La Eurocámara aprueba una nueva regulación de visados en la que se califica Gibraltar como "colonia" tras un largo pulso con el Consejo
Peatones cruzando el aeropuerto de Gibraltar. (Reuters)
Fin del culebrón. El pleno del Parlamento Europeo
ha dado luz verde a la nueva regulación para los visados en caso de un
Brexit sin acuerdo, un texto en el que, en un pie de página, se califica a Gibraltar como una colonia, lo que significa que, por primera vez, la UE está posicionándose con España sobre el estatus del Peñón.
El texto ha sido aprobado con 502 votos a favor, 81 en contra y 29 abstenciones. La sesión en la que se ha aprobado el texto ha sido muy tensa, con muchos eurodiputados criticando el papel de España, incluso señalando la “influencia corrupta” del Gobierno español.
Es
uno de los efectos colaterales de abandonar el club: el resto de socios
se suelen poner del lado del que se queda dentro. Ha pasado con Irlanda
y ahora, en menor medida, con España. Pero no ha sido posible hacerlo sin choque, enfrentamiento y algunas malas palabras entre instituciones.
Ahora ya solo queda el trámite final: que la nueva regulación sea adoptada por los ministros en algunas de las formaciones del Consejo, se firmará el texto y se publicará en el Diario Oficial de la UE, el BOE europeo.
La historia comienza en diciembre de 2017, cuando la Comisión Europea, el brazo ejecutivo de la UE, comenzó todos los preparativos para un Brexit sin acuerdo, un escenario que es todavía posible el próximo 12 de abril. Entre esas medidas a tomar, estaba la regulación de los visados: nuevas normas que eviten que, en caso de una salida desordenada, los británicos tengan que sacar visados para estancias cortas en la Unión.
La Comisión Europea realizó un primer borrador de legislación, que recibió la luz verde después de la comisión de Libertades Civiles, Justicia e Interior del Parlamento Europeo… Pero que se atascó en el Consejo. Ahí es donde los Estados miembros, a través de sus cuerpos diplomáticos en Bruselas, se pelean para que nada les pueda perjudicar y para intentar acercar los textos a sus prioridades.
En ese momento, España logró incluir un pie de página importantísimo para los intereses españoles sobre la Roca. “Gibraltar es una colonia de la Corona británica”, reza. “Hay una controversia entre España y el Reino Unido respecto a la soberanía sobre Gibraltar, un territorio cuya solución debe alcanzarse a la luz de las resoluciones relevantes y decisiones de la Asamblea de Naciones Unidas”, continúa.
La bronca fue monumental. Cuando el embajador permanente del Reino Unido ante la UE estuvo presente con el resto de sus colegas que negociaron esa inclusión, intentó que dieran marcha atrás. Es cierto que algunas capitales estaban preocupadas con que España utilizara el Brexit para enrocarse y lograr concesiones sobre el Peñón, pero la unidad europea volvió a prevalecer en estas negociaciones y los Veintisiete adoptaron el texto por unanimidad.
Al haber una modificación sobre el documento original, fue necesario negociar con el Parlamento Europeo la inclusión de este pie de página. Pero el negociador de la Eurocámara resultó ser Claude Moraes, un eurodiputado laborista británico, que se negó bajo ningún concepto a aceptar que el Peñón fuera calificado como una colonia.
Durante cinco rondas de negociación, Moraes trató de cambiar esas palabras e hizo propuestas para sustituirlas. Pero los Veintisiete se mantuvieron unidos. Fuentes diplomáticas criticaron entonces al eurodiputado por ser intransigente, mientras desde su oficina se atacaba a España y al resto de Estados miembros por no estar dispuestos a alcanzar un compromiso.
El bloqueo puso nerviosos a muchos: se acababa el tiempo para aprobar la regulación antes de una posible salida del Reino Unido de la UE sin acuerdo, y hacía falta aprobar el texto. Hace una semana, la conferencia de presidentes de la Eurocámara, donde se reúnen todos los líderes de los grupos políticos, encargó a Antonio Tajani, presidente de la institución, que hablara con Moraes. Hacía semanas que eurodiputados españoles pedían al británico que dimitiera de su rol como negociador de ese dosier.
Tajani charló con el eurodiputado, pero este se negó a dimitir, así que pidió a los coordinadores de la comisión de Libertades que tomaran las acciones necesarias. Y estos defenestraron al británico, situando como negociador del dosier al vicepresidente de la comisión, el búlgaro Sergei Stanishev.
Pocas horas después de ese movimiento, Stanishev se sentaba a la mesa con el Consejo. Y aceptaba la palabra 'colonia' en el pie de página. Al día siguiente, la regulación se votaría en la comisión de Libertades, minutos después de que los miembros votaran sobre si aceptaban la expulsión de Moraes, ya que uno de los grupos había impugnado la decisión.
Stanishev y otros aplaudieron el trabajo del anterior líder del dosier, asegurando que había sido la intransigencia de los Estados miembros lo que había hecho imposible el acuerdo. Algunos de los miembros de la comisión incluso señalaron que la actitud española se debía a la cercanía de las elecciones nacionales.
