Quien puede dudar de que la educación es decisiva para una sociedad, tanto en tiempos de presente como de futuro. Este es un axioma que nadie se atreve a discutir.
El nivel de formación determinará en una medida decisiva el capital humano del mañana y, por consiguiente, influirá decisivamente en el capital humano, la productividad, y por tanto en el bienestar y la prosperidad o, todo lo contrario. En el siglo XXI la educación marca la diferencia entre los países.
A pesar de su importancia, hasta ahora y a un mes de las elecciones, está fuera del debate político. Ni tirios ni troyanos parecen interesarse lo más mínimo por ello, ni gobierno ni oposiciones. Como mucho, cogerán la berza por las hojas, y Unidas o los socialistas, sacarán el tema de la concertada. Pero, lo importante, la penosa situación de nuestro país, vergonzoso farolillo de cola de la Unión Europea en aspectos fundamentales para los resultados, como el abandono escolar temprano y la inclusión social, de esto nada. Esperemos que cambie, pedimos que cambie y que cada partido exponga con claridad sus medidas para remediar nuestra emergencia escolar.
España presenta la segunda peor tasa en abandono temprano, sólo por debajo de Malta, con una cifra del 19% de jóvenes entre 18 y 24 años, que han abandonado prematuramente el sistema educativo habiendo completado como mucho el primer ciclo de Secundaria (ESO) y no habiendo recibido ninguna tipo de formación en el último mes. Se encuentra muy por encima de la media europea (10,7%), según los datos de Eurostat. El ultimo dato del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, a 26 de enero de 2017, sitúa la magnitud en el 18,98%.
La proporción es muy superior entre los chicos (22,7%) que entre las chicas (15,1%). Y es esta brecha la que impide avanzar. Una distancia tal no se da en la mayoría de los países, y significa que el sistema educativo español fracasa con los jóvenes. Esta distancia no es objeto ni de debate ni atención, y esta irresponsabilidad debe añadirse al debe social de la perspectiva de género, la ideología que prohíbe abordar los problemas que afectan a las personas de sexo masculino, en este caso, la educación. Sin corregirla con acciones específicas, España siempre será “diferente” a Europa.
Con todo, España ha conseguido reducir la tasa de abandono escolar en la última década, del 30,3%, que se registraba en 2006 al 19% de 2016, aunque sigue lejos de llegar a cumplir la meta nacional de rebajarla el 2020 al 15%, que a su vez no es ninguna cifra buena.
EDITORIAL de FORUM LIBERTAS
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