Cuando la doctrina social de la Iglesia es contracultural
La perspectiva de género y LGTBI han
conseguido algo extraordinario: desplazar de la agenda mediática y
política el concepto de igualdad ceñido a la justicia social y
sustituirlo por otro concentrado en la “guerra de sexos”, preconizada
por el Gender y el estatus de las personas y grupos LGTBI. Pero lo más
aparatoso del caso es que esto sucede cuando estamos inmersos en una
dinámica de crecimiento de la desigualdad, que tiene dos focos esenciales: la fiscalidad de las grandes empresas multinacionales y la forma en cómo se distribuye el valor añadido.
Empecemos por el final y examinemos este último aspecto en el resultado de un producto tecnológico de consumo masivo como es el iPhone fabricado por uno de los grandes mundiales, Apple.
El 7% corresponde a los salarios, un 2% localizado en China, y el resto
en otras partes del mundo, incluyendo claro está el núcleo central en
Estados Unidos que, minoritario en número concentra las mayores
retribuciones. Un 15 % va a la distribución, y el 31% son los costes de
los distintos componentes que se ensamblan, finalmente el 47 % corresponde a beneficios.
Un 30% para Apple, y el 17% para otros destinatarios. Desde el punto de
vista de su valor en Bolsa es lógico que se haya convertido en una
empresa Top. Los accionistas solo miran el beneficio, pero
desde el punto de vista social, de las personas, es un desastre, un foco
de desigualdad injustificable a escala mundial. No se trata de que el
beneficio de la propiedad no sea legítimo, se trata de su magnitud. La
diferencia de 6 a 1 con la remuneración salarial es exorbitante. Pero Apple no es una excepción. En Estados Unidos las rentas del trabajo han caído un 10% entre 1984 y 2014, mientras que los beneficios empresariales puros aumentaron del 2,2% del VAB en 1984 al 15,7% en 2014.
Esta
asimetría en la distribución de los resultados económicos es una de las
fuentes fundamentales de la creciente desigualdad, y a pesar de ello no está en el centro del debate político.
Es innecesario añadir que se halla totalmente fuera del marco de lo que
define la doctrina social de la Iglesia. En otras palabras, la concepción católica es contracultural en relación al modelo económico y su dinámica.
Pero por si esto no fuera suficiente, estas multinacionales practican la elusión fiscal,
la aplicación de la legalidad para eludir impuestos. No les basta con
unos beneficios extraordinarios, al mismo tiempo, se niegan a pagar lo
que per toca por ellos. Para continuar con el mismo ejemplo de Apple
recordemos que a finales de agosto del año pasado la Comisión Europea
castigó a aquella compañía con la mayor penalización nunca aplicada: 13 mil millones de euros por haber evitado el pago de los impuestos que le correspondía a partir de su base en Irlanda,
un país que no solo tiene una baja tributación fiscal para las
empresas, del 12,5%, sino que además estableció un acuerdo especial con
Apple, de manera que se estima que terminó pagando entre 2003 y 2014 el 0,005% de lo que le correspondía.
La diferencia son los 13.000 millones de sanción. A partir del
beneficioso acuerdo con Irlanda Apple canalizó todas sus ventas desde
aquel país, de manera que todos los beneficios generados en Europa
tributasen allí. No es una práctica excepcional ni exclusiva de aquel
país. Luxemburgo es otro enclave fiscal
privilegiado que incluso estableció acuerdos fiscales secretos con
grandes empresas para eludir el fisco de los países europeos,
precisamente cuando el actual presidente de la comisión Junkers era
primer ministro .
Apple no es el único caso, claro.
No estamos ante una empresa desalmada, sino ante un método
generalizado, y eso es lo terrible. Porque también se podría decir algo
parecido de Google Ireland y su fiscalidad del 2,25% sobre su cifra de
negocios. Y no se trata de paraísos fiscales como pueda serlo Bermuda,
sino de miembros de la UE.
Algo grave
falla cuando después de una crisis tan destructora y de las promesas de
reformar el capitalismo, la desigualdad sigue creciendo mediante mecanismos que las leyes y los gobiernos podrían remediar. Pero claro están absorbidos por la desigualdad del Gender y LGTBI.
JOSEP MIRÓ i ARDÈVOL Vía FORUM LIBERTAS
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