Al final, la comisión acabó aceptando por un amplio margen la nueva regulación que califica Gibraltar como colonia: 38 votos a favor, ocho en contra y tres abstenciones. El asunto pasaba a ser ya tema del pleno.
Este miércoles, eurodiputados británicos trataron de meter en la agenda de la votación de este jueves un debate sobre Gibraltar. El resto de miembros tumbaron esa propuesta. "La mención a Gibraltar como colonia será fundamental para intentar resolver el contencioso sobre este territorio en un escenario pos-Brexit. Ha quedado claro que la UE respalda a España al respecto, tanto en el Parlamento Europeo como en el Consejo, donde están representados los gobiernos de la UE", aseguró Esteban González Pons, eurodiputado español del PP.
Para España, la historia del Brexit está íntimamente relacionada con Gibraltar. Madrid siempre ha ido por detrás de Londres en lo que se refiere a su pulso por el Peñón: cuando España entró en las comunidades europeas, tuvo que hacer muchísimas cesiones al Reino Unido que convirtieron la Roca en un terreno privilegiado dentro de la UE y le dieron un estatus que le ha permitido ser lo que es hoy.
Cuando ocurrió el Brexit, una de las pocas ideas claras que tenía España al respecto era que había la oportunidad histórica de un ajuste de cuentas. Desde el primer momento, el Gobierno español trabajó para obtener el control sobre el Peñón durante la negociación, lo separó del resto de las conversaciones entre el Reino Unido y la Comisión Europea.
En noviembre, llegó el mal trago para España. Se había colado el artículo 184, y eso dejaba en el aire la capacidad de Madrid de controlar sus relaciones con Gibraltar en el futuro. Lo que se había trabajado tan duramente al inicio de las conversaciones estaba a punto de desaparecer.
Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, llegó a amenazar con bloquear el acuerdo del Brexit si no se aclaraba que España seguía teniendo la última palabra sobre el Peñón. El cabreo del resto de capitales con Madrid era visible, pero al final el Ejecutivo obtuvo más o menos lo que buscaba, aunque no logró eliminar el artículo 184 del acuerdo del Brexit.
En asuntos fiscales o de cooperación aduanera, el Gobierno ha apretado las tuercas a Gibraltar, con el objetivo de que, una vez el Reino Unido salga de la UE, ya no haya tantos desequilibrios entre el Peñón y el resto de la comarca del Campo de Gibraltar.
Pero lo importante para España está por venir. El Gobierno siguió la estrategia del anterior Ejecutivo: no empuja en exceso todavía. Por eso, los dos asuntos más espinosos se han quedado fuera de las negociaciones por el momento, que son la soberanía y el control por el aeropuerto. Serán dos temas, especialmente el del aeropuerto, que casi con toda seguridad surgirán más adelante, en el marco de las futuras relaciones entre el Peñón y España.
NACHO ALARCÓN Vía EL CONFIDENCIAL
Ahora ya solo queda el trámite final: que la nueva regulación sea adoptada por los ministros en algunas de las formaciones del Consejo, se firmará el texto y se publicará en el Diario Oficial de la UE, el BOE europeo.
La historia del pie de página
La historia comienza en diciembre de 2017, cuando la Comisión Europea, el brazo ejecutivo de la UE, comenzó todos los preparativos para un Brexit sin acuerdo, un escenario que es todavía posible el próximo 12 de abril. Entre esas medidas a tomar, estaba la regulación de los visados: nuevas normas que eviten que, en caso de una salida desordenada, los británicos tengan que sacar visados para estancias cortas en la Unión.
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La Comisión Europea realizó un primer borrador de legislación, que recibió la luz verde después de la comisión de Libertades Civiles, Justicia e Interior del Parlamento Europeo… Pero que se atascó en el Consejo. Ahí es donde los Estados miembros, a través de sus cuerpos diplomáticos en Bruselas, se pelean para que nada les pueda perjudicar y para intentar acercar los textos a sus prioridades.
En ese momento, España logró incluir un pie de página importantísimo para los intereses españoles sobre la Roca. “Gibraltar es una colonia de la Corona británica”, reza. “Hay una controversia entre España y el Reino Unido respecto a la soberanía sobre Gibraltar, un territorio cuya solución debe alcanzarse a la luz de las resoluciones relevantes y decisiones de la Asamblea de Naciones Unidas”, continúa.
La unidad de los Veintisiete, clave
La bronca fue monumental. Cuando el embajador permanente del Reino Unido ante la UE estuvo presente con el resto de sus colegas que negociaron esa inclusión, intentó que dieran marcha atrás. Es cierto que algunas capitales estaban preocupadas con que España utilizara el Brexit para enrocarse y lograr concesiones sobre el Peñón, pero la unidad europea volvió a prevalecer en estas negociaciones y los Veintisiete adoptaron el texto por unanimidad.
