que ha colaborado con él en la elaboración del programa, José Félix Tezados, son socialdemócratas de la vieja escuela, que saben que las políticas de fortalecimiento del estado del bienestar deben ser compatibles con el equilibrio presupuestario.
Si Borrel acepta, puede ser el próximo presidente del Partido Socialista. Patxi López está totalmente descartado para ese puesto.
Es los próximos dos años, Sánchez tendrá demostrar que se puede ser líder de la oposición sin ser diputado, algo inédito hasta ahora. El líder del PSOE pretende, durante ese tiempo, poner en marcha una apretada agenda que compaginará apariciones públicas, mantenimiento del contacto con las bases y, fortalecimiento de sus contactos e imagen a nivel internacional.
Tercero: recuperar la hegemonía en la izquierda.
El secretario general socialista es consciente de que no será alternativa de poder en España si el PSOE no se despega de Podemos claramente en intención de voto. Como demuestra el documento interno del partido morado publicado el pasado lunes por El Independiente, Pablo Iglesias es consciente del peligro que representa un Partido Socialista liderado por Pedro Sánchez.
El caladero de votos más importante a recuperar -aunque no el único- está en la izquierda y el líder del PSOE ya ha hecho saber que se siente “cerca de los votantes de Podemos”.
Sánchez es consciente de que si el PSOE no se despega de Podemos en las encuestas, no podrá ser una alternativa real a Rajoy.
A sabiendas de que el tablero de juego ha cambiado tras las primarias, Iglesias llamó a Sánchez para ofrecerle retirar su moción de censura al gobierno si este se comprometía a presentar la suya. Una trampa propia de un viejo zorro. Pero el secretario general del PSOE le respondió con frialdad: “Haz lo que quieras hacer, pero no me digas lo que tengo que hacer yo”.
El PSOE se abstendrá en la moción de censura y utilizará un argumento que, sin duda, hace daño a Iglesias: “Si Podemos se hubiera abstenido en la investidura de Sánchez, ahora Rajoy no sería presidente del gobierno”.
Con una versatilidad camaleónica, Podemos ha dado un paso hacia el centro, recuperando las tesis de la transversalidad del derrotado Íñigo Errejón. La cuestión es si ese vaivén ideológico será bien recibido por su bases y, sobre todo, por sus votantes.
En el PSOE son optimistas y piensan que Podemos corre peligro de fragmentación. Ese escenario se ha percibido con la decisión de Compromís de no apoyar la moción de censura y es cada vez más evidente en Cataluña, donde el partido que más crece en los sondeos es Cataluña en Comú. Por no hablar de la fractura interna generada tras la derrota del errejonismo.
El PSOE ha pasado de ser un partido en la UVI a vivir momentos de euforia como no se vivían desde hacía muchos años. El número de afiliados está creciendo de nuevo y los militantes están en plena ofensiva para que su partido recupere el espacio perdido en los últimos cinco años. “Ahora, la posibilidad de ganar las próximas elecciones no es un sueño, sino una realidad y ello ha sido posible gracias a Pedro”, dice una militante socialista que acompañó al ahora secretario general en el bar de Aluche una mañana del 15 de enero.
CASIMIRO GARCÍA-ABADILLO Vía EL INDEPENDIENTE
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