Translate

viernes, 12 de abril de 2019

EL DESCENDIENTE DE MOCTEZUMA CONTRA LÓPEZ OBRADOR













                                                                                      Juan José Marcilla de Teruel-Moctezuma, Duque de Moctezuma


Al final de la novela «Cien años de soledad», un remoto descendiente de los Buendía logra descifrar la maldición que se cierne sobre su familia: «Porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra», descubren los pergaminos de Melquíades. Gabriel García Márquez habla en su novela cumbre de los peligros de la endogamia y, sobre todo, de un continente en una lucha constante contra su propia historia y su ADN. También de gobernantes derrocados, de padrastros e hijos bastardos, de guerras civiles y de invasiones.

Dos siglos después de su independencia, parte de México sigue sin aceptar que ni son una provincia sediciosa de Castilla ni tampoco los herederos del mosaico de pueblos mexicas previo a la llegada de Hernán Cortés, que no corresponde ni cultural ni geográficamente al país que hoy preside López Obrador. La estirpe de la familia de Moctezuma II, último monarca de la Triple Alianza, bien podría ser los Buendía, salvo porque la llegada de los españoles les dio una segunda oportunidad en el nuevo y en el viejo mundo.

La Nueva España que creó Cortés no supuso borrón y cuenta nueva para el Valle de México, como algunos pretenden dar a entender al vincular el México actual únicamente a los pueblos mexicas. El extremeño dio forma a una sociedad mestiza, donde los aliados indígenas de los españoles gozaron de una posición preferente en el nuevo orden y, lo que es aún más sorprendente a ojos modernos, muchos miembros de la élite azteca retuvieron parte de su grandeza. Los propios descendientes de Moctezuma, que tuvo 19 hijos con diferentes mujeres (aunque Fernández de Oviedo habla de hasta 150), recibieron títulos y territorios por parte de la Corona española.

Una de sus hijas, Tecuichpo Ixcaxochitzin, bautizada como Isabel de Moctezuma, se casó con tres españoles próximos a Hernán Cortés y tuvo con ellos en total seis hijos legítimos de ambos sexos y una más que no reconoció, Leonor Cortés Moctezuma, la cual engendró con el propio extremeño. Como legítima descendiente de Moctezuma II, a Isabel se le entregó la encomienda de Tlacopan, la más grande del Valle de Anáhuac, lo que permitió a sus antepasados vivir holgadamente de las rentas hasta avanzado el siglo XX.

No fue el único Moctezuma con título en España. La prole de Tlacahuepantzin Yohualicahuacatzin, bautizado como Pedro de Moctezuma, ejerció una gran influencia entre la aristocracia española. Su hijo Diego Luis de Moctezuma se casó con la noble Francisca de la Cueva y Valenzuela y entroncó la dinastía en España. Tras su muerte en Valladolid en 1606, la Corona nombró a su hijo Pedro Tesifón Conde de Moctezuma, más tarde Ducado de Moctezuma por gracia de la Reina Isabel II, cuyo título se encuentra hoy en posesión de Juan José Marcilla de Teruel-Moctezuma.

«Me sienta francamente mal que se use la figura de mi ancestro con fines políticos. No tiene ningún sentido exigir al Rey que pida perdón por algo que ocurrió hace cinco siglos, y se lo dice alguien que tiene sangre azteca a alguien que no», afirma el duque, representante de un linaje de emperadores mexicas y, a su vez, de importantes personajes de la historia de España como el héroe de la Guerra de Independencia Pedro Agustín Girón Las Casas o su hijo Francisco Javier Girón Ezpeleta, II Duque de Ahumada, que ejerció como primer director de la Guardia Civil.

Lo más sorprendente del mensaje de López Obrador es que no reclama disculpas al Rey de España en representación de las comunidades indígenas afectadas por la conquista, sino que, dentro de la tradición criolla, insiste en que todos los mexicanos descienden de los mexicas, incluido él, con dos apellidos castellanos y un abuelo cátabro exiliado a principios del siglo XX. Todo ello mientras la población indígena sigue asfixiada frente a los retos del México moderno. En tiempos de la independencia, Nueva España conservaba al menos un 50% de la población indígena, y un 20% de la mestiza. Cifra que no ha dejado de disminuir desde que se marcharon los «conquistadores»: solo el 23% de los mexicanos se considera indígena o descendiente de indígenas, según una encuesta interracial realizada en 2015.

«En México han cogido la costumbre de ocuparse más de los indios muertos que de los vivos. Ese es el problema», reivindica el descendiente primogénito de la dinastía de los Montezuma, con un pie puesto en España y otro en México. En su opinión, las condiciones de vida de la población indígena empeoraron con la salida de los españoles, que otorgaron una protección legal que incluía el acceso a la educación y un plan de integración. «Yo no conozco ningún imperio en el que a los hijos de los conquistados, como a mis ancestros, se les otorgaran pensiones vitalicias, títulos nobiliarios, etcétera».

Flor Trejo, historiadora mexicana y subdirectora de Arqueología Subacuática, considera la maniobra de López Obrador «un recurso pobre y barato para mantener popularidad» que contribuye, precisamente, a distanciar más una «reconciliación histórica», tal como él propone. «Para comprender los aspectos de identidad, cultura y pasado histórico compartidos entre México y España, no se puede partir desde el discurso en blanco y negro: víctima y victimario, mártir y sanguinario, conquista y destrucción, ofensa y perdón», apunta.

«El indigenismo radical que se puso de moda está enfrentando a los propios mexicanos entre sí y a ellos con los españoles. Debemos insistir en nuestros lazos comunes y en la colaboración fraternal», afirma el aristócrata español, para el cual es más prioritario para el país hacer una buena Ley de Educación que no discrimine a los indígenas y que no enseñe «la hispanofobia».

Los trescientos descendientes

Hoy el apellido del conquistado Moctezuma es relativamente frecuente en México, pero ni todos son descendientes del monarca ni todos los descendientes reconocidos conservan ya el apellido. Alrededor de trescientas personas han sido documentadas oficialmente como descendientes de los dos hijos legítimos del gobernante azteca, de los cuales la mayoría viven repartidos en México, España, Estados Unidos y Argentina, y solo un puñado conserva el apellido.

Las secretarias mexicanas de Hacienda y de Relaciones Exteriores conservan datos sobre este linaje porque, hasta 1934, buena parte de ellos recibían las llamadas «pensiones de Moctezuma», un renta patrimonial por los terrenos de este linaje que la Corona pagó durante siglos y, con la Independencia, asumió la República de México. «Según me han comentado los herederos que conozco, ninguno tiene actualmente un interés material en recibir un pago o indemnización de parte del Gobierno mexicano, pero sí quieren, y me parece justo y razonable, que al menos oficialmente las autoridades mexicanas los reconozcan como los descendientes de Moctezuma, ya que son genéticamente parte de la historia nacional», afirma en un entrevista a EFE Alejandro González Acosta, historiador de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

No obstante, muchos critican en México a estos descendientes, vertebrados en torno a los apellido Sierra y Andrade, por sus reclamaciones al Gobierno, sin aceptar que no se trata de una mera cuestión económica. Cuando hace una década la familia de los condes de Miravalle, afincados en Granada, también descendientes de Isabel, sondearon la posibilidad de reclamar esta pensión, no faltaron los que entre sus remotos descendientes mexicanos les acusaron de codiciosos. Resucitar viejos fantasmas, como los que López Obrador ha destapado, solo sirve para agrandar la distancia entre este linaje disperso por ambos continentes.




César Cervera
Vía ABC

No hay comentarios:

Publicar un comentario