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jueves, 15 de junio de 2017

¿HASTA CUÁNDO?


¿Hasta cuándo permaneceremos pasivos sin alzarnos ciudadanos del Pueblo de Dios para hacer frente a la destrucción de lo humano? Porque es esto exactamente lo que ahora está en juego. El ser humano resulta incomprensible sin la complementariedad fecunda del ser hombre y ser mujer.

Pero hoy tal condición es negada por la perspectiva de género y por el poder político que actúa a su servicio. ¿Quién puede afirmar públicamente el carácter permanente de tal esencial condición humana sin que se vea amenazado por el escarnio, la denuncia, la pena de telediario y periódico, la descalificación? Los que en nombre de la libertad iban contra la Iglesia la niegan ahora para poder continuar yendo en su contra.

La perspectiva de género y sus discursos políticos de las identidades polimorfas han terminado por condenar la maternidad, en el mejor de los casos, como algo ocasional, en el peor, como predica el nuevo feminismo del poder, como un estorbo que tiene en el aborto su garantía de libertad. ¿Pero libertad para qué?  Solo para una cosa, para el sexo. A eso se reduce toda una parte del discurso que destruye la distinción más significativa de la que la hace única y extraordinaria, para la que la naturaleza la ha preparado para su bien, y por consiguiente la que la realiza en mayor medida: la maternidad.

La perspectiva de género proscribe la maternidad de las mujeres, pero les parece bien cuando es fruto de extraordinarias complicaciones, como la de dos homosexuales, unos óvulos y un vientre de alquiler. ¿Os dais cuenta qué sociedad inviable, rota, imposible está construyendo esta cultura? Pues bien, el silencio es cómplice de esta demolición, pero si respondes tontamente dando ventaja al generismo, también les ayudas.

Y al hombre lo han convertido en el maldito. Miles de ellos en España están en prisión por una falta cometida contra alguien que, si no fuera su pareja, estaría en libertad, porque la pena sería menor, por una falta que si es cometida por su pareja mujer recibe la sanción leve que le per toca por no alcanzar la categoría de delito.  ¿Cuántos padres pierden injustamente la custodia de sus hijos?  El padre es también por definición un ser sospechoso y superfluo. Un Obispo, el de Solsona, que dedicó una línea y media a preguntase si podía existir alguna relación entre la figura del padre ausente y alteraciones en la identidad sexual del hijo, fue perseguido, incluso declarado persona no grata por el Ayuntamiento de Cervera, que cada año celebra el Aquelarre que entroniza al Diablo bajo una lluvia artificial simulacro de una eyaculación gigante y grotesca. ¿No os dais cuenta de la inversión del sentido del bien y la justicia por parte de los poderes públicos que todo esto significa?
Amenazas y descalificaciones a un obispo por decir algo que forma parte de la literatura académica. 

No es un caso aislado. Hace pocos días se ha intentado impedir la actuación del humorista Jorge Cremades en el teatro Borras de Barcelona, y lo han hecho por la fuerza, impidiendo violentamente que el público que tenía entrada accediera al recinto, por considerar que había expresado comentarios machistas y homofóbicos. Si así fuera basta con denunciarlo a la justicia que bastante cargada está de recursos jurídicos para actuar. Pero no, se trata de impedirlo mediante la acción directa. ¿Pero que se creen?  ¿Qué su juicio es la ley? De momento es así porque los Mossos d’Esquadra, en una desafortunada intervención, no solo no garantizaron el derecho a la libertad de expresión y preservaron el acceso, sino que hicieron todo lo contrario. En este caso sí que se comportaron como policía. La policía del poder al servicio del dictado de la perspectiva de género.

¿Y los ridículos semáforos LGBTI de Madrid? Algo que según su manual forma parte de la campaña “intrusiva”, así con este palabro, contra la homofobia. O sea, que para la señora Carmena, que fue juez en su vida anterior, la sencilla luz roja, ámbar o verde debe cambiar. Se han gastado 22 mil euros para meter semáforos con muñecos, cuando Madrid tiene un déficit evidente y peligroso de semáforos normales. Esa es la mentalidad gobernante, sus criterios de prioridad.

Y lo redondea otra estigmatizadora campaña del hombre, con estos cartelitos en los medios de transporte público que prohíbe sentarse con las piernas abiertas. Lo defiende como tantas otras cosas, con engaño. El mono al que darle leña. Estamos de acuerdo que lo que llaman manspreading (que se traduce como “despatarre machista", una palabra que deja a las claras su afán estigmatizador) puede molestar al vecino de al lado. Pero, quien adopta esta postura ¿ya es un machista, falocrático y patriarcal? Y los jóvenes y adolescentes que depositan los pies en el asiento de enfrente, o que se sientan en el suelo del vehículo dificultando el movimiento de las personas, o la mujer que mete su bolso donde lleva empaquetado un tanque, visto su tamaño, en el asiento de al lado o sus bolsas de compra, eso ya no merece reproche político, ni campañas. Solo debe señalarse una determinada actitud porque es del hombre.

¿Hasta cuándo hombres y mujeres, grandes y jóvenes, soportaréis que abusen de vuestra paciencia y repriman, persigan, desprestigien, infundan miedo y utilicen el poder político para imponer la destrucción del ser hombre y del ser mujer; la destrucción de lo humano?.



                                                                                                EDITORIAL de FORUM LIBERTAS 

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