España no puede esperar más. Necesita que
sus políticos aborden los problemas graves aplazados. Esta es la
obligación de todos, tanto de los que gobiernan como de los que quieren
gobernar. No basta con que determinadas macromagnitudes indiquen que la crisis se ha superado,
porque hay una mala mar de fondo que no debe pasar desapercibida.
España viene registrando a escala europea malos resultados en todos los
indicadores de bienestar, progreso social y competitividad. A cada nueva
presentación de datos que se hace pública se repiten las malas
noticias.
El último diagnóstico se refiere al Informe PIRLS 2016. Es el Estudio Internacional de Progreso en Comprensión Lectora
(PIRLS), de la Asociación Internacional para la Evaluación del
Rendimiento Educativo (IEA), que se practica al alumnado en su cuarto
curso de escolarización obligatoria, lo que en España equivale a cuarto
curso de Educación Primaria.
La compresión lectora es el fundamento de todo el proceso educativo.
Si no se comprende bien lo que se lee existirá un hándicap formidable
para aprender, no solo en humanidades, sino en todo el ámbito
científico, del que quizás solo se puede excluir las matemáticas, que
son en sí mismas un lenguaje diferente. Sin buena comprensión lectora todo el ámbito educativo tambalea.
Pues bien, los resultados encienden todas
las luces rojas. La Unión Europea alcanza 539 puntos, prácticamente los
mismos que la OCDE-24 (540). El vértice de la clasificación lo detentan
cinco países: Rusia (581), Singapur (576) Irlanda (567), Finlandia
(565), con los mismos puntos que Polonia. España (528) se sitúa en la banda media baja de la escala,
Si observamos el conjunto internacional constataremos con facilidad que
alcanzar un buen nivel de comprensión lectora no es una cuestión de
renta per cápita – dentro de la OCDE- ni de gasto público, sino un signo
del éxito o quiebra del sistema educativo; de bondad o incapacidad de la administración pública que tiene la responsabilidad de enseñar.
Para acabarlo de arreglar, España tiene un 20% de alumnos en los
niveles bajo y muy bajo y solo un 6% en el máximo. Europa y la OCDE se
sitúan en el 18% en el primer caso, y nos dobla en términos de alumnos
de excelencia, el 12%. El diferencial entre los de los niveles
inferiores y el top es de -14, para España y -6 en el caso europeo y de
la OCDE. Esta diferencia de más del doble indica una situación
francamente mala para un país que de siempre ha tenido en la educación
un punto débil.
Este déficit en
comprensión lectora se traducirá en el futuro, porque los alumnos de ESO
de hoy son los futuros trabajadores. Reproduciremos así un déficit en
capital humano, cuando las exigencias en materia de competitividad y
productividad son más elevadas. Baste señalar, según los datos de
Funcas, solo el 11% de los empleos creados entre 2104 y 2016, es decir, los surgidos después de la gran recesión, han estado ocupados por personas de escasa formación.
La
desigualdad social tiene mucho que ver con la desigualdad en el capital
humano, y este a su vez se explica por el fracaso escolar que tiene, en
la deficiente comprensión lectora, una de sus causas fundamentales. No
abordar este problema a fondo significa condenar a una parte de la
población del país a la marginalidad y al conjunto a unos costes
sociales que impiden el desarrollo en otros aspectos básicos, familia,
salud, dependencia, del estado del bienestar.
EDITORIAL de FORUM LIBERTAS
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