El fantasma de Tabarnia, que bien podría ser el del Valle de Arán,
aletea ahora sobre un independentismo al que, aunque salió bien librado
de las elecciones, se le amontonan los problemas internos.
Dolça Tabarnia.
Gtres
Tabarnia ha sido el
hallazgo de las Navidades. A falta de otros asuntos de mayor enjundia y
con Cataluña asomándose al vacío, de las redes sociales se ha apoderado
una nación ficticia que coincide más o menos con las provincias de
Barcelona y Tarragona. No es algo nuevo. Fue una ocurrencia de la
Plataforma por la Autonomía de Barcelona, que lanzó la idea hace ya
tiempo pero que, quizá por lo descabellado de la propuesta, no había
cosechado demasiadas adhesiones.
El nombre es un acrónimo de las primeras sílabas
de Tarragona y Barcelona al que han colocado un remate que parece
sacado de alguna geografía fantástica. Y algo de fantasioso tiene porque
Tabarnia no ha existido jamás. Su única base son los resultados electorales
de las pasadas elecciones en las que Tarragona y Barcelona fueron los
bastiones del voto constitucionalista. Y ese, en definitiva, sería su
hecho diferencial.
Hasta hace una semana era algo muy minoritario. Eso es al menos lo que nos cuenta Google Trends.
Hasta el día 26 de diciembre pocos se interesaban por ella. Los que lo
hacían era más como recurso satírico para ridiculizar el argumentario
independentista. Pero de pronto aquel día la cosa se desmadró y, como
una bola de nieve, fue ganando volumen hasta convertirse en una
avalancha.
Los que defienden la secesión de Tabarnia del resto de Cataluña emplean idénticos argumentos que los que apoyan la independencia de Cataluña del resto de España
Tiene su atractivo, para qué engañarnos. Los que
defienden la secesión de Tabarnia del resto de Cataluña emplean
idénticos argumentos que los que apoyan la independencia de Cataluña del
resto de España. Fundamentalmente dos.
Uno sería el de la voluntad popular,
la famosa democracia. Si todo nace del voto hay una serie de comarcas
catalanas cuyos votos son mayoritariamente españolistas, empezando por
las del cinturón industrial de Barcelona y terminando por el remoto
Valle de Arán, enclavado en la cara norte del Pirineo y más cerca de
Toulouse que de Barcelona.
Los resultados de las autonómicas del 21-D
vinieron a confirmar ese mapa de una Cataluña fracturada
territorialmente entre los partidarios de la independencia y los que no
lo son. El mapa en cuestión, reproducido extensamente en los periódicos
durante la última semana, muestra una Cataluña costera que es
constitucionalista y otra Cataluña interior que es independentista. La
primera es más pequeña, pero más urbana, cosmopolita y rica.
Si nos abstraemos de cuestiones políticas y nos vamos al plano estrictamente económico comprobaremos que Tabarnia produce el 70% del PIB catalán y aporta el 73% de sus ingresos
Esto enlaza con el segundo de los argumentos empleados por los "freedom fighters" de Tabarnia: Cataluña nos roba.
Si nos abstraemos de cuestiones políticas y nos vamos al plano
estrictamente económico comprobaremos que Tabarnia produce el 70% del
PIB catalán y aporta el 73% de sus ingresos. Es decir, desde el punto de
vista económico Cataluña es básicamente Tabarnia. Pero el agravio sería
todavía mayor si nos fijamos en la población. Siete de cada diez
catalanes viven en Tabarnia, pero los tres restantes reciben el 41% del
presupuesto autonómico. Traducido todo esto al lenguaje procesista,
Cataluña sería Extremadura y Tabarnia Cataluña.
Y es ahí donde reside el éxito de todo esto. Es simplemente un espejo que devuelve a los independentistas
la imagen distorsionada de sí mismos. Lo que esgrimen con pasión desde
hace años se emplea ahora contra ellos. Un sapo difícil de tragar y aún
más difícil de digerir.
Algo tan goloso y
comentado en la red era imposible que lo dejasen pasar en Ciudadanos,
que es ya el primer partido en toda Cataluña y, por supuesto, en la
imaginada Tabarnia. Juan Carlos Girauta fue
de los primeros en abrir fuego: "Tabarnia es un despiadado espejo para
los nacionalistas, es el reflejo de su insolidaridad y su pesadez". A
partir de ahí se abrieron las compuertas. Arrimadas y Rivera no tardaron en sumarse a la verbena recordando que si existe el derecho a decidir debe de estar al alcance de todos.
Rufián quiso tomárselo a chiste y tuiteó "Tabarnia: una, grande y libre" para ver si metiendo a Franco en el ajo el temporal amainaba. Pero no, fue a más
El filón lo están aprovechando al máximo, más si
cabe cuando al independentismo (al catalán, no al tabarnés) esto le ha
sentado a cuerno quemado. Rufián quiso tomárselo a chiste y tuiteó
"Tabarnia: una, grande y libre" para ver si metiendo a Franco en el ajo
el temporal amainaba. Pero no, fue a más. Normal, que Rufián saque a Franco de paseo es ya tan habitual que ni llama la atención.
Tras
él entraron otros y, estos sí, supurando bilis. Uno de los asesores en
Bruselas del inefable Ramón Tremosa, un tal Aleix Sarri, salió con un
impagable "Fronteras inventadas, nacionalismo étnico, populismo
económico sostenido sobre agravios imaginarios". Estaba retratando al
independentismo catalán con una precisión asombrosa. Pero, como dijo Albert Boadella en cierta ocasión, el nacionalismo es como una ventosidad que huele mal a todo el mundo menos a quien la ha soltado.
La
cuestión llamémosla tabarnesa, que hoy por hoy no deja de ser una broma
propia del día de los inocentes, algo no solo irrealizable sino, además
y por muchas razones, indeseable sienta un precedente y añade una
figurita más al belén que se ha armado en Cataluña.
En Canadá la Clarity Act,
que vino a poner fin al problema del secesionismo quebequés, contempla
la posibilidad de que si Quebec se independiza los condados de esa
región puedan hacer lo propio. Una autodeterminación ascendente pero
también descendente. Incluir algo así en una ley enfrió el asunto en el
acto. Ahí tenemos a los nacionalistas de Quebec, que no levantan cabeza
desde hace veinte años y que se conforman con mantener el terreno
ganado.
En Canadá la Clarity Act, que vino a poner fin al problema del secesionismo quebequés, contempla la posibilidad de que si Quebec se independiza los condados de esa región puedan hacer lo propio
El fantasma de Tabarnia, que bien podría ser el
del Valle de Arán, aletea ahora sobre un independentismo al que, aunque
salió bien librado de las elecciones, se le amontonan los problemas
internos. Ellos, que claman desde siempre por la Cataluña irredenta, que
viven obsesionados con el territorio, que incluyen en sus mapas a
Andorra, al Rosellón francés, a la Comunidad Valenciana, a Baleares y a
un pedazo de Aragón, asisten impávidos a como les amputan un puñado de
comarcas sus propios vecinos.
No es mala cura
de humildad. Al final el humor y algo tan español como reducir las
tragedias al absurdo ha terminado dándoles una lección. Solo hay que esperar que la aprendan.
FERNANDO DÍAZ VILLANUEVA Vía VOZ PÓPULI
No hay comentarios:
Publicar un comentario