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viernes, 25 de enero de 2019

El giro en la política nacional que está provocando la crisis de Podemos

Errejón ofrece otra forma de hacer política, más inclusiva, más abierta, más dispuesta a hablar con otras fuerzas, más democrática interiormente. En resumen, ofrece talante, lo mismo que ofrecía ZP


Errejón, en la rueda de prensa en la que comunicó que abandonaba su escaño.


Errejón está suscitando muchas simpatías entre los medios de comunicación. Su carácter, más amable y tranquilo que el de Iglesias, su talante más conciliador y sus formas más suaves y menos irritadas, le están granjeando bastantes apoyos en el mundo interno de la política y en el de la comunicación. Ahora mismo, si hacemos caso a lo que nos trasladan, representa la mejor parte de Podemos, aquello que todavía se puede salvar de una iniciativa envejecida.

Sin embargo, es una percepción más mediática que real. En primera instancia, porque los resultados reales los dictarán las elecciones madrileñas, y también el recorrido que pueda tener a nivel nacional el liderazgo de Errejón. En segundo lugar, porque los esfuerzos que está realizando para borrar el lugar de donde procede, como los tuits de apoyo a Maduro que eliminó de su cuenta, no pueden hacer desaparecer el pasado de un plumazo.

Mala retórica


Y en tercer lugar, porque el nuevo Errejón no lo es en absoluto. Su popularidad solo es explicable en función de lo que dice combatir, no a partir de sus propuestas. Todo está articulado desde su oposición a Pablo Iglesias. Para los errejonistas, la forma de hacer política de Iglesias, su autoritarismo, su dificultad para establecer consensos y trazar alianzas y su liderazgo crispado son los motivos por los que la fórmula inicial ha ido perdiendo fuelle. Desde el lado pablista, la causa real de que Podemos no esté funcionando está encarnada en Errejón, que representa bien las traiciones y las deslealtades que han impedido que el partido creciera.

Los reproches mutuos no son justos: Errejón estuvo allí tanto como Pablo Iglesias y fue el artífice de la máquina de guerra electoral de Vistalegre I

Ambas explicaciones no son más que simple retórica de dos malos líderes en el momento en que perciben que todo se acaba. Y los reproches no son justos ni de un lado ni de otro. Errejón estuvo allí tanto como Pablo Iglesias, fue el artífice de la máquina de guerra electoral de Vistalegre I, fue el encargado de las campañas electorales de las generales, con todo aquello de la ilusión, los corazones, las sonrisas, el “incluyamos a los que faltan” y demás, y fue un gran fracaso. Iglesias ofreció, tras su victoria en Vistalegre II, un puesto en la organización a Errejón, pero le cortó las alas insistentemente y de muy malas maneras. Más que integrarle intentó aplastarle, por lo que era lógico que Íñigo buscase su espacio en otro sitio. Ambos fueron poco valientes y postergaron una crisis inevitable: la guerra se iba a producir, lo que faltaba por saber era el momento.

IU contra Zapatero


Desde este marco está Errejón desplegando su oferta, y lo que ha puesto encima de la mesa no es más que la oposición a Pablo Iglesias. Es decir: ofrece otra forma de hacer política, más inclusiva, más abierta, más dispuesta a hablar con otras fuerzas, más democrática interiormente. En resumen, ofrece talante, lo mismo que ofrecía Zapatero. Su propuesta de fondo es parar a la derecha, evitar que el PP siga en el poder, y sumar para el cambio, pero eso también puede argumentarlo Iglesias, que pactó con el PSOE para sacar a los populares de Moncloa. En el fondo, lo de Errejón no son más que palabras vacías, justo aquello que promovió en el pasado con la tesis populista y que ahora regresa como si, una vez apartado Iglesias, su arsenal argumentativo fuera a ser efectivo. Por ser más claro, y si vamos a los discursos, el de Pedro Sánchez en Davos fue más valiente y más de izquierdas que lo que viene diciendo Errejón desde las elecciones generales, y además pronunciado ante un auditorio mucho más influyente.

