Diez millones de votos en busca de un partido.
EFE
En la célebre pieza de Pirandello seis personajes buscan
un autor que les proporcione una trama bien urdida que puedan
representar sobre las tablas y así llenar de sentido sus imaginarias
vidas. En el escenario político español, el Partido Popular encabezado
por José María Aznar rebasó los diez millones de votos en las elecciones
generales de 2000 y con Mariano Rajoy como candidato a la Presidencia
del Gobierno se acercó a los once millones en 2011, consiguiendo algunos
escaños más que los marcados en el récord de su predecesor. Hoy la
formación de la gaviota, perdón, del charrán, forcejea en el Congreso
contra una oposición variopinta y encrespada tambaleándose sobre una
minoría mayoritaria de ciento treinta y siete escaños respaldada por
algo menos de ocho millones de papeletas. Está demostrado, pues, que una
fuerza de centro-derecha puede alcanzar la hegemonía política en el
Parlamento en nuestro país a pesar de su perfil sociológico hostil en
principio a fórmulas liberales.
Hay diez millones de sufragios en números redondos que andan en busca de una opción a la que otorgar su confianza
Volviendo a Pirandello, hay diez millones de sufragios en números redondos que andan en busca de una opción a la que
otorgar su confianza y que en escogidas ocasiones se concentran tras
unas siglas, no tanto por los méritos de su programa o por el carisma de
su líder como por circunstancias propicias que hacen que no exista un
adversario creíble. En efecto, en 2000 Aznar recogió los frutos de una
gestión económica aparentemente exitosa -aparentemente porque el
estallido de las burbujas demostró dos legislaturas después que se
trataba de un crecimiento patológico alimentado de manera especulativa- y
de la clamorosa ausencia de un rival, dada la penosa situación de la
improvisada coalición PSOE-IU que intentó infructuosamente presentar una
alternativa. Lo mismo sucedió en 2011, una España desesperada por las
arrasadoras consecuencias de la crisis financiera se arrojó en brazos de
la única solución disponible huyendo de la incompetencia manifiesta del
inquilino saliente de La Moncloa. En otras palabras, el centro-derecha
triunfa en España más que por su atractivo propio por los fracasos
rotundos de la izquierda.
Esta reflexión viene a
cuento por un reciente acontecimiento de profundo significado que los
medios han destacado apuntando como suelen a su aspecto más anecdótico
sin captar su verdadera dimensión. Me refiero a la invitación cursada
por el Presidente de FAES para cerrar el curso de su Instituto Atlántico
de Gobierno a Albert Rivera, el jefe de filas de Ciudadanos, un partido
nuevo de contornos ideológicos en progresiva definición dentro del
espacio de centro liberal, que encarna en estos momentos la amenaza
electoral más seria para el PP. Es un hecho que la organización fundada
por Manuel Fraga, refundada por José María Aznar y desleída hasta
despojarla de cualquier asomo de color, olor o sabor por Mariano Rajoy,
ha decepcionado a sus bases sociales hasta tal punto, desaprovechando
lastimosamente la mayoría absoluta del período 2011-2015, que en la
actualidad se encuentra en claro declive sin posibilidad previsible de
levantar el vuelo. Y ahí es donde el gesto de Aznar ofreciendo la
tribuna de su think tank al joven y prometedor Rivera adquiere su
trascendencia.
Lo que Aznar le está diciendo desde hace tiempo a la sociedad española es que ha de buscar un instrumento político y electoral adecuado habida cuenta de que el que han venido utilizando en el pasado ya no sirve
Lo que Aznar le está diciendo desde hace tiempo a la
sociedad española. y su deferencia explícita y pública con la estrella
ascendente del centrismo liberal autóctono lo remacha, es que el PP
rajoyesco-sorayesco ya no es su partido y que los diez millones de
compatriotas que creen en la libertad económica, en la unidad nacional,
en el imperio de la ley, en la empresa como motor del crecimiento y del
empleo, en un Estado eficiente, en una educación de calidad, en la
separación de poderes, en la integración europea, en el esfuerzo, en el
ahorro como palanca para la inversión, en el equilibrio presupuestario,
en la búsqueda de la excelencia, en la imprescindible honradez de los
gobernantes y en el reconocimiento del mérito, aquellos, en síntesis,
que están a favor de la sociedad abierta y abominan de sus enemigos, han
de buscar, como los magistrales caracteres de Pirandello, un
instrumento político y electoral adecuado habida cuenta de que el que
han venido utilizando en el pasado ya no sirve, es una carcasa vacía
inercialmente dirigida hacia la irrelevancia. Como es natural, un
mensaje de esta nitidez, materializado en la foto del que se considera
sí mismo guardián de los auténticos valores occidentales en España
recibiendo a Albert Rivera para escuchar sus proyectos tras ser
cálidamente elogiado nada menos que por Gabriel Elorriaga, una de las
figuras intelectualmente más sólidas entre los dirigentes populares
inequívocamente críticos con Rajoy y su inoperancia, equivale a un
ungimiento de un potencial heredero.
En términos puramente tácticos, la aceptación bajo los focos por parte de Rivera de este espaldarazo del que todavía muchos votantes del PP consideran su genuino referente ha sido un movimiento muy inteligente
En términos puramente tácticos, la aceptación bajo los
focos por parte de Rivera de este espaldarazo del que todavía muchos
votantes del PP consideran su genuino referente ha sido un movimiento
muy inteligente, que ha levantado las consiguientes ampollas en la
planta séptima de Génova 13. Si estas señales prometedoras de que
Ciudadanos, dejando atrás definitivamente ciertas concesiones a la
corrección política, disculpables en un empeño incipiente, se implicará
por fin y sin ambages en tirar adelante una ambiciosa agenda de cambio
que limpie los establos de la partidocracia corrupta para alumbrar una
España competitiva, vigorosa, cohesionada y sedienta de éxito, pronto lo
sabremos. Los mimbres están a punto, la oportunidad se dibuja evidente,
la necesidad es obvia, sólo falta la clarividencia para percibirlo y la
voluntad para realizarlo.
ALEJO VIDAL-QUADRAS Vía VOZ PÓPULI
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