Como un Guadiana que aparece y desaparece, el problema del sistema público de pensiones vuelve a ser actualidad. Ahora, por el inmediato agotamiento del fondo de reserva que permitía cubrir el déficit. El hecho de que ahora esto sea una cuestión de urgencia es en sí mismo un escándalo muy grave, de estos que señalan a un estado, y a un país entero, como irresponsable. Que ¿Por qué una afirmación tan dura? Por la evidencia de que, desde antes de la crisis, desde el año 2005, cuando el gobierno español presentó sus previsiones a Bruselas, se sabía que el fondo quedaría agotado en un plazo concreto, en el año 2020. La crisis lo único que ha provocado ha sido un adelantamiento de la fecha de tan solo tres años, lo que es poco para un tema de esta envergadura. En otras palabras, hace una década que los partidos políticos, los medios de opinión y las grandes instituciones de la sociedad deberían haber estado en alerta.
Hace una década que debería haberse iniciado la gran reforma, como han hecho todos los países europeos. En lugar de esto, se prefirió ir trapicheando soluciones de vuelo gallináceo, hasta ver a qué gobierno le caía el muerto. Naturalmente, a más tiempo transcurrido, peor es la solución. Ya, la última adoptada por el PP, situar el aumento de las prestaciones en solo un 0,25% anual, es inaceptable, y solo se ha visto atenuada en sus efectos por el periodo de deflación que hemos vivido. Pero eso se ha acabado y cada año los pensionistas recibirán un poco menos de ingresos hasta que dentro de una década las pensiones inferiores entren en situación de pobreza relativa, y los superiores, vean destruido su nivel de vida por el que cotizaron. No es moral tener como doctrina oficial que el objetivo de inflación sea el 2% para que vaya bien la economía, y que la revalorización de las pensiones sea del 0,25%
Este es un tema a resolver y es necesario hacerlo ahora. No es el único, obviamente. Las pensiones dependen de diversos factores, como la tasa de empleo y la productividad ligada a ello, por señalar dos de decisivos, pero en este diagnóstico hay dos factores que también lo son pero que nunca aparecen.
Uno es la desigualdad generada por los bajos salarios, y más que por ello, por un desigual reparto de las ganancias en productividad. Es el capital quien tiende a beneficiarse mayormente de ellas, y eso no facilita la reducción de las diferencias en los ingresos. No es una norma general, no sucede en todas las empresas, ni funciona igual en todos los sectores, pero a nivel macro, la parte de la Renta Nacional correspondiente al capital es superior al generado por las rentas del trabajo, y este es un mal indicador. Esta situación y dinámica hace que las cotizaciones sean menores de lo que podrían ser con salarios mejor relacionados con la productividad. En este sentido, el aumento del salario mínimo es un paso en la buena dirección. En definitiva, lo que decimos es que no se puede abordar la cuestión de las pensiones en el marco del Pacto de Toledo, sin tratar sobre la desigualdad, la productividad y las retribuciones salariales
Hay otra variable decisiva a largo plazo, y ya saben que este término nos señala aquello que será el presente trascurrido un cierto tiempo. Y en el caso de las pensiones -la imprevisión apuntada al principio es un buen ejemplo- solo el trabajo a largo plazo permite una solución adecuada.
Este factor determinante es muy conocido y del todo silenciado. Se trata de la natalidad. Sin hijos hoy no hay pensiones futuras. Eso lo sabe todo el mundo, y toda Europa obra en consecuencia, pero España en esto también es diferente y lo ignora. No es políticamente correcto, y esa ideología nos empobrece y nos destruirá. Para la perspectiva de género, la maternidad es un riesgo, una lacra, una amenaza para la mujer, y ahí están el PSOE, Podemos, la antigua Convergencia,
Esquerra Republicana, entre otros. Pero es que para el PP el tema no forma parte de su agenda, porque de ella está excluida cualquier cosa que recuerde a un orden moral, aunque en este caso se trate de una razón de estricta necesidad económica. Ellos son de los que piensan que la idea moral solo complica la política y hace difícil ganar elecciones, y los resultados parecen que les dan la razón. Y Ciudadanos vive también en la atmósfera de lo políticamente correcto. En definitiva, por ahí, y si nada cambia, no hay salida
Solo una coalición ciudadana de los afectados, la inmensa mayoría, que sea capaz de impulsar una nueva agenda de soluciones para la crisis de las pensiones, puede ser la solución, pero se nos antoja una respuesta improbable, si hasta ahora no se ha producido.
EDITORIAL de FORUM LIBERTAS
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