Al haber una modificación sobre el documento original, fue necesario negociar con el Parlamento Europeo la inclusión de este pie de página. Pero el negociador de la Eurocámara resultó ser Claude Moraes, un eurodiputado laborista británico, que se negó bajo ningún concepto a aceptar que el Peñón fuera calificado como una colonia.
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Durante cinco rondas de negociación, Moraes trató de cambiar esas palabras e hizo propuestas para sustituirlas. Pero los Veintisiete se mantuvieron unidos. Fuentes diplomáticas criticaron entonces al eurodiputado por ser intransigente, mientras desde su oficina se atacaba a España y al resto de Estados miembros por no estar dispuestos a alcanzar un compromiso.
El bloqueo puso nerviosos a muchos: se acababa el tiempo para aprobar la regulación antes de una posible salida del Reino Unido de la UE sin acuerdo, y hacía falta aprobar el texto. Hace una semana, la conferencia de presidentes de la Eurocámara, donde se reúnen todos los líderes de los grupos políticos, encargó a Antonio Tajani, presidente de la institución, que hablara con Moraes. Hacía semanas que eurodiputados españoles pedían al británico que dimitiera de su rol como negociador de ese dosier.
Tajani charló con el eurodiputado, pero este se negó a dimitir, así que pidió a los coordinadores de la comisión de Libertades que tomaran las acciones necesarias. Y estos defenestraron al británico, situando como negociador del dosier al vicepresidente de la comisión, el búlgaro Sergei Stanishev.
Pocas horas después de ese movimiento, Stanishev se sentaba a la mesa con el Consejo. Y aceptaba la palabra 'colonia' en el pie de página. Al día siguiente, la regulación se votaría en la comisión de Libertades, minutos después de que los miembros votaran sobre si aceptaban la expulsión de Moraes, ya que uno de los grupos había impugnado la decisión.
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Stanishev y otros aplaudieron el trabajo del anterior líder del dosier, asegurando que había sido la intransigencia de los Estados miembros lo que había hecho imposible el acuerdo. Algunos de los miembros de la comisión incluso señalaron que la actitud española se debía a la cercanía de las elecciones nacionales.
Al final, la comisión acabó aceptando por un amplio margen la nueva regulación que califica Gibraltar como colonia: 38 votos a favor, ocho en contra y tres abstenciones. El asunto pasaba a ser ya tema del pleno.
Este miércoles, eurodiputados británicos trataron de meter en la agenda de la votación de este jueves un debate sobre Gibraltar. El resto de miembros tumbaron esa propuesta. "La mención a Gibraltar como colonia será fundamental para intentar resolver el contencioso sobre este territorio en un escenario pos-Brexit. Ha quedado claro que la UE respalda a España al respecto, tanto en el Parlamento Europeo como en el Consejo, donde están representados los gobiernos de la UE", aseguró Esteban González Pons, eurodiputado español del PP.
Brexit y Gibraltar
Para España, la historia del Brexit está íntimamente relacionada con Gibraltar. Madrid siempre ha ido por detrás de Londres en lo que se refiere a su pulso por el Peñón: cuando España entró en las comunidades europeas, tuvo que hacer muchísimas cesiones al Reino Unido que convirtieron la Roca en un terreno privilegiado dentro de la UE y le dieron un estatus que le ha permitido ser lo que es hoy.
Cuando ocurrió el Brexit, una de las pocas ideas claras que tenía España al respecto era que había la oportunidad histórica de un ajuste de cuentas. Desde el primer momento, el Gobierno español trabajó para obtener el control sobre el Peñón durante la negociación, lo separó del resto de las conversaciones entre el Reino Unido y la Comisión Europea.
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En noviembre, llegó el mal trago para España. Se había colado el artículo 184, y eso dejaba en el aire la capacidad de Madrid de controlar sus relaciones con Gibraltar en el futuro. Lo que se había trabajado tan duramente al inicio de las conversaciones estaba a punto de desaparecer.
Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, llegó a amenazar con bloquear el acuerdo del Brexit si no se aclaraba que España seguía teniendo la última palabra sobre el Peñón. El cabreo del resto de capitales con Madrid era visible, pero al final el Ejecutivo obtuvo más o menos lo que buscaba, aunque no logró eliminar el artículo 184 del acuerdo del Brexit.
En asuntos fiscales o de cooperación aduanera, el Gobierno ha apretado las tuercas a Gibraltar, con el objetivo de que, una vez el Reino Unido salga de la UE, ya no haya tantos desequilibrios entre el Peñón y el resto de la comarca del Campo de Gibraltar.
Soberanía y aeropuerto
Pero lo importante para España está por venir. El Gobierno siguió la estrategia del anterior Ejecutivo: no empuja en exceso todavía. Por eso, los dos asuntos más espinosos se han quedado fuera de las negociaciones por el momento, que son la soberanía y el control por el aeropuerto. Serán dos temas, especialmente el del aeropuerto, que casi con toda seguridad surgirán más adelante, en el marco de las futuras relaciones entre el Peñón y España.
NACHO ALARCÓN Vía EL CONFIDENCIAL
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