Cataluña pende de un hilo. El secesionismo, que baja, y el constitucionalismo, que sube, empatan en el 45%
El expresidente Carles Puigdemont en una manifestación independentista en Bruselas. (Reuters)
Falta ya poco para el 21-D y la campaña catalana está al rojo vivo. No sólo porque los resultados serán decisivos para el futuro de Cataluña y de España, sino porque desde hace años hay un empate eterno en Cataluña y ahora todo pende de un hilo. El promedio de todas las encuestas realizadas en noviembre y diciembre da a los tres partidos independentistas un total del 45,4% de los votos y a los tres partidos constitucionalistas un 45,1%. Parece un empate de diseño pero…
Sin embargo, este empate, debido a la ley electoral española que es la que rige porque en Cataluña nunca ha habido mayoría para hacer una ley propia, favorece a los independentistas, que ganan en las provincias de Girona y Lleida donde cuesta menos votos sacar un diputado. Así, el citado promedio de encuestas da a los secesionistas 67 diputados, con lo que se quedarían a un escaño de la mayoría absoluta. Pero un escaño en la provincia de Barcelona puede depender de 100 votos, por lo que también podrían repetir la mayoría. Por el contrario, con el mismo porcentaje los tres partidos constitucionalistas sólo obtendrían 59 diputados. Les faltarían nueve para la mayoría, los nueve que el promedio de encuestas otorga -aunque bajan- a los comunes, el partido cuyo candidato es el flexible Xavier Domènech, en el que manda Ada Colau y que está asociado a Pablo Iglesias. Si no hay un vuelco, que las encuestas no vislumbran, es posible que sólo pueda haber un presidente constitucionalista si logra el apoyo de Xavier Domènech. Complicado.
Arrimadas e Iceta son los dos únicos candidatos que suben en el promedio de todas las encuestas
Así, pese a que los dos únicos partidos que suben son Cs y el PSC (más el PSC que Cs, pero Cs parte de los 25 diputados del 2015 y el PSC de 16) todo puede pasar y el resultado es muy incierto. Además, se está viendo que -pese a su gran fracaso político y económico- el independentismo pierde muy poca fuerza ya que sólo baja del 47,8% del 2014 al 45,4%. Dos míseros puntos.
Y este descenso tan pequeño se palpa no sólo en la estimación de voto de las encuestas -que los indecisos podrían cambiar- sino en sus tripas. Estos datos de fondo pueden sorprender o molestar en Madrid pero -gusten o no- ahí están. Vamos a la encuesta de 'La Vanguardia' del domingo, la última publicada y realizada por GAD-3, dirigida por Narciso Michavila, la misma casa que hace las encuestas de 'ABC', nada sospechosa por tanto de criptoindependentismo. Después de todo lo que ha pasado, resulta que nada menos que el 41,9% de los catalanes cree que Puigdemont, con una orden internacional de detención hasta hace pocos días, es el presidente legítimo de Cataluña. Un suelo electoral de cemento armado. Y un porcentaje casi idéntico, el 39,7%, aprueba que se haya ido a Bruselas y se presente como “presidente en el exilio”.
Más datos que Rajoy -que supongo que ha convocado elecciones no para que el independentismo vuelva a ganar- debería tener en cuenta. El 68% cree que la economía se ha resentido de la voluntad de declarar la independencia y el 62% que la marcha de empresas tendrá consecuencias negativas pero, al mismo tiempo, el 72% afirma que ello no influirá sobre su voto. Resulta pues que una parte de Cataluña está en tal estado emocional que el cálculo económico normal de los países occidentales no funciona.
Que haya un presidente constitucionalista puede depender finalmente de la decisión de Ada Colau y Pablo Iglesias
Pero eso no indica tanto un sentimiento antiespañol como un estado emocional de queja y de agravio. Así el 46,8% se considera tan catalán como español y sólo el 17% (descenso de tres puntos en un mes) se siente sólo catalán. Y el 77% (aumento de once puntos en un mes) se siente en el propio país cuando viaja por España. Contra el 14% (descenso de cinco puntos).
La conclusión es que, tras como mínimo 11 años (el famoso Estatut es de 2006) de lo que el 'president' Montilla describió como “desafección” respecto a España, Cataluña se encuentra partida en dos y con más de la mitad (no sólo el 45,4% que dice que votará independentista) en estado de “shock”. La clase dirigente de Madrid -si es consciente de que a la larga, no en un momento circunstancial como el de un referéndum, los pueblos sólo pueden ser lo que quieren sus ciudadanos- debería evitar pues todo lo que pueda incrementar esta desafección de fondo e incitar el independentismo emocional.
En este sentido quizás los magistrados no deberían estar exentos ni de leer encuestas ni de olvidar que los momentos electorales no son los más idóneos para -restablecida la normalidad con el 155 según el Gobierno- tramitar con urgencia y repique de tambores casos en los que, aunque pueda haber o haya delitos graves, tienen trasfondo político. Ni tampoco deben actuar influidos por los editoriales o por columnistas de la prensa de la capital que se sitúan claramente a la derecha del Gobierno.
El 41,9%
de los catalanes cree que Puigdemont es el presidente legítimo y el
53,4% que los 'exconsellers' son (o han sido) presos políticos
Así convendría que no olvidaran que según la encuesta de 'La Vanguardia' -otra de hace unas semanas de 'El Periódico de Cataluña' decía cosas muy similares- el 59,4% de los catalanes “no cree justificada la actuación judicial y la acusación de rebelión y sedición contra el 'expresident', los 'exconsellers' y 'los Jordis”. Y que el 53,4% cree que son “presos políticos”.
Naturalmente, los magistrados -y los abogados del Estado- pueden tener un criterio superior y actuar en consecuencia. La ley es la ley. Pero la jueza Lamela, otros magistrados y los miembros del Consejo General del Poder Judicial (el tercer poder del Estado) sí deberían conocer y considerar -en lo que valgan- estos datos. Y ser conscientes del calendario electoral fijado por la ley.
Porque además Carles Puigdemont (sea o no presidente legítimo) está subiendo en las encuestas y no se puede descartar que sea la primera lista y que -como declaró ayer- se presente en Barcelona para ser elegido, tomar posesión e ir a hacer compañía a Oriol Junqueras en la cárcel de Estremera. Si, Puigdemont es de Amer (no de El Escorial) y ayer afirmó algo que incluso parece cómico: que cada martes hace en Bruselas una reunión del Govern con los cuatro 'consellers' que le acompañan.
Pero Puigdemont -como Teruel- también existe y el domingo hacía unas intencionadas declaraciones a Esther Vera, la directora del 'Ara' (independentista 'ma non troppo') de las que destaco el título de portada: “Hemos de ser militantes de Cataluña más que de cada partido”. Patada a Junqueras y deseo de un Movimiento Nacional catalán. Y el del interior: “La tercera vía es fantasía, la España que se ve hoy (interpreto que se refiere al 155) es la que quedará durante muchos años”. Patada a Iceta.
Si, las cosas son complejas. Y la política catalana no es una película de evasión. Tampoco de buenos y malos.
JOAN TAPIA Vía EL CONFIDENCIAL
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