En fin, más allá de cómo se solucione esto, de si Podemos se fragmenta o va unido, no es más que la lucha entre una versión de IU y una nueva versión de Zapatero. Pero una pugna que tendrá relevancia política, porque obligará a tomar posiciones.

La bisagra


Hasta ahora, el dilema electoral respecto del gobierno de España está situado en Ciudadanos. De un lado del espectro ideológico están el PSOE y Podemos, y del otro el PP y Vox. Los de Rivera parecen obligados a elegir de parte de quién están, y no es una decisión fácil. Muchos de los dirigentes del PSOE preferirían una alianza con Ciudadanos y viceversa, pero el vínculo natural de Rivera y, sobre todo, de sus bases es el que le enlaza con el PP, a pesar de Vox. Y quizá los números forzarían a esa coalición si las elecciones fueran en breve.

Es difícil que el PP se resista a adoptar ideas autoritarias, y mucho menos a flirtear con ellas, como ya está haciendo

Pero nada apunta a que sean pronto, y puede que mientras tanto ocurran muchas cosas. Es muy probable que el PP se vuelva más radical, no solo para combatir la pérdida de voto frente a Vox, sino porque es el signo de los tiempos, y es lo que marca su líder espiritual, Aznar. Latinoamérica está reduciendo sus vínculos con China y estrechando la relación con EEUU después de años en los que ocurría a la inversa, y los líderes autoritarios como Bolsonaro, promovidos por Trump, tienen mucho que ver en ello. La derecha está ganando y consolidando posiciones iliberales, o por decirlo mejor, no democráticas y mucho más personalistas, en todo el mundo, y el aumento de las fuerzas de extrema derecha en Europa tras las elecciones de mayo es más que probable. Es difícil que el PP se resista a adoptar ese tipo de ideas, y mucho menos a flirtear con ellas, como ya está haciendo. Es probable también que Podemos se vuelva más de izquierdas, y tome posturas más duras para separarse electoralmente de ese PSOE al que apoya y para diferenciarse de Errejón, y también lo es que se convierta en un partido fragmentado, y no solo por las tensiones internas, sino por la pérdida de las confluencias. Todo apunta a que Podemos perderá presencia electoral.

Todo esto para nada


De manera que el mapa cambiaría, porque la suma de PSOE y Podemos no daría, y un PP más a la derecha aún con Vox pondría las cosas difíciles a Ciudadanos, que de sumarse a la alianza del lado diestro sin liderarla, firmaría su caída en la irrelevancia. Cierto que al final todo dependería de lo que dieran los números de sí, pero en ese escenario, ¿no sería probable que el PSOE encontrase el apoyo de Ciudadanos para impedir un Gobierno del PP y Vox? Y dado que es también probable que hicieran falta más votos, ¿qué haría Podemos en ese caso? ¿Votar en contra de un Gobierno entre socialistas y Cs, como hizo años atrás? En este contexto, el errejonismo sería más útil para trazar alianzas amplias que el pablismo, y quizá ahí resida el amor general que muchos profesan a Íñigo, ya que permite reproducir el frente Macron contra la derecha dura por el que se apostó en Francia.

La codicia y la incompetencia de las élites son las grandes causantes de la llegada de estos regímenes autoritarios


En fin, ya veremos cómo discurre todo en este escenario español en el que cada tres meses hay una nueva sorpresa que altera el mapa electoral. Pero lo que puede decirse, con independencia de todo ello, es que no se va a frenar a la derecha dura por mucho tiempo. El problema de fondo, el que debe afrontarse, lo resumía en el 'Financial Times' Martin Wolf de una manera muy precisa en su artículo sobre Davos: la codicia y la incompetencia de las élites gobernantes son las grandes causantes de la llegada de estos regímenes autoritarios, y las que les darán todo el combustible necesario. Sin una acción decidida en el ámbito económico que ponga freno a esa estupidez, estamos abocados al autoritarismo, que llegará más tarde o más temprano a Europa: su mecha está encendida y será difícil que se resista ante la presión internacional. O se es valiente, o dan igual los Errejones que nos inventemos.


                                                                     ESTEBAN HERNÁNDEZ   Vía EL CONFIDENCIAL 

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